Textos clásicos
Diogo Fernandes Ferreira
Arte da caça de altaneria
Quinta parte
En la qual se trata de las armadillas y modo que tendrá el caçador en armarlas
En esta quinta parte se trata de las armadillas, de las quales, no aviendo caçadores expertos que con redes y laços tomen los halcones, açores, gavilanes y las demás aves de rapiña de las quales los reyes y príncipes usan en sus caças reales, queda la caça falta de su principio y parte más necessaria, porque las armadillas son un todo para todos. Es pasatienpo de que pueden usar todo género de personas porque a los pobres es provechossa; a los nobles y ricos, entretenimiento sin ofenssa y alivio de cuidados tristes; y a los religiossos, refugio de sus soledades. [fol. 135r]
De las aves de rapiña noturnas y cómo con el búho se toman los halcones, gauilanes y demás aues de cazar
Capítulo primero
De las aves de rapiña noturnas y cómo con el búho se toman los halcones, gavilanes y las demás aves de cazar
Los mochuelos, lechuças y búhos se cuentan con las aves de rapiña porque se mantienen de cosas vivas que ellas caçan de noche. Estas, viéndolas de día las otras aves, se van a ellas y las persiguen y maltratan dándoles de golpes y repelones, y se ponen junto a ellas espantándose mucho. El vulgo dice que cada ave de aquellas les emprestó algunas plumas, y quando las ven se las quieren quitar. La caussa es que estas aves noturnas, aunque son semejantes a las otras, tienen el rostro y los ojos diferentes porque los tienen muy grandes y encendidos como fuego, y el rostro cassi como de criatura humana, aunque cubierto de plumas. Las lechuças son del mismo talle y faición, y los mochuelos lo mismo. Los mochuelos crían en las copas de los árboles y entre piedras, donde ay montones dellas. Las lechuças en torres, en muros viejos [fol. 135v] y en las iglesias; de noche vuscan su pasto, y donde ay palomares matan para comer los palominos pequeños. Y los mochuelos se mantienen de gusanos, y algunas veces se hallan en los nidos plumas de paxarillos que ellos caçan. A estos acuden todos los géneros de pajarillos silvestres, de donde los honbres vinieron a inventar la armadilla del brete, y las varetas de lidia puestas junto dél para que se enlidien.
Los búhos son aves mayores y se mantienen de caçar liebres y conejos y perdices que toman de noche y van adonde ay esta caça, lejos de las villas y lugares. Crían en rocas altas y en ellas están de día escondidos. A estos búhos acuden todos los halcones, açores, gavilanes y esmerejones y todas las demás aves que se mantienen de rapiña bajando a él con furia, dándole repelones y golpes, por lo qual los honbres ingeniossos inventaron las armadillas de laços y redes y costillas con que se toman estas aves. Aquí porné sólo aquellas que tengo por mejores, y algunas nunca vistas, inventadas de mi ingenio, que a estas cossas se inclinó mi [fol. 136r] naturaleça, mas es cossa tan dificultossa mostrar por escrito las cossas de este arte de caçar, y me cuesta tanto darlas a entender, que me es forçosso buscar de fuera algunas semejanças conocidas de todos con las quales muestre el modo que se tiene, assí en ordenar las armadillas como de armarlas. La red que quiero mostrar para que se tomen las aves que acuden a esta ave búho a maltratallo son semejantes a las atarrayas con que se pesca, así las sardinas en el mar como los peces en los ríos dulces, porque se arman quedando altas. Esta que en este capítulo primero muestro se arma entre dos árboles, quedando levantada en pie como una pared de una cassa. Á de ser más larga que alta; la largura será de tres varas y media hasta quatro; de altura de dos estando ella armada.
Para hazerse la red del búho á de ser el molde della de quatro dedos de largo, que quede la malla [o punto], después de estar hecha, que pueda entrar por ella, a lo justo, el puño cerrado de la mano de un hombre. Començarse á en sesenta mallas [fol. 136v] [o puntos], y se acabará en treinta y cinco, que á de ser la altura de la red. Teniendo la red hecha, luego, por las mallas [o puntos] de lo alto por donde se començó, se meterá un cordel hecho de tres líneas bien torcido y delgado, de largor de ocho hasta diez varas, lo mismo se hará por las mallas [o puntos] de abajo donde se acabó la red de hacer. Este cordel de debajo vasta que sea de quatro varas y media hasta cinco. Tanbién por las últimas mallas o puntos de los lados se hará lo mismo y se meterá el cordel de cada uno, los quales serán de dos varas de largo, poco más, que an de servir en el altura.
Puestos assí los cordeles, el que á de servir en lo bajo, que es de dos varas, se atará con la última malla [o punto] de abajo, con la malla y cordel del lado, y lo mismo se hará de cada vanda de abajo atando todos los cordeles de los lados de la red de la parte que á de servir, a lo largo de la tierra atados, se irá a las puntas de los cordeles que an de quedar encima porque la red armada á de quedar levantada, como [fol. 137r] ya dixe. En las puntas de los cordeles de los lados se hará en cada uno dellos su asilla, la qual se meterá por el cordel de lo alto donde están las mallas, y en una de las puntas de el cordel largo que dixe aver de ser de ocho a diez varas, se atará un gancho de palo el qual á de servir de estar asido en los árboles, donde se á de armar la red. Sea de buen hilo recio teñido rosado. Yo la teñía ceniçossa porque no corta el hilo y queda del color casi del aire.
Resta armar esta red. Para armarla es necesario aya búho y esté enseñado con arte, el qual se enseña deste modo: luego que tubieren búho con buenas plumas, sano de las alas, que vuele bien, irá el caçador con él al campo y lo pondrá encima de una piedra abultada de altura de palmo y medio, y encima de la piedra le darán a comer unas picadas de carne, y lo dexará estar en la piedra un poco y lo levantará en la mano izquierda sobre el guante, de arte que no se abata ni enoje, y estando como diez passos de la piedra lo soltará a ella teniendo el ave [fol. 137v] el rostro a ella, y lo dexará estar un poco, y déle otras picadas de carne a comer estando él puesto en la piedra (qu’estas aves abren la boca y en ella se les entra la comida) y sienten que huelgan de lo que hiço, y assí poco a poco yendo cada día se hará maestro, y para que no vuele sino a el puesto y piedra, se meterá una estaca junto a ella y en la estaca se atará un cordel del gruesso bien hecho, que no tenga ñudos ni torcedura, por el qual se meterá una manilleja, y sea tal que pueda bien el cordel colar por de dentro della, sin estorvo ni pesso, y esta manilla á de estar atada en un cordel del largor de un palmo, el qual se á de atar a las piuelas del búho, y el cordel largo, que á de servir por de dentro de la manilla (el qual será muy largo de muchas varas), se á de atar en el [sic] estaca que á de estar junto al puesto y piedra a que an de enseñar al búho. Después de estar el cordel metido por de dentro de la manilla, se á de atar en la estaca y el caçador, con el pájaro en la mano izquierda y el cordel largo en la derecha, estando ya el búho a[fol. 138r]costunbrado a bolar al puesto y piedra, por darle de comer en ella, quando a ella lo largan, va volando a ella de buen ánimo, y quando el caçador lo largue, á de tener el cordel bien tirante lebantado en la mano porque no se enbarace en las ierbas y el pájaro quede sin poder ir y pare antes que llegue a su puesto, y siendo casso que el pájaro por su voluntad se pare antes de llegar al puesto, se enojará el caçador dándole con el guante en el rostro, y con los pies levantándolo de tierra, y assí lo hará ir hasta que se ponga donde lo enbían, y en la piedra lo dexarán estar quieto y le dará alguna cossa de comer. Esto se hará tantas veces hasta que sea maestro, que pocos días vastan, y vaia a ella de cien passos, lo más que fuere posible, porque estando cerca el caçador del armadilla, no cairán los halcones ni las demás aves a él con recelo de el caçador, que todas las aves temen mucho a los honbres, por lo qual sea el cordel de cien varas o más.
