Textos clásicos


Juan Vallés

Libro de acetrería y montería

COMIENÇA EL SEGUNDO LIBRO
QUE TRATA DE LOS HALCONES, ESMEREJONES Y HALCOTANES

CAPÍTULO PRIMERO

En qué parte se vieron los primeros halcones y la generación que hizieron

Escrive Crescentino que los primeros halcones fueron hallados en el monte Gelboe y que después se derramaron por otros montes en donde agora se hallan. Joan de Safagún por auctoridad de Ma[e]stre Guillermo Napolitano escrive lo mesmo y añade más: que de aquel monte Gelboe, el qual dize que está en Babilonia la desierta, vinieron en Salvania y que después aparecieron en Paliandum, que dize que es en la provincia de Policaste. Y dice más: que todos los halcones, assí alvos como ruvios salieron del baharí negro, y cuéntalo desta manera: Dize que el halcón negro baharí torçuelo se murió y quedó la prima sola, y en el mes de março, quando fue ella en amor, juntóse con ella una ave que llaman vosadus, y hizo hijos della los quales sacaron plumas blancas y que éstos son los gerifaltes, y que al otro año, al tiempo que ella fue en amor, se juntó con una otra ave que llaman alvaristo y que destos salieron los sacres. Y dize más: que dende a pocos tiempos apareció un halcón que quería parecer en el talle al halcón negro, salvo que era muy más sacado, y muy blanco de plumage, y dize que tenía la tijera más luenga que el cuchillo maestro y que hallaron casados a este halcón y a un torçuelo negro, y que los hijos que salieron dellos fueron estos que nosotros llamamos neblís, y que después se mostraron los bornís, y los alfaneques, y que después parecieron los bastardos, los quales son de mixtura de sacre y de borní, y que después parecieron muchos halcones y criaron como agora crían en muchas partes del mundo. Y de los que no crían en España se toman muchos en ella de los que vienen de Noruega y de las otras partes de la alta Alemaña al tiempo que passan las palomas, y ánades y otras aves que se llaman peregrinas porque cada año se portean, y pues con el passo destas aves se toman, quiero dezir de la peregrinación dellas, pareciéndome no ser cosa muy lexos de nuestro propósito.

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CAPÍTULO SEGUNDO

Del passo y peregrinación que hazen cada año las aves que peregrinan, y de los halcones que se toman con el passo dellas

QUANDO Dios nuestro Señor crió el mundo y todas las cosas que en él hay, fue tan misericordioso, tan benigno, tan largo y liberal con todos los animales que crió, que a ninguno dexó de darle y proveherle todo aquello que le fuesse necessario para su vida y sustentamiento. Dio Dios al hombre el entendimiento y razón con que pudiesse conocer lo bueno y lo malo, y no lo dio a ninguno de todos los otros animales que viven en este mundo, pero dióles un entendimiento y instincto natural con que cada uno en su especie luego en naciendo sintiesse su natural, y demás desto no solamente que supiessen buscar su mantenimiento pero ahun remedios y medicinas para la salud y conservación de sus vidas y, assí, dize el psalmista David alabando a Dios y a sus obras: «Aquel Señor que da a las bestias su mantenimiento, lo da tanbién a los pollos de los cuervos que están llamándole». Dezíalo porque se lee del cuervo que luego que nacen sus hijos, como salen blancos con aquel plumión que sacan, los dexan el padre y la madre creyendo, que pues no son negros como ellos, que no son sus hijos, y están siete días desamparados del padre y madre, que no les dan de comer, y en todo aquel tiempo abren las bocas dando vozes con la hambre que tienen, y péganseles los mosquitos y aludas en ellas, con las quales y con el rocío del cielo se mantienen, y passados los siete días les sale la pluma negra y como los padres se la veen los tornan a querer y les dan tanto mantenimiento que tornan a recobrar la falta que tuvieron aquellos siete días. De la golondrina escrive Plinio que quando alguno de sus hijos pierde la vista, se la restituye con la celidonia. La serpiente, passado el invierno, como sale de las cavernas de la tierra vee poco y va luego a buscar el hinojo y estrégasse en él los ojos y luego cobra toda su vista. La comadreja quando ha de pelear con la serpiente busca la ruda y la come para que no pueda dañarle el veneno del diente della, de lo qual se toma argumento que no havía más singular remedio para los hombres contra la ponçoña que es la ruda. La cigüeña quando está doliente busca el orégano y lo come y se cura con él, y ella y una otra ave que se llama ibis para hazer cámara se pone el pico por el salvonor y se echan agua con él en lugar de cala o cristel de donde, según Plinio, los hombres deprendieron el remedio de las calas y cristeles o ayudas. El perro come yerva para purgar por vómito las flegmas y otros humores del estómago. El ciervo quando es herido de la saeta con la yerva luego va a buscar el díptamo con el qual se remedia. Los ratones, según afirma Plinio, quando una casa se quiere caer se salen huyendo della y la desamparan, y las arañas se caen todas de los agujeros y paredes, y las golondrinas no reposan ni hazen nido en ella. De otros muchos animales podría contar muchas maravillas y secretos que están escritos, sino por escusar prolixidad solamente quiero dezir lo que haze a mi propósito. Las más de las aves se portean y van a tener en una parte el invierno y en otra el verano, es a saber: los inviernos en las tierras calientes o templadas, y los veranos en las tierras frías o templadas, y esto es porque con el instincto natural que Dios les dio tienen sentimiento para saber huir de los grandes fríos del invierno y de los grandes calores del verano, y tanbién por causa de los mantenimientos, porque en el invierno los hallan más abundosos y mejores en las tierras calientes que en las muy frías, y por el contrario. Las cigüeñas, grúas, garças, garçotas, zorzales, tordos, ánades, tórtolas, averramías, martinetes, dorales, arraxeques, aviones, vencejos y golondrinas passan cada año en el otoño assí de Alemaña como de España en África y por el estrecho de Gibraltar se veen passar muchas y muy grandes nubadas dellas y quédanse a invernar en África, en la costa de la mar, y las más dellas mudan allí el invierno porque la tierra es caliente y quasi nunca llueve en ella y hallan mucho mantenimiento, es a saber, las que son de agua y viven en ella se mantienen con los peces que en aquel tiempo bullen en las riberas de aguas dulces que allí hay, y de las otras dellas se mantienen con los gusanos, y dellas con los escarvajos, moscas y mosquitos, hormigas y aludas grandes y semejantes mantenimientos que en aquella costa hay, porque assí como en Alemaña y otras tierras muy frías con las frialdades del invierno se esconden y no parecen estos mantenimientos con que viven estas aves, assí en aquel tiempo se descubren y hay mucha abundancia dellas en África y por el contrario. Los tordos y zorzales y merlos y estorninos dize Plinio que no mudan allí. Quando viene la primavera todos se buelven en España y en Alemaña huyendo, como he dicho, de los rezios calores de aquella región. Escrive Joan de Safagún que quando las cigüeñas vienen, que muchas dellas trahen los pescueços tiznados como de hollín, y que esto es porque andan siempre en unos carriçales y espadañales que hay en algunos almarjales de aquellas riberas donde hay mucho cieno, y métense por lo más espesso dellos a buscar de comer y tíznanse los cuellos, pero Plinio, en el libro De natural historia, dize que no se sabe de dónde vienen las cigüeñas ni a dónde van; y dize más, que para el tiempo que se han de partir se juntan todas en un cierto lugar y allí murmuran entre ellas, y a la que viene más tarde y la postrera de todas la despedaçan a picadas, y en cierto día señalado, como por ley puesta entre ellas, se parten en compañía sin dexar ninguna cigüeña sino la que queda cativa, presa en alguna parte; y dize más, que ninguno jamás vio el rabaño dellas quando se van ni quando vienen, sino que las vemos venidas y sabemos que se van, y esto es porque la ida y la venida es de noche. Verdad es que quando passan la mar, diz que se vee cada año grande rabaño y multitud dellas. Passado la metad del mes de agosto son todas idas y no parece ninguna; y dize más, que quando caminan van puestas en orden, en manera de un esquadrón hecho a forma de una cuña, como lo solían usar antiguamente los romanos en la guerra, es a saber, hecha una punta adelante y azia atrás ensanchándose poco a poco, porque desta manera fienden mejor el aire, y que llevan capitanes y quando se les cansan los toman y llevan sobre sí, y que quando buelven, buelven a los mismos nidos donde criaron. Las grúas, ánsares y cisnes tanbién se portean cada año, y dize Plinio que las grúas se concuerdan entre ellas en su partida y que buelan muy alto y escogen capitán, al qual han de seguir, y que en el postrer rabaño dellas ponen ciertas grúas, a manera de cabos de esquadra que a vezes griten, y quando la una destas grita, responden las otras del mismo rabaño y con cierta voz o grita lo detienen, y que ponen velas de noche para su guarda y la que haze la vela tienen una piedra al pie porque si se duerme se le caya y con el ruido de la piedra se despierte; todas las otras duermen metida la cabeça debaxo de la ala y sobre un pie; el capitán dellas está siempre el cuello levantado hasta que todo está assí proveido, el qual lo provee y se les da a entender con cierto grito. Las cigüeñas son nuncios de la primavera, y las grúas del invierno. Las codornizes se van primero que las grúas y passan en el Reino de Nápoles y Sicilia y en otras muchas partes, y passan tantas en Nápoles que hay personas que tienen renta del passo dellas. Dize Plinio que son peligrosas a los navegantes que navegan en navío pequeño quando se llegan cerca la tierra porque suele assentarse tan grande nubada dellas en las velas del navío, de noche, que lo hazen anegar. Dize más, que su camino es por lugares y aposentos ciertos y conocidos que tienen de un año para otro, y que no buelan ni caminan con el viento de mediodía, que es el buchorno, por ser húmedo y pesado, con el aquilón que es el regañón, y con el cierço que dezimos en España y con qualquier otro viento sotil buelan y caminan, y assí vemos cada año, en el tiempo que las codornizes se van, que con un viento se hallan muchas, que es quando van de passo, y con otro muy pocas. Llevan capitán al que dizen rey de las codornizes; e porque después que ya han passado la mar, quando llegan al puerto y salen a tierra los gavilanes que, por su instincto natural, sabiendo ya el tiempo en que las codornizes suelen ir, están por allí aguardándolas, arrebatan y matan al rey dellas por ir él delantero, como capitán. Tienen todas las codornizes especial cuidado, al tiempo que se han de partir, de grangear y alagar alguna otra ave estrangera, y que no sea de su género, porque vaya por guía y capitán dellas a fin que, como aquella ave vaya la delantera y primera, el gavilán se ceve en ella y las codornizes y su rey se libren de aquel peligro. Esta ave estrangera, que para este efecto ellas llevan en su compañía, dize Plinio que es una ave nocturna que en España la llamamos cárabo, la qual es de la hechura del buho salvo que es menor que él y mayor que la lechuza; y tanbién dize de otra que la llaman cichramo o cenchramo que es lechuza o mochuelo o ave desta mesma especie de nocturnas, y llevan más a esta especie de aves que a otras por dos respectos: el uno porque como son aves nocturnas caminan y guían mejor de noche que otras ningunas; el otro porque son muy cuidadosas en sollicitar, a las otras aves que van en su compañía, a la brevedad y presteza del camino. En el libro De natura rerum dize que la ave que las codornizes llevan para el efecto dicho es la corneja, pero más parece que quadra lo que Plinio escrive, y yo digo haver visto algunos años estas aves y tomado una dellas que parecía tener la haz de hombre en el mesmo tiempo que se van las codornizes. Dize más Plinio, que las codornizes grangean y halagan mucho a su rey para llevarle consigo, y que con el halago de la peregrinación le convierten a que vaya, y buela y camina el primer día, y arrepiéntese y quédase en el primer lugar donde llegó la primera jornada y no passa más adelante ni tanpoco buelve atrás, sino que se queda allí porque le pesa mucho de bolverse desacompañado, pero las codornizes hallan allí el otro rey que quedó el año passado arrepentido y llévanlo de la mesma manera halagado, y tanbién se les arrepiente y se les queda en la otra primera jornada, y toman el otro que quedó allí arrepentido el año passado y, assí, desta manera en cada un día hallan y llevan otro en lugar del que se arrepiente. Quando passan la mar, dellas diz que van bolando por el aire, y dellas van nadando por encima del agua, y diz que las que van nadando alçan la una ala al viento y hazen vela della, y assí las lleva el viento y passan sin ningún travajo. Las palomas torcaças parten de Noruega cada año en el otoño y vienen a invernar en España y en otras partes, y llámanlas torcaças porque todas ellas tienen un collar en la garganta, y porque collar en latín se dize `torques' llámanse ellas torcatas, assí como aquel romano Lucio Torcato, que se llamó deste cognombre porque llevava siempre un collar de oro que quitó a un francés en la guerra, ahunque ya este vocablo `torcatas' se ha corrompido porque no las llaman `torcatas' sino torcaças y en algunas partes torcaços. Algunos quieren dezir que estas palomas se llaman torcaças diziendo que vienen de Turquía, pero esto es burla, que no vienen sino de Noruega y de la alta Alemaña, porque claro está que ellas van huyendo en aquel tiempo de la tierra fría, como es Alemaña, y buscan las tierras calientes, y pues la Turquía es tierra caliente síguese que en el invierno no saldrían de allí para venir en España, que es tierra más fría. Dize Plinio que no se sabe lugar cierto a donde van a parar, pero en Navarra cada año vemos que quedan muchas en los montes Perineos y en otros montes de España, y están allí el invierno al cebo de la ho, que es el fructo de la haya, y al cebo de la bellota, y como viene la primavera se buelven a Noruega. Tanbién vienen entonces las ánades de la alta Alemaña y passan en España. En este mesmo tiempo vienen los halcones neblís, sacres y bornís y los esmerejones que crían en Noruega y en la alta Alemaña y Roxia, assí por huir de los grandes fríos de aquellas tierras como por falta que tendrían de mantenimientos, veniéndose como se vienen todas las palomas y ánades y otras aves que en aquellas tierras hay, a cuya causa parten y vienen y passan juntamente con ellas, y en seguimiento dellas en España y en Candia y en Chipre y en Malta y en otras partes; y dellos vienen detrás dellas por las mesmas carreras del aire, y dellos vienen en medio de la vanda dellas cevándose cada día en ellas y, assí, quando toman las palomas en el passo, se toman muchos neblís, sacres, bornís y esmerejones, y muchos dellos que no se toman se quedan a invernar en España a causa del mucho cebo y mantenimiento que en ella hallan, assí de las dichas ánades y palomas que vienen de Noruega y Alemaña, como de tórtolas, zorzales, gangas, sisones, alcaravanes, cuervos marinos, taranbolas, frailezillos, martinetes y otras muchas aves que se quedan a invernar en España, assí por ser la tierra templada, que ni es demasiadamente fría ni demasiadamente caliente, como tanbién porque hallan en ella muchos mantenimientos como son vellotas, azeitunas, havas y muchas frutas y legumbres y mucho pan, y en las riberas muchos pecezillos y gusanos para las ánades y otras aves que viven en la agua.

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CAPÍTULO III

De cómo se ha de escoger el halcón

EL halcón ha de tener la cabeça redonda y por encima llana. El rostro corto y gordo. Los ojos encobados. El cuello luengo. Las espaldas anchas. Las alas, si ser pudiere, que passen de la cola. Los cuchillos angostos. La cola corta y gruessa y de grande estropajo. Tenga gran carne en los pechos. No sea alto de las manos al rostro porque por la mayor parte todos los halcones largos de delantera, altipiernos son quexosos. Tenga las juntas de las piernas gruessas y tanbién los çancos. Los dedos más gruessos que delgados y ni sean cortos ni demasiadamente largos, pero en fin sea fuerte de manos. Las plumas de las cuxas lleguen hasta la mano. Las ventanas de las narizes sean anchas. Quando comiere que tire con fuerça de la vianda y coma aprissa. Sea çahareño o arañego y no niego porque los çahareños saben ya caçar y nunca pían, y los niegos por el contrario; y conocerse han los niegos en que en abriendo la ventana de la cámara donde están luego que veen la claredad y el hombre pían y se espeluznan y alzan las alas. Sea ruvio de plumage porque los ruvios son muy osados y animosos para grandes prisiones, y la razón que dan los philósophos por qué son mejores los halcones ruvios o alvos que los negros es ésta: Como en el prólogo deste tractado dixe, todas las aves y otros animales son compuestos de quatro humores semejantes a los quatro elementos, los quales son sangre, cólera, flegma y melancolía, y la sangre corresponde al elemento del aire, y la cólera al fuego, y la flegma a la agua, y la melancolía a la tierra, y que en los halcones alvos y ruvios abundan más la sangre y la flegma, pero porque predomina más en ellos la sangre que la flegma, y la sangre es de la natura del aire buelan mejor por lo alto, porque los ayuda el elemento del aire que es de su natura y qualidad y, assí, son más ligeros porque quando buelan andan en su propio natural. Y en los halcones negros abundan más la cólera y la melancolía y, porque predomina en ellos más la melancolía que la cólera, toman más del elemento de la tierra y, assí, buelan muy poco por lo alto, porque quando suben a la región del aire no andan en su propio natural y, assí, no son tan ligeros como los alvos o ruvios. Dize tanbién que el alvo o ruvio vive más y es más bien acondicionado y hermoso y de más ánimo y osar que otro ninguno. Y porque no se hallan siempre juntos en un halcón todos los señales y faiciones que arriba he dicho, procuren, a lo menos, siempre que lo escogieren que sea de buen plumage y, sobre todo, que tenga grande pecho, porque la ave que tiene poco pecho y simple cuerpo no puede ser bolador y, ahunque, al principio parezca que buela bien no puede durar en su buelo.

