Textos clásicos


Juan Vallés

Libro de acetrería y montería

COMIENÇA EL TERCERO LIBRO
QUE TRACTA DE CÓMO HAN DE SER REGIDAS LAS AVES PARA QUE ESTÉN SIEMPRE SANAS Y NO ADOLEZCAN Y ANDEN GRACIOSAS EN LA CAÇA, Y DE CÓMO HAN DE SER CURADAS QUANDO ADOLECIEREN DE TODAS SUS ENFERMEDADES

PRÓLOGO

DOCTRINA y consejo es de todos los philósophos y buenos médicos, que se han de huir y escusar todo quanto se pueda las medicinas solutivas, que son aquellas que purgan, porque la intención de todas ellas, por la mayor parte, es debilitar la virtud, debilitando y dañando los mienbros que son mineras della, y esto es porque muy pocas medicinas purgativas hay que, poco o mucho, no participen de veneno con el qual hazen fuerça a natura, y la quebrantan, y envejecen, porque la virtud de nuestro cuerpo no puede sufrir la operación de las medicinas venenosas sin perdición de la sustancia del cuerpo y resolución de los spíritus, porque ellas hazen evacuación a causa de la violencia que hazen a natura, y nunca se haze evacuación de humor pecante, con el qual no se evacúe alguna porción del humor natural y, por tanto, todas las medecinas purgando el cuerpo envejecen el hombre. Pues si esta doctrina es buena para los hombres, como cierto lo es, quánto más lo ha de ser para las aves que no tienen tan rezia virtud ni subjecto como ellos. Pero que diremos que assí como a los hombres que no viven según razón y ley de natura, mas antes la repugnan viviendo en grande regalo, comiendo, beviendo, durmiendo, y holgando, mas de aquello que natura ordenó para el sustentamiento de la vida se les engendran muchos malos humores de los quales les vienen muchas enfermedades, assí tanbién acaece a las aves que haziendo fuerça a su naturaleza las tenemos presas, sin dexarles hazer aquel continuo exercicio que natura les ordenó, ni gozan del sol, de los aires, de las aguas y otras cosas que para la conservación de sus vidas, aquel Dios omnipotente les dio. Por cierto de creer es que si los hombres viviessen obedeciendo más a la razón y ley de natura que al regno de la sensualidad, pocas vezes o nunca adolecerían, y porque no parezca que esto es hablar de gracia, argumento dello es grande el testimonio que, assí la Historia Sagrada como las otras historias de las gentes nos dan de las largas edades que en aquellos siglos gozaban los hombres, en respecto de las que agora se viven. Que es la cuasa que los cuerpos, los subjectos, las complixiones de los hombres se han disminuido en tanta manera, que si leyéramos las historias antiguas hallaremos que los hombres en aquellas edades fueron mucho mayores de cuerpos que agora son; y si leyéremos a Galleno y a Paulo Egineta, philósophos y médicos excellentíssimos, hallaremos medicinas compuestas y ordenadas por ellos que si agora las diessen a un hombre, por rezio subjecto que tuviesse, lo matarían, y ellos con ellas curaron infinitos hombres; no es otra cosa a mi parecer, sino que assí como poco a poco havemos ido repugnando y negando a nuestra natura, assí ella poco a poco nos ha ido faltando y dexando. Lo mesmo se puede creer destas aves, que para la recreación de la caça tenemos presas, pues vemos que las que andan en su libertad viviendo conforme a la ley que natura les dio, viven tan sanas, y sin ninguna necessidad de medicinas, y pues assí es que por las causas que he dicho, ni los hombres se pueden librar de enfermedades, ni menos estas aves que son más delicadas, fuerça es que tomemos para ellas la doctrina que el Galleno escrive para los hombres diziendo que si los sanos no purgaren sus cuerpos, no vivirán mucho tiempo sanos, y lo que dize Almansor: que usar la purga del vientre como conviene es la mayor medicina y que más ayuda a las conservación de la salud, porque con ella se alimpia el cuerpo de qualquier humor malo que se haya engendrado en él por haver comido malas viandas, o demasiadamente, o por estar gordo y no hazer exercicio alguno, y si por ventura alguno quisiesse dezirme que esto implica contradictión a lo que escriviré en el capítulo seguiente, aconsejando a qualquier caçador que se guarde de purgar muy a menudo su ave, a esto respondo que tanpoco es mi intención dezir aquí que se haga muchas vezes, sino de quando en quando, y muy menos vezes en las aves con que se buela cada día, que en aquellas que passaren muchos días que no hovieren bolado, ni pelado o roído, ni tomado el sol ni la agua, ni pluma, y que hovieren comido malas viandas. Pero estas purgas no han de ser con medicinas rigurosas que hagan fuerça a natura y la quebranten, sino con medicinas muy ligeras y benedictas que carezcan de venenosidad, y purguen con facilidad y sin travajo. Porque como dize Mesué, por auctoridad de Alexandro, conviene medir las medicinas según la medida del poder de cada una virtud, porque a los débiles y delicados cuerpos, débiles y delicadas medicinas se han de dar, y a los duros y robustos, fuertes y robustas, en lo qual veo muy grande error en los más de los caçadores, que no sabiendo las propriedades de las medicinas, osan dar a sus aves medicinas tan venenosas que a un hombre, que es de más rezia y robusta complexión, podrían en mucho travajo y peligro o le estragarían la virtud. ¡Quánto más a una ave que es tan delicada! Cosa es para reir lo que escrivió Joan de Safagún en el capítulo de «Cómo han de ser purgadas las aves», que reprehende mucho a los caçadores que dan rigurosas medicinas a sus aves y ordena él luego allí una recepta para una purga, que la intitula muy preciosa y muy sana para las aves, en la qual pone gran número de medicinas, y entre ellas la colloquíntida, el yturbit, el euforvio y el diagridís, que todas estas quatro cosas son de las más venenosas y rigurosas que se usan en toda la medicina, y en otro capítulo «De quando se les dañan las complixiones, y no se les conoce el mal que tienen», dize que tomen los cogombrillos amargos y los muelan y los den a la ave, siendo esta medicina venenosíssima y abhominable. Pero dexemos a Joan de Safagún, porque sería hazer largo cathálogo que dizen, si hoviéssemos de dezir aquí todos los errores y disparates que escrivió en las medicinas con que dize que se han de curar las aves, con las quales osa prometer, a cada passo y en cada capítulo, la salud a las aves de qualquier enfermedad que padezcan, haviéndole sido por cierto muy mejor, que prometiera de nunca administrar ni escrevir las tales medicinas. Si quisiesse yo hablar de algunos caçadores deste tiempo, podría reprehender no menos errores que los de Joan de Safagún, pero assí por escusar prolixidad como tanbién porque en el prólogo del primer libro hablé largamente acerca desto, lo dexaré de hazer. E porque la principal medicina para las aves ha de ser regirlas, tractarlas y governarlas muy bien y de manera que jamás adolezcan, quiero primero dar algunas reglas para ello.

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CAPÍTULO PRIMERO

Reglas generales para que las aves sean bien regidas, y estén siempre sanas y anden graciosas en la caça

HAVIENDO de hablar en este tercero libro de las enfermedades que vienen a las aves, y siendo la mejor de todas las curas la preservativa, parecióme cosa conveniente antes que escreviesse las otras dar las reglas que hay para ésta como cosa más necessaria, porque claro está que si las aves fueren tan bien regidas que jamas adolezcan, ninguna necessidad tendrán de las curas que se escrevirán para las enfermedades dellas, y ahunque podrá alguno acusarme de prolixo, porque repetiré en este capítulo muchas cosas que estarán dichas en otras partes deste tractado, pero como en ellas consista toda la salud y buen govierno de las aves, y qualquier caçador las deva saber y tener muy bien en la memoria, lo que no podría tanbién hazer estando escritas derramadamente por todo el libro como juntas en este capítulo, quise más dar ocasión a que pueda ser culpado deste vicio que dexar de proveher a lo que más convenía.

Siete cosas ha de hazer principalemente qualquier caçador a su ave de las quales ha de tener mucho cuidado si quisiere tenerla siempre sana y graciosa. La primera es darle el sol por la mañana. La segunda es darle a pelar o roher todos los días que no bolare. La tercera es provarle la agua muy a menudo. La quarta darle pluma o curalle cada noche. La quinta es bolar con ella cada día si pudieren, porque no hay cosa que tanto las tenga sanas ni que tanto les ayude a curar y sanar de qualquier enfermedad que tengan como es el bolar. La sexta es darle buenas viandas calientes y jamás frías, y siempre que se le pudiere dar ave no se le dé carne dessolladiza, porque averiguadamente qualquier açor, o halcón, o gavilán, o esmerejón que fuere mantenido con carne de aves bolará más ligero y vivirá más sano que el que comiere carne dessolladiza, pero para que la ave ande más graciosa en la caça, siempre que se le hoviere de dar a comer paloma, o palomino, o tórtola, o capón, o gallina se guarde esta regla: que luego en matándola la metan dentro de la agua, y sáquenla luego por que no se enfríe, que esto no ha de ser para más de quitarle aquel rezio calor que la ave tiene para que no enloquezca el açor o halcón, guardando que no se la den fría, porque no hay cosa que más destruya los buches a las aves que el darles viandas frías. Pues si fuere fría caliéntensela en agua tibia o en el seno, de manera que siempre coma el açor, o halcón, o gavilán, o esmerejón vianda templada, es a saber, ni muy caliente que lo enloquezca ni fría que le dañe. La séptima es dar de comer a la ave a sus horas concertadas como es en la mañana y a la tarde, porque lo que muchos caçadores hazen que quando tienen negocios o por olvido y descuido dexan de dar de comer a su ave en todo el día hasta la tarde, y otras vezes hasta que se van a dormir, sin duda es causa de debilitarles el buche, y de otras enfermedades, y enflaquéceseles la virtud y fuerça del bolar, y ahunque esto en ningún tiempo se sufre, pero mucho menos en invierno que en verano, porque con la grande frialdad enfríaseles el buche y debilítaseles como he dicho.

Item, se guarden los caçadores de dar a sus aves carne estantiza, ni hedionda, ni nerviazos, ni otra carne dura sino fuesse para hazerles roher o estirar en ella porque no la pueden bien gastar, y detiéneseles mucho en el buche, ni gordura porque las empalaga o enfada, y házeles no tener hambre, ni tanpoco ave que está doliente o que haya andado muchos días en la burchaca o haya estado presa porque son dañosas. Y sobre todo se guarden de dar ave que sea hallada muerta en el campo, porque a mí me acaeció dar un páxaro a un halcón baharí, el qual páxaro me traxo un mochacho mío, que me dixo que se lo havía hallado muerto en el campo, y que ahún estava caliente, y era en Cuaresma, y como a la sazón no tenía carne dílo a mi halcón, y luego al otro día el halcón no quería comer, sino de mala gana, y al tercero o quarto día que eran seis de março començó a derribar de las plumas mayores, y a los quinze de março ya no tenía en la una ala por derribar más de sólo un cuchillo, y en la otra sólos tres, y todas las otras plumas mayores derribadas, y yo pensava que lo hazía de ser muy temprano. Pero por otra parte no quería comer de gana, sino arrojando la carne con el pico, y naciéronle las plumas dos o tres vezes, y quando ya crecían se le tornaban a caher, y no tenían quasi cañón. Curélo como ave que havía comido veneno cojecturando o sospechando que el páxaro que comió deviera de ser muerto de algún animal ponzoñoso, como cierto a mi juizio y creer lo fue, y después tornó a sacar buenas plumas ahunque salió tarde de la muda, y quedó sano.

Nunca se dé huesso a la ave, sino que vaya muy quebrantado con los dientes porque como quiera que las más de las aves los digeren y gastan, ahunque se los den enteros y por quebrantar, y ahunque le den la pierna de la perdiz entera, tanbién hay algunas aves que no tienen tan rezio calor en el buche y no los pueden gastar y se les quedan en el buche, como curalles viejos, y adolecen y mueren dello, y a mí me traxeron una vez un açor, que estava quasi muerto para que lo curasse, que no sabían qué mal tenía, y yo le di una píldora de assajaret, con la qual lançó muchos huessos enteros que havía comido, y dende a quatro días lo di muy sano y muy bueno.

En ninguna manera dexe el caçador passar en invierno a su ave la noche sin que tenga alguna cosa en el papo, o sea que le dé algunas picadas quando se fuere a dormir o sea que le dé curalle, porque se les suele desto refriar el buche y regitan después la vianda que comen.

Guárdese el caçador de purgar su ave muy a menudo con medicinas rezias, y de darle mucho de comer a las noches si no fuere cevándola en la presa bien temprano, porque estas dos cosas derriban la virtud a la ave y le gastan la complexión y bondad. Pero tanbién digo que quando passan muchos días que las aves no buelan, que las deven de desbuchar y purgar de quando en quando, ahunque buele para preservarlas de dolencias, pero ha de ser con medicinas muy ligeras, por las causas que en el prólogo deste tercero libro dixe, y quando las quisieren desbuchar o purgar sea con alguna de las receptas que abaxo en el seteno capítulo diré, porque no son medicinas rigurosas, sino muy delicadas y seguras, y de las que en medicina llaman benedictas, y que alimpian y purgan la ave sin alterarla ni hazerle daño ni ponerla en travajo, y yo las he provado muchas y muchas vezes, y el que conociere y supiere bien la propriedad y virtud dellas conocerá que tengo razón, y ahunque todas ellas son tan buenas y tan ciertas y seguras quanto se pueden encarecer, yo oso afirmar y prometer, que si de quinze a quinze días desbucharen la ave con la oruga y mostaça y miel rosada, como escrivo en el dicho seteno capítulo deste tercero libro en la primera recepta, jamás adolecerá, y lo mismo afirmo de los polvos que allí mesmo escrivo en la segunda recepta que son muy singulares y muy provados para purgar la cabeça y buche y pecho de qualesquier humores corruptos, y para matar y hazer echar las filandrias o lombrizes, y para esforçar la virtud digestiva. Pero el día que purgaren la ave acuérdense siempre de dos cosas: la una es darle buena vianda y caliente; la otra es darle poco de comer, porque como la purga le debilita el buche no puede bien gastar el grande papo y derríbale la virtud, en lo qual sé yo que muchos caçadores se engañan dando grandes papos a sus aves el día que las purgan.

E porque del hígado proceden muchas dolencias el qual se les suele escalentar y opilar y dañar, o por comer malas viandas o por estar muy gordas las aves o por travajarlas mucho, o por otras malas dispusiciones, acostumbren a dar a la ave en el mes una vez la vianda mojada en agua de endivia y de fumusterra, o en agua de endivia y de chicoria, o en agua de chicoria y de llanten, o en agua de assensios o de fumusterra, porque estas aguas tienen singular propriedad y virtud para el hígado.

Siempre que el açor o halcón no bolaren, denle curalle de estopa o de lienço delgado o de algodón, poniendo dentro dél de la simiente del nastuerço, que es tan buena y tan provechosa que el caçador que la acostumbrare a dar a su ave la tendrá siempre sana y alegre, y pocas vezes o nunca adolecerá, porque dexado aparte que esta simiente tiene muchas propriedades y muy buenas, especialmente para filandrias y huérfago, a mí me aconsejó esto un muy gran caçador que siempre tenía sus aves muy sanas y lindas, y yo lo he hallado assí verdad por experiencia.

Todas las aves que por alguna dolencia o por desgracia de romperse la pierna o la ala estuvieren muchos días sin bolar se les engendran piedras, y especialmente lo he visto esto en açores. Y para guardarlos desto deve el caçador hazer dos cosas: la una es darle muy a menudo el bocado de la oruga y mostaça que arriba he dicho; la otra es darle muchas vezes, por las mañanas, açúcar candi molido y mezclado con manteca de vacas y hecho un bocado tan grande como una avellana, y sacar por alquitara o alambique agua de malvas, y deshazer en ella el açúcar candi y mojarle en ello la vianda es muy singular, y tanbién es buena la simiente del perexil dada en la vianda, y sólo el açúcar candi es muy bueno.

La ruda es cosa muy singular para las aves porque tiene gran propriedad para la cabeça y para la agua vedriada della, y guárdalas del mal de caher y del baguido o morrión. Conserva y aclara la vista. Mata las filandrias y lombrizes. Cura con grande poder el huérfago y todas las enfermedades del pecho y pulmón. Quítales el desseo de ayuntarse en el mes de março. Deven dar a la ave los brotezillos della en curalle como se mostrará más abaxo en el capítulo quarto.

Den algunas vezes a las aves un poco de açafrán enbuelto en carne porque alegra el coraçón y mata y lança con grande poder las filandrias, especialmente remojado un poco en vinagre o agraz. Y tanto es poderoso en esto que ninguna cosa hay que mejor haga echar del cuerpo la criatura muerta.

Denle assimismo los brotes de los assensios y de la yervabuena en curalle, porque guardan y alimpian el buche de humores corruptos, y fortifican y esfuérçanlo y ponen rezia hambre, y matan y lançan las filandrias y lombrizes.

Den assimismo a la ave de quando en quando medio grano de ajo entero cubierto con carne en lugar de curalle, porque mata las lombrizes y filandrias, y es muy bueno para la agua de la cabeça ahunque esté vedriada, y resuelve y lança qualquier ventosidad de todo el cuerpo y de la cabeça, y es muy bueno para la piedra de los riñones, y los caçadores lo acostumbran mucho dar a sus aves.

Denle tanbién algunas vezes el azeite lavado por la orden que dixe en el libro primero en el capítulo veintiuno, porque tanbién mata las filandrias y alimpia y engorda las aves, y es cosa maravillosa para ellas, pero a gavilanes ni esmerejones no les den grande papo dello, porque suelen passar travajo en gastarlo quando es grande.

Rocíen a la ave el rostro de quando en quando con buen vino blanco odorífero porque los alegra mucho.

Cada año al principio de março se ha de tener especial cuidado de dar a la ave las cosas que he dicho en el libro primero, en el capítulo veintiuno, para guardarla si fuere prima que no se le engendren huevos, y si se le engendraren que se le rompan, y si fuere torçuelo para que le enfríe y amate el desseo de ayuntarse y engendrar y le resuelva la simiente, porque no haziéndoseles aquello correrían mucho peligro en aquel tiempo de morir, como de hecho vemos por experiencia que mueren dello muchas aves.

Quando alguna ave adoleciere guárdense de dar a otra la vianda que ella dexare, porque muchas dolencias se pegan de las unas aves a las otras estando las sanas con las dolientes. Y ahun tanbién deven de guardarse de poner las aves sanas con las dolientes, porque tanbién se les pegan algunas enfermedades estando las aves juntas en una alcándara.

Assimismo se guarden de tener la ave en donde le pueda dar humo ni polvo porque les haze adolecer luego, y se les cargan las cabeças de agua, y mucho más el humo que el polvo, ni tanpoco donde le pueda dar el sereno de la noche en el invierno, o en qualquier otro tiempo que haga mucho frío, y sobre todo que no le pueda dar la luna que entrare por ventana o agujero porque es dañosíssima, y a mí se me tullió un açor desta causa. Pero ténganla en parte que debaxo de la alcándara esté el suelo limpio para que cada mañana se halle el curalle que hiziere. Y guárdense de dar a comer a la ave antes que lo haga, y si tardasse a hazerlo y les pesasse dello, harán lo que digo en el capítulo de los curalles viejos.

Dize Joan de Safagún que si la carne que se hoviere de dar a la ave se cortare con cuchillo con que hayan cortado melón sin alimpiarle, que cegará de los ojos. Yo para mí téngolo por burla, porque no he leído auctor que atribuya al melón este daño, pero pues cuesta poco alimpiar el cuchillo, quien quiere lo deve de hazer por estar libre desta sospecha.

Procure el caçador quanto pudiere de conocer la condición de su ave, y después de conocida sépasela llevar y guardar siendo con ella siempre muy sufrido y paciente, porque esto haze mucho al caso para un caçador por muchas razones: lo uno porque la ave no tome temor de la cara del hombre; lo otro porque mejor le esperará y dexará allegar y coger en el campo; lo otro por guardarle las plumas que no se le rompan; lo otro por guardar de no le arrancar o quebrar alguna uña quando la ave es muy canina y avillanada en el comer y en la presión, y por otras muchas ocasiones que podrían acaecer siendo el caçador inpaciente, y sobre todo mire si quiere andar alta o baxa para bolar con ella, y guárdela en aquella regla.

Qualquier ave agora sea açor agora halcón querría, si ser pudiesse, andar en una mano y ser tractada de un caçador, y no andar en muchas ni ser tractado de muchos: lo uno porque tractándola uno a la contina vendrá a conocerle la condición y será mejor tractada; lo otro porque las aves con la continuación del darles de comer y tractarlas uno sólo, le vienen a tomar tanto amor, que después van muy más assossegadas con él que con otro, y en oyendo su voz le conocen, y vienen a su llamado, y le aguardan en el campo muy mejor que a otro alguno, y ahunque estén gordas buelan de buena voluntad, lo que no hazen con otros sino con mucha hambre y flaqueza de carnes, y yo para mí siempre querría que mi ave bolasse con buenas carnes y no con pocas. Yo tuve un gavilán que luego que lo huve lo di a un cuñadito mío mochacho de hasta onze años, y como siempre le dava él de comer, tomóle tanto amor que luego en viéndole piaba y se arrojaba de la alcándara para ir a él, y yo por ver si se iría detrás soltéle la lonja de la alcándara y dexélo estar assí suelto, y hize passar el mochacho corriendo y luego en viéndolo pió mucho y arremetió a él, y assentósele en los hombros, y después lo hize muchas vezes y siempre lo hazía, y como era verano y el mochacho andava en calças y jubón, y el jubón era blanco, todas las vezes que se vestía el sayo, que era negro, no piaba ahunque le vehía, y en quitándoselo piaba, porque con aquel hábito lo conocía por haverle siempre tractado con él y no el otro.

Miren bien si la ave tiene piojos, y si los tuviere báñenla con uno de los baños que escreviré abaxo, en el capítulo setenta y quatro, porque si la ave tuviere piojo andará siempre muy desgraciada, y no como deve, que luego que buela y se escalienta la pluma se mueven los piojos y dan pena a la ave y no la dexan reposar. Y conocerle han que tiene piojos en que toda la noche suenan los cascaveles y no assossiegan rascándose muy a menudo, y poniéndola al sol rezio le salen por encima de las plumas.

Miren que no traya largo pico, porque allende que parece feo resultan dello muchos daños: lo uno porque muchas vezes acaece encavalgársele la parte del pico alta sobre la baxa y no puede cerrar la boca; lo otro que como no puede comer como deve resolla y cárgase de agua; lo otro que se le detiene la carne en el pico y como la quiere tragar y no puede, cáele agua por los caños y va al pulmón, y como gotea sobre él llágale y házense las aves thísicas; lo otro que quando tienen el pico largo levántanse en él unas asclas de que se les viene a aportillar, y ahun a perder muchas vezes.

Mírenle tanbién si tiene las pihuelas duras y si se le aprietan a las manos y múdenselas, porque desto les suele recrecer gota y clavos y hinchazones en las manos. Y assimismo si fuere ave que lleva capirote requiéranselo, porque quando se moja y se endurece suele dañar el ojo a la ave, y hazérsele dello nube en él y perder la vista, y demás desto escarmiéntala de manera que aborrece el capirote.

Quando en tiempo del invierno y que haze grandes fríos fueren a caça, darán a la ave luego en acabando de hazer el curalle y la bavada unas picadas: lo uno porque le pone buena costumbre a que haga el curalle de mañana; lo otro porque le esfuerça la virtud; lo otro porque le guarda el buche de la frialdad que quando assí se les enfría y debilita vienen a regitar lo que comen; lo otro porque le despierta el apetito de comer y les pone más hambre, y assí buelan con más voluntad, y por las mesmas razones quando en el tiempo que he dicho andando en la caça tardaren mucho a hallar que bolar, deven requerirle de quando en quando con algunas picadillas, porque si la ave estuviesse sin comer, gastársele hían los humores radicales y refriársele hía el buche de lo qual, como ya he dicho, les viene la dolencia del regitar la vianda y estríñenseles el buche y los estentinos, y házense éthicos, y viénense a consumir y secar.

Si andando a la caça con el açor o halcón o trayéndolos de camino acaeciesse tomarlos alguna agua o nieve y veniere la ave mojada, enxúguenla al sol si lo hoviere, y si no lo hoviere enxúguenla al huego, pero no la alleguen muy cerca sino de lexos, y miren que no le dé humo que les es dañoso, como arriba dixe, o pónganle en la cámara un brasero con brasa que no haga humo, y denle de roher cerca dél, y hagan que tenga una candela toda aquella noche para que se cure, y a otro día no buelen con él hasta que haya tomado bien el sol y se haya acabado de curar. Y si por ventura no hoviere manera de poderla enxugar en la manera que he dicho, porque podría quedar refriada dello, darle han dos o tres mañanas antes que coma manteca de vacas con açúcar candi, en cada vez tanto como una grande avellana con su cáxcara, y después que se la hayan dado no le den de comer hasta que passen dos horas, y ésta es una medecina muy buena, y ahunque no acaezca mojarse la ave, deve el caçador dársela en los inviernos en el mes una vez, porque le hará muy grande provecho como arriba lo he dicho.

Item, si veniendo de caça muy lexos o trayendo de camino la ave se maltratare o quebrantare con el aire o debatiéndose muchas vezes, deve el caçador dar dos o tres vezes el nastuerço en grano, echándoselo en la carne que se le diere a comer o cubriéndoselo con unas tajadillas de carne como curalle, porque esto la curará de qualquier quebrantamiento que tuviere. Pero si el quebrantamiento fuere mucho, harán lo que aldelante digo en el capítulo cinqüenta y nueve deste tercero libro.

Si el açor o halcón se abaxare mucho y viniere a desmayar, assí del travajo del caçar como de la continuación del templarle para bolar, tome el caçador un capón o una gallina vieja y déle la sangre della, y después sáquele la una pierna y désela, y después la otra. Y si no tuviere gallina ni capón, déle un palomino, o paloma, o tórtola, o gorriones. Y si con carne dessolladiza lo hoviere de subir, no le dé grande papo de una vez porque le derribará la virtud, sino déle dos o tres papos pequeños al día, que mejor se subirá desta manera. Pero travaje siempre el caçador quanto pudiere de subir y engordar su ave sobre la presión y no en casa, llevando consigo a la caça una muy buena gallina o capón o palomino o paloma, y quando viere que la ave ha bolado bien déle allí, sobre la presión, muy bien de comer de la ave que llevó para subir su ave, y lo mismo hará en los otros días siguientes hasta que le haya bien subido, porque si desta manera engordaren la ave, ella entenderá y conocerá que le hazen este bien por lo bien que boló, que quando las engordan en casa házense araganes y torrezneras y no se fatigan por alcançar la presión tras que buelan.

Y siempre que quisieren abaxar la ave, abáxenla por la misma orden que dixe en el libro primero, en el capítulo «De cómo se ha de dessainar el açor». Pero siempre que la abaxaren han de guardar mucho que no la abaxen de golpe porque no le enfríen o enflaquezcan el buche, que sería grande inconviniente. Y para abaxarla muy bien y a provecho de la ave, lávenle la vianda con la agua de los assensios y yervabuena y açúcar candi, porque estas aguas la abaxarán bien, y junto con esto le confortarán el buche, y despertarán la hambre y apetito de comer. Y sea regla general que siempre que le dieren a la ave lavado o viandas laxativas, al otro día le den a roher o le lancen por la garganta un grano de açúcar candi, porque estas viandas laxativas suelen atraher agua al buche y a la cabeça.

El día que hovieren de bolar, ahora sea con açor ahora con halcón, no le pongan al sol porque el sol les quita la hambre, y assí verán que en los días fríos o frescos buelan de mejor gana que en los días que haze calor, y por esta causa se ponen al sereno por las mañanas. Pero si por caso el día de antes se hoviesse mojado o hoviesse tomado la agua y no se le hoviesse bien enxugado, no dexen de ponerlo al sol antes que buele para que se cure.

Quando acaezca prenderse dos açores o dos halcones o otras qualesquier aves, tómenlos por las cabeças el uno con la una mano y el otro con la otra, y tiren dellas amorosamente que luego se soltarán. Pero guarden que no tiren con ímpetu porque podrían descabeçar alguno dellos, como acaeció al vizconde de Echáez ahunque era buen caçador.

Los más de los açores, y especialmente los torçuelos, se enojan y debaten en viendo el huego o mugeres o agua en alguna bacía o bacín o caldero o otro vaso semejante, y mucho más si derraman agua donde ellos están. Dígolo para que qualquier caçador estando avisado desto tenga su açor en parte que no reciba ninguno destos enojos, ahunque lo de las mugeres piérdenlo continuándolos mucho entrellas.

Qualquier caçador deve tener hecha una alcándara portátil, cubierta de paño colorado con unos pies que se cojan dentro de la mesma alcándara, assí para quando va de camino como tanbién de assiento, para que pueda siempre tener las aves delante de sí y no se cuelguen, especialmente para gavilanes y esmerejones, y ahun para halcones pues están siempre con capirotes, que para açores no es buena porque la derribarían debatiéndose.

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CAPÍTULO SEGUNDO

De cómo se ha de dar el sol a las aves

TODAS las aves de rapiña naturalmente quieren tomar el sol luego por la mañana antes que coman, porque las guarda de enfermedades y se recrean mucho con él, y assí vemos que por instincto natural lo van a buscar y tomar luego por la mañana, y se curan y recrean con él, y por esto qualquier caçador que quisiere tener sana su ave deve de dárselo cada mañana guardando esta orden: que en los tiempos que hiziere rezio sol no tengan la ave en él sino muy poco porque la traspassaría y dañaría mucho, allende que se le secan las plumas y después son peligrosas de romperse, y para escusar este daño deve el caçador estar siempre cerca de su ave, y quando viere que abre el pico, y se congoxa, quítala luego del sol. En el invierno y otros tiempos que haze frío no le hará daño ahunque esté mucho al sol, y si el día hiziere muy frío ahunque todo el día esté a él. Si en la mañana no hiziere sol y después que la ave hoviere comido o en qualquier otro tiempo del día lo hiziere, no dexen de ponerla a él porque siempre se alegran y recrean con el sol.

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CAPÍTULO III

De cómo se ha de dar la agua a las aves

LA agua es una cosa que las aves mucho quieren, la qual de bravas las haze mansas, y las haze ir mejor templadas y más graciosas a la caça, y las assegura que no se levanten ni anden desgraciadas, y les haze mucho provecho, y háseles de provar en verano a los açores y gavilanes de quatro a quatro días, y a los halcones cada día. En invierno no la codician, pero siempre se les deve probar muy a menudo, porque ahunque no la tomen suelen bever y recréanse mucho con ella, y especialmente se les deve de probar todos los días que bolaren y las cevaren, y si por ser tarde o por otro inconviniente lo dexassen de hazer, en ninguna manera dexen de les probar si querrán bever en una taça de plata o de vidrio quando llegaren en casa ahunque sea muy noche. Y para hazerles bever en la taça echen sobre la agua unas plumas de perdiz porque luego irán a picar dellas, y júntamente con ellas tomarán de la agua y la gustarán, y gustándola bolverán luego a bever della; y al otro día llévenlas a la agua porque si están desbañadas no buelan de buena gana, y los açores no assientan seguros en la herida. Todos los más de los caçadores tienen por regla que no se dé la agua a la ave sin que primero le den de comer diziendo que en ayunas le hará daño, ni tanpoco teniendo gran papo porque terná dos travajos: el uno de se enxugar y curar, y el otro de gastar el papo, y como quiera que esta regla es buena, y qualquier caçador la deve de guardar, yo digo que en el verano y en los días que haze calor, y tanbién estando la ave gorda, que ahunque le den la agua en ayunas que no le hará daño, porque cada día vemos por experiencia ir a bolar con gavilanes, y a la primera codorniz que los lançan, levantarse y irse a caer a la ribera y tomar la agua y aguardarlos hasta que se enxuguen, y después cogerlos y tornar a bolar con ellos aquel mesmo día y andar muy buenos y graçiosos, sin que por haver tomado la agua en ayunas recibiessen algún daño; y otras vezes ir a bolar con el açor y no andar gracioso ni querer bolar y darle la agua sin darle picadas algunas, y después que la tomó y se enxugó, bolar muy bien y andar muy gracioso. Pero en invierno y en días que haze frío, y ahun estando la ave flaca, ningún caçador deve de dar la agua a su ave sin que primero le dé unas picadas. La manera de dar la agua es ésta: vaya el caçador a la ribera o a algún acequia en donde haya cascajo y no lodo y que no esté muy hondo, y sea en lugar apartado por donde no trasteje gente y donde le dé el sol si lo hoviere, y átele un cordel a la lonja, y el cabo del cordel a un árbol o mata, y si no lo hoviere átese al guante poniendo dentro dél una muy grande piedra porque no se pueda ir, y teniendo la ave en la mano alléguese a la agua y abaxe la mano, y si no quisiere saltar por sí la primera vez, échele dentro de la agua unos bocadillos de carne, que por la querencia dellos saltará y meterá la cabeça dentro de la agua, y después que hoviere saltado déxela y apártese a donde la ave no vea al caçador y el caçador la vea, y si no quisiere tomar la agua, tomarán un palillo y darán con él en la agua passito y delante de la ave de manera que le salten algunas gotas de agua sobre la cabeça y sobre el cuerpo, y después que se hoviere bañado, y salido fuera de la agua y sacudídose, vaya el caçador para ella y tómela en la mano, y si fuere en verano y el sol hiziere rezio, póngale un poco a la sombra para que allí se sacuda de la agua y se enxugue, y no la pongan luego al sol, porque con el rezio sol torcérsele hían las plumas o se le secarían de manera que después muy facilmente se rompen, pero después que hoviere estado un rato a la sombra y estuviere bien sacudida de la agua, pónganla al sol para que se acabe de enxugar del todo y se cure. Pero en el invierno y otros tiempos del año que no haze calor ni el sol es rezio, puédenla poner a enxugar al sol, y dexarla curar muy bien a su voluntad, y si fuere ya muy tarde y no hoviere lugar de se enxugar, pónganle delante una candela en una cámara, y tenga buena alcándara segura que toda aquella noche curará de sí y se sacudirá, y pongan allí un brasero o pónganle cabe el huego porque se enxugue antes que la lleven a la cámara donde se ha de curar y estar essa noche.

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CAPÍTULO IV

De la pluma o plumada o curalle que se ha de dar a las aves

UNOS caçadores le llaman pluma, y otros plumada, y otros curalle, y ahunque los más le llaman pluma, yo le llamaré en este libro curalle, assí porque me parece que es más proprio vocablo, pues se da a las aves para curar como por hazer diferencia de quando se hablare de alguna pluma particular dellas. Este curalle se deve dar a la ave cada noche o al menos de tercera a tercera noche, y el día que lo cevaren no se lo dexen de dar. De una de quatro cosas se puede hazer y dar el curalle: la una es de pluma, assí como es de una ala muy bien quebrantada o del cuero del pescueço buelto del envés, y con ello se puede y acostumbra dar el pie de la perdiz o de otra ave semejante quebrantado muy bien de aquellos huessos, y quitándole todas las uñas, porque dizen que son peligrosas de romper el papo, ahunque ellas no guardan esta cerimonia quando andan libres; la otra es de estopa de lino que no tenga ariestas, y que sea de la postrera, y si la picaren será mejor; la otra es de algodón; la otra es de paño de lino muy delgado y viejo y muy usado y limpio dándoselo de una de dos maneras, es a saber: o haziéndolo como quien haze mechas deshiladas o el mismo paño assí entero hecho curalle para que lo lleve, y estos curalles de paño de lino y de algodón son muy maravillosos y mejores que de ninguna otra cosa, porque enbeven y reciben en sí toda la humedad y limos, y agua del buche y queda el buche enxuto, y las tripas bazías y con grande apetito de comer, lo que no haze el curalle de pluma, que acaece algunas vezes gastar la ave y hínchensele las tripas de estiércol y barros muy gruessos, y el que usare a dar este curalle de paño de lino y de algodón estará seguro que su ave no se le cargue de agua en la cabeça, y veránle los ojos claros, y el rostro alegre, y irá muy esforçada en el bolar. Y deve de tener el caçador siempre en su burchaca dos pares de curalles de lienço, y como la ave lo hiziere en la mañana hágalo luego lavar en agua clara y limpia, y póngalo al sol o al aire donde se enxugue, y a la noche déle uno de los otros que tiene hechos, y con dos pares de curalles destos tiene harto para todo un invierno. Y desque las aves se usan a estos curalles, por insticto natural sienten el grande provecho que les hazen y los llevan sin darles con ellos carne ninguna. Pero miren que no den huessos con él sino que fuessen muy quebrantados con los dientes, y dénselo más pequeño que grande porque lo pueda mejor llevar, y si pareciere que es poco curalle denle dos pequeños que es mejor que darle uno grande, porque desta manera no se hará de mal a la ave de llevarlos, y se vezará a tomarlos muy bien. Y porque ha acaecido algunas vezes dar tan grande curalle a la ave que como recibió en sí toda la agua y flegma del buche se hinchó, y no lo podía hazer. Si semejante caso acaeciesse harán lo que abaxo en el capítulo de los curalles viejos diré. Para que el açor haga el curalle muy de mañana tienen por opinión algunos caçadores que es mejor dárseles muy tarde que temprano, y otros tienen el contario, pero lo que yo muchas vezes he visto por experiencia es que si el curalle es de pluma y se da muy temprano, como es a las dos o tres horas después de mediodía, que lo haze al otro día muy tarde, y tanto que suele passar de mediodía; pero si el curalle es de estopa házelo temprano, ahunque en esto haze mucho al caso la complexión y dispusición de la ave. Otros para que la ave haga el curalle de mañana acostunbran darle unas picadas luego en acabando de hazer el curalle y la bavada. El curalle nunca se ha de dar hasta que el açor haya gastado el papo de la mañana. Siempre que se diere curalle al açor se deve alimpiar muy bien el suelo debaxo de la alcándara donde durmiere para que en la mañana se pueda hallar el curalle, porque en ninguna manera se ha de bolar con la ave ni se le ha de dar de comer hasta que lo haya hecho, y si tardare a hazerlo y pesasse dello al caçador por desseo de bolar de mañana, láncele por la garganta un grano de encienso tan grande como una avellena, que dentro de medio quarto de hora, y ahun antes, lo hará, y con esto he yo visto a un açor que tuve hazerlo por la tullidura siendo el curalle de pluma. Y si estuvieren en parte que no pudieren haver encienso hágase lo que abaxo diré en el dicho capítulo de los curalles viejos. Otros curalles de yervas se dan a las aves para curarlos de sus enfermedades de los quales escreviré abaxo en el capítulo octavo deste presente libro.