Resta saver armar la red. Buscará el caçador dos árboles en aquellas partes donde [fol. 138v] le pareciere que ay aves que acudan a su búho, los quales árboles estén igualados, aunque estén apartados uno de otro siete u ocho varas (que para esso dixe que el cordel de la red que á de servir de la parte de arriba fuesse de diez varas) los quales estén en valles, que en los altos quedan muy a la vista. Y en el gancho que dixe estarán atadas unas pocas de cerdas de caballo. Este gancho se asirá en uno de los árboles y en la asilla del cordel de arriba se atará una cerda porque no corra, y allí junto dexarán la red, y con el cordel del gancho se irá el caçador al otro árbol, y lo pondrá por cima de algún ramo que quede corespondiente al altura en que está el gancho. Este cordel atará, que quede firme y tirante, y se irá a la red que dexó junta en el árbol primero, y la irá estendiendo con una caña hasta que llegue junto del otro árbol, y porque el viento no la mueba hará lo mismo atando la asilla del cordel con una cerda de caballo, que siempre an de andar en las asillas atadas para este efeto, y con la cerda la ligará [fol. 139r] al árbol, y vaya llegando la red y se atará al cordel de arriba de modo que se sustente del viento estendida, y en los cordeles cortos de la parte baja la atará qualquier cossa que se meta en la tierra que la sustente del viento, como un cardillo, y el cordel de diez varas que dixe quedasse firme, tiesso y a la ligera, y alistará de la manera que los demás, afirmando en la tierra, que ni la red caiga ni el ave dando no se enbarace, aunque los cordeles de las asillas quedan vastantes porque en dando el ave, por pequeña que sea, quiebra las sedas con que están atadas y se enredan en ella.
Tendrá el caçador otra red hecha de la misma forma en los últimos ramos de la otra vanda, afirmará el gancho de la red y con una caña o palo que sienpre trairá en la mano para este efeto, armará la red como perdida, que quede casi como en triángulo, porque muchas veces caen las aves de rapiña al búho, y no entran por debajo de los árvoles, y en estas que quedan como perdidas se enredan. La parada del búho se pondrá junto a la [fol. 139v] red, pero distante cossa de una vara de medir o alguna cossa más, como al caçador le pareciere que conbiene, y a la piedra y puesto se pondrá una estaca metida en la tierra, como ya dixe en la enseñança del búho. Este búho siempre se á de largar al puesto pecho al viento y cuesta abajo porque así va de mexor voluntad, y la red con la sonbra de los árboles queda menos visible.
El cordel que á de servir al búho sea bien largo, sin ñudos, porque vaia con facilidad el pájaro por él, el qual tendrá el caçador junto a ssí, y el cordel en la mano, y en viendo al ave, tomará el pájaro en la mano izquierda, teniendo el cordel levantado de la tierra porque no se envaraçe el búho en el camino, teniendo el cordel bien tirante y porque no duden las aves que el búho deciende, será el cordel bien largo. Con esta armadilla se toman neblíes, que siendo pollos, valen luego en tomándolos treinta y quarenta ducados, açores, gavilanes, [fol. 140r] esmerejones, buharros, cernícalos, tartarañas, rubalbas, asoreñas y todas las demás aves que se mantienen de rapiña, hasta los cuerbos y milanos. Queriendo el caçador ir a alguna parte, o biniéndole sueño, ponga el búho en el puesto, que sucede algunas veces verlo las aves y, sin largarlo, caer en las redes, y tanbién no siendo el búho aún maestro lo dexen estar sobre la piedra, y en viendo el ave a que lo quisieren largar, vaya el caçador por él, y él va con mejor voluntad teniendo el sentido adonde lo quitaron. [fol. 140v]
Del armadilla del búho en cãpo sin árboles
Capítulo segundo
Del armadilla del búho en campo sin árboles
Ya dixe en la armadilla passada cómo el miserable pájaro, de verse perseguido de las aves de [fol. 141r] rapiña, no osa aparecer de día por el recelo que tiene de ser maltratado, porque no sólo lo molestan las aves nobles, mas aun los cuerbos, urracas y graxas y todas las que se mantienen de gusanos lo quieren matar y comer dándole golpes y porraços con mucha furia, por lo qual tengo las armadillas que con él se ussan por mejores, y por ser tales inventé esta, que me fue fácil cossa hazerlo, que los artistas con las cossas halladas acrescientan otras de nuebo con facilidad, como de las redes de las arañas el arañol, que va adelante, así yo del de tres varas inventé esta de nuebo, y la tengo por la mejor de todas las que se ussan y de más astucia y arte, porque los halcones, gavilanes y açores, esmerejones y primillas y todas las demás aves de rapiña nobles buscan las aves que an de comer en los campos limpios de árboles y matas donde ellos por punta de ala alcançan la caça, lo que no pueden hazer en aquellas partes donde ubiere árboles y matas porque las aves perseguidas dellos se acogen a ellas, y aun a las aguas hundiéndose, como lo hacen los ánades. Estas de rapiña nobles son las que con maior [fol. 141v] cólera caen al búho, y en el campo con menos recelo, que como ellos son velocíssimos y grandes voladores, quedan señores de todo, y en el aire no temen a nadie, ni en el campo, porque tengo por bien inventada esta que se hace con redes levantadas como cassa de paredes altas, y para que esto sea assí, sin árboles, fue necessario ingenio. Tomarán tres varas de dardos delgados o de otros qualesquier palos que no se doblen con facilidad, y el gruesso dellos vasta que sea como el dedo pulgar en lo más gruesso, y de largor de nueve palmos, y en las puntas más delgados. En estas astas pondrán unos cañutos de hierro encajados, que queden semejantes a los atacadores de los alcabuces, después d’estar los cañutos encajados en las hastas, notando que á de quedar el hierro lleno del palo de la hasta. En este palo que está metido en el cañuto de hierro harán un agujero con una barrena por el qual entre un hierro del gruesso del cañón de una pluma de cisne, que es poco más gruessa que la de la pata, y caiga el horado que en la hasta se diere por de dentro de los cañutos [fol. 142r] de hierro, hecho por la parte de arriba de altura del medio dedo índex. Estas hastas an de servir de tener la red levantada en el campo en triángulo. En los horados que dixe se meterán unas vergas de hierro de tal largura que anbas hagan diez y seis palmos en alto o más, y nótese que las varas de palo no sean más largas que lo que se pueda alcançar con la mano a meter las vergas de hierro en los agujeros del palo estando ellas metidas en tierra. En estas vergas de hierro, que se harán menos gruessas en las puntas que an de servir para lo alto, porque las que an de servir metidas en los palos an de ser más gruessas que las de fuera, en las puntas destas se hará su agujero como el de las agujas de coser, sea redondo y bien limado, que pueda correr por él un hilo de bramante, qu’estas vergas metidas en la asta son las que an de servir en el canpo de árboles. Hago estas hastas de pieças, porque siendo de un palo solo no se podrán armar las redes, como se verá; agora muestro cómo se á de hazer la red, la qual será de docientas y viente mallas [o puntos] de largo, y en estas se á de començar, [fol. 142v] y el altura sea que quede sirviendo armada a diez y ocho palmos pues que las hastas dixe aver de ser de diez y seis palmos, por lo qual conviene que quede la red sirviendo al altura vastantemente. Las mallas [o puntos] de la red serán como queda dicho en el capítulo passado, y del mismo hilo por lo largo. En los últimos puntos de la red, assí de abajo como de arriba, meterán en cada uno su cordel hecho de tres torçales. El cordel de arriba sea de largor de veinto y cinco varas, el de abajo vasta que sea de treinta y cinco palmos. En los últimos puntos de los lados, que es el altura de las varas, meterán otros dos cordeles, los quales atarán con la última malla de la red con el cordel que dixe á de ser de treinta y cinco palmos y en las puntas que an de servir en lo alto harán dos asillas por las quales meterán los cordeles, del largor que an de servir de lo alto, y en medio de la red, de las ciento y diez mallas, atarán otro cordel de veintycinco palmos, este atarán en el cordel que á de servir en la altura en medio de la red, el qual á de servir de tenerla [fol. 143r] levantada. En la vara que á destar en la mitad en triángulo, metida en el horado que dixe hiciesen en la verga de hierro, se á de meter este cordel, y en derecho dél, de la vanda de abajo, atarán otro de quatro palmos solamente, tanbién a las ciento y diez mallas, el qual á de servir de tener la red quieta al pie de la vara de en medio porque no la levante el viento, o atada en una cerda de caballo que puede estar en lo bajo puesta en la hasta, o un palillo metido a lo largo de la misma vara de en medio. Advierta que la red á de quedar armada de la banda de adentro de las varas, y no de fuera. Para armar la red se buscará tierra limpia de cardos, y de todas aquellas cossas que puedan inpedir en aquellas partes que se sepan que se pueden tomar aves de precio como son halcones neblíes pollos, aquestos están ciertos cairán al búho, y los estará el caçador aguardando con la red bien aparexada, y siendo la parte tal afirmarán las varas de palo en la tierra, distante una de otra diez o doce passos, puestas en triángulo con tal arte que quede el búho viendo su puesto pecho al viento, el qual puesto á de estar junto a la vara [fol. 143v] de en medio cossa de dos passos, y tendrán memoria que tanta distancia o más á de quedar sin red de vara a vara por la qual á de venir el búho a entrar en el puesto, porque quando viene volando a él no dé con las alas en la red. Puestas las varas en faición, tomarán el cordel de veinte y cinco palmos questá atado a las ciento y diez mallas [o puntos], este se entrará por el agujero de hierro y se meterá el hierro en la hasta de en medio, quedando toda la red junto a ella, y se levantará tirando del cordel hasta que esté arriba, y estando en lo alto atará el cordel a la vara del palo, quedando la punta del cordel; de las dos puntas que quedan meterán por el otro agujero de la verga de hierro y lo pondrán en la otra vara tirante, atando la vara de palo, y se correrá la red hasta la vara, la otra punta del cordel que queda se meterá por el agujero de la otra verga, la qual irán a meter por la otra asta y correrán la red atando los cordeles recios en las astas, y si corriere la red toda de vara a vara, y se buelve al medio donde quedó el cordel atado de la parte de abajo que dixe bastava fuesse de quatro palmos, y la atarán en el pie del asta [fol. 144r] de en medio, queda la red levantada y de la manera que á destar armada, que ella ya parece que lo está, mas crasso modo. Hecho esto como queda dicho, harán el puesto dos pasos largos de la vara de en medio dentro del triángulo, y procederá el caçador de la manera que tengo ordenado, viniendo el búho pecho a viento y cuesta abajo. Hecho esto se aligerará la red como digimos en el capítulo passado en la armada de los árboles, desatando los cordeles de las astas y atándolos [o templándolos] con cerdas de caballo o palillos livianamente, de manera que quando viniere el halcón lleve la red encima como queda dicho.