Los halcones que nacen en Noruega son muy mejores y más fuertes y osados que otros ningunos para grandes prisiones, y la razón que dan los caçadores es la mesma que dixe de los açores en el libro primero, en el tercero capítulo, y es que en Noruega, en cierto tiempo del año, viene a ser el día tan pequeño que no dura más de tres o quatro horas y, como toda la noche están sin cevarse y es tan larga, quando viene el día tienen muy rezia hambre, con la qual y con saber que si no se cevassen dentro de las tres o quatro horas que dura el día se quedarían sin cevar, como de hecho se quedan algunas vezes, osan acometer a qualquier prisión que vean, por muy grande que sea, y ahun diz que acometen a raposas y cabritos monteses y otros animales desta grandeza, y por esta razón los gerifaltes de Noruega, que son mudados de aire, salen muy excellentes halcones para toda cosa.

Los neblís que se toman en Malta son mucho buenos. En España salen de muy buenos halcones baharís y bornís, especialmente los baharís que crían en Navarra, y Montserrat y Urgel, y los bornís que crían en Navarra y en Asturias. Todo halcón mudado de aire, si fuere bien amansado, es mucho mejor que el pollo para altanería.

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CAPÍTULO IV

De cómo se ha de reconocer el halcón si está sano de todos sus mienbros y si tiene todas sus plumas

DESPUÉS que ya hovieren escogido el halcón por el talle y fación que arriba he dicho, dévenlo reconocer muy bien si está bien sano, así del cuerpo como de las alas, y piernas, y çancos, y todos los otros mienbros, mirándole el rostro si lo tiene alegre o triste, porque en aquello se conoce mucho si el halcón está doliente o sano; y mírenle bien que no tenga nube o paño en los ojos. Reconózcanle la boca y los oídos si tiene güérmezes, y mírenle si tiene clavos en las manos o si tiene comienzo dellos. Mírenle si le falta alguna pluma que le hayan arrancado o rompido y, sobre todo, que ponga las alas en su lugar. Y para esto y para todo lo demás mirarán y harán todo lo que dixe para los açores en el octavo capítulo del primer libro.

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CAPÍTULO V

De lo que se ha de hazer al halcón luego que le toman y cómo le han de amansar y hazer capirotero

DESPUÉS que hovieren escogido el halcón del talle que he dicho y reconocídole si está sano, guarnézcanlo de muy buenos cascaveles doblados de milán, y que el uno sea prima y el otro bordón porque tengan mejor melodía y porque se oyan mejor quando el halcón se perdiere. Y pónganle buenas pihuelas que sean de muy buen cuero blando y muy bien adovado y que no sea duro, porque el mal cuero duro apriétasele y házele hinchar los pies, de donde le recrece gota y clavos. Pónganle muy buen capirote y de muy buen cuero que no le haga mal en los ojos ni en el colodrillo ni le escarmiente ni le ponga miedo, y no se lo quiten de noche ni de día hasta que haya comido con él dos o tres vezes, y hasta que ya esté seguro y comience a amansarse. Y para hazerle comer con el capirote, tomen un bocadillo chiquito de carne y pónganselo en el pico, que en tocándolo con la lengua lo llevará, y téngale allí cerca la carne que él irá a buscarla y comerla, y después, poco a poco, se la vayan abaxando hasta ponerla en la mano para que coma de allí; y para en caso que no quisiere comer, el mejor primor de todos es éste: tómenle la una mano y estreguen o apriétensela y, como el halcón acudiere a picar a donde le aprietan, póngale allí la vianda para que pique della, que en picando y gustándola comerá luego della. Otros no curan desto sino que le quitan el capirote en una cámara a solas y allí le pruevan a dar de comer, pero lo que he dicho es más seguro, y sobre todo se tenga aviso que la primera vez que le quitaren el capirote no sea donde haya gente, ni de día, sino de noches a la candela, y miren que la candela no la tenga el caçador de cara a él sino a las espaldas, porque el halcón no le reconozca el rostro ni se pueda espantar dél, que en esta primera vez que se le quita el capirote, después que una vez se lo pusieron, consiste el assegurarlo o enbravecerlo, que quando se lo quitan donde hay gente espántase y enbravécese y no cura de comer ni reconocer la mano, ni tiene fin a otra cosa sino a debatirse por quererse ir, y destrúyese el halcón con esto, y por esta causa se ha de hazer con muy grande tiento, como digo, y luego, en quitándole el capirote, le muestren el rohedero para que coma. Esta orden de amansar y hazer capirotero el halcón es para gerifaltes, y neblís, y los otros halcones excepto el sacre, el qual se ha de amansar y hazer capirotero haziéndolo una sopa de agua de tercero a tercero día, como abaxo en su propio capítulo se dirá.

Después que ya el halcón comiere y se fuere assegurando, entiendan con mucho cuidado y diligencia en amansarle, y para mejor y más presto amansarle levántese el caçador cada día dos horas antes que amanezca y tómelo en la mano y en todo el día no lo dexe della, y téngalo hasta tres o quatro horas de la noche, y lo mesmo hará cada día en los veinte días primeros, y más si viere que es menester hasta que esté bien manso y seguro, que unos halcones se amansan y asseguran más presto que otros, según su plumage y condición. No lo desvele toda la noche, que no es buena regla, porque muchos halcones se dañan por los desvelar toda la noche, que harto le abasta lo que he dicho, que le tengan en la mano en la noche y en la madrugada. Quando lo tuvieren de noche a la candela quítenle el capirote y muéstrenle el rohedero porque vaya tomando sabor y plazer y pierda el temor; y miren bien, siempre que le pusieren y quitaren y tornaren a poner el capirote, que se lo pongan y quiten graciosamente y de manera que no le hagan enojo no lo resabien ni escarmienten, porque toda la industria, destreza y saber del caçador ha de ser en hazerlo al comienço buen capirotero, que si mal capirotero lo hiziesse entonces con aquel vicio se quedaría, y es tan grande que todo quanto travajasse en el halcón sería tiempo perdido, y para que esto se haga mejor y no haya yerro en ello, ayúdese el caçador de lo que escrivo para los esmerejones y de lo que escreví para hazer capirotero el açor raleón en el libro primero, en el capítulo veinte. Desque viere el caçador que el halcón se va assegurando y que quando le quitan el capirote reconoce la mano por querer comer, lleve siempre buen rohedero en la mano, como es pierna de gallina o ala que tenga carne y algunos sainetes, porque tome sabor pelando y llevando algunas picadas y vaya perdiendo el miedo con el comer, y quando viere que está en mejor sabor, tórnele a poner el capirote con amor. Nunca lo dexe de la mano porque allende que los amansa mucho, no hay tal alcándara como la buena mano.

Si hiziere buen día claro, pruévenle la agua porque los amansa mucho, pero sea en buena ribera, que haya cascajo y no lodo, y si no hoviere ribera o río para podérsela dar, dénsela en una gamella o otra buena vasija, y sea en lugar apartado por donde no trasteje gente y donde le dé el sol, y esté el caçador acerca dél siempre apercibido con el rohedero en la mano, porque si viere que no quiere assossegarse que lo tome, y mire que no le haga entrar por fuerça en la agua porque se escarmentaría para otras vezes, pero si quisiere que entre, muéstrele dentro de la agua algunos sainetes o bocadillos de carne o plumas para que por cobdicia dello salte en la agua, y déselos allí a comer. Pero téngase por regla general que nunca den la agua al halcón sin que primero haya comido, ni tanpoco se la den teniendo gran papo porque ternía dos travajos: el uno de enxugarse y el otro de gastar el papo. Y si por caso le hovieren dado gran papo, déxenle gastar la metad dél, y después llévenlo a la agua, y desque se hoviere bien bañado y él se saliere de la agua, si el sol fuere rezio pónganlo un poco a la sombra hasta que se sacuda y enxugue de la agua, y después tórnenlo al sol para que se acabe de enxugar y se cure muy bien, que si al sol rezio lo pusiessen a enxugar luego que sale de la agua secaríansele las plumas, pero si fuere día que no hiziere rezio sol bien lo podrán dexar enxugar a él, y si por ventura fuere tarde quando le diessen la agua y no hoviesse lugar de enxugarse, pónganle una candela en la cámara donde estuviere aquella noche y denle buen alcándara, porque aquella noche curará de sí y se sacudirá. Y no dexen de probarle la agua muy a menudo, y a lo menos sea de quatro a quatro días, porque no hay cosa que más los amanse y assegure, ni que después de mansos y cevadizos, los tenga más graciosos que estar bien bañados de la agua, y hasta que el halcón haya tomado la agua no deven fiar dél ahunque parezca que está bien manso y viene muy bien al señuelo, porque hasta que el halcón bravo ha tomado la agua no está del todo bien seguro si no es el gerifalte y el sacre, que quasi nunca la toman, ni la cobdician a causa de la grande humedad que tienen en los buches, y de la mucha flegma que se les engendra en ellos.

E porque hay algunos caçadores tan nuevos, que no guardando la orden que se ha dicho para amansar y hazer capirotero el halcón en el principio quando se toma bravo, antes de muy quexosos de quererlo ver manso en un día, quítanle muchas vezes el capirote delante de gentes y espántase el halcón y no le saben poner luego el capirote con gracia y amor o se lo ponen dándole con la mano en el rostro, de lo qual el halcón se enbravece y se asombra o atemoriza y en viendo el rostro del hombre no quiere assossegarse en la mano y se cuelga, y el caçador, de enojo, lo tracta agremente, o de despechado lo da a un moço que lo empeora, y ahunque en esto todos los halcones son peligrosos, pero más lo son los gerifaltes, y más los torçuelos que las primas, y tanbién los neblís, assí primas como torçuelos. Pues quando este yerro acaeciere, travaje el caçador de emendarlo tractando la ave con mucha gracia y amor, y haga desta manera: busque un capirote que sea bien hecho, y tan cerrado que no vea con él el halcón ni le llegue a los ojos, y no se lo quite sino para darle de comer, y déle rezia hambre porque con ella olvide la braveza y temor y no cure sino de comer, y apártese en una cámara escura y sin compañía y haya en ella una candela, y quítele graciosamente el capirote, y déle de comer teniendo el caçador el rostro a la sombra de la candela porque no lo vea el halcón, y después que hoviere comido déxele alimpiar el pico y sacudirse, y póngale el capirote con mucha gracia y no dexe el caçador el halcón de las manos, y a la noche, a la candela, déle a roher, y déle sainetes y vianda con que el halcón se engolosine y recree, y tome sabor y plazer, y pónganlo en la alcándara quitado el capirote, y la candela delante, y levántese a otro día de mañana, antes del día, y póngale el capirote y tómelo en la mano, y esto se continúe a hazer hasta que vea el caçador que el halcón se va assegurando, y entonces póngale otro capirote que vea con él algún poco y devise las gentes para que vaya perdiendo el temor, y assí lo llevarán en esta orden hasta que esté bien assossegado entre gentes y tome amor y amistad con el hombre. Y el que ha de hazer el neblí ha de ser bien sufrido, y a él y al gerifalte nunca se les deve quitar el capirote si no es para darles de comer y para bolar y para darles la agua o para enjardinarlos, que es ponerlos en algún prado, y para dormir las noches en su alcándara, que los otros halcones mejor sufren el estar buen rato en la mano sin capirote.

Báñenlo luego del piojo porque todos los halcones que trahen de Flandres, y ahun los que acá se toman bravos, tienen piojos. Los de Flandres por la compañía de los otros con quien vienen, y ellos y los otros por las aves que toman y en que cada día se cevan que se les pegan, y hasta que el caçador bañe y limpie del piojo el halcón no estará gracioso ni assossegará ni hará dél lo que querrá, porque luego que le da el sol o se escalienta la pluma volando, le bulle el piojo, y da tanta pena al halcón que haze que no pare ni assossiegue, y ahun muchas vezes se pierden.

Miren si tiene largo el pico y háganselo porque, allende que parece mal, es muy dañoso porque no come como deve y ressolla y cárgase de agua, y cáele en el pulmón, y llágaselo y házese thísico, y demás desto, quando mucho le crece levántansele unas asclas de que se le viene a aportellar y perdérsele. Pero quando se lo hizieren, háganselo con buen tiento, que no le saquen sangre; y assimismo, si el halcón hoviere de ser altanero, córtenle las uñas si las tuviere largas, y si hoviere de ser garcero déxenselas porque el halcón altanero, según opinión de algunos caçadores, quiere traher las uñas cortas y el garcero largas.

Item, si el halcón fuere de los que traen mercaderes o otras personas de Flandres para vender, púrguenlo luego con una de las receptas que escreviré en el libro tercero, en el séptimo capítulo. Y si vieren que es menester purgarlo más de una vez, púrguenlo hasta que vean que está limpio y tulle muy bien porque todos estos halcones que traen mercaderes para vender vienen dañados y dolientes dentro en los cuerpos, ahunque no lo muestran por de fuera, assí de agua como de otras enfermedades a causa de las malas viandas que les dan, y por haver estado presos y sin bolar mucho tiempo, y no ver sol, y por no les dar curalle ni a roher, y por venir maltractados y quebrantados de la mar o del camino, que si las aves con que cada día bolamos y se les dan buenas viandas y son bien governadas no se pueden librar de enfermedades, quánto más éstas que vienen tan maltractadas; y denle curalle cada noche, y dentro dél simiente de nastuerço, porque ésta le curará qualquier quebrantamiento que tuviere. Y de allí adelante denle buenas viandas de capones y gallinas nuevas para que torne a hazer sus carnes dellas.

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CAPÍTULO VI

De cómo se ha de hazer señolero el halcón

DESQUE ya vieren que el halcón come muy bien en la mano y está seguro en ella, denle buena hambre y pónganle un buen fiador, y pruévenle a hazer saltar a la mano, y si saltare denle unas picadillas y tórnenle a poner el capirote amorosamente, y dende a una hora tornen otra vez a hazer lo mesmo, y assí harán en todo el día llamándolo muchas vezes a la mano y dándole cada vez que viniere a ella unas picadas, de manera que la carne que se le havía de dar en una vez para todo el día, se le dé en muchas vezes, y porque tenga mejor hambre, y venga de mejor gana y más presto a la mano. La carne que le dieren, aquellos días que lo hazen manero y señolero, sea de viandas laxativas, como son carne de liebre, o coraçón de carnero lavado y enxugado muy bien con un paño, o el braçuelo de carnero o carne de carnero con açúcar candi en grano o molido. Y quando le provaren a hazerle saltar a la mano, tenga el caçador un compañero consigo para que en lugar apartado le tenga el halcón en la mano quando él le llamare, y si viere que quando le dan vozes y le muestran la carne quiere ir a ella, suéltele, y si no quisiere ir póngale el capirote graciosamente, que mucho mejor se haze desta manera que no a solas, poniéndolo encima de alguna pared o piedra porque acaece muchas vezes, quando assí le ponen la primera vez para le llamar, que no quiere venir el halcón y, como se vee solo, quiérse ir y, como le tiran del fiador, resábiase y tórnase a enbravecer.

Desque ya vieren que el halcón viene muy denodadamente a la mano y se assienta muy seguro en ella, encarnen bien el señuelo de las dos partes de un cospaçón de gallina con su cuello y cabeça y cola, y vayan al campo a un lugar que sea raso sin matas y sin piedras, porque no se trave el fiador, y pongan el señuelo en tierra, y estando el caçador ar[r]odillado quite el capirote al halcón y tenga la mano apartada un poco de manera que él vea el señuelo y salte en él y, como hoviere saltado, déxele allí comer a su plazer y hágale regalos sobre el señuelo, dándole el coraçón y los sainetes de la gallina para que tome amor al señuelo y lo conozca, y déle alli muchas y grandez vozes andando enrededor dél, y dando con el guante en tierra porque vaya perdiendo el temor y se veze a venir a las vozes. Pero quando dieren aquellos golpes en tierra con el guante mírese mucho que lo hagan con buen tiento de manera que no espanten el halcón, y daránle desta manera a comer sobre el señuelo dos o tres vezes para que lo conozca, y después que ya lo conociere bien y lo sigue y no lo pueden sacar dél, denle buena hambre, y vaya el caçador con un compañero al campo, y pongan al halcón un buen fiador largo, y dé el halcón a su compañero que lo tenga drecho en la mano de manera que vea bien el señuelo quando se lo mostrare y diere vozes, y no le eche de la mano hasta que él, de su voluntad, salga, ni tanpoco lo detenga quando él quisiere salir, ni lo llame de ojo al sol porque no vería bien el señuelo y podría perderse, y vaya el pico al viento, y échenle el señuelo en lugar limpio sin matas porque lo vea y se assiente luego en él, y no se lo echen de rostro sino al través o a las espaldas del que señolea, y desque se assentare en el señuelo vaya el caçador a él muy passo hablándole dulcemente y déle allí grandes vozes y toda la mejor vianda que tuviere, y desque hoviere comido sáquele el rohedero y tómele en la mano y déxele roher un poco, y después que se haya alimpiado su pico y se haya sacudido, póngale su capirote y tráyalo muy assossegado en la mano. Desta manera le llamarán muchas vezes con su fiador, y desque vean que viene muy bien de buena voluntad al señuelo, llámenlo a la tira sin fiador en lugar raso y apartado de villa y arboleda y de montes, y quando viniere y se assentare en el señuelo denle algunas gallinas a degollar en él, y beva de la sangre dellas, cubriendo la gallina que no la vea.

