Textos clásicos
Juan Vallés
Libro de acetrería y montería
COMIENÇA EL LIBRO PRIMERO
QUE TRACTA DE LOS AÇORES Y GAVILANES
CAPÍTULO PRIMERO
De los primeros inventores de la caça y porqué se llama acetrería
COMO todos los mortales sean inclinados a querer saber y, especialmente desseen tener noticia de aquellos principios que las cosas tuvieron, haviendo yo de escrevir de la caça parecióme que no era fuera de propósito dezir el origen y principio della. La caça, pues, principalmente es en dos maneras: la una es la de la montería, que es aquella en que se matan venados, corços, puercos javalís, ossos y otras bestias fieras y animales salvajes; la otra es la de la acetrería, que es aquella que se caça con el buelo de las aves de rapiña, assí como son açores, halcones, gavilanes, esmerejones, halcotanes, águilas, meliones, aguilochos, buarrillos, cernícalos y otras semejantes que son amansadas y enseñadas por los hombres para la caça de acetrería, la qual se llama assí porque en latín se llama ars accipitraria, de accipiter que es vocablo común para açor, halcón, gavilán y esmerejón, y está corrompido el vocablo de accipitraria diziendo acetrería; y ahunque hay otras maneras y formas de caçar como son la de los abaurrelos y otras semejantes, no es mi intención de hablar aquí dellas.
De la caça de la montería se lee en la historia sagrada que el primer hombre que en ella se exercitó fue Caín y después Lamech y después Nembrot y después Ismael y Esaú, que fueron robustos caçadores monteros. En las otras historias de las gentes se lee que los thebanos fueron los que primero inventaron la montería con canes y otros ingenios, cuya forma y manera de caçar passó dellos a los phrigios y después a los atenienses y fue muy alabada de Platón. Los reyes de los persas usaron y tuvieron en mucho esta caça de la montería, teniéndola como por un primer elemento de la nobleza, pareciéndoles que era exercicio bellicoso y otra segunda forma de guerrear y, que exercitándose en ella se hazían hábiles para pelear y osados para acometer y esperar.
De la caça de la acetrería dize el Budeo, en el tratado que hizo sobre los pandetas, que se maravilla mucho que, siendo esta arte de caça tan común y tan usada en todo el mundo, no hoviessen tenido noticia della los antiguos, porque ni Aristóteles ni Plinio, que escrivieron de todos los géneros de las águilas y açores y halcones, ni otro alguno de los escritores antiguos, cuyas obras oy se hallan, hizieron mención desta arte de caça, sino solamente Julio Fírmico, que fue en el tiempo del emperador Constantino, hijo del gran Constantino, y el mesmo Plinio que dize que en una parte de Tracia, azia Amphipolim, los hombres y los halcones bravos caçan por una manera de compañía y hermandad, es a saber, que los hombres sacan las aves que están en los cañaverales y los halcones andan torneando por encima en lo alto, y como salen las aves de los cañaverales cahen en ellas, y como ellas se tornan a meter y esconder en los cañaverales mátanlas allí los hombres y después de muertas pártenlas con los halcones. Pero ahunque Budeo diga esto, la verdad es que se lee que Ulixes fue el primer inventor desta caça el qual, después de destruida Troya, llevó a Grecia esta manera de caçar para que con el deleite de tan nuevo passatiempo y recreación pudiesse hazer olvidar a aquellos que en la guerra de Troya havían perdido sus padres y parientes, el dolor grande que tenían de tanta pérdida. Crescentino escrive que el rey Dauco fue el primer hombre que caçó con el gavilán.
CAPÍTULO II
Quál exercicio sea más noble: el de la montería o el de la acetrería
PUES havemos dicho quienes fueron los primeros inventores destas dos caças de montería y acetrería, veamos agora quál exercicio dellas es el más noble, porque los monteros y otras muchas personas dan el principado a la montería, y otros la dan a la acetrería.
Platón ensalça la montería como exercicio más noble y menosprecia la acetrería, ahunque confiessa ser de más deleite y recreación, y la razón en que se funda es diziendo que la montería es exercicio bellicoso, en el qual se muestran y vezan los hombres a saber pelear, herir y vencer con proprias manos y con propria virtud y esfuerço y que, como arriba se dixo, es como un primer elemento de la nobleza. Esta misma opinión siguió el Rey don Alonso, Rey de Castilla y de León, en un libro que compuso de montería, ahunque se funda en otras razones de las quales las principales son tres. La una es diziendo que qualquier cosa que se haze naturalmente y sin premia de aquel a quien se haze es demás dura, y que assí es más noble que la que se haze con premia y forçando a natura, y que pues los lebreles y sabuesos naturalmente y sin darles hambre acometen y prenden a los venados, puercos y ossos, lo que no hazen las aves de rapiña en sus presiones sin mucha hambre, dize que se concluye que es más noble exercicio el de la montería. La segunda es diziendo que quanto mayor es la presión tanto es la caça mayor, y pues que la presión en la montería es un venado y osso y puerco, que es muy mayor que una ave, que es la presión de la acetrería, dize que se concluye ser más noble la montería. La tercera es diziendo que de todas las cosas que Dios hizo en este mundo la más alta fue la cavallería, y que pues el exercicio de la montería es el que más se allega a la cavallería, dize que se sigue que ha de ser más noble la montería que la acetrería.
Pero los que somos caçadores della lo contrario sentimos, salvo el acatamiento y reverencia que se deve a tan alto príncipe como el Rey don Alonso, y a tan grave auctor como Platón, y contradiziendo primero la razón de Platón, paréceme a mí que tanto quanto son de muy mayor excellencia las fuerças del ingenio con las quales se exercita la acetrería que las del cuerpo con las quales se exercita la montería, tanto más noble y más excellente se sigue que ha de ser la caça de la acetrería que la de la montería, en lo qual no puedo dexar de maravillarme mucho de Platón, que tan grande descuido cupiesse en él haviendo él especialmente merecido aquel tan alto título de divino por las fuerças de su ingenio y no por las del cuerpo. Mas ¿quién me negará que infinitos pastores y otros hombres de baxa suerte tendrán más rezias fuerças y pelearán con el osso y con el puerco, y ahun con el hombre, muy mejor que muchas illustres personas cuyos ingenios y ánimos no solamente bastan a vencer y sobrepujar muchas legiones de semejantes hombres, mas ahun a conquistar muchos reinos y provincias? Pero no por esso se siguirá que los tales pastores, por ser más rezios y pelear mejor, sean más nobles o se alleguen más a la nobleza que los illustres que he dicho. De loar es, por cierto, el ánimo de aquel que osa esperar el osso y el puerco y pelea con él y le mata, pero a mi parecer mucho más aquel que con la vivez y fuerzas de ingenio trahe una ave subjecta a su voluntad y haze della todo lo que quiere, y la tiene sana de enfermedades, y quando le vienen se las sabe conocer y curar. Y porque no parezca temeridad haver yo osado repugnar a Platón sin alguna auctoridad, oyamos las palabras que el eloqüentíssimo y sapientíssimo Cicerón dize en el libro primero De Legibus: "Mas ¿qué cosa hay, no solamente en el hombre, mas en todos los cielos y en la tierra, que más divina sea que la razón, la qual, como ni en el hombre ni en Dios no haya mejor cosa que ella, es causa de que Dios tenga amistad con el hombre?". Oyamos también a Salustio, varón doctíssimo y príncipe en la historia, las palabras que dize en el proemio del Catilinario: "Mas toda nuestra fuerça consiste en dos cosas: la una es en las fuerças del cuerpo y la otra es en las del ingenio y razón, pero mucho más nos aprovechamos de la razón o ingenio que no del cuerpo, la una de la quales nos es común con los dioses y la otra con las bestias, por lo qual me parece que antes se deve buscar y adquirir la gloria por las fuerças del ingenio que no por las del cuerpo". Esto dizen Cicerón y Salustio y cada día confessamos ser ello verdad, pues luego que conocemos un hombre de excellente ingenio, comparándolo con Dios, dezimos que tiene un ingenio divino, y si vemos algún otro de muy rezias fuerças, comparándolo con las bestias, dezimos que tiene fuerças de un toro. Dexo lo que en esto me podría ayudar de la Sagrada Escritura, en la qual hallamos que todos o los más que fueron monteros fueron malos hombres, y que los sacros cánones condenan la montería por mala y la vedan a sacerdotes como arte en que se cevan y vezan los hombres a deleitarse en la sangre y muerte del próximo, y dispensan en la acetrería tomada por sóla recreación y passatiempo. Tanpoco me satisfaze la primera razón del Rey don Alonso, pues está claro que de aquello que naturalmente se obra nadie se maravilla refiriéndolo a natura, pero de todo aquello que se haze sobre ella se admiran las gentes y lo tienen por milagro, y assí dize Aristótiles que por las cosas que naturalmente tenemos, ni somos dignos de alabança ni tanpoco de vituperio, y por esta misma razón tienen los theólogos que los hombres no merecieran premio ni gloria por las obras virtuosas y de caridad que hizieran si fuera tan natural a ellos el obrarlas como son a los elementos las virtudes naturales con que naturalmente obran por sus naturales efectos; y por el contrario, tanpoco merecieran pena por las malas obras que hizieran si naturalmente las obraran, porque el merecer o desmerecer nace de la libertad de la voluntad y libre alvedrío, de manera que, volviendo a mi propósito, acometer y matar al puerco o venado el lebrel o sabuesso, las gracias se deven a natura y no al caçador, pero de hazer a un pequeño halcón acometer a una muy grande grua o cigüeña o otras semejantes presiones, y subir tras la garça y milano y lechuza, en el cielo, ahunque tanbién se deva por ello a natura, pero mucho se deve al ingenio del caçador. Menos me cuadra la segunda razón, porque señaladamente en la nobleza más se estima la qualidad de la cosa que la quantidad della, quanto más que en respecto de una ave y sus fuerças, tan grande o mayor es su presión que la del lebrel en su respecto. Y mucho menos se sigue la tercera razón, porque tanto o más se usa la cavallería en la acetrería que en la montería y con muchos más peligros, corriendo, saltando y salvando con el cavallo muchos barrancos y malos passos, y trastejando muchas riberas muy peligrosas quando se va a socorrer el açor o el halcón.
Por todas las quales razones justamente se concluye que el exercicio de la caça de la acetrería, como exercicio en que se exercitan las fuerças del ingenio, deve ser tenido por muy más noble y de más excellencia que el exercicio de la caça de la montería, en que se exercitan las fuerças del cuerpo, salvo mejor juizio debaxo de cuya correctión pongo yo el mío.
CAPÍTULO III
De los açores y de qué tierras y partes son los mejores
ENTRE todas las aves de la caça los açores y gavilanes son las más hermosas y gentiles, y las más bien acondicionadas y que más amor toman con el hombre y las que más duran en su poder, y ahún mucho más los açores que los gavilanes. A estas dos especies de aves dan la gentileza todos los auctores antiguos que escrivieron de la caça, porque dizen que guardaron su casta y no hizieron mezcla con otra generación, como diz que la hizieron los halcones como más abaxo, en el segundo libro, diré.
Los açores matan muy bien todas o las más de las presiones que matan los halcones si los ponen en ello, y ahunque en otro tiempo se acostumbró mucho ya no se usa tanto si no es solamente en la ribera; y Crescentino dize que matan cabritos de cabras montesas con perros de socorro. Pero el proprio buelo del açor es el de la perdiz y faisán y francolín y, ahunque todos o los más de los halcones matan bien la perdiz, y unos mejor que otros, los açores la matan mejor que ninguno dellos porque assientan mejor en la herida y duran más en la caça y andan más seguros y muy más a sabor del caçador que ninguno de los halcones.
Son enemigos de capirote, pero quando algún açor sale capirotero mucho más vale que el otro, porque va más entero y descansado a la caça y buelve mejor y más seguro della sin debatirse con el papo, que especialmente hay algunos açores torçuelos tan quexosos y mal acondicionados que quando van a la caça y quando buelven della nunca hazen sino debatirse de la mano, y por esta causa tengo por muy mejores los açores primas que los torçuelos, porque comúnmente todas las primas son bien acondicionadas y los torçuelos desabridos, y también porque como quiera que los torçuelos buelan más galán que las primas todavía matan más perdizes las primas que los torçuelos porque la perdiz siempre va más quebrantada y asombrada de la prima que no del torçuelo.
En todos los animales que Dios crió, hizo mayor y más rezio al macho que a la hembra si no fue en las aves de rapiña, que la hembra es mayor y más rezia que el macho, ahunque tanbién diz que la ossa es más rezia que el osso. Muchos dan muchas razones en esto. Ugo Senes dize que las hembras en las aves de rapiña son mayores y más fuertes que los machos porque los machos son tan calidíssimos que consumen demasiadamente la humedad del cuerpo, lo que no es en las hembras; y dize más, que no obsta a esto que el hombre es el más calidíssimo de todos los animales y es mayor que la muger porque su calor no es tan agudo ni tan consumptivo de la humedad como el de estas aves, y que su calor está en las partes del pecho, en el coraçón, en donde tiene mucha sangre. Magnino Milanés dize que en todos los otros géneros de animales los machos son mayores y más fuertes que las hembras porque ellos son calientes, y secos y ellas frías y húmedas, y que en las aves de rapiña es al contrario porque ellas son más calientes y secas y mayores y más fuertes.
Dize Crescentino que la causa por que a la hembra llaman prima y al macho torçuelo es porque comúnmente nacen tres açores en cada muda, y porque el tercero que nace es el macho le llaman torçuelo o terçuero que quiere dezir tercero, y porque las dos hembras nacen primero las llaman primas, y ésta es tanbién la causa por que algunos caçadores llaman segunda a unos açores que son pequeños para primas y grandes para torçuelos, lo qual es falso porque no hay más de prima y torçuelo.
Los açores crían en muchas partes del mundo, pero los que se tienen por mejores son estos: los que crían en Noruega que es en la alta Alemaña, donde crían los gerifaltes y neblís y otros halcones, ahunque diz que los halcones crían tres jornadas más alto en la montaña que los açores, porque si los halcones criassen donde los açores crían, matarían los açores a los halcones. Estos açores de Noruega son açores redondos y muy rezios y hermosos y de buenos plumages alvos, y tienen todas las facciones y talle que ha de tener el buen açor, y en el çanco, donde viene la pihuela, diz que no tienen sino una escama sola en la delantera de arriba ayuso. Son muy excellentes açores y de muy grandes presiones y la causa es porque en el invierno el día no dura allí más de quatro horas, y como toda la noche están sin cevarse y es tan larga que quando viene el día tienen muy rezia hambre, con la qual y con saber que si no se cevassen dentro de las quatro horas que dura el día se quedarían sin cevar, como de hecho se quedan algunas vezes; osan acometer a qualquier presión que vean por muy grande que sea, y ahun diz que acometen a raposas y cabritos monteses y otros animales desta grandeza; son muy buenos perdigueros y los torçuelos matan con más soltura y gentileza la perdiz que las primas porque son más ligeros, pero son muy enojosos, que en viendo mugeres o huego o derramar agua y otras cosas semejantes se debaten.
Los açores de las islas de Irlanda, que es del siñorío de Inglaterra, son tenidos tanbién por muy excellentes açores y son pequeños, pero son muy hermosos porque son alvos de plumage y de muy gentil talle.
En España crían tanbién en muchas partes. Los de Navarra solían ser todos muy mucho buenos, pero agora ya no salen todos buenos, y la causa es que en otro tiempo todos eran tomados de la red y agora todos los toman en el nido en pelo malo o plumión, y ahun en huevos y los hazen sacar a gallinas. La verdad es que ahunque el primer año no anden buenos, el segundo y de allí adelante lo hazen maravillosamente, y esto se vee cada día por experiencia. Estos açores son muy lindos y parecen mucho a los de Irlanda, y no es mucho que les parezcan pues descienden dellos, porque un Rey de Navarra, llamado don Carlos, hizo traher de Irlanda muchos açores y los mandó soltar en las montañas de Navarra para que criassen en ellas, y assí criaron y hizieron mucha casta y, ahunque, como he dicho, algunos açores destos no salen buenos el primer año, muchos salen muy excellentes y al fin son los mejores de España, y especialmente hay algunas mudas dellos en los valles de Roncal y de Sarazas y Valdeerro, de donde salen tan buenos açores como pueden ser en el mundo de perdizes. Otros crían en Cathaluña, y destos salen muchos muy buenos açores, y especialmente los que dizen de la Peca y los de Esterlich y los de Urgel. Otros crían en Galicia y en las Asturias y en la sierra de Segura y en la sierra de Cuenca, y destos suelen salir algunos buenos de perdizes, especialmente los de Galicia y Asturias y Segura, y destos los de Liébana, que es en Asturias, son los mejores y salen dellos muchos muy buenos. Los de Cuenca el primer año suelen salir buenos y de allí adelante enpeoran; todos estos açores o los más dellos salen ruvios y de buena pinta. Otros crían en Granada y en la Andaluzía, en la Sierra Morena, pero estos pocos aciertan a salir buenos.
También crían en Cerdeña y son açores feos, pero son fuertes y algunos dellos salen buenos, y los más son buenos para presiones.