Del armadilla arañol de quatro varas y cómo se haze y arma
Capítulo tercero
Del armadilla arañol de quatro varas, cómo se haze y arma
Esta invención de armadilla hurtaron los honbres a las miserables arañas, viendo cómo las flacas estendían sus redes por los cardos y ramos de los árvoles, para tomar en ellas algunas sabandixas de que se mantubiessen. A su imitación trabajé yo para mostrar esta red que, con las adherencias con que se arma y hace, para escrevirla me cuesta trabajo, para lo qual me son necessarias similitudes. Tomarán quatro varas poco más altas que un honbre con el braço levantado, sea de palo que no se dobliegue, buenas son las de estepas; en los cabos, donde son más gruessas, se harán puntas agudas para hincar en la tierra y en las puntas delgadas se harán unas moscas de la manera que los niños las hacen en las cañas de la cevada verde de que hacen las çamfoñas [sic] con que tañen, y sucediendo que algunas cañas no sufran moscas se las pondrán postiças, y queden de manera que pueda entrar por ellas un cordel torcido de dos torçales. Estas varas sirven de tener la red en pie como una casa sin texado, los quales se han de meter en [fol. 145r] la tierra en quadro, quatro passos una de otra con las moscas adentro, la red será de ciento y cincuenta mallas [o puntos] de largo, de dos varas de alto, el molde de la red será de quatro dedos escasos; después de hecha la red, tomarán un cordel bien hecho de dos torçales y se pondrá en la aguja con que se hace la red, y con un molde, la mitad menos que el de la red, se hará una malla [o punto], assí en la parte que á destar arriba como en la de abajo, que quede albitanada (que quiere decir la malla más pequeña, casi la mitad) y hecha con los mismos ñudos, se atarán las puntas de los cordeles, y juntarán las puntas de las mallas de los cabos, que queden hechas como de la misma red que no se conozcan y así tenemos el arañol hecho.
Para armarlo se pondrá uno de los cordeles que sea de dos torçales, que á de estar por cima, y el que á de quedar abajo será de tres; el de dos torçales se pondrá en la punta de una de las varas de la parte de arriba, con una buelta que no se caiga, y con el mismo cordel correrán todas las varas, metiéndolo en las moscas que dixe corriendo la red de largo [fol. 145v] a largo de las varas que quede como una cassa.
Falta la añagaça, que es la tórtola o paloma que á de estar en medio, a la qual an de acudir los halcones y demás aves de rapiña. La tórtola que á de servir en esta armadilla á de estar ciega del todo, porque si ve no estará queda, que para que se haga bien no se á de bullir, sino quando el caçador quisiere que ella lo haga, por lo qual se sirven della assí ciega, y se hace tomando una pluma de su cola y, con ella metida en el ojo, ande a la redonda, bien tiessa la mano, hasta que salte la niña, y se le haga en anbos ojos, áse de hazer esta buena obra con el cañón de la pluma. Destas tórtolas ciegas tienen siempre media docena, y más los que ussan las armadillas, y es mui buena y tienen dos arañoles, uno de paloma y uno de tórtola, el de la paloma para los halcones y el de la tórtola para las demás aves.
Resta que digamos donde an destar las añagaças puestas para que le acudan las aves, las quales se pondrán en el puesto o mostrador que estará en medio del arañol con un cordel muy largo del que tirará el caçador mostrando el añagaza [fol. 146r] al ave que pretende tomar. Advierto que el arañol se armará en valles, porque en lo alto queda mui visible y lo recelarán, lo que no harán si con la vista se encontrare la tierra, y se pondrá en las moscas sutilmente, que en dando cualquier ave caiga la red, y en tierra limpia de cardos y de la parte de adentro de las varas.
Del arañol de tres varas
Capítulo cuarto
Del arañol de tres varas
Son los honbres de diferentes umores, unos son flemáticos, otros coléricos, como devían ser los que inventaron los arañoles de tres varas, los quales quisieron antes andar buscando las aves que querían tomar, que aguardarlas con el de quatro, con los ojos largos por ver si asomava el esmerejón por el otero y si divisava el halcón metido en las nuves, y las otras aves viniendo por el aire, para que viéndolas les mostrasse su añagaza, lo que el de tres varas no tiene, porque lo trae el caçador consigo. Las varas an de ser tres, y del largo que las de quatro, poco más; la malla del mismo molde de las otras, á de ser el torçal de tres hilos, que no sirve más que para halcones, y començará en ciento y veinte mallas, [o puntos,] que á de ser lo largo, y se acabará en la altura conveniente a las varas. Por las últimas mallas a lo largo, así por abajo como por arriba, se meterán cordeles de seis varas hasta siete de largo, y por las últimas mallas de los lados otros cordeles que serán del largo de las mallas, las quales serán del gruesso de un dedo delgado: los cordeles que digo que an destar [fol. 147r] por cima se atarán en las puntas de las varas con la red y todo, y juntamente, y los de los lados, y en la vara de en medio se atará un cordel de alto abajo metido por las mallas; el cordel de abajo tendrá dos asillas metidas por los cordeles que están atados en las varas de alto abaxo, para que dando el halcón en ellos corra hacia arriba y así está perfetamente acabado.
Este se arma en triángulo, como dixe atrás de la armadilla del búho en campo raso. Viendo el caçador el halcón puesto, lo armará y dentro, en él, como queda dicho del búho, se pone una paloma blanca con toda su vista, atados los pies con piuelas, que se pueda menear, en una estaca; el halcón, viéndola volar, se viene a ella. Las varas an de estar tan poco hincadas en tierra, que en dando el halcón en ellas caigan, y si entrare por la parte qu’está sin red, lo levantará el caçador con arte para que a la salida dé en ella.
Del arañol de dos varas
Capítulo quinto
Del arañol de dos varas
El arañol de dos varas no difiere del de tres más que en la altura y en lo gruesso del torçal, porque á de ser de hilo delgado porque sirve para gavilanes y esmerejones y es de solas dos varillas del grueso [fol. 148r] del dedo pequeño, de tres palmos de alto, y la red más menuda alguna cossa que la del búho y arañol de tres palmos, quedando armada por las mallas que an de servir para arriba, meterán un cordel de dos torçales, como dixe en la red del búho, y por los lados que sirven de alto abaxo otro, los quales se atarán en las puntas de las varas que an de servir arriba, y [las] de los lados estenderán a lo largo de las varas, y los atarán abajo; en las ultimas mallas que an de servir por abaxo, meterán otro cordel del mismo largor que el de arriba, le harán unas asillas que corran por el cordel que está atado a lo largo de las varillas, para que quando el páxaro diere corran ellas hacia arriba, y quede rebuelto. Las varas an de estar casi nada metidas en la tierra para que tanbién caigan quando el pájaro diere en la red. Esta armadilla se arma estando el pájaro sentado, y de la parte contraria se pone un pajarillo vivo, atado con un hilo metido por las narices, en viendo el gavilán o esmerejón se viene a él volando cosido con la tierra y lleva la red a cuestas; con este arañol se toman todas [fol. 148v] las aves de rapiña excepto halcones porque estos no hacen casso sino de aves grandes.