Todo esto que he dicho de amansar el halcón y hazerle venir a la mano y al señuelo, para que dende en adelante se pueda bolar con él en la ribera se ha de hazer dentro de treinta días, ahunque hay algunos halcones tan bien acondicionados que se hazen en menos tiempo, y por el contrario, otros que han menester más. Esto se remite al juizio y conocimiento del caçador y a su buena industria y diligencia, en lo qual consiste todo.

Después que ya el halcón está buen señolero vayan con él al campo o algún lugar raso, en donde no haya árboles, y quítenle el capirote y suéltenle y háganle bolar un buen rato para que se veze a hazer sus tornos y a alçarse y abaxarse y tener el aliento, porque esto les aprovecha mucho para cobrar gran ligereza y para saber aguardar a su maestro, y desque assí hoviere bolado un buen rato denle señuelo y muy bien de comer haziéndole regalos.

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CAPÍTULO VII

De los plumages y linages que hay de halcones

AHUNQUE los caçadores deste tiempo no hazen más de siete especies o linages de halcones, son a saber: gerifalte, neblí, sacre, baharí, borní, alfaneque y tagarote. Los antiguos escrivieron otra que es el bastardo, el qual como arriba, en el capítulo primero deste segundo libro, se dixo, diz que es de mixtura de sacre y de borní. Como quiera que Joan de Safagún y otros muchos dizen que el tagarote es baharí, assí como el sardo y marloquí o mallorquí y el romaní y seneril y otros halcones que son baharís y toman el nombre de las tierras donde nacen, como lo tomó el tagarote de una ribera que está en África que se llama Tagarros, junto a la qual están unas peñas donde los tagarotes crían. A cada uno destos linages o especies de halcones dan los caçadores una singularidad y particular prer[r]ogativa y ventaja: al gerifalte en el cuerpo y cola; al neblí en las alas; al baharí en el ánimo y esfuerço; al borní en la vista y ojo, al sacre en la presa y garra; al alfaneque en la seguredad; al tagarote en la riça y desemboltura, y de aquí sale el común dezir: «Alas de neblí, coraçón de baharí, cuerpo y cola de gerifalte, ojo y vista de borní, presa y garra de sacre, seguridad de alfaneque, riça de tagarote». En qualquier destas ocho especies o linages de halcones hay diferencias de plumages, y los antiguos hazían quatro, es a saber: alvos, ruvios, negros y mezclados, y ahun Joan de Safagún en los plumages de los neblís haze cinco diferencias, es a saber: alvo, ruvio, negro, coronado y zorzareño, pero los caçadores deste tiempo no hazen más de tres diferencias, es a saber: ruvio y negro y rosunbruno, que es un plumage entre ruvio y negro, y el alvo comprehenden debaxo del ruvio diziendo que es un mismo plumage, ahunque, como abaxo se dirá, hay gerifaltes blancos como una paloma. Entre estas tres diferencias de plumages el ruvio es tenido por mejor, ahunque hay algunos caçadores que son más aficionados a los rosunbrunos. Quál specie o linage de halcones de las ocho que arriba he nombrado tenga el principado entrellos, yo no lo quiero juzgar porque los más de los caçadores deste tiempo lo dan al gerifalte, y todos los antiguos que escrivieron lo dan al neblí y lo llaman príncipe de las aves, como a más noble. Y Pero López de Ayala, entre otros, escrive que por la nobleza que tiene el neblí le començaron a llamar noble en España en los primeros principios desta caça, y que después se corrompió este vocablo noble y se vino a llamar neblí, como hoy se llama, ahunque Joan de Safagún escrive que la causa porque se llamó neblí en España fue porque los primeros neblís que en ella se vieron se tomaron en Niebla en tiempo del rey Bamba, rey y señor que a la sazón era de España, y que el primero que los huvo fue un cavallero llamado Florendos el Godo, que era señor de aquella tierra, y que deste nombre Niebla se llamó neblí. En Francia le llaman pelegrín o peregrín porque es ave que más peregrina y trasteja el mundo que otra, y de las misma manera le solían llamar en Aragón y Cathaluña. Y como quiera que, como he dicho, los más de los caçadores deste tiempo dan el principado al gerifalte, yo, siguiendo el estilo de los libros antiguos, hablaré primero del neblí.

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CAPÍTULO VIII

Del halcón neblí

TODOS los caçadores que hasta aquí han sido, han tenido por opinión que nadie supo ni vio en dónde crían los neblís, mas de que se sospechava y crehía por cierto que crían en la alta Alemaña, en Noruega y en Roxia, y que dellos se toman allí y los trahen a vender a Flandres y a Francia, y de allí a España; y dellos se toman en Malta, y éstos son muy singulares; y dellos se toman en Candia y en España con el passo de las palomas y ánades que, como arriba, en el segundo capítulo dixe, se vienen detrás dellas por las mesmas carreras del aire; y dellos vienen en medio de la vanda dellas cevándose cada día en ellas. Pero agora sábese ciertamente que muchos crían en la India y en tierra del Perú, en unas montañas muy altas azia la parte que cae sobre una tierra muy llana y tan caliente que es inhabitable, y en lo alto destas montañas suele mucho nevar, y hay nieve mucho tiempo del año, y muchos españoles han visto los mesmos nidos donde los neblís crían.

Quiere el neblí ser mantenido de viandas delicadas, y si possible fuesse de gallinas y buenas aves, y esto es por dos razones: la una por ser ave delicada y que no sufre malas ni rezias viandas; la otra porque su buelo ha de ser muy ligero y liviano, subiendo y baxando y haziendo sus tornos, y el mantenimiento de aves aliviana y aligera el buelo del halcón.

Quiere andar siempre en buenas carnes y no baxo para qualquiere buelo que sea, y jamás quiere andar sin capirote. Y el caçador que lo tratare y tuviere a cargo es menester que sea paciente y sufrido.

Escójase el neblí por el talle y señales que escreví en el capítulo tercero deste segundo libro, y sea, si ser pudiere, mudado de aire de una muda hasta dos, especialmente para altanería, y amánsenlo bien, que si bien amansado y tractado es, no se puede igualar con el pollo para altanería, y sea de plumage ruvio, y sobre todo tenga gran carne en el pecho, porque el halcón que tiene poca carne en él es de flaca complexión y no puede durar mucho en su buelo. Tenga buenas ventanas grandes y abiertas, y si las tuviere pequeñas lábrenselas con cuchillo quitándole una poca de la cera, y desque saliere sangre pónganle allí un poco de algodón o un poco de bol arménico y sangre de drago y cessará, y desta manera quedará el halcón con buenas ventanas, porque a la verdad es grande falta al halcón que ha de ser altanero tener pequeñas ventanas, porque como ha de baxar y subir a menudo, ha menester tener buen aliento; pero quando le labraren las ventanas, no se las labren con fuego que, ahunque algunos caçadores lo usan, es muy mala cosa porque el fuego cada día crece y cala y abre más, y muchos halcones vienen a perder los picos por esta causa. Joan de Safagún escrive que para garcero escojan el neblí luengo de çancos porque dize que se amaña muy mejor que el que es enano de piernas a tomar en lo alto assí la garça como la lechuza, y que tenga la cola y alas muy luengas, pero la opinión de todos los caçadores es que ninguna ave de rapiña quiere ser altipierno.

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CAPÍTULO IX

De cómo se ha de hazer el neblí para altanería y toda la orden y buelo della

TOMEN el halcón y váyanse con él al campo donde no haya árboles, y quítenle el capirote y suéltenle y déxenle subir en lo alto, y desque estuviere bien puesto denle señuelo, y tengan una gallina viva, y quando el halcón baxare al señuelo y viniere cerca de tierra échenle la gallina y déxensela degollar, y denle a bever de la sangre della, y cévenle muy bien en ella, y esto harán dos o tres vezes. Después que le tuvieren en este estado, háganle volar picaça en lugar que no haya árboles, porque con este buelo se muestran a subir y a baxar y tener el aliento y aguardar a su maestro y cobran gran ligereza, y desque assí hoviere bolado un buen rato denle señuelo y de comer. Y después que algunos días hoviere bolado desta manera, vayan con él a la ribera y lleven un otro halcón maestro y suéltenlo sobre la agua, y suelten luego tras dél el que quieren cevar para que ande con el maestro sobre la agua y haga sus tornos, y antes que se quiera baxar denle señuelo y de comer. Y después que el halcón supiere andar sus tornos, irán a la ribera con él, y suelten primero el halcón maestro y después que hoviere aguado las ánades, suelten el halcón novicio y déxenlo andar con el maestro. Y quando levantaren las ánades y vieren que el halcón sigue al maestro e iguala con él y cobraren la ánade, denle señuelo y la ánade en él y cévenlo allí porque la conozca, y denle la lengua mascada entre los dientes, y aquello de la boca y el coraçón y una pierna de la ánade, y desta manera lo cevarán tres o quatro vezes con el halcón maestro. Desque ya hoviere andado con el maestro y cevádose desta manera, irán a la ribera y bolarán con él a solas, sin el maestro. Pero miren que la ribera sea arroyo o laguna llana y no honda, que la puedan passar y trastejar, y puedan socorrer luego al halcón y echar por seco, y no sea marina ni haya muy altas junqueras ni carriçales ni tremedales, ni tanpoco haya muchos árboles, que se heriría el halcón; y quando hovieren hallado en este tal lugar las ánades, suelte el caçador el halcón debaxo de las ánades, digo, viento arriba, y apártese un poco de la ribera y dexe andar al halcón sus tornos, y tomar bien su altura, y el caçador, en el entre tanto, pássese encima de las ánades porque venga el viento abaxo y haga levantar las ánades tanbién el viento abaxo y que no puedan ir pico a viento porque el neblí no quiere bolar pico a viento. Y quando el caçador viere que el halcón tiene su altura, comience a darle señuelo y corra azia las ánades, y quando vea que ya el halcón ha començado a baxar y viene en medio camino levántelas, pero no antes porque si estando el halcón muy alto las levantase, iríe a caer lexos con ellas y podríase perder, ni tanpoco sea el caçador codicioso ni congoxoso de las levantar quando el halcón comiença a subir y está ahún baxo y no ha tomado bien su altura, porque haría estos daños: lo primero que quando el halcón no tiene su altura no puede luego alcançar ni cobrar la ánade y tira tras della y síguela a la tira, y demás de ser esto grande enojo y sinsabor y travajo, pónese en peligro de perderse el halcón; lo otro que el halcón tomaría mala costumbre de no alçarse ni querer subir; lo otro que sería feo buelo porque toda la bondad y perfectión y gentileza del halcón altanero es que suba lo más alto que pudiere, ni tanpoco suelte el viento abaxo sino el viento arriba, como he dicho, porque las ánades ni esperarían tan bien, y el halcón iría tras dellas a la tira y podría perderse. Y quando el halcón se suelta pico a viento toma mejor su altura, y passa por encima de las ánades, y assegúranse ellas y véhelas el halcón y conoce sobre qué buela y sube más alto. Pero el buelo siempre procure el caçador que sea viento abaxo, en la manera arriba dicha, que lo que se ha dicho de soltar el halcón viento arriba no se dize para que el buelo sea viento arriba, sino para que el halcón tome su altura subiendo y alçándose el viento arriba a fin de assegurar las ánades.

Pues quando el halcón hoviere caido sobre las ánades o cobrare alguna dellas o las aguare, si cobrare la ánade socórranle luego, y si no quisieren más bolar alléguense passo y cévenle en ella haziéndole muchas caricias y regalos sobre ella, y denle la lengua y el coraçón y una pierna de la ánade, pero si tuvieren allí una gallina viva mejor es darle la pierna della que no la de la ánade, especialmente si tuviesse el caçador fin de hazerlo al delante garcero, porque la carne de la ánade es fría y seca y de mala digestión, y la sangre della es muy espessa y dañosa, y demás desto los enbravece y haze muy esquivos de los hombres. Y después que le hovieren dado esta pierna de gallina, estése quedo el caçador con él un poco hasta que se alimpie y se sacuda, y después póngale el capirote y tráyale en buena mano, pero si quisiessen más bolar alléguensele pasito y quítenle la ánade graciosamente, y cavalguen y corran la ribera y hagan como primero se hizo.

Y si quando el halcón cayere sobre las ánades las aguare y se saliere fuera de la ribera, déxenle tornar a tomar su altura, y después que la hoviere tomado tornen a levantarle las ánades. Y si matare y cobrare la ánade y no quisieren más bolar, cévenle en ella como he dicho, y si quisieren más bolar alléguensele passito y quítensela de las manos graciosamente, y cavalgue el caçador y corra la ribera hasta que el halcón se levante, y si otras ánades hoviere levánteselas como se hizo de primero, y si matare y cobrare, cévenle como he dicho, y si no hoviere más ánades o no quisieren más bolar denle señuelo y de comer, y todavía le den la lengua mascada y el coraçón y la una pierna de la ánade, pero si gallina tuvieren siempre digo que es mejor que, después que le hovieren dado la lengua y el coraçón de la ánade, le den pierna de gallina y no de ánade por la razón que arriba dixe.

Muchas vezes acaece que las ánades, después de golpeadas y aguadas, con el grande temor que tienen del halcón se meten de tal manera dentro de la agua que no quieren salir, y el halcón suele ser tan canino que quando vee las ánades assí rendidas en la agua, se assienta en la ribera cerca dellas, y como las vee lánçase en la agua por las tomar y mójase, lo qual es feeza del halcón y grande enojo y pesar para el caçador. Para escusar esto no hay otro remedio sino que el caçador se dé toda la más prissa que pudiere en cobrar la ánade que anda rendida en la agua, o sea con bara o con vallesta, y cavalgue luego y corra la ribera porque el halcón se alce, y desque se hoviere alçado désele señuelo y de comer. Pero en caso que acaeciere esto y el halcón se mojase y no pudiesse bolar, no le den entonces de comer, y si vieren que otra vez torna a hazer lo mesmo, denle señuelo antes que venga a ello y aconórtese el caçador de perder antes la ánade que no que el halcón tome esta costunbre, que es muy mala, y si los halcones se vezan a ella, házenlo muy a menudo y no la saben perder. Pero todavía paren mientes si por ventura lo haze de grande hambre, por andar muy baxo de carne, y si esto fuere tórnenlo a subir.

E porque toda la perfectión y bondad del halcón consiste en que rebuele y remonte, y en esto ha de travajar quanto pudiere el caçador y poner toda su industria y saber. Siempre que el halcón cayere sobre las ánades y golpeare alguna dellas, ahunque la derribe muerta en la agua o fuera della, y anduviere baxo el halcón o se assentare en tierra o en árbol o en casa o pared, no le den señuelo hasta que torne a remontarse y subir a su altura. Y si, como digo, se assentare en tierra o en árbol, espere el caçador hasta que se levante, y corra la ribera y déle vozes, y desque se hoviere levantado y andado un poco sobre la agua, si hoviere ánades levánteselas, y si no las hoviere déle señuelo y de comer, o si quisieren ir a buscar las ánades a otra parte denle un poco a roher y no le den de comer.

Si el halcón fuere pollo y en el comienço de su bolar acaeciesse que, quando le lançaron a las ánades, no quisieron esperar a que el halcón tomasse su altura y estando ahún baxo se levantaron, y el halcón sale y las sigue, estése el caçador quedo y déle bozes porque buelva, y si no quisiere bolver muéstresele el señuelo, y si bolviere déle señuelo y de comer y no cure de le hazer más bolar por entonces, y conténtese con que hizo harto el halcón en que bolvió a su mandado. Pero si el halcón fuere ya bien bolante y sabe bien lo que ha de hazer, tanpoco dexen de le dar bozes para que buelva, pero ahunque buelva no le den señuelo, mas déxenle andar en su altura, y si ánades hoviere levántenselas, y si no las hoviere denle señuelo y de comer.

Nunca suelten el halcón a ánades que estuvieren en seco, las quales suelen estar comúnmente quando haze grandes eladas no pudiendo romper el yelo, porque las ánades se levantarían antes que el halcón tomasse su altura y las seguiría a la tira y perdería su buelo, y ahun él se podría perder, y tanbién porque, puesto caso que aguardassen, el halcón se podría herir y lisiar en tierra al tiempo que cayesse sobre las ánades, mas si vieren que están a la orilla de la agua espérenlas a que entren en ella, y si no quisieren entrar déxenlas y no buelen. Pero si tuvieren borní torçuelo altanero suéltenle, y por ventura, como le vean, se entrarán en la agua, y si no se entraren y se fueren no las seguirá el borní y con esto escusarán de aventurar el neblí.