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CAPÍTULO V

Del dar a roher y pelar a las aves

NO faltarán caçadores que digan que no se han de vezar las aves a roher diziendo que con el roher atrahen la agua a la cabeça y la acostumbran echar por las narizes, y que si después dexan de roher algunos días se les carga de agua y adolecen. Pero no embargante esto aconsejo yo al caçador que siempre que pudiere dar a roher o pelar a su ave que lo haga, porque sin duda ninguna la tendrá siempre sana y alegre, y la cabeça muy descargada y ahilada. Y al açor o halcón se ha de dar a roher en un jarrete o çancarrón de pierna de carnero o en cola de vaca o en pie de carnero o en ala de gallina o otra semejante ave. Y al gavilán y esmerejón en cola de carnero o ala de codorniz o perdiz o gallina o en la pierna della. Y en caso que por negocios o por tener muchas aves no se puede dar de roher o pelar, si quisiere el caçador assegurar su ave de que no le adolezca, déle de quinze en quinze días el bocado de oruga y mostaça y miel que escrivo abaxo en el seteno capítulo, que sin duda ninguna la tendrá sana ahunque no le dé a roher, y mucho más si se lo diere de ocho a ocho días. Y el que diere a roher, dé siempre antes que la ave coma porque con el papo no es bien que haga fuerça en estirar.

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CAPÍTULO VI

De la orden y forma que se ha de tener en dar y administrar a las aves las medicinas

PORQUE todo este tercero libro ha de tractar de las enfermedades de las aves y de las medicinas con que se han de curar, y podría haver error en el dar y administrarlas, parecióme ser cosa conveniente y necessaria poner aquí, al principio deste libro, la orden y forma que en ello se ha de tener. Y lo primero sea regla general que ningunos polvos, ni píldora, ni bocado, ni qualquier otra medicina que se diere a la ave para desbucharla o purgarla se le dé teniendo vianda alguna en el papo, porque como quiera que para purgar la cabeça todos los médicos concuerdan en que se den las píldoras dende a tres o quatro horas después de la cena diziendo que se detienen más en el estómago y suben los humos y virtud dellas a la cabeça, y la purgan mejor, en las aves no se sufre esto porque por la mayor parte si les dan píldora o bocado teniendo vianda en el buche la regitan juntamente con la píldora o bocado. Assimismo digo que siempre que el caçador hoviere de purgar su ave la purgue antes con polvos que con píldora, porque los polvos obran luego y no se detienen mucho en el buche, y la píldora se detiene mucho, y ahun lo que peor es: la regitan muchas vezes, especialmente si es dura y hecha de muchos días, que ésta nunca la deve dar el caçador sino molerla y darla en polvo o tornarla a amassar, porque la píldora dura no se digere ni se reduze bien de potencia ad actum. Pues quando se diere píldora miren mucho que no sea dura hecha de algunos días, sino blanda y hecha de aquel día y, si possible fuere, sea amassada con açúcar candi deshecho en agua de hinojo o de otra agua apropriada a la enfermedad, porque desta manera la digerirá y obrará muy presto y havrá muy poca ventaja del dar polvos o píldora. El dar de las píldoras es muy mejor a las tardes y noches que no a las mañanas, ahunque tanbién se pueden dar en las mañanas dos o tres horas antes que la ave coma, y a la tarde dos o tres oras antes que cene. Sea la píldora antes pequeña que grande, porque mejor y más seguro es purgar la ave dos vezes que no darle en una grande medecina que no la pueda gastar. La píldora se ha de dar enbuelta en una tajadilla muy delgada de carne o en redaño de cabrito o en un corezuelo de ave, pero muy mejor es en el redaño o en la tajadilla que en el corezuelo, porque se digere y gasta más presto, que si los médicos defienden que ninguna píldora para los hombres se ponga dentro de orujo de huva o vinça de cebolla o cosa tal, diziendo que tardan a digerirse, muy mejor se ha de vedar en las aves que son más delicadas. Y cójase la ave y láncenle la píldora por la garganta abaxo de manera que no le toque la píldora en la garganta porque no sienta el amargor della, y en acabándosela de lançar, suéltenle y trávenle del pico, y ténganle dél un poquito, y denle solas dos picadas de carne porque no torne a regitar la píldora.

El bocado, no siendo amargo, puédese dar sin enbolverlo en carne ni cuero untándolo con azeite, pero muy más seguro es enbolverlo. Y el redaño de cabrito es muy bueno para enbolver qualquier bocado.

La purga o bevida de agua o xaraves o lexía y semejantes cosas que se dan a las aves, se pueden dar de una de dos maneras: la una es poniéndolas dentro de un estentino de gallina muy limpio y atado por las dos partes; la otra es echándoselo por la garganta a tragos poco a poco, y no de una vez, pero en esto se ha de hazer esta diferencia, que quando en la medecina entra azívar o otra cosa muy amarga, siempre se le deve dar puesta en estentino porque no la regite.

Los polvos se han de dar cubiertos con un corezuelo de ave o con una tajadilla de carne, y es muy mejor repartirlos en dos o tres bocadillos que en uno solo porque los llevará mejor. Y la mejor manera de todas quantas hay para cubrir polvos es ésta: Tómese un punzón de palo que sea tan gruesso como el dedo pequeño, y no tenga larga punta, y hínquenlo en un pedaço de carne y trayéndolo alrededor con los dedos, como quien varrena, hagan un agujero en la carne que no passe a la otra parte y con un cañutillo de hoja de Flandres, a la una parte ancho y a la otra muy sotil a manera de enbasadorcillo, metan allí dentro los polvos que cupieren, y después corten con un cuchillo muy sotil enrededor de los polvos, sin llegar a ellos, quanto más delicadamente se pudiere hazer, y salga como un bocado, y desta manera van tan cubiertos que la ave mesma sin cogerla se los lleva sin sentirlos, especialmente si los repartieren en dos o tres bocadillos porque en uno sería grande. Pero si quisieren coger la ave puédenselos dar desta manera: Tomen una tirilla de carne y enbevan en ella los polvos punzándola con la punta de un cuchillo o punzón, y después cúbranla con otra tajadilla delgada de carne y láncensela a la ave por la garganta, y si en aquella tirilla no se enbevieren todos los polvos, hagan otra y otras hasta que todos se enbevan, y se den a la ave.

Después que se hoviere lançado a la ave por la garganta la medecina suéltenla luego y téngala el caçador en la mano, y si viere que quiere regitarla, trávenle y apriétenle del pico y ténganselo assí un poco hasta que dexe de hazer por regitar.

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CAPÍTULO VII

De cómo se han de desbuchar y purgar las aves

MUCHAS vezes acaece estar las aves dolientes, y ahunque se les conoce luego en que están tristes y erizadas y no buelan con voluntad y comen floxamente y de mala gana y hazen las tulliduras malas, no se les conoce la propria y particular enfermedad que tienen. Como quiera que por la mayor parte suele venir esto de tener curalles viejos o plumas o huessos en el buche. Otras vezes muestran estar sanas por defuera y dentro están llenas de humores por no haver bolado ni pelado ni rohido ni tomado el sol ni la agua ni curalles, o están repletas de haverles dado mucho de comer o malas vianda. Y assí para curarlas como tanbién para conservarles la salud es menester purgarlas y alimpiarlas de quando en quando, como en el Prólogo deste tercero libro dixe. Pero pues es assí que natura no siempre muestra la replectión de cada un humor que en el cuerpo peca, paréceme a mí que siempre el caçador ha de tener fin a purgar y alimpiar su ave principalmente del buche, porque allí se arman y de allí manan las más de las enfermedades que a las aves vienen. Y quando el buche está bueno, limpio y rezio para hazer buena y perfecta digestión la ave está segura de dolencias. Después del buche ha de tener fin a purgar la cabeça porque luego que el buche no está qual deve todos los vapores que suben dél los recibe y enbeve en sí la cabeça por ser como es esponjosa, de donde se engendra la agua vedriada, y de allí tornan a caher, y destillarse a muchas partes del cuerpo, especialmente al pecho y pulmón, de donde se engendra el huérfago y asma que son dolencias mortales. Por lo qual después de la cabeça se ha de tener cuenta con el pecho y pulmón, y después de todo esto se ha de tener fin a purgar y alimpiar el hígado porque éste es como mayordomo o despensero del cuerpo, que reparte a todos los mienbros dél el nutrimento y sustancia que sale del estómago después que la vianda se ha allí cozido y destillado, y si el hígado está dañado, dañoso será el liquor o humor sustancial que enbiará a los mienbros. Esto se ha de hazer en una de dos maneras: la una es desbuchando las aves; la otra es purgándolas.

Desbuchar llamo quando la intención del caçador no es más de solamente alimpiar a la ave el buche y las tripas quando tiene sospecha que su ave está repleta de haverle dado mucho de comer algunos días o algunas viandas gruessas y malas, de que les quedan los buches suzios y repletos y las tripas con barros muy gruessos, o quando están las aves muy gordas y no comen ni buelan con buena voluntad, y las quieren abaxar y darles rezia hambre.

Purgar llamo quando no solamente quieren alimpiar la ave del buche, pero del buche y de la cabeça, o del buche y del hígado, o del pecho o de otro mienbro del cuerpo.

Pues quando quisieren desbuchar o purgar la ave, assí por estar doliente y no conocerle la enfermedad como por tener sospecha que está repleta o por quererle conservar la salud y guardarla de enfermedades, desbuchar y purgarla han con alguna de las receptas que aquí pondré, las quales van compuestas de las mejores y más ligeras y seguras medicinas que hay en toda la medicina, y purgarán y alimpiarán la ave sin alterarla ni quebrantarla ni derribarle la virtud ni hazerle el menor daño del mundo.

Pero quiero avisar a qualquier caçador que las quantidades de las medicinas que en cada una destas receptas pondré, y ahun en todas las otras deste libro, entiendo yo que son para açores y halcones, y quando alguno las hoviere de dar a gavilanes y esmerejones o halcotanes, tome siempre la metad dellas, y ahun tanbién ha de hazer diferencia de un açor o halcón prima a un açor o halcón torçuelo.

La primera manera de desbuchar es ésta: Tómense de oruga tres partes, de mostaça una parte y muélase cada cosa por sí muy bien, y añádase una poquita de sal, y con la miel rosada que fuere menester háganse dos bocados tan grandes cada uno como una avellana mondada, y no haviéndose mostaça hágase sin ella que tan buen efecto hará, y no haviendo miel rosada tómese de la común. Y en la mañana de mañana cojan la ave y láncenselos por la garganta, y si los untaren con un poco de azeite entrarán mejor. Y tengan aparejada una poca de mostaça molida y mezclada con miel, y en acabándole de lançar los bocados pónganle una dedada de la mostaça alto en el paladar y sacudirá por las narizes toda la agua de la cabeça, y suelten la ave y ténganla un poquito en la mano. Y si hiziere por regitar los bocados trávenle del pico y tírenle de la cola, porque quanto más los detenga obrarán mejor y harán más provecho, y después que se assegure de no regitarlos y començare a sacudir pónganle en la alcándara, y dende a una hora después que haya lançado estos bocados denle de comer de buena vianda, y no le den gran papo. Ésta es la medecina que yo más he usado dar a mis aves, assí quando están sanas como quando están dolientes, y téngola por tan buena que oso prometer y afirmar que si la acostunbraren dar a la ave en el mes una vez jamás adolecerá, y si algún curalle o pluma o carne indigesta tuviere en el buche se la hará lançar; y si se la dieren de quinze en quinze días será assegurar más la ave de adolecer.

Otra manera de purgar y desbuchar muy singular, que purga y alimpia la cabeça y buche maravillosamente, y mata y haze lançar las filandrias y lonbrizes, y para la agua vedriada es muy singular medecina, y el caçador que la diere a su ave en el mes una vez puede estar cierto que no le adolecerá de enfermedad que no sea fácil de curar. Tómese de azívar cicotrino o epático seis partes, agárico escogido tres partes, almástiga dos partes, nuez noscada y canela de cada uno una parte, muélase cada cosa por sí y mézclense y dense en polvo por la orden que se ha mostrado en el capítulo antes deste, o en píldora haziendo una o dos con çumo de hinojo o con agua de hinojo o con un poco de vino blanco. Pero yo siempre me hallé mejor en dar polvos que píldora, y la quantidad que se ha de dar es peso de un escrúpulo para un açor o halcón, y peso de medio escrúpulo para un gavilán o esmerejón. Tanbién se pueden hazer estos polvos, y son muy singulares, poniendo en lugar del azívar la pasta o massa de las píldoras elefanginas secándola al sol y moliéndola si los hovieren de dar en polvos, y si los quisieren dar en píldora no es menester secarla ni molerla, y háganse desta manera: Tómese de la pasta o massa de las píldoras elefanginas seis partes, y de agárico tres partes, almástiga dos partes, muélanse y mézclense, y aquí no se ponen la nuez noscada ni la canela, porque ya entran en la massa de las píldoras elefanginas. Y tanbién se pueden hazer estos polvos de otra manera, y harán el mesmo o mayor efecto, poniendo en lugar del azívar otra tanta quantidad de los polvos de la yera simple del Galleno, pero no se tomen de los que los apothecarios tienen molidos, porque luego pierden la virtud, sino hágalos hazer de nuevo el caçador en su presencia y háganse desta manera: Tomen de los polvos de la yera simple seis partes, agárico molido dos partes, mézclense y dense como está dicho. Otra pasta o massa de píldoras hay que llaman de assajareth que hazen el mismo efecto que qualesquiere de los polvos o pastas susodichas en passiones de cabeça y buche, y son muy seguras y muy experimentadas. Si el caçador las quisiere dar en píldora puede dar una tan grande como un garvanço para açor o halcón, y la metad para gavilán o esmerejón, y si las quisiere dar en polvos, haga hazerlos a un apothecario, o tome la pasta o massa que tiene hecha y séquela al sol y muélala, y dar los polvos en quantidad de peso de un escrúpulo para açor o halcón. Otros polvos hay de que se hazen las píldoras que llaman de Rasis o comunes o de regimiento que son muy singulares y hazen el mesmo efecto que las susodichas, y son desta manera: Tómese de azívar escogido quatro partes, açafrán y mirra de cada uno dos partes, muélanse y mézclense y dénse en polvo en la quantidad susodicha, y si los quisieren dar en píldora háganla con un poco de vino blanco tan grande como un garvanço para un açor o halcón. Con qualquier destas cinco maneras de polvos o píldoras puede el caçador seguramente purgar y desbuchar su ave, para purgar y alimpiarla del buche y de la cabeça y del pecho de qualesquier humores corruptos, y para matar y hazer lançar las filandrias, y para confortar y esforçar la virtud digestiva, y hélos querido poner aquí juntos por dos respectos: El uno porque todos ellos quasi hazen un mesmo efecto y operación; el otro porque con ellos se hazen cinco maneras de píldoras que son las que más se usan en medecina para preservar de enfermedad, y son de las que llaman benedictas y que no hazen daño alguno, es a saber, con los primeros polvos se hazen las píldoras masticinas que el Conciliador las alaba hasta el cielo en passiones de cabeça y estómago, y son muy usadas entre muy buenos médicos, ahunque yo añado la nuez noscada y canela, y en las quantidades las he trastrocado como lo han hecho otros más doctos que yo poniendo menos azívar y más agárico que él pone, porque el agárico es singularíssimo para enfermedades de cabeça y pecho de que han de ser guardadas las aves, y tengo muy probados aquellos polvos que hazen maravillas. Los polvos segundos en que entra la pasta o massa de las píldoras elefanginas son muy alabados por el Mesué, y por todos quantos médicos hay, y mucho más los polvos terceros que son los de la yera simple del Galleno, que no hay doctor antiguo ni moderno que no los alabe y ensalce para todo lo susodicho, ahunque quasi son una mesma cosa que los de las elefanginas; y no menos los de la quarta recepta que son aquellos con que se hazen las píldoras de assajareth, con solas las quales he yo curado hartas vezes la agua vedriada, y a un açor que me traxeron quasi muerto que ni comía ni se podía tener sobre las piernas y no se sabía el mal que tenía, díle una píldora destas con la qual lançó del buche quatro huessos de piernas y ancas de aves que havía comido y no los havía podido gastar ni lançar, y dende a quatro o cinco días estuvo bueno. Pues a las píldoras de Rasis todos los médicos antiguos y modernos dan prer[r]ogativa en guardar de pestilencia, y para purgar qualesquier materias subtiles, coléricas y flegmáticas y podridas que están enbevidas en las porosidades del estómago y en la cabeça y en las venas del hígado y dessecan qualesquier humedades que están en el estómago y en los estentinos, y confortan el estómago y el celebro, y matan y lançan con gran poder las lombrizes, y para assegurar una ave de filandrias ninguna medecina se le puede dar mejor, porque cada una de las tres cosas que en ellas entran tiene grande virtud contra lombrizes o filandrias. Y por fin y remate deste párrafo quiero escrevir unos polvos o píldoras que llamo del Thesorero, porque son ordenadas por mí, de las quales yo me he mucho aprovechado, assí en aves como hombres para humores mezclados donde interviene melancolía, y para aves no tienen par en enfermedades de cabeça y buche y pecho, y son éstos: Tómense de los polvos de la yera simple del Galleno, y azívar cicotrino y agárico de cada uno un escrúpulo; almástica seis granos, epíthimo siete granos, mirabolanos chebulos, indos, émblicos, belléricos, cantuesso de cada uno tres granos, sal gema dos granos, muélanse y mézclense, de los quales se dará en cada vez peso de quinze granos de trigo para un açor o halcón y la metad para gavilán o esmerejón, y si los quisieren dar en píldora amássenlos con çumo de hinojo o con una poca de miel rosada.

Otra manera de desbuchar muy buena: Tómese una onça de granos de zaragatona y tostándola en una paela o caçuela de hierro o de arambre quítesele la cortezilla negra que tiene encima, y los granillos blancos que tiene dentro se echen a mal que son venenosos. Pero este descortezar de la zaragatona hágalo un apothecario porque el caçador no lo sabrá hazer no haviéndolo visto, y desta cortezilla y de azívar se tomen de cada uno dos partes, alholvas, alquitira, nastuerço, orégano y açúcar candi de cada uno una parte, muélase cada cosa por sí y pássese por çedaço y mézclense, y destos polvos se darán tantos como cabrán sobre un real por la orden que se ha mostrado en el capítulo sexto deste tercero libro, y haviendo comido la ave por la mañana un coraçón de carnero darán estos polvos a la tarde, y sobre ello unas picadillas de carne, y al otro día de mañana denle la vianda lavada en agua de assensios y de yervabuena con açúcar candi. Estos mismos polvos se pueden dar de otra manera: Tómese una onça de zaragatona, y a hora de vísperas se ponga a remojar en tres onças de agua de assensios algo tibia, y al otro día seguiente se caliente un poco y se ponga en un taleguillo de lienço y se ate y apriete fuertemente y se saque la bavaza dello, y esto tanbién lo hará mejor un apothecario, y desta bavaza se tome lo que será menester para hazer un bocado con los polvos susodichos, no tomando dellos más quantidad de lo que se ha dicho, y désele a la tarde y sobre él muy poquita cosa de comer porque no lo regite, y ésta es muy singular manera de dar estos polvos. Muchos caçadores dan estos polvos moliendo la zaragatona, y es grandíssimo error porque, como dixe en el prólogo deste tractado, la cortezilla que la zaragatona tiene a la parte de fuera es muy singular medecina, pero el granillo blanco de dentro es calidíssimo y muy corrosivo y venenosíssimo, y guárdese el caçador de darlo molido, que entero en grano no haze daño, porque como entra se sale, sin que corroha ni llague, como haze la pimienta que tomándola entera en grano escalienta y esfuerça el estómago y no penetra su calor y agudeza al hígado, y molida penetra y lo escalienta y enciende.

Otra manera de desbuchar muy buena para dar rezia hambre a las aves y hazerlas que vayan bien templadas para bolar: Tómese tanta alquitira como dos havas medio molidas, y tanta zaragatona entera en grano como cabría en una cáscara de avellana, y una dozena de granos de alholvas limpias y medio molidas echándolas primero en agua porque el buen grano caherá abaxo y el vano se quedará arriba, y póngase a remojar desde hora de vísperas hasta otro día de mañana en una onça de agua de assensios y otra de yervabuena, y si no hoviere de las dos aguas sean las dos onças de la una dellas, y si no las hoviere tómese agua clara; y al otro día de mañana quítenle la agua que sobrare y echen dentro açúcar candi molido tanto quanto una vellota [o] algo menos, y rebuélvanlo todo muy bien, y tómese un coraçón de carnero o de cabrón alimpiado de la sangre y desvenado y dénselo a la ave mojándolo muy a menudo en la bava que estará hecha, procurando que lleve dello lo más que ser pueda, y que no lleve bocado del coraçón sin llevar desta bava, y a la noche hágase un curalle de estopa, y mójenlo un poquito en agua de yervabuena o de assensios, y después tóquenlo en polvos hechos de orégano y açúcar candi muy molidos, poniendo dos partes de açúcar y una de orégano, y después cúbranlo con carne. Ésta es una de las cosas con que más rezia hambre se da a las aves y es muy segura, que ninguna cosa entra en ella que haga el menor daño del mundo. Y lo mismo se puede hazer con sola la alquitira, o con alquitira y zaragatona poniéndolas a remojar como se ha dicho.

Otra manera de desbuchar: Tómese tanta simiente de zaragatona como cabría sobre medio real, y tomarán un coraçón de carnero o de cabrón o cabra y dénselo a comer por la mañana dándole en él la zaragatona, assí entera en grano y sin moler; y a la noche denle un curalle, y pongan dentro dél una dozena de granos de alholvas, y si no tuvieren alholvas pongan simiente de nastuerço quanta cabría en una avellana.

Otra muy ligera: Tomen por la mañana un grano de açúcar candi tan grande como una avellana por romper, y si el açúcar candi fuere de xarave rosado será mejor, y cójase la ave y láncenselo por la garganta, y pónganla al sol si lo hoviere, y dende a dos horas denle de comer un coraçón de carnero o cabrón alimpiado muy bien de la sangre, y gordura, y nervios que tiene, y si lo mojaren en agua de assensios será mucho mejor, y dende a una hora o dos que hoviere comido pruévenle la agua y siempre que no tuvieren coraçón denle carne muy bien lavada en agua de assensios o de yervabuena que no le quede virtud, o en una de las lexías que abaxo diré, o en orinas de algún mochacho o moço que esté sano.

Otra manera de desbuchar muy ligera: Tomen cañafístola y açúcar candi y manteca de vacas fresca partes iguales, y hagan dos pelotillas cada una como un avellana por partir, y en la mañana cojan la ave y láncenselas por la garganta, y dende a tres horas denle a comer como arriba dixe, y pruévenle la agua. Y si la manteca no fuere fresca lávenla en dos o tres aguas, y la postrera agua sea de los assensios. Y si no hoviere cañafístola, tanbién se puede hazer sin ella poniendo miel en lugar de la cañafístola, que es muy buena. Y tanbién pueden desbuchar con sola la cañafístola que es muy singular medecina y delicada y alimpia el buche y el hígado y la sangre y ablanda el pecho. Pero porque obre mejor y más presto, mezclarán con ella la quarta parte de espicanardi y otro tanto açúcar candi, porque de otra manera tarda a obrar.

Otra manera de desbuchar: Tomen lexía hecha de cenisa de sarmientos o de carrasca o de higuera dos partes, y una de azeite de almendras, y si no lo hoviere sea del común, y pónganlo en un estentino de gallina tan largo como un dedo y átenlo por las dos partes, y cojan la ave y láncenselo por la garganta, y dende a tres horas denle de comer, mojándole la vianda en la mesma lexía y azeite o en orinas de algún mochacho o moço que esté sano, y dende a una hora después que comió pruévenle la agua.

Otra manera de desbuchar y purgar: Tómense dos partes de rasuras de cuba, y una parte de açúcar candi de xarabe rosado, y muy poquita cosa de almástiga molida y háganse dos bocados tan grandes como una avellana cada uno, y cójase la ave y láncesele. Esta medecina desbucha y purga muy bien y es maravillosa para dessainar y abaxar una ave.

Los más de los caçadores deste tiempo acostunbran purgar sus aves, assí açores como halcones y gavilanes y esmerejones, con la bolsa de cenisa, y házenlo en el año una vez enrededor de Navidad, quando haze grandes fríos, y tiénenla por muy probada y segura purga. Y pues muchos buenos caçadores me lo han afirmado, ahunque no quadren las propriedades de las cosas que en ella entran, no he querido dexar de ponerla porque, como dixe en el primer prólogo deste tractado, dize Avicena que entre los cuerpos y medecinas simples concurren qualidades que con sola la experiencia se alcançan. Pues la bolsa se haze desta manera: Tómese azívar cicotrino tres partes, pimienta dos partes, sal una parte y media, muélanse estas cosas y pássense por cedaço, y tómese cenisa hecha de sarmientos y passada tanbién por cedaço otra tanta quantidad como fueren las otras cosas, y mézclese todo muy bien; agora tómese tocino añejo de lo gordo y más blanco y de aquello que no tiene sal, y arrállenlo con un cuchillo, y con este tocino arrallado amassen los polvos susodichos, amassándolos de manera que la massa quede algo durilla, y para cada halcón se ha de tomar quantidad de avellana y media, y añádanse cinco o seis betas de açafrán con tres o quatro gotas de azeite, y enbuélvase en un poco de redaño de cabrito, tomando de los más delgado, y si no lo hoviere tómese en su lugar papel mojado en agua tibia, y cójase la ave, y láncesele por la garganta abaxo, y suéltenla luego, y tenerla ha media hora poco más o menos. Y dende a hora y media después que la haya echado, tomarán tres o quatro granos de açúcar candi, y cogerán la ave, y lançárselos han en grano por la garganta, y de allí a dos horas denle de comer de una pierna de gallina passada por agua tibia o de un pollo. Dizen que pone rezia hambre y que haze echar la paradura y mata y lança las filandrias.

Otros caçadores dan el tocino desta manera: Toman del tocino gordo añejo de lo más blanco y que tiene menos sal, y ráspanlo con un cuchillo y lávanlo muy bien con agua, y después mézclanlo con otro tanto açúcar candi y un poquito de açafrán, y assí lo dan. Y tanbién lo dan desta manera en la vianda quando come.

Otros caçadores desbuchan desta manera: Tomen la raíz verde de la celidonia y ráy[e]nla y alímpienla muy bien de la tierra, y hagan della quatro o cinco pedacillos, y pónganlos a remojar en azeite dulce, y esté assí al sereno dos o tres noches, y en la mañana cojan la ave y láncenselos por la garganta, y dende a una hora que los haya lançado denle de comer de buena vianda.

Otra muy buena: Tómese de la raíz de la dragontia menor tanto como una hava y mójese en azeite y láncese a la ave por la garganta, y dende a una hora que la lançó désele de comer. Esta raíz alimpia poderosamente el buche de qualesquier humores flegmáticos, pegajosos y viscosos y de otras suziedades que haya en él, que suelen quitar el apetito del comer y causar fastidio.

Item, muchos caçadores acostunbran poner por el tullidero a la ave que está doliente una mecha de tocino gordo fecha como una cala, y tan larga como medio dedo, y procuran que la tenga un quarto de hora, y es muy buena.

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CAPÍTULO VIII

De los curalles que se dan a las aves por medecina para algunas enfermedades

DE los curalles que se han de dar a las aves en lugar de pluma ya he escrito arriba. Aquí diré de los que se han de dar para medecina, de los quales nunca hallé auctor que escreviesse ni oí a caçador que hablase, y no me maravillo dello porque para hablar o escrevir dellos era menester ser muy bien entendido en la virtud y propriedad de las medecinas simples, y quiero certificar a caçadores que una de las cosas por mí experimentadas, en que yo hallé muy grande provecho, fue en estos curalles, y esto es por dos causas y razones muy claras: La una es porque como en otras medecinas se dan las yervas o raízes secas y en polvo, y otras se cuezen y se toma solamente la virtud del cozimiento, y aquí se da la mesma yerva o raíz puesta en curalle con toda su virtud entera y se cueze en el buche de la ave, está claro que hará más efecto; la otra es que, como qualquier manera de dar medecina a las aves les es odiosa y aborrecible a su gusto y buche y el curalle les es natural, súfrela muy mejor, y lo que más es, que después que se ha cozido en el buche y ha hecho su efecto, tórnalo la ave a lançar por la mañana de manera que podremos dezir que la ave se aprovechó del spíritu y sustancia de la tal yerva o raíz o otra medecina que se le diere desta manera, y torna a echar lo terrestre y inútil y ahun dañoso della. Pues los curalles de medecina que yo he hallado muy buenos son éstos:

Tomen los brotezillos verdes de la ruda y májense un poquito y cójanse a manera de un curalle o pluma y enbuélvanse con estopa, y hágase un curalle y cúbrase con una tajadilla de carne y désele a la ave; y si no lo quisiere llevar cójase la ave y láncesele. Pero sea aviso, assí para este curalle como para todos los otros que aquí diré, que la estopa con que se cubriere sea muy poquita y vaya muy clara porque pueda salir la virtud de la yerva, y después de dado el curalle a la ave désele sobre él la vianda que hoviere de cenar, que por el curalle no ha de dexar de cenar, ahunque quanto menor papo se le diere será mejor. Este curalle tiene gran virtud para consumir y resolver y para madurar la agua vedriada y para confortar la cabeça, y para la gota coral, y para el vaguido y morrión, y para el huérfago y asma, y para matar las filandrias y lombrizes, y ahun para las aves que tienen corta vista por alguna enfermedad, porque la ruda tiene grande propriedad para avivar y aclarecer y conservar la vista.

Otro curalle: Tómese la ruda de la manera que se ha dicho y mézclese con ella tanto casturión como un garvanço, y sea molido grosseramente, y después de mezclado con la ruda cúbrase con estopa y carne, y dése como se ha dicho. Este curalle no tiene par para agua vedriada, porque allende de la virtud que he dicho que tiene la ruda para esta enfermedad, el casturión tiene grandíssimo poder en alimpiar y purgar y confortar la cabeça, y por esto es maravilloso este curalle para gota coral y vaguido y morrión y para perlesía. Y si a este curalle se le añadiere y mezclare otro tanto pellitre como el casturión, y que no vaya muy molido, será de muy mayor virtud, assí para agua vedriada como para la gota y vaguido y morrión, porque el Galleno llama al pellitre en estas enfermedades fidelíssima medecina. Tanbién es muy buena la salvia puesta en curalle para esta enfermedad.

Otro curalle para agua vedriada y para vértigo y gota coral muy excellente: Tómense brotezillos de ruda, de los más tiernos, y medio májense, casturión tanto como una arveja grande, polvos del diamusco dulce en polvos y no mezclados con miel tantos como cabrían en una avellana, y de todo ello se haga un curalle con muy poquita estopa cubierto por encima. ¡Créanme —caçadores— que no tiene par!

Otro curalle maravilloso assí para agua vedriada como para confortar y esforçar y alimpiar el buche y matar las filandrias: Tómese canela, clavos, gengibre, galangal, cálamo aromático, nuez noscada, almástiga, lignáloes, carpobálsamo, xilobálsamo, cassia lígnea, spicanardi, açafrán de cada uno una parte, açúcar quatro partes, azívar cicotrino diez partes, y muélase cada cosa por sí, y mézclese y póngase en un taleguillo de lino muy delgado y muy usado que esté hecho puntiagudo a las dos partes, de la hechura y tamaño de un curalle, y désele como está dicho. No pudiéndose haver todas estas cosas, tómense las más que se pudieren haver, pero el azívar no falte. Y tanbién se puede hazer sin el azívar con solas las especias, y en tal caso añádase un poco de almisque si fuere ave de precio, y será maravilloso para la cabeça y buche.

Otro curalle: Tómese un ajo y pártase por medio y quítesele el coraçón, y cubran la metad del ajo con una poca de carne y dése a la ave. Este curalle tienen caçadores por muy bueno para la agua vedriada, porque dizen que la madura, pero yo creo que sus humos son dañosos para la cabeça, pero escalienta el buche, resuelve y expelle las ventosidades y mata las lombrizes y es bueno para la piedra. Pero siendo assado un poco debaxo del rescaldo hará muy buena operación, y madurará la agua vedriada y el huérfago.

Otro curalle: Tómense los brotezillos de los assensios y májense un poco y cúbranse y dense de la misma manera que la ruda. Este curalle es muy singular para alimpiar el buche de humores corruptos y para confortarle, y para esforçar la virtud digestiva, y para despertar el apetito y poner rezia hambre, y si añadieren y mezclaren con ello quanto una arveja de azívar cicotrino será muy mejor. Lo mesmo se puede hazer con los brotes o cabos tiernos de la yervabuena que con los brotes de los assensios, tomándola sola o mezclándola con los assensios y con el azívar o con qualquier dellos, que la misma virtud y propriedad tiene la yervabuena para lo que arriba he dicho que los assensios.

Otro curalle que da mucha hambre: Tomen el orégano seco y hágase curalle dél con una poca de estopa. O hágase desta manera: Tómense hojas secas de orégano, y de yervabuena, y de assensios partes iguales, y mézclenseles canela, galangal, macias, y clavos medio molidos, y hágase curalle con ello. O hágase como se mostró al fin del capítulo de los gavilanes con orégano y açúcar candi que es muy singular para este efecto.

Otro curalle muy singular para el hígado que está escalentado y para corregir la sangre: Tómese la yerva palomilla, que en latín se llama fumusterre, y májese y hágase curalle della como se ha dicho. Y si con esta yerva mezclaren un poquito de reubárbaro hará maravillosa operación. De la misma manera se puede hazer con las hojas de la endivia, y tanbién con las de la chicoria, y con las de la lechuga.

Otro curalle: Tómese el poleo verde y májese un poco y enbuélvase en estopa, y dése de la misma manera que se ha dicho. Este curalle es maravilloso para hazer echar la piedra y tamnién para el huérfago. Y para la piedra el mesmo efecto haze la yerva parietaria, y la niepota, y la raíz del gramen, y la raíz del perexil, y la mesma yerva, de todas las quales juntas o cada una por sí se puede hazer curalle.

Otro curalle: Tómense ajos y cebolla albarrana y ássense un poco, y tómese la corteza de la raíz del malvavisco, y ássese tanbién debaxo del rescoldo, y tómense partes iguales y májense un poco, y tómense alholvas una parte, y quebrántense y mézclese todo y hágase curalle cubierto con estopa, y dése como se ha dicho. Este curalle es muy singular para huérfago, porque madura poderosamente la materia del pecho, y si le mezclaren un poco de açufre molido y otro poco de goma armoniaque será de muy grande efecto.

Otro curalle muy singular para huérfago: Tómense los brotezillos de la ruda, y el poleo, y orégano, y isopillo, y escabiosa, y májense un poco y cúbrase con estopa y dése como se ha dicho arriba.

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CAPÍTULO IX

De las medecinas con que se ha de dar de sacudir y paladear a las aves con que sacuden la agua de la cabeça

LAS medecinas con que se da de sacudir o paladear a las aves son muchas, y unas dellas son ligeras y otras fuertes. Aquí pondré las más dellas, y primero las más ligeras, y después las más fuertes, porque siempre en qualquier dolencia se deve tentar y començar por las medecinas más ligeras, y después no aprovechando aquellas venir a las más fuertes, y tanbién para que según la enfermedad y subjecto de la ave assí se use dellas. Quiero dezir que quando la agua que la ave tiene en la cabeça es poca se le dé de sacudir con las medecinas más ligeras, y quando la agua es mucha o está vedriada se le dé con las fuertes, y quando está muy vedriada y la ave está muy doliente que se le dé con las más fuertes, y tanbién para que se dé de sacudir con menos fuertes medecinas a los gavilanes, y esmerejones y halcones pequeños que a los açores o halcones mayores o rezios. Pero quiero primero dar tres reglas que se deven guardar en el dar de sacudir o paladear. La primera es que jamás se ha de dar de sacudir o paladear teniendo la ave papo, ni ahun hasta que hayan passado dos horas que lo passó al buche, porque ahunque no tenga vianda en el papo podríala tener en el buche sin haverla gastado y regitarla. La segunda es que jamás se dé de sacudir con rezia medecina a ave que esté flaca sino que esté gorda o rezia. La tercera es que siempre que se diere a la ave de sacudir o paladear luego, después que haya dexado de sacudir, le rocíen el rostro con buen vino blanco y le den un grano o dos de açúcar candi, y esto es para hazerle echar y purgar del buche las bavadas y limos como mocos que les cae de la cabeça y tragan quando sacuden la agua de la cabeça, porque sin duda les cae mucha. O para mejor hazérseles echar denles el bocado de la oruga y mostaça que escreví en el capítulo seteno deste tercero libro, en la primera recepta, el qual se ha de dar antes de ponerle en el paladar la medecina con que sacuda, y luego en acabando de lançarle este bocado le den con que sacuda y desta manera sacudirá, y después lançará el bocado con toda la agua y limos que havrán caído al buche.

La primera manera de dar de sacudir a las aves es ésta: Tomen pimienta molida y con una poca de miel hágase a manera de ungüento, y cojan la ave y pónganle una dedada dello alto en el paladar, y pongan la ave en la alcándara o sobre alguna fusta o piedra llana y déxenle sacudir, y después que haya sacudido rocíenle el rostro con buen vino blanco y denle de comer de buena vianda. Y lo mismo se puede hazer con mostaça y miel, o con pellitre y miel. Y si mezclaren la pimienta con el pellitre harán mayor efecto, o mezclando la pimienta y pellitre y mostaça partes iguales. Qualquier destas maneras de paladear o sacudir son tan ligeras y seguras que las pueden dar a un gorrión sin ponerlo en travajo, quánto más a gavilanes y esmerejones, a los quales de mi parecer no les deven dar otras porque son aves muy delicadas, y no pueden sufrir medecina rezia como los açores y halcones, y ahun para éstos bastan éstas, porque son muy singulares sino fuesse quando hay mucha necessidad.