Cómo se haze y arma la red del aire en el árbol y cómo en la dormida con ella se toman halcones
Capítulo sesto
Cómo se hace y arma la red del aire en el árbol y cómo en la dormida con ella se toman halcones
La necesidad, inventora y maestra de todas las cosas, no tan solamente muestra a los honbres y los enseña lo que deven hazer para ampararse de injurias del tiempo, mas aun a las aves por instinto natural muestra cómo se an de aver con sus hijos. Los halcones neblíes y baharíes, como diximos, crían de verano en las partes del norte, en la alta Alemania, y en otras partes frías, teniendo allá en el tiempo caliente sus hijos criados, los traen a estas nuestras tierras de España y Francia y Italia a tener el invierno, y le muestran dónde se pueden mantener, y que aya aves de que ellas puedan caçar para sustentarse; así como en el campo de Santarén en Portugal, en el de Coimbra, en el de Évora ciudad y en el de Bexa, y en las marismas de Sevilla, finalmente por todas las tierras, campiñas y partes donde ellas puedan hallar aves de que se ceven, que no faltan de invierno por el mucho número así de ánades como garças, reatines, verderoles y garçotas, y infinidad de acachaderas y sisones y charlas, en cuya compañía ellas passan a estas nuestras comarcas, de día buscan dónde y de qué se sus[fol. 149v]tenten, porque se ceban dos veces al día, algunos tomando ánades, otros caçando sisones, otros acachaderas, y muchos zorzales y palomas de que ay de grande número en nuestra España en el invierno. De noche tienen sus árboles donde duermen, a los quales los rederos llaman dormidas, estas buscan los halcones a su modo, por la mayor parte son casi secos y de pocas hojas, apartados de los otros, lo qual hacen por ver de noche de lejos quién se llega su morada, y tener lugar de salirsse porque no los prendan, que como ellos viven de rapiña, temen que tanbién abrá quien haga lo mismo con ellos. Conocerásse el árbol donde el halcón duerme facilíssimamente, que luego al pie dél se ve la plumada, que es un vulto pequeño del tamaño de la cabeza del dedo pulgar, hecho de plumas, las quales ellos tragan y comen juntamente con la carne, y mezclados con las plumas acontece aver algunos goseçuelos porque demás de comer ellos la carne monda, comen y engullen aquellas plumas para en las noches del invierno (que son grandes y frías) tener su buche a[fol. 150r]compañado, porque no se les resfríe con la nieve y frío de la noche, que tal es la naturaleça, y tan grande maestra, que hasta desto avisa a las aves, y en ello fácilmente es conocido el árbol en que duerme, y en la tollidura, que es blanca y gruessa, lo que no es en las otras aves, porque las otras aunque coman carne, como hacen los milanos, buharros y cuerbos, no es siempre, ni de aves, y sus plumadas son de cabellos con palillos mezclados, y, sucediendo que se ocupe, el caçador aguarde a la noche, y verá que viene el halcón entre hosco y fosco como allá dicen. No sufren los halcones que ninguna otra ave se agasaxe en su árbol, el qual tienen para su morada y reposso, y tanta es la querencia y afición que toman al árbol donde una bez se agasajan, que en aquel en que un año hizieron su morada y dormida el año siguiente buelven a el mismo. Mi padre tomó un halcón torçuelo de una muda con la red del aire, y lo dio a don Pedro de Silva, tío del conde de Vidigueira, virrey que fue en La India, y salió excelente altanero, y se fue a su tierra, y venido otro invierno se tornó [fol. 150v] a tomar en el propio árbol, con la misma red de aire, y traía aún todavía una piuela en el pie. Agora hará la red del aire al contrario de la del búho, que dixe aver de ser más larga que alta, por averse ussar della debajo de los árboles: esta nuestra del aire que se á de armar y poner desde lo alto del árbol hazia abajo, basta que sea lo que queda encima de vara y media de ancho, y tenga de altura tres varas; començarse á en treinta mallas[, o puntos,] y acabarse á en ciento, que quede del anchura de tres varas, el torçal sea de tres hilos delgados bien torcidos y recios, la malla puede ser alguna cossa mayor, que el halcón es ave grande; por las mallas de los lados se meterán dos cordeles de quatro torçales bien hechos y torcidos, cada uno destos cordeles sea de veinte varas y más, porque se an de atar en lo alto del árbol donde duerme el halcón, y llegarán a tierra, y se an de meter por las últimas mallas de los lados, y por la parte de arriba de la red de las últimas mallas, y por la de abajo se pondrán otros cordeles de vara y media cada uno sola[fol 151r]mente, y en las puntas su asilla en cada una, por las quales asillas entrarán las puntas de los cordeles largos; en uno destos cordeles se atará un ganchuelo, y al pie del gancho unas pocas de cerdas de caballo. Hallado el árbol, verá el caçador quál es la alcándara y puesto del halcón, que se conoce por estar lissa de la continuación de asistir él en aquella parte, y muchas veces llena de varro, porque los halcones acostunbran comer las presas que toman en la tierra y traen las manos enlodadas para que despacio las puedan limpiar en su casa y assí se conoce el puesto que él tiene en el árbol.
Conocida la alcándara por el caçador, con una caña que llevara en la mano, asirá el gancho que dixe llevasse en el cordel largo con las cerdas, con las quales atará la asilla del cordel de arriba y la otra punta del cordel largo atará en la punta de la caña, atando la asilla con cerdas al cordel junto a la caña; esta caña que sea larga para poner dentro del árbol, correspondiendo al altura y parte donde pusso el gancho, y los cordeles de la parte de abajo de la largura de la red, también [fol 151v] se an de atar con cerdas las asillas y los cordeles largos de los lados, se afirmarán en tierra como la del búho, y queda esta red armada de hechura de un portal de anchura de vara y media y de altura de tres; advierto que quando esta red se armare sea a la salida, porque los halcones van siempre pecho al viento, y es mejor armarse a la salida de manera que no llegue la red en rama alguna, y después de estar él en su puesto, va el caçador y lo levanta, y quando sale lleva la red a cuestas, y quiébranse las cerdas de la parte de arriba, así las que están atadas junto al gancho como las de la caña, y la lleva a cuestas. Conviene tener elección, que quando el halcón saliere dé en medio de la red, y porque los árboles son diferentes, no podré mostrar claro cómo se á de aver el armador, lo demás quede a la elección de su ingenio, acordándose que la red se arme antes que se acabe el día y puédese atar con cerdas dobladas que no se desarme, y los cordeles en la tierra bien firmes, que no los arranque el viento, que el halcón es ave grande y pessada y todo lleva. [fol. 152r]
De la costilla, cómo se haze y arma para tomar halcones
Capítulo sétimo
De la costilla, cómo se hace y arma para tomar halcones
Tanbién los honbres del campo usan de sus armadillas tomando paxarillos, ora con oncigeras ora con costillas, ora con vara de alçapié, y porque destas armadillas que ellos así saven y acostunbran se inventó la costilla para tomar los halcones de dormida, me parece tengo obligación de decir tanbién de las suyas. Los sisones son del tamaño de un ánade henbra, cubiertos de plumas blancas y pardas, acollarados por los pescueços, los machos teniendo su henbra en el nido sobre los güebos de que á de tener hijos, el nido escondido entre las iervas o trigos porque no lo hallen los honbres; como la henbra está clueca sobre los güebos, él, por mostrarse amigo y que no la desampara, apartado del nido cossa de treinta passos, se pasea en un lugar conocido sonando con la boca y pico, que se oye bien lejos, para que la henbra, oyéndolo, sepa que lo tiene allí cerca. El honbre del campo, por los estallidos que el sisón da, fácilmente halla el lugar donde está, el qual él tiene mui limpio por la continuación de andar siempre por él y le arma con la armadilla de alçapié, y destas que toman las aves por los pies; tomarán los ingeniosos della, y de las costillas la costilla de [fol 153r] que es este capítulo, y se hace assí: tomarán un arco de palo de la hechura de la de la costilla del gruesso de dos dedos, en las puntas harán dos moscas y le pondrán un sedal delgado y bien torcido, como se pone en las costillas, y en el lugar de tabla se pondrá una vara de menbrillo lisa, sin ningún ñudo, y limpia de cáscara, de dos palmos y medio de largo, y del gruesso del dedo pequeño, y si fuere posible en el cabo más gruesso algún ñudo. Esta vara se pondrá en mitad como digo, y se irá torciendo con ella como con la tabla de las costillas hasta que quede bien torcida, que tirando de la punta de la vara torne a su lugar con fuerça; en la punta de la vara de menbrillo se hará una mosca de manera que no escurra el cordel que en ella se á de atar y servir de laço, el qual cordel á de ser de seis torçales finos y recios y torcido de tal manera que no se aparten los unos de los otros, sin ñudo en lo largo que será de quatro palmos largos, y en la punta del cordel, se hará una asilla pequeña bastante para que por ella pueda correr el cordel, y se atará dos dedos de la punta de la vara un [fol 153v] palillo a que llaman pingallete, del tamaño y largor de una pulgada y delgado como un cañón de una pluma de una paloma, que quede semejante al de las oncigeras y varas de alçapié, tienen sus varas con las puntas metidas en la tierra, a que llaman verdicelas, para armar en ellas el laço, de la misma manera conbiene las aya en nuestra costilla, las quales serán de hierro o acero con las puntas mui agudas, que se an de meter en la alcándara, porque sin ella no se puede armar la costilla y se hará como caraboço del tamaño que, hincada en el palo, quede lo güeco della quanto quepa una pequeña nuez de comer. Tendrá el caçador destas verdicelas de hierro dos pares, poco maiores unas que otras, y un cañuto de caña bien gruesso lleno de puntas de peruétanos. Son los peruétanos unas puntas que nacen en unos árboles pequeños que no dan fruto y la hoja es semejante a la del pero, cubiertas las ramas de puntas agudas y del largor del medio dedo índex; anse de coger verdes y hender por mitad como se le haze [fol. 154r] al taxo de la pluma, quedando la punta sana, destos trairá el caçador muchos metidos en cañutos porque sirven en la alcándara de tener el laço seguro, que no lo mueba el viento del lugar donde se dexare, metiendo el cordel en las cisuras.