CAPÍTULO IV
De la orden que tienen los açores en criar
EN unas tierras crían antes que en otras los açores, según es más o menos caliente o fría la región, pero en las montañas de Navarra ordinariamente comiençan a hazer su nido el primero o segundo día de hebrero, tres o quatro días antes o después. Hazen siempre el nido azia el çierço y nunca o por maravilla hazia buchorno. Y lo primero que hazen es atravessar dos palos en cruz y sobre aquella cruz hazen el nido, haziendo el suelo como suelo de un cesto, haziendo cada día un poco en él, y hasta que el açor quiere poner sus huevos siempre tiene aquel suelo del nido claro y sin cerrar, y en queriéndolos poner acaba de cerrarlo de manera que luego que se viere el suelo del nido cerrado, se puede tener por cierto que ha començado a poner los huevos porque luego, al otro día que lo cerró, començó a poner. Dende el día que començaron a hazer el nido, hasta que la prima comiença a poner, llevan esta orden: cada día, después que el torçuelo viene de caça, festeja y enamora a la prima y la toma quarenta o cinqüenta vezes al día con la misma prissa y calor que lo haze el gurrión.
Por la mayor parte, en las montañas de Navarra comiençan a poner los huevos de los veinte de março en adelante, y el más temprano es a quinze de março y el más tardano es al fin de abril, y ahun este tal será porque lo oxearon y ahuyentaron del nido que començó, porque no criasse en él y por hazerle ir a criar a otra parte, o porque le tomaron los huevos que primero puso, que en este caso suelen poner dos vezes.
Pone los huevos de tercero a tercero día, y después que la prima pone los huevos siempre se está sobre ellos, y el torçuelo le trahe de comer y no llega al nido, mas allí cerca dél la llama y va la prima a él, y en el entretanto que ella come, el torçuelo se pone sobre los huevos, y después que la prima comió, llama al torçuelo y él va y la torna a tomar ahunque tenga huevos, y lo mesmo haze cada día hasta que saca los pollos, y en sacándolos no la toma más.
A los quarenta días después que puso los huevos saca los pollos justamente, sin faltar ni sobrar día, y después de sacados la prima está sobrellos los quatro días primeros, sin quitarse dellos, y si el tiempo haze malo está más, y el torçuelo lleva de comer para ella y para los hijos, y lo que lleva no lo lleva al nido sino allí junto dél llama a la prima, y ella va y toma lo que el torçuelo traxo, y se buelve con ello al nido, y come dello y da tanbién a los hijos.
Conócese que ya ha sacado los pollos en que el torçuelo se allega con lo que lleva de comer a la prima muy más cerca del nido que no hazía antes que lo sacasse. Passados estos días, van la prima y el torçuelo a traer de comer para los hijos.
A los veinte días después que los pollos nacieron ya están bonitos y descabullidos.
A los treinta días ya están muy lindos y se ponen a la orilla del nido, enrededor dél.
A los quarenta días ya saltan de una haya a otra y buelan, y entonces se dizen rameros.
De los cinqüenta días en adelante buelan muy bien y se cevan y se toman con la araña o red, y por esto se llaman arañegos y de la red.
La manera que los padres tienen en mostrar a los hijos a cevarse es esta: Trahen una paloma viva y, porque no pueda volar, apriétanla dos o tres vezes con las uñas, y después déxanla caher en tierra cerca de los hijos, y porque ellos baxen y vayan a ella, baxan y van los padres tanbién, y desta manera les dan dos o tres cevaduras y los vezan a baxar y ir a la paloma. Después que ya están vezados a esto, trahenles las palomas enteras, sin maltratarlas como la primera vez para que puedan bolar, y suéltanselas a los hijos y van ellos y los padres tras dellas, y assí los estiran y vezan a que después ellos solos sepan bolar y caçar las palomas.
CAPÍTULO V
De algunos açores que se han visto de estraños plumages
PARECIÉNDOME cosa digna de memoria lo que escrivió Joan de Safagún, caçador que fue del Rey don Joan de Castilla, en un libro que hizo de acetrería, de dos açores que dize que vio de muy estraños plumages y faciones, quise poner aquí, a la letra, las mesmas palabras:
Yo vi un cavallero en Valladolid que era embaxador del Rey de Túnez, y era muy buen caçador de aves. Era christiano y casado dentro en la ciudad de Túnez, y era capitán en su casa de dozientos de cavallo, christianos según dezía, y hovo de hablar conmigo en el palacio de nuestro señor el Rey de Castilla sobre el hecho de las aves, y demandóme si havía en España açores de ojos negros. Yo díxele que nunca los viera en Castilla. Y él me dixo que un cavallero de Granada le embiara uno a su tierra. Y este cavallero diz que hovo una muda de un moro de Valderricote. E yo anduve haziendo pesquisa y preguntando por la corte del Rey si havía alguno que hoviesse visto tal açor, y hallé que tenía uno un escudero del Comendador de Segura, que havía assí los ojos negros, y havía las espaldas como azules y los pechos y el plumage dél no bien claros, y querían parecer como de gallina morisca. Y mercóselo este cavallero y diole por él assaz dineros y llevólo para su tierra.
Item, Yo vi a Martín Fernández Puertocarrero un açor que le hovo enbiado de allende un cavallero que dezían Talavençala, y dizen que aquellos açores hay en una sierra que llaman Çus, y dizen que los llaman los açores de Çus, y él tenía las manos coloradas como brasil fino, y las uñas amarillas assí como açafrán, y tenía la cola assí como picaça, de aquella mesma color y de aquella mesma hechura, y havía los cuchillos de aquella mesma color y puestos como de açor, las espaldas hasta encima de la cabeça tan azules como si fuesse azul de acre, tal color tenía la pluma dél, y havía el plumage de los pechos como de gallina morisca, y havía los ojos pardillos como tartarana, y havía el jaldre del rostro colorado como las manos, y el pico amarillo como açafrán, y quando estava alegre, que havía bien comido y se havía bien bañado, hinchava el cuello assí como tordo, y hazía un canto muy hermoso y dezía muchas cosas assí como dezía el tordo, y matava muy bien perdizes y era muy ligero, matava dorales y garçotas y ahun martinetes, y teníalo guardado para enbiarlo al Rey después que mudasse, porque estava un poco marrotado, y un caçador que llamavan Ferrán Mortal, que lo tenía, puso en él mal recaudo y murióse en la muda.
Por ende entiendo que las aves hazen muchas mixturas unas con otras, pero en España no hallamos açor ni gavilán que hoviesse hecho mezcla con otra natura.
CAPÍTULO VI
De cómo se han de criar los açores niegos
DE los açores pollos unos son tomados con el araño y red, a los quales llaman çahareños y arañegos y de la red, y éstos son los mejores. Otros son rameros, que andan fuera del nido saltando de rama en rama siguiendo la madre, los quales ni están cevados ni ahún acabados de enxugar. Otros son niegos o nidencos, que son tomados del nido y ahún están en plumión o pluma mala.
Al açor de la red o çahareño luego en tomándole, lo han de poner en la mano y amansarle, y al ramero tanbién, salvo si no tuviere ahún las plumas enxutas, que si estuvieren en sangre tanbién se ha de poner en cámara como el niego.
El niego se ha de criar de una de dos maneras: la una es echándolo en una cámara que tenga buenas ventanas por donde le puedan muy bien entrar el sol y el aire y el sereno de la noche, haziendo en ellas una red de palo para que no se pueda salir, y no sea la red de hilo porque se suelen asir y colgar della y es la peor cosa del mundo. Haya en la cámara un par de alcándaras para que de la una a la otra pueda el açor saltar y andar volando quando començare a volar. Y para que le hagan sacar muy buena pluma y los ojos y manos jaldados hagan esto: hinchanle todas las paredes de la cámara de ramos verdes arriba y abaxo, de manera que no pueda ver sino cosa verde; rocíenle cada día el rostro con buen vino blanco, y el cuerpo y alas con agua clara; haya tan grande ventana que pueda tomar el sol de la mañana y le dé bien el sereno de la noche y el aire, y si para este efecto hoviere jaola que salga y buele a fuera como en la cámara de una muda, será mucho mejor.
La otra es en una muy grande jaola a manera de cimborio, cubierta muy bien con una red y puesta en el campo, en una huerta entre alguna arboleda donde le pueda dar el sol de la mañana muy bien, y esté guardado con algunas ramas del gran sol de todo el día, con tanto que la cubierta del cimborio sea de tablas porque el açor no se pueda mojar quando lloviere, ni recebir daño quando apedreare o granizare; y ésta es la mejor porque es natural al açor criarse en el campo al sereno, frío y calor, y assí saldrán más enxutos y mejor curados, y los ojos y manos jaldados como si fueran tomados de la red. Pero si desta manera los criassen, no se descuiden de que estén bien guardados con algunas ramas del gran sol de mediodía, ahunque a las tardes y a las noches se las quiten. Y destas dos maneras he criado yo açores y gavilanes tan lindos y tan jaldados y de tan gentil pluma como si fueran de la red, y que jamás piaron, haziendo lo que aquí luego diré. Y en qualquier destos dos lugares que se pusiere y criare el açor, póngansele unas pajas largas en que se eche y pueda reposar, o unos yezgos renovándolos de quando en quando. Y hase de tener mucho cuidado y diligencia en darle muy bien de comer, de manera que nunca le falte ni sienta hambre porque del hazerle sufrir hambre resultan dos daños: el uno que se les dañan las plumas y sacan hamezes, y el otro que salen muy piadores; y si la vianda que se le hoviere de dar se la pusieren sin que el açor vea al que se la pone, o poniendo y dexándosela de parte de noche, tengan por cierto que jamás piará, porque después que vienen a tener conocimiento del que les da de comer luego que le veen pían como si viessen la propria madre que los cría; y esto digo como testigo de vista.
La carne que se les diere a comer sea, si ser pudiere, aves vivas, como son palomas, palominos, tórtolas, codornizes, gorriones y otras aves y páxaros, y destas mucho mejores son las nuevas que las viejas, y no pudiéndose haver éstas désele carnero, y que sea picado hecho bocadillos, porque no haga fuerça estirando, que se quebrantaría y haría daño, o coraçones calientes, y no fríos de carnero o cabrón o de vaca quitándoles aquellas venas que tienen, que son dañosas, y al de vaca se le ha de enxugar aquella sangraza con un paño de lino limpio, ahunque a mí nunca me agradaron coraçones, porque he visto que los regitan, especialmente si son fríos. Y siempre que dieren ave nueva que no esté igualada y enxuta, le quiten aquellos cañoncillos que están en sangre, porque se pegan en el buche y no los pueden echar como la otra pluma, y podréceseles allí.
Si el açor fuere tan pequeño que ahún no pudiere o no quisiere comer, tomarán un palillo tan largo como un palmo y tan gruesso como el dedo, y hiéndanle un poco por el un cabo, que esté a manera de unas pinzetas o tenazillas de quitar pelos, y tomarán con él los bocadillos de la carne y lléguenselos al pico, y comerá luego.
Si por caso el açor no quisiesse ir a la tórtola o paloma que le echaren o no quisiere comer della, pélenle muy bien todo el lomo y dessuéllenselo y sáquenle sangre o pónganle allí una poca de carne atada, y desta manera irá luego a ella y comerá.
Después que ya el açor está bien hecho y enxuto, pónganle pihuelas y cascaveles y tómenle en la mano. Y las pihuelas sean de buen cuero blando, porque la mala pihuela de mal cuero y apretada házele hinchar los pies, de donde se les recrece gota y clavos. Darle han luego a desbuchar con una de las receptas que escrivo en el tercero libro, en el capítulo siete.
CAPÍTULO VII
Del talle y fación y plumage que ha de tener el açor
EL açor que fue tomado con el araño o red es muy mejor que el ramero y que el niego. Lo uno porque ya vienen cevados en palomas y hay poco o ningún travajo en cevarlos en perdizes. Lo otro porque tienen mejor pluma y están más enxutos. Lo otro porque no son piadores, y conócense luego en que tienen los ojos y manos jaldadas, y por la misma razón es mejor el ramero que el niego.
Qualquier açor para que se espere ser bueno ha de tener el talle desta manera: Ha de tener muy gran carne en el pecho, que el açor o halcón que no la tiene no puede ser fuerte ni volador. Sea ancho y espaldudo y corto. Tenga las piernas fuertes y rezias. Tenga las garras o çancos muy gruessos y no luengos. Los dedos que sean cortos y gruessos, y sea la mano grande. El cuello luengo y delgado. La cabeça pequeña, que parezca culebra. Los ojos encobados. El pico muy grande y luengo. Las ventanas anchas y que sigan con el pico. Tenga el plumage alvo si se pudiere haver, y si no sea ruvio. Tenga la pinta menuda y no gruessa. Los coraçones perfectos debaxo de las alas, y en aquellas plumas que cobijan la juntura del çanco y cuxa, a la parte de fuera, tenga la pinta delgadilla y larga, como rayas al largo, y a la parte de dentro ninguna pinta; esto se entiende en açores pollos, que los mudados todos vuelven a un plumage. Tenga los cuchillos cortos y las mantas muy largas, como ala de gorrión, y si tuviere alto en las espaldas, más abaxo de los hombros, en la endreçera de los riñones, las plumas levantadas de una parte y de otra, que parezcan hazer unas orejas de liebre, será sin duda muy ligero y grande volador; y lo mismo es de los açores que tienen la lengua negra, los quales salen muy excellentes, y tanbién los que tienen treze plumas en la cola. Quando se debatiere, que no se debata azia tierra sino azia arriba, y que buelva a la mano o a la alcándara con presteza, y que en ninguna manera se cuelgue si no lo hiziere de bravo. Quando comiere que tire con fuerça de la vianda y coma a mucha prissa.
El açor prima dizen los caçadores que ha de ser pequeño, y el torçuelo grande, de manera que la prima sea tan pequeña que parezca torçuelo y el torçuelo tan grande que parezca prima. Pero muchos açores grandes he yo visto salir muy buenos, especialmente los que son espaldudos y redondos y cortos y rezios de çancos. Conócense tanbién los buenos açores en el volar, porque quando van tras la perdiz, unos vuelan al mismo hilo della, y éstos se tienen por mejores; otros vuelan pecho por tierra y éstos se tienen por muy galanes y buenos, especialmente quando al subir de los cerros y alturas no hazen provisión, sino que passan siempre el pecho por tierra y por la mesma carrera de la perdiz; otros buelan por lo alto y éstos no se tienen en tanto como los otros porque buelan feamente, ahunque a la verdad matan más perdizes porque las aguardan mejor y por esto se llaman açores de burchaca. Pues procure el caçador de haver el açor que sea del talle y plumage y con las condiciones y señales que he dicho, y sobre todo que sea de buena tierra y de buena muda porque, según la experiencia nos muestra cada día, mucho ayuda ser la ave de buena tierra y tener buen talle y plumage y señales. Y quando no se pudiere haver con todos estos cumplimientos, tómese con los más dellos que se pudiere haver, y sobre todo que sea de buena tierra y muda y de buen plumage, y tenga gran pecho y mucha espalda, que la ave que no tiene pecho ni espaldas no puede ser bolador.
CAPÍTULO VIII
De cómo se ha de reconocer el açor si está sano de las alas y otros mienbros, y del cuento y nombre de las plumas
DESPUÉS que hovieren escogido el açor por el talle que he dicho, reconózcanlo muy bien si está sano, assí del cuerpo como de las alas y piernas y manos y todos los otros mienbros, mirándole el rostro y los ojos si los tiene alegres o tristes, y si tiene nuve o paño en ellos, o si tiene poca vista, porque hay algunas aves que tienen los ojos claros y no veen nada o tienen muy poca vista, y esto conocérselo han mostrándole la carne si va luego a ella, y passándole la mano por junto a los ojos.
Item, si tiene la cola tiesta o si la dexa colgar, porque en esto se conoce mucho si la ave está doliente o sana. Reconózcanle la boca y los oídos si tiene güérmezes. Reconózcanle si tiene clavos en las palmas de las manos o principio dellos, y mírese si quando se debate de la mano buelve a ella con presteza o si se queda colgado, y sobre todo que ponga las alas en su lugar, y para la prueva dello hagan desta manera: ténganlo muy seguro en la mano, y estando el açor descuidado, alcen y abaxen súbitamente y de golpe la mano, de manera que el açor abra las alas y las torne a coger con presteza, y si quando las hoviere cogido las subiere y cruzare y pusiere en su lugar, tengan por cierto que el açor está sano de las alas. Otrosí le tomarán de los cuchillos de la una ala y después de la otra, apartándoselos un poco, y si los bolviere luego a cruzar y poner en su lugar está sano de las alas. Mírese bien si firma y assienta sobre las manos igualmente. Muéstrenle la carne y miren si echa la mano a ella con presteza y si la toma, y si se abaxa a ella bien y si tira con gran fuerça y tiende el cuello y se afirma reziamente sobre las manos. Miren si haze buena tullidura o mala, que mucho se conoce en ella la buena o la mala disposición de la ave. Mírenle bien si le falta alguna pluma que le hayan arrancado o rompido, assí de las alas como de la cola, y para que esto el caçador sepa mejor conocer, ha de saber que qualquier ave de rapiña tiene en cada ala estas plumas: tiene primeramente los piñones o piñoncillos, que son unas plumillas que parecen otra ala pequeña que se divide y aparta por sí de la ala principal, las quales nacen del grumo de la ala; luego después viene la tijera, que es el primer cuchillo y es más corta que el cuchillo maestro, tres dedos poco más o menos; luego después viene el cuchillo maestro que es el segundo en orden; y luego después el cuchillo tercero, que es más largo que el maestro; y luego después viene el cuchillo quarto, que es el más largo de todos los cuchillos, y después viene el quinto, que es más corto que el quarto y igual del tercero, después sigue el sexto, que es muy más corto que el quinto y quasi es igual del maestro. Después destos seis cuchillos decienden quatro plumas anchas, una más corta que otra, que se llaman aguaderas, ahunque a la primera destas en los halcones la llaman tanbién cuchillo, con la qual y con la tijera hazen número de siete cuchillos. Desde allí tornan a subir por orden hasta arriba a las caderas otras doze plumas, las quales unos llaman mantas o mantones y otros las llaman aguaderas y otros las llaman corbas. En la cola hay doze plumas, ahunque algunos açores y gavilanes tienen treze y es señal de muy buenas aves, y las dos de medios con que se cobija la cola se llaman coberteras.