Ni tanpoco suelten a ánades ni a otras aves que están en poca agua, como suelen estar fuere de los arroyos, en los prados, quando ha mucho llovido y hay muchas aguas sobradas, porque como las aguas van crecidas y corren muy rezio, no pueden las ánades estar entonces en los arroyos, y vánse a estos prados que están las yervas cubiertas de agua, y assiéntanse en ellos y estánse allí curándose, y no tienen cubierta de agua más de solamente los pies, y en este tal lugar es peligrosa cosa bolar: lo uno porque como las vee luego el halcón ellas no aguardan y él sale a ellas y síguelas a la tira y puédese perder; lo otro porque puesto caso que ellas aguarden hasta que el halcón tome su altura, podríase herir y lisiar en tierra, haviendo poca agua, del golpe que diesse al tiempo que cayesse sobrellas, y especialmente por esta causa se deve guardar el caçador de bolar sobre poca agua aves menudas, como son cercetas, trullos y alçaderas y otras semejantes. Pero haviendo mucha agua, assí como es en grande laguna, es muy buen buelo y aprovecha en grande manera a los halcones nuevos bolar estas aves menudas porque los afeita mucho en venir abaxo y tornarse a alçar, y engolosínanse mucho en esto. Pero después que hoviere bolado un buen rato y acuchillado en ellas denle señuelo cerca de la agua, y ahunque no recaudare alguna de las dichas aves menudas denle de comer.

Si el halcón fuere muy bullicioso, y saliere muy a menudo de la ribera y se fuere en seguimiento de la ralea, cárguenlo echándole quatro cascaveles, y seis si fuessen menester, según vieren el cuerpo y desassossiego del halcón. Algunos caçadores hay que quando cargan su halcón por esta causa que he dicho le ponen cascaveles en la cola, y aquello parece muy mal y muy feo. Otros hay que les ponen cascaveles llenos de plomo, y esto parece a algunos muy peligroso porque se podría el halcón muy presto mancar, y por esto es muy mejor cargarlo de muchos cascaveles en las manos, que no hazer ninguna destas dos cosas que he dicho, porque los muchos cascaveles enbaraçan más el halcón y lo hazen más assossegar que no el mucho peso, y yo assí lo querría usar, y quando vieren que ya anda muy bueno y bien ordenado y assossegado quítenle los cascaveles y déxenle los que pareciere que le convienen, y siempre se los dexen iguales, que no sea mayor el uno que el otro.

Dende el día que se tomare el halcón en la mano para ir a la caça con él, en adelante jamás dexe el caçador de llevar consigo una gallina viva en su burchaca, y ahunque el halcón mate ánade o algunas presiones y le dieren algunas picadas dellas, como es la lengua de la ánade y el coraçón della o de otra ave, todavía le hagan el papo de la gallina, porque la carne della trae siempre al halcón muy templado y sin desassossiego, y por el contrario la carne de las ánades de ribera y de otras qualesquiere presiones, como es salvaje enbravece el halcón y házelo esquivo y no cura del señuelo quando le llaman sino de las raleas. Pero la gallina que le dieren no sea muy vieja ni doliente ni pepitosa ni que haya andado mucho tiempo en la burchaca porque sería muy dañoso al halcón, y en caso que quando el halcón matare ánade o otra ralea y le hovieren de cevar en ella no tuviessen gallina y por fuerça le hoviessen de hazer el papo de la dicha ánade o de otra ralea, miren que no le dexen comer luego della, mas háganle pelar un rato hasta que se enfríe, porque si luego le dexassen comer en ella, como el halcón está encendido y la carne de la ralea arde, enciéndese mucho el halcón y dáñase, y guárdenle de la sangre y ahun de grande papo de la carne por la razón que arriba he dicho, porque el neblí de su naturaleza es bravo por el ánimo y coraçón y osadía que tiene, y dándole de la sangre y carne salvaje enbravecerse hía y haríase esquivo, y por esta causa es menester governarle templadamente con carne de gallina, y ahun tanbién por las razones que dixe en el capítulo octavo deste segundo libro.

Escriven Pero López y Joan de Safagún que oyeron dezir a muy buenos caçadores que quando el halcón no desciende denodadamente en la ribera, que para hazerle baxar que le den de comer del pecho de la ánade porque toma gran querencia y sabor della, y que con esto baxará denodadamente, y que bien crehían ellos que esto fuesse verdad, pero que hay este inconveniente: que quando el halcón está cevado desto y cae sobre la ánade y la ha herido, y la ánade se va a la tierra o quando las ánades se levantan antes que el halcón haya subido a su altura, que la sigue más y con mejor boluntad a la tira pensando que ha de comer de aquella carne, y que podría muy presto perderse, pero que si el halcón era tan duro de hazer que no desciende como deve, no dexen de darle del pecho de la ánade o de otra ralea que matare, pero sea muy pocas vezes.

Si el halcón neblí fuere pollo háganle bolar algunas vezes perdizes, porque el buelo de la perdiz los haze muy altos y muy redondos, y los halcones toman en él gran golosina y sabor; y quando hovieren de hazer este buelo, hagan primero bolar el halcón y tomar su altura, y después levántenle las perdizes, y si recaudare tírensela de las manos graciosamente, y no le den de pelar y cavalgue el caçador y hágale rebolar y remontar, y quando vieren que ha rebolado y remontado harto y está alto déle señuelo antes que desenballeste a se baxar y déle de comer. Pero miren que para bolar perdizes con el neblí lleven muy pocos podencos, y que no sean más de dos o tres quando mucho, y que sean muy mandados porque no lleguen al halcón, que si llegassen lo escandalizarían y resabiarían y le harían dexar la perdiz y se iría, ni tanpoco buelen en lugar que haya muchos árboles, que se podría herir el halcón quando viene a golpear. Otros caçadores buelan la perdiz con el neblí de la manera que con el açor: soltándolo a toda la vanda al mesmo tiempo que se levanta, y esto es tanbién muy bueno porque, como aprietan muy reziamente las perdizes, ríndenlas todas juntas y el halcón sube arriba y anda siempre alto y redondo esperando que le levanten la perdiz, y assí como sale la perdiz cae el halcón a ella, y tórnase luego a subir y engolosínase mucho en esto, y vanse muy pocas perdizes de la vanda porque, como el halcón anda en lo alto, no osan levantarse y las más dellas matan los perros.

Assimismo quando el halcón neblí es pollo, antes que entre en la muda, en el mes de mayo, deven hazerle bolar sobre sisones, haziendo primero bolar y levantar el halcón como he dicho en el buelo de la perdiz, y después levantarle los sisones, y si recuadare tírenselo graciosamente de las manos y cavalgue el caçador y hágale rebolar y remontar, y si hoviere más sisones y quisiere más bolar levánteselos, y si no los hoviere o no quisiere más bolar déle señuelo antes que desenballeste para se baxar y déle de comer.

En aquel mesmo tiempo es muy bueno bolar sobre los martinetes, porque hazen a los halcones neblís osados para si después los quisieren hazer garçeros y se muestran bien a bolar para contra garça, porque los martinetes pican muy mal y tómalos el halcón por la cabeça.

Acaece algunas vezes que se toman los halcones çahareños tan tarde que queda muy poco tiempo para poder caçar con ellos antes de los poner en la muda. Lo que en tal caso se deve hazer es esto: en todo aquel verano no le pongan en la muda, y en las mañanas y en las tardes, con la fresca, buelen con el tal halcón sisones, alcaravanes, martinetes y ánades y no curen de hazer otra cosa sino passar assí el tiempo bolando, dando señuelo en las mañanas y tardes, y quando vieren que ya derriba mucho, assí de las alas como de la cola, tráyanlo siempre en la mano, y sufra el caçador quanto pudiere de no ponerlo en la muda hasta tanto que vea que las plumas nuevas vienen en sangre, y porque entonces sería grande peligro traerlo en la mano, póngalo en la muda; y si por ventura este tal halcón viniesse tan tarde que estuviesse en duda de poder bien mudar, ayúdenle con las ayudas que escreví en el libro primero, en el capítulo veinte y siete.

Si por ventura quando lançaren el halcón a alguna ánade o a otra ralea dexasse de ir a ella, y se fuesse a otra que no le lançaron y la tomasse contra voluntad del caçador, assí como es paloma o corneja o otra semejante, sáquesela de las manos el caçador de manera que el halcón entienda que pesó dello al caçador, y no le haga bien ni regalo alguno, antes le ponga luego el capirote y no le dexe bolar hasta que passe un buen rato.

Para ningún buelo querría que anduviesse grande aire, pero mucho menos para la averramía.

Si quieren tener halcón neblí que sea buen altanero, y que siempre amejore y no enpeore, no lo hagan garcero ni maten con él otra ralea, porque después que ponen los halcones altaneros en la garça pierden mucho de la altanería y la dexan, y todo el caudal y sotileza de la arte del neblí es ser buen altanero, y muy pocos halcones se hallan que sean buenos altaneros y garceros muchos, y los caçadores siempre contaron la garça por ralea.

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CAPÍTULO X

De las aves que se buelan con el neblí por altanería y mano por mano

PUES que ya he dicho la manera y orden que se ha de tener para hazer el halcón neblí altanero y para caçar y bolar con él, quiero agora dezir qué aves y raleas son las que se buelan por el buelo de altanería, las quales son éstas: las ánades reales, alavancos, trullos, abocastras, cercetas y foxas y gallarones, a todas las quales se ha de bolar de la misma manera que a las ánades, es a saber, haziendo primero bolar y subir el halcón y dexándole tomar muy bien su altura, y después levantarle las dichas aves para que caya en ellas, y lo mismo se ha de hazer a los sisones y perdizes, ahunque las perdizes, como arriba he dicho, tanbién se buelan mano a mano o a braço tornado. Y desta manera, de mano por mano, se buelan todas las otras presiones, assí como grúa, garça, averramía, martinete, cuervo calvo, cuervo marino, alcaraván, lechuza, cigüeña, ánsar, cisne y vítor, abutarda, garçotas y garças ruvias.

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CAPÍTULO XI

De cómo se ha de hazer garcero el neblí y del buelo de la garça

EL buelo de la garça es diferente del buelo de las ánades y de las otras aves que arriba se ha dicho que se han de bolar por altanería, porque aquéllas, como se ha dicho, se han de bolar dexando primero subir el halcón y que tome su altura, antes que le levanten las ánades, y la garça se ha de bolar soltando el halcón mano a mano, que es al mesmo tiempo que ella se levanta. Pero es de saber que el buelo de la garça es en dos maneras: la una quando se buela baxo y no sube la garça arriba, y en este buelo se comprehenden tanbién la grúa, la cigüeña, la abutarda, el cisne, la ánsar, la averramía, el martinete, el cuervo calvo y el cuervo marino, y el alcaraván, y vítor y las otras que arriba dixe, porque a todos estos se suelta el halcón mano a mano y buelan baxo y no suben arriba. La otra es en garça esquivada, que es quando la garça sube quanto puede arriba, y subiendo algún halcón en seguimiento della, y estando la garça y el halcón en razonable altura sueltan este otro halcón que sube a ella, y en este buelo se buelan tanbién el milano y la lechuza porque suben mucho arriba.

Pues para hazerlo garçero háganlo desta manera: búsquese la garça en ribera, o arroyo, o laguna que no sea honda, porque pueda passarla y trastejarla el caçador para ir a socorrer el halcón, ni haya arboleda porque no se hiera, y como hallaren la garça, levántenla y suelten el halcón a ella y si la matare cévenle y háganle muchos regalos y caricias en ella, dexándole pelar porque la conozca y dándole el coraçón y tuétanos della. Pero si quando soltaren el halcón fuere de buena gana a la garça y llegare a ella y no quisiere pegarle, abáxenle un poco de la carne y denle hambre y tornen a bolar la garça, y si con esto tanpoco quisiere entrar en ella, busquen entonces un halcón maestro que sea buen garcero, y quando vieren que el halcón maestro buela la garça y la trahe rendida, entonces quiten el capirote al halcón y déxenlo bolar, que luego se irá a juntar con el maestro a lo que vee rendido, y si la garça muriere háganle todo el plazer que pudieren y denle a pelar en ella porque la conozca y le pierda el temor, y denle el coraçón y cañadas della, y coma algunas picadas en los pechos della y denle después una pierna de gallina, pero nunca le den hartura ni papo de la carne de la garça, porque es muy viscosa y empalaga mucho a los halcones, por lo qual muchos dellos vienen a aborrecer la garça y dexan de ir a ella, y desta manera lo cevarán dos o tres vezes.

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CAPÍTULO XII

De cómo se hará el neblí gruero y para ánsares

SI lo quisieren hazer gruero háganlo primero perdiguero, y después tomen una liebre o un conejo vivo, y teniendo el halcón en la mano tengan la liebre o el conejo en la otra, y alléguensela a las manos y apártensela como quien se juega con él, y quando vean que le echa las manos déxenle asir un poco della de las orejas y de la cabeça, y tórnensela a quitar luego, y hagan como que se suelta y suéltenla con un fiador, y como saliere el halcón a ella suéltenle y denle de comer en ella y háganle allí caricias y regalos, y después busquen otra liebre o conejo vivo y suéltenselo en el campo con un fiador y denle allí otra cevadura. Hecho esto vayan a la caça y cévenle una vez o dos en la liebre, y después que vieren que entra denodadamente en la liebre y la toma por la orejas y le ha perdido el temor, tomen una ánsar y échensela de mano de manera que buele, y si la tomare bien déxenle pelar y denle de comer en ella lo que pareciere que le conviene, y esse día no le prueven la agua. Otro día busquen una liebre y buélela y denle della poca cosa, y aquel día pruévenle la agua y hártenlo de sol, y cúrese y traya el pico por sí, y a la noche pónganle una candela porque se cure y piense de sí, y levántese el caçador con él dos horas antes que amanezca, y desque viere que viene la alva tórnese a casa, y haga tener buen fuego que no haya humo y calléntele bien y póngale después en su alcándara, y traya el pico por sí y cavalgue y vaya a buscar las grúas, y mire que lo sepa bien lançar, si no luego pierde la voluntad de tomar la grúa, y tire el viento arriba, y lleve de traílla un galgo de socorro, y guarde que las grúas no sean más de una o dos, y en lançando el halcón suelte el galgo y ponga las espuelas al cavallo, y si el halcón derribare alguna grúa y el galgo la recaudare, háganles allí a los dos mucho plazer y caricias dando al halcón una gallina a degollar debaxo de la ala de la grúa, y dándole un mienbro della y el coraçón de la grúa y las cañadas y dexándole bien pelar en ella, y para el galgo deven llevar unos torreznos de tocino y dárselos allí, debaxo de la ala de la grúa, y pan enpringado porque se ceve en la grúa y tome querencia y voluntad de ir a ella, y si por ventura errare aquel lance no tornen a lançar otra vez, mas tórnenlo a echar a otra ánsar y hagan como hizieron la primera vez, y después tornen a buscar la grúa y láncenle como arriba dixe; y como he dicho de la grúa, pueden hazer para cevarlo en la ánsar brava, pero miren que quando le soltaren a las ánsares bravas que despachen en ir a socorrerle muy presto, porque quando veen que el halcón tiene alguna ánsar todas cargan sobre el halcón, y si no lo socorriessen presto lo matarían, y lo mismo hazen las grúas quando son muchas, y por esto dixe arriba que no lancen el halcón sino a una o dos dellas, y guárdese el caçador de cevarlo muchas vezes en ánsar mansa porque se iría a las aldeas alguna vez y tomaría las ánsares y matarlo hían los labradores o mugeres.

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CAPÍTULO XIII

De cómo se ha de hazer el neblí para la graça que sube a lo alto

DESPUÉS que el halcón se haya cevado dos o tres vezes con el halcón maestro háganle bolar y matar a solas la garça, y después que haya comido en cinco o seis garças y que mata la garça denodadamente sin maestro, denle de allí adelante garça esquivada de otro halcón desta manera: levántenle la garça y suelten otro halcón a ella, y desque vieren que la garça ha subido y está en altura conveniente suelten entonces el halcón para que suba por ella, porque ningún halcón neblí se deve demostrar a matar garça baxa, sino alta.

Assimismo lo pueden cevar lançándole de mano una lechuza porque es muy buen buelo y suelen subir muy bien a lo alto.

Quando lançaren el halcón a garça, lánçenle viento arriba, al contrario de lo que dixe a las ánades, porque la garça luego buelve viento abaxo y halla el halcón al encuentro.

Quando el halcón hoviere de bolar garça miren que lleve buena hambre y que no haya estado al sol, y que no lleve grandes cascaveles sino pequeños y livianos, y si los traxere grandes descárguenselos.

Cuando fueren a bolar garça, si la hallaren en ribera cerca de las ánades, hagan primero levantar las ánades y otras qualesquiera raleas que allí hoviere, porque de otra manera si echassen el halcón a la garça y andando con ella se levantassen las ánades, el halcón iría a ellas y dexaría la garça, y en caso que quando el caçador soltó el halcón a la garça no hoviesse visto las ánades hasta que ya el halcón bolava, guarden quanto pudieren que no le levanten las ánades porque entonces ya no hay otro remedio. Y si por ventura el halcón bolando la garça la dexasse y tomasse ánade o otra ralea contra voluntad del caçador, sáquensela de las manos de manera que él entienda que le pesó dello y no le hagan plazer alguno, mas antes luego le ponga el capirote y no buele con él hasta que haya passado un gran rato.