Otra muy singular medicina. Tómense seis o siete granos de favarraz, y alímpienlos, y pónganlos en un paño de lino limpio y delgado, y macháquenlos, y tomen una poca de agua tibia, y sea tanta quanta vean que baste para sacar leche del favarraz como quien saca leche de almendras, y pongan el paño en que están los granos del favarraz dentro de la dicha agua, y déxenlos estar assí a remojar y ablandecer una hora o dos, y después estrujen y exprímanlos muy bien hasta que saquen la leche dellos, pero esta leche sea tan clara que quasi no parezca leche sino agua de la qual echarán a la ave por las narizes tres gotas en cada ventana con una mecha o pluma guardando que no le echen más, y que no le caya dello dentro en la boca ni en los ojos y, sobre todo, guardando que la leche no sea espessa sino muy clara como he dicho, porque pondría la ave en mucho travajo y fatiga. Y pongan la ave en parte que pueda bien sacudir, y el caçador esté cabe ella siempre, y después que vieren que ha bien sacudido y que está algo turbada por la fortaleza del favarraz tomarán agua tibia, la qual estará aparejada, y échenle della por las ventanas y rocíenle muy bien con ella el rostro hasta que vean que ha tornado en sí, que esta agua la hará tornar a su ser ahunque viniesse a estar del todo turbada, y después que hoviere tornado, tórnenla a rociar con buen vino blanco odorífero echándole dello en la boca, y pónganla al sol si lo hiziere, y después que haya estado un rato a él, denle de comer de buena vianda. Y porque al tiempo que sacuden las aves con esta medecina la agua de la cabeça les cahe mucha al buche y la tragan, es menester hazer lo que arriba he dicho. Esta medecina es una de las mejores de todas quantas se pueden dar a las aves para hazerles sacudir y descargar la cabeça, pero si no la saben dar es muy rezia para gavilanes y esmerejones, y si se les diesse los mataría, y ahun a los açores y halcones si están flacos, o si les dan más de los que arriba he dicho, los pone en mucho travajo, especialmente si les cahe algo dello dentro en la boca, y ahun muchas vezes se les hinchan los papos de viento y los tienen tan grandes como si los tuviessen llenos de mucha vianda, y quando esto acaeciesse harán lo que escrivo abaxo en el capítulo treinta y cinco, «Del papo lleno de viento». Pero puédese templar esta medecina y amansar para que se pueda dar seguramente y sin ningún peligro al más simple gavilán o esmerejón del mundo de una de dos maneras: La una es mezclándola con leche porque ésta la amansa mucho; la otra es haziendo esto: Después que hovieren estado a remojar aquellos granos y los hovieren exprimido con la agua tibia, echarán a mal aquella primera leche que salió dellos y tornarán a echar otra tanta agua tibia y tornarán a exprimirlos, y entonces ya saldrá la agua más clara que quasi no tiene color ninguna de leche sino de agua, y desta segunda leche o agua podrán echar a qualquier gavilán o esmerejón dos gotas en cada ventana de las narizes, sin temor de peligro alguno. Y si no quisieren sacar la segunda leche con la primera, se puede hazer echándole la agua que fuere menester para aclarecerla y traherla al punto que he dicho, de que quasi no tenga color de leche, y si por havérsela dado muy clara y con poca sustancia del favarraz sacudió poco de la cabeça, denle otra vez con otra agua que lleve más color de leche, que muy mejor es començar con poco y flaco favarraz que con fuerte y rezio, que quando el caçador viere que la leche o agua del favarraz que dio fue flaca, y no hizo buena operación, puédelo dar un poquito más rezio, haziendo que la agua lleve un poquito de más color de la leche del favarraz, y desta manera no podrá haver error, y si se turbare algo rocíenle el rostro como arriba he dicho, que a la verdad esta medecina es la que con más presteza les haze lançar la agua de la cabeça haziéndoles echar las cañonadas como de mocos de aquí acullá que parecen de una persona. Joan de Safagún dize que tanbién se puede dar el favarraz mojándolo y mezclándolo con miel, poniendo una dedada dello a la ave alto en el paladar; yo nunca lo he probado, pero paréceme que será rezia medecina porque el favarraz puesto en la boca y mascado ahoga mucho, y de mi consejo ningún caçador que no sea muy diestro en esto deve dar de sacudir con favarraz a gavilán ni esmerejón, porque no sabiéndolo dar los matará. Lo más seguro de todo es con la mostaça o con la oruga, como se ha mostrado en la recepta antes desta, porque sacuden muy bien y sin ningún peligro.

Otra medecina muy mucho buena. Tómese vinagre blanco y mézclese con otra tanta agua de manera que el vinagre no quede fuerte más de quanto la agua esté azeda, y atíbienla, y con una pluma echen a la ave dello tres gotas por cada ventana de las narizes, y guarden que no le caiga dello en los ojos, y pónganle en la alcándara y déxenle sacudir. Y después que haya dexado de sacudir tómenlo en la mano y denle a roher o tirar o desplumar, y al otro día denle el açúcar candi, por lo que se dixo en la recepta antes desta. Esta manera de sacudir es maravillosa porque el vinagre abre y desopila el coladero o ventanas de las narizes quando están opiladas o atapadas, y sólo el baho del vinagre muy fuerte caliente las desopila poderósamente, teniendo la ave de manera que reciba aquel baho; y algunos caçadores se las alimpian con un alfiler antes que le echen el vinagre. Y si en lugar de la agua con que se templa el vinagre pusieren çumo de lechuga o de majorana o amoradox que esté clarificado será mucho mejor. Y si con el vinagre aguado mezclaren simiente de neguilla muy molida, abrirá poderosamente los caños de las narizes y lançará toda la agua de la cabeça.

Otra medecina muy singular. Tómese vinagre muy fuerte y mézclese con otra tanta agua y échesele dentro pimienta muy bien molida, y desto se le eche a la ave tres gotas por cada ventana, pero atíbienlo primero y no se lo echen frío.

Otra medecina probadíssima para abrir y desopilar el coladero o ventanas de las narizes. Tómese çumo de lechugas y déxese clarificar, y échesele dello por las narizes.

Otra medecina maravillosa. Tómense las hojas de la ruda y májense y sáquese çumo dellas, y déxese clarificar, y atíbiese, y añádasele un poco de casturión bien molido, y láncensele tres gotas dello por cada ventana, y si fuere ave de precio añádase un poco de almisque.

Otra de muy grande virtud y poder para la agua vedriada. Tómense brotes de ruda quatro partes y májense, y tómense casturión y pellitre, y pimienta y coste, de cada uno una parte y muélanse, y póngase todo en remojo en agua ardente por una noche, y a la mañana prímase y cuélese, y echen dello dos o tres gotas por cada ventana de la nariz, y si fuere ave de precio añádase un poco de almisque.

Sólas estas receptas bastarán para dar de sacudir o paladear a las aves porque son muy singulares y muy experimentadas, pero assí porque no siempre se halla el caçador en parte que se puedan haver, como tanbién porque las que agora diré son de muy grande eficacia no las he querido dexar de escrevir. Y si con la segunda o tercera recepta de las que arriba he puesto mezclaren unos polvos de almisque, siendo la ave de precio, yo digo que harán maravillosa operación porque el almisque echado por las narizes tiene grande propriedad de confortar el celebro y dessecar las humedades dél, y este almisque tanbién se da a solas después de muy bien molido, echando a la ave del polvo dél con un cañoncillo por las narizes. Y si al caçador se le hiziere esto de mal por la mucha costa, tome una nuez noscada y muélala muy bien, y eche muy poquita cosa de los polvos della y mézclelos con las medecinas susodichas, porque tanbién tiene grande propriedad de confortar la cabeça.

Pues de las otras medecinas con que se puede dar a sacudir o paladear a las aves unas dellas son rigurosas y otras no lo son o si lo son no tanto, y las más templadas son éstas: el çumo de la majorana o amoradux, y ésta es muy ligera y se puede dar a gavilanes y esmerejones. Item, el çumo del de la ruda o el azeite suyo. Item, el çumo de la acelga, y es de más eficacia el que se saca de la raíz que no el que se saca de las hojas, y éste tanbién es templado. Item, el çumo de la raíz de una yerva que se dize pan de puerco, y éste es de mucha eficacia y abre los caños de las narizes quando los tienen opilados o cerrados, y saca con gran poder y en mucha quantidad la flegma viscosa o pegajosa de la cabeça, pero para gavilanes amánsenlo mezclándole una poca de agua como dixe arriba en lo del favarraz, y desta manera estará en manos del caçador hazer todas estas medecinas tan mansas quanto quisiere, y quando viere que no haze buena operación, désela con menos mezcla de agua, hasta que vea lo que la ave puede sufrir. Item, el çumo de la raíz de la celidonia, y tanbién el çumo de la raíz del lirio cárdeno son de la misma qualidad y efecto que la del pan de puerco. Y la forma que se ha de tener en dar esto çumos ha de ser ésta: Sáquese el çumo y déxese reposar hasta que esté bien clarificado, y aquello clarificado se calentará un poco no más de quanto esté tibio, y echarse ha dello con una pluma dos o tres gotas por cada ventana de las narizes de la ave. Y, como arriba he dicho, si quisieren amansar el çumo ágüenlo con otra tanta agua, o menos o más, como el caçador viere lo que la complexión de la ave pudiere sufrir. En lo qual siempre aconsejo que se comience antes por lo menos rezio que por lo más y, ahunque agüen estos çumos, siempre los entibien antes de echarlos.

Otra medecina: Tómese la agua ardente y échese della tres gotas por cada ventana de las narizes, y si la ave fuere de precio mezclen con esto unos polvillos de almisque porque, como arriba dixe, tiene maravillosa propriedad para esto.

Otras medecinas hay para dar de sacudir que son rezias, como quiera que se escriven y apruevan en medecina y Joan de Safagún las escrive por muy buenas, pero yo, para mí, téngolas por rigurosas, porque entran en ellas el euforvio que es brava medecina y el eléboro, y el cogombrillo amargo que son desenfrenadas. Tres receptas dellas pondré aquí, para en caso que alguno las quisiere provar en aves desconfiadas, ahunque a la verdad la leche que va mezclada con ellos los corrige y amansa. Tómese pimienta luenga dos escrúpulos, mostaça un escrúpulo, euforbio medio escrúpulo, muélanse y mézclense con miel y pónganle dello en el paladar, o échense en dos onças de leche y échenle tres gotas en cada ventana.

Otra más rezia. Tómese nuez noscada dos escrúpulos, pimienta luenga un escrúpulo, eléboro blanco medio escrúpulo, euforvio peso de cinco granos, leche dos onças, échensele tres gotas en cada ventana.

Otra. Tómese un escrúpulo de çumo seco del cogombrillo amargo, que en latín se llama elacterium, y media onça de leche, y échensele tres gotas por cada ventana, y el mismo efecto haze mezclándolo con azeite, o echándole por las narizes del azeite que se haze del cogombrillo amargo.

Y sea regla general que siempre que por echar a la ave alguna de las medecinas que arriba he dicho por las ventanas de las narizes se viniere a turbar, se las laven luego con agua tibia que ha de estar aparejada, y le echen della dentro en las ventanas, y ahun si fuere menester se tenga hecho un isopillo muy sotil y delicado con un poquito de algodón, y mojándolo en la agua tibia le alimpien y laven las ventanas metiéndole dentro lo que se pudiere sufrir sin hazer daño a la ave, porque con esta agua tibia luego tornará la ave en sí, y después rocíenla bien con buen vino blanco odorífero.

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CAPÍTULO X

De las tulliduras de las aves en que se les conocen algunas dolencias

LA verdad es que la mejor de todas las curas es governar la ave de manera que no adolezca, pero ya que esté doliente la principal cosa para curarla ha de ser conocerle la dolencia, porque no conociéndosela no la pueden bien curar por muchos remedios que para ella haya, y porque algunas dolencias se alcançan a conocer por las tulliduras de las aves quiero dezir aquí dellas, según lo que hallé escrito en algunos libros de acetrería, y según lo que en algunas hallé por experiencia.

La tullidura de la ave sana y que gasta bien la vianda ha de ser muy blanca y clara y limosa, y que haya en ella poca humedad y poco negro, y que si lo hoviere que esté allegado en uno, y redondo quando cayere en tierra, y quando se secare que no mengüe nada de su quantía, y sea lo blanco muy blanco, y lo negro muy negro y blando; y la tullidura que tiene mucho negro y es dura y a manera de estiércol y de mal color es mala.

La tullidura verde es por una de tres causas: La una es por tener la ave rezio temple y hambre, que como no tiene qué gastar en el buche gasta de su saín; la otra es por tener escalentado o dañado el hígado; la tercera es porque tiene piedra, y si tuviere piedra fácil es de conocer, porque lo verde tiene muy gentil color verde, más que por ninguna de las otras causas, y allende desto lo blando que tulle, luego se enpedrece y se buelve como greda arenosa, y es áspero, y tulle una tullidura en dos vezes, es a saber, que tulle y detiénese un tantillo, y luego torna a tullir, y assimismo tulle muy a menudo, y otras vezes quiere tullir y no puede, y entonces es señal que la piedra es grande y no la puede lançar, y álçansele las plumas encima de la cola sobre el obispillo, y cada vez que tulle se va a poner el pico en el tullidero, y desto lo tiene siempre suzio de su estiércol.

Quando la ave tulle verde y amarillo, tanbién es señal que tiene calor en el hígado y dize Joan de Safagún que si lo verde es más que lo amarillo es señal que el calor es grande.

Quando la ave cambia lo que tulle, es a saber, que una vez tulle amarillo y otra verde y hay en ello unas venas vermejas, dize Joan de Safagún que es señal que está éthica, y si tullere amarillo y azeitoso, que no haya en ello otra cosa, es señal que es mortal y no puede escapar.

Quando la ave tullere unas cagadillas como de ratones es señal que la ave tiene fastío; y lo mesmo es quando lo blanco se buelve como amarillo, y lo negro como vermejo.

Quando la ave tulle negro y claro y cerca de sí, y hallaren en ello carne es señal que tiene gusano o lombrizes en el cuerpo, y en aquella carne se le hazen los gusanos.

Quando la ave tulle lo negro como de color de sangre es por una de tres cosas: o porque ha comido mucha sangre de alguna ave que degolló, y esto no es nada; o porque está quebrantada del cuerpo de haverla llevado camino o de haver recebido golpe; o porque tiene lombrizes en el buche y en las tripas. Pero quando son lombrizes echa tanbién en la sangre una podrición que parece pedaçuelos de carne, y a las vezes se messa la overa con el pico.

Quando la ave tulle como lentejas coloradillas y lança allí unos gusanillos es señal que tiene filandrias o filomeras.

Quando la ave tulle a menudo y poquito y cerca de sí, es señal que se deshaze y se le consume el cuerpo y la sustancia y humor radical.

Quando la ave tulle blanco y vermejo y se la cambia, es a saber, que lo que tulle una vez no es como la otra, dize Joan de Safagún que es señal que se le haze cáncer en la boca.

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CAPÍTULO XI

De otros señales en que se conocen las enfermedades a las aves

LA ave que está sana tiene el rostro alegre y haze la tullidura blanca y clara y limosa, como en el capítulo antes deste dixe. Cúrase las plumas tomando con el pico del unto que tiene en la bujetilla del obispillo. Tiene las plumas reluzientes que parece que están untadas con azeite. Da muchas vezes de la cola, y haze la vallestilla y el serafín. Come de buena gana y gasta muy bien el papo. Pero la ave que estuviere doliente conocerse ha por los señales siguientes:

Quando la ave sacude muy a menudo la cabeça y tiene erizado o desplumado el colodrillo, es señal que tiene agua en la cabeça; y quando haze como que traga alguna cosa, es señal que esta agua o flegma le cahe al pecho.

Quando la ave está triste y tiene desplumada o soslevantada la pluma de la cabeça y la sacude muy a menudo, y demás desto se le hincha el rostro, y se le comiençan a hazer los ojos turbios, y le corre una agua amarilla espessa por las narizes, es señal que se le quiere vedriar la agua.

Quando demás destos señales susodichos se le atapan las ventanas de la narizes y no le corre agua por ellas, y se le secan, y come de mala gana, y no gasta bien la vianda, y se le hincha la cabeça y el cuello, y se le hinchan los cercos y lagrimales de los ojos, y ciérralos muy a menudo, y llóranle, y a las vezes se les haze legaña, y cuélgansele las alas, es señal que tiene la agua vedriada. Y quando allende desto se le hazen en los ojos unas bambollicas que se hinchan y deshinchan a manera de fuelles, y se le ponen unas como nubezillas, es señal que la agua está muy vedriada, y quando a este punto llega es muy peligrosa enfermedad y pocas aves escapan.

Quando la ave se cae de la alcándara o de la mano, y no se puede levantar ni tener en pies, y buelve la cabeça y tiembla y haze gestos que parece endemoniado, es señal que tiene la dolencia del vaguido o morrión que en latín se dize vértigo.

Quando la ave buelve los ojos en aviesso, y tiempla quando mira contra el sol, es señal que tiene ventosidad en la cabeça; lo qual le vino de mucho estornudar quando dan de sacudir con medecinas muy fuertes.

Quando la ave tiene el papo tan lleno como si le hoviessen dado de comer mucha vianda, y no le dieron de comer aquel día y parece que le suena de dentro, es por una de dos cosas: o por haverle dado de sacudir con fuertes y rigurosas medecinas, o por frialdad y ventosidad que tiene dentro en el cuerpo.

Quando la ave ressolla rezio, y quando resolla haze un ronquido como el hombre quando duerme o el gato quando corolla, y dúrale la vianda mucho en el papo, y echa agua por los ojos y por la boca y se le seca la lengua, es señal que tiene la dolencia del huérfago.

Quando la ave alienta con gran quexo y a mucha prissa, y con tanto travajo que parece que se quiere ahogar de congoxa, y que le sale el aliento [de] debaxo de los pies, es señal que tiene la dolencia de la asma, que es falta o estrechura de aliento, y en Aragón la llaman pantax, la qual es la más rezia enfermedad que una ave puede tener y pocas dellas escapan. Como quiera que si este quexo de aliento lo tiene solamente luego después que se debatió, y no quando está assossegada en la mano o en la alcándara, puédese curar y yo la he curado. Pero si lo tiene a la continua, que nunca otra cosa haze sino ressollar con gran congoxa y aprissa es muy peligrosa de curar.

Quando la ave se viene a enflaquecer y consumir poco a poco, y no medra por mucho que se le dé de comer, y se le meten los ojos para dentro, y tiene las alas muy colgadas y la pluma como soslevantada y no apretada, y tulle amarillo y verde, y en lo amarillo suele haver algunas venas vermejas, y tiene siempre sed, es señal que tiene la enfermedad de la thísica, y las más de las aves que padecen esta enfermedad han tenido primero mucha agua en la cabeça, o la dolencia del huérfago, o de la asma, porque destas cosas procede la thísica, lo que no haze la éthica.

Quando la ave va menguando de sus carnes y anda saltando por la alcándara, y está bien despierta, y se olea muy a menudo, y tulle bien, y no tiene tan buen aliento como solía y tiene sed, y le arden siempre las palmas de las manos, es señal que se haze éthica.

Quando la ave come bien y por mucho que come no engorda, reconocerla han si se le haze una hinchazón en las tripas entre las piernas, la qual a las vezes suele ser tan grande como un huevo, y si esta hinchazón tuviere, es señal que está doliente de idropesía, y si esto no tuviere es señal que está éthica o pthísica.

Quando la ave está triste y espeluznada, y no come como solía, y se debate muy floxamente, y hiédele la boca y el aliento, y si le tocaren el buche hallárselo han duro, es señal que tiene alguna pluma vieja o algún huesso en el buche.

Tanbién quando está triste y espeluznada, y no puede bien tirar de la vianda, y se sacude floxamente, y a las vezes tulle sangre, es señal que está quebrantada del cuerpo.

Quando la ave come de mala gana y con desdén, y parece que no está triste, y haze la tullidura dura y gruessa, y tulle postema, y entre lo blanco y blanco tulle una cosa negra, y en ello unas cagadillas como de ratas, es señal que tiene fastío y está ahíta.

Quando la ave se pica a menudo de la overa, y de los pechos, y alrededor del obispillo o rabadilla, y en los costados, y estremécese y tiembla, y aprieta las manos, y parece que se quiere sacudir, es señal que tiene las filandrias o filomeras.

Quando la ave abre la boca y se rasca los oídos con las manos o estregándoselas en el encuentro de la ala, es señal que tiene cáncer o güérmezes en los oídos y en la boca.

Otrosí, quando la ave tiene la boca abierta es señal que tiene pepita.

Quando la ave se va a poner muy a menudo en el tullidero el pico, y se lo suzia sacándose dél estiércol, y tanbién tiene suzias las plumas que están cerca del tullidero, y quiere tullir y no puede, y álçansele las plumas encina de la cola sobre el obispillo, y cada vez que tulle acude luego con el pico al tullidero, es señal que tiene piedra y que no la puede lançar.

Quando la ave está toda la noche rascándose y desto suenan mucho los cascaveles, es señal que tiene piojos o güérmezes en los oídos.

Quando la ave toma la carne con el pico y la echa, y come de muy mala gana y algunas vezes no quiere comer, y no gasta bien la vianda, y sálele por la boca un hedor como azedo, y tarda a hazer el curalle, y ahun algunas vezes tiene los ojos gruessos, es señal que tiene malo el buche y hay en él indigestión y malos humores o plumas y curalles viejos.

Dizen Crescentino y Joan de Safagún que quando la ave está triste y le arden las manos, y se le paran cárdenas, es señal que tiene fiebre.

Quando la ave tiene hinchado el cuello y garganta y los ojos, y passa con travajo la vianda, y quasi no puede alentar, y tanbién le ronca la garganta como quando tiene huérfago, y hinchan o inflámansele los ojos y le lloran, es señal que tiene esquinencia.

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CAPÍTULO XII

De la agua que se engendra en la cabeça a las aves, y cómo se conocerá la que es vedriada

VIENDO que esta enfermedad es tan continua y tan peligrosa a las aves, antes de escrevir la cura della me pareció cosa útil y necessaria dezir qué cosa sea y de dónde proceda, y los señales en que se conocerá, para que qualquier caçador lo pueda bien entender, y dexaré para otro capítulo la cura desta enfermedad por no dar fastidio con tan largo capítulo como éste fuera si aquí lo escreviera todo.

Esta enfermedad, a que los caçadores llaman agua vedriada, que propriamente se havía de llamar catarro o reuma procede y trahe origen y principio de todas aquellas cosas que son causa de debilitar la virtud digestiva del cerebro, assí como son por la parte de dentro el demasiado nutrimento que el estómago o buche enbía al cerebro, y los vapores fríos que suben quando se comen viandas frías, y los vapores gruessos que suben de la mucha replectión de viandas que hay en el estómago o buche, y por la parte de fuera el aire muy frío o muy caliente, y el sereno muy frío o la niebla o la luna que entra por agujero, y tanbién los vapores gruessos de una cavalleriza o de algún fiemo, y el humo y el polvo y otras cosas semejantes; y como quiera que de todas estas cosas se engendra este humor en la cabeça, yo creo y tengo por muy cierto que por la mayor parte se engendra en las aves por darles de comer viandas frías y duras de digerir, y por no darles a pelar o roher, porque como el cerebro de su natura y complexión es frío y espongioso, más fácilmente se daña con el frío que con el calor. Y conóceseles esta enfermedad por estos señales:

Quando la ave está triste y tiene erizada, o por mejor dezir soslevantada, la pluma de la cabeça o del colodrillo, y la sacude muy a menudo, y parece que tiene la cabeça hinchada y tanbién el rostro, y entúrbiansele los ojos, y comiénçale a correr por las narizes una agua espessa y amarilla, es señal que está muy cargada la cabeça de agua y que se le quiere vedriar. Y quando demás destos señales le sale agua por los ojos o se le hinchan como a las gallinas que tienen cabecera, y algunas vezes se le haze legaña en ellos, y ciérransele las narizes, y tiene las alas muy caídas y come floxamente, y gasta muy poco, y cáhele una flegma de alto del paladar a la garganta, y está siempre haziendo como que traga alguna cosa, es señal que la agua está vedriada. Y quando allende de todo esto se le hazen en los ojos unas bambollicas que se hinchan y se deshinchan a manera de fuelles, y se le ponen unas telillas en los ojos, es señal que la agua está muy vedriada; y quando la ave llega a este estado todos los caçadores tienen que no puede escapar, pero yo muchas he curado, y las curará qualquier caçador que con diligencia hiziere lo que yo escreviré. No dexo de conocer que esta enfermedad sea muy peligrosa, pero tanpoco dexo de creer que muchas aves mueren por no acertar a curarlas, y esto es porque no se puede alcançar a conocer en una ave como en un hombre quándo esta enfermedad es de humor caliente, y quándo es de humor frío, y todos los caçadores la curan con unas mismas medecinas sin hazer diferencia alguna. Y tanbién conozco que es difícil cosa conocerse esto en una ave, porque no se pueden tomar en ella todos los señales que se toman en un hombre, pero todavía hay algunos por los quales se alcança a conocer o conjecturar.

Y los señales que hay en el catarro de humor caliente son éstos: este humor es cólera, y por esto es agudo y corrosivo, y no se detiene en la cabeça que luego corre por las narizes, y lo que corre es muy claro y delgado que parece agua, lo que no es en el frío, y corre luego a la garganta, y está la ave haziendo como que traga alguna cosa, y suélensele hinchar el cuello y garganta, y venirle esquinencia o caher y correr al pecho y al pulmón, y luego se siente aquel ronquidillo del huérfago. Item, corre este humor a los ojos, y no se hinchan, antes le sale por ellos una agua muy clara; y la mayor y más cierta señal de todas es que luego llaga la boca, y la entrada del garganchoncillo o gaznate.

En el catarro o agua vedriada que es de humor frío es al contrario, porque como es flegma gruessa o viscosa o vedriada detiénese en la cabeça y no corre luego, y especialmente quasi nunca corre por las narizes si no es al principio, antes están entonces cerrados y atapados los caños dellas, y lo que corre y cahe por el paladar a la garganta es espesso y pegajoso y quasi nunca llaga la boca, y si la llagase sería muy tarde después de haver algunos días que está doliente, y allende desto se le hinchan mucho los ojos y se le haze legaña en ellos. Yo bien creo para mí que las más vezes que adolecen las aves desta enfermedad es de humor frío, es a saber, de flegma vedriada o gruessa y viscosa por las causas y razones que arriba he dicho. Pero sin duda adolecen algunas aves de catarro de humor caliente, y yo lo he visto con todos los señales que he dicho. Allende desto hay otro yerro que es grande, y es que luego que los caçadores veen la ave muy doliente, antes que maduren y purguen el humor, les dan de sacudir, lo qual es defendido y vedado por reglas de medecina, porque con el sacudir atráhese más humor a la cabeça como mienbro que está entonces flaco, y tanbién porque sale lo sotil y se queda lo gruesso y enpedrécese de tal manera que después no bastan medecinas para purgarlo ni sacarlo.

Y si algo tendrán caçadores que que agradecerme del travajo que passé en componer este libro será en esto, porque en ninguna parte de todo él fatigué tanto mi espíritu y ingenio quanto en inquirir, y saber, y alcançar qué forma se podría tener en las aves para digerir o madurar el humor, en lugar de los xarabes que para este efecto se dan a los hombre, porque a la verdad los xarabes no obran bien en las aves, antes por la mayor parte luego los tornan a regitar, y ahunque muchas vezes comuniqué esto con excellentes médicos, jamás me satishizieron hasta que forçando mi ingenio, y haziendo experiencias vine a alcançarlo, y lo que mejor y más provechoso yo hallé, fue dar curalles hechos de aquellas yervas con que los médicos y apothecarios hazen sus xarabes para cada enfermedad. Considerando que si coziendo los apothecarios en açúcar o miel las raízes o yervas y otras medecinas con que componen los xarabes hazen aquella operación de digerir o madurar el humor que peca en el doliente, mucho mejor obrarán en las aves machacándolas un poco, y enbolviéndolas en poca estopa, y dándoselas por curalles, porque más viva e intensa irá la virtud de las tales medecinas desta manera que no por cozimiento en el açúcar o miel, y a las aves será más natural cosa tomarlas por curalle que no en bevida. Y pongo a Dios por testigo, y a caçadores que lo vieron y se hallaron presentes, que en dos vezes que di un curalle de ruda a un açor que estava tan doliente de agua vedriada que todos lo juzgavan por muerto, le maduré tanto la materia de la cabeça que se le conocía que entre el ojo y la ventana de la nariz tocándosela sale a[g]ua de acá para allá, y díle de sacudir y salió toda, y dende a dos días estuvo muy bueno. Hallé assimismo por experiencia otra manera de madurar muy singular, y es caldeando la cabeça con cozimiento de yervas apropriadas, y tras dello dessecando y calentándola con taleguillos calientes de mijo y salvados y sal, y otras cosas que en el otro capítulo diré, y luego después dándole de sacudir, con lo qual sin duda ninguna echan con mucha facilidad por las narizes toda la agua vedriada de la cabeça, allende que aquel cozimiento y los taleguillos hazen otro efecto grande, y es que dessecando consumen y resuelven mucha parte de aquella agua o humor. Assimismo hallé otra manera de madurar este humor muy buena, sahumando la ave con lignáloes o con pastillas de estoraque y benjuí, y con otras cosas que abaxo se dirán. Y pues havemos declarado particularmente esta enfermedad y las señales en que se conocerá, digamos agora cómo se ha de curar, y primero de la agua que ahún no está vedriada y después de la que lo está.

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CAPÍTULO XIII

De la cura de la agua común de la cabeça que no está vedriada

YA dixe arriba que esta agua se conoce en que la ave tiene la cabeça muy cargada y como hinchada, y la pluma del colodrillo soslevantada, y está triste; ésta es fácil de curar. Cúrese desta manera: Denle el bocado de oruga y mostaça que escreví en el seteno capítulo deste tercero libro, en la primera recepta, y antes de soltar la ave póngasele alto en el paladar una dedada de miel y pimienta molida, o de miel y mostaça molida, o de miel y pellitre molido, o de miel y pimienta y mostaça molidas hecho a manera de ungüento por la orden que escreví en el noveno capítulo deste tercero libro, en la primera recepta, y pongan la ave en la alcándara y déxenle sacudir, y después que haya dexado de sacudir, y haya buelto a echar el bocado, denle de comer de buena vianda, y antes que coma háganle roher un poco. Esto se haga en la mañana antes que la ave coma o a la tarde antes que cene haviendo primero gastado el papo de la mañana. Y si viere que no acabó de salir toda la agua de la cabeça, tórnele a hazer lo mismo otra y otra vez hasta que vea que está libre, que sin duda la curará con esta medecina, y continúenle de allí adelante a dar de roher o pelar antes que coma.

Tanbién se curará esta agua dando de sacudir a la ave con el favarraz o con qualquier de las otras medecinas y receptas que escreví en el noveno capítulo deste tercero libro. Pero si dieren de sacudir con el favarraz o con las otras cosas y no dieren el bocado de la oruga y mostaça, es menester que se le eche por la boca un grano o dos de açúcar candi, tan grande cada uno como una hava porque todas las vezes que las aves sacuden de la cabeça les cahen muchas bavadas y limos como mocos al buche, y si no se les sacan o por baxo con el açúcar candi o con el bocado de la oruga y mostaça por arriba hazerles hía mucho daño.

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CAPÍTULO XIV

De la cura de la agua vedriada de humor frío

AHUNQUE como arriba he dicho esta enfermedad a que los caçadores llaman agua vedriada, que propriamente se havía de llamar catarro, puede venir y causarse de humor caliente como de humor frío. Pero porque por la mayor parte viene a las aves de humor frío, quiero escrevir primero la cura dél.

La primera cosa que el caçador ha de tener cuidado es de dar a la ave que padece esta enfermedad viandas muy buenas y calientes y de ligera digestión, assí como son gorriones, y palomas viejas, y palominos, y tórtolas, y codornizes; y el Magnino Milanés alaba tanto las palomas viejas en enfermedades de cabeça, que dize que la continuación dellas cura la gota coral; y estas aves se han de dar vivas y calientes y no frías. Y hasta que se haya purgado no le den de pelar ni roher, porque atrahería más agua y humor a la cabeça, pero después que esté purgada siempre le hagan pelar o roher antes que coma. Y téngase por regla general que, ahora se den estas ave vivas ahora muertas y ahora se dé otra qualquier vianda, jamás se ha de dar de comer a la ave sin que le den con la vianda destas especias hasta que esté sana: tomen canela dos partes, clavos de especia, nuez noscada y espicanardi de cada uno una parte, gengibre media parte, muélanse y mézclense; y si las quisieren de mayor virtud y confortación háganse desta manera: Tomen canela y nuez noscada de cada uno dos partes, clavos de especia, espicanardi, macis, cardamomo, galange, zedoaria, gengibre y cálamo aromático de cada uno una parte, y no pudiendo haver todas estas cosas, tómense las más que se pudieren haver. Estos polvos se han de dar desta manera: Pónganse las especias en un paño de lino delgado y átense de manera que estén más floxas que apretadas, y cuezan en una ollita pequeña o caçuelo o cosa tal en la quantidad de agua que pareciere convenir, y cuezan dos o tres hervores o los que fueren menester para que la agua tome bien la sustancia de las especias; y después de cozidas prímase muy bien el paño con los dedos para que salga toda la virtud dellas y quede en la agua, y si la agua en que cozieren estas especias fuere de yervabuena o de salvia será mucho mejor. Otros no ponen las especias en el paño sino en la misma agua y después la cuelan, y ahun algunos no la cuelan, pero mejor regla es la primera. En esta agua se ha de mojar la vianda a la ave todas las vezes que se le diere de comer, pero adviértase que la agua nunca esté fría, sino que siempre la calienten al huego hasta que esté bien tibia. Pero porque hay algunas aves que, como sienten en la boca el calor picante de las especias, no quieren comer la carne que está tocada dellas y la echan, en tal caso dénselas enbueltas en dos o tres tajadillas de carne o por la orden que escreví en el sexto capítulo deste tercero libro, dando en cada vez quanto una avellana. Estas especias se dan para muchos efectos: el uno es para calentar y confortar el buche que está entonces flaco y debilitado y para que pueda mejor digerir; el otro es para confortar la cabeça evaporando y calentándola, y para dessecar y resolver la materia y humor della, y lo que no se pudiere resolver madurarlo para que mejor pueda salir por purga o por esternudamiento sacudiendo por las narizes. Y guárdese el caçador de dar a su ave en esta enfermedad grande papo porque gastan muy poco con ella.

Después que la ave hoviere comido si la enfermedad fuere rezia échenle por encima de la cabeça entre las plumas polvos hechos desta manera: Tómense cortezas de encienso, sandaraca, rosas secas coloradas, majorana de cada uno partes iguales. O háganse desta manera: Tómense canela y nuez nosacada, macias, rosas secas, majorana, cantuesso, cálamo aromático, espicanardi, encienso, y sandaraca partes iguales, y pónganle un capirote de terciopelo carmesí el pelo adentro o de grana muy fina, y esté siempre con él, y háganselo de manera que vea y pueda comer con él muy bien, para que jamás se le quite hasta que la ave esté sana. Pero si fuere açor o gavilán y no sufriere el capirote, quítenselo o se lo hagan de manera que no le cubra los ojos, sino que pueda ver y comer con él porque esta enfermedad quiere reposo, y si la ave se fatigase, y travajase por quitarse el capirote, sería causa de atraher más materia a la cabeça, y de aguisar y hazer caher al pecho la que en ella está. Y en caso que de ninguna manera sufriesse el capirote, hágase esto en lugar dél: Rocíenle la cabeça con agua ardente o muy odorífero vino blanco, y vaya atibiado, y después de rociada pónganle entre las plumas de los polvos que agora dixe, pero si la ave sufriere el capirote muy mejor estará con él, y el que no tuviere terciopelo carmesí ni grana y quisiere hazer otro capirote de más eficacia y virtud, hágale desta manera: Tómese mijo tostado en una sarten medio puño, cálamo aromático, macias, y nuez noscada, y espicanardi y glassa de escrivanos, y encienso de cada uno dos dramas, y muélanse grosseramente todas estas cosas salvo el mijo, y mézclense muy bien y pónganse entre dos lienços, y hágase un colchado dello, del qual se haga el capirote de manera que la ave pueda ver y comer con él. Y si quisieren que ahun sea de más eficacia y virtud hágase con estas cosas: Tómese flor de mançanilla, cantuesso y majorana de cada uno medio manojo, macias, nuez noscada, cubebas, cortezas de cidra secas, rosas secas de cada uno una drama, glassa de escrivanos, encienso y almástiga de cada uno media drama, clavos, y canela, y sal tostada de cada uno una drama; las yervas sean secas o se sequen bien y se muelan, y tanbién se muelan todas las otras cosas cada una por sí, y mézclense muy bien y pónganse entre dos lienços, y hágase el colchado y capirote como se ha dicho. Qualquier destos capirotes es una muy singular medecina para esta enfermedad porque corta poderosamente el catarro frío que es la agua vedriada de que hablamos, y desseca y resuelve manifiestamente el humor y materia que está en la cabeça. Y en caso que para hazer este capirote no se pudiessen haver todas estas cosas, tómense las más que se pudieren haver; y cada vez que quitaren el capirote a la ave para darle de comer o para otra cosa caliéntenlo y sahúmenlo con encienso, y si fuere ave de precio sea con lináloes o con pastillas de estoraque, y benjuí, y rosas, y si tuvieren ámbar y almisque serán mucho mejores, porque estas dos cosas tienen gran propriedad en confortar la cabeça. Tengan la ave en una cámara caliente con un brasero, y no entre en ella aire ninguno, ni le pueda dar rayo de sol ni de luna, ni menos le pueda dar humo ni polvo. Si le quisieren probar a dar a bever calienten la agua y pruévensela a dar en una taça o varreñón, y no se la den fría en ninguna manera, porque la agua caliente madura el catarro y la fría es dañosa.