En los halcones se cuentan siete cuchillos, es a saber: tijera, cuchillo maestro y tercero cuchillo, al qual algunos llaman partidor, y quarto, y quinto, y sexto y séptimo, pero en los halcones el cuchillo maestro y el tercero son quasi de una mesma largura y son los más largos de todos, lo que no es en los açores porque el quarto es muy más largo que todos los otros, como se ha dicho.
CAPÍTULO IX
De cómo se ha de amansar el açor
DESPUÉS que el açor se tomare en la mano, ahora sea niego ahora sea de la red, háse de continuar a llevar siempre en la mano, especialmente por las mañanas muy de mañana, y traerlo por donde haya estruendo y gente porque se veze a estar siempre entre ella. Y para que se amanse muy presto, rocíenle el rostro con agua fría después que haya comido, y pónganle al sol para que se enxugue. Denle a pelar muy a menudo en una ala de gallina o de otra ave, o a roer en la cola de carnero, porque toman en esto muy grande golosina y plazer, y denle, de quando en quando, un poquito de los sainetes de la gallina. Ténganle en las noches muy tarde a la candela una hora o dos. Quando está de noches en la alcándara y vieren que ya duerme, desvélenlo y pónganle allí una candela y, si esto no bastasse, hagan un papel redondo y en medio dél un agujero, y pónganselo por la cabeça, y una candela delante, porque como se encoje para dormir, el mesmo papel con el ruído que haze le despierta, y no hay cosa que más los amanse que el desvelarlos y no dexarlos dormir. Assimesmo, para que esté manso y seguro, quando lo van a tomar de la alcándara en las mañanas y otras horas del día, lleve siempre el que le fuere a tomar una picadilla de carne en los dedos, y désela al açor junto a las manos, y tóqueselas como quien le halaga, porque desta manera todas las vezes que a él llegaren, en la alcándara y en el campo, estará quedo y se dexará tomar porque piensa que le han de dar aquellas picadillas, y si de bravo no quisiere comer, pruévenselo a dar en lugar apartado donde no vea gente ninguna, y si tanpoco quisiesse comer, pruévenselo a dar a la candela y ténganle de manera que no vea el rostro al que le tiene, que allí comerá; y más presto comerá si le dan cosa viva que no dándole carne, y si estuviere tierco en no querer comer, estrieguen o apriétenle las manos que luego baxará a la carne. Pruévenle la agua de tres a tres días porque ésta los amansa mucho, y especialmente qualquier ave que fuere tomada de la red nunca está segura ni se deven confiar della hasta que haya tomado la agua.
Item, deve el caçador travajar de tener a todos los perros con que hoviere de caçar en la mesma cámara donde tuviere el açor, porque los conozca y tome amor con ellos, para que no se resabie dellos y para que ellos le conozcan y no le hagan mal.
CAPÍTULO X
De cómo han de hazer venir el açor a la mano
PARA que venga presto a la mano el açor han de llamarle muchas vezes al día, y en cada vez no le den sino unas picadillas de manera que la carne que se le havía de dar de comer en una vez la coma en todo el día en muchas; y llévenle siempre en la mano mostrándole muy a menudo la carne, que la ande él codiciando y mirando. La carne que le dieren sean coraçones lavados o con açúcar candi, o carne lavada o mojada en agua de assensios y açúcar candi, porque la gastará presto y le pondrá grande hambre. Pónganlo de noche al sereno descubierto, porque el sereno le da mucha hambre y lo hará venir más presto y de mejor gana a la mano ahunque esté gordo.
Item, lo han de vezar a venir a la mano en el campo, porque si en casa lo vezan quando después se vee fuera y reconoce el campo está recreído en no querer venir a la mano, y hasta que el açor esté muy manero y seguro, no lo llamen sin fiador.
Y si quisieren hazerlo venir muy presto a la mano, pónganle açúcar candi y orégano molido en el curalle que le dieren, o mójenle en vinagre la carne y curalle, que no hay cosa que más hambre dé a las aves que el vinagre.
CAPÍTULO XI
De las carnes que se han de dar al açor, y quáles son las que suben, y quáles las que abaxan, y quáles las buenas, y quáles las malas
MUCHO haze al caso que el caçador tenga conocimiento de las carnes que ha de dar a su ave, para que sepa quáles la suben, y quáles la abaxan, y quáles son templadas, que ni la suben ni baxan, y quáles son buenas, y quáles malas, para que pueda llevar bien governada y en buena regla su ave. No me da más que sea açor que gavilán que halcón o esmerejón, pues quiero hablar en este capítulo de todas ellas. Y primero diré de las viandas que suben.
Las carnes y viandas que más suben al açor o halcón o gavilán o esmerejón, son éstas: las palomas y palominos, las tórtolas, los gorriones, la cerceta, la negreta, la marviz, el capón y gallina vieja, la perdiz, la codorniz y toda ave que sea nueva, assí como el cegoñino y semejantes, excepto el pollo de la gallina. Pero quiérense dar estas aves vivas y calientes, y no estando frías siendo muertas de mucho antes, o metiéndolas en agua caliente si ya estuvieren frías, porque ninguna vianda que se da fría a la ave la sube. Y sepa qualquier caçador que el açor o gavilán o esmerejón que fuere mantenido de aves buenas, tales como las que he dicho, bolará más ligero y vivirá más sano que el que comiere carne dessolladiza.
Item, los riñones del carnero y cabrón son maravillosos y suben mucho las aves, pero hanse de dar calientes quitada la gordura que tienen.
Item, el coraçón del puerco sube mucho la ave y tanbién el del cabrón y carnero, pero más sube el del puerco que ninguno destos, y ahun tanbién enloquece más la ave que ninguna otra vianda, en tanto que ordinariamente andan locas aquellos tres o quatro días y sin ninguna hambre después que se les dio este coraçón. Pero todos estos coraçones se quieren dar calientes luego en saliendo del cuerpo del animal, que después de fríos yo los tengo por muy mala vianda y de muy mala digestión, ahunque muchos caçadores los usan y tienen por buenos, y no lo digo esto sino por lo que muchas vezes he visto por experiencia en gavilanes y açores, que se les vehía muchas vezes regitar y otras vezes adolecer, y dándoles a desbuchar lançar del buche los pedaços del coraçón que les havía dado, ahunque tanbién quiero dezir que he hallado por experiencia que si después de bien desvenado el coraçón y limpio de la sangre que tiene lo embolvieren en un paño de lino limpio y le dieren algunos golpes como quien lo maja con una mano de almirez o otra cosa semejante, de manera que se ponga blando como otra carne y pierda aquella dureza que tiene, que se digere y gasta muy bien y muy presto.
Item, el solomo del puerco y carnero y cabrón y el de la vaca son muy buenos, y destos el del puerco y carnero y cabrón tienen muy delicada carne para aves que están dolientes.
Item, las landrezillas que están debaxo de las barillas y toda aquella carne que está allí debaxo, y muy mejor toda aquella que está junto y alrededor de la nuez del garganchón, y ésta sube muy mucho; y quieren ir mezcladas con buen azeite; y déstas las de los cabritos y cabras dizen algunos que son las mejores, pero porque son calidíssimas no las han de dar cada día sino en la semana dos vezes.
Item, la carne del braguero que está allí donde están assentados los botones.
Item, aquellas landres que se hazen al carnero o cabrón en uno como estentino que se llama entresijo.
Item, los perrillos chiquitos de quinze días nacidos.
Item, la carne del gato dizen que sube y que ayuda mucho a mudar las aves, y que han de ser los quartos postreros, y que es mejor el macho que la hembra.
Pero la más excellente carne de todas las susodichas es la del capón y la de la gallina, porque ahunque suben la ave la trahen bien templada y no la enloquecen como las palomas y palominos y ahun otras de las susodichas, y por esta causa muchos caçadores acostumbran dessollar vivos los palominos y assí los dan a sus aves.
Y quando dieren a la ave el capón o la gallina, estírenle el pescueço de manera que lo rompan sin que se rompa el cuero de fuera, y buelvan la gallina azia abaxo y recójase allí la sangre, como quien haze una morzilla, y denle luego aquella sangre antes que otra cosa le den, porque la sangre de la gallina es muy buena y muy sana para las aves, y afirma Pero López de Ayala que las guarda de filandrías más que otra cosa ninguna y ahun que las mata. Después arránquenle la pierna y dénsela assí caliente como sale, y luego después la otra si pareciere que la ha menester; y de la gallina las piernas son mejores que los pechos porque los pechos es carne muy blandaza. De manera que si quisieren subir y engordar muy presto el açor o otra ave, denle palominos o palomas o tórtolas, o coraçones de puerco o gallina o capón, o solomos de puerco o de carnero, o aquellas landrezillas que se hazen debaxo de las barillas al cabrito o cabrón o carnero, o qualquier de las otras carnes que arriba he dicho, y no le den grandes papos sino medianos y a menudo, porque con el gran papo passa travajo en gastarlo y enflaquéceseles la virtud digestiva. Pero el verdadero subir del açor ha de ser, si ser pudiere, sobre la perdiz y no en casa; quiero dezir que quando vieren que el açor está flaco trabajen de volar y matar con él una perdiz, y estando sobre ella le den el palomino o gallina o qualquier de las otras aves que he dicho que suben, dándole allí buen papo, porque desta manera el açor se subirá muy bien y aprovechará en su bondad, porque pensará que se le hizo aquel regalo y beneficio por haver volado bien la perdiz, y a la otra vez volará de mejor gana; que quando suben los açores en casa házense torrezneros y locos y no buelan con aquella voluntad que deven.
Las viandas laxativas y que abaxan son éstas: los pollos de gallina, y mucho más abaxan si los ahogaren en agua.
Iten, los coraçones de carnero y cabrón, vaca y cabra golpeándolos dentro de un paño limpio de lino, como arriba dixe, de manera que se pongan blandos como otra carne y pierdan aquella dureza que tienen, y después lavándolos en agua y estrujándolos en ella.
Item, la carne de la cabra y oveja y el braçuelo de carnero, y qualquier carne assí de carnero como de cabra o de cabrón que la lavaren y estrujaren bien en agua, pero siempre que lavaren la carne en agua la enxugarán muy bien con un paño de lino muy limpio, que no le quede ninguna agua; y mucho más abaxarán la ave si echaren en una poca de agua açúcar candi o açúcar común y lo deshizieren y mojaren allí la carne y, assí, mojada la dieren al açor, y es más laxativa la que se da con açúcar candi o açúcar colorado que la que se da con el otro açúcar. Pero quando le dieren pollos ahogados o carne lavada es menester que le requieran de sacudir o le den a roher al otro día seguiente, o dende a dos o tres días, porque estas carnes y todas las otras laxativas engendran agua a las aves. Y guarden que no abaxen la ave de golpe, porque no le enfríen el buche, y para esto véase lo que escrivo en el capítulo veintinueve deste libro, "De cómo se ha de dessainar el açor", porque allí escrivo acerca desto lo que conviene, y si lo quisieren abaxar denle tanbién cada noche un buen curalle de estopa o de paño de lino, muy delgado y gastado, porque ayudan mucho a abaxar el açor.
Las carnes templadas y que tienen en buen estado al açor son éstas: la gallina que no sea muy vieja y que en acabándola de matar la metan dentro de agua fría un poco, para que no se le dé muy caliente ni tanpoco fría; las carnes del carnero y del cabrón, y algunos caçadores dizen que es mejor la del cabrón que la del carnero, diziendo que es más enxuta, y que como el açor estira más en ella que en la del carnero no cría tanta agua, pero yo tengo por muy mejor la del carnero porque es de muy más ligera digestión, y assí se allega más a lo que es natural comer a las aves de rapiña que son aves las quales son de muy ligera digestión, y la arte deve imitar a natura porque quanto más la imitare y remedare hará mejor efecto y operación. Yo no condeno que no se dé algunas vezes cabrón, pero a la continua no. No teniendo aves más querría dar carne de carnero porque se digerirá y gastará mejor que la del cabrón, especialmente si después de caliente la golpearen como dixe del coraçón de vaca, que para remediarlo de la agua puédesele dar a roher en una ala de gallina o en un jarrete de carnero o de cabrón.
Iten, el coraçón de la vaca dizen muchos caçadores que es buena y segura vianda, y de sustancia, pero lo que dixe arriba de los otros coraçones digo déste. Y quando lo quisieren dar, denlo golpeado y blando como arriba se ha dicho porque la ave lo digera bien, el qual y todos los otros se han de desvenar y alimpiar de la sangraza quajada que tienen y quitarles todos aquellos nervios duros, y enxugarlos muy bien con un paño muy limpio de lino, y antes que lo den al açor, métanlo dentro de agua tibia y enxúguenlo muy bien de aquella agua.
Y sea regla general, que siempre que se diere ave viva al açor o halcón, no siendo para subirlo, luego en acabando de matarla la metan dentro de agua fría y sáquenla luego porque no se enfríe, y siempre que la ave que hovieren de dar estuviere fría la pongan dentro de agua caliente o la calienten en el seno, enbolviéndola en un paño limpio, y con esto será vianda templada, que ni enloquecerá el açor ni lo abaxará, sino que lo tendrá en buena orden y estado.
La carne de la ternera de leche es buena carne, y tanbién es buena la que ya ha dexado la leche y pace, ahunque es algo rezia de digerir.
La carne de la vaca no es buena vianda porque es fría y seca y rezia de digerir, y cría sangre gruessa y mala, y ahunque muchos caçadores acostumbran dar a sus aves della en el mes una vez, yo no lo tengo por bueno.
La carne de la codorniz, como arriba dixe, es muy buena dándola viva, pero si la codorniz estuviere muy gorda guárdense de darle de la gordura, porque ahita y no la gastan bien y remanecen con ella y quedan con gran ahito o hastío della.
La carne de la perdiz caliente tanbién es muy buena, como ya he dicho.
La carne de la ánade es de mala digestión porque es de su complexión, fría y seca, y la sangre della es muy espessa y dañosa, pero la salvaje es mejor que la mansa.
La carne de la ánsar tanbién es rezia y de mala digestión, pero los ansarones nuevos y las anadillas nuevas buenas viandas son, porque toda ave nueva es buena.
La carne del puerco casero es muy mala porque es fría y húmeda, y muy peor la del lechón porque es demasiadamente húmeda; y jamás se han de dar estas carnes de puerco y lechón a las aves de caça si no es no teniendo otra carne o por alguna dolencia que tenga, donde convenga humedecer, como es quando las aves se van dessecando por thísicas o éticas o otra semejante dolencia; y lo mismo digo de la carne del texón o taxugo o del erizo, porque tanbién son muy malas, sino para en caso de alguna enfermedad. La del puerco javalí ya es mucho mejor, y muy mejor que ella es la del venado, como quiera que la una y la otra las condena Almansor, si no es como he dicho para en alguna dolencia.
Los tordos y golondrinas y picaças son muy malas viandas, y todas las aves negras desta qualidad como son grajas y cuervos y otras semejantes.
La carne de la liebre y conejo son calientes y secas, y algunos caçadores dizen que son muy buenas, pero dize Pero López de Ayala, en el libro que hizo de acetrería, que la de la liebre es muy buena vianda y ligera y laxativa, porque dize que alimpia los buches y aligera las aves, y dize que vio a un comendador, gran caçador de açor, que acostunbrava dar muy a menudo a su açor papos calientes de la liebre, y que se hallava mucho bien con ello, y tenía siempre muy buenos açores; y dize que se deve dar de quinze en quinze días a açor o halcón para alivianarlos; y la verdad es que es ligera y laxativa y de fácil digestión.
De otras viandas que se dan a las aves por medicina no diré aquí, porque en los capítulos de cada enfermedad se dirá particularmente.
Qualquier carne salada, no me da más que sea de puerco que de otro animal, mata a la ave que della comiere.
Dize Paulo Egineta que qualquier sangre es difícil de digerir, y mayormente la que es gruessa y negra. La de la liebre dize que es la más suave y mejor de todas, pero yo, para las aves de rapiña, por buena tengo la de la gallina y la de la paloma y de otras semejantes aves delicadas que no tienen la sangre negra y gruessa. Y de la sangre de la gallina ya dixe arriba que dize Pero López de Ayala, en su libro de acetrería, que mata las filandrias y filomeras, y que guarda o preserva las aves dellas.
Toda sangre de ave salvaje que sea vieja es dañosa y mucho más en tiempo de calor.
Dize Crescentino que los huevos son muy buena vianda para estas aves de rapiña, y dize que se han de dar desta manera: Bátanlos muy bien en una escudilla y después cuézanlos en agua hasta que se hagan duros, y después desmenúzenlos entre los dedos y dénselos, y alábalos tanto que en otra parte torna a dezir que ayudan a engordar y mudar más presto a estas aves. Pero yo para mí tengo que son mucho mejores las yemas solas que no mezcladas con los blancos, y yo las he dado a comer y halládolas buenas. Paréceme que hallándose el caçador alguna vez en parte que no pueda haver carne para su ave, se podría muy bien ayudar desta vianda pues es tan buena; y para que se vezen a comerlas úntenselas con alguna sangre, y en caso que la ave no la quisiere llevar, cójanla y háganle el papo della.
