Textos clásicos


Evangelista

Libro de cetrería

Introducción

A finales del cuatrocientos surge la obrita de un tal Evangelista, la cual se ha conservado en ocho copias manuscritas de distinta índole y calidad.

No se trata de un auténtico libro de cetrería, si por libro de cetrería se entiende aquella obra en la que se describen las diversas aves de rapiña y su entrenamiento y se detallan los cuidados y remedios que se le han de aplicar cuando enferman. Esto es lo que promete su autor:

trata de las aves de rapiña, de los talles y plumajes y propiedades de cada una, y de los goviernos y curas para sus dolençias1.

Lo compuso al igual que hicieron quienes le precedieron y le seguirán, porque:

es la sustançia de toda la çetre[ría] que oy se podría pensar ni hablar en todo e[l] mundo, y siguiendo el estilo d'ella, será caus[a] de tirar a los caçadores de muchas y diversas y falsas opiniones y porfías, y darán en lo bivo y poderse han llamar perfectos y verdaderos maestros2.

La realidad, a pesar de dichas afirmaciones, es otra. Se trata de una sátira y burla de la cetrería, tanto de los cazadores:

Avés de bevir en lugar do aya mucha caça, y avés de madrugar de mañana y cavalgar en vuestros alcorques o galochas, si las toviéredes y no en bestia porqu'el açor no se spante. Y tomad en vuestra mano isquierda el açor y en la derecha dos o tres reales en lugar de podencos, y arremeteos a la tienda donde venden las perdizes y enridad los reales; y luego, en llegando a ellas, verés como se rinden. Así llevarés a vuestra casa con el açor y con los reales dos o tres pares de perdizes, segund llevardes los reales y valieren las perdizes3,

como de las aves:

Alfaneque quiere dezir en arávigo afanador. Estos falcones vienen de allende y son de talle y plumaje y condiçión y tamaño no más ni menos que Dios los fizo. Y tienen dos cosas en que los conosçerás entre los otros falcones: la primera que tienen el pico retornado, la otra que tienen el colodrillo en derecho de la cola4,

como de los complicadísimos remedios que se les aplican:

y des que sea bien manero mételo en la muda tenprano porque salga para el san Juan a los perdigones. Y si quieres que mude tenprano y en un punto ten manera de aver agua de mayo, y finche una olla nueva de barro de Ocaña, y ponla a fervir con leña de laurel y, des que fierva a borbollones, tómalo de las pihuelas y lánçalo dentro y sácalo y pasa la mano por él, y verás quand mudado queda tu gavilán5.

A pesar de que no es un libro de cetrería, sino una parodia de ellos, o quizá por esto, su autor lo ha construido con suma fidelidad a los esquemas formales que estas obras presentan, pues se le puede aplicar la división de la materia que he establecido como básica para la literatura de halconería castellana.

Según Antonio Paz y Melia6, el Libro de cetrería de Evangelista es a las obras de halconería lo que el Quijote a los libros de caballerías, y lo que Evangelista hace es ridiculizar la obra de Juan de Sahagún. No comparto totalmente esta última opinión ya que hay hechos internos en la obra que demuestran que el modelo que siguió Evangelista no fue la obra del halconero real, sino la de Pero López de Ayala pues hay pasajes cuyos antecedentes no se encuentran en el libro de Sahagún sino en el del Canciller7.

La versión contenida en el Bestiario de Juan de Austria (Monasterio de La Vid (Burgos), ms. 3, fols. 100v-109v) con la que se inicia el tratado de las aves de dicha obra, no se puede entender como una sátira de la cetrería, como parece ser que la ideó Evangelista. El compilador, o quizá autor de este Bestiario –Martín Villaverde–, utiliza los capítulos descriptivos de las diversas aves de rapiña como desarrollo del prólogo con el que los hace preceder. Prólogo en el que hay una fortísima crítica de la caza y los males que ella conlleva. Hasta tal punto llega la crítica que para él el cazador, o su ave, es lo mismo que pecador:

El pecador es como el azor que está en muda, que no tiene cuidado ni cuenta con la volatería, que es el fin de lo que es obligado a hazer. Ansí el pecador quando se muda de la virtud al vicio no tiene cuenta ni razón en aquello para que fue criado, sino regálase con el ocio y gala desenfrenada de tal manera que se le caen las alas con que solía bien obrar; no puede bolar, está en muda y como hombre mudado no se levanta un dedo del suelo8.

aunque bien puede el cazador, como el ave mudada, redimirse de sus pecados:

El azor que viese la perdiz delante y diese buelta a los gritos y señuelo siríe de todos culpado. Tal es el pecador, que dexa el premio del çielo por el señuelo y grita de las vanidades del mundo. El azor en la muda pierde de sus plumas las mejores, mas en breve tiempo las buelve a cobrar, ansí puede el pecador, por la penitencia y los demás sacramentos cobrar las plumas coloridas de virtudes, buelven los matices y colores más perfectas en las virtudes que son plumas que adornan y fortaleçen las dos alas de amor de Dios y del próximo torna a pelechar en la oratión y contenplación y en las demás buenas obras de misericordia que van endereçadas al servicio de Dios assí como al abe no se basta un ala para subir sino dos9.