La orden de la cura

Y pues havemos dicho el regimiento en quanto toca a lo que la ave ha de comer y cómo se le ha de dar, y en qué parte y cómo ha de estar, digamos agora la orden que se ha de tener en curar esta enfermedad, y el principal cuidado y intención que se ha de tener es a consumir y resolver aquella materia o humor que está en la cabeça, o ya que no se consuma o resuelva a madurarla para que pueda ser evacuada y purgada, ahora sea por baxo ahora sea por arriba, y esto se hará desta manera: Por la mañana antes que la ave coma o en la tarde antes que cene, se le ha de caldear y calentar la cabeça por esta orden: Hágase lexía de cenisa de sarmientos que sea mansa y no rezia, y tómese de lo muy claro della, y échese en una olla limpia, y dentro della se echen rosas secas, mançanilla, majorana, salvia, cantuesso de cada uno medio puño, açufre que no haya visto agua media onça, macias dos dramas, y cuezan en la dicha lexía en la quantidad que baste hasta que mengüe la tercera parte, y estése assí caliente cabe el huego, y en el entre tanto que esta lexía herviere con las cosas susodichas, póngase a calentar un ladrillo o dos al huego de manera que estén muy bien calientes, y tómese medio puño de mijo, y otro medio de salvados y una poca de sal gruessa sin moler, y tuéstese todo muy bien en una sarten guardando de quemarlo, y después de tostado, háganse dos taleguillos de lienço tan grandes como toda la palma de la mano, y hínchanlos de mijo, y salvados y sal, y cólchenlos un poquito como colchones, pero no estén apretados sino blandos y algo floxos, y si la ave fuere de precio pueden mezclar con el mijo y salvados y sal, después que fueren tostados, cálamo aromático, macis y nuez noscada de cada uno dos dramas, glassa de escrivanos media onça siendo primero molidos; pero si la ave no fuere de precio bastarán el mijo, y salvados, y sal, y ahun sólo el mijo con la sal es muy singular. Estando todas estas cosas aparejadas en una cámara caliente donde no entre aire, cojan la ave y, teniéndola uno cogida, otro eche de alto de la dicha agua o lexía puesta en un jarro, y caya gota a gota sobre la cabeça mirando que la agua esté de manera que su calor se pueda sufrir; o hágase desta manera: Tomen un paño de lino doblado y mójenlo en la dicha agua o lexía, y estando caliente quanto se pueda sufrir y no más, mojen con él la cabeça de la ave muy passito, teniéndoselo puesto por toda la cabeça, y bañando y caldeando assí un poquito hasta que se conozca que la cabeça está bien caldeada y que la virtud de las yervas ha penetrado adentro. Y después tomen los taleguillos que están hechos de mijo, y salvados, y sal y caliéntenlos bien poniéndolos sobre el ladrillo que estará caliente, bolviéndolos de una parte y de otra, y estando el uno bien caliente pónganlo a la ave por encima de toda la cabeça, y de los ojos, y oídos, y pico, y colodrillo mudándoselo a menudo, y guardando que no se queme, y desque este taleguillo estuviere frío, tomen el otro que estará caliente, y éste se torne a calentar; y quando con el uno, quando con el otro le caldearán y calentarán la cabeça hasta tanto que esté muy bien enxuta, y seca, y caliente. Este mojarle la cabeça. Y después caldeársela con el mijo se haze porque se abren los poros de la cabeça y se haze resolución del humor que corre al pecho, y el que queda se madura. Después de fecho esto pónganle una poca de miel en terrón algo dura en la boca apretándole el pico fasta que la lance por las ventanas de las narizes, y guardando que no le caya miel al buche. Esta miel desseca y alimpia aquella aguaza y humedad que cae de la cabeça y hecho esto si fuere ave que sufre capirote, pónga[n]le uno de los que se han dicho arriba, y pónganla en la alcándara, y dende a un poco denle de comer por la orden que se ha dicho. Y si esto se hoviere hecho por la mañana tórnese hazer otra vez a la tarde, después que hovieren passado dos horas que hoviere gastado el papo de la mañana, y dende a una hora denle de cenar muy poquito papo, porque a las nueve o diez horas lo haya gastado, y después que lo haya gastado luego essa noche purguen la ave desta manera: Tómese azívar y agárico de cada uno un escrúpulo, almástiga y nuez noscada de cada uno medio escrúpulo, muélase cada cosa por sí y mézclense, y destos polvos se tomen en cada vez peso de medio escrúpulo y dense por la orden que se mostró en el capítulo sexto deste tercero libro, y tanbién los pueden dar en píldora haziéndola con un poco de çumo o agua de hinojo si la hoviere, y si no sea con buen vino blanco. Al otro día de mañana tórnenle a caldear la cabeça por la misma orden que se hizo la primera vez, y en acabando de caldeársela, denle de sacudir con una de las medecinas que escreví en el noveno capítulo deste tercero libro; y después que la ave hoviere dexado de sacudir denle de comer de buena vianda, y con las especias guardando siempre de no darle gran papo; y a la tarde, después de haver passado una hora o más que gastó el papo de la mañana, tórnenle a caldear la cabeça, y a darle de sacudir de la misma manera que se hizo en la mañana; y dende a dos horas denle de cenar pequeño papo, y denle un curalle o pluma hecho desta manera: Tomen los brotezillos de la ruda y májense un poco, y añádaseles nuez noscada, canela y espicanardi, y clavos molidos y hágase dellos la pluma o curalle, y cúbranle con una poquita de estopa muy rala y si añadieren de casturión tanto como una arveja será de mayor eficacia y virtud. A otro día de mañana caldéenle la cabeça y luego le den de sacudir, y después que haya sacudido denle de comer con la agua de las especias como está dicho, y a la tarde le tornen a caldear la cabeça, y a darle de sacudir como se hizo en la mañana, y después le den de cenar poco papo, y después que lo haya gastado, a las nueve o diez horas de la noche, tórnenle a dar los polvos o píldoras que se le dieron para purgar, y desque se vea que la ave va amejorando, y la cabeça se le va descargando denle siempre de roher o pelar antes que coma porque le descargará y alimpiará mucho la cabeça.

En esta orden llevarán la ave caldeándole la cabeça y luego dándole de sacudir dos vezes al día, una en la mañana y otra en la tarde, y dándole sienpre de comer con las especias, y dándole un día los polvos o píldoras con que purgue, y otro día el curalle o pluma de ruda. Que si la ave no estuviesse muy mala desta enfermedad, yo asseguro que con sóla esta orden curará muy bien y en pocos días, porque yo lo tengo muy muchas vezes experimentado y probado.

Otra cura más rezia

En caso que la ave no amejorase con los remedios que se han dicho y se viese que está peligrosa, es menester passar a otras más rezias, porque como dize Hipocras las últimas enfermedades con últimos remedios se han de curar. Pues hágase desta manera: Caldéenle la cabeça por la orden que arriba dixe, y en acabando de enxugarla y dessecarla con los taleguillos de mijo, denle de sacudir con el favarraz por la orden que mostré en el capítulo nueve deste tercero libro, porque es muy singular sabiéndolo dar, o denle de sacudir con alguna de las otras medecinas que escrivo en las receptas del dicho capítulo. Y porque quando se les da de sacudir les cae mucha flegma y agua de la cabeça al buche, es muy bueno echarles por la garganta un grano de açúcar candi luego en dexando de sacudir, ahunque yo siempre acostumbro dar el bocado de oruga y miel antes de darle la medecina con que sacuda y en acabando de darle este bocado, antes de soltar la ave, le doy con que sacuda porque desta manera después, que la ave sacudió, lança con este bocado toda la agua y flegma que cayó de la cabeça al buche, y purguen la ave de tercera a tercera noche con una píldora de qualquier destas dos receptas que aquí ordenaré. Y la primera es ésta: Tomen de los polvos de la gera simple del Galleno que sean rezién molidos y hechos, porque los que tienen molidos los apothecarios de un mes adelante no tienen virtud, ahunque ellos dizen que seis meses les dura la virtud. Pues destos polvos se tomen peso de diez granos de trigo, agárico y azívar çicotrino de cada uno otro tanto, epíthimo peso de siete granos, trociscos de alandahal, cantuesso, mirabolanos chebulos, indos, bellíricos, émblicos y nuez noscada de cada uno peso de seis granos, turbith peso de tres granos, sal gema dos granos y muélanse estas cosas y con çumo de hinojo si lo hoviere, y si no con la agua destillada o con vino blanco háganse diez píldoras y darse ha una dellas en cada ves o si más quisieren darlo en polvos tomen dellos peso de nueve granos de trigo en cada vez para un açor o halcón, y dénselos cubiertos con carne por la orden que se ha dicho.

La otra recepta es ésta: Tómese azívar cicotrino escrúpulo y medio, agárico peso de doze granos de trigo, nuez noscada peso de ocho granos de trigo, trociscos de alandahal peso de seis granos, cantuesso, almástiga, gengibre de cada uno quatro granos, turbith peso de tres granos, sal gema peso de dos granos, muélanse estas cosas y con el çumo o agua de hinojo o con vino blanco háganse ocho píldoras y darse ha una dellas en cada vez, y si las quisieren dar más en polvo dense como se ha dicho peso de nueve granos de trigo en cada vez. Estas dos maneras de píldoras son las mejores y de mayor virtud que se pueden dar en esta y en las otras enfermedades de cabeça, como son vaguido y gota coral y otras; y si las quisieren más rigurosas y de mayor efecto, tomen en lugar destas las píldoras cochias de Rasis porque ahunque en las que yo aquí he ordenado entran quasi todas las medecinas que entran en las cochias, enpero no con muy mucho en tanta quantidad las que son venenosas y rigurosas, como lo podrá ver qualquier médico o otra persona que lo entienda. Como quiera que las píldoras cochias son muy alabadas de todos en enfermedades de cabeça, pero yo no las daría a aves sino en caso de mucha necessidad porque las tengo por muy rezias. Pues hase de dar una píldora destas de tercera a tercera noche, y la noche que no se le diere, désele un curalle o plumada fecha desta manera: Tomen los brotezillos tiernos de la ruda y májenlos muy poquito, y mezclen con ellos tanto casturión como una arveja grande y vaya molido grosseramente. Iten, tomen espicanardi, nuez noscada, macias, clavos, canela, gengibre y cardamomo menor de cada uno un poco, y si fuere ave de precio, añádase un poco de almisque, y desto se haga un curalle o plumada cubierto con muy poquita estopa clara y rala. Este curalle es de muy grande poder en esta enfermedad, pero si el caçador quisiere dar otros muy buenos recorra al octavo capítulo deste tercero libro, en donde he escrito y hablado dellos copiosamente.

Demás desto, es menester dar a la ave unos cauterios de huego desta manera: Háganse dos fierros tan largos como un palmo, y a la una parte cada uno dellos tenga un botón tan grande como una cabeça de alfiler gruesso para açores y halcones, y a la otra parte otro mucho menor para gavilanes y esmerejones, los quales serán fechos desta manera:

Imagen manuscrito

y calentarlos han hasta que estén de color de huego o de brasa, y desque estuvieren assí encendidos y ardientes, tomarán el uno dellos con un paño y pondrán el botón en un hoyo que está entre el ojo y la ventana de la nariz, y como el fierro estuviere frío póngase en el huego, y tómese el otro que está caliente, y quando el uno y quando el otro, tantas vezes se los pondrán en aquel hoyo hasta que passe adentro a las ventanas de las narizes, y después que sea hecho en la una parte hágase lo mismo en la otra, y antes de soltar la ave pónganle manteca de vacas en los agujeros donde se dieron los botones de huego, que con sóla aquella se curará el huego. Este cauterio es muy usado entre caçadores, y es muy provechoso porque con él se abren los caños de las narizes para poder salir la materia gruessa y vedriada que está en la cabeça, y allende deste dan otro en medio de la frente entre los ojos, y a éste llaman, los médicos para los hombres, el cauterio de la comissura coronal, y es muy alabado del Mesué y de Joan Matheo de Gradi y de otros muy excellentes doctores para en personas, y acertándose es muy provechoso porque atrahe y haze salir por allí las materias flegmáticas, viscosas y pegajosas de la cabeça, y guarda que no vayan a la garganta ni al pecho, pero yo creo que ahunque mucho caçadores lo han dado y dan, pocos lo han acertado, ni aciertan a dar en el lugar que se deve dar, porque todos los libros de acetrería que yo he leído dizen que se dé en la frente entre los ojos, y háse a dar en la misma comissura o juntura de los dos cascos de la cabeça en medio de la frente, y esta comissura no vaxa tan baxo porque yo he mirado muchas cabeças de aves y he hallado que está un poco más arriba de la endrecera de los ojos, y de mi consejo ningún caçador que no sea bien diestro y que no haya visto algunas cabeças de açores y halcones muertos, no le deve dar porque no lo yerre. Para que en hombres se acierte se da por regla que se assiente la raíz de la mano en la punta de la nariz y adonde se alcançare con la punta del dedo más largo de la mano hazia la frente, allí se ha de dar el cauterio, pero en aves no se puede dar esta regla. Quando se diere este cauterio, háse de advertir que no se queme más del cuero y carne, y no quemen el huesso, y úntenle con manteca de vacas y no dexen cerrar el agujero hasta que la ave esté sana. Demás destos dos cauterios escriven Pero López de Ayala y Joan de Safagún, y otros que han escrito de acetrería, que si viniere vaguido a la ave desta agua vedriada que le passen las ventanas de las narizes de un cabo a otro con un hierro caliente hecho a manera de alezna, con tal que sea liso y redondo y no esquinado, y este cauterio tanbién es muy bueno y muy provechoso, pero otro cauterio mandan dar que no lo tengo por bueno, sino por muy malo, que es detrás de la cabeça en la nuca, adonde se junta el pescueço con la cabeça, porque allí nacen los nervios y correría peligro de quemarlos.

Sahumen la ave algunas noches antes de darle de cenar con estos polvos: Tomen estoraque, y encienso, y glassa, y almástica partes iguales y muélanse groseramente y échense sobre brasas, y reciba la ave este humo que es muy singular porque madurando consume y resuelve el humor que está en la cabeça y la conforta con mucha virtud.

Item: es cosa muy buena y muy necessaria confortarle la cabeça después que ha purgado y descargado della el humor o agua vedriada, y para este efecto es singular cosa darle las especias que arriba escreví en polvos, los quales se pueden dar enbueltos en un bocadillo de carne una hora antes que coma o ponerlos en un curalle y dárselos a la noche. O échenle por las narizes estos polvos que confortan mucho: Tomen nuez noscada dos partes, clavos una parte, almisque la quarta parte de una parte, ámbar sexta parte de una parte, muélanse muy bien y mézclense con azeite de espicanardi, y échensele tres gotas por cada ventana de las narizes.

Assimesmo es cosa muy provechosa poner a la ave por el tullidero una mecha o cala fecha de tocino gordo, o si quisieren que haga más efecto háganla desta manera: Tómese miel y cuézase muy bien y con ella y con una poca de girapliga hágase una cala, y póngasele, y téngansela con el dedo un rato teniendo la ave enbuelta en una tohalla.

Quando las aves llegan a lo último desta enfermedad, lo que las suele matar es aquella materia que baxa de la cabeça, corre y cahe al pecho y pulmón, con tanta furia, que luego les da el huérfago y asma y mueren. Lo que en este caso se deve hazer para guardar que aquella materia no caya con furia es darle una píldora desta manera: Tómese bolarméñico peso de tres granos de trigo, encienso y mirra de cada uno peso de un grano de trigo, opio y açafrán de cada uno peso de medio grano de trigo, muélanse y mézclense, y con çumo de llantén hágase una pildorilla chiquita, no mayor que un grano de simiente de rávanos y désele a la noche no teniendo papo. Sin duda ninguna le detendrá el humor que no le caya al pecho.

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CAPÍTULO XV

De la cura de la agua vedriada de humor caliente

ESTA enfermedad muy menos vezes viene a las aves que la otra que havemos dicho de humor frío, y no se podrá fácilmente conocer, pero quando se conociesse, por los señales que arriba, en el dozeno capítulo, he escrito, cúrese por esta orden. Hágase un capirote desta manera: Tómense rosas secas, y mançanilla, y cantuesso, y flor de violetas, y flor de escudete de río, nuez noscada, murta y sándalos vermejos y blancos y cetrinos, y cortezas de papaver blanco partes iguales, y muélase cada cosa por sí, y mézclense, y pónganse estas cosas entre dos lienços y hágase colchado, del qual se haga el capirote, como en el capítulo antes deste se mostró, y sahumen la ave mañana y tarde con grassa de escrivanos y con encienso, y en acabando de sahumarla denle de sacudir con el vinagre aguado que escreví en el noveno capítulo en la tercera recepta, que es maravilloso para este propósito, y tanbién es bueno el azeite violado echándole tres gotas dello por cada ventana. Y después pónganle el capirote.

Denle de comer buena vianda y ligera y sea siempre, si ser pudiere, gallinas y pollas nuevas, y no se le moje en la agua de las especias que diximos para la agua vedriada de humor frío, pero denle polvos de triasándalos mezclados con otro tanto açúcar blanco como ellos y enbueltos en una tajadilla de carne dándole cada vez tantos como cabrían en una cáscara de avellana, y alguna vez le den la simiente de la zaragatona en grano, y si la mezclaren con una clara de huevo bien batida y mojaren en ello la vianda es cosa maravillosa y muy probada en esta enfermedad caliente. Y en la cámara que estuviere la ave no haya brasero de carbón ni huego.

Désele de tercera a tercera noche un curalle, y de tercera a tercera noche una píldora dándole una noche el curalle y otra la píldora, y el curalle se haga de las mismas cosas que dixe que se hiziesse el capirote moliéndolas y poniéndolas en un taleguillo de lienço como está mostrado arriba. Y la píldora sea hecha desta manera: Tómense dos partes de la massa de las píldoras agregativas y una parte de reubárbaro y media de mirabolanos cetrinos y háganse píldoras, y no le den más de una en cada vez, y no sea mayor que una grande arveja. O sea la píldora fecha de la massa de las píldoras de assajaret que son muy singulares. Y si con estos remedios no amejorase, denle los cauterios de huego que arriba se han dicho.

E porque desta agua vedriada de humor caliente y colérico suele caher mucha parte al pecho, tenga ojo el caçador a ello, y si viere que le cahe mucha agua lo qual conocerá en que está siempre la ave como que traga algo, déle una píldora no mayor que un grano de pimienta hecha desta manera: Tómese bolarméñico peso de tres granos de trigo, encienso y mirra de cada uno peso de un grano, opio y açafrán de cada uno peso de medio grano, muélanse y mézclense y con çumo de llantén hágase una pildorilla chiquita, no mayor que medio grano chiquito de pimienta, y désele a la noche después de gastado el papo, que con sóla una píldora destas le detendrá la agua que no corra al pecho. Pero dende a tercero día denle otra píldora de las de agárico tan grande como una arveja, con la qual le sacará y purgará la materia o agua que cayó al pecho.

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CAPÍTULO XVI

De la gota coral o mal de caher

AHUNQUE Plinio en el libro décimo en el capítulo veinte y tres dize que ningun otro animal fuera del hombre padece la enfermedad de la gota coral sino sóla la codorniz, el contrario se vee cada día. Yo tuve un perro de caça de açor que tenía esta enfermedad y le tomava de la misma manera que a un hombre, haziendo aquellos estremos y gestos que hazen aquellos que cahen por esta enfermedad, y echando espumajos por la boca y bolviendo los ojos entorno, y quando este mal le tomava en la caça aguardávale yo hasta que se le passase, y vi que dende a un rato que havía caído vomitava y luego en acabando de vomitar se levantava; y allende déste me mostraron otro perro que me dixeron muchos que lo havían visto que padecía esta enfermedad. Otra persona digna de mucha fee me dixo que havía tenido un pollo de gallina que le tomava muchas vezes la mesma enfermedad. Tanbién vemos lo mismo en los açores, gavilanes y halcones y en las otras aves de rapiña, que estando en la alcándara o en la mano o bolando cahen y tiemblan y buelven los ojos entorno, y hazen gestos como aquellos que padecen esta dolencia. Lo que dixe en la agua vedriada digo en ésta, que como quiera que pueda venir de qualquier de los humores arriba dichos, pero assí porque no se podría alcançar a conocer en una ave de quál dellos viene, como tanbién porque por la mayor parte viene de humor frío y flegmático, se ha de curar por la misma orden y con las mesmas medicinas que escreví para la agua vedriada de humor frío y flegmático. Y para levantar y recordar la ave quando está con este accidente hágase esto: Tomen las hojas de la ruda y májenlas y saquen el çumo dellas, y échenle dél por cada ventana de las narizes dos o tres gotas; o tomen las hojas de la ruda y májenlas y láncenselas por la garganta abaxo en quantidad de un garvanço. Pero para curar de raíz esta enfermedad denle muy a menudo un curalle hecho de hojas de ruda machacadas un poco y cubiertas con muy poquita estopa, y lo mismo se puede hazer con las hojas del isopillo o con las dos juntamente, porque estas dos yervas tienen mucha virtud en esta enfermedad, y si le mezclaren un poco de pellitre y peonia y nuez noscada será muy mejor. Purguen la ave en la semana una vez con estos polvos: Tómese gera simple del Galeno, y azívar cicotrino, y agárico de cada uno un escrúpulo, trociscos de alandahal ocho granos, epíthimo seis granos, mirabolanos chebulos, indos, émblicos y belléricos, y flor de cantuesso de cada uno tres granos, sal gema dos granos, muélanse y mézclense, y con la miel rosada que fuere menester hágase una píldora tan grande como una arveja, y désele a la noche no teniendo papo. O denle sólos los polvos cubiertos con carne que no sean más quantidad de los que entrarían en la píldora. Denle de comer todas las vezes que pudieren palomas viejas porque según Magnino Milanés tienen gran propriedad en esta enfermedad, y quando le dieren otra vianda mójensela en la agua de las especias que dixe para la agua vedriada, o denle en la vianda las mesmas especias como allí se mostró, y especialmente la nuez noscada es muy singular. Y denle de sacudir algunas vezes con alguna de las medecinas que escreví arriba en el noveno capítulo.

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CAPÍTULO XVII

Del vértigo a que los caçadores llaman vaguido o morrión que tanbién es especie de mal de caher

DOS especies hay de mal de caher. El uno es la epilepsia que es la gota coral de que he hablado en el capítulo precedente; el otro es el vaguido o morrión que en latín se llama vértigo. La diferencia que hay del uno al otro es que el que cahe de mal de gota pierde el sentido y las más vezes echa espumajos por la boca, y el que cahe por el mal de vaguido no lo pierde, y cahe porque le parece que todo lo que vee se le anda en torno y no se puede tener sobre los pies. La una dolencia y la otra proceden de tener malos humores en la cabeça o en otros mienbros que comunican con ella, y assí las medecinas que son buenas para la una son buenas para la otra. Curarse ha ésta por la misma orden que he dicho para la otra, salvo que para esta enfermedad es muy bueno y provechosíssimo, y ahun necessario si la dolencia no cessare, darle tres cauterios de huego: el uno entre los ojos y ventanas de las narizes; y el otro en la frente entre los ojos que es el de la comissura, haziendo el uno y el otro de la misma manera que se dixo para la agua vedriada; y el otro detrás del colodrillo en aquella parte donde se ajuntan la cabeça y el cuerpo. Y ahun los caçadores dan otro cauterio desta manera: Hágase un hierro de hechura de alezna, salvo que no sea esquinado como ella sino redondo, y caliéntese y pássenselo por las ventanas de las narizes de la una parte a la otra, y de la otra a la otra, y la figura y hechura del hierro ha de ser desta manera:

Imagen manuscrito

Un cavallero de Salvá muy experimentado en la caça me dixo y certificó que todas las vezes que tomare a la ave esta enfermedad, tornará luego en sí passándole dos o tres vezes una aguja de coser delgada por aquella buxetilla que tiene encima del obispillo de donde toma el unto para curarse las plumas. Otros se la passan tanbién por detrás del colodrillo, adonde se junta el pescueço con la cabeça. Pero después que la ave hoviere recordado y tornado en sí, lávenle los lugares por donde le passaron la aguja con vino blanco tibio y canela, o con agua ardente y canela. Y si pudieren y tuvieren la ave en escuredad luego se levantará y tornará en sí, y assí la deven de tener en el entre tanto que la curan desta dolencia.

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CAPÍTULO XVIII

De la perlesía y tollimiento de las manos y çancos

ESTA enfermedad quasi siempre viene a las aves de mucha flaqueza por darles muy rezios temples y abaxarlas mucho, porque como les falta el calor natural enfríanseles los nervios y paralitícanse. Yo criava en Pamplona dos açores pollos en una cámara, el uno era prima y el otro torçuelo, y quando ya quasi estuvieron para poderse tomar en la mano hallé el torçuelo tollido y paraliticado de los çancos y manos de tal manera que no podía andar sino estrivando sobre las alas, y vínole de que davan a cada açor su pedaço de carne para que comiesse y cerravan la puerta de la cámara, y dexávanlos comiendo, y como el prima acabava de comer más presto que el torçuelo quitábale su ración, y quedava sin comer, y como nadi lo vehía ni se advertía en ello, enflaquecióse tanto que se vino, como he dicho, a tollir, y entre otros caçadores que los vieron fue Martín de Burlada, que fue uno de los mejores caçadores de açor que ha havido en Spaña, el qual como vio el açor, dixo que nunca mataría perdiz, y yo lo curé muy bien y maté perdizes con él, y después de haverlo yo feriado, vino a poder del mesmo caçador sin conocerlo, y húvolo a trueque de otro açor prima que dio por él. Y la orden que tuve en curarlo, y la que se ha de tener en esta enfermedad es ésta:

Tomen pimienta, pellitre, gengibre, galangal, açufre, euforvio y casturión de cada uno una drama; ruda verde medio puño, la ruda se maje un poco y las otras cosas se muelan, y pónganse dentro de una redoma doblada, y sobrello se echen seis onças de buena agua ardente, y atápese muy bien la redoma que en ninguna manera pueda respirar, y pónganla dentro de una caldera de agua al fuego, de manera que la agua no llegue al cuello de la redoma, y la redoma esté assentada sobre unas pajas o estopas sobre el suelo de la caldera, y cueza sólo un hervor o dos, y sáquenla del fuego, pero no de la caldera hasta que la agua esté fría o tibia, porque de otra manera se rompería. Con esta agua estando tibia lavarán a la ave el colodrillo o nuca, que es donde se junta la cabeça con el pescueço, y de donde nacen todos los nervios, y lavarán assimismo todo el espinaço hasta abaxo, y tengan aparejada una tohalla caliente, y en acabando de lavar el açor enbuélvanle en ella, y esté assí enbuelto un rato, y en el entre tanto que está enbuelto hagan esto para los çancos y manos: Tomen tanta lana suzia y muy gruessa que baste para enbolver las manos y çancos de la ave, y pónganla en una olla nueva vedriada, y cúbrase de la dicha agua ardente, y esté assí dos o tres horas, y después cueza sobre manso huego hasta que quasi se consuma la agua ardente, con tanto que no se acabe la lana de enxugar sino que quede harto húmeda, y estando esto assí aparejado unten con dialthea tibia las manos y çancos de la ave, y sobre la dialthea se ponga la lana quanto más caliente se pueda sufrir, y cúbranla por encima con paños calientes atados de manera que no se puedan soltar, y renuévese esto dos vezes al día, y cada vez se torne a calentar la lana añadiéndole la agua ardente que sea menester para que se caliente y cueza hasta que, como se dixo, quasi se consuma la agua ardente, con tanto que siempre la lana quede bien húmeda, como se hizo la primera vez, y estando en parte que no se pudiesse haver agua ardente, tomen en su lugar vino blanco que sea muy bueno, pero tomen dos tanto de vino y cueza hasta que se gaste la metad, ahunque todavía hará mayor efecto la agua ardente. Éste es un remedio maravilloso, y por mí muy probado, assí en aves como en algunas personas a quien yo lo dixe.

Otra medicina muy singular: Tomen lombrizes de tierra lavadas con agua ardente, y por falta de ella con buen vino blanco, y séquenlas al horno de manera que se puedan moler. Item, se tome casturión, euforbio, pellitre, pimienta, gengibre, galangal, açufre y ruda de cada uno media drama y muélanse muy bien, y con tres onças de azeite de saúco y muy poquita cera hágase ungüento, y úntenle con él los çancos y manos que es maravilloso, y no haviendo azeite de saúco tomen en su lugar azeite de costo de la descripción de Rasis o azeite de euforbio del Mesué de la segunda descripción o azeite de ruda.

O hágase desta manera: Tomen galangal, gengibre, açufre, canela, pimienta y pellitre de cada uno una parte; euforbio y casturión de cada uno media parte, ruda verde un manogito, muélanse las cosas susodichas salvo la ruda que se ha de majar un poco, y pónganse en una redoma, y échese dentro agua ardente la quantidad que fuere menester, y si no hoviere agua ardente sea vino blanco muy bueno, y esté assí en remojo un día o dos, y después cueza poniendo la redoma dentro de una caldera de agua, como arriba se ha dicho, hasta que haya dado dos o tres hervores, y después cuélese con fuerte primimiento, y después échese sobre aquella agua ardente otro tanto azeite, y cuezan juntamente hasta que la agua ardente se consuma y quede sólo el azeite. Sáquenlo entonces del fuego y añádanle una poca de cera, no más de quanto baste para que quede a manera de ungüento blando, y después échenle polvos de lombrizes de tierra lavadas primero con vino blanco y secadas al horno de manera que se puedan moler, y encorpórense bien, y con este ungüento, estando tibio, untarán cada día los çancos y manos a la ave, y si le pusieren encima la lana suzia, como arriba dixe, será mejor.

Den siempre de comer a la ave palomas viejas si las pudieren haver o palominos o gorriones o tórtolas, pero lo mejor de todo son las palomas viejas, y si no tuvieren destas aves denle siempre la carne muy caliente, y con ella de las especias que escreví en el capítulo de la agua vedriada.

Después que la ave estuviere sana, para quitarle qualquier manzilla o engrassamiento que quedare en las plumas, xabónenselas con lexía y xabón, o hagan lo que escrivo abaxo en el quarto libro en el quarto capítulo.

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CAPÍTULO XIX

De todos los males que se hazen en la boca, assí como pepita, hinchazones, llagas y güérmezes

HÁZENSE a las aves llagas y otros males en la boca por una de tres causas, es a saber: por los muchos humores que se engendran en la cabeça, de los quales se haze la agua vedriada, y de allí cahe en la boca y garganta y las llaga, o por calor y escallentamiento del hígado, y ésta es la causa principal del cánçer, porque según Valesco de Taranta en su Cirurgía y otros muchos, del mucho calor y escallentamiento del hígado se pueden engendrar cáncer, y muchas enfermedades calientes y melancólicas, porque engendran humor gruesso, y lo quema o apareja para quemar, y por esto dize que en el cáncer se ha de tener ojo al hígado, o por alguna herida que huvo dentro en la boca o en la garganta comiendo algún huesso, pero esto acaece pocas vezes.

Estos males son de quatro maneras: La una es hinchazón que se haze como durujones en las maxillas con unas llaguillas que están sobre las mesmas hinchazones o junto a ellas, y de allí se estienden por las maxillas adentro, y eso luego se les vee de fuera, porque tienen en las maxillas unas hinchazones redondas, como quando un hombre tiene alguna cosa redonda dentro en la boca.

La otra es pepita, y ésta es desta manera: házeseles debaxo de la lengua una cosa blanca como ternilla y a manera de uña, la qual está apegada a la misma lengua, y quando esto tienen conóceseles en que abren muchas vezes la boca, y algunas vezes hazen como que tragan algo.

La otra es llagas que no son encanceradas, digo que no tienen güérmezes, y esto se les conoce en que tienen la boca abierta y les hiede, y ninguna destas tres especies de males es peligrosa si se pone remedio luego en ellas.

La otra es cáncer, al qual no sé porqué los caçadores llaman güérmezes, que son unos granillos blancos tamaños como granos de mijo y como lentejuela, los quales se hazen alto en el paladar y por toda la boca, y en los agujeros de la lengua, y en la garganta, y ésta es dolencia muy peligrosa, y especialmente si los güérmezes baxan por la garganta es mortal, y pocas escapan della.

Otro cáncer o güérmezes hay que se hazen en la boca y en la garganta, y es que verán la boca de la ave toda blanca que parece que la tiene llena de harina, y no hay granos en ella, y éstos son muy ligeros de curar, y conócense en que tanbién tiene la ave abierta la boca, y no puede bien comer, y hiédele la boca, y tulle blanco y vermejo, y una vez tulle de una manera y otra vez de otra.

La cura de las hinchazones

Estas hinchazones sin duda ninguna vienen del mucho calor del hígado, y es como quando salen a los hombres algunos granos a los beços. Yo las he curado muchas vezes con sólo darles la vianda mojada en agua de endivia sin hazerles otro cosa alguna, pero quando esto no bastasse, pongan a remojar en una onça de la dicha agua simiente de zaragatona en grano, tanto como cabría en una cáscara de avellana, y esté en remojo desde hora de vísperas hasta otro día de mañana, y después désele la vianda mojada en ello, procurando que lleve la zaragatona, y si esto no bastare añadan reubárbaro quanto media hava, y píquenlo muy menudo y esté en remojo con la dicha zaragatona, y désele la vianda mojada en ello, y si no lo quisiere llevar, cojan la ave, y hagan el papo dello, y para mayor seguredad, si quisieren, podrán lavar o tocar estas hinchazones y las llaguezillas que están junto a ellas con uno de los ungüentos o aguas que abaxo, en este capítulo, diré. Pero todo el negocio está en proveer al hígado, que si en aquello hoviere descuido crecerá mucho aquella hinchazón y hazerse ha cáncer dentro della, que yo lo he visto hazerse tan grande como una hava, y en tal caso dévenlo abrir con una lanceta por la parte de dentro de la boca, y después pónganle en el lugar donde salió aquélla cosa dura alguna de las medicinas que diré para el cáncer y güérmezes, y cúrenla por la misma orden.

La cura de la pepita

Arránquenle aquella cosa blanca, que dixe que tiene debaxo de la lengua y apegada a ella, con un cuchillo que no corte o con una caña aguda de manera que no le hagan sangre, y después de sacada pónganle en el lugar de do salió uno de los ungüentos o aguas que abaxo, en este capítulo, diré.

La cura de las llagas

Si hoviere sospecha que estas llagas han procedido de calor y escalentamiento del hígado, denle la vianda mojada en agua de endivia o en lo que dixe arriba para las hinchazones, y laven o tóquenle las llagas tres o quatro vezes al día con uno de los ungüentos o aguas que abaxo diré, porque con qualquier dellos se curarán muy bien.

La cura del cáncer

Si este cáncer o güérmezes fueren de aquellos que dixe que eran ligeros de curar, es a saber, quando tienen toda la boca blanca que parece harina y no hay granos en ella, cúrese desta manera: Cojan la ave y laven o tóquenle los güérmezes dos vezes al día con la agua de la segunda recepta que luego escreviré, que se haze con agraz y çumo de limones o con qualquier de las otras receptas.

Pero si los güérmezes o cáncer fueren de aquellos en que se hazen unos granillos blancos tamaños como granos de mijo y lentejuela alto en el paladar y por toda la boca y en los agujeros de la lengua, mójenle la vianda en lo que dixe para las hinchazones para remediar el calor y escalentamiento del hígado, y el cáncer se cure desta manera: Cojan la ave y reconózcanle la boca, y hallarle han en ella los granillos blancos que dixe del tamaño del mijo, y especialmente le miren alto en el paladar, que comúnmente allí se les suele hinchar de las dos partes de aquella hendedura que tiene, y házesele de la una parte una hinchazón como una hava a las bestias y otra de la otra parte, y si le hallaren estas hinchazones tomen una lanceta muy aguda y fiendan cada una de aquellas hinchazones al largo cortándole muy sotilmente el cuero por encima, y hallarán de dentro de cada una dellas un grano de cáncer blanco como un piñón mondado; sáquenselo apretándole poco a poco con los dedos hasta que salte, y si no quisiere saltar, tomen una paletilla pequeña y sotil de plata o de hierro, y no sea de caña porque cortaría y haría sangre, y si no la hoviesse de plata ni de hierro sea de pluma de ánsar o de cisne cortándola como para escrevir o mondar dientes, y sáquenselo con ella muy amorosamente de manera que no le saquen sangre, y después que hayan sacado estos granos de cada una de aquellas hinchazones, miren si tiene en la boca o en la lengua o en la garganta más cáncer o güérmezes, que son aquellos granillos que he dicho, y si los tuviere, y estuvieren maduros sáquenselos muy sotil y amorosamente con aquella pluma guardando siempre que no le saquen sangre, y entonces están maduros quando están blancos, y no antes. Y si quando se los quisieren sacar se los lavaren primero con alguno de los lavatorios abaxo escritos saldrán muy mejor. Después que se los hayan sacado pónganle en el lugar de donde los sacaron la primera de las medicinas que agora escreviré, y tengan la ave enbuelta en una tohalla un rato hasta que la medicina haya hecho su operación.

La primera medicina con que se curan las llagas y cáncer de la boca es un ungüento hecho desta manera: Tomen xebe dos partes, sangre de drago, caparrosa y agallas de levante de cada uno una parte, cardenillo la quarta parte de una parte; muélanse estas cosas muy bien, y tomando la miel que fuere menester mézclese con ella, y hágase ungüento, y si la miel fuere rosada será mejor, y en lugar de miel se puede poner manteca de vacas que es maravillosa para llagas de boca; o hágase desta manera: Tomen estiércol blanco de perro una parte, xebe, y sangre de drago, y balaustias de cada uno dos partes, muélanse y mézclense con la miel o con la manteca como se ha dicho, y no teniendo el caçador todas estas cosas podría curar las llagas, si no fueren malignas, con sóla la miel, y xebe, y cardenillo, o con la manteca, y xebe, y cardenillo, y tanbién poniendo estiércol blanco de perro en lugar del cardenillo.

La segunda medicina es ésta: Tomen cardenillo bien quemado tres dramas, xebe crudo dos dramas, tuthia preparada con vino blanco una drama, agua de llantén dos onças, vino blanco una onça, échese en una redoma y mézcase bien. O hágase desta manera que es muy singular: Tomen cardenillo bien quemado tres partes, xebe crudo dos partes, tuthia preparada con vino blanco una parte, sangre de drago de gota dos partes, balaustias tres partes, muélase cada cosa por sí, y después se mezclen con manteca de vacas la que baste para que se haga ungüento, con el qual tocarán las llagas.

La tercera medicina es ésta: Tomen cristal y quémenlo como se quema el xebe y muélanlo, y echen destos polvos en la llaga o hagan ungüento con ellos y con manteca de vacas, y toquen las llagas con él que es singularíssimo.

La quarta medicina es ésta: Tomen agraz dos onças, y xebe crudo una drama, y tóquenle con ello las llagas, y lo mismo se puede hazer poniendo çumo de limas o de granadas agres o de cortezas de nuezes verdes en lugar del agraz.