Guárdese el caçador de dar a su ave huessos ni nervios ni otra carne dura, porque no la puede gastar y tiénesela en el buche; y a mí me acaeció que cebando una tarde a un halcón, por codicia de guardar y dar las perdizes a unos cavalleros que conmigo ivan, dile la molleja con otras dos o tres de otras perdizes que havía muerto, y llevó con ellas aquellos nervios, y sospechando yo que no los gastaría, dile dende a tres días a desbuchar con la oruga y mostaça y miel rosada, y lançólos todos del buche muy hediondos, y entre ellos un huesso de la juntura de la pierna de la perdiz.
Ni menos den gordura porque empalaga y ahita la ave y le haze que no tenga hambre.
Jamás den, pudiéndolo escusar, carne de ave o de animal que esté doliente, ni tanpoco de ave haya andado muchos días en la burchaca.
Ni menos den carne estantiza ni hedionda, ni den en ninguna manera ave que sea hallada muerta, ni ninguna carne mortezina.
Y sobre todo se guarden quando dieren al açor alguna ave nueva, que no esté ahún igualada, de que el açor no lleve alguna de aquellas plumas o cañoncillos que están ahún en sangre, porque no los lançan como hazen la otra pluma que está enxuta y quédanseles apegados en el buche, como plumas o curalles viejos.
CAPÍTULO XII
De la hora y en qué manera se ha de dar de comer al açor
AHUNQUE algunos acostumbran dar de comer al açor dos vezes al día, una a la mañana y otra a la tarde, mucho mejor es darle una sola vez al día por dos razones: la una porque naturalmente las aves no se ceven más de una vez al día, y como ya tengo dicho la arte ha de seguir siempre a natura; la otra dándoles dos papos al día, muchas vezes se les da de cenar pensando que ya han gastado lo que comieron por la mañana, creyendo, que pues no tienen papo, que ya lo gastaron, y engáñanse, que ahunque gastan el papo pássanlo al buche donde puede ser que ahún no lo hayan gastado, y dándoles sobre aquello de comer destrúyenles el buche y están siempre destemplados.
Pues hásele de dar de comer luego por la mañana, después que haya tomado el sol, porque a la hora que lo acostumbraren a comer, a aquella se vezará a tener hambre para poder bolar con él de mañana. Y el bolar de mañana es muy buena costumbre porque hasta mediodía suele hazer menos viento que de mediodía abaxo. De manera que en verano sea a las seis o siete horas, y en invierno a las siete o a las ocho de la mañana, y a la noche solamente se le dará un curalle con algunas picadas. Verdad es que en el invierno, quando haze grandes fríos, porque la noche es larga y no es bien que passen la frialdad della sin papo, se les deve dar de comer dos vezes al día, una a la mañana y otra a la noche como no sea tanto lo de la noche como lo de la mañana, y que no se lo den sin que primero haya gastado lo de la mañana que, ahunque le den de cenar a dos o tres horas de la noche, no es inconviniente pues no sea grande papo lo que le dieren, sino que sea de manera que para la mañana lo pueda haver bien gastado.
Y esto del dar de comer dos vezes al día tanbién se haze para subir una ave que estuviere baxa, porque más presto se sube con dos papos que con uno, especialmente en aquel tiempo que, como digo, haze grandes fríos.
Item, siempre que el caçador pudiere, deve de calentar la carne poniéndosela en el seno o entre la calça y pierna enbuelta en un paño limpio de lino o metiéndola en agua tibia, y que esté allí un poco hasta que la carne esté ya caliente, y quando assí la metieren métanla muy passo y ténganla muy queda en la agua porque no se lave y se le vaya la virtud, y después enxúguenla muy bien con un paño limpio de lino caliente, y esto no lo dexen de hazer en ninguna manera, porque no hay cosa más contraria a la ave ni que le engendre más dolencia que la vianda fría. Y como testigo de vista y experiencia, afirmo que la carne que se diere a la ave calentada en agua caliente, como he dicho, la gastará y digerirá en más breve tiempo, la metad por medio, que la que se diere de otra manera, y que hará tan buenas tulliduras como quando se da gallina. Y todas las vezes que pudieren dar de comer al açor en el campo no le den en casa, porque es mucho mejor. Y jamás deven dar de comer al açor sin que primero le llamen a la mano, a lo menos una vez en la semana, ahunque sea açor cevado, porque no se le olvide el venir a ella.
Otrosí, todas las vezes que le hovieren de dar a comer, llamen los perros y estén todos allí junto al açor quando come, porque él tome amor con ellos y no se esquive dellos y ellos le conozcan, para que en el campo no lleguen a él ni le hagan sinsabor de que les venga a tener temor, que es incoviniente muy grande que el açor esté escandalizado de los perros y se esquive dellos porque no estará seguro en la herida.
Item, la carne que se hoviere de guardar para el açor de un día para otro, ténganla siempre en un paño de lino que sea muy limpio, porque se conserva desta manera muy fresca y muy limpia, y de otra manera se gasta luego.
Acuérdense siempre que no se ha de dar de comer al açor hasta que haya hecho el curalle.
CAPÍTULO XIII
De cómo se han de cevar los açores pollos
EN la manera del cevar los açores pollos dos opiniones hallo entre caçadores: los unos dizen que no se deven de cevar en perdigones pequeños hasta que ya buelen como las madres o en ellas mesmas, diziendo que si los vezan en ellos que después dexan las perdizes en el invierno quando buelan mucho. Los otros dizen que se ha de vezar el açor a salir tras el perdigón pequeño y a seguirlo, y que assí como van los perdigones creciendo en las alas y buelo se vaya tanbién el açor poco a poco estirando y vezando a seguirlos más lexos, porque si de principio, sin hazer esto, lo ponen en la perdiz que buela bien, se espanta y la dexa, no atreviéndose a seguirla creyendo que no ha de parar. Pero lo que a mí me parece es que si el açor fuere tomado de la red se debe seguir la primera opinión, porque ya el tal açor viene cevado en palomas y vezado a seguirlas, pero si el açor fuere niego y criado en casa, que se deve guardar la segunda opinión, que es la regla común de caçadores, que dizen: "pollo con pollo", con la qual yo siempre me he hallado muy bien. Y para este tal açor escriviré la orden que se ha de tener en cevarlo, y es ésta: Quando ya el açor començare a saltar a la mano dévesele echar en una cámara o en el campo algún perdigón vivo o codorniz o alguna paloma o tórtola, teniendo el açor con fiador para que vaya reconociendo las aves y se despierte, especialmente si fuere niego, porque los niegos suelen estar muy bovos y no quieren llegar a cosa viva. Después que ya estuviere muy bien manero, llévenlo al campo y láncenle allí un perdigón de mano y cévenle muy bien en él, dexándole pelar y comer a su plazer todo lo que quisiere, y luego, dende a una hora o media, pruévenle el agua, y esto se haga dos o tres vezes. Después que ya estuviere cevado desta manera, témplese muy bien dándole rezia hambre, de la manera que más abaxo diré en este libro, en el quinzeno capítulo, y llévenle a la caça y láncenle a un perdigón que tenga buen lance, y cévenle muy bien en él dexándole pelar y comer a su plazer todo lo que quisiere, y dende a media hora pruévenle la agua. Desta manera le darán otras dos cevaduras, y a la quarta cevadura hazerle han matar dos perdigones, y a la otra tres, y a la otra quatro, y assí, poco a poco, se las irán creciendo. Pero hase de advertir que al tiempo que los perdigones son pequeños y buelan poco, no encaxquen mucho el açor en ellos, porque después dexaría las perdizes quando buelan mucho, de manera que, quando mucho, le hagan matar dos pares de perdigones y no más, y sobre todo han de travajar de llevar perros diestros, que no arremetan al açor ni lleguen a él quando tuviere la perdiz, y si no llevaren perros seguros póngase grande diligencia en socorrer al açor antes que los perros lleguen a él, porque si una vez le escarmientan y resabian y les cobra temor, jamás osará esperar en la herida, y es grandíssimo inconviniente y falta para un açor.
Item, se deve travajar, siempre que quisieren hazer buen açor, que después que le hovieren çebado una o dos vezes, no buelen con ventaja sino en tierra llana, mano por mano, para que si el açor fuere vezado a bolar con ventaja, si después le lançan en tierra llana sin ventaja, dexa la perdiz luego y no la sigue. Ni tanpoco deven lançarlo a mal lance, assí como es pico a viento o cuesta arriba o de muy lexos en tierra llana, porque como no puede cumplir el açor, ahunque haga lo que puede, resábiase dello y vézase a dexar la perdiz, y porque acaece muchas vezes que havrá volado muy bien el açor y puesto la perdiz en la herida y no se la pueden sacar de lo qual se resabia mucho. Es menester que hasta que el açor esté bien encaxado y cebadizo tengan en una cámara perdizes o perdigones vivos y lleve siempre consigo el caçador una dellas a la caça para echársela al açor en la herida quando no se puede sacar ni hallar la perdiz que boló, pero quítensele algunas plumas de las alas, y digo que todas las vezes que el açor si quier sea bien encaxado y cebadizo, si quier no lo sea, assentare la perdiz en la herida y no se le pudiere sacar, se le deve de echar otra si la hoviere viva, y si no sea muerta, pero sin comparación es mejor viva, porque sin duda se resabian los açores por muy buenos que sean quando no les sacan la perdiz de la herida, y si por ventura no tuviessen perdiz viva para poder llevar de casa, deve el caçador sacarle viva de las manos al açor la primera o la segunda perdiz que tomare y guardarla viva en la burchaca, porque si caçasse hasta la noche y no hallasse perdiz en que cebar o se le perdiesse en la herida, le lance aquella y le çeve en ella porque no buelva a casa sin cebar, que gastaría mucho la bondad del açor, y por esto y por lo que arriba he dicho, deve siempre el caçador llevar consigo una perdiz viva si quiere hazer de razonable açor muy bueno, y al bueno conservarle la bondad.
Otrosí digo que todas las vezes que el açor hiziere maravillas en alguna perdiz, lo deven cevar en ella ahunque no haya bolado aquel día más de aquella, y no le duela al caçador bolverse a casa puesto que haya salido con desseo e intención de bolar todo el día, porque ésta es una de las mejores cosas que puede hazer el caçador para hazer y tener muy buen açor, y hágale mil regalos sobre la perdiz, dexándole pelar y recrearse sobre ella, y que coma a su voluntad hasta que haga buen papo, o dándole el mesmo caçador de la perdiz lo que diré en el capítulo siguiente. Después que ya haya él pelado un buen rato, porque siempre le han de dexar pelar bien antes que lleguen a él ni le den de comer de la perdiz, y dende a una hora que le cevaron le prueven la agua.
Item, para afinar y assentar muy bien el açor, es cosa mucho buena darle dos o tres cevaduras de las que los caçadores llaman chocas, y son desta manera: Quando el açor hoviere bolado hazia la tarde muy bien una perdiz, déxenle comer della a su plazer todo quanto quisiere sin llegar a él, y déxenle allí aquella noche con tanto que haya por allí cerca un árbol donde duerma, porque si dormiesse en tierra llana sería peligroso de las raposas, y en la mañana madrugue bien el caçador, antes del día, y espérele allí hasta que se haga de día, y llámele y cójale con algún palomino o tórtola o pollo o otra ave, y con estas cevaduras se afinan y aseguran mucho los açores. Pero si fuere en tiempo que ya haze frío en las noches, no le dexen en el campo sino después que hoviere comido en la perdiz todo lo que quisiere y la dexare, cójanle y tráyanle consigo, y no haviéndole de dexar la noche en el campo sea esta cevadura muy temprano y no tarde, porque pueda el açor gastar aquel papo grande que havrá hecho, que quando quedan en el campo mejor lo gastan con el frío y sereno de la noche. Y guárdese mucho el que quisiere tener buen açor de no darle gran papo a las noches, sino que fuesse muy temprano porque no remanezca con él, que es muy dañoso, allende que dar grandes papos a las aves a las noches las destruye ahunque no remanezcan con ellos, y si por ventura remaneciesse con papo por haver comido mucho en la perdiz, no le den a comer en todo aquel día que remaneció, y para esto verán lo que digo en el libro tercero, en el capítulo treinta y dos.
Item, para que el açor tome amor y querencia con las perdizes, acostumbran algunos caçadores, y lo tienen por bueno, el día que bolaron, aquella noche, antes que se acuesten, darle a pelar en una perdiz ahunque tenga papo, porque se recrea mucho el açor, pero no la han de dexar comer nada della.
Si por ventura el açor no siguiere las perdizes y las dexare, para desvezarle hagan esto: Póngase el caçador con el açor escondido en alguna traspuesta por donde han de acudir y passar las perdizes, y vaya otro con los perros y levante las perdizes, y al tiempo que passaren suelte el açor, que como ya la perdiz havrá bolado la metad del buelo, para muy presto y el açor no desmaya y alcança, y si la hoviere a las manos y fuere ya tarde, déxenle con ella como se ha dicho.
Muchas vezes acaece cobrar el caçador un açor pollo tan tarde que ya los perdigones nuevos buelan como las perdizes viejas, y entonces es muy travajosa cosa cevar el açor, porque como buelan mucho y el açor ahún no ha sido cevado en ellas, no se atreve a seguirlas y assí las dexa; y ahun acaece tanbién passarse todo el primer año sin cevarse el açor pollo y meterlo assí en la muda; lo que en semejante caso se ha de hazer es una de dos cosas: la una es andar a caça juntamente con otro açor cevadizo y muy bueno, y en las perdizes que aquel quebrare, dar tres o quatro cevaduras al açor que está por cevar, y hase de hazer desta manera: llevarán de casa una perdiz viva en la burchaca, y quando el açor cevadizo assentare en la herida la perdiz que boló, láncenle de mano la que llevaron de casa quitándole algunas plumas y echándosela azia la otra parte donde está la perdiz quebrada, porque los perros no levanten la de la herida, y después entren con los perros en la herida y levanten la perdiz y lancen el açor que tienen por cevar, y assí lo cevarán y no se estragará el otro que boló la perdiz. La otra cosa es que tengan en una cámara muchas perdizes vivas y echarle han cada día una de mano en el campo hasta tanto que vean que las sigue y va detrás dellas de buena voluntad, lo qual se hará desta manera: a la primera perdiz que le hovieren de echar ponerle han unos cascaveles a los pies, cargados de plomo de dentro porque pesen y no la dexen bolar todo lo que ella podría, y si no tuvieren cascaveles pélenle de cada ala los dos o tres cuchillos y vayan al campo, y lleven una buena rama de algún árbol; y harán a un moço que ponga la perdiz debaxo de la rama y que ate un cordel al cabo della, que sea bien largo, y el caçador estará con el açor y con los perros aparte del moço porque el açor no vea poner la perdiz, y después que ya estuviere esto assí hecho, irá caçando con los perros azia donde está la perdiz, y como llegare azia ella hará que el moço desde lexos tire del cordel para que descubra la perdiz y salga y buele, y en saliendo la perdiz si viere que la quiere el açor, suéltele a ella, pero miren que para esto lleven el açor muy bien templado y con rezia hambre, y si por ventura no quisiere salir a la perdiz o si saliere no quisiere seguirla, no le den de comer essa noche más de solamente un curalle lleno de açúcar candi, y si saliere a ella y lo hiziere bien cévenle muy bien en ella y háganle muchos regalos. Al otro día siguiente harán lo mismo y desque vean que ya el açor codicia la perdiz y la sigue de buena gana, no pongan cascaveles a la perdiz ni le quiten pluma ninguna, sino que la dexen bolar todo lo que pudiere, porque el açor se comience a estirar y se veze a seguir la perdiz a la tira; y si no tuvieren rama para poner la perdiz debaxo della, como he dicho, harán que un moço lance la perdiz o la suelte en tierra por detrás de un recuesto, de manera que el açor no vea que la lançan de mano, porque si una vez lo viesse, después conocería las que le echassen de mano y dexaría las que saliessen de pazto, y esto harán tantas vezes que el açor quede tan bien cevado y encaxcado en ella como si se cevara y encaxcara en los perdigones nuevos, y después vayan a caça y láncenle a alguna perdiz del campo que tenga buen lance y que se la hayan quebrado primero dos vezes, y assí, poco a poco, lo podrán ir lançando a buenos lances hasta que lo tengan bien cevado.
Pero miren que quando le fueren creciendo las perdizes, como hoviere muerto una no buelen luego otra, sino que primero passe una hora o a los menos media porque olvide el pesar que le hizieron en quitarle y no dexarle comer la perdiz que mató, porque si luego tornassen a bolar, dexaría la otra perdiz creyendo que tanbién se la han de quitar como la primera, hasta que esté ya bien assentado.