Si quisieren que el halcón neblí sea buen garcero, no buelen con él jamás altanería, porque muchas vezes quando bolaren la garça si viere las ánades se irá a ellas y dexará la garça. Pero tanbién quiero dezir que aprovecha mucho a los halcones garceros bolar algunas vezes sobre las ánades menudas como son alçaderas, cercetas y trullos, porque estas aves se levantan a menudo de la agua y buelven a ella y son malas de echar por seco, y engolosinan y afeítanse mucho en esto los halcones en venir abaxo y tórnarse a poner arriba, y quando bolaren estas ánades menudas hagan que las ponga el halcón muchas vezes por la agua, y desque vieren que ha mucho acuchillado en ellas y que anda enojado y asaz travajado, denle señuelo y un poco de comer, y a la tarde busquen la garça y como la matare háganle todo plazer en ella para que el halcón entienda que allí le han de hazer bien y no en la altanería. Y este bolar sobre estas ánades menudas se haze porque cobre aliento el halcón y se estire bien y se afeite como he dicho. Y si vieren que despara de la ribera por el poco bien que le hazen en las ánades, no dexen de matar alguna ánade real y déxenle pelar bien en ella y denle una pierna y el coraçón della, y no le den de la sangre. Pero esto no se haga más de una vez o dos.

Hagan siempre bolar el halcón neblí por la mañana, y para que vaya bien templado madrugue el caçador y levántese dos o tres horas antes del día y váyase al campo con él, porque le dé la frescura de la mañana para que le ponga buena hambre, y ésta es buena costumbre: lo uno porque, como ya he dicho, las águilas y meliones no parecen ni andan por las mañanas; lo otro porque no haze tanto viento en las mañanas como en las tardes; y assimismo le harán bolar a las tardes porque el neblí quiere bolar en el día dos vezes: una en la mañana y otra en la tarde.

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CAPÍTULO XIV

Del govierno de todos los halcones en general y de cómo se han de hazer

COMO quiera que en los halcones haya diferencia de unos a otros, assí en la condición como en los plumages y grandeza de cuerpos y como en la inclinación del bolar, que unos son mejores para altanería, otros para garças y presiones y otros para perdizes, todos en general se han de adreçar, amansar y hazer capiroteros y señoleros por la misma forma y manera que se ha dicho en el principio deste segundo libro. Pero si el halcón fuere pollo y tomado del nido o ramero, y que ahún tuviere pluma mala o no la tuviere bien enxuta, criarlo han por la misma orden que di para los açores; y después que estuviere criado y bien enxuto pónganle pihuelas y cascaveles, y luego que le tomen en la mano le pongan el capirote y de allí adelante jamás se lo quiten si no fuere para comer y para las otras cosas necessarias, y háganlo señolero por la orden que arriba se ha dicho; y si lo quisieren hazer altanero, háganlo por la misma orden del neblí altanero; y si lo quisieren hazer garcero o a presiones, háganlo por la orden del neblí garcero y de presiones.

Nunca dexen el halcón de la mano porque no hay tal alcándara como ella si es buena, y quando lo tuvieren en la alcándara no se olvide el caçador de visitarlo muy a menudo, porque si se colgasse correría mucho peligro por estar con capirote.

Acostumbre el caçador de dar de comer a su halcón de mañana porque se veze a tener hambre a aquella hora, para que pueda acostunbrarle a bolar con él de mañana por las dos razones que dixe en el capítulo precedente.

Den siempre al halcón carne de aves y no desolladiza porque bolará más ligero y ahun vivirá más sano. Y a qualquier halcón abasta que le den una pierna de gallina por la mañana, y en la noche algunas picadas de buena vianda y su curalle, mas si el halcón fuere gerifalte o tagarote más es menester que le den, pero en esto han de tener consideración al cuerpo y condición del halcón.

Pero López de Ayala alaba mucho la carne caliente de la liebre y manda que de quinze en quinze días se dé al halcón un papo caliente della para alivianarlo y para alimpiarle el buche, y tiene razón porque la carne de la liebre es laxativa, pero no la tiene en reprehender la sangre della, porque, según Paulo Egineta y otros doctores, es la más alabada de todas las sangres.

Dé siempre el caçador a su halcón buena alcándara gruessa y firme y cubierta de valdrés adovado con sal de compás porque aprieta mucho las manos de los halcones y, si pudiere ser, tenga dentro alguna borra de los tundidores, porque con la blandura descansan y curan del quebrantamiento y travajo de los cuerpos, y tanbién es muy bueno para esto cubrir la alcándara de algún paño colorado o de otro color o ponérselo al halcón debaxo de las manos, o un pellejo de liebre, y si no se pudiere haver esto, póngasele el guante atado a la alcándara con la lonja porque no se caya. No pongan los halcones donde hayan estado gallinas o el sacre o el borní porque tienen muchos piojos. No haya humo ni polvo ni sereno en tiempo frío donde estuviere la alcándara; esté debaxo della muy limpio por dos razones: la una porque se halle el curalle cada mañana quando lo hizieren; la otra porque se vean las tulliduras que los halcones hazen para que por ellas se conozca si están sanas o dolientes, como diré abaxo, en el tercero libro; y siempre procure el caçador que la alcándara esté en la cámara donde él dormiere porque duerma cabo él y tenga candela toda la noche. Y en España diz que algunos caçadores usan, y tanbién los usaron los que escrivieron desta caça, tener de noches sueltos los halcones, y la causa es porque dizen que quando duermen suelen soñar los halcones algunas vezes que andan caçando y debátense y cuélganse y ha acaecido morir desta manera el halcón. Pero en Flandes y en Francia átanlos, y la razón que dan es que estando suelto el halcón y soñando que andan a la caça podríase dar algún golpe en la pared o en alguna otra cosa, y que el caçador no ha de tener su halcón tan apartado de sí que no lo oya quando se debata. Cada uno dellos parece que da buena razón, y cada una podrá seguir la opinión que mejor le pareciere, pero yo mi halcón atado lo querría tener. Para poder tener los halcones en la cámara donde duerme el caçador son muy buenas unas alcándaras que se hazen portátiles a manera de vancos con sus pies y cubiertos de paño de grana o colorado.

El día que el halcón neblí y baharí no hovieren de bolar, dévenlos enjardinar desta manera: llévenlos por la mañana a un buen prado verde, apartado de gente, y quítenles los capirotes y póngalos sobre sendas piedras atados muy bien con sus lonjas en una estaquilla hincada en tierra, porque allí se recrearán y curarán de sí. Pero miren que el lugar a donde los pusieren sea entre paredes y no en campo descubierto y raso, porque verían las aves que trastejan y no se assossegarían, y no se aparte de cabo ellos el caçador con el rohedero para que si viere que no quieren assossegarse los tome y les ponga sus capirotes. Este enjardinar acostumbran mucho los caçadores de Flandres, que son los mejores del mundo, porque dizen que el halcón se recrea mucho con ello, y jamás lo dexan de hazer, ni ahun, a mi parecer, lo devrían dexar de hazer los caçadores de España porque es muy buena regla. Pero ningunos otros halcones quieren enjardinarse sino los neblís y baharís.

El día que no hoviere de bolar el halcón, no dexe el caçador de darle señuelo a la tarde si hiziere buen tiempo, que no llueva ni haga grande viento ni niebla, pero no sea en monte porque no se pierda el halcón. Y si señolaren a la tira y tuvieren gallina dénsela a degollar por la boca muy cubiertamente, que no la conozca, y denle a bever de la sangre della porque es muy sana para los halcones, y allende desto toman grande querencia y amor con el señuelo.

Si acaeciere alguna vez al caçador perder el halcón, sea bien diligente en buscarlo y no se enoje dello, y lleve consigo gallina viva y su señuelo bien encarnado, y si fuere con ralea miren el camino que llevó y vaya por allí, y tenga ojo a ver si alcançó, y mire y guarde bien, que muchas vezes se encubren y esconden con la presa quando alcançan y están quedos, sin que se meneen quando sienten el hombre, porque no suenen los cascaveles, y no comen hasta que es passado el hombre; y si otro rastro ni tiento no tuviere el caçador, búsquelo el viento arriba y en las riberas, que allí acudirá; y si lo hallasse con la presa quítesela de las manos de manera que él entienda que pesó al caçador dello; y si alguna noche durmiere fuera de poder del caçador, cárguelo de cascaveles hasta que vea que ya está bien assegurado; y si quando lo buscare acudiere al señuelo, hágale quanto plazer pudiere y déle a degollar la gallina en el señuelo.

E para que siempre tenga el caçador su halcón sano y bien curado y que no le adolezca, goviérnelo por la orden y regla que doy para todas las aves en el libro tercero, en el capítulo primero, y guarde bien todo aquello que allí digo, porque si lo guardare y hiziere assí como allí se dize, por maravilla [no] adolecerá ni morirá su ave, y allende que siempre la tendrá sana, andará ella muy graciosa y concertada en la caça.

Quando el halcón no hiziere su dever en la caça por estar gordo o por no llevar buena hambre, desbúchenle y témplenle por la orden que escreví para los açores en el libro primero, en el quinzeno capítulo.

Qualquier halcón de qualquier especie que sea, travajen de ponerlo antes en las presiones mayores que a las menores, porque si los ponen primero en las menores no van después de buena voluntad a la mayores, y si bolando la mayor veen la menor dexan la mayor y van a la menor.

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CAPÍTULO XV

Del halcón baharí

DEL baharí es razón que hablemos luego después del neblí por dos razones: la una porque, como arriba dixe, fue el primer halcón que se vio en el mundo del qual salieron los otros; la otra porque en todas sus faciones parece mucho al neblí y muchos tienen que es especie de neblí. En Francia y en todas las otras tierras fuera de España le llaman halcón gentil, ahunque en Aragón, según dize Joan de Safagún, le solían llamar monterí; y en España y fuera della sobre estos nombres, baharí y gentil, les dan otro sobrenombre, a unos de una manera y a otros de otra, según en las tierras donde nacieron, assí como baharí o sardo a los que nacen en Cerdeña, y baharí o mallorquí a los que nacen en Mallorca, y tagarotes a los que nacen sobre el río de Tagarros, y tunicén o tunicencos a los que nacen en Túnez, y assí es en los otros que nacen en otras partes. Y entre estos hay diversos plumages, porque los sardos son negros, los mallorquís y de Romania son más ruvios y más granados y de mayores espaldas y más osados. Los tagarotes son más apretados en el color y en el talle porque son halcones tan pequeños que de ningún plumage hay halcón tan pequeño, y son amarillos. Y ahunque todos los baharís son buenos, pero los mejores diz que son los de España, especilamente los que nacen en Navarra y en Monserrate y en las montañas de Urgel, y tanbién los que crían en Cerdeña, de los quales los más salen negros. Escrive Joan de Safagún que son muy singulares los que crían cerca de Roma y en Sena, a los quales diz que llaman angallines y seneriles, los quales diz que ni son bien baharís ni bien neblís porque son muy blancos y muy sacados, y diz que matan tan altas garças como los mejores neblís del mundo y que son maravillosos grueros, porque diz que son muy caninos y animosos. Todos los baharís comúnmente son muy buenas aves para qualquiere cosa que los pongan porque tienen gran coraçón, pero quieren andar siempre en buena carne. Son muy buenos grueros de ventaja y garceros por lo baxo, y matan todas las raleas que mata otro qualquier halcón, pero no son buenos altaneros porque son muy caninos y, con la grande hambre, no se quieren detener en lo alto, que luego en viendo las ánades aguadas baxan y se meten dentro de la agua tras dellas, y tanbién porque suben mal a lo alto, y conóceseles en que quando buelan se dexan caer abaxo, el pecho por el suelo, y después suben azia lo alto por encavalgar el aire, y toda su ligereza es por lo baxo; ahunque algunos aciertan a salir buenos altaneros, y cuenta Pero López de Ayala que vio uno al rey don Pedro, el qual era mallorquí y que era muy buen garcero y que era tan aventajado altanero que entre quarenta neblís altaneros que el rey tenía muy buenos ninguno llegava al baharí, y dize assimesmo que vio al mesmo rey otro baharí sardo que sin ayuda de otro halcón derribava la grúa, y la cigüeña, y la ansar brava, y el cisne y asía y no soltava hasta que llegava el galgo. Son muy buenos perdigueros porque, como arriba dixe, su ligereza es en lo baxo y buelan muy graciosamente pecho por tierra, y matan tan bien la perdiz como qualquier açor y otro halcón; y quando aciertan a assentar de ojos la perdiz en la herida, valen tanto y son tan buenos para ella como el açor. Buelan, assimesmo, muy bien alcaraván.

Para qualquier buelo que hoviere de ser el halcón baharí, travaje el caçador de haverlo que sea niego porque aciertan a salir mejores los niegos que los otros, y si lo hovieren niego críenlo por la regla que di para los açores pollos niegos. Háganlo primero perdiguero, antes que lo pongan a altanería, ni a garça ni a las otras presiones. Cévenlo desta manera si fuere niego: échenle algunos perdigones en la cámara para que los reconozca y les tome querencia; después amánsenle en la mano y háganlo capirotero y señolero por las reglas que arriba he dicho. Desque ya estuviere buen señolero llévenlo al campo, a donde no haya árboles ni matas, sino que sea raso, y que si hoviere algunas sean muy pequeñas y claras de manera que el halcón pueda cobrar la perdiz; y lleve el caçador una perdiz viva y átele un poco de cordel a la pierna, y déla a un moço que vaya con él, y el caçador vaya cavalgando y el moço vaya junto a las ancas del cavallo, a la mano derecha, y quite el capirote al halcón y lance el moço la perdiz de manera que salga bolando por apar del cavallo, y si el halcón la quisiere láncele a ella, y si la cobrare vaya luego a él el caçador, y porque no prueve a sospesar la perdiz tome luego de aquel poco de cordel que dixe que atassen a la pierna de la perdiz, porque si una vez se veza a sospesarla cada vez que la hoviesse a las manos se iría con ella y la comería, ni tanpoco lleven podenco entonces porque no haya miedo dél, y teniendo el caçador del cordel de la perdiz, alléguese al halcón graciosamente con una pierna de gallina en la mano mostrándosela porque aguarde y no huya dél, y tome la perdiz de las piernas y déxesela pelar toda en tierra, y después súbalo a la mano y déle en ella de comer, y jamás le dé en tierra porque se destruyen y rompen las plumas, que en la costumbre que lo pusieren al principio en aquella lo conservarán y nunca la perderá, y si en la mala lo pusieren mucho menos; que ya se ha visto gerifalte que, mientra lo tenían en tierra con la perdiz ni con la garça, no diera una picada en ella por la buena costumbre en que lo pusieron. Pues cévenlo muy bien en esta perdiz dándole della lo que dixe en el primero libro que deven dar al açor quando lo cevaren, y otro día echarle han otra de mano y cevarle han muy bien en ella, y después que le hayan dado estas dos cevaduras de mano vayan a buscar las perdizes y procuren de darle un buen lance en tierra rasa porque sea en parte que la haya a las manos, y cévenle muy bien en ella, y denle otras dos o tres cevaduras en tierra rasa, de manera que en todas ellas el halcón haya siempre la perdiz a las manos, que si esto le hizieren, por maravilla dexará de assentar de allí adelante de ojos en la herida como un açor. Pero si en los tres o quatro lances primeros que bolaren con él la perdiz no la hoviere a las manos, no quieren después assentar ni se assientan en la herida, y si lo cevaren, como digo, de allí adelante podrán bolar con él quatro o cinco o seis perdizes como con un açor, pero para que mejor assiente en la herida désele buena hambre con rezio temple, de los que se hallarán en el capítulo «De cómo se templa el açor», ahunque a la verdad pocas vezes assentará el baharí si no viere caer la perdiz, pero viéndola muchos assientan muy bien.

Después que ya lo tuvieren buen perdiguero háganlo lebrero desta manera: denle de comer una liebre muerta, y a otro día échenle en tierra otra liebre muerta y denle a comer en ella, y al otro día échenle de la misma manera y denle de comer en ella, y desque vieren que va denodadamente a comer en la liebre muerta, busquen una liebre viva y suéltensela con un cordel, y si la quisiere láncenle a ella y cévenle muy bien en ella. Después tomen buenos galgos y busquen una liebre y buélenla con el halcón, y si los galgos la cobraren quítensela y échensela al halcón y cévenle en ella dándole primero los ojos y después la espaldilla. Y no haviendo liebres tanbién se puede hazer con conejos.

Después que ya vieren que toma denodadamente la liebre y conejo por las orejas, háganlo gruero y garcero o altanero por la misma regla del neblí porque, como arriba he dicho, muchos dellos salen muy buenos altaneros. Pero para grúa son menester destos halcones baharís tres que se ayuden porque quando uno llega y yerra, enbaraça la grúa, y llega el otro y toma, y desta manera no se les puede ir.