La quinta medicina es ésta: En el tiempo que los racimos de la huva están en agraz, antes que señalen para madurar, cojan los agrazes y cuélguenlos dos o tres días al sol, y después májenlos, y saquen el agraz majándolo mucho porque salga tanbién çumo de la raspa o escobajo que es muy stiptica y muy singular para llagas, y a una libra de agraz sin clarificar se tomen tres onças de xebe, y media drama de cardenillo, y media onça de caparrosa o vidriol romano, y media onça de agallas de levante, y otra media de altramuzes si los hoviere, y si no hágase sin ellos, y muélanse estas cosas muy bien, y échense dentro del agraz, y póngase todo en un barreñón o almofía grande, y esté al sol rezio hasta que mengüe la tercera parte, rebolviéndolo cada día tres o quatro vezes, y después se cuele y se guarde en una redoma para todo el año, y ningún caçador deve estar sin ello porque cura maravillosamente las llagas y cáncer de la boca. Y la mesma medicina se puede hazer poniendo çumo de limas en lugar del agraz y es muy singular, o con çumo de granadas agras o con çumo de cortezas de nuezes verdes, y éste es singular. Y más digo, que con sólo el agraz o en su lugar con qualquier destos otros çumos y con xebe se curan muy perfectamente estas llagas, y si les añadieren una poca de miel rosada será mejor, y muy mejor añadiendo un poquito de cardenillo. Y para tocar o lavar las llagas o cánçer a la ave con qualquier destas medicinas, hágase un isopillo con un palillo delgado y un poco de algodón o paño de lino muy delgado y usado atado al cabo.

La sexta medicina es el ungüento egipciaco ordenado por mí, que es muy singular, desta manera: Tómese vinagre blanco muy fuerte, y amaten dentro dél diez vezes un pedaço de azero encendido, y después tomen rosas secas, hojas de murta, agallas de levante, hojas de olivo y de llantén, corteza de granada de cada uno medio puño, nuezes de ciprés quatro, muélanse estas cosas grosseramente, y échense en el vinagre azerado en quantidad suficiente, y cuezan en el huego hasta que mengüe la tercera parte, y después se cuele, y deste tal vinagre se tomen dos onças, miel quatro onças, xebe, y cardenillo, y caparrosa de cada uno una drama, muélanse muy bien el xebe, y cardenillo, y caparrosa, y cuezan a huego manso hasta que se venga a espessar como miel, y guárdese que es muy singular.

La séptima y última medicina es una de las mejores y más ciertas y seguras que se pueden aplicar en llagas de boca por muy malignas que sean, y ahunque sean encanceradas y es ésta: Tomen agua fuerte de los plateros con que apartan el oro de la plata, y témplenla con agua rosada o de llantén, y toquen con ella las llagas o cáncer, que sin duda ninguna lo matará y curará las llagas; y en el templar esta agua se ha de guardar esta regla: que si las llagas fueren malignas y de mala dispusición y estuvieren encanceradas, pongan dos partes de la agua fuerte y una de la otra, o al menos partes iguales, y si las llagas no estuvieren encanceradas pongan una parte de agua fuerte, y dos de agua rosada o de llantén, y si la quisieren más templada pongan una parte de la agua fuerte y tres de las otras, pero de qualquier manera que con ella tocaren la llaga no puede haver error, porque es seguríssima medicina y de mucho secreto, y si hiziere escara o costra la llaga úntenla cada día con manteca de vacas que se la hará caer, y después que la llaga estuviere limpia toquen y cúrenla con qualquier de las medicinas que se han dicho o con la misma agua muy templada.

Y sea regla general que todas las vezes que tocaren o lavaren las llagas o cáncer a la ave la tengan muy bien cogida y enbuelta en un paño, y ténganla boca abaxo en el entretanto que la medicina haze su operación, porque no le entre ni caya al cuerpo, y désele siempre la carne picada porque con el mal de la boca no pueden bien comer, y la vianda que le dieren sea buena y de ligera digestión.

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CAPÍTULO XX

De los güérmezes o cáncer que se hazen en los oídos

OTRO cáncer o güérmezes se hazen a las aves en los oídos, y conóceseles en que tanbién tienen siempre la boca abierta, y se rascan los oídos con las manos o estregándoselos en el encuentro de la ala. Quando vieren algún señal destos a la ave, reconózcanla bien si tiene güérmezes en el paladar o en la boca o en la garganta o en los oídos, y si los tuviere en los oídos cúrenselos desta manera: Cojan la ave, y si vieren que los güérmezes están maduros, que es quando están blancos, sáquenselos sotilmente con una pluma sin que le saquen sangre, y tomen xebe tres partes y cardenillo quemado una parte, y muélanse y mézclense con miel hasta que esté como ungüento, y pónganle dello dentro con una mechuela de algodón, y si vieren que no puede comer cójanla cada día y échenle la carne picada por la boca, y sea de viandas ligeras, y mójenla en agua de endivia o en agua de endivia y de palomilla o en agua de chicoria, y cúrenla cada día dos vezes con la dicha miel y xebe y cardenillo, y alimpiándole muy bien los oídos con una pluma o con una paletilla.

Otra medicina probada: Tómese agua rosada y agua de llantén de cada una dos onças, vino blanco añejo tres onças, xebe dos dramas, cardenillo un escrúpulo, tuthia preparada medio escrúpulo sea muy polvorizado, y mézclenlo todo en una redoma y bátanlo muy bien, y pónganle en los oídos unas hilas pequeñuelas mojadas en esta agua. Y tanbién curarán muy perfectamente estos güérmezes con qualquier de las medicinas que he escrito en el capítulo precedente para los güérmezes y llagas de la boca. Y no teniendo ninguna destas medicinas, échenle en el oído estiércol blanco de perro muy molido, que con ello curará.

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CAPÍTULO XXI

De los güérmezes o cáncer que se hazen en los ojos

TANBIÉN se les haze cáncer o güérmezes en los párpados de los ojos por la parte de dentro, assí en el de arriba como en el de baxo. Curarlos han desta manera: Buélvanle los párpados de los ojos, y verán allí dentro los güérmezes, y si estuvieren ya blancos y maduros sáquenselos muy sotilmente con una pluma adreçada en la manera que dixe en el capítulo de los güérmezes de la boca, y después lávenle con este collirio y lavatorio: Tómese agua rosada y de llantén de cada una una onça, vino blanco onça y media, tuthia preparada y alvayalde de cada uno un escrúpulo, cardenillo y canfora de cada uno peso de quatro granos de trigo, mézclese todo en una redoma. Y si no estuvieren maduros no se los saquen, pero lávenselos con el mismo lavatorio y denle de comer viandas ligeras.

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CAPÍTULO XXII

De la nube o paño que se haze en los ojos

PARA que con más facilidad se pueda quitar la nube o paño del ojo purguen la ave con una píldora de las masticinas o de las de assajaret o de las de yera mezcladas con agárico como se mostró en el seteno capítulo deste libro, y abahen el ojo con baho caliente de agua en que hovieren cozido paja de ordio y hojas de violetas, y mançanilla, corona de rey, malvas y alholvas, y ahun con este cozimiento lavarle el ojo ante de echarle la medicina con que se le ha de gastar la nube es singular cosa; y demás desto le unten la sobreceja con enxundia de ánade, o de gallina, o codorniz, o garça o semejante, o con saín de culebra, y éste es excellente, o con manteca de vacas, porque ablandando el ojo con estas cosas muy más fácil se gastará y comerá la nube o paño. Después cúrese desta manera: Tomen estiércol muy blanco de lagarto dos partes, açúcar candi una parte, muélanse muy sotilmente y mézclense, y destos polvos se le echen con un cañoncillo de pluma o con un cañutillo de caña dos o tres vezes al día. Y echen destos polvos en agua de llantén y lávenle con ella que es muy probada.

Otra medicina muy singular: Tomen çumo de hinojo clarificado tres partes, miel rosada dos partes, fiel de perdiz una parte, y muy poquita cosa de cardenillo sotilíssimamente molido, y mézclese todo en una redoma, y esté al sol siete días, y después úsese dél, y si no hoviere fiel de perdiz tómese de gallo o gallina o otra ave, pero la mejor de todas es la fiel de aves de rapiña, y qualquier hiel destas se ha de guardar seca, y molerla quando fuere menester.

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CAPÍTULO XXIII

De la flaqueza y perdimiento de la vista

ACAECE a las aves lo que suele a los hombres, tener los ojos claros y sin nube y ver muy poco o nada, y ahunque esto procede de muchas causas, las principales son dos: La una es estar opilado de materia flegmática el nervio óptico; la otra es haver cataratas en los ojos, y esta enfermedad es muy mala de curar después que está confirmada si no es por mano de personas que con aguja saben quitarlas. Pero no estando confirmadas, y siendo la otra causa que he dicho flegma gruessa, que por la mayor parte desto suele venir este mal, cúrese desta manera: Den a la ave quatro o cinco noches un curalle fecho de brotezillos de ruda mezclándole unos polvos de nuez noscada, y passados estos días la purguen con estos polvos: Tómense polvos frescos de la yera simple del Galleno, y azívar cicotrino y agárico de cada uno una parte, almástica y nuez noscada de cada uno media parte, trociscos de alandahal la quarta parte de una parte, muélanse y destos polvos se den peso de diez granos de trigo, y dense por la orden que mostré en el sexto capítulo deste tercero libro, y si los quisieren dar hechos una píldora, amássenlos con çumo de hinojo o de ruda, y désele cubierta con una tajadilla de carne. Al otro día que hovieren purgado la ave, caldéenle la cabeça con los taleguillos de mijo y salvados que ordené en el quatorzeno capítulo «De la agua vedriada», y en acabando de caldearle bien la cabeça, le den de sacudir con el favarraz o con alguna de las otras medicinas que escreví en el noveno capítulo deste tercero libro, y continúenle a dar cada noche el curalle de ruda y nuez noscada, o de eufragia y nuez noscada, y de seis a seis días lo tornen a purgar con los polvos que he dicho; y tenga siempre puesto un capirote de un colchado fecho desta manera: Tóme[n]se mijo y salvados de cada uno medio puño, sal gruessa la quarta parte de un puño, y sean primero tostados en una sartén. Después se tomen majorana, rosas secas, assensios, betónica de cada uno la quarta parte de un puño, cantuesso y paja de meca de cada uno un poco, simiente de hinojo, cálamo aromático, encienso, almástica de cada uno dos dramas, muélase todo y póngase entre dos lienços colchados, y dello se haga el capirote. Y si fuere ave que no sufre capirote, échensele en la corona de la cabeça estos polvos: Tómese canela, macis, pimienta, cortezas de cidra, clavos, cipero, nuez noscada y almástiga, muélanse muy bien.

En los ojos le echarán deste collirio después que la ave fuere purgada, que es muy singular: Tómese fiel de halcón o de açor o de otra qualquier ave de rapiña, y si no la hoviere sea de perdiz o capón, y ha de ser seca, y sea una drama, miel dos dramas, çumo de hinojo clarificado y reposado tres dramas, y échese en una redoma bien atapada, y póngase al sol por tiempo de siete días, y después se use dello.

Siempre que dieren de comer a la ave, o las más vezes, le den en la vianda polvos hechos de nuez noscada y de simiente de hinojo muy molidos, porque éstos ayudan mucho a la vista, y los sesos o meollos de la perdiz aguzan mucho la vista.

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CAPÍTULO XXIV

Del golpe y herida del ojo

LA mejor de todas quantas medicinas hay, assí para aves como para hombres, es ésta: Sáquese çumo de la yerva que se dize bursa pastoris, de la mayor, que es la que tiene la hoja mayor, y no haviendo de la mayor se tome de la menor, y este çumo se dexe assentar y clarificar, del qual se tome un parte y de clara de huevo muy batida otra parte, y mézclese y echen dello muy a menudo en el ojo, de manera que en cada hora se le echen dos o tres vezes; y en caso que fuere en tiempo que esta yerva no estuviere tan verde que se pueda sacar çumo della, májese muy bien y échesele encima la clara del huevo o agua rosada o agua de llantén, y esté assí en remojo un buen rato, y después prímase muy bien, y tómese el çumo que saliere en lugar del otro. Ésta es una tan excellente medicina, y de tan noble operación que no se puede encarecer, y yo he visto hazer con ella en ojos de hombres curas que parecían cosa de milagro. Y si la niñeta no fuere herida, sin duda esta medicina guardará y defenderá que no se pierda la vista, y ahun siendo rompida quedará el ojo de manera que pocos hombres conocerán que está ciego.

Otra yerva hay que tiene la misma propriedad que la bursa pastoris la qual se llama en griego poligonón y en latín sanguinaria, y algunos la llaman hirundinaria. No hallándose la bursa pastoris puédese tomar ésta en su lugar y sacar çumo della, y ahun tanbién se puede tomar la llantén porque es muy buena en este caso.

Pero porque todas vezes no se podría hallar la bursa pastoris, ni estas otras yervas, diré otras medicinas muy buenas y muy apropriadas en este caso. Tomen una clara de huevo y bátanla muy bien, y mézclenla con leche de muger partes iguales, y échenle desta medicina dentro del ojo muy a menudo. Otra medicina muy buena: Tomen la clara y la yema del huevo batidas con azeite rosado y açafrán, y esta medicina quita el dolor. Otra medicina muy singular: Tomen una clara de huevo y bátanla muy bien y mézclenla con agua rosada y agua de llantén partes iguales, y añadan alvayalde lavado una drama, sarcocolla preparada un escrúpulo, alquitira dos granos, muélanse muy sotilmente y mézclense en una redoma, y con esta agua le lavarán muy a menudo en los quatro días primeros. O hágase desta manera: Tomen una clara de huevo muy batida y agua rosada y de llantén partes iguales, y añadan piedra alvín lavada una drama, encienso y sarcocolla preparada y sangre de drago de gota fina de cada uno un escrúpulo, muélanse y mézclense. De qualquier destas medicinas le echarán en el ojo hasta passados los quatro días, y passados aquellos añádase a qualquier destas dos postreras que he dicho un poco de azívar epático lavado con agua rosada, y añádase medio escrúpulo de sarcocolla preparada. Passados los siete días hágase desta manera: Tomen agua rosada y de llantén de cada una dos onças, vino blanco odorífero una onça, encienso y piedra alvín lavada, sarcocolla preparada, azívar epático y açúcar candi de cada uno una drama, muelan estas cosas muy sotilmente y mézclenlas en una redoma, y echen dello en el ojo, y después que hovieren usado esta medicina dos días añadan en la misma redoma tuthia preparada y plomo quemado y muy molido de cada uno una drama.

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CAPÍTULO XXV

De la lupia o durujón como piedra que se haze sobre la ceja

DUREZAS o durujones se hazen a las aves sobre las cejas a manera de lupias o de piedras, y para curarlas hágase esto: Cojan la ave y ábranle el cuero que está sobre la lupia o durujón, y sáquenle la piedra que está dentro, y si quando se la cortaren vieren que queda alguna raíz es menester que se la gasten y coman con el ungüento apostolorum o con este ungüento: Tomen miel media libra, vinagre una quarta, cardenillo media onça, alumbre de roca dos dramas, sea cozido al huego hasta que tenga espessura de miel y buelva en color vermejo, y desque vieren que ya la raíz es gastada lávenle la llaga con buen vino blanco y échenle allí destos polvos: Tomen encienso, sangre de drago y azívar cicotrí, bolarménico y sarcocolla preparada, y muélase todo muy bien y lávenle cada día con el vino blanco, y échenle destos polvos dos o tres vezes cada día hasta que sane.

Tanbién le curarán la llaga lavándosela con vino blanco y echándole en ella canela molida y grana fina quemada y molida partes iguales.

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CAPÍTULO XXVI

De la esquinencia que es hinchazón o inflamación del cuello y garganta

MUCHOS caçadores se engañan en esta enfermedad no conociéndola, porque como se hincha a la ave el cuello y garganta y passa con travajo la vianda y quasi no puede alentar por el impedimento y estrechura que halla el aliento al passar por la garganta a causa que se aprieta y cierra con la hinchazón o apostema que en ella se haze, por lo qual les ronca la garganta quasi de la manera como quando tienen el huérfago, piensan que es huérfago y danle medicinas para él y contrarias para la esquinencia. Y la diferencia que hay de la una enfermedad a la otra es que la ave que tiene huérfago tiene el ronquido baxo en el pecho y no tiene hinchado el cuello ni garganta, y la ave que tiene la esquinencia tiene el ronquido más arriba en la garganta, la qual y el cuello tiene hinchados y algunas vezes la cabeça y los ojos.

Cúrese desta manera: Purguen la ave con esta medicina: Tomen cañafístola y bavaza de zaragatona partes iguales, y con açúcar muy blanco hagan un bocado tan grande como una grande avellana por partir, y por la mañana antes que coma la ave cójanla y láncenselo por la garganta abaxo, y no haviendo bavaza de zaragatona, hágase con sóla la cañafístola y açúcar, y si la noche de antes se le hoviere dado el cristel que abaxo se dirá será muy mejor. Dende a dos horas que se le dio la cañafístola désele de comer desta manera: Tómese una clara de huevo y échese en ella simiente de zaragatona entera en grano o su cortezilla, y açúcar muy blanco, y bátase muy bien, y siempre que dieren de comer a la ave le mojen en esto la vianda, y la vianda sea ligera y laxativa, assí como pollo de gallina, y estando la ave sin papo o por la mañana o por la tarde, échesele un cristel con una xiringa de las que hinchan pelota de viento o con una vexiga de puerco o de vaca puesta en ella un cañón de pluma de ánsar, el qual cristel sea hecho desta manera: Tómese ordio alimpiado medio puño, hojas y flor de violetas o sólas las flores un puño y cuézanlo todo en quantidad de quatro onças de agua, y hervirá hasta que mengüe la metad, después cuélenlo y prímanlo bien, y tomarán desta agua una onça, y de azeite violado media onça, cañafístola preparada y açúcar vermejo de cada uno dos dramas, y de sal molida un escrúpulo. Tanbién se le puede poner una cala en el tullidero, en lugar deste cristel, y la cala sea hecha de tocino gordo untada en azeite violado, y tengan la ave cogida un rato, teniéndole la cala porque no la pueda lançar.

E porque esta enfermedad suele ser rigurosa y presta, si el caçador viere que la ave tiene muy hinchada la garganta, de manera que pareciere que no puede alentar, sángrela de unas venas que tiene en las alas, sacándole sangre de cada ala, y sájela luego de las cuxas con una lanceta o con una punta de cuchillo muy agudo, haziéndolo de manera que no le toquen nervio, y después que haya salido la sangre, y hoviere cessado, lávele las sajaduras con uno de los lavatorios que escreviré abaxo para las heridas en el capítulo cinqüenta y tres. Y advierta el caçador que de una vez no deve sajar las dos piernas, ni ahun tanpoco la una, sino que agora le saje un poco y dende a un rato le sajará y sacará otra poca de sangre, y assí le alargará la sangría en dos días, porque desta manera se hará muy mejor diversión.

Assimismo, al principio, es muy bueno de quando en quando coger la ave no teniendo papo, y con un isopillo tocarle en la garganta con esta medicina: Tomen buen agraz fuerte dos partes, y una de agua rosada, y xebe molido y mézclenlo; o tomen diamorón y agua rosada y agua de llantén y agua de azederas partes iguales, y si añadieren un poco de xebe quemado y balaustias será muy bueno. O hágase desta manera: Tomen de çumo de las cortezas verdes que están sobre las cáscaras de las nuezes cinco partes, y de miel una parte, y cuezan hasta que buelva en espessura de miel. Estas medicinas han de ser para el primer día, y ahun para el segundo echándole dellas muy a menudo. Y después échesele desta: Tomen estiércol blanco de perro una onça, atriaca un escrúpulo, xarabe rosado de infusión dos onças, çumo de granadas agras quatro onças, mézclese y échesele muy a menudo dello en la garganta con un isopillo o con una pluma, como se ha dicho. Ésta es una excellente medicina y muy probada. Y sólo el estiércol muy blanco de perro hecho polvos y echado en la garganta soplando con un cañuto haze singular operación. Y tanbién tiene maravillosa propriedad en esta enfermedad el estiércol de golondrina, y el estiércol seco de mochacho. Esta medicina resolverá la materia o apostema de la garganta, o en caso que viniere a maduración la romperá y abrirá, y si con ella no se rompiese, rómpase con algún hierro muy sotilmente, y después de rompida mundifíquese con esta medicina: Tómese miel rosada tres partes, y aristologia redonda una parte, y échenle dello en la garganta con una pluma. Y después de mundificada soldárse han las llagas echándole de la mesma manera desta medicina: Tómese agua de llantén, y agua rosada y vino blanco partes iguales, agallas molidas y bolarméñico de ca[da] uno un poco.

En caso que se viese que cae siempre materia de la cabeça a la garganta, córtese el fluxo estufándole la cabeça con los saquillos de mijo y sal tostados, y poniéndole alguno de los capirotes que escreví en el capítulo de la cura de la agua vedriada.

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CAPÍTULO XXVII

Del huérfago y asma o pantax

TRES enfermedades vienen a las aves en el pecho y en el pulmón assí como a los hombres. La una es un allegamiento de materia podrida dentro en el pecho, la qual los hombres pueden lançar y echar tossiendo después que está madura, pero no las aves porque ni saben ni pueden tosser, a cuya causa las más dellas mueren desta enfermedad, a la qual los médicos llaman empina, vocablo griego, y los caçadores en Castilla huérfago, y en Aragón y Valencia y Cathaluña pantax. La otra es asma, que es falta o quexo o estrechura de aliento, la qual viene por una de tres causas, es a saber, o porque esta materia podrida que dixe es tanta que carga sobre el pulmón y no le dexa hazer su oficio, que es dar aire al coraçón, o porque destilla de la cabeça humor caliente y corrosivo y gotea sobre el pulmón y le llaga o le haze apostema, que por qualquier destas tres causas se encoge el pulmón y dexa de hazer su dicho oficio. La tercera es ptísica que consume y acaba el húmido radical, y ésta viene quando el humor que cae y destilla de la cabeça es, como dixe, caliente y corrosivo y gotea sobre el pulmón, y le haze llagas y agujero. Todas estas tres enfermedades son mortales, o al menos muy peligrosas en las aves, ahunque la del huérfago y asma no tanto como la ptísica, que algunas escapan dellas, y yo las he curado. Y porque, como dize Vallesco de Taranta, la cura de la tosse, que es el huérfago, concuerda con la de la asma, y se curan con unas mismas medicinas, escreviré dellas en este capítulo y dexaré para otro la cura de la ptísica.

Y las señales en que conocerá el huérfago son éstas: Róncales el pecho como al gato quando arrolla o duerme; dúrales mucho la vianda en el papo porque gastan muy poco; sécaseles la lengua, y algunas vezes les sale agua por los ojos y por la boca, y algunas vezes con el gran quexo que tienen regitan la vianda.

Y las señales en que se conocerá la asma son éstas: Al principio no tienen quexo, si no es quando se debaten, que entonces luego que buelven a la mano o a la alcándara abren la boca y alientan apriessa y con quexo, y ésta yo la he curado, pero quando ya la dolencia está muy apoderada de tal manera que ahunque la ave no se debata está siempre alentando con gran quexo y travajo, que parece que saca el aliento debaxo de los pies, pocas aves escapan.

Según regla de medicina, lo primero que se havía de hazer era dar a la ave medicinas que ablandan y maduran la materia del pecho, y después purgarla y alimpiarla, y después dessecar y consumir la que queda, y después confortar el pecho y el pulmón; pero son las aves tan delicadas, y la enfermedad tan rezia y tan acelerada, que si se aguardase a llevar esta orden antes serían muertas que curadas. Ahunque a la verdad las medicinas que yo aquí escreviré participan de todas las propriedades y qualidades susodichas, con las quales he yo curado muchas aves desta enfermedad, antes que estuviesse muy confirmada y apoderada, que después dificultosa cosa es de curar.

Pues para curar esta enfermedad unas medicinas se darán a la ave por la mañana dos o tres horas antes que coma, y otras en la vianda quando comiere, y otras a la noche. Y las que se han de dar por la mañana son éstas: Tómense de açufre o alcrevite, que todo es uno, dos partes, goma armoníaque una parte, açúcar candi otra parte y muélanse y mézclense con manteca de vacas fresca, y isopo húmedo partes iguales lo que fuere menester para amassar los polvos de manera que la massa quede algo más durilla que blanda, y hágase un bocado tan grande como una grande avellana y media para açor o halcón, y como un garvanço para gavilán, y cojan la ave y láncenselo por la garganta abaxo, y dende a dos horas denle de comer por la orden que abaxo se dirá. O hágase desta manera, y será de más poder: Tómese de açufre y rasuras de cuba quemadas debaxo de rescaldo de cada uno dos partes, goma armoníaque una parte, açúcar candi otra parte, y muélanse y con la manteca de vacas y isopo húmedo partes iguales que fuere menester amassen estos polvos y hágase el bocado y désele como se ha dicho, y si la manteca no fuere fresca lávese tantas vezes con agua hasta que no le quede rancio alguno, y si la postrera agua en que la lavaren fuere de escabiosa o de hinojo será mejor.

Con qualquier destos dos bocados se curará el huérfago y la asma si luego al principio se curare, porque verdaderamente el açufre y armoníaco y las rasuras tienen grande poder en estas enfermedades de huérfago y asma, pero las rasuras han de ser quemadas debaxo de rescaldo por orden de un apothecario o de otra persona que lo sepa hazer. Y si para amassar los dichos polvos y hazer qualquier de los dichos bocados en lugar del isopo húmedo tomaren lamedor de cebolla albarrana a que los apothecarios llaman lohoc squillitico, ahun será de mayor poder y efecto, porque como dize Vallesco de Taranta, la cebolla albarrana sobre todas las medicinas del mundo vale para la asma. Y tanbién serán los dichos bocados de muy grande virtud y poder si en lugar del isopo húmedo y de la manteca de vacas tomaren bavaza o mucilágine sacada por un apothecario según arte destas cosas. Tómense alholvas limpias y enteras media onça, simiente de zaragatona otro tanto, cortezas de raízes de malvaviscos limpias y quebrantadas una onça, cascos de cebolla albarrana quebrantados tanbién algún poquito otra onça, y pónganse en una olla vedriada y écheseles encima seis onças de agua de hinojo o de verças negrillas o de ruda o de escabiosa o de las dos de qualquier dellas, con que no passe la quantidad de las seis onças, y no se eche fría sino tibia, y atápese la vasija, y esté assí hasta otro día, y después se le dé un hervor manso, y sáquese la bavaza según arte y guárdese en un bote. Y tanbién se pueden hazer los dichos bocados poniendo en lugar de la manteca isopo húmedo, pulpa de cañafístola, y manteca, y bavaza o mucilágine de zaragatona sacada por un apothecario según arte, amassando los polvos con qualquier destas cosas.

Otro bocado muy singular para asma. Tómese açúcar candi de xarabe rosado y simiente de ortigas y muélase, y con manteca de vacas hágase el bocado y désele, y no haviendo deste açúcar candi rosado, tómese del açúcar candi común.

Otro bocado muy bueno. Tómese vidrio quemado y molido y passado por cedaço, estiércol de ratones y alholvas partes iguales, y muélanse y háganse polvos y amássense con lohoc squillitico o con manteca de vacas y isopo húmedo, y hágase el bocado y désele como se ha dicho. Y en lugar del vidrio tanbién se puede tomar ladrillo o teja que no se hayan mojado después que fueron cozidos en el horno, y quanto más nuevos fueren serán mejores. La manera de quemar el vidrio es ésta: Tómese el vidrio y úntese con pez líquida que es el alquitrán, y póngase sobre carbones rezios, y quémese hasta que esté encendido como brasa, y entonces échese en agua fría, y lávese en ella muy bien, y tórnese a untar y después al huego, y assí se haga siete vezes, y después se muela y passe por cedaço espesso y guárdese. Y ahunque hay otras maneras de quemar el vidrio, todas las reprehende el gran experimentador Avenzoar, y ésta aprueba por buena.

Otro bocado muy bueno. Tomen limadura de azero que sea bien preparado y con manteca de vacas hágase un bocadillo no mayor que un garvanço. Los caçadores franceses tienen esta medicina por muy singular, assí para esta enfermedad como para otras muchas, y la verdad es que la limadura del azero es muy alabada de muchos médicos muy excellentes para dessecar qualesquier materias húmedas y podridas contenidas en los mienbros nutritivos, pero quiere ser bien preparada, remojándola muchos días y muchas vezes en vinagre, y que no esté en él sino quatro o cinco horas, y después déxenlo secar y enxugar y tórnenle a echar vinagre, y assí se haga muchos días, quitándole de quatro a quatro horas el vinagre y dexándolo secar, y después de seco tornarle a echar otro vinagre y algunas vezes ponerlo y remudarlo en leche de almendras dulces para quitarle la aspereza, o en leche o suero de cabras.

Otro bocado muy singular y de mucho poder. Tomen caracoles y quémenlos en el horno con carne y cáscaras hasta que se hagan cenisa, y muélanse y passen por cedaço, y desta cenisa se tomen tres partes, y de pimienta muy molida una parte, y amassen estos polvos con manteca de vacas o con isopo húmedo, y hágase el bocado, y dése como se ha dicho. Lo mismo se puede hazer con la cenisa hecha de unos gusanillos que se llaman cientopiés, que se crían debaxo de piedras húmedas o de tinajas o de fustas que están en humedad, y tienen la cubierta de arriba como de galápago, quemándolos bien y passando la cenisa por cedaço. Y lo mismo se puede hazer con la cenisa del buho o de la lechuza degollándolos y echándoles la sangre por encima de las plumas, y quemándolos en el horno en una olla con carne y plumas, que estas cenisas tienen singular propriedad en estas enfermedades, y no menos la cenisa de higuera y de carrasca y de sarmientos.

Otro bocado muy bueno. Tómese raíz fresca de lirio cárdeno, simiente de alholvas, y de nastuerço, y de ortigas, y açufre, y açúcar candi partes iguales, y háganse polvos, y amássenlos con manteca de vacas y cañafístola o con manteca y isopo húmedo, y hágase el bocado como se ha dicho.

Otro bocado muy singular. Tomen agárico, nastuerça, simiente de ortigas menores, rasuras de cube quemadas, alholvas, alquitira, açufre y açúcar candi partes iguales, y háganse polvos, pero la alquitira se muela siempre por su parte porque es mala de moler, y mézclense y amássenlos con manteca de vacas o con cañafístola o isopo húmedo, y hágase el bocado como se ha dicho.

Otro bocado. Tómense cortezas de raízes de malvavisco secas dos partes, raíz de lirio cárdeno una parte, goma armoniaque media parte, açúcar candi una parte, y háganse polvos, y amássenlos con isopo húmedo y manteca de vacas, y hágase el bocado.

Otro bocado muy singular. Sáquese buena quantidad de bavaza o mucilágine de alholvas y zaragatona, y raízes de malvavisco, y de cebolla albarrana en las aguas y de la manera que arriba, en los primeros bocados, se ha dicho, y déxenlo secar al sol, y guárdenlo muy bien para quando fuere menester, y entonces tomarán desta bavaza dos partes, y açufre una parte, y otra de armoniaque, y otra de açúcar candi, y muélase bien, y amassarán estos polvos con isopo húmedo y manteca de vacas, y hágase el bocado, y dése como se ha dicho.

Otra medicina muy probada por mí. Hágase lexía mansa de ramos de higuera o de carrasca o enzina o roble o de sarmientos desta manera: Tomen palos verdes destos árboles, y métanlos dentro de un horno porque se tuesten y sequen para que más presto se puedan quemar y quemense, y tomen desta cenisa la quantidad que quisieren, y échesele la agua que vieren que es menester, y no cueza a fuego sino esté assí en remojo algunas horas, y después quítese aquella cenisa colándola, y pongan otra tanta en la misma agua, y assí se haga muchas vezes, hasta que la agua haya bien tomado la virtud de la cenisa, y fecha esta lexía tomen una poca della, y atíbienla un poquito, y pongan della la que cupiere en un estentino de gallina tan largo como un dedo, y mezclen con ello unas pocas de rasuras de cuba quemadas, y átese por las dos partes, y cojan la ave, y láncenselo por la garganta. De la lexía de carrasca o enzina o de roble afirma Baptista Sardo en el libro que intituló Hortus sanitatis, por auctoridad de Dioscórides, y lo mismo haze el auctor de la Pandeta, que dada a bever a hombres y a otros animales que padecen enfermedad en los pulmones, luego a la hora les da salud, y sin duda es cosa maravillosa, y yo curé con ella un açor que tenía rezia asma quando se debatía, y lo vieron caçadores. Y la lexía que se haze de cenisa de caracoles quemados al horno con carne y cáscara tengo para mí mejor que todas, y si la agua con que se hiziere esta lexía fuere agua de hinojo o de berças negrillas sacada por alambique o alquitara, será muy mejor.

Otra muy buena. Tómese leche de cabras y polvos de cortezas de raízes de malvavisco, y póngase en estentino de gallina, y dése como se ha dicho.

Assimismo es cosa muy mucho buena y de experiencia sacar los caracoles de sus cáscaras y quitarles las puntas de las tripas y echarlas a mal, y lo resto picarlo muy menudo sobre una tabla con un cuchillo, y mezclarlo con harto açúcar candi, y cojer la ave y hazer el papo dello, y después que lo gastó darle de comer de otra buena vianda, y si le añadieren un poco de açufre molido hará mayor efecto. Y la miel mezclada con manteca de vacas y hecho un bocado es muy singular.

Otra medicina muy buena. Tomen los caracoles sacados de sus cáscaras y quitadas las tripas, y fríanse en azeite de lirio cárdeno o de laurel, y después de bien fritos y que el azeite hoviere tomado la virtud dellos, estando tibio echen dos o tres gotas a la ave por el gaznate o garganchón por donde las aves alientan.

Otra medicina muy buena para la asma. Tomen bolarméñico preparado y muélanlo, y tomen dello tanto como cabría en una avellana, y desháganlo en agua de llantén, y pónganlo en estentino de gallina, y por la mañana, antes que coma, láncenselo por la garganta, y no le den de comer en aquellas dos horas.

Las medicinas que se han de dar con la vianda quando el ave comiere

Todas las medicinas que arriba he escrito se han de dar a la ave luego por la mañana, y dende a dos o tres horas se le ha de dar de comer dándole muy pequeño papo, porque con esta enfermedad gastan muy poco las aves; y sea de buenas viandas, ligeras y fáciles de digerir o gastar, assí como gorriones, palominos, y palomas, y tórtolas, y ahun la liebre y conejo nuevos en esta enfermedad son buenos. Paulo Aegineta afirma que la sangre de la lechuza es una de las mejores cosas que se pueden dar para la asma, y con la vianda se le darán las medicinas y cosas siguientes.

Tómese azeite de almendras dulces y açúcar candi y mójese en ello la vianda, pero el azeite sea rezién sacado, y en ninguna manera sea rancio porque haría más daño que provecho.

Otra medicina. Sáquese çumo de hinojo y déxenlo clarificar, y tomen de lo clarificado y añádanle açúcar candi, y mójenle en ello la vianda. Y no teniendo çumo tómese agua destillada de hinojo.

Otra muy singular y probada. Saquen çumo de verças negrillas, y si fueren sin trasponer serán mejores, y déxenlo clarificar, y deste çumo clarificado se tomen tres partes, y de azeite de almendras dulces una parte, y mézclese, y mójenle en ello la vianda, y ahun no haviendo azeite de almendras se puede tomar en su lugar azeite de olivas, que con ello curé yo un gavilán que tenía huérfago. O hágase desta manera, y será mejor: Sáquese çumo de verças negrillas y cueza a huego manso hasta que buelva a la metad, y quítenle toda la espuma que hiziere quando coziere, y déxese reposar y assentar, y el assiento se eche a mal, y de lo claro tomen tres partes, y de azeite de almendras dulces rezién sacado una parte, y añádanle açúcar candi, y mojen en ello la vianda.

Lo mismo se puede hazer poniendo en lugar del çumo de verças çumo de ortigas, o de escabiosa, dexándolo siempre assentar y clarificar, y tomando de lo clarificado.

Otra muy singular. Hágase lexía como arriba se ha mostrado y mézclese con miel, y mójenle en ello la vianda, y ahun sóla la lexía es muy singular, y no menos mezclada con azeite de almendras. Y si sacaren agua de miel destillándola por alambique o alquitara, y la mezclaren con la lexía es muy excellente.

Item, es muy buena la manteca de vacas fresca mezclada con pescueços de alguna ave muy picados. Y si la manteca no fuere fresca, lávenla con muy muchas aguas hasta que no le quede rancio alguno.

La simiente de ortigas entera mezclada con la vianda es muy singular, y lo mismo la simiente del nastuerço.

Otra medicina muy mucho buena. Tomen los caracoles y con un punzón píquenlos muy bien y déxenlos escurrir aquella agua como bava que les caerá y mojen en ella la vianda. O pónganlos en alquitara o alambique, y saquen agua dellos y mojen en ella la vianda; y hazer el papo a la ave de los mismos caracoles, picándolos y dándolos como arriba se ha mostrado es muy singular cosa para esta enfermedad, pero después que haya gastado el papo de los caracoles denle otra buena vianda.

Suelen tener las aves que padecen esta enfermedad tan gran quexo que se les seca la lengua como un palo. En tal caso es bueno echar en remojo la zaragatona entera en grano en agua de borrajas o de hinojo hasta que se haga bava, y en aquella bava mojarles la vianda.

Las medicinas que se han de dar a la noche

Después que hovieren dado a la ave las medicinas que arriba se han dicho en los dos días primeros, podránla purgar al tercero día desta manera: Tomen de agárico dos partes, azívar cicotrino una parte, trociscos de alandahal otra parte, y muélanse y amassen estos polvos con una poquita de cebolla albarrana assada al fuego no más de quanto sea menester para amassar la píldora. O con lohoc squillitico hagan una píldora tan grande como una buena arveja, la qual se dará a la noche después que no tuviere papo. Tanbién se pueden dar estos polvos en polvo sin hazer píldora dellos cubriéndolos con carne como está mostrado. Otros polvos muy buenos: Tómese de agárico tres partes, trosciscos de alandahal, rasuras de cuba quemadas, y açufre y goma armoniaque de cada uno una parte y muélanse; y si los quisieren dar en píldora amássenlos con cebolla alabarrana assada o con lohoc squillitico o con manteca de vacas o con cañafístola, y si los quisieren dar en polvo denlos cubiertos con carne como se ha dicho.