Y en caso que hecho lo que he dicho el açor no quisiesse salir a la perdiz teniendo conocimiento de quál es lançada de mano y quál de pazto, hágase esto: llévenle una perdiz viva a la caça, y llévela uno que vaya cabe los perros, y al tiempo que saliere la vanda de perdizes lançe la que lleva viva para que vaya juntamente con las otras de la vanda, y lancen a aquella el açor porque aquella seguirá las otras de la vanda, y el açor saldrá a esta y como verá que va floxa seguirla ha muy bien, y assí el açor irá con la vanda a la querencia de la de la mano y se vezará a salir a las perdizes de la vanda y perderá aquel vicio. Y esto yo lo he provado y he hecho desta manera muy buen açor. Pero sea aviso que todas las vezes que hovieren de poner en la muda algún açor que no se pudo cevar de pollo, lo pongan temprano y le ayuden quanto pudieren para que mude y salga muy temprano de la muda, porque se pueda cevar y encaxcar en los perdigones nuevos, porque con esto no havrá necessidad de passar el travajo que arriba he dicho, y en tal caso téngase cuidado de darle en la muda aves vivas para que las mate y pele y tome querencia con ellas y no se haga amigo de sola carne.
CAPÍTULO XIV
De lo que se ha de dar al açor de la perdiz en que le cevaren y de los plazeres que sobre ella se le han de hazer
SIEMPRE que cevaren el açor le han de dar de comer de la perdiz lo siguiente: lo primero que se ha de hazer es dexar pelar en ella a su plazer y no lleguen a él hasta que haya muy bien pelado, y después alléguese a él el caçador graciosamente hablándole, y abáxese y quebrántenle luego la cabeça y déle allí, en tierra, a descogotar, y coma los sesos, y después que haya comido esto, levántese y saque la pierna entera y désela assí caliente, y si fuere açor prima darle ha las dos piernas, luego después le dará el pescueço y los cueros dél con sus plumas, bueltos del envés, por pluma o curalle, y después los higadillos, coraçón y entrañas, y la molleja alimpiada, no dándole sino la carne della solamente y no aquellos nerviazos duros que tiene, y dénsele los sainetes o gordurillas que están entre los estentinos, ahunque esto algunos caçadores lo repruevan diziendo que toda gordura empalaga y quita la hambre y haze perder la gana de comer; yo bien creo que siendo en mucha quantidad havría razón para ello, pero siendo tan poca quantidad como son los sainetes, que engolosinarán y sabrosearán más al açor que no empalagarlo. Désele después el obispillo y después quebrantarán con los dientes los huessos de la pierna y con una pluma o chupando sacarán della los tuétanos y dárselos han en la mano, y después de todo esto si querrán dar más pluma, darle han la punta de una ala con alguna pluma quebrantando los huessos della muy bien con los dientes, y assimismo el pie de la perdiz quitándole las uñas y quebrantándola muy bien con los dientes. Pero si el açor tomare por vicio de irse con la perdiz, cévenle siempre en tierra porque con esto lo perderá. Y digo que si la ave se hoviere de subir, se suba sobre la perdiz dándole allí muy buen papo sobre la cevadura, y no la suban en casa si possible fuere porque se hazen torrezneros. Pero guárdense mucho, si fuere tarde, de darle grande papo, porque dos cosas pierden una ave y la hazen perder de su bondad y de su bolar: la una es purgarla muy a menudo y la otra es darle gran papo a las noches.
CAPÍTULO XV
De cómo se ha de templar el açor para bolar
LA mayor parte del primor que hay para hazer bolar muy bien una ave, no me da más que sea açor que halcón o gavilán, está en saberle templar y hazer que lleve buena hambre, y lo que principalmente el caçador ha de procurar para saber hazer esto es conocer la condición de su ave si quiere mucho o poco temple, porque yo he tenido açor que ningún temple quería, y esto alcançarlo ha dándole una vez poco temple y otra vez más o menos, y ver con quál anda mejor, y toda la perfectión del templar, para que la ave haga gentilezas en su buelo, está en que, si possible fuere, esté gorda y buena de carnes, y el día que hoviere de bolar lleve rezia hambre, porque la ave que está flaca no puede bien bolar, pero si la ave fuere tan vellaca de condición que no quisiere bolar de su voluntad estando gorda y buena de carnes, con los temples que aquí escreviré se le hará hazer la razón.
Y la manera del templar es ésta: dos días antes que se haya de ir a bolar, darán al açor un muy buen papo entre las nueve y las diez horas de la mañana, después que haya tomado el sol, y en todo el día no se le dé más de comer, ni tampoco se le dé curalle. Al otro día témplenle desta manera: a las siete o ocho horas de la mañana le darán el medio papo que le acostumbran dar, y si la carne que se le diere fuere de coraçón de carnero llevará mejor hambre, especialmente si puesto en un paño lo machacan un poco con una mano de almirez o otra cosa semejante, como se mostró arriba en el onzeno capítulo, y si tienen acostumbrado el açor a roher, hazerle han roher y estirar un buen rato antes que le den de comer, y darle han entre día la agua si la quisiere tomar, y a la noche el curalle con dos o tres picadillas y roha un rato, y para que vaya bien templado y con hambre pónganlo al sereno aquella noche, pero si fuere en el invierno, quando haze grandes fríos, no lo deven de hazer, pero pueden mudrugar dos o tres horas antes del día y ponerlo al sereno, que aquello le dará mucha hambre, y si hoviere corredor o otro lugar semejante donde esté debaxo de cubierto y le entre bien el sereno y frialdad, más sano es. Al otro día siguiente podrá ir a bolar, pero miren que no buelen hasta que el açor haya hecho el curalle, y si se detuviere en hazerlo y quisieren que lo haga láncenle por la garganta un grano de encienso como en el tercero libro, en el capítulo treinta y uno, diré, y después que le hovieren cevado dende a una hora o media, si hoviere tiempo, probarle han la agua, y si no hoviere tiempo por ser ya tarde, pruévenle en casa si querrá bever en alguna taça de plata o otro vaso semejante. Y sea regla general, que todos los días que hovieren cevado el açor si no tuvieren tiempo de le provar la agua en la ribera, le den a bever en casa en una taça de plata o en otro qualquier vaso como he dicho, porque esto les haze mucho provecho y los haze andar muy graciosos en la caça. Y si con este temple no anduviere bueno, quítenle a la otra vez que lo templaren la metad de lo que se le dio primero, pero con los torçuelos se tenga más cuenta que con los primas porque no sufren andar tan baxos ni con tan rezio temple, porque son aves más delicadas que las primas, y como tienen poca persona, si los abaxan o les dan rezio temple desmayan.
Y miren que el día que hovire de bolar el açor no le pongan al sol, porque el sol y el calor les quita la hambre, y el frío y frescura se les da, excepto si el día de antes hoviesse tomado la agua y no se hoviesse enxugado.
Y si con quitarle de la vianda tanpoco el açor anduviesse bueno, no le den aquella noche de cenar sino muy pocas picadas, y con ellas un grano de açúcar candi tan grande como una avellana por partir, porque conozca que por no haver hecho su dever no se le da de comer.
E porque hay aves tan mal acondicionadas que ahunque les quiten de la vianda para templarlos no quieren bolar como deven, diré aquí muchas cosas con que se les pueda dar rezio temple y les hagan bolar con muy buena gana ahunque estén gordas. Y una dellas es el vinagre, mojando en él la carne que hovieren de comer o el curalle que a las noches se les diere, pero en esto se han de guardar dos reglas: la una es que si el vinagre fuere fuerte se dé en poca quantidad o lo templen con agua de yervabuena o de assensios. La otra es que a aves que estuvieren muy flacas no se ha de dar sino muy poquito y muy templado, porque las derribaría mucho, porque sin duda el vinagre haze digerir y gastar mucho a las aves y les pone rezia hambre. Y el curalle que se haze de hojas de yervabuena majadas y remojadas un rato en vinagre y cubiertas con poca estopa es muy singular para dar hambre, y el vinagre blanco es mucho mejor que el tinto, y mucho mejor el rosado y el que es hecho con granos de la grana porque son muy confortativos.
Item, la alquitira es una de las cosas que más hambre y más rezio temple dan a las aves ahunque estén muy gordas, y hase de dar desta manera: tomen tanta alquitira como una hava o dos y muélanla un poco, y a la noche de antes que hovieren de templar al açor pónganla a remojar en dos onças de agua de yervabuena o de assensios o de las dos, y esté assí en remojo toda aquella noche, y al otro día de mañana estará hecha una bava, y si alguna agua hoviere quítenla y echen açúcar candi molido sobre la bava de la alquitira, y rebuelvan y desháganlo con un cuchillo y tomen un coraçón de carnero o de cabra muy bien desvenado y limpio y pónganle dentro en un paño de lino limpio y quebrántenlo con una mano de almirez y denlo al açor mojándolo en la alquitira muy a menudo, de manera que no coma bocado del coraçón que no lleve della, y con esto tullirá esse día muchos barros negros y desbuchará y alimpiará las tripas, con lo qual al otro día, quando bolare, llevará muy rezia hambre y bolará con muy buena gana. Y si no tuvieren agua de yervabuena ni de assensios para remojar la alquitira, remójenla en agua clara. Y si quisieren que vaya más desbuchado y lleve más rezia hambre, al tiempo que pusieren a remojar la alquitira pongan tanbién con ella zaragatona en grano, y entera y no molida, poniendo tantos granos como cabrían en una cáscara de avellana, y a la mañana quando rebolvieren la alquitira, rebuélvanla bien con la zaragatona y açúcar candi y denle con ello el coraçón como está dicho.
Y si no pudiessen haver coraçón, denle carnero lavado muy bien primero y muy bien estrujado, y no sea tanta quantidad como el coraçón porque el coraçón gástasse más presto, y a la noche denle curalle de estopa mojado en vinagre, o un curalle de hojas de yervabuena majadas y remojadas un poco en vinagre como arriba se dixo, o un curalle de estopa y puestos dentro dél una dozena de granos de alholvas quebrantados, o mojado el curalle en agua de yervabuena o assensios, y después llevando con él los polvos que se le apegaren de alholvas molidas o de alholvas y orégano y açúcar candi muy molidos y passados por cedaço, porque estas cosas dan rezia hambre a las aves; y si la ave no quisiere llevar este curalle, cójanla y échenselo por la garganta.
Assimismo se templará el açor muy bien y con rezia hambre dándole un coraçón de carnero desvenado y majado como arriba se ha dicho, mezclándole y encorporándole estos polvos: tomen alquitira una parte, alholvas y açúcar candi, de cada uno dos partes, y muélase cada uno por sí y mézclense, y destos polvos tomen tantos quantos cabrían sobre medio real, y si al tiempo que tomaren en ellos el coraçón mezclaren tanbién con ellos granos de zaragatona enteros y sin moler, será más rezio el temple. Y ahun con sólo el coraçón con la zaragatona en grano llevará el açor buen temple y buena hambre, pero guárdense de dar la zaragatona molida como muchas vezes lo he dicho.
Y si quisieren dar a una ave muy más rezio temple que todos los que dicho, denle la alquitira remojada de ante noche en agua como se ha dicho, y al otro día después que la dieron no vayan a bolar, mas den a la ave por la mañana medio coraçón de carnero desvenado y majado y lavado en orinas de moço sano, y en todo aquel día no coma otra cosa sino a la noche su curalle, y al otro día, que será el tercero, vayan a bolar y hará la ave maravillas, pero para dar este temple es menester que la ave esté gorda y no flaca, y que el día que bolaren la requieran de quando en quando con algunas picadas si no mataren la caça.
Assimismo se puede templar la ave deshaziendo açúcar candi y açúcar colorado, partes iguales, en agua de yervabuena o de assensios y lavándole con ello la carne, y dando a la noche un curalle de estopa mojado en esto; o dándole por curalle los brotes de los assensios y ahun sólo el açúcar vermejo o el común deshecho en agua, y mojando en ello la carne pone buena hambre. Y lo mismo haze la aguamiel y la lexía con la miel. Y lo mismo es mojando y lavando la carne en orinas que sean de persona sana y limpia.
Y siempre que dieren coraçón a la ave, llevará más temple que dándole carne. Y si fuere lavado y majado mucho más.
El día que bolare el açor, si fuere algo tarde y no hoviere muerto alguna perdiz de que haya podido comer algo, denle algunas picadas andando en la caça, especialmente si fuere torçuelo, lo uno porque no desmaye, lo otro porque les despierta la hambre y les da más apetito de comer, lo otro porque estando mucho tiempo sin comer el açor gasta del humor radical y sustancial del cuerpo y refría y estríñesele el buche y los estentinos y viénese después a secar y regitan la vianda que después se les da. Y aquí quiero yo avisar a algunos caçadores que se guarden de tener el açor sin comer de dos días adelante, y ahun en los dos hay açores que passarán peligro; esto digo porque he visto caçadores que porque su ave lleve rezio temple no le dan de comer el día de antes que van a volar, y si no buela bien tanpoco le dan de comer esse día, y al tercero día como van a bolar y se detienen de hallar la caça, desmáyase la ave y suélese caer muerta de la mano.
CAPÍTULO XVI
De la manera y orden del caçar
EN la caça siempre procure el caçador de hazer que los perros vayan cabe él, y que no se le aparten mucho quando quisiere lançar porque el lançe salga más cerca, pero si es para levantar la caça bien se sufre que los perros anden algo apartados del caçador.
Siempre travajen de socorrer muy presto al açor en la herida, porque los perros no lleguen a él y no le resabien, y porque no se coman la perdiz antes que el caçador llegue, y si algún perro llegare al açor a quitarle la perdiz de las manos o de otra manera, castíguenle muy cruelmente hasta que lo dexen medio muerto, porque esto es causa de que un muy buen açor se haga ruin, y no puede tener peor cosa que estar resabiado y escandalizado de los perros.
Procure siempre el caçador de lançar con ventaja, si la hoviere, y si fuere en parte que no se pueda lançar con ventaja por ser tierra llana, lançe lo más cerca que ser pueda, teniendo siempre ojo al perro que más encendido anda en el rastro, y assimismo travaje de estar tan avisado para lançar presto, que jamás se le cuelgue el açor de la mano y no se acodicie de lançar a la vanda, sino ataláyense muy bien las perdizes dónde van, porque desto se siguen dos provechos: el uno que la perdiz quebrantada es menos travajosa de matar; el otro que, como se ha visto dónde cayó, puédese bolar rabo a viento, que es lo que siempre que hiziere viento ha de procurar el caçador porque, pudiéndose escusar, jamás se deve lançar pico a viento. Y procure de llevar consigo las más atalayas que pueda, porque éstas matan las perdizes.
Otrosí, ahunque ya lo he dicho una vez, lo torno a dezir otra: que siempre travaje el caçador de llevar consigo perdiz viva o palomino o tórtola viva en la burchaca para echársela en la herida quando no se pudiesse sacar la perdiz que boló.
Jamás vayan a volar sin que lleven buen hurón con que saquen la perdiz si se encobare, porque sin duda se resabian mucho los açores quando bolaron bien la perdiz si no se les sacan en la herida.
Y assimismo torno a dezir que siempre que el açor hiziere algún buelo estremado, le ceven en aquella perdiz que con el tal buelo matare, ahunque sea la primera que aquel día mató, y no duela al caçador bolverse a casa porque esto afina los açores, y de medio buenos los haze enteramente buenos. Y nunca sea amigo de burchaca, digo, de matar muchas perdizes, sino de hazer buen açor. Y sobre todo travaje quanto pudiere de que ningún día de quantos bolare con el açor se buelva a casa sin cevarle, y a esto ha de tener buen fin si quisiere tener buen açor.
Muchas vezes acaece templar el açor por la orden que he dicho y andar desgraciado, lo qual suele causarlo estar desbañado, digo, no haver tomado agua aquellos días, y especialmente suele acaecer esto en días que haze calor. Quando el caçador viere esto, déle unas picadillas, y si hiziere más rezio calor o la ave estuviere gorda, ahunque no se las dé, no haze mucho al caso. Y pruévele la agua y, si la tomare, aguárdele hasta que se haya enxugado muy bien y tornen luego a bolar, y verán que andará gracioso.
Otrosí, porque una de las mejores condiciones y costumbres que puede tener una ave es que en llegando el caçador a socorrerle a la herida le salte a la mano o a la cabeça, donde no hay árboles o cabeços para amejorarse, hágase esto: luego que llegare el caçador a la herida, tenga ojo al açor a dónde pone los ojos, que allí está la perdiz, y entonces póngasele delante, de manera que él no pueda mirar hazia donde está la perdiz que, como le cubrieren la vista donde él tenía el ojo a la perdiz luego saltará sobre la cabeça del caçador o sobre el cavallo o a la mano. Y si una vez le vezare a esto, por esta costumbre se irá.
Item, deve el caçador acostumbrar su açor a bolar de mañana por dos razones: la una porque es muy buena costumbre, y comúnmente en las mañanas no haze tan grande viento como de mediodía abaxo; la otra porque las águilas ni otras aves dañosas no parecen entonces.
En la perdiz que hovieren de cevar el açor no le den luego a comer de la carne, sino déxenle pelar primero en ella un buen rato y después denle de comer della como dicho es.
Si el açor se vezare a irse con la perdiz quando la toma o quando llegaren a él, acostúmbrenle de cevar y darle de comer en tierra muchas vezes, porque con esto le harán perder aquel vicio. Y si quando le echaren alguna perdiz de mano para hazerlo baxar de algún árbol, quando no quiere baxar a la mano, se fuere con ella, para quitarle este vicio atarán a la perdiz un cordel y, teniendo del un cabo dél, echársela han y assí no se irá y perderá aquel vicio.