En el capítulo passado dixe cómo se conoce la alcándara en la dormida y porque puede estar en parte donde no se pueda ussar de la red del aire que queda atrás, se armará la costilla, considerando primero el lugar que tiene el halcón más seguido de la continuación de ponerse en él y allí meterá una de las verdicelas, y el arco de la costilla se atará en algún ramo con el sedal en lo alto para que quede distancia vastantíssima a escurrirse el laço del todo y doblará el caçador la vara que llegue a la punta y cuélguelo a la verdicela de hierro, en la qual atravesará un palillo del gordor del dedo pequeño, poniendo el palillo y laço por cima de la verdicela, y por detrás se atravesará un cardillo del gordor del pingallete, el qual pondrán de manera que tenga una punta en medio de lo alto de la verdicela, y la otra en el palillo que [fol 154v] dixe se pusiesse atravesado en ella, y así está casi armada.
Para armarse de todo es necesario tener dos palillos largos quanto sea el puesto del halcón, los palillos que an de estar serán del gruesso del cañón de una pluma de paloma, estos se atarán por las puntas con un torçal, distante uno de otro del grueso del dedo pequeño, y las puntas sueltas pondrán y meterán por devajo de la verdicela por cima del palillo en que está afirmado el pingallete, y las puntas atadas con el torçal atarán en la alcándara, de suerte que quede en ellas de manera que en viniendo el halcón se ponga encima de ellas, las quales, con el pesso del halcón, derriban el palillo questá atravesado en que se sustenta el pingallete, y la vara de la costilla desarma con furia que hace correr el largor del laço por grande que sea. El laço se pondrá cercando la alcándara y puesto del halcón del todo, y para sustentarlo, que no lo derribe el viento, tomarán las puias de peruétano que dixe, y meterán las puntas en la cáscara del árbol lo [fol. 155r] más que pudieren y en las cisuras se meta el laço, destas puyas de peruétano se pondrán dos, una de la una parte de la alcándara, y otra de otra, bien al fin del puesto del halcón, otras dos de la misma suerte, junto a la verdicela, las que se pusieren pecho a viento por donde él á de entrar se pondrán de forma que quando el halcón estubiere en el puesto no las tenga debajo de las manos y con esto queda la costilla hecha y armada, y la vista del árbol y lugar enseñará lo que se á de hacer que por escrito no se puede todo explicar, principalmente esta. Es excelente armadilla para halcones con el búho, porque muchas veces rompen las redes algunos dellos, y las doblan, y se toman con la costilla desta manera, armándola en el tronco o ramo de algún árbol, echando el búho de la mano, el halcón, cansado de maltratarlo y caer a él, va a posarse en el palo que lo está convidando para su descanso y halla quien lo lleva por los pies, armando la costilla como queda dicho, porque todas estas armadillas quieren mucho ingenio y esta es mui excelente y ingeniosa. [fol. 155v]
Capítulo octavo
Cómo se toman halcones en Persia
Tomaron tan a su cuenta los emperadores, reyes y príncipes del mundo este passatiempo de caçar con unas aves otras, que en todas las partes se ussa y acostumbra, tanto que en la Persia hasta los oficiales mecánicos tienen halcones, y tienen por mexores de todos a los tagarotes; de los unos y otros tenemos, y con todos caçamos con mejor arte, y porque ellos no saben qué sea nuestra altanería, que los neblíes solos son señores de ella. Ay tantos halcones entre los persas que dan un garcero por diez escudos, y se hallan a tanta cantidad en aquellas partes que, quando viene el tiempo de la muda, los largan y toman otros de nuevo, y para tomarlos tienen sus armadillas. Toman dos varas de menbrillo, cada una de dos palmos y medio, livianas, lisas, sin ñudos [y] que no se quiebren, estas aten por las puntas más gruessas enxeridas, que queden bien a nivel, a lo menos quanto fuere posible, y atadas las enlidiarán en las puntas casi un [fol. 156r] palmo, y en mitad de la vara atarán una paloma blanca, dexándole piuelas del largor de las del gavilán, que pueda ella volar sin dar ella en la lidia de las varas enlidiadas, la qual paloma estará ciega y, así atada, en viendo el halcón, echaránla a bolar, quando vieren al halcón sentado o volando, que la paloma como es ciega, y con el pesso de las varas va rabiviento, y es cierto que, en viéndola el halcón, sale a ella, y como tiene las alas más largas y anchas, llega a las varas enlidiadas y se enbaraça, y quanto más trabaxa por librarse dellas más se enlidia, y viéndolo caído no asga el caçador de las varas, que se le irá al halcón volando mal, sino dél. También se toman todas las aves menores con lidia, poniendo un pájaro vivo entre tres o quatro varas enlidiadas viéndolas estar paradas; la lidia se despega de las plumas con aceite.
Capítulo noveno
Cómo se toman las garzas reales y zambrallos, dorales, martinetes y garzotas
Para las garças tomarán dos varas de men[fol. 156v]brillo delgadas sin ñudos, y atarlas an anbas a modo de aspa, y las enlidiarán mui bien, y en la cruz le atarán un pez pequeño del tamaño de un dedo, después que estén las puntas de las varas metidas en tierra, y luego atarán otro pez en un torçal más largo que llegue a tierra, las quales varas llenas de lidia pondrán en las lagunas y charcos de agua donde las garças acostunbran pescar lo que an de comer por las orillas, y note el caçador que ponga tantas destas armadillas que se encuentren con ellas las garças, que fácil cosa será viendo ellas los peces apegar dellos, y llegando cairán las varas sobrellas y se enlidiarán; las varas sean del largor de dos palmos y medio.
Con la misma armadilla se toman dorales y garçotas y zanbrallos y martinetes; en la cruz destas varas se atarán en un torçal langostas, lonbrices, o cigarros y cigarras, y pececillos o cervatas, o qualquier otro sustento que pareciere que puede comer el ave que quisieren tomar. Las puntas gruessas de las varas me[fol. 157r]terán en la tierra de manera que, quando el pájaro llegare a la comida, caigan las varas sobre él, y así se toman en la Persia y en la India y pondránse tantas varas que se encuentren las aves con ellas.
Capítulo décimo
Cómo se toman las urracas y grajas en la Persia
Atan los persianos una poquita de carne o lonbrices o gusanos o cosas que ellos acostunbran a comer (tripas de gallina son excelentes para esto) en un cordel delgado, y lo estienden en aquellas partes donde ellos acostunbran a andar. El cordel será de un palmo de largo, y lo enlidian dexando como tres dedos por enlidiar y en la punta enlidiada atan una pedrezuela del tamaño de una abellana, y como ellas comen el sustento muébese la cuerda enlidiada, y pégasse en las plumas, y así las toman. Nosotros las tomamos para treinar los gavilanes con la red de voleo atando un gato dentro; donde las ay, ellas bienen a repelar el gato y se juntan, y así con la red las to[fol. 157v]man, y con el búho y sus armadillas.