Otros polvos muy singulares: Tomen agárico y almástica de cada uno tres partes, raíz de lirio cárdeno fresca, simiente de ortigas menores de cada uno una parte, turbit cinco partes, gerapliga del galleno quatro partes, trosciscos de alandahal, goma armoniaque de cada uno dos partes, mirra una parte, muélanse y mézclense y dense en píldora o polvos como se ha dicho.

Si el caçador viere que la ave va en muy grande peligro púrguela con çumo seco de cogombrillo amargo porque, ahunque es venenosíssimo, tiene grande poder en arrancar y purgar la materia viscosa del pecho y pulmón, y como muchas vezes tengo dicho por auctoridad de Ipocras, a las últimas enfermedades últimos remedios se han de buscar, pero este çumo se ha de dar preparado en esta manera: Tomen el çumo espesso del cogombrillo en los días caniculares, y póngase a secar al sol, echando a mal una agua clara que sale encima dél porque quede sólo lo espesso y residencia del çumo, y después que estuviere seco tómese dél una onça, y debdellio una drama, almástica media drama, sal gema dos escrúpulos, y encorpórese todo muy bien y guárdese, y quando huviere necessidad de darlo hágase una pildorilla no mayor que un grano pequeño de pimienta amassándola con una poquita de manteca de vacas, la que bastare, y désele que grandíssimo poder tiene para esta enfermedad, y yo oso afirmar que en hombres y mugeres que padecen enfermedades de idropesía es cosa admirable el efecto que haze; y no teniendo este çumo de cogombrillo amargo désele esta píldora, que tanbién es rigurosa y poderosa en este caso: Tomen de la pasta de las píldoras de euforbio del Mesué peso de cinco granos de trigo no más, y hagan una pildorilla y láncensela por la garganta.

Item, estando ahún la ave con buen subjecto y semblante, y no debilitada ni entristecida, podríasele dar uno destos curalles a la noche porque tienen mucha virtud para esta enfermedad: Tomen brotes tiernos o hojas de ruda y enbuélvanlos en una hoja de verça o en una poca de estopa mojada, y ássense un poco debaxo de rescaldo, y con estas hojas hagan un curalle no muy grande, mézclandole una poquita de goma armoniaque molida quanto un grano de pimienta y cúbrase con unas betas de estopa y désele. O hágase desta manera: Tomen hojas de ruda y poleo y orégano de cada uno una parte, y de armoniaco media parte; y el ajo assado es muy bueno para el mesmo efecto, y las hojas de la escabiosa assadas un poco como se ha dicho. Pero si la ave estuviere derribada no se ha de dar curalle porque no lo podría hazer ni lançar.

Un caçador viejo y experimentado en la caça me dixo que tenía muy probado esto: Dende a dos o tres días que hayan dado a la ave medicinas que ablanden, tomar una pluma de lechuza, que sea de la cola, y mojarla un poco en azeite de almendras o de laurel y metérsela por el garganchillo, que es por donde alientan, hasta el pecho, y traerla alrededor un poquito con los dos dedos, y sacarla y alimpiarla de la suziedad que sacare, y tornársela a meter y hazer lo mismo, y certificóme que con esto curó muchas ave, pero es menester hazerlo con liberalidad porque no ahoguen la ave. Joan de Safagún escrivió a este propósito que tomen un lagarto vivo, y teniéndole con un paño de manera que no pueda morder, metan la cola del lagarto por la garganta de la ave, y que como el lagarto traerá meneando la cola le alimpiará toda la suziedad que alcançare. Paréceme cosa fuera de razón.

Tengan siempre la ave en parte caliente, y en todo el tiempo que estuviere doliente no le den de bever si no fuesse agua destillada desta manera: Tomen raízes verdes de regaliz, y cortezas de raízes de malavavisco, y hojas de malvas, orégano, isopo, y pimpinela, y escabiosa y sáquese agua por alquitara o alambique, y échesele açúcar candi molido y dé un hervor porque se encorpore, y pruévesele a dar de bever della en una taça, que si la beviere hazerle ha grande provecho, y ahun para mojar la vianda en ella es muy buena.

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CAPÍTULO XXVIII

De las aves que de su nacimiento son cortas de aliento

ALGUNAS aves hay que de su nacimiento salen cortas de aliento por tener pequeñas ventanas para espirar o por otra causa, y ésta es grande falta, especialmente para halcones que han de subir en altanería, que se vienen luego ahogar de falta de aliento. Lo que en tal caso se deve hazer es esto: Lábrenle las ventanas de las narizes con un cuchillo tirándole de la cera que tiene en ellas muy sotilmente hasta que le saquen sangre, y desque ésta le saliere tomen un poco de algodón y pónganselo allí que luego cessará; y si no quisiere cessar mojarán el algodón en el çumo de la yerva que llaman bursa pastoris y con esto cessará. Algunos caçadores labran con fuego las ventanas a las aves que tienen esta falta, pero es cosa muy peligrosa porque como el fuego crece cada día y abre más de lo que se abrió, vienen las aves a perder los picos por esta causa, por lo qual me parece que no se deven de labrar las ventanas con fuego sino con cuchillo.

Assimismo aprovecha mucho darles en la vianda cosas que alargan el aliento, assí como es el açafrán y el estiércol seco de hombre molido, y las orinas de hombre moço que sea sano, y los cominos remojados en vinagre y después secados a la sombra y molidos.

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CAPÍTULO XXIX

De las aves que se secan y van consumiendo y deshaziendo de sus carnes por estar thísicas o éthicas o por humores corruptos

POR muchas causas se vienen a secar y consumir las aves poco a poco, de tal manera que ahunque les den mucho de comer no se les parece ni engordan. La una es por estar thísicas. La otra es por estar éthicas. La otra es por estar hidrópicas. La otra es por tener lombrizes o filandrias. La otra es por tener fiebre o calentura. La otra es por hazerles passar sin papo toda la noche en el invierno, que como la noche es larga y haze grandes fríos y no tienen que gastar en el buche, gastan el humor sustancial y radical y gástaseles la virtud, y esto mismo acaece quando en el mismo tiempo del invierno las trahen en la caça todo el día sin comer esperando de bolar.

La thísica es una dolençia de sequedad que viene de una fiebre éthica que consume el húmido radical que da nutrimento al cuerpo, la qual fiebre se causa por estar llagado el pulmón, lo qual procede de muchas causas, pero principalmente del humor que destilla de la cabeça, y gotea sobre el pulmón y le llaga y agujera, y de salir y manar sangre del pulmón, y tanbién de haver mucha flegma y materia en el pecho y en el mesmo pulmón, y esta enfermedad es mortal e incurable porque como quiera que al principio della fuesse possible curarse, pero como en una ave no se pueda conocer assí como se conocería en una persona racional, no se puede proveher de aquellos remedios que se proveherían conociéndose la enfermedad con tienpo.

La éthica es una fiebre continua y lenta metida y apegada en los mienbros radicales, que gasta y consume todo el cuerpo y los humores sustanciales que le dan nutrimento, la qual se causa en las aves de haverlas travajado mucho en la caça, o de humores malos y corruptos que tienen en el cuerpo o por inflamación de los spíritus por haverlas tenido al sol rezio y fuerte, o de haverles dado malas viandas o muy calientes que les encienden en tanta manera la sangre que les causa aquella fiebre lenta.

De la hidropesía abaxo hablaré en su capítulo, y tanbién de las lombrizes y filandrias; y estas enfermedades de hidropesía y lombrizes y filandrias puédense conocer en la ave, pero la thísica y éthica, y ahun tanbién la fiebre, dificultosas son de conocer, ahunque no se dexan de escrevir algunos señales para ello, y para la thísica se escriven éstos: Enflaquécense las aves y vanse deshaziendo de sus carnes poco a poco y no medran ni engordan por mucho que coman; métenseles los ojos adentro; tienen las alas colgadas y la pluma como soslevantada y no apretada; tullen amarillo y azeitoso, y ahunque algunas vezes tullen verde con lo amarillo siempre está por arriba como azeitoso, y en lo amarillo suele haver algunas venas vermejas, y quando tullen amarillo puro son mortales; tienen siempre sed y árdenles las manos y están tristes, y suelen algunas vezes regitar la vianda, pero la más cierta señal de todas para conocer que es thísica quando la ave se desseca es quando primero tuvo huérfago y asma, porque destas enfermedades salta en la thísica, y estos mismos señales son los de la éthica, salvo que en la éthica no precedió primero el huérfago ni asma, y comen de buena gana ahunque, como dixe, no medran. Pues luego que el caçador viere que su ave se va consumiendo y dessecando y no le aprovecha lo que come hágase esto: Visítela si tiene entre las piernas aquella hinchazón de agua que escrivo en el capítulo de la hidropesía, y mírele si tiene hinchados los çancos y manos, y si le hallare por estos señales ser hidrópica cúrela con las medicinas y remedios que en el dicho capítulo escrivo. Y si esto no fuere, reconózcala bien si tiene lombrizes o filandrias por los señales que escrivo en su capítulo, y si las tuviere cúrela con las medicinas que en él escrivo. Y no haviendo sospecha que esta sequedad sea de hidropesía ni de filandrias o lombrizes, cúrese con las medicinas que escreviré para la thísica o para la éthica y fiebre, y en esto se haga sóla aquella diferencia que arriba dixe, si la ave tuvo o no tuvo primero las dolencias de huérfago y asma, porque si las tuvo sin duda es thísica, y en este caso cúrese desta manera:

Los caracoles tienen grande propriedad en esta enfermedad porque dessecan las llagas del pulmón, humedecen el cuerpo y dan grande sustancia y confortan el pulmón y el hígado. Éstos se han de dar de una de dos maneras: La una es sacar los caracoles de sus cáscaras y quitarles las puntas de las tripas y echarlas a mal, y lo resto picarlo muy menudo y mezclarlo con açúcar candi, y coger la ave y hazerle el papo dello, y en acabándolo de gastar darle una pierna de gallina o otra buena vianda; la otra es poner los caracoles, después de sacados de sus cáscaras y quitadas las tripas, en una redoma y sacar destillado dellos dentro de una caldera de agua al fuego, o sacando la agua dellos por alambique o alquitara, y desta agua o destillado puesta en estentino de gallina darán a la ave en la mañana antes que coma, y a la tarde antes que cene, que sin duda ninguna se restaurará la ave en pocos días con esto. Tanbién es muy buena la leche, pero no se ha de dar con la vianda como lo hazen los caçadores, porque se corrompe luego y haze más daño que provecho, sino puesta en estentino y quando se le diere no se le ha de dar de comer de aquellas dos horas.

Item, le darán muchas vezes açúcar candi de xarave rosado echándoselo por la garganta no teniendo papo. O hagan açúcar rosado desta manera: En el tiempo de las rosas saquen çumo dellas, y en una libra de açúcar blanco molido hagan enbever media libra de çumo teniéndolo al sol y cebándolo poco a poco de manera que luego que se secare le tornen a cebar con el çumo hasta que todo sea enbevido. Ésta es una de las mejores cosas que se puede dar en esta enfermedad.

Tanbién es muy bueno el açúcar candi violado, y el çumo del isopo y su cozimiento, y la lexía de carrasca es maravillosa, y la agua de llantén con las rasuras de cuba quemadas o con bolarméñico mojándole en ello la vianda, y el açufre molido dado en la vianda o mezclado con manteca de vacas, y hecho un bocado y dado no teniendo papo, porque todas estas cosas alimpian y dessecan las llagas del pulmón.

Item, el pulmón de raposa es alabado por todos los doctores por una de las mejores cosas que se pueden dar para confortar el pulmón, y es mejor seco y hecho polvos y dado en la vianda, pero tanbién es bueno dado a comer fresco y caliente como sale del cuerpo de la raposa, y después déste el pulmón del erizo. Y la sangre del cabrito caliente como sale es maravillosa. Y la agua de la pinpinella es muy singular.

La cura de la éthica ha de ser con cosas que enfríen y humedezcan. Tomen las pepitas de calabaças o de pepinos o melones, y cogombros, y pónganse a remojar en agua de endivia, y después que estén ya hinchadas sáquenlas y quítenles los hollejos, y májenlas y saquen leche dellas con agua de endivia, y puesta en estentino la den a la ave y mójenle en ella la vianda.

Assimismo es muy buena medicina la cortezilla o la bavaza de la zaragatona mezclada con alquitira y con la leche de las pepitas que arriba dixe. O hágase desta manera: Póngase a remojar la zaragatona en agua de pinpinella y sáquese la bavaza, y póngase a remojar la alquitira en agua de pinpinella, y después mézclese la bavaza con la alquitira, y añádase açúcar blanco muy refinado y dense algunos papos a la ave mojando muy bien la vianda en esta medicina. Item, es buena la leche dándola como arriba he dicho, y no de otra manera. Item, los caracoles y la agua destillada dellos en la manera que se ha dicho son muy excellentes. Item, las tartugas y galápagos y las culebras, sacando agua dellos por alambique, y las gallinas engordadas con el trigo cozido con culebras, haziéndolo por la orden que se mostró en el libro primero en el capítulo veinte y siete, «De las ayudas que se dan a los açores para que muden más presto». Item, es muy singular cosa el azeite de almendras dulces, y no menos el azeite de avellanas y el de alegría, porque estos azeites engordan muy mucho y humedecen el cuerpo que se va secando. Los caçadores acostumbran dar en esta enfermedad a sus aves el tocino gordo sacado de la parte de dentro del tocino donde no llegó la sal, raspándolo con un cuchillo y lavándolo muy bien en agua, y si la agua fuere de pinpinella o de escabiosa o de borrajas será mejor, y háse de dar mezclado con la vianda. Y tanbién es buena la manteca de vacas y el azeite común. Den de comer a la ave solomos de carnero o de puerco o de ternera, y denle en la vianda yemas de huevos assados un poco, y que vayan calientes y claras. Y si el caçador viesse que todavía la ave está flaca y no medra ni engorda, y que no viene de estar thísica, ni éthica, sino de algunos malos humores que tiene en el buche, púrguenla con los polvos de la yera simple del Galleno, y con agárico por la orden que escreví en el seteno capítulo deste libro.

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CAPÍTULO XXX

De la ave que tiene fiebre

DIFICULTOSA cosa parece poderse conocer la fiebre en una ave, ahunque se ha de creer que tanbién se causa en ellas como en todos los otros animales. Pero dize Crescentino en el libro que escrivió de los gavilanes, açores, halcones y esmerejones que todas estas aves suelen adolecer de fiebre, y que se les suele causar de inflamación de los spíritus por haverlos tenido mucho a los fuertes rayos del sol, y tanbién de haverlos travajado mucho, y de humores que tienen corrompidos en alguna parte de sus cuerpos, y dize que se les conoce en que están tristes y les arden mucho las manos. Otros caçadores dizen que demás destos señales hay otros para conocer esta enfermedad, y son éstos: Dizen que tienen las manos cárdenas y les arden, y tienen los ojos cárdenos y demudados.

Cúrese desta manera: Denles de comer pollos de gallina y algunos páxaros pequeños con tal que no sean gorriones porque éstos son muy calientes y harían daño. Denles en la vianda de la leche sacada de las pepitas de calabaças o melones o pepinos, como se dixo para la éthica. Item, tomarán zaragatona y remojarla han una noche en una poca de agua de pinpinella o de endivia, y tomarán aquella bavaza que saldrá della, y quitarán y echarán a mal los granillos que tiene dentro y mojaránle la vianda en aquella bavaza, y lo mismo podrán hazer con esta bavaza y la alquitira y açúcar como he dicho arriba en la cura de la éthica. Otrossí le mojarán la vianda en el çumo de la pinpinella o en la agua que se destilla della, o en agua de endivia o en estas dos aguas juntamente. Item, es singular remedio mojarle la vianda en clara de huevo bien batida con zaragatona en grano.

Otra medicina: Tomarán el çumo de la lechuga, y agua rosada, y agua de endivia y mójenle la vianda en ello. Y tendrán la ave en lugar que esté fresco y obscuro, y cubrirán la alcándara en que la pusieren con paños de lino mojados con las agua o çumos de las yervas que arriba he dicho.

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CAPÍTULO XXXI

De las plumas y curalles viejos y huessos que se quedan en el buche

EN el primer libro, en el capítulo dizinueve, dixe que el caçador deve poner su ave en lugar limpio por dos respectos: El uno para que vea bien las tulliduras que haze; el otro para que en la mañana se pueda hallar y ver si hizo o no hizo el curalle, porque acaece muchas vezes que como duermen en lugar suzio y donde no se puede ver y como passa la hora que otras vezes lo hizo, atrévese el caçador a darle de comer creyendo que ya lo ha hecho. Otros caçadores son tan descuidados que no curan de mirar si su ave hizo el curalle o no lo hizo y danle de comer. Otros dan tanta pluma o estopa que, como recoje y enbeve en sí toda la agua y flegma del buche, hínchase y no lo puede lançar la ave. Otros son tan codiciosos que si la ave tarda en hazer el curalle, y se les passa la hora de bolar, no curan de aguardar a que lo haga, sino que buelan con ella, ahunque pocas vezes bolarán de buena gana no haviendo hecho el curalle, y danle a la noche otro curalle pensando que con aquél lançará el otro, y assí cargan curalle sobre curalle hasta que le hinchen el buche de curalles y plumas. Otras vezes dan o dexan comer huessos tan grandes que las aves no los pueden gastar, y quédanseles en el buche de lo qual viene la ave a morir. Pero antes que diga el remedio para los curalles viejos y huessos, quiero dezir cómo harán hazer presto el curalle a la ave quando se tardare a hazerlo y quisieren que lo haga sin alterarla, y que puedan luego bolar con ella.

Tomen un grano de encienso tan grande como una avellana por romper y métanselo por la garganta abaxo, y en espacio de un quarto de hora y ahun antes lo hará; y ahun más digo, que siendo el curalle de pluma he yo visto hazérselo echar por baxo en la tullidura. Otra medicina: Tomen la raíz de la celidonia y alímpienla y mójenla en azeite, y cojan la ave y láncensela por la garganta que luego echará el curalle. Otra: Tomen cinco o seis granos de trigo y láncenselos por la garganta. Otra: Láncenle dos pedrezillas guijas tan grandes como garvanços o poco mayores. Otra: Tomen una hava y pónganla a remojar en azeite y láncensela por la garganta. Otra: Tomen de lo gordo del tocino de lo de dentro que no tiene sal, y rállenlo, y lávenlo con muchas aguas hasta que no le quede sabor de sal, y con pimienta molida y una poca de sal hagan un bocado como una haba o como una avellana y láncenselo por la garganta; y lo mismo pueden hazer con el unto o enxundia del puerco lavándola como se ha dicho. Si con ninguna destas cosas no quisiesse hazer el curalle, denle qualquier de las medicinas que aquí diré, que luego lo hará: Tomen tres partes de oruga y una de mostaça, y una poca de sal molida con una poca de miel rosada, hagan dos bocados tan grandes cada uno como una avellana por romper y láncenselos, que sin ninguna duda se lo hará lançar. Otra: Tomen tanto azívar cicotrino como un garvanço y láncenselo por la garganta. Otra: Tomen una píldora de las de la yera simple y láncensela. Pero miren que con qualquier de las cosas que he dicho que den a la ave para hazerle lançar el curalle podrán bolar luego con ella, salvo si le dieren azívar o la píldora de la yera simple, que entonces deven dexar passar una hora o más porque la amargura del azívar resavia por un buen rato la ave.

Si por caso acaeciesse haver dado a la ave el encienso o los granos del trigo, y las piedras guijas, y la hava, y se hoviere quedado con todo ello sin tornalas a lançar ni hazer el curalle, lo que yo dudaría, denle la oruga y mostaça y miel que esto se lo hará lançar todo, y lo mismo hará la píldora de la yera simple y tanbién el azívar.

Si por caso la ave no pudiere hazer el curalle, por havérselo dado muy grande y havérsele hinchado con agua o flegma que ha enbevido en sí en el buche, lo qual conocerán en que lo quiere lançar y no puede, déxenlo estar assí un día sin comer para que se consuman los humores que están dentro dél, y se apriete y lo pueda lançar, y échenle unas gotas de azeite por la garganta abaxo, porque saldrá mejor; pero yo digo que con qualquier de las tres medicinas postreras que he dicho lo lançará, y especialmente con la oruga y mostaça.

Pero si la ave tuviere en el buche curalles viejos o huessos conocérselo han en que está triste y espeluznada y no come como solía, y se debate muy floxamente, hiédele la boca y el aliento, y tocándole la overa, allí donde tiene el buche se le suele muchas vezes conocer que lo tiene duro. La cura será ésta: Si el caçador supiere o sospechare que el curalle que tiene su ave es de estopa o de paño de lino denle qualquier medicina destas: Tome los dos bocados de oruga, y mostaça, y miel rosada, y una poca de sal molida hechos en la manera que arriba he dicho, y por la mañana antes que coma la ave o a la tarde no teniendo papo, coja la ave y lánceselos por la garganta, y póngala sobre una tabla o una piedra llana, y déxela estar assí hasta que torne a lançar aquellos bocados, que con ellos lançará sin duda ninguna qualquier curalle viejo o huesso que tenga en el buche, ahunque sea de mucho tiempo, y qualquier plumas que estén apegadas al buche.

Otra medicina: Tomen una píldora de las de assajaret o de las que se hazen con los polvos de la yera simple del Galleno o de las elefanginas o de las masticinas del Conciliador, y sea la píldora tan grande como un garvanço, y enbuélvanla en un corezuelo de gallina o de otra ave, y a la noche quando la ave no tenga papo láncensela por la garganta, y denle tres o quatro picadas sobre ella, porque no la buelva, y pondrán la ave en parte limpia donde se pueda ver y hallar el curalle que lançare, que con qualquier destas píldoras lo lançará; y lo mismo hará si tuviere algunos huessos, y yo lo vi esto en un açor que me truxeron para curar, el qual estava tan malo que se tenía por muerto, y no se sabía la enfermedad que tenía, y dile a la tarde una píldora de assajaret, y a la mañana lançó muchos huessos de ancas de palomas y luego estuvo bueno. Dende a media hora que haya lançado el curalle o huessos, tomen de las tabletas de aromático rosado, tanta quantidad como una grande hava, y háganlo dos o tres pedacillos, y láncenselo por la garganta, y échenle tras dello un trago de buen vino blanco o de agua de yervabuena, y dende a una hora o dos denle de comer de buena vianda ligera y caliente, assí como gorrión o palomino, y denle con ella especias aromáticas para ayudarle a digerir, y para confortarle la virtud digestiva del buche, porque entonces está muy flaco y debilitado.

Y las especias que tienen excellente propriedad y se han de dar, assí en esta enfermedad como en todas las otras que escriviré del buche, pondré aquí porque no haya necessidad de repetirlas en cada capítulo. Tomen canela y nuez noscada de cada una dos partes, clavos de especia, macis, spicanardi, galange, cálamo aromático, gengibre y cardamomo mayor de cada uno una parte, muélase cada cosa por sí y mézclense; y no teniendo todas estas especias tomen al menos éstas: canela dos partes, nuez noscada, gengibre, clavos y spicanardi; y no pudiéndose haver todas éstas, tómese la canela con clavos o con nuez noscada o con galangal, que buena operación harán. Estas especias se han de dar en la vianda de una de dos maneras, y la una y mejor es ésta: cuézanse en buen vino blanco odorífero o en su lugar en agua de yervabuena dando dos o tres hervores, y estando tibio mójenle en ello la vianda, y porque la ave no sienta tanto el picante de las especias puédenlas poner para cozerlas en un trapillo de lino delgado que estén floxas, y poner el trapillo dentro del vino o agua y que cuezan hasta que tomen bien la virtud de las especias, y prímanlas después muy bien, pero si la ave las quisiere llevar mezcladas con el vino o agua es mejor. La otra manera es ponerlas dentro de una poca de carne por la orden que se mostró en el capítulo sexto deste tercero libro. Y no dexen de dar a las aves estas especias en aquellos dos o tres días siempre que le dieren de comer. Y si se las dieren una hora o dos antes que la ave coma en la manera que agora diré, harán muy maravillosa operación en restaurar y confortar el buche y la virtud digestiva: Tomen las especias muy molidas y hagan dellas unas pelotillas como píldoras tan grandes como garvanços, y el amassarlas ha de ser con xarabe de yervabuena o con alquitira remojada un día y una noche en agua de yervabuena, y póngase a secar, y después de secas se guarden, y por las mañanas, como he dicho, le echarán por la garganta dos o tres déstas, y tras dello un trago de buen vino blanco o de agua de yervabuena, y passe una hora antes que le den de comer. Y no teniendo a mano estas especias pueden en su lugar tomar de las tabletas de aromático rosado, o de las de diagalanga, o de las de diambra que son excellentes, dándole dellas tanto como una hava en dos o tres pedacillos, y sólo el galangal amassado como se ha dicho es maravilloso; y los granos de pimienta enteros y sin moler son muy singulares echándole dos o tres dellos porque la pimienta tragada entera conforta el estómago y no daña el hígado con su mucha agudeza y calor.

Y téngase por regla general que en ninguna manera se dé curalle, ni de pluma ni de estopa, a ave que haya tenido curalle viejo, o remanecido con papo, o que regite la vianda, o haya tenido fastío o ahitamiento, o haya tenido debilitación y flaqueza en el buche hasta que ya esté sana y bien rezia, porque la matarían.

Los caçadores curan estas plumas viejas dando a la ave dos mañanas manteca de vaca fresca, y si no lo fuere sea lavada hasta que se le quite el rancio, porque con ella dizen que se ablandan las durezas del buche, y se desapegan las plumas dél, y al otro día le dan la bolsa de cenisa que escreví en el seteno capitulo deste libro en la dezena recepta. Otros dan cañafístola preparada, y manteca de vacas fresca o lavada partes iguales, y açúcar candi, y al otro día dan la vianda mojada con miel y azeite dulce o en lexía y azeite, y al otro día dan un coraçón de carnero desvenado y mezclado con zaragatona, y todo esto es bueno, pero mucho mejor es lo que arriba he dicho.

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CAPÍTULO XXXII

De la ave que remanece con papo

POR una de tres cosas suelen remanecer las aves con papo: La una es por tener algún curalle viejo o alguna pluma o huessos en el buche; la otra es por estar dolientes y no tener rezia la virtud para digerir la vianda; la otra es por darles muy grandes papos a las noches, y esto postrero suele acaecer en dos maneras: La una es quando pensando engordarlas o subirlas o por descuido les dan mucho de cenar; y la otra es quando los caçadores ceban las aves azia la tarde que so color de que su ave lo hizo muy bien la dexan comer hasta que no quiere o no puede más, y ahunque esto postrero es menos peligroso y más sufridero, todavía lo condeno por malo, porque qualquier grande papo que se da a la noche a la ave y remanece con él, le enflaquece y debilita la virtud digestiva, y ahun es opinión de los que han escrito que desto suele quedar tan rezio fastío o enfadamiento a la ave que aborrece después el buelo de la presión en que la hartaron. Si el caçador quisiere hazer plazer a su ave sin hazerle este daño, sea dándole esta cevadura muy temprano de manera que, por mucho que coma, tenga tiempo para poder bien gastar el papo para la mañana por muy grande que sea, y desta manera no solamente no le hará daño pero muy grande beneficio; y quando lo hiziere, si el papo fuere desordenado pongan la ave al sereno aquella noche o le dexe en el campo si no fuere en lo rezio del invierno quando haze muy rigurosos fríos, porque con esto lo gastará mejor.

Pues quando la ave remaneciere con papo por haverle dado mucho de cenar la noche de antes, cójanla y láncenle por la garganta dos granos de açúcar candi tan grande cada uno como una hava o como una avellana, y pónganla en una cámara muy escura donde no vea claridad y déxenla en ella hasta que haya acabado de gastar, y esse día no le den de comer cosa ninguna. O mezclen el açúcar candi con orégano seco y muy molido y passado por cedaço, y con una poquita de agua de assensios o de yervabuena deshecho en ella un poco de açúcar se haga una pelotilla o bocado de sólo açúcar candi y orégano y se le lance, porque ninguna medicina hay que tanto ayude a digerir y poner hambre como el orégano y açúcar candi; y al otro día seguiente por la mañana tórnenle a lançar otro tanto como le dieron el día de antes, y dende a dos horas después que se lo hayan dado denle de comer de un coraçón de carnero o de otra vianda buena y ligera, y denle en ella de las especias que he dicho en el precedente capítulo.

Y si la ave remaneciere con papo por haverle dexado comer o dádoselo cevándola en el campo, pónganla en una cámara escura hasta que acabe de gastar, y si quisieren lançarle açúcar candi, como arriba he dicho, no le hará daño sino provecho, especialmente se lo deven dar si quisieren ir a bolar al otro día, y si le dieren el açúcar candi y no hovieren de bolar al otro día, bien pueden darle a la noche un poco de comer para que passe la noche, pero no sea mucho, y no dexen esse día de provarle la agua si le dieren açúcar candi.

Pero si la ave remaneciere con mucho papo y conocieren que es por debilitación y flaqueza de que no pudo gastar o por dolencia, cójanla y atraviéssenle una seda de cavallo o rocín por la boca, por debaxo de la lengua, y átensela al colodrillo, y con esto regitará todo lo que tuviere en el papo. Y si con esto no lo regitare, láncenle por la garganta un bocado hecho de la oruga y mostaça y miel como dixe en el capítulo precedente, y si no la tuvieren sea una poca de gerapliga, y si no la tuvieren sea una poca de pimienta molida, que con qualquier destas cosas lo regitará. Y si con esto no lo regitase, tomen un coraçón de rana y átenle un hilo larguillo y láncenle a la ave el coraçón por la garganta de manera que el cabo del hilo quede fuera, y téngalo assí un poco, y después tirarán del hilo poco a poco, y con esto lo regitará. Y si no lo regitasse con ninguna destas cosas, sáquenselo con una pluma metiéndosela dentro y retorciendo y sacándola afuera. Pero López de Ayala escrive que se lo saquen con los dedos, pero yo por mejor tengo que sea con pluma. A mugeres he visto yo abrir el papo a la gallina con un cuchillo y sacarle todo lo que tenía dentro del papo, y después tornárselo a coser y curar muy bien la gallina. Después que hoviere regitado, láncenle un grano de açúcar candi tan grande como una avellana, y otro tanto de las tabletas de aromático rosado, y tras dello un trago de vino blanco odorífero o de agua de yervabuena, y déxenla estar assí hasta la noche, y a la noche denle muy poquito de comer, y sea, si ser pudiere, un gorrión o una tetilla de palomino o de tórtola o media pierna de gallina. E porque, como arriba he dicho, deste remanecer con papo se les derriba o debilita la virtud digestiva del buche, es menester restaurar y confortárselo, y con ninguna cosa se lo restaurarán y confortarán mejor que con esto: Tómense assensios verdes y yervabuena, y májense un poco, y después se tomen canela, nuez noscada, clavos, macias, galangal, gengibre, cálamo aromático, granos de paraíso, spicanardi, lignáloes, rosas, almástica partes iguales y muélanse y échense dentro de una redoma, y échesele dentro agua ardente muy fina, la quantidad que sea menester para que las cosas susodichas se remojen bien de manera que haya dos tanta agua ardente, y atápese muy bien y póngase en un estercolero muy caliente con tal que el cuello quede fuera, y esté alli siete o ocho días, y después se cuele y se guarde para quando fuere menester, ahunque haviendo necessidad podrán usar della haviendo estado una noche o poniendo la redoma al fuego dentro de una caldera de agua, y que herviendo la agua de la caldera yerva tanbién la agua ardente de la redoma un poco, y teniendo esta agua ardente aparejada enbuelvan la ave en una toalla y mojen un pañico de lino doblado en la agua ardente y lávenle con él el buche muy bien, y después pónganselo sobre él, y luego sobre este paño otro paño doblado de lino muy caliente y ténganlo assí hasta que el pañico mojado esté casi enxuto, y luego lo tornen otra vez a mojar, y poner de la misma manera hasta que passe un ratillo, y que vean que la virtud de la agua ardente y de las especias ha passado y penetrado muy bien al buche. Después suelten la ave y rocíenle el rostro con buen vino blanco, y dende a una hora denle de comer con las especias y de la manera que en el capítulo antes deste se ha dicho, y denle por las mañanas una hora antes que coma las dichas especias hechas pelotillas como en el dicho capítulo se ha mostrado, o de las tabletas de aromático rosado o de diagalanga o de diambra o sólo el galangal o los granos de pimienta como allí se ha dicho. Y mójenle la vianda algunas vezes en çumo de yervabuena que es maravilloso porque conforta el buche. Y a las noches en lugar de curalle denle una pelotilla de las especias echándosela por la garganta y dándole de comer sobrella. Y guárdense de darle curalle alguno en aquellos días hasta que la ave esté rezia y gaste bien, y antes de darle curalle de estopa o de pluma denle primero uno que sea fecho desta manera: Tomen hojas de yervabuena que esté cogida de tres o quatro días, porque se enxuguen de la humedad que tienen, y macháquenlas un poco, y mezclen con ellas algunas de las especias que se han dicho, y cúbranlo todo con una poca de estopa y después con carne y dénselo, y si no lo quisiere llevar cojan la ave y láncenselo y denle sobre él de comer.

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CAPÍTULO XXXIII

De la ave que regita la vianda

DE muchas causas vienen las aves a perder la virtud y calor del buche y no poder gastar ni digerir la vianda y regitarla. La una es por tener alguna pluma o curalle o huesso en el buche. Yo huve un gavilán muy pollito que ahún no se le vehía ninguna pluma negra, y teníale sobre unos yezgos verdes y dende a pocos días que lo huve començó a regitar la vianda, y siempre tenía buena gana de comer, y desbuchélo con oruga y mostaça y miel rosada y lançó del buche unas hojas verdes de yezgos arrolladas como un curalle que las deviera haver comido a mezcla de algunos bocados de carne, y luego después que lançó estas hojas estuvo muy alegre y muy bueno. La otra es por tener el buche lleno de humores corruptos engendrados de haverles alcançado un papo a otro antes que se acabasse de gastar y digerir, en lo qual se engañan muchos caçadores que, quando veen que su ave ha passado el papo al buche, danle de comer luego creyendo que ya lo ha gastado, no siendo ello assí, porque después que lo baxan al buche allí lo han de gastar y digerir muy bien para que la ave reciba perfecto nutrimento de la sustancia y liquor que sale de la vianda. La otra es por darles muy grandes papos a las noches que ponen en mucho travajo a la ave para gastarlo, y ya que como he dicho en la mañana lo hayan passado del papo al buche no lo havrán acabado de digerir, y danles luego por la mañana de comer y debilítanles con esto la virtud digestiva. La otra es por darles alguna vianda muy gorda, así como es la codorniz quando está muy gorda, que no pueden gastar aquella gordura y regítanla. La otra es por otro extremo contrario del que agora dixe, que es no darles de cenar en invierno quando haze rezios fríos, y dexarlas passar ayunas toda la noche, porque como la noche es larga y no tienen vianda en el buche, con el grande frío que haze, enfríaseles y encógeseles. Assimesmo por no les requerir de quando en quando con algunas picadas quando en el invierno se buela con ellas, y andando buscando la caça se tarda a hallar hasta muy tarde, que por la mesma causa se les enfría y encoge entonces el buche. Item, por darles de comer en el invierno malas viandas y frías. Otrossí, por no las enxugar al sol o al aire del fuego quando vienen mojadas del campo, especialmente en el invierno. Esta dolencia es muy peligrosa, si no se provehé luego en el remedio della, antes que la ave se entristezca, que si una vez llega a entristecerse, sería gran maravilla escapar, porque ya entonces tiene el papo y el buche frío y encogido, y no puede recibir ni retener en sí vianda ni cosa alguna, y conocérselo han en que regitan muy a menudo y no logra cosa alguna que coma, y tiene hambre y buen semblante hasta que mengua de carnes, y en menguándole las carnes luego se entristece, y en entristeciéndose luego es muerta.

La cura desta enfermedad es ésta: Enbuelvan la ave en una toalla, y lávenle el buche con la agua ardente que dixe en el capítulo antes deste, y pónganle sobre el buche unos pañicos doblados y mojados en ella, y luego sobre ellos otro paño muy doblado y muy caliente, de la mesma manera y por la mesma orden que en el capítulo antes deste dixe, que ninguna cosa hay que assí restaure la virtud digestiva a la ave como ésta, y dende a una hora denle de comer mojándole siempre la vianda en la agua o vino de las especias que en el capítulo treinta y uno «De los curalles viejos» dixe, o dándole las mismas especias en la vianda, como allí se mostró, hasta que la ave gaste muy bien. Y la vianda que le dieren sea la más ligera y buena de digerir que pudieren haver, assí como son gorriones, o palominos, o pierna de gallina, y denle muy pequeño papo y muy a menudo. Y si la ave fuere de precio añadan con las dichas especias y con todas las otras medicinas un poco de almisque y ámbar o el uno de los dos porque conforta mucho la virtud digestiva y el coraçón y celebro. Y denle por las mañanas, antes que la ave coma, de las tabletas de diambra o diagalanga que son muy excellentes, o de las tabletas de aromático rosado, o de las pelotillas o píldoras hechas de las especias haziéndolo y dándolo por la mesma orden y manera que dixe en el capítulo de las plumas y curalles viejos. Y desque la ave digiriere y gastare bien, denle un curalle hecho de hojas de yervabuena, que estén marchitas y mezcladas con especias como dixe en el capítulo antes deste. Y tanbién es muy bueno darle en la vianda yervabuena seca y molida porque tiene mucha virtud para confortar el buche.

Si la ave estuviere derribada, que no retuviere la vianda, denle de comer yemas de huevos assados mezclándolas con una poca de canela y galangal molidas, o con canela y clavos cogiendo la ave y echándoselo por la garganta. Estas yemas son muy singulares, y Crescentino las alaba mucho y certifica que con ellas se engordan mucho las aves de rapiña. Tanbien se les puede dar sangre de palominos, o palomas, o lechuza, o de liebre, o de gallina, y dénsela desta manera: Tenga uno cogida la ave que está doliente y otro le abra el pico, y otro degüelle la gallina o paloma, y haga de manera que toda la sangre della caya por la garganta abaxo de la ave, porque vaya caliente, pero hágase poco a poco para que no ahoguen la ave con la sangre echándosela de una vez. O hágase desta manera: Tomen qualquier de las aves que he dicho y rómpanle el pescueço de dentro, sin que se rompa el cuero de fuera, y ténganla un poco la cabeça abaxo para que se allegue allí la sangre y se cuaje; después tomen de aquella sangre cuajada caliente y denle della a comer tres o quatro vezes al día, pero miren que no se la den fría.