No deve el caçador acostumbrar a cevar su açor a una mesma hora, sino que una vez le ceve de mañana y otra a mediodía y otra a hora de vísperas y otra vez muy tarde, porque quando los acostumbran a cevar siempre a una mesma hora no quieren bolar de buena gana hasta que llega aquella hora creyendo que hasta entonces no les han de dar de comer, ni menos le hagan matar siempre un número de perdizes, sino que una vez le ceven en la primera, y otra en la segunda, y otra en la tercera, y otra vez le hagan matar muchas, y otras pocas porque no sepa en quál le han de cevar por la mesma razón que se ha dicho.
Acaece muchas vezes que la perdiz que buela el açor va a caer en parte que hay otra o otras perdizes, y como llegan los perros y entran en la herida, sale alguna destas que no fueron boladas y los más de los açores salen un poco tras della, y luego la dexan y se buelven a la mesma herida conociendo que no es aquella la perdiz que bolaron, y si el caçador es nuevo pensará que aquella era la perdiz que su açor boló y que la dexó de vellaco, o si por ventura el açor es tan bueno y de tan grande coraçón y rezias alas que sigue la que de nuevo salió, si el caçador es nuevo procura de cobrar aquella y no buelve a la herida primera creyendo que aquella era la primera perdiz bolada, y es error grande y no deve dexar de bolver a buscar la primera después de cobrada la segunda que el açor boló, ahunque esto pocos açores lo hazen. Esto se conoce fácilmente en que qualquiera perdiz que haya sido bolada del açor sale después tan quebrada y tan atemorizada que quasi no osa bolar, y a muchas dellas abocan los perros y otras se toman a manos, y ya que algunas buelen, salen y buelan muy floxamente si no las dexan reposar grande rato, lo que no es en las perdizes que no fueron boladas, que salen con grande furia y con rezias alas.
Hay algunos açores que quando los sueltan a la perdiz la dexan y se van a los lugares y se cevan en las gallinas, y assí se hazen gallineros. Dos remedios he oído dezir que se deven hazer en esto: el uno es tener un hombre apercebido en el lugar a donde ellos suelen acudir y, en viéndole tomar la gallina, corra a él y tómele por la cabeça y téngale assí un rato, de manera que no le ahogue, y quando le hoviere de soltar échele un capirote y no se lo quiten hasta el otro día que le hovieren de dar de comer. El otro es que le dexe pelar de la gallina y, en haziéndole sangre, se la allegue y le eche allí donde fuere a comer azívar molido, para que con la amargura dél aborrezca las gallinas.
En el verano y quando haze calores, busquen siempre las perdizes en los llanos que están en las alturas, donde ellas pueden gozar del aire, o en las sombras de cerros o matas. Y en el invierno y quando haze frío, en los valles y recuestos que tienen sol y abrigo. Y quando los panes sembrados comiençan a pradear, hallaránlas en ellos que andan al pazto.
Si fueren a bolar en tiempo de calor, a parte que no haya agua, lleven una buena bota de agua y una escudilla de palo para dar a bever a los perros porque no se cansen.
CAPÍTULO XVII
Del açor que se sube y levanta
SUÉLENSE subir los açores y gavilanes quando yerran o dexan la perdiz o codorniz y ándanse torneando muy alto, y de allí caen muy lexos del caçador, y ahunque esto por la mayor parte lo hazen quando están desbañados, y entonces van a caer a la ribera, todavía lo hazen tanbién por ser vellacos. Lo que en este caso se acostumbra hazer es coserles las colas porque no las puedan estender; otros se las cortan; otros les pelan todas las plumas de la overa diziendo que con la frialdad que allí reciben del aire no suben a lo alto, donde está el aire muy fresco; otros, por la mesma razón, les pelan los oídos.
CAPÍTULO XVIII
Del açor piador
LOS más de los açores que se toman de los nidos y se crían en casa salen piadores, pero muchos dellos no lo serán si les dan el recaudo que yo dixe arriba en el capítulo sexto. Y yo he criado açores prima que jamás piaron, y lo que más fue que teniendo otro açor prima y mudado de una muda y, estando después los dos juntos, piaba el mudado y no piaba el pollo. No embargante, que es regla cierta, que quando los han criado bien y no pían, suelen piar la primera vez que veen algún açor mudado porque piensan que es el padre o la madre.
Para hazer que no píen, o a lo menos que no píen tanto como solían, hágase esto: tráyanlo muy cevadizo que quanto más a menudo bolaren con él y lo cevaren menos piará. Denle algunas chocas dexándolo algunas noches en el campo con algunas buenas cevaduras como arriba, en el trezeno capítulo, dixe. Ténganlo siempre en cámara escura, y ahun algunos caçadores los ponen debaxo de alguna cuba o comporta; otros caçadores les cortan un poco de la lengua, pero esto es burla, que por esto no dexan de piar; otros dizen que se les dé un botón de huego en el garganchoncillo, por donde passa el aliento y la voz, porque ensanchándoseles la garganta quedan roncos, como acaece en las personas que de haver tenido bubas se les comió el gaznate o garganta, y que el botón de huego se ha de dar con un hierro hecho a manera de cuchillo, y ahunque esto me dixo una persona illustre muy sabia y de mucha auctoridad y verdad, yo no lo he probado en açores, pero provélo en un gallo y no murió dello, antes curó muy bien y vivió muchos años después; otros les ponen capirote y con él lo suelen perder; otros hazen esto: al tiempo que pían ásenles de la cabeça teniéndolos de las piernas, y tiénenlos assí un poco, y cada vez que pían hazen lo mismo en quatro o cinco días continuos y, sin duda, toman tanto temor que no osan piar, y yo lo he provado, pero hay un muy grande inconviniente y es que se ressabian y escandalizan en grande manera.
CAPÍTULO XIX
Del lugar donde ha de estar el açor de día y de noche
EL lugar donde hoviere de estar el açor sea una cámara apartada de donde passa mucha gente porque no le enojen. Tenga buena alcándara, rezia, gruessa y segura, que no se menee, y cúbranla de cuero de valdrés adovado con sal de compás, porque aprieta mucho las manos y las preserva de clavos y suelas y otras enfermedades, y descansan mucho los açores con la blandura del cuero; otros cubren la alcándara con paño colorado o de otro color; otros con pelleja de liebre, y todo esto es muy provechoso, pero no teniendo ninguna destas cosas pónganle el guante debaxo de las manos, atado a la alcándara con la lonja, y esto es más necessario en invierno que en verano. Póngase un paño de lienço gruesso atado a la alcándara y que cuelgue della, y que sea tan largo como la alcándara, porque si el açor se debatiere se buelva a ella y no se cuelgue ni se reate tornando a subir a la alcándara por debaxo della.
Esté debaxo de la alcándara el suelo muy limpio para que se halle luego el curalle que hiziere el açor y sepa si lo hizo o no, y tanbién para que se vean las tulliduras que haze, porque, como en el tercero libro diré, por ellas se conocen muchas enfermedades que vienen a las aves.
Sea la cámara abrigada para que ni en el verano entre calor ni en el invierno frío, porque como quiera que algunos caçadores dizen que en verano y en invierno estará mejor y más sano el açor estando al frío, assí de la noche como del día, diziendo que su naturaleza es dormir en el campo al frío y al calor en invierno y en verano, engáñanse mucho porque vemos claramente que las aves se portean cada año huyendo de los fríos del invierno y de los calores del verano. Verdad es que en el verano, quando haze calores, es muy bueno dexar el açor toda la noche al sereno porque aquello le es natural y se recrea mucho y está más hambriento y va mejor templado para volar, pero en el invierno, quando haze grandes fríos, en ninguna manera lo hagan, que si quisieren ponerlo al sereno en aquel tiempo porque vaya con más hambre y con mejor temple a la caça, deven de madrugar dos o tres horas antes del día y sacarlo al sereno de la mañana, y aquello le bastará. Sea esta cámara en lugar que no pueda dar al açor luna por agujero, que es dañosíssima cosa, y a mí se me tullió uno dello, ni tanpoco humo ni polvo ni sereno en el invierno, porque esto le engendra mucha agua en la cabeça, y especialmente el humo y el polvo, ni menos la tengan en cavalleriza, que los vapores della son muy dañosos y, si ser pudiere, esté cerca de la cámara donde durmiere el caçador que le tiene a cargo y ahun, si possible fuesse, querría yo que durmiesse en la misma cámara donde duerme el caçador, porque desde la cama vea a cada passo todo lo que el açor haze, y le descubre y conoce qualquier enfermedad que tiene, especialmente si tiene piedra o filandrias o güérmezes, lo que no se puede tan bien hazer no viéndolo siempre sino de quando en quando.
Qualquier ave gastará más presto la vianda estando en lugar escuro y frío o fresco que no en lugar claro y caliente.
CAPÍTULO XX
De cómo se ha de hazer el açor capirotero y raleón y de presiones
EN España poco usan los caçadores poner los açores en presiones, ahunque en Alemaña y en Portugal se usa mucho, pero porque salen algunos dellos tan vellacos para perdizes y tanbién porque hay cavalleros que son más aficionados a las presiones, diremos aquí cómo se han de hazer para ellas.
Todas las aves de rapiña que han de bolar presiones, assí los halcones como los açores y gavilanes, quieren andar siempre con capirote, pero los açores normalmente son enemigos dél y lo sufren de muy mala voluntad, y ahunque en Flandres y en Francia los caçadores acostumbran hazer capiroteros muchos açores, en España pocos se han visto serlo.
Pues ya que quieran tentar y provar de hazerlo, sólos quatro avisos puedo dar para ello: el uno es que el capirote sea bien hecho y muy grande, porque no haga enojo al açor, y especialmente se ha de mirar mucho en que no le toque en el colodrillo, porque si allí le tocare, de una sola vez quedará escarmentado para no le esperar. El otro es que el caçador que a los principios se lo hoviere de echar sea muy diestro porque no le resabie, y cada vez que se lo quitare le muestre el roedero. El otro es que se guarde con el açor la mesma regla que con el halcón sacre, que es hazerle una sopa de agua rociándole cada vez que le hovieren de poner y quitar el capirote, porque desta manera, y no de otra, lo esperará a los principios, que después que estuvieren hechos a ello aguardarlo han. El otro es éste: tómese el capirote de la borla y báxenle a la mano de la carne y hagan que el açor coma por dentro del capirote, de tal manera que él mesmo meta el pico y cabeça a picar de la carne por el mesmo lugar que ha de entrar en el capirote y, como el açor fuere a picar, buelva el caçador el capirote y assí el mesmo açor se lo pondrá con poco que el caçador ayude, y ésta es la mejor manera de todas para poner el capirote a açores y gavilanes y esmerejones, y no dexen de provar a hazerlo capirotero porque sin duda es mucho mejor, pero en caso que no lo pudieren o no lo quisieren hazer capirotero, ahunque no lo sea, será muy bueno para presiones queriendo travajar en él y sabiéndolo hazer, porque los açores de mejor gana travan y prenden que no buelan largo trecho, como es el de la perdiz.
Y la orden y regla que para hazerlo a presiones se ha de tener es ésta: Lo primero que se ha de hazer es atrainar el açor muy bien en presiones, y atrainar tanto quiere dezir como echarle presiones de mano, lo qual se haze desta manera: Den a comer al açor en una liebre muerta o en un conejo, y a otro día échenle en tierra otra liebre muerta o conejo y denle a comer en ella, y a otro día hagan lo mesmo procurando siempre que se veze a tomar de la cabeça, y para que se veze aten una poca de carne a la liebre entre las orejas, o denle entre ellas una cuchillada, o dessuéllenle allí el cuero para que se haga allí sangre, y después que hoviere asido de la cabeça denle luego los ojos y la espaldilla, y desque vieren que va denodadamente a comer en la liebre muerta, busquen una liebre viva o un conejo y suéltensela con un cordel, y si la quisiere láncenle a ella y cévenle muy bien en ella dándole siempre de comer al principio los ojos y después la espaldilla, porque, como he dicho, se veze a prender de la cabeça. Después vayan a buscar una liebre al campo, pero no lleven perro ninguno porque con el açor no es menester, assí como con el halcón, y esto es porque como el açor trava y prende la liebre y no suelta, no hay perro, por muy manso que sea, que no atropelle el açor y lo maltrate, lo que no se haze con el halcón, porque el halcón no haze más de golpear la liebre y no trava assí como el açor; pues hase de buscar la liebre sin perros y, en hallándola, lancen el açor y cévenle muy bien en ella y denle otras dos o tres tales cevaduras y assí quedará buen lebrero. Pero si el açor no es rezio, dévenle llevar embargado, especialmente no volando en tierra rasa donde no haya matas, porque donde las hay como la liebre va corriendo y el açor le ase, ásese tanbién con la una mano a la primera mata que halla, y abre y despiérnale la liebre con la furia que lleva corriendo.
Después que estuviere el açor lebrero, si lo quisieren hazer para presiones grandes, assí como grua y cigüeña, ánsar brava, garça y abutarda y otras semejantes, tomen una ánsar mansa y échensela de mano, de manera que buele y, si la tomare bien déxenle pelar y denle de comer en ella, y porque la carne de la ánsar no es buena, tengan otra buena vianda que darle sobre la ánsar, de manera que el açor piense que come della. Y en el echarle la ánsar de mano se ha de guardar esta regla: Que la primera vez se la echen en tierra muy cerca del açor y otra vez se la pongan lexos, y antes de lançarlo a ella rodeenla con el açor en la mano porque se veze a ella y otras vezes se la echen volando porque ellos volando, y no en tierra, la han de tomar.
Y si lo quisieren hazer raleón en ánades y alabancos y otras aves de ralea, tomen una ánade mansa y échensela de mano, y hagan lo mismo que he dicho que se haga con la ánsar.
Desque el caçador vea que el açor se atraina muy bien en las presiones y raleas, témplele muy bien, y porque vaya mejor templado, el día que hoviere de bolar levántense dos horas antes del día y pongan el açor al sereno, y vaya a buscar las gruas o ánades o las otras presiones o raleas que quisiere bolar, y como el caçador las hallare y viere, conviene que sea diestro en dos cosas: La una es en sabérseles entrar y allegar para que todo quanto más cerca pudiere lance. La otra es en saber lançar, porque en estas dos cosas consiste toda la perfectión desta manera de caçar de empuesta. Y para que el nuevo caçador sepa hazer esto, diré aquí las reglas y orden que en ello se han de guardar.
Procure el caçador de llevar bestia que vaya de andadura o lleve passo muy llano y no trote, porque haga menos ruido, y no lleve manga de capote ni otra cosa semejante que alce ni se menee, porque no se espanten y levanten las presiones.
Vaya rabo a viento porque en ninguna manera, pudiéndose escusar, se ha de lançar pico a viento, y ahun no solamente rabo a viento, pero ahun al mesmo hilo del viento, y esto por quatro razones: La una es porque como quiera que el açor de su natura querría más volar pico a viento, todavía si va rabo a viento, al mismo hilo del viento buela más y llega más presto sobre la presión. La otra es porque si no le lançan al hilo del viento, ahunque sea rabo a viento, todavía el aire le haze hazer unas bueltas y tornos en los quales descubre mucho las alas y veenlo luego las presiones y levántanse, lo que no haze yendo al mesmo hilo del viento porque va cogido. La otra es porque como las presiones, y especialmente las ánades, siempre de su natura se levantan y buelan pico a viento, bolando el açor rabo a viento encuentra con ellas en el camino. La otra es porque quando las ánades y otras presiones veen venir el açor rabo a viento, que es por el camino que ellas han de ir, aguardan mucho de temor de encontrar con él.
Ni tanpoco vaya el caçador ni lançe derecho contra los rayos del sol, porque el açor no podría ver bien las presiones y ellas verían a él y levantarse hían, y lançando al contrario desto alcánçase el efecto contrario deste inconviniente.
Vaya por traspuestas y quanto más encubierto pudiere, porque quanto más cerca se allegare a las presiones y de más cerca lançare, es muy mejor como ya se ha dicho.
No siendo el açor capirotero, llévenle encubierto y el rostro azia el caçador, porque ni las presiones le vean ni él vea a ellas, y si las viere y se debatiere, buélvale el caçador a la mano con desgracia, dándole un tirón de manera que él entienda que se le da por castigo, porque no haze lo que deve y se veze a ir quedo en la mano, lo qual se ha de procurar mucho a los principios, que después que ellos se vezan y se van haziendo diestros, en viendo las prisiones se derriban sobre la mano y aguardan hasta que les dan della y los lançan.
No lançen de revés porque en la buelta que el açor haze se descubre mucho y le veen las presiones y se levantan, sino lancen al derecho porque irá más secreto.
No haga el caçador remango ni baibén alguno al tiempo que lançare, mas deve solamente bolver la mano teniendo el braço quedo y tiesto, porque no aperciba las presiones, y abaxe la mano hasta la espalda del cavallo porque el açor salga y vaya más secreto.
Procure de lançar de alguna traspuesta y parte cubierta y, al tiempo que hoviere de lançar, mire que la presión esté descuidada, especialmente si pudiesse ser aguardar a quando ellas se abaxan a picar o comer o buscan el gusano o semejante cosa, porque quando a este tal tiempo se lança, ahunque el lançe sea lexos, se puede muy bien lançar porque tiene tiempo el açor de llegar sobre la presión, antes que recuerde.
Siendo el açor capirotero vaya con capirote hasta que le quieran lançar.