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CAPÍTULO XVI

Del gerifalte

LOS gerifaltes son aves crecidas y muy hermosas y de mayores cuerpos que otros ningunos halcones y, como arriba, en el seteno capítulo, dixe, los más de los caçadores deste tiempo les dan el principado entre todos los halcones. Crían en Noruega, en donde crían los neblís, y no se halla que críen en otra ninguna parte; y de allí los traen a vender en Flandres, y de Flandres los trahen a España. Son de quatro maneras: los unos son blancos, y éstos son finos de Noruega y son tan blancos como una paloma blanca y, ahunque en España vienen pocos dellos, en Flandres y en Francia se veen muchos, y yo los he visto en poder de la Sereníssima Madama María, reina de Ungría, hermana del Emperador y Rey nuestro señor, y éstos son muy preciados porque son propriamente aves de príncipes por su grande hermosura y salen muy buenos garceros. Hay otros que los llaman apedreados porque lo blanco tienen muy blanco y todo lo demás muy negro, a manera de piedras, ahunque antiguamente los llamavan letrados porque esto negro está tan compuesto que parecen que sean algunas letras. Hay otros que tienen el plumage gris, por lo qual los llaman grises y son muy buenos halcones. Hay otros que son negros a los quales antiguamente llamavan roqueses, y éstos son muy animosos. Son los gerifaltes muy duros halcones de hazer y comúnmente pocos dellos escapan de gotosos, y ciegos, y de poca vista. Escrive Joan de Safagún que los gerifaltes de su natura son covardes y de poco coraçón, pero no tuvo razón de dezirlo porque, según opinión de todos los caçadores y por lo que se vee por experiencia, son muy animosos. Son muy malos de hazer capiroteros al principio porque lo toman muy mal y por esto es menester que el caçador sea bien diestro en saberlo hazer, que no le resabie y escarmiente, porque el gerifalte nunca deve estar sin capirote si no es para dormir, y para comer, y para ponerlos en la agua, porque no se assossiegan sin él, y cada vez que se lo quitaren lo deven alagar con el rohedero y hazerle mucho regalo. Y si no quisiere esperar el capirote hágase lo que escreví para el açor raleón en el capítulo veinte del libro primero. Qualquier gerifalte mata muy mejor que otro halcón la garça o grúa o otra presión a que fuere lançado, porque al subir no haze tantos tornos como el neblí y yega más drecho en sus buelos, y como quiera que por su grandeza salga pesado de la mano después que comiença a cavalgar en el aire, todavía buela más y va más ligero. Los torçuelos gerifaltes son más ligeros y salen muy buenos garceros, pero son delicados y malencónicos, y mal acondicionados, y es menester que el caçador que los tractare sea bien sufrido. Quando escogieren el gerifalte escójanlo de la manera que dixe que se ha de escoger todo halcón, y sea ruvio y, si ser pudiere, no sea corcobado, mas sea derribado de las espaldas y sobre todo tenga gran carne en el pecho, y tenga buena cuxa, y buen çanco, y buenas manos, y ventanas, y los dedos cortos y gruessos, al contrario del neblí, y no sea cabeçudo. Miren que no tenga clavos ni principio dellos. Mírenle bien si tiene buena vista porque suelen tener los ojos claros y ver muy poco, y para esto muéstrenle el rohedero o otra cosa en que lo puedan bien conocer. Púrguenlo luego y denle sus curalles y báñenlo del piojo y guarnézcanlo y amánsenlo por la regla que arriba se ha dado para todos los halcones, y sobre todo tengan grandíssimo cuidado y diligencia en que no se resabie ni enoje del capirote al principio, que si mal capirotero es nunca harán con él buena cosa. Háganlo señolero y estírenlo bien a la tira todo quanto pudiere ver el señuelo. Después que estuviere hecho señolero háganle luego lebrero porque como quiera que hay algunos caçadores que dizen que se deve hazer primero perdiguero que lebrero; la común y más verdadera regla y de muy buenos caçadores es hazerlos luego a la liebre por quatro respectos: el uno es porque se hazen animosos; y lo otro es que se comiençan a estirar, porque después que salen del arco entonces quasi comiençan a bolar; el otro es por hazerlos compañeros y que sepan bolar en compañía de otros halcones y se muestren y vezen a sufrir la compañía, porque la falta destos halcones es que no lo sufren y se toman mucho; el otro es porque después se atraínan en presiones y se hazen en qualquier cosa que los ponen. Pues háganlo luego lebrero por la misma orden y regla del baharí, porque con este buelo se alivianan mucho y se vezan a saber sufrir y tener muy bien el aliento quando se alçan y baxan, y van y vienen a la liebre, y ahun diz que pierden las cosquillas que diz que tienen en las manos porque naturalmente los gerifaltes diz que son cosquillosos. Después que lo tuvieren lebrero cévenlo luego en perdiz y háganlo perdiguero por la regla del baharí, porque como la perdiz buela largo trecho haze durar mucho el aliento a qualquier halcón que buela tras della, y assí se vezan a tenerlo y sufrirlo mucho; pero miren que travajen de que la primera perdiz en que le cevaren no la sospese porque, si la sospesasse, cada vez que hoviesse la perdiz a las manos se iría con ella y la comería y nunca sería buen perdiguero, y ahun alguna vez lo podrían perder porque son en esto muy truanes y de rruín condición. No lleven podenco ninguno quando los fueren a cevar porque no pongan miedo al halcón y se vaya con la presa; y si hoviere la perdiz a las manos alléguense a él graciosamente, mostrándole una pierna de gallina porque aguarde; después que hovieren llegado a él, tomen la perdiz de las piernas y déxensela pelar toda en tierra y después súbanlo a la mano y allí le den de comer por la razón que dixe en lo del baharí. Háganle tanbién bolar lechuza porque remonta, y sube, y porfía mucho, y aprovéchale mucho este buelo para al delante, quando bolare garça.

Después que lo tuvieren lebrero, y perdiguero, y bolado lechuza con él, cévenlo en la garça desta manera: tomen dos o tres garças con algún halcón maestro, y échenselas en tierra, un día la una y otro día la otra, y entre en ellas, y rebuélvase en ellas y pele bien, y coma de la carne guardándole de la sangre, y ahun del gran papo de la carne por la razón que ya muchas vezes he dicho, y especialmente si la garça es muy flaca, se deve de dar della muy poco a qualquier halcón. Después que haya comido en dos o tres garças muertas, tomen una viva y cósanle los ojos de manera que pueda ver algún poco, y pónganle una bainilla en el pico porque no pueda herir al halcón, y échensela en un campo en manera que buele algún poco, y quiten el capirote al gerifalte para que la vea ir bolando, y si la quisiere láncenle a ella, y si la tomare déxenle rebolcar con ella porque conozca el graznido y pierda el miedo de la garça; y desque vieren que la agavilla y la quiere degollar, alléguense a él graciosamente con una buena gallina gorda que no grazne y dénsela a degollar allí debaxo de la ala de la garça, y si fuere de mañana denle dos piernas de la gallina y la sangre della que es muy sabrosa y muy sana, y denle el obispillo y el coraçón, y después déxenle pelar bien en la garça y denle las cañas della, y sáquenle graciosamente de la garça con un rohedero y déxenle alimpiar y sacudir, y en acabándose de sacudir denle el sainete y una cañadilla y pónganle su capirote amorosamente. Dende a tercero día témplenlo muy bien, y vayan a buscar la garça en poca agua, y lleven un halcón maestro y lancen primero el maestro a la garça y después el gerifalte, que luego irá a ayudar al maestro, y si no le ayudare a lo menos veérsela ha tomar, y a la otra vez que se la viere bolar luego le irá a ayudar sin ninguna duda; y si mataren la garça y entrare muy denodadamente cévenle muy bien en ella, y háganle mucho plazer y caricias. Y desque vieren que comiença a querer la garça y las otras presiones, y entra en ellas denodadamente y las toma muy bien denle prisa, y cada día lo lleven una vez o dos al campo porque, desque se escalientan en el tomar de las presiones, son maravillosas aves; pero si no les dan prisa resfríanse y rebótanse luego, y después de resfriados no se puede hazer cosa buena con ellos, y todo el travajo desto es el primer año, que después cada año son mejores. Pero guarden no los lancen con otro halcón hasta que vayan bien conociendo las presiones porque se toman reziamente, y guárdense assimesmo que no los pongan en piedra ni en alcándara dura sino en cosa blanda y, si ser pudiere, que tengan siempre debaxo de las manos una almohada o un paño de lana atado de muchos dobles en la vara porque ellos son muy pesados, y con la mucha humedad que en ellos hay tienen carnosas las manos, y teniéndolas puestas sobre cosa dura mastrújaseles la carne de debaxo dellas con el gran peso del cuerpo y házenseles suelas en manera de postillas o clavos y otras muchas enfermedades que se recrecen a las aves por esta razón. Que ahunque algunos caçadores tienen por opinión que los gerifaltes son calientes y por esto les ponen sobre piedras, engáñanse mucho que no son sino húmedos y flegmáticos, y lo mejor y más seguro es traherlos siempre en la mano, assí por lo que se ha dicho como tanbién porque son peligrosos de perderse si se cuelgan de la alcándara a causa de ser tan pesados.

Después que lo tuvieren buen garcero, si lo quisieren hazer gruero y a otras presiones háganlo por la regla del neblí, y llévenle siempre en la mano porque como son pesados si se colgasse de la alcándara podría peligrar, quanto más que, como ya tengo dicho, no hay tal alcándara como la buena mano, y siempre que le quitaren el capirote haláguenle con el rohedero, y háganle mucho plazer, y quando se lo bolvieren a poner pónganselo graciosamente porque en ninguna manera lo enojen ni resabien que sería echarlo a perder.

El gerifalte ni el sacre quasi nunca toman la agua, y la causa es por la mucha humedad que tienen en el buche a causa de la mucha flegma que crían en él, y por esto es menester darle siempre curalle de olanda o lienço gastado, porque este curalle de lienço recibe y enbeve en sí toda aquella flegma y humedad, y dexa el buche enxuto y las tripas vazías y con grande apetito de comer.

Quando sacaren el gerifalte de la muda háganle bolar perdizes porque para dessainarlos es la mejor cosa del mundo porque como buelan largo vézanse a durar y a tener mucho el aliento.

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CAPÍTULO XVII

Del sacre

LOS sacres no se supo jamás adonde crían, ahunque muchos hizieron grande diligencia e inquisición por saberlo, pero ellos se toman de passo en las partes de levante, es a saber: en Candia, y en Chipre, y en Rodas, y en Malta, y Sicilia, y tómanse con el passo de las ánades y palomas como los neblís. Son aves grandes de cuerpo ahunque no tan grandes como los gerifaltes, y tienen larga cola. Tiene el sacre una cosa en su plumage que no la tiene ninguno de los otros falcones, y es ésta: que por muchas mudas que tenga, nunca muda el color del plumage porque siempre le torna a salir del mesmo color que primero lo tenía, salvo que el plumage no queda tan brozno como quando era pollo y házensele unas orladuras enrededor de las plumas que se divisan muy poco. Como quiera que dize Pero López de Ayala que él tuvo un sacre que era de los que se havían tomado en la Romania y que a la quarta muda que hizo se le hizieron todos los cuchillos mayores de cada parte tan blancos como una paloma blanca, y assimismo todas las plumas, grandes y pequeñas, que están alrededor de los cuchillos, y tanbién una pluma de la cola, y que este halcón se perdió y que creía que a otras mudas sacara más plumas blancas hasta que viniera a ser todo blanco, porque dize que muchas plumas, grandes y pequeñas, tenía ya pintadas como de blanco; y otro caçador digno de fee y verdad me dixo que havía tenido un sacre con cinco plumas blancas, es a saber: dos coberteras de la cola, y las tijeras, y encima de la cola una aguadera. Son muy buenas aves y muy osadas y de gran coraçón, y salen dellos muy buenos garceros y grueros, y son muy buenos perdigueros y lebreros y matan muy bien lechuza y alcaraván y toman grandes presiones, y son tan buenos para qualquier cosa que, desde codorniz y copada hasta grúa o abutarda, no dexarán presión que no maten si buen maestro tuvieren, y por esto dizen que si hovieren de tener una bestia que sea cavallo, y si un perro que sea lebrel, y si un halcón que sea sacre. Son muy rezios y buelan mejor con viento que otro ningún halcón. Viven mucho si son bien governados. Los torçuelos tanbién son muy buenos para qualquier buelo y presión que los pongan. No se ponen los sacres en la ribera porque son halcones pesados para remontar ahunque en Flandres y en Francia no dexan de ponerlos en ella, y los torçuelos son mejores para ello porque son más ligeros. Escójanlo por el talle y señales que escreví, para todos los halcones, en el capítulo tercero deste libro, y sea descargado de las espaldas y tenga gran pecho, y buena carne en él, y buena cuxa y çancos, y los dedos cortos y gruessos. Sea ruvio si ser pudiere; tenga las puntas de las alas muy largas y la cola corta, y las ventanas bien abiertas, y mírenle bien que esté sano y tenga buena vista.

Háse de amansar, y hazer capirotero desta manera: de tercero a tercero día, teniendo puesto el capirote y teniéndolo el caçador en la mano, lo rocíe de tal manera que lo haga una sopa de agua, y estando assí mojado, quítele y póngale el capirote muchas vezes, y assí se amansará y hará capirotero, y en ninguna manera se lo quite y ponga estando enxuto, y las reglas y avisos que di para hazer capirotero el açor raleón en el libro primero, en el veinteno capítulo, aquellos mismos se pueden guardar en el sacre, y en qualquier otro halcón que fuere malo de hazer capirotero. Son aves que quieren ser muy travajadas y andar más baxas que altas de carne, porque de otra manera no las traherán sojuzgadas, y por esto es menester que siempre que le den ave viva que se la passen por agua como escreviré en el tercero libro en el capítulo primero, «De las reglas generales». Quieren andar muy cevadizos, porque quando están mucho tiempo en la alcándara se hazen truhanes. Púrguenlo luego, y denle sus curalles, y báñenle del piojo, y requiéranle muy a menudo dél, porque los sacres y los bornís crían más piojos que ninguno de los otros halcones, y por esta causa no deven de poner otros halcones en la alcándara que ellos estuvieren o hovieren estado. Después que lo hovieren purgado y bañado guarnézcanlo y háganlo señolero, y háganle matar perdiz y liebre por la orden que arriba se ha dicho, pero siempre tengan un par de ellos que buelen en compañía la liebre porque se conozcan quando bolaren con ellos garça o buarros o milanos, porque no se tomen, que son aves que se toman fuertemente en el aire y sobre la presión, que si esta tacha no tuviessen son de las mejores aves del mundo.

Después que tuvieren este par de sacres buenos perdigueros y lebreros, cévenlos a la garça desta manera: tomen un halcón maestro y busquen la garça en poca agua, y lleven los sacres bien tenplados, y desque hallaren la garça lançen primero a ella el halcón maestro y quando vieren que el maestro espadaña la cola para venir a la garça quiten los capirotes a los sacres y suéltenlos de la mano, que en viendo amagar al otro luego le irán a ayudar, y si le ayudaren, y moriere la garça, cévenlos muy bien en ella, y si por ventura vieren que no llegan denodadamente a ayudar al maestro y la garça moriere, láncensela a los sacres y pelen en ella, y denles de la carne della razonablemente, y no mucho, guardándoles que no coman de la sangre ni la bevan, porque se enbravecen y hazen esquivos con ella, y aquellos tres o quatro días no les muestren otra garça, sino estírenlos bien a las liebres, y templenlos muy bien con rezia hambre quando los quisieren provar otra vez a la garça, y hagan como la primera vez hizieron, enbiando primero el maestro y después los sacres tras dél, que sin duda le ayudarán. Pónganlos siempre antes en las presiones mayores que a las menores como arriba he dicho.

El sacre mudado de aire es mejor que el pollo assí como en los neblís, ahunque hay mucho más travajo en hazerlo. Tráyanlo siempre en la mano, y no lo dexen en la alcándara que se rebotan mucho.

En el capítulo precedente dixe que el sacre ni el gerifalte quasi nunca toman la agua por la causa que allí escreví, y que por esto deven siempre darles cada noche curalle de lienço o de algodón, hágase assí porque estos curalles de lienço enbeven en sí toda la humedad y flegma del buche, y lo dexan muy limpio y enxuto.