Y si por ventura la ave por todos los remedios que arriba he dicho no dexare de regitar la vianda, y vieren que tiene buen semblante y apetito de comer, y come de buena gana, téngase por cierto que tiene algún curalle o pluma vieja o huesso en el buche, y si esta sospecha hoviere, denle alguna de las medicinas que dixe en el capítulo de las plumas y curalles viejos, y después que lo haya lançado hagan lo que en el dicho capítulo dixe. Y guárdense mucho de no darle curalle ni de estopa ni de pluma hasta que ya la ave esté muy buena y muy rezia y gaste bien la vianda, porque la matarían.

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CAPÍTULO XXXIV

De las aves que pierden el apetito y gana de comer por fastío, o ahitamiento o por humores malos, o por flaqueza y encogimiento del buche

PIERDEN las aves el apetito y gana de comer por cinco causas: La una es por darles mucho de comer, y muy grandes papos que se alcançan los unos a los otros de lo qual quedan ahítas. La segunda por darles vianda muy gorda y dexarles comer la gordura que está en ella que los empalaga y enfastía. La tercera por tener algunos malos humores y corruptos en el buche. La quarta es por darles vianda corrupta y venenosa y mala, assí como carne mortezina o aves que se hallan muertas en el campo, y haverse muerto de haverlas mordido algún animal ponçoñoso o que se mueren ellas en casa. La quinta es por abaxarlas y derribarles la virtud, assí como es dexándoles passar toda la noche ayunas en el invierno quando haze rezios fríos o no dándoles algunas picadas en la caça en aquel mesmo tiempo quando tardan a bolar con ellas como arriba, en el capítulo precedente, he dicho, de lo qual se les enfría y encoge el buche y los estentinos de tal manera que pierden el calor natural y virtud de la digestión y apetito del comer, y a las vezes suelen regitar lo que comen como arriba dixe, y a las vezes no lo regitan y vanse consumiendo y dessecando. Y quando es desta causa cónocese luego en la flaqueza y debilitación de la ave y en su semblante. Pero quando es de alguna de las otras causas conócese en que la ave come de mala gana y no toma sabor ni gusto en lo que come, y pica de la vianda y échala, y no la quiere comer, y en las tulliduras echa unas cagarritas como de ratas, y algunas vezes tulle como postema o materia. Y quando es de mucho comer suelen tener los buches hinchados.

La cura será ésta: Si el fastío o ahitamiento fuere poco cojan la ave por la mañana antes que coma, y láncenle por la garganta dos granos de açúcar candi tan grandes cada uno como una hava, y dende a dos horas denle de comer. Pero si el fastío fuere rezio cojan la ave y enbuélvanla en una toalla y mójenle bien el buche con la agua ardente que ordené en el capítulo treinta y dos, y pónganle sobre él un pañico mojado en la dicha agua, y sobre el otro caliente como en el dicho capítulo mostré, y tengan cogida la ave un buen rato porque obre esta medicina, pero múdenle el paño mojado quando estuviere enxuto tornándolo a mojar otra y otra vez, las que fueren menester. Y quando le dieren de comer, denle con la vianda de las especias y por la orden que escreví en el capítulo de las plumas viejas, y también le pueden dar las dichas especias una hora antes que coma, haziéndolas pelotillas como en el dicho capítulo mostré. O denle la vianda mojada una noche en vinagre blanco, que es una de las cosas que da mucha hanbre. O háganlo desta manera: Tomen un palomino vivo y váyanle echando poco a poco por la garganta vinagre todo quanto pudiere tragar hasta que se ahogue, y después denle la sangre del palomino.

Y de las buenas viandas que se pueden dar a la ave en esta enfermedad son perrillos chequitos de quinze o veinte días nacidos o que ahún no coman sino que mamen, porque según opinión de muchos buenos caçadores, y lo que se vee por experiencia, ninguna cosa hay que más quite a las aves el fastío o ahíto; y si no se pudiere haver, denle solomos de carnero muy lavados en agua de yervabuena y de assensios estando tibias. Y quando comiere mójenle la vianda en estas aguas mezcladas con açúcar candi o en lexía de carrasca o de sarmientos mezclada con azeite dulce o con xarave de yervabuena o de assensios o con miel rosada colada.

A la tarde desbuchen o purguen la ave con alguna de las medicinas que escreví en el seteno capítulo deste tercero libro, en la segunda o tercera o quarta receptas que son muy singulares. O háganse estos polvos y dénsele: Tómese raíz de dragontia menor peso de diez granos de trigo, y canela, pimienta, gengibre, macias y clavos de cada uno peso de de dos granos, y muélanse grosseramente y mézclense y dense a la ave estos polvos a la tarde no teniendo papo, y sobre ellos unas picadas. Ésta es una medicina muy singular en este caso, porque la raíz de la dragontia menor tiene gran propriedad en quitar el fastío o ahitamiento; y al otro día de mañana láncenle por la garganta otro tanto açúcar candi como arriba dixe, y désele de comer lavado primero en las aguas de yervabuena y de assensios, y después mojado en ellas y açúcar candi; y este día a la tarde désele de cenar de la misma manera y désse un curalle hecho de estopa y mojado en vinagre, que no hay cosa en el mundo que más hambre le dé. O hágase desta manera: Tomen yervabuena y majen y prímanla y echen a mal el çumo, y lo majado pongan a remojar en vinagre blanco, y de aquello hagan el curalle y cúbranlo con una poca de estopa, y dénselo que es muy singular. Otro curalle: Tomen los brotes de los assensios y de palomilla y de yervabuena, o las hojas más tiernas destas yervas de cada una una parte, raíz de dragontia menor otra parte, y macháquense un poco, y añádaseles canela, y gengibre, y macias, y clavos, y pimienta de cada uno un poco, y que vayan estas cosas molidas grosseramente, y mézclense con las yervas y raíz, y hágase un curalle cubierto con muy poca estopa, y después con una tajadilla de carne, y si la ave lo quisiere llevar, si no cójanla y láncenselo por la garganta y denle unas picadas sobre ello. Al otro día le tornarán a dar y hazer las cosas que se le dieron y hizieron el primer día, y assí lo llevarán en esta regla hasta que esté sana. Y denle tanbién algunas vezes la zaragatona en grano con carne lavada en agua de assensios, y ahun echando la zaragatona en la misma agua y mojando en ello la vianda y procurando que lleve de la zaragatona, porque purga y desbucha muy bien la ave, y le da buena hambre; y después algunos días le continúen a dar curalle hecho de la manera que se ha dicho. Y no se olviden de requerir la ave si querrá bever o tomar la agua.

Otra medicina muy singular y de mucha experiencia: Tomen limadura de azero molida y preparada como se mostró en el capítulo del huérfago y asma, y denle della en la vianda tanto como cabría en media cáscara de avellana, que poderosamente consume y desseca las materias húmedas y podridas que están en el estómago, las quales son causa que se pierda el apetito de comer.

Pero si este fastío o perdimiento de gana de comer hoviere procedido de haver comido la ave alguna vianda corrupta y ponçoñosa como arriba dixe, hágase este remedio: Tómese lexía mansa de enzina, de la qual afirma Dioscórides que los hombres y otros animales que padecieren hinchazón de los pulmones o hovieren comido o bevido alguna cosa venenosa, luego en beviéndola los libra y da la salud. Pues desta lexía se tomen dos partes y una de azeite dulce, y añádase tanta quantidad de atriaca como una arveja, y deshágase con la lexía y azeite, y póngase todo en un estentino de gallina tan largo como medio dedo atado por las dos partes, y háse de dar dos horas antes del día, porque passen quatro antes que coma, y si no tuvieren atriaca pongan en su lugar bolarméñico y raíz de tormentilla partes iguales, y sea de las dos tanto como una avellana. Y si viere el caçador que estas medicinas no bastaren, y que la ave está enponçoñada, déle la medicina que escreviré abaxo en el capítulo cinqüenta y cinco «De las aves que fueron mordidas de culebra o lagarto o otro animal ponçoñoso», porque aquélla es una de las mejores medicinas que se pueden dar a hombres y a otros animales mordidos de diente ponçoñoso, o que comieren o bevieren cosa ponçoñosa; y la sangre de la gallina caliente antes que se cuaje es maravillosa conta veneno; y tanbién son maravillosos los brotezillos de la ruda dados con la carne o por curalle, o su çumo puesto en estentino porque es grande remedio contra veneno y ponçoña; y continúenle a dar la vianda remojada en vinagre, y tanbién el curalle, y perrillos chequitos y de las otras cosas que arriba dixe.

Pero si la ave tuviere perdido el apetito de comer por haverla abaxado mucho y tener derribada la virtud digestiva, denle de las medicinas que escreví para la ave que regita la vianda, y travajen de darle gorriones y palominos igualados, o pierna de gallina y solomos de puerco fresco, si los hoviere, o de carnero; y si no quisiere comer échenle por la garganta yemas de huevos un poco assados y mezclando con ellas canela y clavos molidos. E porque desta postrera causa se les suele secar y encoger las paredes del buche y los estentinos, denles tanbién del tocino gordo adreçado como se mostró en el capítulo seteno, en la recepta onzena, o manteca de vacas, y mójenle algunas vezes la vianda en azeite de almendras dulces o de alegría, y lleven la ave a un prado verde, y echen allí un palomino, porque con la verdura se alegrará.

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CAPÍTULO XXXV

De quando a la ave se le hinche el papo de viento

SUÉLENSE hinchir a las aves los papos de aire, y tiénenlos tan grandes que parece que les han dado muy bien de comer, y no tienen en ellos sino solo viento. Y como quiera que esto les viene algunas vezes por frialdad que recibieron, por la mayor parte les suele venir de darles de sacudir o paladear con el favarraz, o pellitre, o euforvio, o costo, o pimienta, y ahun algunas vezes con la mostaça, y esto es porque como unas aves son de más flaca complexión que otras, y no pueden sufrir la fortaleza destas medicinas fuertes, ni sacudir la agua de la cabeça, hínchenseles las tripas de viento de la mucha congoxa y grande travajo que passan, y este viento tórnaseles arriba como a manera de regüeldo, y súbeles al papo y detiéneseles allí, y assí se les hinche, y ahunque la ave come y passa la vianda quédasele el viento en el papo y en las tripas, y a las vezes quanto más come más le crece el viento en el papo. Otras vezes se les sube a la cabeça y las turba y derriba en tierra, y buelven los ojos y la cabeça y tiemblan, y por evitar estos inconvinientes deve el caçador dar con mucho tiento de sacudir con estas medicinas fuertes, templándolas bien con harta agua o leche, según viere la complexión de la ave, si es robusta o delicada, porque claro está que si a un gavilán le dan de sacudir con el favarraz muy fuerte que morirá luego. Pues quando acaeciere hincharse el papo de viento a la ave por frialdad que tuviere en el buche y tripas, denle en las noches por curalle medio ajo cubierto con estopa, y assimismo clavos, canela, gengibre, nuez noscada y cálamo aromático, y cominos, y anís partes iguales, y todo molido y enbuelto con estopa, y darse ha una noche el curalle de ajo y otra el destos polvos, y siempre que comiere le den en la vianda dellos; o cuézanlos en vino blanco y mojen en él la vianda. Pero si fuesse por haverle dado de sacudir con fuerte medicina sáquenle el aire desta manera: Pónganle el dedo dentro de la boca, y con el pulgar apriétenle poquito a poquito, y sacarle han todo el viento, y después échenle en la boca una bocada de buen vino blanco odorífero como quien le rocía, y denle de comer; y si le sintieren que todavía tuviere aire en el buche pónganle sobre él el pañico mojado en agua ardente, por la orden que escreví en el capítulo treinta y uno «De las plumas y curalles viejos».

Y si no se le hinchiere el papo de viento, pero cayere en tierra y estuviere turbado, como he dicho, y tremolare, rocíenle muy bien el rostro con buen vino blanco, y échenle por las ventanas de las narizes una poca de agua tibia, y lávenselas muy bien con ella, que luego bolverá en sí.

Y porque este aire suele subirse a la cabeça, den a la ave a la noche un grano de ajo quitados los cabos y cubierto con carne como curalle; y tanbién se lo pueden dar al otro día en la mañana, dos horas antes que coma, cogiendo la ave y lançándoselo por la garganta sin lo cubrir de carne porque este ajo le resolverá qualquier ventosidad que tenga en la cabeça o en el cuerpo. Y tanbién le pueden dar para este efecto la nuez noscada molida y en la vianda que es muy buena; y tanbién el cálamo aromático; y tanbién la majorana seca y molida, y los cominos molidos y passados por cedaço. Y con esta misma medicina la curarán quando se le hinchiere el papo de viento por ventosidad o frialdad del cuerpo, y el remedio de la agua ardente que escreví para las plumas y curalles viejos es muy singular.

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CAPÍTULO XXXVI

De la ave que se desmaya y cae de la mano o de la alcándara

MUCHAS vezes acaece que andando en la caça o veniendo della se desmaya la ave y cae de la mano, y ahunque esto puede venir de filandrias o lombrizes, como en su proprio capítulo diré, por la mayor parte viene de estar las aves muy flacas y darle rezio temple, y por descuido del caçador de que en invierno, andando en la caça y no hallando qué bolar y esperando a lo hallar, no le da de comer hasta la noche, y especialmente acaece más esto en açores torçuelos que en primas ni halcones, que como son de delicada complexión no lo pueden sufrir y luego desmayan. Lo que en tal caso se deve hazer es esto: Calienten una toalla y enbuelvan la ave en ella y láncenle por la garganta una tajadilla o dos de carne mezcladas con canela, clavos, y gengibre, y nuez noscada hechos polvos, y teniendo la ave papo arriba le bañen el buche con agua ardente fina y mezclada tanbién con los mismos polvos; y si fuere hecha de la manera que escreví en el capítulo treinta y dos, para la ave que remaneció con papo, será mejor; y pónganle sobre el buche un pañico mojado en la dicha agua, y luego sobre aquél otro paño muy caliente y doblado, refrescándoselos de quando en quando hasta que vean que ya la ave tiene buen semblante y se acodicia a comer, y entonces denle de comer de buena vianda, y no grande papo, y con las dichas especias. Desta manera curé yo un açor torçuelo mío que lo tenían por muerto, y otro de un caçador que venía conmigo de la caça y en llegando a la puerta de mi casa se le cayó de la mano, y estava quasi muerto, y luego aquella noche comió y al otro día estuvo muy bueno.

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CAPÍTULO XXXVII

De la ave que tiene dañado el hígado

ESTA enfermedad se conoce en que la ave tulle verde, y algunas vezes suelen salirle a las maxillas unos durujones o boqueras como arriba, en el capítulo dezinueve, dixe. Cúrese desta manera: Tomen agua de endivia y de palomilla partes iguales, y mojen en ello la vianda, y ésta es muy buena y muy probada medicina; y lo mismo pueden hazer con el suero de cabras que es muy bueno o con la agua de endivia, y de chicoria, y de llantén, y de los lúpulos, y con los çumos destas yervas, que son maravillosas para el hígado, y sola la agua de endivia la curará, ahunque otra cosa no hoviesse. Y tanbién es maravillosa la zaragatona batida con clara de huevo o con las dichas aguas.

Si hoviere hígado de lobo dénselo a comer, ahora sea seco en polvo con la otra vianda o reziente que le coma, porque tiene grande propriedad para esta enfermedad.

Si con estas medicinas no curare, lo que yo dudaría porque las tengo muy provadas, denle ésta que es muy singular y muy segura: Tomen tanto reubárbaro como una hava y córtenlo muy menudo, y tomen dos onças de agua de endivia y pónganla en una escudilla, y echen allí dentro el reubárbaro, y pónganlo assí al sereno una noche, y a la mañana, quando dieren de comer a la ave, mojen la vianda en aquella agua, y continúenle a dar cada día la carne mojada en esta agua hasta que vean que tiene los ojos alegres y buen rostro; y si no lo quisiere llevar en la vianda dénselo puesto en estentino.

Otra medicina muy buena: Tómese pulpa de cañafístola tanta como una avellana, y añádasele una poquita de espicanardi, y con un poco de açúcar muy blanco hágase un bocado, y désele por la mañana en ayunas. O háganlo desta manera, que es muy singular: Pongan a remojo la zaragatona en agua de endivia y saquen la bavaza della, de la qual se tome una parte, y de pulpa de cañafístola otra parte, y una poquita de espicanardi, y con açúcar muy blanco hágase el bocado y désele.

Otra muy singular y de mucha eficacia: Tomen çumo de endivia y çumo de llantén y de palomilla, y çumo de lúpulos partes iguales, y déxenlos clarificar, y después que estén clarificados sáquenlos y pónganlos en una escudilla, y tomarán reubárbaro un escrúpulo, y una poca de espicanardi, y muelan gruessamente el reubárbaro y espicanardi, y échenlos donde estarán los çumos, y ténganlos assí a remojar un día y una noche, y la noche estén al sereno, y después pónganlos en estentino de gallina, y láncenselo por la garganta antes que coma.

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CAPÍTULO XXXVIII

De la idropesía

ESTA enfermedad por la mayor parte suele proceder por debilitación del hígado, que como haze ruin digestión de la vianda, lo que havía de convertirse en buena sangre conviértese en una aguaza; ahunque tanbién algunas vezes suele proceder por comunicación del baço, y entonces es más ligera de curar. Llámase esta enfermedad en griego hydropesia o hydrops, que quiere dezir agua que está entre cuero y carne. Es muy peligrosa en las aves porque por maravilla [no] se les conoce hasta que se les ha hecho una hinchazón o vexiga en el vientre tan grande quasi como un huevo, que les toma todas las tripas, hígado y baço, y entonces ha de venir a abrírseles para sacarles aquella aguaza, en lo qual corren las aves muy grande peligro de la vida. Como quiera que hay señales en que se podría conocer esta dolencia antes de llegar a este estado, si los caçadores mirassen en ello, y son éstos: Múdaseles a las aves el color del rostro, que lo tienen como desblaído; comen de muy mala gana y tienen grandíssima sed, que siempre que veen la agua quieren bever; no engordan por mucho que coman, antes se van deshaziendo de sus carnes y secándose, hinchándoseles los çancos y manos, y si apretaren el dedo sobre la hinchazón o sobre las cuxas quédales hecho un hoyo; tullen muy duro y de muchas maneras, que a las vezes tullen vermejo y a las vezes verde y a la vezes amarillo, y hínchanseles los ojos y los párpados.

Pues si por estos señales alcançaren a conocer esta enfermedad en la ave antes que venga a hazérsele aquella hinchazón o vexiga que dixe, cúrese desta manera: Púrguese la ave con esta medicina: Tomen raízes de lirio cárdeno y lávense bien y májense y saquen çumo dellas y déxese clarificar, y tomen de lo clarificado que estará encima dos dramas, y de suero de cabras otro tanto, y láncenselo por la garganta o pónganlo en estentino, y assí se lo metan. El suero de cabras se pone para quitar la agudeza de la raíz del lirio, y si le echaren un poco de açúcar será mejor. Y si quisieren que esta purga sea de más eficacia añádanle medio escrúpulo de reubárbaro, porque con esto hará maravillosa operación; y si estuvieren en parte que hoviere una yerva que se llama soldanella, pongan de su çumo o polvo, porque tiene gran propriedad en esta enfermedad. Pero esta raíz de lirio es una de las más poderosas medicinas que se pueden dar en ella, y es cosa muy probada, y yo he visto hazer con ella grandes experiencias en hombres. Pero una de las cosas que tienen grandíssima propriedad en esta enfermedad es el çumo seco del cohombrillo amargo, que ahunque sea muy venenoso dévese dar en tan peligrosa enfermedad como esta, pero háse de preparar y dar de la manera que escreví en el capítulo del huérfago, porque si de otra manera se diesse sería peligroso, y de aquella manera haze maravillas en lançar esta agua de idropesía. Y quando se lo dieren no coma la ave hasta que passen tres o quatro horas, y de qualquier destas medicinas le darán de quatro a quatro días, y entre aquellos días désele la vianda mojada en agua de cuscuta o de assensios, o de palomilla, o en orinas de mochacho o de hombre sano, porque son muy singulares para esta enfermedad; y los caracoles picados y mezclados con açúcar, como se dixo en la cura de la thísica, es la mejor de todas las viandas que se le pueden dar, y tanbién es muy bueno el hígado de lobo fresco y seco en polvo, y los estómagos de gallinas secos y en polvo, y el cálamo aromático, y sándalos citrinos muy molidos porque estas cosas de su propriedad confortan el hígado y los mienbros de lo que hay necessidad en esta enfermedad, y tanbién clavos, canela y galangal para confortar la digestión, y continúense a dar los dichos çumos de quatro a quatro días hasta que la ave esté sana.

Pero si se le hiziere la vexiga o hinchazón que arriba dixe, cúrese desta manera: Cójase la ave y enbuélvase muy bien, y átenle las manos con la lonja y échenla azia arriba, y con las puntas de unas tijeras muy agudas o con un punzón háganle un agujero no mayor de quanto quepa por él un cañoncillo de arambre, o de cobre, o de hierro, o de plata para que por él salga toda la agua, y buelvan la ave el vientre abaxo para que salga mejor, pero no se la saquen toda de una vez, porque podría desmayar la ave y morir luego, sino ahora una poca y dende a un ratillo otra poca, cerrando y abriendo el cañoncillo hasta que no quede agua ninguna; y guarden mucho que al tiempo que hagan este agujero no rompan más de solamente el cuero de encima para que pueda salir la agua y no lleguen a las tripas; y luego que sea toda fuera, lávesele aquel agujero que se le hizo, y todo aquel cuero donde estava la hinchazón de la agua con este lavatorio, el qual ha de estar ya aparejado: Tómense rosas secas, canela, assensios, çumaque, agallas, balaustias, ramos de murta y murtones, ramos verdes de olivas, cortezas secas de pino, sangre de drago, bolarméñico, encienso, almástiga, azívar y sarcocola partes iguales, xebe quatro partes, y muélanse las cosas que se han de moler, y las otras cosas se quebranten, y cueza todo ello en vino blanco hasta que mengüe la tercera parte, o pónganlo en muy buena agua ardente y no se cueza; y después que le hayan bien lavado, enbuelvan la ave en una toalla y pónganla de pechos sobre una almoada en la qual estará echada de pechos tres días, pero cada día le laven aquel lugar tres o quatro vezes con este lavatorio, haziendo un hisopillo en un palo o con un paño. Y en este tiempo denle la vianda picada, y denle con ella de las especias que dixe en el capítulo «De la plumas y curalles viejos», y si no la quisiere llevar cojan la ave y háganle el papo della, y si pudieren haver hígado de lobo dénselo, o seco en polvo o fresco como sale del lobo, pero los caracoles, como he dicho, son maravillosos en esta enfermedad. Al tercero día suelten la ave y pónganla en buena alcándara cubierta de paño, y cada día le laven el lugar donde estava la agua y el agujero por donde salió tres o quatro vezes con el dicho lavatorio. Y si le tornasse a manar agua por allí, tórnenle a dar de la medicina de la raíz de lirio cárdeno o de alguna de las otras que arriba dixe, y denle en la vianda de las especias que arriba dixe, y lávenle algunas vezes la vianda en agua de assensios y de palomilla para confortarle el hígado. Pero pocas aves de las que se les haze esta vexiga de agua suelen escapar.

Y si por caso alcançassen a conocer que esta enfermedad procedió del baço, lo que yo dudo que en una ave se pueda conocer, purguen la ave con una píldora de las de fumusterra, y continúenle a dar agua de la flor de tamariz, o de assensios, o de verdolagas hasta que vean que está ya sana.

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CAPÍTULO XXXIX

De la hinchazón de ventosidad que está entre cuero y carne

SUELE hazerse a las aves una hinchazón entre cuero y carne que parece muy feo, y el que nunca lo ha visto piensa que es alguna cosa peligrosa, y no lo es, antes es muy ligera de curar. Tomen un alfiler de arambre delgado y horaden por lo sano donde no está la hinchazón, y vaya el aguja por entre cuero y carne en manera que no haga sangre hasta que llegue la punta donde está la ventosidad, y hágase de manera que salga toda aquella ventosidad que allí está, poniéndole la mano encima de la ventosidad, y desque todo el viento fuere salido, y quedare el cuero floxo apegado a la carne, lávenselo con el lavatorio que he dicho en el capítulo antes deste, que luego sanará, y no le trasquilen las plumas porque se emplasten de las medicinas del lavatorio, que desta manera apretarán más.

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CAPÍTULO XL

De las filandrias o filomeras y lombrizes

TRES especies o maneras de gusanos se crían a las aves dentro de los cuerpos, assí como a los hombres y otros animales. Los unos son largos y redondos, y éstos son las lombrizes. Los otros son anchos y cortos, de la hechura de la simiente de calabaças, y por esto los llaman cucurbitinos, porque cucurbita en latín quiere dezir calabaça. Los otros son largos y delgados, de la forma de los que se hazen en el queso, y ahun más delgados como agujas, y éstos se llaman en latín ascarides. A todos estos gusanos llaman los caçadores por un vocablo común: filandrias o filomeras, y engéndranse en el vientre de flegma húmeda, blanca, gruessa y viscosa, y esto es de comer viandas gruessas, viscosas, frías y de rezia digestión. Y las lombrizes se crían en los estentinos que están más cerca del buche. Y los cucurbitinos más abaxo dellas. Y los ascárides más abaxo, cerca del tullidero. Conócese esta enfermedad en la ave en que se pica y pela de la overa, y de las pospiernas, y del papo, y del pecho, y estremécese y tiembla algunas vezes, y aprieta las manos, y esto es quando las filandrias se mueven, que les da rezio dolor. Y assimismo en las tulliduras suelen echar una podrición como sangraza o como pedaçuelos de carne, y otras vezes unas como lentejas coloradas, y en ellas unos gusanillos. Otras vezes da del papo sin tener vianda en él, y esto es señal que se le suben azia arriba, y quando tienen vianda en el papo páraseles duro y redondo.

En el libro de Joan de Safagún, y en otro que tanpoco es de buen auctor, he leído y ahun a algunos caçadores lo he oído, que tanbién se engendran estas filandrias fuera del vientre, cerca de los riñones, y que la causa de su engendramiento es ésta: Dizen que de los golpes que los halcones y açores reciben quando golpean alguna ave sobre que buelan encontrando, o cayendo en tierra con ella o dando algún encuentro en peña o en árbol, o de haver algún quebrantamiento se les suelen romper algunas venas pequeñas que tienen en los costados, y allégase allí sangre y podrécese, y después de podrecida se convierte en una de dos cosas: o en piedras que se hazen amarillas como una yema de huevo; o en unos gusanos a que los caçadores llaman filandrias o filomeras, y que quando se engendran estos gusanos es dolencia mortal e incurable, porque como están fuera del buche y de los estentinos y cerca de los riñones, no se les puede dar medicina con que matarlos. Yo esto téngolo por burla porque carece de todo fundamento y razón de filosofía y medicina, porque si de aquellos golpes que los halcones y açores dan se rompen aquellas venas, y se cuaja alguna sangre, está claro que se hará allí apostema y matará a la ave antes que se engendren estos gusanos.

Como quiera que la común opinión de los médicos es que en qualquier parte del cuerpo se pueden engendrar gusanos excepto en el coraçón y cerca dél, ahunque Aristóteles tiene lo contrario, pero porque no quede cosa sin dezirse he querido ponerlo aquí. Y estas filandrias que están cabe los riñones diz que se conocen en que la ave se pica alrededor del obispillo y en los costados y estremécese y tiembla muy a menudo y de manera que parace que se sacude y aprieta las manos, y que lo que tulle es de color de greda. Esta enfermedad de filandrias es muy mala y muy peligrosa en las aves, y infinitas mueren della; y la cuasa es porque destos gusanos resultan muchos accidentes mortales en el cuerpo. El primero es que con su movimiento dan dolor mortal en los estentinos. El segundo es que los horadan o agujeran. El tercero es que se chupan toda la sustancia y liquor del nutrimento que sale del buche y dan hambre canina. El quarto es que de los vapores que dellos suben al coraçón y a la cabeça suelen causar epilepsia, que es mal de caer, de donde tanbién se sigue temblor muy rezio en el coraçón. Otrossí suelen subirse arriba al buche y hay algunos dellos que tienen un aguijón y pican con él tan reziamente en el orificio o boca del buche, que del dolor tan intenso que dan son causa de muerte; assí bien alléganse cerca del coraçón y ahun algunas vezes lo tocan y pican o muerden, lo qual es causa de muerte arrebatada. Todos estos gusanos requieren una mesma cura. Pero antes que hable della quiero dezir la cura preservatiba que es aquella con que guardarán la ave de que no se le engendren estos gusanos o filandrias, de lo qual ha de tener mucho cuidado el buen caçador, especialmente el que tracta halcones porque éstos son muy más aparejados que los açores para que se les engendren estos gusanos a causa de la mucha humedad que tienen en el buche, y tanbién de las gruessas y rezias viandas que se les dan. Pues para guardar la ave de filandrias denle siempre viandas de ligera digestión. Denle de quando en quando una destas medecinas que aquí diré: Désele a la ave en la vianda algunas vezes de las especias que escreví en el capítulo treinta y uno, «De las plumas y curalles viejos», por la orden que allí escreví porque confortan la virtud digestiva, y haziéndose buena digestión y estando el buche rezio no se engendrarán estos gusanos. Denle tanbién en la vianda limaduras de azero muy molidas y preparadas, como se mostró en el capítulo «Del huérfago y asma» porque, como allí dixe, dessecan con gran poder todas las materias húmedas y podridas que están en los mienbros nutritivos de las quales se engendran estas filandrias y lombrizes. Denle muchas vezes la simiente del nastuerço, assí en la vianda como en los curalles porque es singularíssima para este efecto y aprovecha para otras cosas, y de la misma manera pueden darle de quando en quando la simiente del apio que es muy poderosa en matar y lançar las lombrizes, y la simiente de verças, y la del levístico, y la yervabuena seca y molida o el çumo della mojando en ello la vianda, o la mesma yerva verde machacada y dada por curalle cubierta con estopa. Item, el azeite mojándole en ello la vianda. Pero López de Ayala escrive y afirma que si la sangre de gallina se acostumbrare a dar muchas vezes a la ave que no se le engendrarán filandrias. Item, el ajo crudo o cozido en vinagre es maravilloso, assí para guardar la ave que no se le engendren estos gusanos como para matárselos y hazérselos lançar, y puédese dar en las mañanas cubierto con carne antes que la ave coma, y a las noches en lugar de curalle. Item, tienen grande propriedad en esto los assensios y la ruda; hágase un curalle desta manera y dése a la ave de quando en quando: Tómense hojas tiernas de assensios y de ruda y macháquense un poco y hagan un curalle dellas añadiendo un poco de açafrán y cúbrase con estopa, y después con carne y désele. O hágase desta manera: Tómense hojas tiernas de assensios, y de ruda, y de palomilla, y de yervabuena y macháquense un poco y hágase y dése como se ha dicho. Pero una de las cosas que más guardarán a las aves de que no se le engendren estos gusanos y que se los maten y hagan lançar si los tuvieren son los polvos de las píldoras que se llaman comunes o de Rasis que se hazen tomando quatro partes de azívar cicotrino y dos partes de mirra, y otras dos partes de açafrán porque qualquier destas tres cosas mata poderosamente y hazen lançar las lombrizes y filandrias; y assimismo los polvos de la gera simple del Galleno, y el díptamo blanco es de grande virtud para matar y lançar las lombrizes, y el açafrán remojado en vinagre fuerte, o en agraz, o en çumo de lima, o de granadas muy agres y dado por curalle es muy poderoso para esto, y el reubárbaro es maravilloso.

Pues si por los señales que se han dicho vieren o sospecharen que la ave tiene filandrias o filomeras o lombrizes, denle algunas de las medicinas que agora diré con las quales se las matarán y harán lançar, y si antes de dárselas cevaren estos gusanos una mañana o dos con leche y miel, que son dos cosas que ellos más apetecen, matarlos han muy mejor, pues hágase desta manera: Tomen leche de cabras o de ovejas y caliéntenla o pónganla en un estentino de gallina atado por las dos partes, y úntenlo con miel, y por la mañana cojan la ave y láncenselo por la garganta y no le den de comer aquellas dos horas. O hágase desta manera: Tomen tres partes de leche y una de miel, y cueza juntamente, y estando tibio póngase en el estentino, y désele como se ha dicho, y esto se haga dos mañanas, una tras otra, lo qual se haze a fin que las filandrias y lombrizes al gusto deste cebo que a ellas mucho plaze se vezarán a venir al buche a comer de lo que hallaren, y tocándoles la medicina que las ha de matar morirán mejor y más presto. Y la medicina que se les dará después destos dos estentinos de leche y miel será ésta: Tómese azívar epático quatro partes, cuerno de ciervo quemado dos partes, euforvio media parte, açafrán un poco, muélanse estas cosas cada una por sí y mézclense, y destos polvos se tomen tantos como cabrían en una cáscara entera de avellana, y échense en una onça de çumo de assensios, y pónganlos en un estentino de gallina atado por las dos partes y mójese en leche, o en leche y miel cozidas juntamente como arriba dixe, y láncesele a la ave por la mañana antes que coma, y no le den de comer en aquellas dos horas, y no haviendo çumo de assensios tómese su agua destillada o çumo de yervabuena o su agua destillada; ésta es una de las mejores medicinas que en este caso se pueden dar, con la qual sin duda ninguna matarán y harán lançar qualesquier gusanos que la ave tenga, assí filandrias o filomeras como lombrizes. Y tanbién son singularíssima medicina los polvos que arriba dixe de las píldoras comunes de Rasis y los de la gera simple del Galleno dándolos en la mesma quantidad y de la mesma manera deshechos en çumo de assensios y puestos en estentino, y sólo el azívar molido y dado con el dicho çumo matará muy bien los dichos gusanos. Y tanbién se pueden dar todos estos polvos que he dicho sin ponerlos en estentino, dándolos a la tarde cubiertos con carne de la manera que se dan los polvos para desbuchar las aves, pero aquella noche han de dar muy poquito de cenar a la ave. Y tanbién las pueden dar puestas en curalle, y es tan buena manera como las que se han dicho, y hágase assí: Tómense hojas verdes de assensios y de ruda, o de la una sola yerva destas, y açafrán remojado en vinagre, y macháquense y mézclense con ellas de los polvos que primero dixe, o de los polvos de las píldoras de Rasis, o de los polvos de la gera simple, o de sólo el azívar, y hágase un curalle y cúbrase con una poquita de estopa, que vaya muy clara porque pueda salir bien la virtud del curalle, y cúbrase con una poca de carne, y cójase la ave y láncensele por la garganta y désele sobre él de cenar no más de medio papo, y no teniendo assensios tomen en su lugar hojas de tañarita, o de abrótano, o de ruda, o de priscal, o de yervabuena, porque todas estas yervas tienen muy grande virtud para esta enfermedad; y el açafrán remojado en vinagre fuerte o agraz es una de las mejores cosas que se pueden dar, y háse de dar en el curalle, y tanbién es maravilloso dándolo molido con çumo de ruda. O hagan un curalle desta manera: Tomen yervabuena y májenla y prímanla para que salga el çumo, el qual se eche a mal, y tómese la yerva assí majada y primida y añádasele un poco de açafrán y póngase a remojar en vinagre por la mañana, y a la noche se dé por curalle cubriéndolo con una poquita estopa, y este curalle es muy excellente. Estas medicinas le darán de tercero a tercero día hasta que el caçador vea que la ave ha echado en las tulliduras estos gusanos y que está sana, y el día que no se las dieren cuezan las especias que escreví en el capítulo treinta y uno «De las plumas viejas», en agua de assensios, y mójenle en ello la vianda porque le confortará el buche y el coraçón.

Muchas otras medicinas hay que matan estos gusanos, pero porque las que he dicho son muy ciertas y muy probadas, no he querido escrevir otras por escusar prolixidad, sólo una quiero escrevir que, ahunque no es la más limpia del mundo, es muy experimentada y probada: Tómese estiércol de hombre que sea reziente, digo blando, y póngase en estentino de gallina y láncesele a la ave, y lo mesmo haze el seco dado en polvo, ahunque es de más efecto el reziente.

Si se tuviere por cierto que la ave tiene filandrias fuera del buche y vientre cerca de los riñones, como arriba se dixo, hágase esto: Tomen assensios y yervabuena y májense un poco, y colloquíntida medio escrúpulo, y azívar epático una drama, y muélanse la colloquíntida y azívar, y todo esto junto cueza en vino blanco en la quantidad que bastare para bañar la ave, y después que haya cozido y tomado bien la sustancia destas cosas cuélese por un paño con fuerte primimiento, y estando tibio bañen la ave de las alas abaxo, y después de bañada enbuélvanla en una toalla caliente, y esté allí un poco, y después pónganla al sol si lo hoviere, y si no pónganla al fuego para que se enxugue. Con este baño le matarán las filandrias, y para hazérselas lançar denle por curalle el açafrán remojado en vinagre muy fuerte, o en agraz, o çumo de lima, y la mesma estopa vaya mojada en vinagre y después primida.