Después que el caçador hoviere lançado el açor, es menester que, antes que el açor llegue a pegar con la presión, haga ruido en el arzón de la silla o con las palmas de las manos o de otra manera y dé vozes para que la presión se levante quanto seis o siete passos antes que el açor llegue a ella, porque desta manera tomarla ha en el aire y de otra manera havríala de tomar en tierra o en la agua, y ahun muchas vezes la presión se le metería dentro de la agua, todo lo qual se deve escusar.
Otros caçan con cabestrillo porque lançan de más cerca, pero no se pueden bolar tantos lances como desta otra manera.
Si el açor cobrare la presión, háganle mil plazeres sobrella y denle en ella pierna de gallina o otra buena vianda, dándosela de manera que el açor no vea ni piense que come de otra vianda, sino de la misma de la prisión, porque, como ya otras vezes se ha dicho, la carne destas prisiones es mala vianda, assí para açores como para halcones.
Si el açor tomare grua o ánsar brava o cuervo carnicero y semejantes presiones, lleven buen galgo de socorro y el caçador socórrale tanbién luego, porque quando el açor prende alguna destas presiones, cargan sobre él todas las compañeras y, si con diligencia no le socorriessen, podríanle matar muy presto, y ahun con todo esto digo que es cosa muy peligrosa lançar el açor a cuervo carnicero porque se ha visto romper la ala al açor de una sola picada.
CAPÍTULO XXI
De lo que se ha de dar al açor para que no hueve
DIZEN los filósofos que en el hombre hay tres ánimas, es a saber: intellectiva, sensitiva y vegetativa. La intellectiva es aquella por la qual nos llamamos racionales y diferecemos de los brutos animales, y por la que sabemos conocer y dijudicar lo bueno y lo malo. La sensitiva es aquella con que sentimos qualquier dolor o deleite corporal y todo lo que palpamos, oímos y gustamos, vemos y olemos. La vegetativa es aquella virtud o vigor que crece y mengua en nuestras personas. Ahunque entre ellos y Guillermo de Ocham, príncipe que se dize de los nominales, hay opiniones contrarias y diversas, porque la común opinión de los filósofos es que estas tres ánimas están conjunctas y es una mesma ánima, sino que difieren solamente por cierta razón y respecto, es a saber: por respecto que la ánima entiende, se dize intellectiva; y por respecto que siente, se dize sensitiva; y por respecto que crece, se dize vegetativa. Y Guillermo de Ocham dize y sostiene que estas tres ánimas son distinctas realmente, pero porque esto no haze a mi propósito dexaré de dezir las causas y razones en que los unos y los otros se fundan. Dizen más, que los animales brutos tienen dos ánimas, es a saber: la sensitiva y vegetativa; y que las plantas, yervas y árboles tienen una que es la vegetativa, y assimismo dizen que la ánima intellectiva en el estado que la forma y cría Dios, en aquel mesmo se está y permanece siempre sin crecer ni menguar; y que la sensitiva y vegetativa crecen y menguan juntamente quando crece o mengua el cuerpo del hombre o del animal bruto o de la planta. Esta ánima o virtud vegetativa quando viene la primavera, que es el mes de marzo, comiença a reinar, porque como en aquel tiempo predomina el elemento del aire, predomina tanbién la sangre, que es el humor que le semeja y corresponde, y assí vemos que en aquel tiempo salen postillas, varros y sarnas a los hombres y ahun a los animales y hay más necessidad de sangrías que en todo el otro tiempo del año. Otrosí los animales pelechan y recelan, las plantas brotan y reverdecen y echan su flor y fructo, las aves, assimismo, comiençan a despojarse de las plumas y entran en amor y recelo, y es tanta la fuerça que naturaleza muestra en este caso, que verás que en este tiempo, assí los açores como los halcones y otras aves de caça, con el grande desseo y apetito que tienen de ayuntarse y engendrar, olvidan la doctrina y enseñamiento que tomaron de los caçadores y se van y pierden, o ya que no se vayan y remonten, andan tan locos que no buelan como solían, y lo que peor y más peligroso es, que si en aquel tiempo no se les dan remedios y medicinas para que pierdan aquel intenso apetito y desseo a que naturaleza los llama, a las primas, que son las hembras, se les engendran huevos, y a los torçuelos, que son los machos, acude mucha simiente de lo qual vienen a consumirse y morir, y para evitar este peligro y todos los otros inconvinientes que arriba he dicho, conviene que el caçador tenga mucho cuidado de dar a su ave luego, al principio de março, medicinas con que se enfríe y amate o consuma y resuelva aquel calor y apetito, de manera que ni a la hembra se le engendren huevos ni al macho le cargue simiente. Y lo que todos o los más de los caçadores acostumbran dar a sus aves para el remedio desto es el azeite de olivas diziendo que es penetrativo y que les rompe los huevos, y para el mesmo efecto dan los huevezuelos que se crían a los páxaros y otras aves del campo, dándolos antes que tengan cáxcara y deshaziéndolos y mojando en ellos la vianda. Yo tengo esto por bueno para efecto de romperles los huevos que tuvieren engendrados, pero a mi parecer más seguro sería darles primero otras cosas que tengan más propriedad y fuerça para enfriar o resolver y amatar aquel calor y apetito para que no se les engendren huevos que el azeite ni aquellos otros huevezuelos, porque yo he visto açor que se le davan muchos papos de azeite cada año en este tiempo, y ahun estando en la muda, y ningún año dexava de poner huevos en ella, quanto más que hay otra cosa que se puede dezir contra esto, y es que si el azeite se da para romper los huevos ¿qué fructo hará darlo al torçuelo que, por ser macho, no se le engendran? Si el azeite fuesse de ruda o de eneldo, bien soy cierto que hará lo uno y lo otro, pero sólo el azeite no tiene tanta propriedad ni virtud, ahunque sé que es callente y resolutivo y aperitivo.
Pues el que quisiere assegurar su açor o otra qualquier ave que no se le engendren huevos si fuere prima, ni le cargue simiente si fuere torçuelo, déle luego, al principio de março y en aquellos veinte días siguientes, algunas de las cosas que quitan el desseo y apetito de luxuria, las quales son éstas: la agua de cevada mojándoles en ella la vianda, y ésta es muy buena. La simiente y flor del sauzgatillo, la qual se ha de dar molida y en la vianda, y si no la llevare bien cubrirla con carne como curalle.
Item, los brotes de la ruda y tanbién la simiente dándolos de la mesma manera.
Item, la flor del sauze, las hojas o çumo de la majorana, la niepota, los cominos, el eneldo, el çumo de la verdolaga, la bavaza o cortezilla o la simiente de la zaragatona entera sin molerse, la simiente de la lechuga, y del melón, y del cogombro, y de la escariola, y las rosas secas, y déstas las unas son calientes, que con su mucho calor resuelven y consumen la simiente y amatan este apetito y las otras frías, que con su mucha frialdad la enfrían y congelan, y de todas ellas las más eficaces para este nuestro propósito son el sauzgatillo y el otro sauze, y la ruda, y las rosas secas, y la verdolaga, y lechuga, y la zaragatona. Y una de las mejores cosas que se les puede dar es ésta: tómese simiente de sauzgatillo una drama, açúcar rosado media onça, mézclense y muélanse y dénsele destos polvos peso de media drama en cada vez, pero el açúcar rosado no ha de ser hecho con hojas de rosas sino con sólo el çumo y açúcar.
Otra medicina: tómese simiente de cherevía y muélase y échese en agua de artemisa y mójese en ello la vianda.
Otra muy singular: tómese yervabuena seca, tres partes, simiente de sauzgatillo y raíz de lirio cárdeno, de cada uno dos partes, simiente de ruda, una parte, simiente de lechuga, dos partes y media, açúcar muy blanco, tanto como todas las otras cosas, muélase todo muy sotilmente y mézclense, y destos polvos se le den de tres a tres días tantos como cabrían en una avellana y cubiertos con una tajadilla de carne, se le den por la mañana y no le den de comer hasta que passen dos horas, y son tan buenos estos polvos que el hombre que quisiere ser casto, si tomare dellos una cucharada ante de comer los hallará muy ciertos y verdaderos. Y estas medicinas no las den cada día, sino de tres a tres días o de quatro a quatro días, y después podrán dar el azeite para mayor seguredad, y tanbién lo puedan dar, si quisieren, entre medios de los días que dieren las medicinas que he dicho, pues no le puede hazer ningún daño sino provecho, porque el azeite limpia las aves y ahun las engorda, y tanbién podrán dar los huevezuelos de páxaros que dixe porque son muy buenos. La forma del dar el azeite es ésta: tómese buen azeite claro y dulce, y que no sea rancio, y lávese en seis o siete aguas porque lavándole pierde el calor, y si la agua en que lo lavaren fuere agua de cevada será mejor, y por las mañanas darán a comer al açor mojándole la vianda en este azeite muy bien y muy a menudo, de manera que lleve quanto más azeite pudiere llevar en la vianda y désele mediano papo y, si possible fuere, el día que le dieren este azeite, sea en día que haga buen sol rezio, ahunque se esperasse dos o tres días, porque en acabando de le dar este papo de azeite lo pongan al sol y esté a él por rezio que sea hasta que vean que el açor se fatiga y congoxa y no lo puede más sufrir, y entonces quítenlo dél, y la razón porqué se deve poner al sol rezio es porque con el calor del sol se le abren más las carnes y poros y le penetra más la virtud del azeite por todos los mienbros del cuerpo, y assí hará más operación, y desta manera le darán quatro o cinco papos hasta que vean que se le pone colorado entre el ojo y la nariz, que en aquello se le conoce que ya está seguro desta dolencia, y no se los den un día tras otro, mas passen del un papo al otro tres o quatro días, y si en aquellos días le dieren de quando en quando curalle hecho de hojas de ruda y de eneldo, hará muy grande efecto en este caso, y lo mismo la zaragatona en grano puesta a remojar una noche en agua de cevada y mojándole en ello la vianda.
CAPÍTULO XXII
Del tiempo en que se ha de poner el açor en la muda
QUEDA agora por dezir el tiempo en que se ha de poner el açor en la muda, para lo qual es de saber que unos caçadores acostumbran poner el açor en la muda a metad de março; otros a fin dél; otros a metad de abril; otros lo tienen hasta entrados siete o ocho días de mayo. Los que lo ponen temprano lo hazen creyendo que mudarán antes, pero a mi parecer mejor es ponerlo tarde por muchas razones: lo uno porque el açor en la muda corre mucho peligro de enfermedades, y la razón es que assí como el bolar los guarda dellas, assí no bolando ni haziendo exercicio ninguno les acuden y cargan muchas dolencias, y assí quanto menos tiempo estuviere el açor en la muda, tanto más seguro estará dellas. Lo otro porque quanto más detengan el açor de poner en la muda, tanto más havrá travajado en la caça, y es opinión de todos los auctores que han escrito de la acetrería que quanto más encaxcada y travajada en la caça entrare la ave en la muda, tanto mudará mejor y más presto. Lo otro porque si le dan buen recaudo, tan presto mudará como si le pusiessen muy temprano. Cada uno podrá hazer en esto como le pareciere o viere la dispusición de la ave y del tiempo y del aparejo que tuviere, pero si el açor no hoviere de bolar, mejor es ponerlo temprano y darle muy buen recaudo, y antes de ponerlo procuren de darle una muy buena cevadura, y en qualquier tiempo que lo pusieren en la muda engórdenle primero muy bien y no le pongan sin purgarlo, y púrguenlo desta manera: tómese un coraçón de carnero y quítenle todas aquellas venas y durezas que tiene, y lávenle muy bien y enxúguenle y dénselo bien de mañana porque a la una hora de mediodía lo haya gastado, y dende a dos horas que lo gastó, denle destos polvos: tómese azívar cicotrino y agárico, de cada uno dos partes, alholvas, alquitira, almástica y açúcar candi, de cada uno una parte, canela y nuez noscada, de cada uno media parte; destos polvos se den peso de un escrúpulo cubiertos con carne por la orden que escrivo en el tercero libro, en el sexto capítulo. Y hecho todo esto ponerlo han en la muda, pero hágasele primero el pico, porque estando en ella les suele crecer tanto que no pueden comer bien y cárganse de agua, y como no pueden tragar la carne cáheles agua por los caños y va al pulmón y llágaseles, de donde les vienen el huérfago y asma y ahun la thísica; demás desto suéleseles trascavalgar la parte alta del pico sobre la baxa y no pueden cerrar la boca ni comer, y si el caçador no está avisado desto pensará que el açor tiene abierta la boca de calor, y esto yo lo he visto y a mí me acaeció en un açor torçuelo que tuve en la muda. Y demás de todos los daños susodichos hay otro, que quando assí les crece mucho el pico se les levantan unas asclas de que se les suelen venir a aportellar y a perder; por todos los quales inconvinientes es menester que se lo hagan antes que lo pongan en la muda, porque estando en ella no se ha de coger el açor en ninguna manera para hazerle el pico ni para otra cosa; y mírese que quando le hagan el pico, se le hagan de manera que no le saquen sangre ni le lleguen a lo maçiço. Quítenle los cascaveles si fueren buenos y pónganle otros ruines, porque como se rebuelcan en la arena que se les echa en la muda y tanbién los mojan quando toman la agua, pierden y gástanse. Y lo mismo podrán hazer de las pihuelas si fueren muy buenas. E porque las plumas menores que están debaxo del cuello y de la cola suelen tardar mucho a mudar, y ahun muchas vezes se quedan sin mudar, acostumbran algunos caçadores a pelárselas al tiempo que los echan en la muda. Hará el caçador en esto lo que le pareciere.
CAPÍTULO XXIII
De cómo ha de ser ordenada la cámara en que se ha de poner el açor para que mude
MUCHAS opiniones hay entre caçadores sobre que tal ha de ser la cámara de la muda en que han de mudar los açores. Yo las diré aquí y cada uno seguirá lo que quisiere. Unos dizen que la cámara ha de ser pequeña porque dizen que quanto más pequeña es, sale el açor más manso de la muda. Otros dizen que quando es espaciosa es mejor porque haviendo lugar para poner dos alcándaras para que buele de la una a la otra, y para poner arena en que se rebuelque, y para ponerle agua para que beva y la tome, se recrea mucho más el açor, y yo para mí assí la querría porque tan manso se saldría el açor siendo grande la muda como siendo pequeña. Assimismo los más de los caçadores dizen que la muda ha de tener la ventana azia el septentrión, que es azia el norte, para que le entre el aire fresco y frío que es el cierço porque sacan con ello mejor pluma y mudan mejor. Otros dizen que la ventana ha de estar azia oriente, que es a donde nace el sol, o azia el mediodía, de manera que no le entre el cierço y le dé el sol luego por la mañana para que lo pueda tomar, y la razón que dan es que quando haze aire buchorno y grandes calores, derriba y muda el açor a mucha prissa, y en bolviéndose el aire cierço y que haze frescura o templado cessa y dexa de derribar, de donde parece que con el calor derriban y mudan más los azores, y con la frescura se detienen, y que si la ventana está al cierço para que el açor reciba la frialdad o frescura dél, no mudará tan presto. Crescentino dize que la cámara de la muda ha de ser en lugar caliente y al mediodía porque mudan mejor y más presto. Yo he mudado muchos açores teniendo la ventana al oriente, de manera que no les podía dar el cierço y salían tan bien mudados quanto pudiessen salir en el mundo, y tanbién mudé y vi mudar otros muchos teniendo la ventana al norte y salieron muy bien mudados. Pero teniendo disposición y aparejo, yo haría la ventana entre el norte y el oriente, de manera que el sol de la mañana diesse en la jaola y tanbién gozasse y alcançasse el aire cierço porque, como en el capítulo quarto dixe, siempre hazen los açores el nido azia el cierço y nunca o por maravilla al buchorno, ahunque siempre lo ponen en parte que le toque el sol, y por esta causa, haviendo de ser uno de los estremos, es a saber: o gozar del sol y no del aire, o del aire y no del sol, antes me determinaría de que la ventana estuviesse al nacimiento del sol que no al septentrión, porque a mi parecer más natural es el sol de la mañana a qualquier ave que no el aire, y veémoslo por experiencia que en el invierno y verano lo toman luego por la mañana, y si dexan de darlo a una ave mucho tiempo adolece, quanto más que, como arriba he dicho, averiguadamente mudan las aves más con el calor que con la frescura, y más con el menguante que con el creciente.
La jaola de la ventana salga y buele fuera de la pared de la casa con su rexa de fusta o de hilo de hierro o de arambre, y si se hiziere con hilo de arambre y los palos fueren de robre y lo cubrieren por encima con hoja de flandres, durará mucho tiempo; y en medio della tenga una alcándara en donde pueda tomar el sol de la mañana y el sereno de la noche. Y si la jaola no bolare y saliere fuera, donde pueda salir el açor a tomar el sereno de la noche, no sacará los ojos ni manos jaldadas.
Tenga una ventanita chiquita dentro a casa que se pueda abrir y cerrar para ver algunas vezes qué haze el açor sin entrar en la muda.
Sea la cámara luzida con yesso o con cal y pintada de arboleda y ramos y otras verduras, porque toman muy grande plazer las aves con ello. Pero si estuviere el caçador en parte que pueda haver ramos de árboles, assí como de nogales o álamos o sauzes o cañas, mucho mejor es, y pudiéndolos haver no los dexe de poner mudándoselos en la semana una vez porque las aves se recrean mucho con esta verdura y ayúdales a sacar los ojos y manos muy jaldadas.