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CAPÍTULO XVIII

Del borní

LOS bornís según opinión de caçadores son especie de gerifaltes, sino que el gerifalte es mayor y ha menester otro govierno y regimiento que el borní, y en todas las partes excepto en España diz que los llaman laneros. Los bornís crían en muchas partes del mundo: crían en Noruega, y en Prohença y en muchas partes de España, es a saber, en Navarra, y en Alaba, y en Guipuzcoa y en Vizcaya, y en Mena y Losa, y en las Asturias de Santillana y de Oviedo, y en Gallicia, y en Santiago, y destos los mejores son los de Navarra y Gallicia porque salen muy buenos, y escrive Pero López de Ayala que en las Asturias de Santillana havía una muda de bornís que tenían plumas entre los dedos, y él mismo dize que vio uno, y muy bueno, al Rey don Pedro. Pero los mejores de todos los bornís son los que se toman en Proença, en un pueblo que se llama Cahors, los quales diz que se toman allí desde Sanct Joan hasta Sanct Miguel. Escójanse por el talle y señales que dixe para todos los halcones, y sea descargado de espaldas y no corcobado, ni estrecho de hombros. Tenga buen pecho y buena carne, y no sea luengo de piernas. Tenga buen çanco y buena cuxa, grande de mano, y los dedos cortos y grandes. La cabeça llana, y el ojo encobado, y buen pico con buenas ventanas, y la cola corta con grande estropajo. Son muy buenas aves y apropriadas para un escudero porque se mantienen muy bien con qualquier vianda, y de qualquier natura que sea, porque el borní es de muy rezio subjecto y complexión, que ahunque le den carne de perro no le hará daño, y se mantendrá muy bien con ella. Como quiera que mi parecer es, que el que le pudiere dar gallina o otra buena vianda que se la dé, y si se la dieren conocérsele ha bien en el bolar. Mata muy bien liebre y perdiz, y dellos salen tan buenos perdigueros, y que assientan tan bien en la herida como açores, y demás desto matan alcaravanes, cuervos, dorales, garçotas, martinetes, garças blancas, y las otras garças, y lechuzas, y otras muchas presiones. Báñenlo luego del piojo, y requiéranlo muy a menudo dél, porque los bornís y los sacres son aves que crían muchos piojos, y assí en la alcándara que ellos han estado o estuvieron no deven de poner otros halcones. Guarnézcanlo, y amánse[n]lo y háganlo capirotero, y señolero, y muéstrenle a hazer sus tornos, y si lo quisieren hazer altanero, tráyanlo en buena carne, y buelen con él al principio picaças, porque en este buelo se vezan a andar en lo alto, y a aguardar a su maestro, y a la presión, y después que algunos días hoviere bolado picaças, pónganlo en la ribera con el neblí, porque mucho se assossiegan con ellos, y ahunque se poze y no lo haga bien luego, y se baxe y assiente, no se enoje el caçador dello, que usándolo cada día con el neblí él tornará a aguardarlo, porque a la verdad el borní es duro de hazer altanero porque su naturaleza no es aquélla, y luego se pozan y meten en la agua quando veen las ánades aguadas o metidas debaxo de la agua. Y quando ya lo tengan altanero, denle siempre de comer en la ánade, porque como no es su natural ser altanero, no remontaría si no le diessen a comer della. Y miren que no le levanten las ánades hasta que esté bien amejorado, y que el caçador esté cerca quando levantare, porque no puede alcançar de lexos como el neblí, y quando son dos bornís házense buena compañía. Y en Francia los señores ahunque tengan neblís los usan mucho, por alimpiar la ribera de todas las otras aves para que no queden sino las ánades, y no dexen de travajar en hazerlo altanero, porque como quiera que al principio son malos de hazer, porque no es de su natura serlo, todavía continuándolos cada día con los neblís se vezan y asseguran con ellos, y se hazen buenos altaneros, y hazen mucho al caso para con los neblís, porque lançando primero el borní anda siempre sobre el agua, sin irse a ninguna ralea que allí haya, y para quando lançan el neblí está ya la ribera limpia de raleas, y assí el neblí como no halla raleas a que ir, anda más seguro porque, como ya dixe arriba, muchas vezes el neblí dexa las ánades y va a la ralea que vee, y por esta causa usan mucho en Francia los bornís en la ribera. Allende desto el borní assossiega las ánades. Los torçuelos bornís son mejores para altaneros que las primas, pero assí los unos como los otros si han de bolar en altanería quieren ser dos para que buelen en compañía. Háganlo perdiguero y lebrero por la regla del baharí, y para que assiente de cabeça en la perdiz, harán lo que allí dixe, y si vieren que es para más háganlo garcero por la regla del gerifalte, que muchos bornís salen buenos garceros y lechuzeros. Quiere el borní andar en buena carne, y que siempre lo trayan en la mano. Para altanería son mejores los çahareños, pero para perdizes solamente, muy buenos y más seguros son los niegos.

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CAPÍTULO XIX

Del tagarote

EL halcón tagarote, como arriba dixe, es especie de baharí, y llámase tagarote porque nacen en África en unas montañas que están sobre una ribera que se llama Tagarros, la qual diz que va cubierta de arena, y la agua corre por debaxo della, y las gentes que habitan cerca desta ribera cavan en la arena con la mano, y hallan luego la agua debaxo y cógenla para bever, y diz que es muy sabrosa. Estas peñas que están sobre esta ribera donde estos halcones crían diz que son muy altas, y llámanse las Peñas de Tagarros, y a esta causa, como he dicho, llaman a estos halcones tagarotes. Son halcones más pequeños que de ningún otro género de halcones, pero son muy bien hechos, y bien enplumados y el color de la pluma tira a amarilla, y son de grandes carnes, y tienen tan crecidas manos y rostros como un grande neblí. Son muy boladores, y tomadores de grandes presiones. Matan muy bien grúas, cigüeñas, ánsares, cisnes, garças, abutardas y estas tales presiones, y todas las otras raleas que halcón deve matar. Buelan muy rezio y alcançan muy aína, y son muy prestos en el tomar. Estos tanbién quieren ser tres para grúa, como dixe de los otros baharís, ahunque tanbién afirma Pero López de Ayala que vio al Rey don Pedro un tagarote que no era muy grande, y matava grúa sin ayuda de otro. Destos muy pocos passan en España sino quando los enbían en presente, y si caçan con ellos en la Andaluzía quando se pierden, diz que luego se buelven, y passan a donde fueron tomados. Báñenlo del piojo, y amánsenlo por la orden que se ha dicho, y si lo quisieren hazer perdiguero, háganlo por la regla del baharí, y si lo quisieren hazer garcero o gruero o altanero, háganlo por la regla del neblí. El día que hovieren de bolar con él grúa o otra ralea grande, guarden primero que lo lancen, que no vea águila, si no esse día no caçará.

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CAPÍTULO XX

De los alfaneques

LOS alfaneques crían en el reino de Túnez y Tremecén, y en otras muchas partes de África, y a los que crían en Túnez llaman tunecís o tunicencos. Son muy buenas aves, y especialmente los torçuelos, porque los torçuelos de sacres y de alfaneques llevan ventaja a todos los otros halcones torçuelos. En los alfaneques tanbién hay los tres plumages que se dixo que hay en todos los otros halcones, assí como son ruvios y negros, y rosumbrunos que como quiera que comúnmente los alfaneques son blancos, y tienen las cabeças ruvias, ya dixe que el plumage alvo se comprehende en el ruvio. Matan muy bien todas las presiones que mata el borní, pero señaladamente matan liebre mejor que ave del mundo, especialmente quando son dos, y lo mesmo hazen en la lechuza, y matan la perdiz tan bien como qualquiera de los otros halcones ahunque, no assientan bien en la herida. Matan assimesmo doral, y garçota, y cuervo, y si los ponen en la ribera házenlo bien. Dize Joan de Safagún que son mejores en qualquiere parte de España que en la Andaluzía ni en el reino de Toledo, porque diz que como éstas son tierras calientes, en dándoles el sol se suben a lo alto, y pássanse en allende donde nacieron, y piérdense, y en las otras tierras de España como son frías y están lexos de donde nacieron assegúranse. Estos quieren ser muy alvos o muy ruvios, ahunque hay algunos negros que salen muy buenos. Quieren ser governados como el borní, salvo que quieren andar muy baxos y bien señoleros porque no se pierdan. Son aves que les acuden mucho los clavos en las manos, y por esto conviene reconocérselas a menudo. Báñenlo y amánsenlo y háganlo capirotero y buen señolero, y después háganle perdiguero y lebrero por la regla del baharí; y si lo quisieren para otras presiones, háganlo por la regla del gerifalte y del neblí. Dize Pero López de Ayala que en reino de Túnez crían unos halcones alfaneques que llaman tunicos o tunicencos, que son entre alfaneques y bornís, y que tienen las colas luengas, y dize que hay otros que los llaman entrecelis que parte tienen de alfaneque, y parte de tagarote, y que él tuvo uno dellos que tenía el talle, manos y rostro de tagarote, y el plumage y color de alfaneque. Dize tanbién que vio en casa del Rey don Pedro un alfaneque torçuelo muy pequeño que matava un par de ánades sin compañía como un neblí, y que matava cuerva prieta, y de las capuhayadas, y doral y garçota veniendo por el cielo.

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CAPÍTULO XXI

Del halcón bastardo

YA dixe arriba, que estos halcones se llaman bastardos, porque nacen del halcón sacre y del borní, y es desta manera: que en Alemaña y en Roxia hay unos bornís ruvios tan grandes como sacres, y aquéllos y los sacres crían allí de rebueltos, y a las vezes se mueren de unos, y a las vezes de otros, y júntanse los bornís con los sacres, y los sacres con los bornís, y hazen hijos bastardos, que ni son sacres ni bornís según su plumage porque tienen la cabeça, y el rostro, y las manos, y las espaldas atravessadas como borní, y tienen las alas y la cola, y el plumage de los pechos como el sacre. Son muy buenas aves, y matan todas las más de las presiones que mata el sacre, y quieren ser governados por el mismo regimiento y govierno del sacre. Tienen una muy mala tacha, y es que se toman sobre la presión con los otros halcones de lo cruelmente del mundo, y es muy grande falta para qualquier halcón no ser compañero y que lo hayan de hazer por su parte a solas.

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CAPÍTULO XXII

Del tiempo en que se han de poner los halcones en la muda

NINGÚN tiempo cierto se puede dar en que se hayan de poner los halcones en la muda, porque unos mudan antes que otros, según la dispusición y complexión dellos y según hovieren travajado en el invierno unos más que otros, porque según opinión de caçadores, quanto más el halcón hoviere bolado y travajado en la caça tanto mudará mejor y más presto. Los baharís y tagarotes, comiençan a mudar, y salen más más temprano que los otros halcones, y afirma Joan de Safagún haver visto baharí sardo, y ahun otros estar ya mudados, y dessainados y matar garça al fin de julio, pero comúnmente los tempranos suelen salir a metad de agosto. Los gerifaltes y los sacres y bornís, comiençan a mudar al principio de mayo, y salen de la muda al fin de agosto o mediado septiembre. Los neblís suelen començar a mudar ocho días antes o después de Sanct Joan, y salen de la muda por Todos los Santos, y lo más largo por Navidad. Ahunque tanbién dize Joan de Safagún que vio un halcón neblí negro, que ni era bien neblí ni bien baharí, estar mudado y dessainado en el mes de agosto. El proprio y verdadero tiempo en que qualquier halcón se ha de poner en la muda, es, después que ha començado a derribar, y ahunque haya derribado los partidores, que son los dos primeros cuchillos que derriba el halcón, ni ahunque haya derribado las corvas y sobrecuchillos no le deven poner en la muda, hasta que derribe plumas de la cola, porque quanto más se pudiere caçar con él, o traherlo en la mano, es mucho mejor, pero después que hoviere derribado las coberteras de la ala y otras plumas della, luego le deven poner en la muda, y no buelen más con él ni le trayan en la mano, porque sería inconveniente.

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CAPÍTULO XXIII

De lo que se ha de hazer al halcón antes de ponerlo en la muda

ANTES que pongan el halcón en la muda púrguenlo desta manera: tomen azívar cicotrino y agárico, de cada uno peso de siete granos de trigo, almástica y nuez noscada, de cada uno peso de tres granos. Muélanse y mézclense y dénsele estos polvos cubiertos con carne, como en el libro tercero se mostrará; o si los quisieren dar en píldora háganla con una poquita de miel rosada, y sea blanda y rezién hecha, y no sea dura en ninguna manera; y para dársela hágase desta manera: el día que se la hovieren de dar, denle por la mañana un coraçón de carnero lavado en agua de assensios, y a la noche le darán los polvos o la píldora cubierta con una poca de carne, y sobre ella unas picadillas, y al otro día denle la carne lavada en agua de assensios, y si pareciere al caçador que no purgó bien su halcón, tórnele a dar estos polvos dende a quatro o cinco días, que seguramente se los pueden dar, porque son tales que sin necessidad se pueden dar a qualquier ave sin que haya sospecha de que le haga el menor daño del mundo, sino mucho provecho. Después que ya hovieren purgado el halcón, háganle el pico, y todo lo demás que escreví que se hiziesse a los açores antes de ponerlos en la muda, y denle buenas viandas, y suban y engórdenle antes de ponerle en ella, y no le pongan flaco, siguiendo la opinión de algunos que dizen que entrando flaco el halcón en la muda tomará más amor con ella, y mudará mejor, porque todo es burla, sino meterlo bien gordo y con buenas carnes.

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CAPÍTULO XXIV

De cómo se ha de ordenar la cámara de la muda, y de cómo ha de estar en ella el halcón

LA cámara de la muda no sea muy grande, si no se hoviere de mudar en ella más de un halcón, y si muchos se hovieren de mudar sea tan grande que quepan todos, y quantos más halcones estuvieren se assossegarán más, y tomarán más recreación unos con otros. Sea la cámara luzida con yesso, y tenga pintadas las paredes de arboledas y verduras, porque se alegran las aves mucho con ello, y si no pónganles ramos verdes en la semana una vez. Tenga una ventana azia el septentrión, que es azia el norte, para que le entre la claredad por ella, y goze de la frescura del cierço y regañón, y esta tal ventana tenga su rexa de palo o una red de hilo de arambre o de hierro, porque no se pueda salir por ella el halcón estando suelto, y tenga su cerradura de tablas, para que quando quisieren cerrarla y que no haya claredad la puedan cerrar con un cordel, y quando la quisieren abrir que la abran. Tengan otra ventana chiquita con su cerradura azia adentro a casa, para que el caçador pueda ver lo que haze el halcón sin entrar en la muda. Tenga la cámara su puerta con llave porque no pueda entrar nadi en ella sino sólo el caçador que tiene a su cargo el halcón, porque el neblí, y el gerifalte, y el baharí, y el sacre mudan mejor si no veen gente ni les hazen enojo. El borní y el alfaneque bien mudan ahunque vean hombres, pero todavía es mejor que no los vean en la muda porque mudarán mejor.

Y pues havemos dicho cómo ha de ser ordenada la cámara de la muda, digamos agora cómo se han de mudar los halcones, los quales se pueden mudar de tres maneras: la una es estando ellos sueltos y sin capirote en la muda de la misma manera que los açores. La otra es teniéndolos atados en la percha o alcándara. La otra es en tierra, sobre posos, pero unos halcones mudan mejor por la una manera que por la otra, y otros no quieren ser mudados sino por la una manera de las tres.

Los neblís, y baharís, y tagarotes mudan mucho mejor por la primera manera que por ninguna de las otras, y es opinión de muy buenos caçadores, assí antiguos como de los deste tiempo, que si los neblís no se mudaren sueltos como los açores, que de cinqüenta neblís errarán la muda los quarenta, y la razón que Joan de Safagún da para esto, es que quando el halcón está suelto y come por sí en su tabla a su voluntad y discreción, como se vee en su libertad y fuera de la jurisdición del hombre recréase más passeándose por la muda, y rebolcándose en la arena, y comiendo, y beviendo, y tomando la agua quando quiere, y assí obra más en él la natura, y govierna y muda mejor su pluma, y paréceme a mí muy bastante razón. Pues hágase desta manera: aparéjese la cámara de la muda por la orden que ya se ha dicho, y después de purgado y engordado bien el halcón suéltenle en la muda, y no es inconveniente echar dos ni tres halcones juntos en ella, que yo he visto mudar desta manera tres neblís juntos y salir muy bien mudados y no hazerse mal el uno al otro, antes es opinión que se asseguran y recrean más estando assí en compañía, que no estando un halcón solo. Pónganles arena y agua, como se dixo para los açores, y la agua se les mude de tercero a tercero día porque no hieda. La mesa en que hovieren de comer se haga más ancha de lo que se dixo para los açores, porque en ella se pongan unas piedras guijas limpias, unas como garvanços, y otras como avellanas, y otras como arvejas, para que el neblí las pueda tomar, las quales solos los neblís, y baharís, y tagarotes toman por instincto natural sabiendo el provecho que les hazen, y no las toman los otros halcones, y suélenlas tomar por la mañana y tiénenlas en el buche media hora o una, y después las lançan con muchos limos y humedades que tienen en el buche, y ahunque el halcón que las hoviere tomado no comerá bocado hasta que haya echado estas piedras, todavía el caçador no le deve dar de comer hasta que vea que ya las echó, y para que sepa quando las hoviere tomado, dixe que la mesa en que ha de comer fuesse más ancha que para los açores, para que en ella se le pongan las piedras guijas, y quando el caçador viere que no están en ella, podrá ser cierto que el halcón las tomó. Joan de Safagún dize que después que el caçador viere que el halcón tomó estas piedras que le cierre la ventana, y le dexe estar assí hasta las nueve horas, y después la abra y vea si las echó, y si no las echó tengan por cierto que no comerá bocado, y hay halcones que las toman de tercero a tercero día, y hay otros que de nueve a nueve días, según la disposición y salud que cada uno tiene.

Por la segunda manera quieren ser mudados el gerifalte, y el sacre, y el borní, y el alfaneque, y el bastardo y no por la primera, y ahunque el neblí, y el baharí, y tagarote se pueden mudar por esta segunda manera, y muchos caçadores lo hazen, todavía afirmo que es mejor mudarlos por la primera. Pues hágase desta manera: póngase en la muda una buena alcándara, que sea llana y ancha y no redonda, y en ella se ate una almohadilla de lienço, y no de cuero, y que esté llena de salvados y arena y sal de compás, y de salvados haya dos partes, y una de arena, y la quarta parte de sal, y átese muy bien a la alcándara para que sobrella pueda estar assentado el halcón, el qual ha de estar atado junto a ella. Pero para gerifaltes, háse de poner a la una parte esta almohadilla, y la otra parte se ha de enclavar en la alcándara una tabla redonda a manera de tajadero, para que sobre ella se ponga un césped, el qual se ha de mudar de ocho a ocho días, y el gerifalte ha de estar atado entre medios del dicho tajadero o césped y de la almohadilla que dixe para que quando quisiere esté sobre él y quando quisiere sobrella. Assí a los gerifaltes como a los otros halcones se les ha de atar en la dicha almohadilla la vianda que se les hoviere de dar de comer cada día, y porque no hieda múdensela de quando en quando; ahunque todavía tengo por mucho mejor dar de comer al halcón en la mano, si él quisiere comer en ella, y de ocho a ocho días después que hovieren comido les muestren la agua en una vasija grande para que la tomen o bevan. Pero al gerifalte ni al sacre no es menester, porque nunca toman la agua ni beven.