Capítulo onze
Y regla cómo los rederos conocerán los halcones y gavilanes y esmerejones volando en el aire y el modo que tienen en buscar las abes de que se an de mantener, así ellos como las demás aves de rapiña
Paréceme que veo, assí los que siguen la corte como los que avitan las villas y lugares y los campos, decir que ya saven hacer las redes y armar las armadillas, mas que le falta el conocimiento de los halcones, gavilanes y esmerejones, porque aunque digo que son siete los géneros de los halcones, que los muestre y dé noticia para que los conozcan volando, por lo qual me es forçosso con alguna similitud dar a conocer los halcones neblíes y baharíes que sólo ellos pasan a invernar a nuestra España, y los esmerejones, que los gavilanes son moradores y naturales acá y de verano crían en los bosques, y de invierno se bienen a los campos, y son bien conocidos. [fol. 158r]
El halcón neblí y baharí en la grandeça del cuerpo y talle son como una ánade henbra, mas tiene las alas y cola más largas, cabeça, picos y pies semejantes a los cernícalos, mas todo conforme al cuerpo, que el halcón es pájaro mui bien hecho y proporcionado, y por no hallar su semejante lo compuse a partes como pude; el volar tiene redondo a lo largo de la tierra, vuela muy apriesa, poniéndose en el aire de rodeo hace las bueltas con gracia, los mudados son de color cenicienta, los pollos son pardos, y para saver qué mudas tienen: los de una muda siempre tienen algunas plumas pollas, por mejor mudado que esté, y aun a las dos acontece tener algunas del primero año, mas gastadas con los inviernos, después de las dos mal se conocen de qué año sean; los biejos tienen la aspereça de las manos gastada, y los ojos encendidos, y las mismas señales de hedad tienen los gavilanes y esmerejones. Los gavilanes son como cernícalos, algo maiores. Los esmerejones son más pequeños de todas las aves de rapiña, ellos y los halcones son semejantes en el volar a las palomas. [fol. 158v]
Resta agora mostrar cómo cada uno destos procura buscar el ave de que se á de mantener, para que, savido su modo y conocida el arte que la naturaleça les dio, el caçador los conozca y sepa prender y tomar con las armadillas.
Nota. El halcón, por la mañana, en saliendo de la dormida, va a aquella parte donde save que puede hallar las aves de que se á de cevar: son muy aficionados a palomas, qu’estas salen a comer a los campos, y ellos las bienen a buscar a él, y las siguen con tanto ímpetu y furia que las cuitadas de las palomas perseguidas dellos muchas veces se acogen a los labradores en los arados, y antes se dexan tomar de los honbres que quedar atravesados de las uñas de los halcones, y quando así los vieren fácil es conocellos. El gavilán por la mañana busca qué comer volando abaxo a lo largo de la tierra, sentándose a menudo, y si andando así de puesto en puesto se levanta la perdiz o ortega o ganga o paloma la lleba en las manos, o a otro qualquier pájaro que sea, que el gavilán aquella primera a[fol.159r]rremetida y buelo, del largor de un tiro de piedra, es velocíssimo y más ligero que todas las aves: el esmerejón vusca de comer volando baxo, persigue mucho a el páxaro a que pone el rostro, pocos se le escapan por la punta del ala, es tan porfiado en el seguir los pájaros que pretende tomar, que muchas veces el miserable pájaro se entra por las cassas y en los poços de los campos: ya sucedió a algunas cobuxadas entrarse en los hornos ardiendo. El esmerejón quando se á cevado repossa y no sse entra en las nuves rodeando con las otras aves. El buharro tanbién busca su almuerço, mas por diferente modo, poniéndose en lo mas alto de los árboles, mirando hacia tierra viendo si descubre alguna cossa viva, como ratón o topo. Las tartarañas, cavis alvas y altaformas buscan de comer volando a lo largo de la tierra muy apriessa, acontece levantarsse algún paxarillo, y ellas lo llevan en las manos con mucha facilidad. Estas son aves grandes en las alas, y delgadas de pecho, no son de estima entre los caçadores, aunque caçan aves vivas, lo qual hazen pocas [fol.159v] veces, que lo más que caçan son ratones y gusanos de la tierra. Todas en general se llaman tartarañas, mas debaxo deste nonbre ay quatro especies bien diferentes: las altaformas son de color açul claro; las asoreñas, pardas; las ravalbas lo mismo, salvo en las espaldas junto a la cola tiene una grande cantidad de plumas blancas, y las cabis alvas tienen la cabeça blanca, son casi de un tamaño. Los buharros son grandes y pardos, tienen los çancos cortos; todas estas aves acuden al búho estrañamente, y a la tórtola; de los cernícalos ay dos géneros, unos crían en torres, otros en árboles, los de las torres no acuden a la tórtola, los de los árboles vienen a ella con mucho ánimo.
Ya é dicho cómo las aves de rapiña de nuestra España buscan su almuerço por la mañana, para que con los arañoles armados los sepan buscar los caçadores con la vista. A medio día, los gavilanes y buharros y halcones, hasta la una ora, se ponen de rodeo vien altos en las [fol.160r] nubes, para divisar las aves a que an de caer; los gavilanes y los buharros andando de rodeo son muy ciertos en caer a la tórtola con las alas cerradas, a catar de una ora o dos antes de ponerse el sol, y hasta la noche vuscan todas las aves de comer a lo largo de la tierra, por lo qual aconsejo al caçador tenga dos arañoles, uno de paloma para halcón, el qual desprecia a la tórtola por ser pequeña, y el de la tórtola para las demás aves. Todas las de rapiña caen a el búho en qualquier tiempo, y al mismo en que lo ven, y quien lo tubiere puede escusar el arañol de quatro baras, y sucediendo que con una armadilla se ierre el halcón, puédese usar de otra. No traté más que de mostrar el neblí y baharí porque estos passan a estas partes solamente y todos tienen un talle, y se diferencian en la grandeça. Son tan nobles los halcones neblíes que volando el infante don Luis una garça remontada en las lagunas de Beja ciudad, estando ella en mucha altura, trabaxando el halcón neblí con ella cayendo algunas veces a darle golpes, fue ayudado de otro halcón neblí brabo, el [fol.160v] qual a vista del príncipe caía a la garça tan denodadamente como lo hacía el manso halcón, túbolo el infante en mucha estima, lo qual fue muy notado de todos los caçadores de aquel señor. En la misma laguna, volando este príncipe otra garça con un gerifalte muy excelente garcero, decendió de alto a ella, la cuatelosa garça lo aguardó con el pico, y quedó el halcón atravesado en él, y así se hizo la altanería, mas a disgusto.
De lo que queda dicho pueden los armadores y todos tener conocimiento de las aves de rapiña, para tomarlas con nuestras armadillas, y si usé desta invención fue por estar la noticia y conocimiento de estas aves tan olvidado que me fue forçoso buscar este medio, habiendo antiguamente en este reyno muchos príncipes y señores que tenían halcones fuera de los reyes y los príncipes sus hijos. Tenían caça real el rey don Manuel y el infante don Luis, su hijo, y el infante don Duarte, el duque de Bergança y el de Aveiro, y todos los de la cassa de [fol.161r] Tentúgal y de la Vidigueira y duró, como ya dixe, este excelente pasatiempo de los príncipes hasta la jornada de África y aún agora se usa por toda nuestra España y vale un neblí tomado brabo oy más de lo que nunca valió, por el deseo que tienen los nobles de tornar a este juego.
Capítulo doze
De cómo se cosen los ojos a los halcones y a las abes brabas que se cazan y toman en las armadillas
Lo mejor que pude é mostrado cómo se conocerán volando los halcones, gavilanes y esmerejones, que los tres géneros de aves son las que vienen a invernar a estas partes, que los açores raramente se an visto por acá zahareños. Resta agora decir cómo se an de aver los que estos tomaron con sus armadillas. Primeramente, en aviendo tomado qualquiera destas aves nobles, la meterán en su camissa, para que después que esté cubierta della se le cossan los ojos (que en la mayoría no hay por qué tenerlos vivos). La camisa que á de tener el caçador para vestir [fol. 161v] en ella al halcón sea de lienço nuevo, porque los halcones son aves de fuerça, y con los encuentros la pueden romper siendo el lienço biejo, y se hará del tamaño de un quarto de papel, en lo hondo del talego o saco (que así queda después de cosida la camisa), se le hará un horado por donde pueda entrar bien la cabeça del halcón y, en la boca ancha por donde á de entrar, estarán atadas unas trenças de hilo para atarse después de vestido, notando que el agujero por donde se á de meter la cabeça del halcón se haga bien en la mitad del fondo del talego y, estando dentro el cuerpo del halcón, lo atarán con arte que le queden las manos y las puntas de las alas fuera del talego, porque no se á de atar por el cuerpo, sino por el bacío de las piernas, cola y alas, y este encamisar se haçe a los brabos solamente, que se toman con las armadillas, y así vienen hasta cassa, todavía con arte que no se maltraten.