Tenga dos alcándaras, a menos de la de la ventana, si la cámara fuere tan grande que las pueda haver, para que pueda bolar de la una a la otra para su recreación; y sean cubiertas de cuero de valdrés y de dentro enbutidas de la borra que sacan los tundidores de paño, de manera que esté muy blanda la alcándara, porque esto trahe muchos provechos al açor. Lo primero porque como están siempre sobre las manos en la muda, con el gran peso de la mucha carne que tienen y como están encendidos con el calor de la sangre, si tienen la alcándara dura mastrújales la carne debaxo de las manos y suelen hazérseles clavos o suelas, y teniendo la alcándara blanda en la manera que digo está seguro de esto. Lo otro que la alcándara blanda cura el açor de todos los quebrantamientos del invierno. Lo otro el cuero de valdrés que está adovado con sal de compás o xebe, adóvale y apriétale las manos. Lo otro si adolece de alguna enfermedad de las manos, en el cuero le pueden poner algunas medicinas con que sane. No se entiende que no se passará el açor y qualquier otra ave con las alcándaras de palo sin que se cubran de valdrés, pero mi fin es escrevirlo todo para que el que quisiere regalar mucho su ave que lo haga, y el otro que lo dexe.
Pongan a una parte de la cámara una carga de arena en que se pueda rebulcar, y una vasija grande en que haya siempre agua y la pueda tomar o bever todas las vezes que quisiere, pero múdensela de tercero a tercero día porque esté limpia y no hieda. Y si esta vasija pudiere ser de piedra será mucho mejor porque en ella se afeitará el açor el pico y las uñas.
CAPÍTULO XXIV
De cómo se ha de dar de comer al açor en la muda
UNOS caçadores dan de comer al açor en la mano todo el tiempo que le tienen en la muda y no le dexan comer a solas y a su discreción, y yo tanbién assí lo hago y me parece mejor, y la razón que para ello hay es que dando de comer al açor en la mano puédese tener y governar tan sano y tan libre de enfermedades como si no entrasse en la muda, porque se le puede dar curalle y a roher o pelar y a desbuchar quando es menester. Item, no come nerviazos ni carne seca ni estantiza, ni otra cosa que le dañe, y teniéndole en la mano puede el caçador olerle el aliento y mirarle el rostro si lo tiene triste o alegre, que son dos señales grandes en que se conoce si está la ave sana o doliente, y puédese purgar si fuere necessario. Allende desto, quando sale de la muda sale tan manso como si no huviera entrado en ella, y no es menester gastar tiempo en esto ni en hazerle venir a la mano. Dándole de comer a solas y a su discreción no se pueden hazer estas cosas que he dicho.
Otros caçadores dan de comer a su açor dexándole la carne atada en una tabla, como abaxo diré, para que coma a solas y a su discreción, lo qual hazen por dos razones: la una porque dizen que comiendo ellos a solas y a su discreción, como se veen en su libertad y fuera de la jurisdición del hombre, se recrean y están más a su voluntad y obra más en ellos la natura, y assí goviernan y mudan mejor su pluma, y ésta es muy buena razón. La otra es que si el caçador tuviere negocios y hoviere de dexar su açor en la muda, le puede dar recaudo una muger o qualquier moço. Cada uno haga como le pareciere y según la disposición y aparejo que tuviere. Y si no se le diere a comer al açor en la mano, hágasele una mesa, en que coma, desta manera: tómese un palo que sea quatro o cinco dedos de ancho y tres dedos de gruesso de canto, y sea de largo seis palmos, y pónganle dos pies de cada parte, que esté hecho a manera de banco y sea tan alto como una mesa, y quítenle los cantos porque no corte, y en el un cabo háganse quatro agujeros en cruz con una varrena pequeña y pongan dos correas de cuero o dos cordeles, de manera que salgan arriba quatro ramales en cruz con que se pueda atar muy bien la carne que le dexaren para comer, y harán otro tanto al otro cabo porque no le den siempre de comer en un lugar, que podría heder, antes se lo laven de quando en quando; y porque podría ser que el açor quisiesse llevarse la carne de allí y irse con ella a la alcándara o a la ventana de la muda y derribaría esta mesilla, es menester hincar el un cabo en la pared o echar yesso en los pies de la mesa para que esté segura y no se pueda mover. Y no se haga esta mesa con tabla ancha porque quando come abriendo las alas si la pluma está en sangre estrágaselas, y ahun no estando se las suelen romper, y por esto acostumbran algunos caçadores de no hazerles mesa ninguna, sino que ponen unos palos redondos hincados derechos en tierra, y házenles un cimiento ancho con yesso y ladrillo, porque estén muy seguros y firmes, a manera de pilares y siérranlos muy igualmente arriba para que esté muy llano el cabo, y en medio de aquel llano hincan un clavo y allí le atan las correas o cuerdas con que atan la carne, y hazen dos destos en que se les da de comer, quando en el uno y quando en el otro, y éstos son muy buenos y mejores que mesa ni otra cosa porque no se puede el açor estragar ninguna pluma, los quales son fechos desta manera:
XXV
De la hora en que se ha de dar a comer al açor en la muda
EST es el .xxv[º]. capítolo, el que fabla de cómo las deven melezinar de la cancre que se les faze en los quexares. E dezimos assí: que quando les acaeçiere aquesto que tomen del alumbre blanco e de la mirra, de cada uno peso de sesma e media dun dinero de plata, e de los mirabolannos cetrinos tercia dun dinero e tercio de plata, [et del gengibre pesso de un dinero e terçio de plata], e del áloen vermejo e del meollo de las agallas que son chicas e verdes, de cada uno peso de dos dineros de plata, e muélanlas e ciérnanlas estas melezinas e álcenlas en un vaso, e guárdenlas del polvo. E quando las quisieren melezinar con ellas, denles dello peso duna tercia dun dinero de plata en pedaçuelos de carne picada, e tomen ál tanto desta melezina como dixiemos e mézclenla con vinagre e fréguenles los quexares con ello, esto fagan a las aves mayores, e a las menores segund su guisa. E si fuer la malabtía grand e la inchazón muy fuert, quémenlas con un aguja salmar calient de amas las partes de los quexares, e sea la primera quema en el quexar diestro, e después úntenles aquellos logares con esta melezina que avemos dicha en este capítolo amassada con yemas de uevos, e después cévenlas de carne de lechón e de ánades, e si non pudieren aver destas carnes, denles carne de carnero de dos dientes; e si mejoraren con esto, si non tomen del culantro quemado e molido e cernido, e de la canfora e del espodio e del alcubebo e del cardamomo, tanto de lo uno como de lo ál, e muélanlo e ciérnanlo e íncanles aquellos logares dello. E quando se les fizieren l[l]agas en los quexares e les corriere dellas venino, alímpienles aquellas l[l]agas e úntengelas con una pénnola untada con miel, e tomen un ladriello e muélanle e échenles deste polvo en aquellos logares; e si por aquesto se les mesaren las pénnolas, échenles un poco de salmoníaco blanco mezclado con olio de sísamo por las narizes e fáganles tragar un poco de pimienta [et de ssal; et ssi mejoraren con esto, et ssi non tomen un poco de pimienta] e mézclenla con un poco de olio de sísamo e échengelo por las narizes, e al segundo día échenles agua de rávanos mezclada con pimienta, e al tercer día échenles olio dalicimín mezclado con olio de sísamo fresco; e si mejoraren con esto, si non échenles orpimente vermejo mezclado con olio de sísamo; e si mejoraren con esto, si no sóllenles en las narizes orpiment vermejo molido tanto quanto entendieren que avrán mester; e si mejoraren con esto, si no tomen del salmoníaco blanco e de la sal e del gengibre e clavels de girofré, tanto de lo uno como de ál, e muélanlo e ciérnalo e sóllengelo en las narizes. E si se les allegare esta malabtía a los pescueços, tomen manteca de vacas anneja e metan en ella un fuste de atarfa, e después sáquenle e métanle sobre una brasa de fuego e quando fumeare, tómenle e quémenles con él los logares de la cançre mansamientre. E aquí se acaba el .xxv[º]. capítolo.
XXVI
De las viandas que se han de dar al açor en la muda
EST es el .xxvi[º]. capítolo, el que fabla de cómo las deven melezinar de la fermedad que les faze sonar las narizes que es de umidad. E dezimos assí: que quando les acaeçiere aquesto que tomen de la canfora peso de tres granos de trigo, e mézclenlo con del agua e fágangelo tragar e pónganlas en sus perchas e déxenlas estar fasta .ix. horas passadas del día, e después cévenlas de carne de gallinas e de su sangre o de carne calient de oveja untada con manteca, e después denles dos días, un pos otro, pedaçuelos de carne picada remojados en leche; e si mejoraren con esto, e si no tomen del açafrán e duna melezina quel dizen en arávigo çut, de cada uno peso de .v. granos de trigo, e del áloen vermejo e de la senabe blanca, de cada uno peso de sesma e media dun dinero de plata, e duna melezina quel dizen en griego yfrica e del açúcar blanco, de cada uno peso de tercia e media sesma dun dinero de plata, e muelan estas melezinas e ciérnanlas e métanlas en un vaso; e quando ovieren mester de melezinar con ellas, tomen dellas peso de dos partes dun dinero de plata e mézclenlo con media onça dagua tibia e fágangelo tragar, e paladeenlas mansamientre con lo espesso que finca desta melezina, e esto fagan a las aves mayores, e a las menores segund su guisa; e pónganlas en sus varas e déxenlas estar quanto .iiii. oras, e después cévenlas de sangre de lechón e de su carne, e no les den so cevo complido el día que esta melezina les dieren ni otro día, e fáganles esto tres vezes, cada dos días una vez. E si les sonare dentro en los cuerpos ronquido alguno por la calentura que se les faze dentro en los cuerpos desta enfermedad, tomen del açúcar blanco tanto quanto entendieren que avrán mester, e mézclenlo con un poco de canfora e métanlo en pedaçuelos de carne picada doveja e déngelo. E aquí se acaba el .xxvi[º]. capítolo.
XXVII
De las ayudas que se han de dar a los açores y halcones con que muden más presto
EST es el .xxvii[º]. capítolo, el que fabla de cómo las deven melezinar de la fermedad que les faze sonar las narizes con sequedad. E dezimos assí: que quando les acaeçier aquesto que tomen un palomino eguado e gordo e fáganle tragar quanto peso dun dinero de plata de vinagre fuerte e apiértenle el pico bien por tal que no lo echen e déxenle estar assí fasta que muera, e después métangele entre las manos atal por degollar e déxenle comer dél e denle de su sangre, e no les den dél plomada de la pénnola nin de los uessos, e después desto denles carne de ternero caliente fresca .vii. días, e esto den a las aves mayores, e a las menores segund les conviene de las carnes que les perteneçe; e si guarecieren con esto, si non tomen de las raízes del finojo e písenlas e saquen el çumo dellas e cólenlo e metan ý del açúcar blanco, e después fáganles ques debatan tanto fasta que refuelguen a menudo, e después remógenles tres pedaçuelos de carne picada en aquel çumo que dixiemos e déngelos. E aquí se acaba el .xxvii[º]. capítolo.
XXVIII
De las reglas para tener el açor sano y en buena regla en la muda
EST es el .xxviii[º]. capítolo, el que fabla de cómo las deven melezinar del renner que se les faze en los pechos. E dezimos assí: que quando les acaecier aquesto que tomen del opopanac e del olio dalicimín tanto quanto entendieren que avrán mester, e mézclenlo e échengelo en las narizes; e si mejoraren con esto, e si no échenles en las narizes musco mezclado con olio dalicimín e después, al tercer día, tomen del pebre luengo e de la senabe, tanto de lo uno como de lo ál, e muélanlo e mézclenlo con olio dalicimín e échengelo en las narizes, e después cévenlas de carne de palominos eguados; e si mejoraren con esto, si no paladeenlas con senabe mezclada con miel. E si bevieren mucha agua aviendo esta enfermedad, tomen del çumac, tanto quanto entendieren que avrán mester, e muélanlo e ciérnanlo con un panno de seda, e mezclen con ello un poco de cardamomo grand e amásenlo con miel e fáganlo pílloras tamannas como avellanas, e denles ende cada día sennas ante que las ceven, e después detárdenles el cevo. E si les corriere sangre de las narizes por esta enfermedad, tomen de las bonnigas de las vacas e písenlas e espriémanlas e métanles del çumo dellas en los ojos e en las narizes; e si les crecier la sangre mucho e les corriere mucha della, tomen de los cominos molidos peso dun dinero de plata e mézclenlos con del çumo de las mielgas e paladeenlas con ello e fréguenles con ello las fuetas e déxenlas folgar algunos días, que las non trayan en las manos. E si les acaeçier el renner de los pechos por calentura que ayan, tomen del espodio e de las rosas e de la regaliza, tanto de lo uno como de lo ál, e muélanlo e ciérnanlo e den dello a las aves mayores peso duna sesma dun dinero de plata e una pedaçuela de carne picada, e a las menores segund su guisa. E si se les fizier el renner de los pechos por frío, tomen de los ajos redondos que non se faz más duno en la cabeça tanto quanto entendieren que avrán mester, e den dellos a las aves menores peso de tercia dun dinero de plata en tres pedaçuelos de carne picada, e a las mayores segund su guisa. E si se les fizier con el renner de los pechos roído assí como agua que corre, tomen del çumo de la regaliza e de la goma aráviga e del açúcar, tanto de lo uno como de lo ál, e de la regaliza quanto la meatad duna destas otras cosas con un poco de canfora, e muélanlo e ciérnanlo e amássenlo e fáganlo granos tamannos como uessos dolivas e denles dellos sennos cada día en ayunas. E si les non parecier otra cosa con este renner de los pechos e ovieren ensangostamiento de fuelgo antiguo e fueren gordas, tomen de las centellas que salen del fierro calient quandol fieren con los martiellos, e cójanlas e escojan dellas las que fueren redondas, e den dellas molidas a las aves menores peso dun grano de trigo en un pedaçuelo de carne picada, e a las mayores segund su guisa. E aquí se acaba el .xxviii[º]. capítolo.
XXIX
De cómo se ha de dessainar el açor antes que le saquen de la muda
EST es el .xxix[º]. capítulo, el que fabla de cómo las deven melezinar de los gusanos que les suben de las moliellas a los papos. E dezimos assí: que quando les acaeçiere aquesto que tomen de la yerva lombriguera e dunos granos que les dizen en griego ybrange, e son unos granos menudos e amargos, tanto de lo uno como de lo ál, e muélanlo e ciérnanlo con un çedaço espesso e denles dello peso de dos granos de trigo en dos pedaçuelos de carne picada; e si mejoraren con esto, si no tomen de las cannas del trigo verde con sus fojas e písenlas e saquen el çumo dellas e remógenles en este çumo carne desvena[da] e desnerviada e déngelo a comer. E si vieren que ay vermejo, assí como carne vermeja, en lo que tuellen, sepan que aquellos son los gusanos e que les tovo pro la melezina; e si con aquesto non guarecieren de la primera vegada, fágangelo otra vegada así como dixiemos de darles so cevo remojado en el çumo de las cannas del trigo. E el día que las melezinaren non les den so cevo complido; e si mejoraren con aquesto, e si no tomen un fietro e fagan dél como correas delgadas e remógenlas en sangre e déngelas a tragar, e quando las ovieren acerca de tragadas tírengelas e tirarles an los gusanos con ellas. E si vieren gusanos en lo que tollieren, denles carnes de bestias tres días, un pos otro. E aquís acaba el .xxix[º]. capítolo.
XXX
De los gavilanes
EST es el .xxx[º]. capítolo, el que fabla de cómo las deven melezinar de la enfermedad que se les faze en los fígados. E dezimos assí: que quando les acaeciere aquesto e se les demudare lo que tuellen, tomen de la miel de los panares e denles dello en tres pedaçuelos de carne picada; e si mejoraren con esto, si no tomen leche caliente de mugieres e echen en ella olio dalmendras tanto quanto entendieren que avrán mester, e remógenles en ello so cevo e déngelo, esto les fagan tres días, un pos otro, e después denles so cevo remojado en leche calient. E quando se les denegrecieren las palmas, denles del sevo fresco dunas aves que les dizen feisanes; e si se les fizieren verdes las palmas, denles unto de puerco o sevo de adorrajas; e si mejoraren con esto, e si no tomen del asafétida peso dun grano de trigo e déngela en un pedaçuelo de carne calient; e si mejoraren con esto, si no tomen de los polvos que son dichos en el capítulo de la calentura e metan en ellos de[l] çumo de la uva canina masculina, e dizen en arávigo al grano desta uva allehu, e otrosí metan en ellos del çumo de la otra uva canina e mézclenlo todo en uno e remógenles en ello so cevo e déngelo, e después sángrenlas en una vena que se les faze so las alas e destéllenles end algunos destellos de sangre, e si fuere en tiempo calient pónganles en las perchas, so las manos, de la mielga por tal que les esfrién las manos, e después cévenlas de piernas de adorrajas o de las carnes [que sson ssegund las carnes] de las adorrajas que non son calientes e remógenles so cevo en leche cocha con cevada apilada [et alinpiada] de los cascos o con cortezas de mirto montesino o con las raízes del cuerno cabra. E si ovieren ventosidad espessa con el dolor de los fígados e non se les moliere bien el cevo, cuéganles estas melezinas sobredichas con del vino bien aaguado, assí como dixiemos que las coxiesen con la lech, e remógenles so cevo en ello e déngelo. E aquí se acaba el .xxx[º]. capítolo.
José Manuel Fradejas Rueda
Creación / última revisión: 07.12.2015