Presenta una serie de amplificaciones que no existen en los otros testimonios conocidos. Así "Mellión quiere dezir de Melilla, o quiere dezir un millar de qüentos en guarismo"10 o "dízese alcotán porque en la tierra que primero fueron hallados fue en la cibdad de Alcoy, en el reino de Valencia, y assí es su lenguaje valenciano"11. Asímismo elimina algunas de las referencias más irreverentes, como la de identificar los alcotanes con los frailes dominicos.

La obra de Evangelista tuvo cierto predicamento entre sus coetáneos, como se ve por esta carta de Antonio de Nebrija al Cardenal Cisneros:

Este Evangelista escrivió un libro De Acetrería, donde hablando de las cosas de aquel Arte de la Etimologïa de los nombres de Halcones et Azores, dice que Sacre se llamó porque el primero que cazó con aquel ave, fué un Sacristán; i que se llamó Girifalte, porque parece que jura falso. Et que se llamó Bahari porque de si echa tal baho, que es pestilencial, et matadero de hombres12,

o estos versos de La almoneda de Juan del Encina:

y un libro

de cetrerías

para caçar quien pudiere,

y unas nuevas profecías,

que dizen que en nuestros días

será lo que Dios quisiere13,

o que Álvar Gómez de Castro incluyera entre sus papeles extensos fragmentos14 e hiciera a Evangelista de origen italiano al decir "Evangelista de Cortona". O que todavía en el siglo XVII lo recordará Alonso Velázquez de Velasco en La lena:

No sea como el ave de caza, de quien dijo aquél ser bastante para mantener una casa en hambre y lacería aunque tenga veinte personas15,

fragmento en el que se está recordando el final del capítulo de los tagarotes, el cual dice:

Y aun digo que son falcones de poco provecho. Pero madrugándolos mucho y bien estregados, caçando con dos o tres juntos, y por tierra blanda que no aya pedregal, son bastantes de fartar una casa de fanbre y lazería todo el año, aunque en ella ya veinte personas16.


1 ms. 21549, Biblioteca Nacional de España (Madrid), fol. 2r.

2 ms. II-1019, Biblioteca del Palacio Real (Madrid), fol. 1r-v.

3 ms. 21549, Biblioteca Nacional de España (Madrid), fol. 8v.

4 ms. 21549, Biblioteca Nacional de España (Madrid), fol. 3r.

5 ms. 21549, Biblioteca Nacional de España (Madrid), fol. 6v.

6 Antonio Paz y Melia, "Libro de cetrería de Evangelista y una profecía del mismo, con prólogo, variantes, notas y glosario", Zeitschrift für romanische Philologie, 1 (1877): 222-46.

7 José Manuel Fradejas Rueda, Evangelista’s "Libro de cetrería": A Fifteenth-Century Satire of Falconry Books, Londres: Centre for Late Antique and Medieval Studies, King’s College London, 1992 (King’s College London Medieval Studies, 9), p. xxx-xxxii.

8 Bestiario de Juan de Austria, Monasterio de La Vid (Burgos), ms. 3, fol. 99.

9 Bestiario de Juan de Austria, Monasterio de La Vid (Burgos), ms. 3, fols. 99v-100.

10 Bestiario de Juan de Austria, Monasterio de La Vid (Burgos), ms. 3, fol. 105.

11 Bestiario de Juan de Austria, Monasterio de La Vid (Burgos), ms. 3, fol. 109.

12 Antonio de Nebrija, "Epístola del Maestro de Lebrija al Cardenal quando avisó, que en la interpretación de las Dicciones de la Biblia no mandasse seguir al Remigio sin que primero viessen su obra", Revista de Archivos, Bibilotecas y Museos, 8 (1903): 493-96, cita en la p. 404.

13 Juan del Encina 1978. Obras completas, ed. Ana María Rambaldo, Madrid: Espasa-Calpe, 1978 (Clásicos Castellanos, 219), vv. 22-27, p. 2.

14 Fradejas Rueda, Evangelista’s..., p. xxxviii y 47-57.

15 Alonso Velazquez de Velasco, La lena, Valencia: Prometeo, V.3, p. 196.

16 ms. 21549, Biblioteca Nacional de España (Madrid), fol. 4r.

Creación / última revisión: 11.06.2012