Otro modo de camissa se haçe en el qual solamente meten los encuentros de las alas, [fol. 162r] quedándole la espalda cubierta y el pecho sin nada, y se armará en las puntas, teniendo en ellas unas pocas de hebras cosidas para atarsse, quedando con la cola y alas y çancos fuera; el tamaño desta camissa sea como la que dixe arriba; a los gavilanes y esmerejones vasta qualquier lienço, que no son aves de tanto precio, que los halcones están oy puestos en tanta carestía que yo vi prometer por uno tomado de diez días veinte mill moravedíes y le costó uno a don Juan Luis de Meneses doce, y otro este año de seiscientos y quince diez y seis mill y quinientos moravedíes. Ya dexo al halcón encamissado, necesario es agora saverle coser los ojos (que los á de tener cosidos algunos días), lo qual se haçe para amansarlo, poniéndole el capirote y corriéndole el rostro con una pluma y con la mano, para que después lo sufran, lo qual no se puede haçer sin que se asombre y escandalice, porque no estando así cosidos dará mucho en qué entender al caçador, así en lo amansar como en quitarle el miedo y asombramiento que tomó de las cossas desacostum[fol. 162v]bradas a su vista. El saver coser los ojos a estas aves es fácil cosa haçer: tomarán una aguja bien delgada, de las que las mugeres tienen para coser cosas finas, enhilada con un hilo; teniendo a el halcón encamissado, le tomarán la cabeça con la mano izquierda, y con la aguja que tendrán en la mano derecha atravesará el caçador el párpado del ojo del halcón de la parte de abajo. Esto se hará de manera que quede el ojo libre, y que no le toque en la niñeta, y no harán el horado tan a la punta y vorde del párpado que con el hilo se rompa y rasgue, ni tan en medio que le dé pesadumbre al halcón; quando la estendieren hazia arriba, dexarán de fuera una punta del hilo largo por cima de la cabeça, y advierta que se á de meter el aguja por la parte de dentro del ojo y la punta del aguja á de salir afuera, porque estando el aguja fuera y metiéndola hazia dentro se arriesga el ojo y puede ser quebrárselo, y hecho como queda dicho no ay peligro, y luego irán al otro ojo, y harán lo mismo que se hiço al primero, y advierto que quando vinieren a hazer la obra [fol. 163r] en el otro ojo que á de ser con la mano y hilo por cima de la cabeça del ave a donde se hallara el otro cabo del hilo que dixe que dexasse por cima de la cabeça, y anbas estas puntas se tomarán cada una en su mano, levantando con ellas los párpados de anbos ojos ygualmente, hasta que ellos cubran las niñetas de anbos ojos y atarán los hilos en lo alto de la cabeça del ave a quien se cosieren los ojos, dándole dos ñudos ciegos que no se desaten, y se cortarán las puntas. Acuerdo que quando se fuere al párpado del ojo, que sea bien en medio dél, que no aya mayor distancia del un canto adonde el horado se diere que a el otro, porque con más facilidad quedan los ojos cubiertos y menos lo sienten las aves y vasta a los que tienen ingenio qualquier demostración para saber hacer las cossas.
Llegando a cassa con el halcón encamissado y con los ojos cosidos como ya dixe, conbiene que primero que se le descossan, se busque capirote que le pongan, el qual le pondrán después de tercero día, porque aunque sin él [fol. 163v] esté, no le haçe daño porque se le á de correr la cabeça y el rostro con una pluma, y con la mano algunas veces, para que se le quiten las cosquillas antes que se le ponga, aunque esto conbiene haga el caçador, mas el redero que sabe proceder de este modo no pierde, ni el ave que tubiere los ojos cosidos algunos días recibe riesgo, que quando se le descossen los ojos con la boca y lengua, le componen los párpados en su lugar, y queriendo proceder con él hasta que esté manso, y enseñallo del todo, lo harán como digo en el capítulo de las advertencias y precetos y regla de los neblíes, adonde verá el caçador cómo se á de aver con él, leyéndolo todo desde el principio y tendrá el fin deseado que es tener el halcón manso y garcero.
Del armadilla del brete y de la suerte de pájaros que se toman con ella
Capítulo treze
Del armadilla del brete y de la suerte de pájaros que se toman con ella
Esta es muy apacible y quieta, la qual se hace diferente de las que hasta aquí tratamos. Con ella se [fol. 164v] toman papahigos, mirlas, picanços negrales y alvares y rabivermejos, reatines y ruiseñores, trallones, cascos y todo género de páxaros silvestres, los quales vienen a criar todos los años por el verano a España y porque con redes no se pueden tomar por no andar juntos nunca y buscar cada uno por sí el gusanillo de que se mantienen, apartado de los otros, inventaron los honbres una invención de engaño para caçarlos, los quales pensaban que por estar entre espesuras, apartados de las gentes, no serían jamás hallados ni engañados, del recelo que tienen y miedo se les ordenó la muerte, los quales, con ser de diferentes especies, acuden todos a una boz que ellos tienen entre sí quando se quexan o espantan, lo qual hacen en viendo alguna cossa de que se recelan, a la qual acuden todos en cuyo oído suena este grito y voz que es fácil de fingir, y se contrahaçe con mucha facilidad tomando un cuchillo en la mano derecha, teniendo anbos los labios de la boca juntos y cerrados, puesto el filo del cuchillo en medio dellos y de la nariz y el cabo en la mano derecha [fol. 165r] sobre la barba y teniendo el filo como digo, soplará con los beços juntos con fuerça, y el viento que por la boca sale se divide con el cuchillo y haze esto un sonido semejante a el de los cohetes, pero más blando y delgado, y iendo al medio espíritu del aire, que no siempre se sopla de un modo, an de hazer con los lavios y aire que por la boca sale como los que tienblan con frío de ciciones y les vaten los dientes, y con esta voz an de proseguir no cesando. A ella acuden como nosotros [quando oymos] "¡aquí del rey!". Y para caçarlos busca el caçador bosques de silbas, montes, arboledas y frutales donde save que andan ellos, y junto a estos lugares, apartado un poco de los bosques, en algún rasso hará una choça en que se esconda, un tiro de barra de la mata, y no dexará palillo enhiesto donde se puedan poner los paxarillos que acuden a la boz, y junto a la misma choça se pone el mochuelo encima de una rodaxa de corcho, del tamaño de la palma de la mano, la qual esté metida en una bara de largor de una de medir, y en la mano izquierda tendrá el brete sacado fuera de la [fol. 165v] choça, conbidando a los pájaros a que se sienten en él, porque para esto no á de aver ninguna mata ni palo en que se puedan poner, sino el brete en el qual ellos se ponen sin miedo, que más se espantan de la boz que oyen y del mochuelo que tienen presente que de todo, y así se toman muchos destos páxaros encerrados en sus bosques; tanbién en lugar de brete se ponen baretas de lidia.
El brete se haçe de dos palos delgados y derechos del largor de un codo; en uno destos palos se á de hacer un güeco a modo de media caña hendida; en este güeco se á de meter otro palillo rolliço, anbos an de ser derechos y ajustar el macho y la henbra de modo que no quepa un cabello, y juntos en uno no serán más gruessos que quanto baste sentarse en él un paxarillo, que anbos an de servir de tomarlos por los dedos; basta que anbos juntos sean tan gruessos como un dedo, y para esto se hará un agujero bien a la punta del palillo que tiene el güeco como media caña en la espalda del redondo dél, bien en medio, y para no errar [fol. 166r] tendrán anbos palos juntos, macho y henbra, bien atados trabajando quanto fuere posible que el agujero que se començó bien en la punta benga a salir al güeco de la media caña, y pase el palo redondo juntamente de la otra parte de anbos los palos ajustado quanto fuere posible, y noten que mandé dar el horado en la punta del palo de media caña, y holgaré que salga en el otro redondo abajo de su punta del grueso de un dedo perfecto y así harán otro en mitad de los dos palos, començando por el palo redondo saliendo por la mitad del güeco de la media caña, la espalda dél ajustado como el de arriba, por los quales agujeros á de servir un cordelillo de dos o tres hilos; estos dos agujeros se darán en mitad de lo largo; abaxo, otra tanta distancia como de la punta al medio, se harán otros dos de la misma manera, tanbién ajustados; y así quedan los palos que an de servir de tomar los paxarillos perfetos; acuerdo que dixe arriba, que bien en las puntas se haría el horado, los quales an de servir de fuera, las puntas de abaxo tres dedos quedarán sin agujeros, las quales se meterán en un palo de [fol. 166v] higuera grueso, que á de servir de tenerlo el caçador en la mano, y por la parte por donde anbos cierran, bien en la punta, cortarán alguna cosilla dellos que los haga apartar, que no los abarque el pájaro anbos con la mano.
El cordelillo que dixe de dos o tres hilos que á de tener sea de largor de dos codos, que á de servir de juntarlos quando se sentare el páxaro, hecho de tal forma, que el paxarillo que parare no se cuele, y queden tan unidos, que ni aun cabello se pueda salir dellos, y desta armadilla nació el refrán, que dice "él me cairá en el brete".