La tercera manera que es en tierra y sobre posos es ésta: en medio de la muda se hagan dos posos quadrados en quadra de dos xemes a cada parte, y de altura de tres palmos o más, y haya del uno al otro quanto codo y medio o dos codos, y en medio dellos se hinque una clavija con su anillo, como aquéllas en que atan los cavallos, y en esta clavija atarán la lonja, y la lonja no sea más larga de quanto el halcón pueda subir a qualquiera de los posos, y estar en ellos y no se pueda colgar a la otra parte de fuera del poso, y no se ha de poner almohadilla en ninguno destos posos. La vianda que se diere al halcón se le ponga en el uno de los posos en aquél que menos suele continuar a estar, y después que se la pusieren, sálgase el caçador fuera de la muda, y déxele comer a solas, y después que haya comido podrá entrar a él. El halcón esté siempre sin capirote. A la una parte cerca del un poso tenga la arena, y a la otra cerca del otro tenga una vasija grande con agua, la qual se le mude de tercero a tercero día porque no hieda, y a la otra parte pongan las piedras guijas, y si quisieren poner césped, pónganle en tierra junto al uno de los posos. Por esta tercera manera de mudar se pueden tanbién mudar los neblís, y baharís, y tagarotes, pero muy grande ventaja hallarán si los mudaren por la primera.

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CAPÍTULO XXV

De cómo ha de ser regido el halcón en la muda y de las ayudas para que mude más presto, y de cómo se ha de dessainar

EN el libro primero en los capítulos de cómo se ha de mudar el açor, dixe largamente las viandas que se le han de dar en la muda, y a la hora en que se le ha de dar de comer, y las reglas y avisos para tenerlo sano en ella, y las ayudas que se dan para que muden más presto, y cómo lo han de dessainar, antes que lo saquen de la muda, y porque aquella mesma regla se ha de tener en los halcones, no lo quiero tornar a repetir aquí por escusar prolixidad, guardarán aquella orden en todo y por todo, assí como lo he dicho en todos aquellos capítulos.

Siempre que dieren al halcón en la muda alguna paloma o palomino o tórtola o otras aves semejantes vivas las pelen primero muy bien, que no les quede pluma ninguna, y estréguenlas después con un paño áspero, y assí vivas peladas se las den. Esto se haze por dos respectos: el uno porque estas aves suelen tener piojos y péganse a los halcones; el otro porque no lleven pluma ninguna, porque como se les da de comer a otro día de mañana acaece darles antes de hazer la pluma, no sabiendo si llevaron alguna.

Solamente quiero advertir al caçador nuevo que después que hoviere sacado el halcón de la muda, y viere que va denodadamente al señuelo, le dé a degollar algunas pollas que sean ya crecidas, y déle a comer dellas lo que le pareciere y si fuere neblí o otro halcón altanero, busque lagunas o ribera donde buele con él, y lo estire, que no hay cosa ninguna que más lo dessaine que el bolar, y si fuere gerifalte o sacre o otro halcón garcero búsquele perdizes o liebres con él porque para dessainarlos no hay cosa mejor, y especialmente el bolar en las perdizes porque como buelan largo vézanse a durar y tener mucho el aliento, y desque vieren que está bien dessainado, y que come con buena voluntad, pruévenle la garça, y en las presiones mayores, y llévenlo por las reglas que tengo dichas.

Quando algún halcón adoleciere en la muda, sáquenlo luego della, y de la vianda que él dexare no den a otro ninguno, porque muchas enfermedades se pegan de las aves dolientes a las sanas.

Dize Joan de Safagún que el peligro de todos los halcones pollos que vienen de Noruega y de Alemaña es al mudar de las tijeras, porque entonces suelen morir, y por la mayor parte todos los que mueren, mueren de filandrias, y por esta causa tienen por mucho mejores los halcones mudados de aire, porque no corren este peligro, allende que por otras causas valen más y son mejores como está dicho arriba.

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CAPÍTULO XXVI

De los esmerejones

ASSÍ como los gavilanes parecen açores pequeños, assí los esmerejones parecen halcones, y en ellos hay todos los plumages y diferencias o especies que hay en los halcones, assí como neblís, baharís, sacres, bornís, y gerifaltes. Éstos crían en Noruega y en aquellas tierras donde crían los neblís y las otras aves, y passan quando passan los neblís con el passo de las palomas. Son aves muy bulliciosas, y duran poco en poder del hombre, porque toman poco amor con él, y pocos esmerejones se veen que se passen de un invierno adelante, porque luego se van o se pierden, pero son graciosas aves en su bolar y caçar, y de mucho passatiempo, y son muy osados, y de gran coraçón, porque osan acometer y matar muchas presiones de las que mata el gavilán, especialmente matan muy bien copada, y cugujada y perdiz, y abubilla, y cluquillo, y tordos, y dize Joan de Safagún que vio un esmerejón sacre a Martín Alonso de Montemayor, señor de Alcaudete, que lo havía mudado tres mudas, y que en un invierno havía muerto con él ciento y cinqüenta perdizes, y que muchas vezes iva por el camino dando de las manos a la perdiz y quando cahía en tierra rasa tomava la perdiz por los ombros, y llevábaselo la perdiz corriendo encima de sí, como si no llevara nada. Escrive tanbién Pero López de Ayala que vio un esmerejón sacre en Francia que havía muerto en un invierno dozientas perdizes. Destos el sacre diz que es el mejor, y que come más que otro, y que si llegaren al árbol donde duerme, no dirán sino que duerme allí un grande halcón según las grandes tulliduras y barros que haze. Pero a mi parecer mucho mejor es el gerifalte para perdiz y otras presiones semejantes, porque son mucho mayores que los otros.

Los más de los caçadores dizen que los esmerejones se quieren hazer dentro de treze o quatorze días después que se prendieron, y que si de allí adelante los detienen que se refrían, y toman mala costumbre, y no quieren caçar, y cómense las manos. Pero a mí me dixeron muy buenos caçadores que havían tractado mucho estas aves, que era burla, y que era mejor detenerlos porque se hiziessen tan mansos y tan señoleros que no se supiessen apartar del hombre, porque si en tan breve tiempo los hazían que luego se ivan y se perdían, y que se podían hazer muy bien ahunque los detuviessen echándoles cada día en una cámara o en el campo un paxarito vivo con su fiador y dándoles de comer en él, y yo lo prové assí y lo hallé por verdad, y sin duda es mucho mejor detenerlos, porque toman más amor con el hombre y se asseguran más que no hazerlos en breve porque luego se van, con tanto que como he dicho los requieran cada día o de tercero a tercero día con algunos paxarillos vivos.

Suelen los esmerejones comerse las manos reziamente, y en tal caso deve el caçador hazer esto: tome un pargamino, y haga en él un agujero por donde quepa la cabeça del esmerejón y sea tan ancho que le cubra el pecho, y tan largo que llegue a las junturas de los çancos y cuxas, aunque lo que cae en el pescueço puede ser más estrecho. Este pargamino le defenderá y guardará que no pueda llegar a comerse las manos. Otro remedio: tomen azívar molido, y mézclenlo con hiel de vaca o de buey o de otro animal, y úntenle con ello las manos, y si no hoviere hiel deshagan el azívar en una poca de agua o de vino o en çumo de assensios que es mejor. Otro remedio: tomen el estiercol de puerco y séquenlo al huego para que se pueda moler, y muélanlo, y lávenle las manos al esmerejón con vinagre blanco muy fuerte, y después échenle los polvos del estiercol por encima.

Háganlos capiroteros por la mesma orden de los halcones, y para que lo esperen y no le resabien, tomen el capirote de la borla y báxenle a la mano de la carne, y hagan que el esmerejón coma por dentro del capirote, de tal manera que meta el pico y cabeça a picar la carne por el mesmo lugar que ha de entrar en el capirote, y como el esmerejón fuere a picar buelva el caçador el capirote, y assí el mismo esmerejón se lo pondrá con poco que el caçador ayude, y ésta es la mejor manera de poner el capirote a todas las aves. Báñenlos del piojo con el baño que se da en seco con la pimienta y cenisa, o con la pimienta y ladrillo molido o con qualquier de los otros baños que escreviré en el libro tercero, y ténganlos muy acerca desto, porque son aves que tienen muchos piojos; pero no dexen de darles la agua dende a tres o quatro días que les hovieren dado este tal baño, si no irse han a buscarla, porque quedan con mucho desseo della del calor de la pimienta y de la cenisa. Háganlos señoleros por la mesma regla del halcón, y si fueren dos o tres o más vézenlos a venir todos juntos al señuelo, porque después buelan en compañía y no se prenden. Cévenlos con algunos paxaritos, y después que estuvieren buenos señoleros buelen con ellos la cugujada, y cévenlos en ella muy bien, porque éste es buelo de gran passatiempo, que las calandrias y aloyas dificultosas son de bolar y pocos esmerejones las matan; pero porque muchas vezes acaece caher con la cugujada en parte que se le pierde, y no se le puede hallar, deve el caçador llevar siempre consigo un páxaro vivo para que se lo eche y le ceve en él, y desta manera se assegurará y assentará en el buelo de la cugujada muy bien. E porque todo el peligro de perderse los esmerejones es quando toman la cugujada, y estando con ella si les allega el caçador la suelen sospesar y irse con ella, es menester que lleve una vara delgada o caña gruessa y larga, y en el cabo della puestos unos garavatillos de hierro para que quando el esmerejón estuviere con la presa, y viere el caçador que como se va allegando al esmerejón haze continencias de sospesar la presión, y irse con ella le pongan aquellos garavatillos sobre la presión o sobre las pihuelas, y con esto no la sospesará. Y en caso que se fuesse con la presión lancen otro esmerejón si lo hoviere que luego pegará y se prenderá con él, y assí tomarán los dos apegados. Assimismo para que no se veze a sospesar la presión, acostúmbrenlo a que cada vez después que hoviere comido en el señuelo o en la presión tenga el caçador una poca de carne en la mano y le haga saltar a ella, y le dé allí un poco de comer, y los sainetes, porque con esto cada vez que llegare a él estando sobre la presión le aguardará creyendo que le ha de dar aquellas picadas, y siempre que el caçador lo acostumbrare a esto, tenga por cierto que lo assegurará para que le aguarde y no sospese la presión. Otros caçadores tienen hecha una estaquilla puntiaguda y al cabo de arriba atan un cordel tan largo como tres o quatro palmos, y todas las vezes que el esmerejón cahe en el señuelo atan las pihuelas al cabo de aquel cordel, y después hincan en tierra aquella estaquilla y apártanse, y déxanle assí comer, y si tienen otros esmerejones llámanlos y átanlos de la misma manera; esto se haze porque quando el esmerejón ha comido, y el caçador se llegare a él si por ventura quisiere irse no puede como se halla atado, y como lo tenga vezado a esto de allí adelante todas las vezes que después el caçador va y se le allega en el campo estando el esmerejón con la presa le esperará, porque piensa que está atado, y está es muy buena costunbre, pero todas las vezes que a él se allegaren le den unas picadillas de carne como arriba dixe y assegurarlo han mucho. Si los quisieren hazer perdigueros háganlos olvidar los paxaros que ellos matan, y después de bien olvidados que ellos no los conozcan, denles a degollar palominos o pollos vermejos, y después muéstrenles una perdiz que vaya corriendo por tierra, y si la quisieren láncenlos a ella, y dénles en ella bien de comer; después láncenlos a otra perdiz que buele poco quitándole de las plumas, y si la quisieren suéltenlos y cévenlos en ella, y desta manera los cevarán muchas vezes hasta que los metan en la muda.

Después que los hayan dessainado y sacado, háganlos señoleros, y tráyanlos a él hasta el fin de agosto entrando septiembre, y entonces échenles perdigones de mano, y cévenlos en ellos, y desta manera los harán muy buenos perdigueros. Con los esmerejones pueden bolar tordos y otros muchos buelos de passatiempo si quisieren travajar en ellos, y tanbién pueden bolar marvizes o zorzales en las viñas llevando un arco para que quando el marviz o zorzal se metiere en la mata la puedan matar con el arco, y esto es mucho passatiempo.

Goviérnenlos desta manera: denles siempre buenas viandas calientes, y jamás frías, y nunca les den carnes duras ni estantizas; denles cada día a roher en una ala de una ave o en una cola de carnero o en una pierna de gallina, y ningún día lo dexen de hazer si los quisieren tener muy sanos, y si mañana y tarde les dieren de roher será mucho mejor, y verán que tendrán siempre el rostro alegre; denles el sol cada mañana; púrguenlos o desbúchenlos en el mes una vez con la mesma medicina que escreví para los gavilanes; denles su curalle cada noche o a los menos quatro noches en la semana y échenles en él dos vezes en la semana la simiente del nastuerço en grano; pruévenles la agua en invierno una vez y en verano dos en la semana, y tanbién la toman en casa en un bacín o varreñón como en la ribera; en el invierno siempre los tengan en alcándara cubierta con paño, y para los esmerejones, y tanbién para los gavilanes son muy buenas unas alcándaras portátiles que se hazen cubiertas de paño colorado y tienen sus pies que se cojen.

Puédenlos mudar de una de dos maneras: o sueltos en una cámara, o puestos en su bara, y si la bara pudiere ser de corcho, si no sea cubierta de valdrés, y sea en lugar donde entran hombres y mugeres y perros; denles en cada semana tres vezes curalle, y pónganles dentro la simiente del nastuerço en grano; púrguenlos en la muda una vez cada mes con la purga que arriba he dicho; pónganlos en la muda al principio del mes de mayo, y sacarlos han a metad del mes de agosto; denles en la muda de las viandas que dixe en el libro primero en los capítulos de cómo se ha de mudar los açores, y dessaínenlos, por la misma regla que allí dixe.

Quieren los esmerejones traherse siempre en la mano y no olvidarlos en la alcándara, y quando estuvieren en la alcándara, reconocerlos muy a menudo porque no se cuelguen.

Si alguna vez se perdieren, acudirán a donde los lançaron, porque suelen bolver al mesmo lugar, y especialmente si estando con alguna presión, cayó alguna otra ave de rapiña a él y lo hizo levantar y perder.

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CAPÍTULO XXVII

De los halcotanes

LOS halcotanes tanbién parecen halcones como los esmerejones; crían en muchas partes de España y fuera della. Son aves que se assossiegan y toman más amor con el hombre que los esmerejones, especialmente los que se crían pollos en casa, que no se saben ir del hombre. Quieren ser governados de la misma manera que los esmerejones. Cáçase con ellos en dos maneras: la una es llevando siempre el halcotán en la mano sin jamás soltarle, y quando vieren la calandria o aloya en tierra haziendo alear al halcotán abaxando y subiendo la mano en que le llevan que luego que la calandria le vee se aharda llana en tierra, y se está assí queda sin osarse mover, y el caçador ha de llevar una caña o vara larga, y al cabo della un lazo corredizo de cerdas o dos plumas de gallina untadas con liga, y como vieren que la calandria está ahardada en tierra pónganle el lazo por la cabeça, y alce[n] la caña para arriba, y levánte[n]la colgada del lazo o tóque[n]la con las plumas de la liga y quedarse ha apegada en ellas. Pero miren que después que la calandria se ahardó hasta que ya tenga puesto el lazo o las plumas de la liga, siempre ha de tener el caçador el halcotán aleando porque no se levante la calandria, y si el halcotán fuere mudado aguardarán muy bien las calandrias, y si fuere pollo por maravilla aguardará ninguna, y quanto de más mudas sea aguardará mejor, que assí lo conocen como una persona.

La otra manera de caçar con ellos es ésta: tomen un par de halcotanes pollos niegos, críenles de la manera que dixe los açores, dándoles cada día quantos gorriones y otros paxarillos pudieren haver, y adrécenlos y amánse[n]los, y háganlos capiroteros y señoleros, y sáquenlos al campo, y muéstrenles a andar en la altanería haziendo sus tornos como dixe de los halcones, y como hayan andado un buen rato denles señuelo y de comer. Después que ya sepan andar en lo alto y hazer sus tornos, y abaxar, y subir, y aguardar denles bozes con el señuelo, y como vengan cerca de tierra, échenles alguna codorniz o cugujada o otra ave, y cévenos en ella, y hazerse ha esto tres o quatro vezes, y después que vean que quieren de buena voluntad las aves, vayan con ellos al campo, y suéltenlos, y háganlos subir, y llévelos el caçador siempre sobre sí, y levánteles alguna codorniz o cugujada o marviz o zorzal o otra ave semejante, y déles vozes, y baxarán a ella, y si la cobraren cévenlos en ella, y déles bien de comer, y si los aciertan a hazer que anden en compañía desta manera, son de muy grande passatiempo, y ahun matarán la perdiz, y otras muchas aves, y pueden bolar con ellos los zorzales o marvizes de la manera que dixe de los esmerejones, y para esta manera de caçar son mucho mejores los pollos nuevos criados en casa que los otros, porque los que son criados en el campo están vezados de comer, y tomar mosquitos y aludas grandes, y mariposas, y otros animales semejantes, y si quando buelan sobre la presión veen alguno dellos van a él y dexan la presión; lo que no hazen los que son criados en casa con paxaritos, que nunca vieron aquellos animalitos.

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José Manuel Fradejas Rueda

Creación / última revisión: 07.12.2015