Capítulo catorce
De cómo se toman con armadillas perdices y codornices
Contra las perdices y codornices se arman los honbres de manera que unos los caçan con açores y halcones volando por el aire, otros con perros de muestra, otros acossándolas con caballos y perros, y los avitadores del campo, con armadillas que inventaron del modo que ellos tienen en su vida; estas andan juntas, si acasso [fol. 167r] las levantan y se esparcen y llaman a recoger como soldados, y a la noche para juntarse, porque alguna se aparta algún poco de las otras, para estar de noche recogidas, llaman a juntarse. Deste su llamamiento inventaron la caça del perdigón, con que se toman muchas, y en laços y con oncigeras de invierno en los pies de las torvisqueras, con espigas de trigo y con centeno, porque como ellas a las noches se juntan, los hombres del campo las espían, por ver dónde quedan, y teniéndolas recogidas, van con lanterna y con una red tendida en dos varas, [y] las toman porque ellas se agasajan unidas. Aconteció a un labrador, avisado de un pastor suyo que avía visto pasar una vanda dellas, irlas a tomar con lanterna y una sávana a falta de red. Estas y las codornices tienen muy grande semejança en el modo de criar sus hijos y en el savor y gusto que dan comiéndolas, porque cada una especie destos páxaros crían diez, quince y veinte hijos de una nidada, y las perdices a las veces treinta, porque estas muchas veces ponen dos en un nido, lo qual se [fol. 167v] save porque muchas veces hallan los honbres del campo los nidos dellos començando a poner, y tornando a ellos ven los güebos doblados a dos cada día, y así llegan a poner treinta güebos; no tienen trabajo en buscarles de comer a los hijos ellas ni las codornices, porque los unos polluelos y los otros, con la cáscara del güebo pegada así, se salen a buscar de comer, andando en compañía de las madres: luego nacen con plumas, buelan siendo muy pequeños, y las codornices hazen lo mismo, las quales se toman con armadillas, y para tomarlos fingieron los honbres la boz de la henbra con un reclamo, que hecho con arte contrahaze la boz a la qual acuden los machos en el tiempo que andan en celo, y en aquel en que las henbras están cluecas.
En las biñas adonde ellas suenan llamando a la henbra, se toman con un atarraya de altura de un palmo, levantada con unas berguillas, porque ellos, oyendo la boz del reclamo, horadando las yervas y horadando por el atarraya qu’está ajustada, se enredan. Tanbién se toman con una red tendida sobre las sementeras, [fol. 168r] viniendo ellas andando por entrellas hasta estar en medio de la red, las levanta el caçador y quedan enredadas. Son tan ciegas estas que en el tiempo del celo vienen al reclamo hasta los pies de el caçador.
Tanbién se toman las perdices con una armadilla a que llaman buey, que devió de ser inventada por ver que las perdices andan entre los bueyes no espantándose dellos, de donde vinieron los honbres a fingir un buey fantástico que se haçe de paño teñido de color de los mismos bueyes, que dexo porque merece desterralla del mundo, y los reyes deste reyno castigan con pena a los que usan della.
Capítulo quince
Del alvardilla, cómo se haze y arma para tomar halcones
Muchas armadillas dexo de significar en esta quinta parte por ser muy ordinarias, y no de tanto efeto como de las que tengo tratado, aunque el albardilla, aunque sea ordinaria entre los caçadores, así para tomarse halcones bravos como para cobrar los mal recogidos, me pareció muy necesaria [fol. 168v] [para] que todos la supiessen, la qual se haze de hilos de alanbre delgado y cerdas de caballo: tomando tres hilos de alanbre y a cada uno juntando cerdas que puedan hazer un laço, y así yrán haciendo una trença interpolando las cerdas, que quede de laço a laço una pulgada, y los laços serán de una mano atravesada de largo solamente, y tales que no los quiebre el halcón: desta trançadera se hará un obado como media cidra pequeña, cortada a lo largo por la mitad, y por la mitad que es redondo se pondrá un arco pequeño de la misma trença, que quede significando la media cidra partida echada hacia abajo, y advierto que en este arco que dixe se pussiesse por el medio del güeco del obado, que tanbién á de llevar sus laços interpolados en los de los lados, y así queda el armadilla que se á de poner sobre las espaldas de la paloma. En los dos arcos del obado, en el medio, se atarán unos cordeles pequeños, por los quales se an de meter las perneçuelas de las palomas, y otro cordel en la punta del obado que á de atar [fol. 169r] en el nacimiento del pescueço, y otro cordel pequeño en la punta del obado para que se ate el nacimiento de la cola, para que así vaya firme el albardilla sobre la espalda de la paloma, la qual se armará después que los laços estén armados, como los de las telas con que se toman perdices, y se echará a volar con toda la vista, yendo atado en el albardilla un cordel de hilo delgado y recio, y bien largo, vastante a tener el halcón que se enlaçare.
Capítulo diez y seis
De los milanos y cómo se toman con armadillas para treinar los halcones
Dos géneros ay de milanos: unos rubios y otros negros, los negros son estrangeros y andan en peregrinación, son más pequeños que los rubios, los quales se hallan en toda nuestra España; adonde crían allí avitan siempre, tienen la cola con horquilla porque las plumas últimas della son más largas que las de en medio, el pecho tienen cubierto de plumas ruvias, buscan de comer como las águilas, poniéndose altos en el aire, y con él se dexan ir volteando mirando a la tierra, si se les ofrecen pa[fol. 169v]tillos pequeños vajando a ellos y a los pollos, y si hacen presa en el aire lo comen, y si se les representa un gussano tanbién lo hazen; mas su propio comer son carnes mortecinas, por lo qual los caçadores los toman para treinar los halcones con redes caediças, poniendo dentro dellas un perro muerto desollado, y así los caçava yo siendo moço, para treinar los halcones y gerifaltes.
Esta red se hará de mallas maiores que las que acostunbran para tomar aves en los bebederos, y ellas mayores, y las caídas lo mismo, y el cordel por donde el caçador á de tirar mui largo, y se armará dentro en corrales cercados, en campiñas rassas, limpias de árboles y matas, y se pondrá el cordel estendido por donde se á de tirar, por aquella parte por donde pueda el caçador llegar a tomarlo sin ser visto ni sentido del milano, que se levantara, y no habiendo corral, se buscará tal tierra que sea a propósito desto y dentro de la red se pondrá el perro muerto desollado, y se dexe la red; si el milano vino a ella una bez, él tornará, que luego se conoce en la falta que hiço en la [fol. 170r] carne del perro, que estas aves se detienen en comer, y advierto al caçador que, sucediendo que el milano esté puesto a vista del armadilla, se ausente de modo que el milano no lo vea, que mientras él viere gente no á de baxar. A mí me sucedió ir por la mañana a visitar mi red y el milano estar puesto sobre el corral de las piedras, y me puse bien lexos, asentado, y estube todo el día aguardando hasta la noche, que se fue sin comer; otro día siguiente vino, y lo cogí en esta armadilla, que así acostunbraban los caçadores del infante don Luis a quien mi padre servía en este arte.
Agora se toman tanbién con la red del búho que enseño por debaxo de los árboles, que con la sonbra dellos queda ciega y menos visible, y a las veces se engañan, yendo a las vueltas se entran por entre los árboles y caen en la red, que son cautelossas estas aves, que con baxar a los pollos y patillos, si los ponen dentro del arañol que está levantado de la tierra, no los miran, por lo qual conviene que el caçador sea ingeniosso. [fol. 170v]
Capítulo diez y siete
De la pena que tiene la persona que mata el halcón o azor perdido llebando cascabeles
Sucede muchas veces perder los caçadores los halcones y açores con que caçan, y para que se sepa la pena que tienen las personas que hallándolos en el campo los matan, me pareció ser necesario contar lo que aconteció en Francia en un casso semejante, el qual cuenta Guillermo Benedicto en su libro de leies In verbo Venatione. Un labrador, andando en el campo, tomó un halcón que halló en él con cascabeles y lo llevó a su cassa y ató al pie de un banco, dándole a comer pan y queso y carne salada, pareciéndole que sustentándolo con viandas que él comía satisfacía a la necesidad del halcón, y tratado así acabó el pobre páxaro la vida en pocos días. Pidieron este halcón por justicia al labrador, el qual se defendió diciendo que lo avía tratado con mucho amor, y que se avía pesado mucho de su muerte y que no savía otro modo mexor que curarlo como su persona, valiéndose de la inorancia. Probándole que [fol. 171r] llevava cascabeles y que sonavan, que eran muestras de tener dueño, que tenía obligación a dejarlo que su dueño lo buscara, fue condenado el labrador en el valor del halcón. Esta causa trae Bartolo en el capítulo "De falcone".
FIN DE LA QUINTA PARTE
Edición de Beatriz TOURON TORRADO
Creación / última revisión: 08.06.2012