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CAPÍTULO XLI

De la piedra que se engendra a las aves en los riñones

LAS piedras, según el Galleno, se pueden engendrar en cinco partes del cuerpo, es a saber, en el pulmón y en los estentinos y esto es muy raras vezes, y en las juncturas y esto es algunas vezes, y en los riñones y en la vexiga y esto es lo que más vezes suele acaecer. En este capítulo no diré sino solamente de las que se engendran a las aves en los riñones, pues que éstas son las que comúnmente se les hazen, que en la vexiga no se les pueden engendrar no teniéndola; y de las que se hazen en las juncturas en el capítulo de las enfermedades de los çancos o piernas o manos lo diré; y de las que se hazen en el pulmón no se pueden alcançar señales en una ave para conocerlas; y de las que se hazen en los estentinos tanbién saldrán con las medicinas que se darán para las de los riñones, ahunque pocas vezes o nunca se engendran en los estentinos sino en los riñones, pues la piedra que se engendra a las aves en los riñones es de un humor flegmático, gruesso y viscoso que enbía allí el hígado que está fuerte, y quédase en los riñones por estar flacos, y con su muchas flaqueza no pueden expellirlo de sí, y como el humor es de materia flegmática gruessa y viscosa, y el calor de los riñones es grande apriétase, o por más claro hablar, endurécese a manera de piedra, como haze el ladrillo, que siendo barro se torna piedra en el horno con el rezio fuego que le quema, y este humor flegmático, gruesso y viscoso viene de comer viandas muy gruessas y viscosas, y de estar flaca y debilitada la virtud digestiva del buche, y comer más de aquello que puede gastar. Pero por la mayor parte estas piedras se engendran y hazen a las aves que por enfermedad o por otra alguna causa están mucho tienpo sin bolar, y para guardarlas desto la mejor cosa que se les puede entonces dar es mojarles la vianda en agua destillada de malvas mezclada con açúcar candi molido. Conócese esta enfermedad en que la ave tulle áspero y blanco y por encima de lo blanco de color de muy perfecto verde, y tulle una tullidura en dos vezes, es a saber, que tulle la metad y detiénese un poquito, y luego torna a acabar de tullir, y tulle muy a menudo, y lo blanco se endurece luego, y está áspero como arenas. Otras vezes haze por querer tullir y no puede, y entonces álçansele las plumas encima de la cola sobre el obispillo, y vase a picar muy a menudo al tullidero, y sácase con el pico del estiércol, y assí se lo verán siempre suzio, y esto es señal que la piedra es grande. Assimismo se suzian las plumas que están cerca del tullidero o overa, y todas las vezes que tulle luego, en acabando de tullir, acude con el pico al tullidero y se lo ensuzia como he dicho. Y luego que el caçador viere que su ave tiene el pico suzio puede ser cierto que su ave tiene piedra.

En la cura desta enfermedad se ha de guardar una regla de medicina muy provechosa, y es ésta, que antes que se den medicinas para hazer lançar la piedra se deve alimpiar el buche y ablandar el vientre porque de otra manera como las medicinas que tienen propriedad de lançar la piedra son por la mayor parte calientes, derritirían las materias que hallassen en el buche y llevarlas hían a los riñones, y para este efecto se deve dar el primer día esta medicina: Tómese cañafístola, y manteca de vacas, y açúcar candi y hágase un bocado tan grande como una avellana sin partir, y por la mañana, estando la ave ayuna, cójase y láncesele por la garganta, y dende a dos horas denle de comer, y si a esta medicina añadieren cortezas de raízes de malvavisco secas y molidas una parte, será de más efecto, ahunque sin ellas es muy buena. Al segundo día désele esta medicina: Tomen trementina y lávese con agua en que hayan cozido poleo, y gramen, y niepota, y después de lavada mézclesele el açúcar candi que fuere menester para hazer un bocado como el que se ha dicho, y dése de la misma manera. Estas dos medicinas le darán en los dos primeros días, y mojarle han la vianda en azeite de almendras dulces y açúcar candi o en agua destillada de malvas, y açúcar candi que es muy singular, y después darle han medicinas que le hagan lançar y echar la piedra. Como quiera que yo tengo por muy cierto que si la piedra no es muy grande y muy dura y no está muy apegada, que saldrá con las dos medicinas que he dicho, y ahun con sólo el açúcar candi hago fee, que un açor mío en espacio de medio quarto de hora echó una piedra tan grande como un garvanço, y dende a un quarto de hora, en presencia de muchos que lo vieron, tornó a echar otra tan grande como una hava, y sospechando yo que ahún tuviesse más piedras, al tercero día le di otro tanto açúcar candi como la primera vez, que fue tanto como una avellana entera en dos pedaços, y tornó a echar otra piedra mayor que la primera. Pero en caso que con lo que he dicho no saliese, désele una de las medicinas que diré, con las quales sin duda ninguna saldrá la piedra. Tómese estiércol de ratones, vidrio quemado, como se mostró en el capítulo del huérfago, y molido y açúcar candi de cada uno dos partes, encienso y mirra de cada uno una parte, y muélase cada cosa por sí y mézclense, y con la manteca de vacas que fuere menester o con tocino gordo adreçado, como se mostró en el capítulo seteno en la recepta onzena, hágase un bocado tan grande como una avellana mondada, y por la mañana, estando la ave ayuna, cójase y láncesele, y si la manteca de vacas no fuere fresca lávese en muchas aguas hasta que pierda el rancio, y en lugar del estiércol de ratones se puede tomar estiércol de palomas o de gallo negro o de gorriones.

Otra medicina: Tómese simiente de lampazo, y de millium solis, y de alquequengi, que es vexiga de perro, y açúcar candi partes iguales, y con la manteca de vacas que fuere menester hágase un bocado y désele por la orden ya dicha; y si la manteca no fuere fresca lávese como se ha dicho; y si no hoviere manteca tómese el tocino gordo de la parte de dentro y lavado y adreçado como se ha mostrado, y en lugar de la simiente de lampazo, si no la hoviere, pongan simiente del cardo que se aporca para comer.

Otra medicina muy probada y de grande experiencia: Tómese la simiente de la retama, no de la retama común sino de la grande que se tiene en las huertas y haze una flor grande amarilla que huele muy bien, y açúcar candi de cada uno dos partes, simiente de lampazo y pepitas de cuescos de cerezas de cada uno una parte, y no haviendo simiente de lampazo tómese en su lugar la simiente de los cardos que he dicho que se aporcan para comer, y no haviendo pepitas de cereso tómese la goma del isequese al horno y muélanse estas cosas y mézclense. Estos polvos se pueden dar mezclándolos con manteca y haziendo un bocado como una avellana o mezclándolos con alguna de las lexías que abaxo diré, y poniéndolos en estentino y lançándolo por la garganta, o en lugar de la lexía sea en cozimiento de raízes de gramen, y de esparraguera, y de poleo, y de niepota que es muy singular. Assimismo se le dé un curalle hecho desta manera: Tomen hojas verdes de poleo y macháquense un poco y hágase un curalle y cúbrase con una poquita de estopa y después con carne, y dése a la ave, y si no lo quisiere llevar cójase y láncenselo por la garganta, y con sólo este curalle hize yo lançar a un açor una piedra muy grande, pero si se le mezclare de la simiente de retama que arriba dixe, o de la simiente de lampazo o de bexiga de perro mayor efecto hará. Otro curalle: Tómese poleo y orégano verdes, y raízes verdes de gramen y macháquese todo y hágase un curalle, y en lugar destas raízes se pueden poner las raízes de pinpinella y laxifraga.

Mójenle la vianda en lexía de cenisa de troncos de havas, o de higuera, o de carrasca, o de sarmientos, que todas ellas son muy buenas, ahunque de la de troncos de havas afirma el Guido que vio hazer maravillas en hazer mear y echar materia y arenas, y con qualquier destas lexías mezclen una poca de miel o azeite de almendras dulces y açúcar candi; y si no tuvieren lexía sea en el azeite y açúcar, o sea en cozimiento de raízes de gramen y de esparraguera y de poleo. O denle en la vianda simiente de perexil, y de millium solis, y de vexiga de perro, de todas juntamente o de alguna dellas moliéndolas y mezclándolas con açúcar candi.

Después que la ave hoviere lançado las piedras y el caçador viere que ya está limpia dellas, deve de confortarle el buche con las especias y medicinas que escreví en el capítulo treinta y uno, «De las plumas y curalles viejos», porque de estar el buche debilitado y no hazer perfecta digestión se engendran estas piedras; y continúenle a dar, por algunos días, la simiente del perexil entera en la vianda y el curalle hecho del poleo, y buelen con la ave cada día si pudieren, que el no bolar ni travajar las aves por muchos días es causa que se engendren humores flegmáticos en el buche y se debilite y se hagan estas piedras.

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CAPÍTULO XLII

De la ave que no tulle bien

ASSÍ como a los hombres acaece muchas vezes estar duros de cámara por indispusición de la persona, assí tanbién acaece a las aves, que no tullen como deven ni como solían; y conóceseles en que tullen muy de tarde en tarde, y lo que tullen es duro y viénenseles a hinchar los ojos y no quieren comer. Pues quando esto vieren en la ave reconózcanle el tullidero si lo tiene limpio, que muchas vezes lo suelen tener cerrado de la suziedad de las tulliduras, especialmente quando las han traído de camino enmanjoladas, y si hoviere suziedad cojan la ave y lávenselo muy bien con agua tibia, y si no tuviere suziedad ninguna párenle mientes si tiene piedra, que por los señales que arriba he dicho se lo verán, y si la tuviere cúrensela como en el capítulo precedente he dicho; y si no tuviere suziedad ni piedra es de que la ave no está sana. Mójenle la vianda en aquellos dos o tres días en lexía, y miel, y açúcar candi poniendo tres partes de lexía y una de miel, y la lexía sea de carrasca, o de sarmientos, o de higuera, y si fuere de ramos de havas será de más fuerte operación, o sea en lexía y azeite. O desbuchen la ave con la alquitira o con la zaragatona o con qualquier de las receptas que escreví en el capítulo seteno deste libro.

Assimismo la pueden curar poniéndole por el tullidero o overa una mecha de tocino gordo hecha como dixe en el capítulo precedente y mojándosela en azeite de olivas.

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CAPÍTULO XLIII

Del ruido que les haze en las tripas por frialdad o ventosidad

TOMEN cominos dos partes, espicanardi, canela, nuez noscada, macias, clavos de girofé, gengibre, galangal de cada uno una parte, y muélase todo muy bien y denle destos polvos siempre que le dieren de comer enbueltos en una poca de carne. O hágase un curalle de hojas de poleo o de orégano y mézclense con ellas los polvos y cúbrase con estopa y a la noche denlo a la ave.

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CAPÍTULO XLIV

De quando la ave se rompe la pierna

RÓMPENSE las aves las piernas por muchas desgracias que les acaecen, assí como a los halcones del golpe que dan en la liebre, o conejo, o presión quando caen de lo alto sobrellos, que baxan con tan grande ímpetu y furia que de sólo un golpe acaece matar la liebre y conejo, y tanbién quando desde lo alto baxan aferrados con la presión grande y caen en tierra, o encontrando en algún árbol o peñisco. Pero sin duda muchas vezes acaece poniéndolos en alcándara que no está firme, especialmente en açores y gavilanes que, debatiéndose, cae la alcándara sobre ellos. Los caçadores en esta cura no guardan otra regla alguna mas de sólamente si fuere en la cuxa, trasquilar las plumas y poner una pilma hecha con una clara de huevo batida y mezclada con polvos de encienso, y almástiga, y sangre de drago, y piedra sanguina, y harina de trigo muy cernida partes iguales, y dan en la vianda a comer los polvos de las sueldas que abaxo se dirán. Y yo he curado rompimientos de piernas de ave con sóla esta pilma y estas sueldas añadiendo en la pilma bolarméñico y sarcocola sendas partes, y de pez dos partes porque no tiene par en soldar rompimientos de huessos. Y más digo, que en gallinas y en perros he visto yo con sóla la retama o hiniesta verde majada y puesta sobre el rompimiento hazer tan perfectas curas de huessos rompidos quanto pudiessen ser, y lo mismo he visto hazer con hojas de fresno majadas y puestas a manera de emplasto, y Joanes de Vigo las alaba mucho, y yo alabo las hojas de la pinpinella puestas de la misma manera porque tienen gran poder en soldar heridas rezientes y huessos rompidos. Y tanbién he visto curar estos rompimientos a mugeres en sus gallinas y gallos con no más de mascar unos granos de trigo y ponerlos por pilma atándolo y rodeándolo por encima con cabellos en lugar de hilo. Y tanbién me dixeron por cosa muy cierta y probada que el çumo de los puerros soldaba maravillosamente, especialmente si mezclavan con él los polvos arriba dichos, y con sóla la pez se curan infinitos rompimientos. Pero como en todas estas curas se digan las que se acertaron, y no las que se erraron, tengo por mejor y más seguro guardar la orden y reglas que se mandan guardar en medicina y cirurgía que no poner en ventura la ave, con lo qual yo me he hallado muy bien y he curado con mucha seguredad muchos rompimientos, y entre otros curé un açor del señor de Cadreita que tenía rompida la pierna por la cuxa en dos partes, y la una por cerca de la junctura de la rodilla que todos dezían que moriría. Y si hoviere algunos que no quisieren guardar tanta cerimonia ni prolixidad pondrán la pilma que arriba he dicho, y si estuvieren en parte que no pudieren haver todos los polvos que entran en esta pilma, pónganle sóla pez, o pez y miel, o pez y miel y trementina, si la hoviere, o la retama verde, o las hojas de la pinpinella, o las del fresno, o trigo como se ha dicho, y denle de las sueldas que abaxo escreviré.

Pero el que quisiere curar el rompimiento de la pierna de la ave según orden y regla de medicina y cirurgía, y cómo se deve de hazer para que no se yerre, hágalo desta manera: Haviéndose rompido la ave la pierna, o será arriba en la cuxa o será abaxo en el çanco. Si fuere en el çanco no es menester más de luego curarla, pero si fuere arriba, en la cuxa, es menester trasquilarle primero todas las plumas con unas tijeras que corten bien, y especialmente se ha de mirar que si en el lugar por donde fue rompida hoviere herida a fuera, no quede en ella pluma ninguna porque impediría la consolidación. Aparéjese luego una aguja de coser con hilo. Aparejen unas tablillas de baina de espada dobladas o hechas de sauze o de cañas porque sean blandas, y sean algo más largas que el rompimiento, un dedo o dedo y medio, con tanto que si es en la cuxa no alcançen arriba al cuerpo donde hagan mal, y estas tablillas se cubran cada una con estopa mojada en agua tibia porque no hagan mal, y después se aten con un hilo unas con otras por dos partes para que juntas se puedan poner, y juntas se puedan quitar, estando apartadas las unas de las otras un poquito, ahunque tanbién se pueden poner sin atar cada una por sí; y estas tablillas han de ser tantas que basten a rodear toda la cuxa o çanco. Aparéjese tanbién una venda de paño muy delicado o de olanda más ancha que el rompimiento, un dedo de cada parte, para ponerla luego sobre la carne mojada en lo que luego diré, y otra venda de paño más gruesso para cubrir la pilma y tablillas cosiéndola. Aparejen dos o tres o más pañicos doblados de tres o quatro dobles algo más anchos que la herida o rompimiento para mojarlos en lo mismo y ponerlos sobre él, o en lugar destos pañicos se aparejen unas estopillas pequeñas. Agora tómese una clara de huevo y tres dramas de azeite de murta, y otras tres de azeite rosado onfancino, y si no hoviere azeite rosado onfancino, sean todas las seis dramas del de murtas, y en caso que no hoviesse del uno ni del otro tómese media onça de azeite rosado y bátase muy bien con la clara de huevo, y tómese de pez tres partes, harina de cebada y harina de trigo muy esfloreada, y ahun es mejor la que se coje por las paredes del molino que se llama bolátil, y bolarméñico y sangre de drago, encienso, almástiga, mirra, y piedra alvím, y azívar epático de cada uno una parte, y si no hoviere harina de cebada póngase sóla la del trigo, y no pudiéndose haver todas estas cosas, tómense los azeites, y harina, y pez, y bolarméñico, y sangre de drago, azívar, y encienso y muélanse estas cosas cada una por sí, y passen por cedaço y mézclese todo con la clara de huevo batida con los azeites, y bátase todo muy bien, y mójense en esto la venda de olanda delicada que dixe, y las estopillas. Estos azeites se ponen para quitar el dolor y guardar que no lo haya, el qual suele ser causa de espasmo en semejantes quebrantamientos de huessos, y tanbién para defender que no se haga apostema, allende que el azeite de murtas, según Avicena y según afirma Joanes de Vigo, tiene propriedad muy poderosa para restaurar y soldar estos rompimientos de huessos. Estando todas estas cosas aparejadas coja uno la ave y téngala muy bien, y otro le torne los huessos rompidos a su lugar estirando poco a poco con la una mano de la una parte y con la otra de la otra hasta que vea que ya están como estavan antes que se rompiessen, lo qual se conocerá cotejando este huesso rompido con el huesso semejante de la otra pierna, y en esto se ha de tener muy mucho aviso y cuidado porque en ello consiste todo el primor de ser perfecta o imperfecta la cura, que no hay duda ninguna que soldará el rompimiento, pero suele quedar feo y corto el mienbro, quedando trascavalgado el un huesso sobre el otro. Y desque el obrante viere que los huessos están en su lugar, tome con los dedos de allí donde se juntan y apriételos reziamente porque no se tornen a salir, y tome la venda de olanda delgada que está mojada en la clara de huevo, y azeites, y polvo y ciña y apriete con ella de buena manera y no demasiadamente el rompimiento, guardando que los huessos no tornen a salirse de su lugar, y cósase porque no se afloxe, y en los cabos della denle unas tijeradillas porque no apriete en los orillos sino en medios, y sobre esta venda delicada se pongan luego los pañicos doblados que dixe, uno tras de otro, mojándolos bien en la clara y azeite y polvos, poniendo primero el uno, rodenado con él el rompimiento como se hizo con la venda, y luego después el otro, y después el otro o poniendo, como dixe, unas estopillas en lugar de los pañicos; y porque la virtud de la medecina que va en estos pañicos pueda penetrar al rompimiento del huesso se manda poner aquella primera venda quanto más delgada y delicada pueda ser, y ella se pone para apretar los huessos rompidos y guardar que no se tornen a salir de su lugar, y sobre los pañicos o estopillas se pongan las tablillas por la orden que dixe, y sobre ellas se ponga la otra venda gruessa, y cósase muy bien advertiendo que hasta que haya seguredad de apostema, assí la atadura de la primera venda como la de la estopa y tablillas y postrera venda no vaya tan floxa que los huessos puedan tornar a salirse de su lugar, ni tanpoco vayan tan apretados que causen dolor, y el mienbro se aposteme y estiomene, porque ninguna cosa hay que más dolor atraya ni más impida la restauración de los huessos rompidos que es el demasiado apretamiento de la ligadura de la pilma, especialmente en los días primeros, y por esto se tiene por muy más seguro que se peque en atar algo más floxo que no muy apretado, con tanto que no sea tan floxo que el huesso torne a salir de su assiento. Fecho esto puédenle enbarar toda la pierna de largo a largo con unos palos cubiertos de estopa como no le hagan mal, para que toda la pierna esté estendida y no pueda menearla, que desto suele el huesso tornarse a salir de su lugar. Después júntenle las dos alas y cósanselas como quando trahen los halcones de Flandres y pongan un paño de lino o de cáñamo gruesso y rezio en una cámara escura, y esté un codo más alto que el suelo, y esté estendido y atado de las quatro partes teniendo y tirando de cada cantón una cuerda de la misma manera que está un sobrecielo de cama o dosser, y en este paño hagan dos agujeros por medios por donde le saquen a la ave las dos piernas, cada una por su agujero, y enbuélvansele las manos con unas vendas de lino, cada una por su parte, de manera que las uñas y manos tenga encerradas que no pueda asir con ellas del paño. Esto se haze porque como las aves no tienen conocimiento del beneficio que se les haze como lo tiene un hombre, nunca están quedas y algunas vezes hazen fuerça con las manos y sacan de su lugar el huesso rompido y no suelda como deve, y estando desta manera no pueden estrivar con las manos y tiene lugar el huesso de soldar mejor. Pero háse de tener cuidado de reconocerle la overa o tullidero y alimpiárselo, porque estando allí, en aquel paño, no podrá tullir afuera. Esta cámara donde esta ave hoviere de estar sea escura y siempre le den de comer con candela, y la vianda vaya picada y hecha bocadillos chiquitos puestos en un plato para que la ave se la tome de allí con su pico, y si por caso no la quisiere comer ábranle el pico y échensela por la garganta, y de tercero a tercero día le darán de los polvos de las sueldas hechas desta manera: Tómese pez, bolarméñico, reupóntico, tormentilla, raíz de la arzolla, cortezilla de zaragatona y nastuerço partes iguales y muélase cada cosa por sí y pássese por cedaço y mézclese y póngase en un pote de tierra vedriado muy bien atapado o en un taleguillo de valdrés. Pero miren que en ninguna manera se tome el grano entero de la zaragatona porque lo de dentro es dañosíssimo, sino sóla la cortezilla de defuera, la qual se ha de sacar tostando la zaragatona en una sartén al fuego, lo qual ha de hazer un apothecario porque no se yerre. Otras sueldas muy singulares, y especialmente para en caso que la ave recibió golpe: Tomen pez, bolarméñico, tormentilla, gariofilata o sanamunda, que todo es uno, rosas secas, almástica, raíz de arzolla, sangre de drago de gota fina y murtones y polvo de grana muy fina o la grana en grano en su lugar de cada uno una parte, muélase cada cosa por sí muy bien y passe por cedaço y mézclese todo. Y destas sueldas se dará a la ave en la vianda de tercero a tercero día, como se dixo, dándole en cada vez tanto como un garvanço cubierto con una tajadilla de carne lançándoselas por la garganta si no las quisiere llevar. Y qualquier caçador deve de estar siempre proveído destas sueldas teniéndolas hechas para el tiempo de la necessidad porque son muy buenas y ayudan mucho a soldar por la parte de dentro el rompimiento o qualquier caída o quebrantamiento que hoviere en el cuerpo de la ave, y ahun sólo el nastuerço, o la raíz de la arzolla o de la tormentilla sueldan maravillosamente por de dentro, y es cosa muy singular la agua destillada de la tormentilla, y lo mismo la de la dragontia menor mojándoles en ellas la vianda. Y si la ave se hoviere rompido la pierna cayendo de alto o de qualquier otra manera que hoviesse recebido golpe con todo el cuerpo o en parte alguna dél, allende del rompimiento de la pierna es menester que luego en acabándole de poner la pilma, antes que se le dé de comer, se le dé una de las bevidas y medicinas que escreviré abaxo en el capítulo cinqüenta y siete, «De los golpes que reciben las aves en sus cuerpos cayendo», y al segundo día en ninguna manera dexen de darle la lexía y azeite de almendras que allí digo, porque sin duda ninguna le hará echar qualquier sangre o materia que tenga en el cuerpo, la qual suele matar las aves.

Después que le hovieren puesto la pilma sobre el rompimiento no se la quiten hasta que passen seis días, y en este medio reconózcanle la pierna por encima del rompimiento y por debaxo, para que si por ventura se le hoviere hinchado por apretarle mucho la pilma o las ligaduras se desate luego y se le ponga otra fresca y que no vaya tan apretada; y para que no se hinche por humores que allí acuden después de puesta la pilma úntenle arriba y baxo della muy a menudo con azeite rosado y de murtones partes iguales untándole con unas plumas de gallina, o con azeite rosado y de mançanilla, bulliendo primero en estos azeites lombrizes de tierra. O si la ave fuere de precio y quisieren assegurar que en los primeros días no le venga espasmo úntenle con esto: Tómese azeite rosado y de murtas de cada uno una onça, cera blanca media onça, y póngase al fuego, y como se haya derritido la cera con los azeites sáquese del fuego, y añádase de bolarméñico tres dramas, de todos los sándalos un escrúpulo, de harina de havas tres dramas, de harina de ordio media onça, mézclese y póngasele a la parte de arriba, encima de la pilma a manera de ceroto.

Al seteno día se le quite la pilma primera que se le puso, y no se aguarde hasta el veintiún día como escriven Joan de Safagún y Pero López de Ayala, que es muy grande yerro por dos razones muy claras: la una es porque antes que se engendre el poro sarcoide que llaman los cirurgianos, que es la consolidación o ligamiento que se haze entre huesso y huesso, es menester reconocer si los huessos rompidos se salieron de su lugar para que se tornen a bolver, lo que no se podría hazer después de engendrado este poro sarcoide sin muy grande peligro. La otra es porque ya que los huessos estén en su lugar muy mejor soldarán y engendrarán el poro poniéndole la pilma fresca que con la que ya está seca y dura. Pues quítesele al seteno día la primera pilma y póngasele otra hecha desta manera: Tómese pez onça y media, sebo de cabrón, si lo hoviere y si no sea de carnero, otro tanto, cera una onça, azívar, mirra, encienso, almástica, bolarméñico, sangre de drago, sarcocolla y farina de trigo muy esfloreada de cada una media drama, trementina clara una drama y muélanse estas cosas muy bien, y derrítanse el sebo, y pez, y cera, y después se añada la trementina, y después se saque del fuego, y estando fuera se echen los polvos, y encorpórense bien, y después póngase dentro un paño de lino del tamaño que será menester para el rompimiento, de manera que enbeva bien en sí de la pilma, y después se lo pongan sobre el rompimiento, y tórnenle a poner sobre esta pilma unos paños doblados o estopas secas, y sobre ello le tornen a poner las tablillas porque no consientan salir el huesso de su lugar, y tórnese la ave a poner sobre el paño en que estava. Y si el caçador no tuviere todas estas cosas o no quisiere hazer pilma tan costosa, ahunque yo digo que es excellente, hágala desta manera: Tome una clara de huevo, y pez, y azívar epático, encienso, y bolarméñico, y sangre de drago; o hágala con clara, y pez, y trementina, y azívar, y sangre de drago, y encienso, y almástica. Joannes de Vigo, hablando de la propriedad que el fresno tiene para soldar rompimientos, alaba por divina medicina en soldar huessos rompidos ésta: Tómese çumo de fresno, y çumo de malvavisco, y çumo de consuelda mayor, y azeite de murtas, y clara de huevo, y harina de trigo volátil que es la que está apegada por las paredes del molino, y sangre de drago, y bolarméñico molidos y cernido todo junto, y mezclado, y batido, y puesto como pilma, y afirma que obra como milagrosamente.

Si por ventura quando al seteno día se quitó la primera pilma o medicina que se puso, hallasen que los huessos se hoviessen salido de su lugar, tórnense a juntar poco a poco; pero primero que los tornen, bañen un ratillo el rompimiento con agua en que hovieren cozido linosa y malvas, y raízes de malvavisco, siendo primero un poco machacadas las raízes del malvavisco, y póngasele la segunda pilma que dixe que se pusiesse al seteno día.

Esta segunda pilma tendrá otros seis días, y al seteno día, que será el trezeno contando del primer día que se començó a curar y se le puso la primera pilma, reconózcansela y refrésquensela con las manos al calor del huego, o le pongan otra de nuevo que quando la hizieren pueden hazer dos y tres y tenerlas guardadas para este efecto, y de siete a siete días se la reconozcan y refresquen que es mucho mejor que lo que hazen caçadores, que desde el primer día que se la ponen no se la tocan hasta que les parece que la ave está sana, porque la dureza de la pilma haze más daño que provecho. Y tanbién digo que ahunque Pero López de Ayala y Joan de Safagún escriven que basta que la ave traya la pilma veintiún días que no se la quiten tan presto, porque según los doctores aucténticos de medicina y cirurgía, el huesso de la cuxa ha menester cinqüenta días para restaurarse, y las canillas de la pierna quarenta. Pero después de passados los veintiún días háganle este emplasto que es muy singular: Tómese cera amarilla, colofonia, trementina y bolarméñico de cada uno dos dramas, encienso, almástica y sangre de drago de cada uno media onça, armoníaco dos dramas, deshágase el armoníaco en vino blanco, y hágase emplasto según arte. Y si tuvieren sospecha o temor que por tener tanto tiempo la pilma o emplasto le dexan de nacer las plumas, passados los treinta días no se lo pongan, y en su lugar le laven cada día el rompimiento con este lavatorio que hará dos efectos: el uno es que confortará y fortificará la soldadura y dessecará las humedades della; y el otro es que ayudará a que nazca la pluma: Tómense murtones y hojas de murta, assensios verdes, çumaque, agallas de enzina o de roble, alholvas, raízes y simiente de malvavisco, sean todas estas cosas quebrantadas, y añádase cenisa hecha de malvas y ortigas secas y quemadas, y cenisa hecha de cortezas de sarmientos, y cuezan todas estas cosas en buen vino tinto áspero que rasque mucho hasta que mengüe la tercera parte, y déxese clarificar, y cuélese, y después de colado añádanle estas cosas: Tomen mirra, azívar cicotrino, espicanardi, rosas secas, grana en grano o polvos de grana fina quemada al horno sobre un teja, no más de quanto se pueda moler, y canela, y muélase cada cosa por sí, y échese dentro del vino en que cozieron las otras cosas, y torne al fuego y cueza hasta que dé dos o tres hervores, y no más, y con este lavatorio se lave tres o quatro vezes al día, que muy maravillosa cosa es.

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CAPÍTULO XLV

De la ave que se rompe la ala

APARÉJENSE todas las cosas que dixe que se aparejassen en la cura de la pierna rompida, y después que todas estuvieren a punto, tome un compañero la ave y téngala bien cogida, y otro le trasquile con unas tijeras todas las plumas de la ala, assí mayores como menores, de las que están en la caña que se rompió, pero no se arranquen pelándolas como algunos hazen, porque la pluma arrancada no buelve a nacer todavía perfectamente, y trasquílense muy bien por dentro y por de fuera de la ala, mirando que si en el rompimiento hoviere herida con sangre a la parte de fuera no quede en ella pluma ninguna, porque impediría la consolidación; y después que hovieren muy bien trasquilado la ala, igualen los cañones de los cuchillos, que no quede cortado el uno más largo que el otro, y sean cortados por cerca de la carne por el mismo principio donde comiençan los cañones de la mesma manera que se haze quando se enxieren de cañón.

Fecho esto tórnenle a juntar y poner el huesso en su lugar, y el señal para conocer que estará bien tornado y assentado será cotejándolo con el huesso de la otra ala que es semejante a este que se rompió, mirando si queda tan largo y tan igual como el otro; y no haya descuido en esto porque en ello consiste toda la perfectión desta cura, que en lo demás que toca a soldar el huesso no hay que dudar sino que soldará guardándose la orden que se dixo para la pierna rompida. Después que el obrante viere que los dos cabos del huesso rompido están en su lugar apriételos reziamente con los dedos, y tome la venda delgada que estará aparejada y mojada en la pilma que se ordenó en la primera cura de la pierna rompida, y rodeésela y apriétesela bien y de manera que no dé lugar a que se tornen a salir de su lugar los cabos del huesso rompido, y después pónganle los otros pañicos doblados o en su lugar las estopillas mojándolos bien en la dicha pilma de la clara, y azeite, y los polvos, y luego después pónganle las tablillas o cañas que no sean más largas que la caña mesma rompida, porque si se hoviere después de coger la ala se pueda coger, y después pongan la otra venda gruessa y cósase y adrécese por la misma orden y forma que se mostró en la pierna quebrada, salvo que después de cosida la venda gruessa que se pone encima de las tablillas o cañas allí se mandó enbarar toda la pierna con otros palillos más largos para que esté estendida y no la pueda menear, porque meneándola pueden y suelen salirse de su lugar los cabos del huesso rompido, y aquí en lo que toca a la ala se acostumbra hazer de tres maneras: La una es estendiéndola y enbarándola con unas tablas de manera que no la pueda encoger ni menear, y de manera que no se haga mal ni daño, atando y rodeándole las tablas con una trençadera que es mejor que hilo, porque no se le mete por la carne ahunque le llegue a ella. La otra es ésta: Tomen una aguja de pelejeros muy delgada con hilo y cósansele los cuchillos y plumas de la ala uno a uno por cabe los cañones, y cójanle la ala y alléguensela al cuerpo, y tomen un paño de lino usado, y enbuelvan en él toda la ala assí como está cerrada, y cósase aquel paño de la misma manera que viene cosido y cogido el halcón quando le trahen de Flandres, que la mitad de la ala abaxo azia las puntas de las plumas trahe enbuelta en un paño de lino, y en el dicho paño haze dos ramales, el uno de los quales vaya por detrás a la ala sana hazia la parte de la cola, y el otro hazia la parte de la cabeça, y se vayan a juntar entranbos debaxo de la ala sana, y allí se cosan bien, y buelvan estendidos y anchos por el pecho, y vengan a coserse en el codillo de la ala rompida en el paño que está enbuelta, y de allí passen sobre las espaldas fasta el ombro de la ala sana, y allí se cosan en los ramales que por allí passaron para ir a juntarse debaxo de la ala sana, de manera que no se puedan estos paños desatar, ni la ave pueda menear la ala rompida, que a este fin se haze, y allende desto se le coja la otra ala sana y enmanjolen la ave con otro paño, y esté assí enmanjolada un día o dos hasta que ya la pilma esté seca y tiesta, y después desenmanjólenla y póngase sobre una tabla llana en que se eche en una cámara muy escura, y átese con su luenga porque no se salga de la tabla, pero el paño con que se cosió y enbolvió la ala rompida no se le descosa ni quite sino siempre esté con él hasta que se torne a curar. La otra es cogiéndole tanbién la ala sana como la rompida, passándole con la aguja y hilo todos los cuchillos y enbolviéndole la una ala y la otra en un paño de lino y cosiéndoselas de aquella misma manera que trahen los halcones de Flandres, y desta manera la tienen todo el tiempo que dura la cura, y esto es más seguro. Pero ahunque se haga desta manera se deve enmanjolar y tenerla enmanjolada el primer día y el segundo hasta que la pilma esté seca y tiesta. Todas estas tres maneras son muy buenas, pero yo digo que si el rompimiento fuere en la caña segunda de la ala, digo, en la que está a la parte de fuera cerca del grumillo o fuere cerca de alguna de las juncturas, que tengo por inconviniente tornarle a coger y apegar la ala al cuerpo, y es menester grande tiento por el peligro que havría de que no se le tornassen a salir los huessos de su lugar, y por esta causa, para el que no fuere bien diestro en esto, tengo por mejor en este caso hazerlo por la primera manera que dixe, y dexarle estendida y enbarada y suelta la ala rompida. Pero si el rompimiento fuere en la primera caña que está más junta del cuerpo, y no estuviere cerca de la junctura, es bien coserle y apegarle la ala al cuerpo. De qualquier manera que ello se hiziere se ponga la ave en una cámara escura sobre una tabla como se ha dicho. Y si el rompimiento fue con golpe grande que recibió en el cuerpo, como es cayendo de alto o de otra qualquier manera, denle alguna de las bevidas que escreviré en el capítulo cinqüenta y siete, y dende a dos horas que se la dieren denle de comer, y ésta y todas las otras vezes que le dieren de comer le darán carne picada y puesta en un plato, y de tercero a tercero día le darán en la vianda de los polvos de las sueldas que se dixeron y como se mostró para la pierna quebrada.

Al seteno día quítesele la pilma y póngasele otra hecha de la misma manera que se hizo para la pierna rompida en la segunda cura, y tórnenle a coser las alas de la misma manera que antes estavan, y hasta que la pilma esté seca esté la ave enmanjolada un día o dos como arriba se ha dicho, y esté con esta pilma otros seis días, y al otro seteno día se haga lo mesmo, y tanbién al otro día de la misma manera que se hizo en la pierna rompida, y después para fortificar y confortar la consolidación o poro sarcoide que diximos, que es el ñudo o ligamiento que se haze en los cabos del huesso rompido. Y para que nazca muy bien la pluma lávenle con este lavatorio, que es maravilloso para las alas: Tómese paño de grana fina y quémese en el horno sobre una teja hasta que se pueda moler, y muélase muy bien, y tómese canela y muélase, y tómense murtones y muélanse partes iguales y mézclense y échense en agua ardente y alléguese al fuego no más de quanto pierda la frialdad, y hágase un isopillo puesto en un palo y lávenle la ala tres o quatro vezes al día, y si no hoviere agua ardente sea con el mejor vino blanco que se pudiere hallar o con un vino tinto muy bueno y que rasque un poco, y si no hoviere paño de grana fina tómese la grana en grano, y si tanpoco la hoviere hágase con la canela y murtones, y ahun sóla la canela y vino o agua ardente es maravillosa. O lávenle con este lavatorio que es muy singular: Tomen assensios verdes y macháquense, y cuezan en agua ardente o vino blanco, y cuélenlos con gran primimiento, y después añadan los polvos de canela y murtones y grana que arriba se dixeron, y añádase un poco de azívar cicotrino, y caliéntese un poco al fuego.

En esta orden y en este govierno llevarán la ave hasta que ya esté rezia de la ala, y ahunque esté bien rezia nunca dexen de lavarle cada día la ala con este lavatorio, que agora dixe, hasta que entre en la muda, y ahunque le nazcan plumas o se las enxieran, no buelen con la ave hasta que ya haya mudado, y denle muy buen recaudo y buenas viandas, que si buen recaudo le dieren y la curaren como se deve de curar, tanbién bolará como antes que se rompiese la ala.

Y quando le pusieren en la muda porque mejor pueda mudar los cuchillos que se le cortaron y pueda travar de los cañones dellos, deven enxerir de cañón todos aquellos que fueron cortados por la orden que se mostrará en el quarto libro en el capítulo de cómo se han de enxerir las plumas, enxeriéndolos con qualquier pluma que sea, pues esto no se haze sino solamente para que la ave, travando con el pico, pueda arrancar la pluma para mudarla.

Acaece muchas vezes haver havido descuido en esta cura en no haver buelto bien en su lugar los cabos del huesso rompido, o después de bueltos havérselos tornado a sacar la mesma ave meneando la ala o haziendo fuerça con ella, y por esto no dexa de soldar el huesso, ahunque trascavalga el uno sobre el otro, que allí haze un ñudo muy rezio, y yo lo he visto después de muerta la ave, y es tan rezio que con un martillo no lo pude romper, antes se rompió la caña por otras quatro o cinco partes, pero queda más corta esta ala que la otra, y conócesele en que el un encuentro o grumo de la ala rompida cahe más abaxo que el de la otra. Dígolo por aviso a los caçadores nuevos, para que por esto no desconfien de la ave que ahunque éste sea, no por esso dexará de bolar bien, al menos si fuere açor, porque yo lo he visto y probado.

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CAPÍTULO XLVI

De la ave que se saca o desencasa la pierna o dedo o ala

CONÓCESE una junctura estar desencasada y salida fuera de su lugar principalmente en tres cosas. La una es en que el un huesso está más alto que el otro; la otra es en la concavidad que se haze en aquel lugar donde salió; y la tercera en que no puede menearse la junctura como solía sino con mucha dificultad. Si la desencasadura fuere reziente, cojan la ave y si fuere por la rodilla o por más alto donde hoviere plumas, trasquílenselas y lávenle el lugar desencasado con agua tibia y azeite, y tórnenle el huesso a su mesmo lugar con mucho tiento lavándolo con la agua y azeite y estirando y estregando poco a poco, y para conocer quándo estará el huesso en su lugar cotejaránlo con el huesso de la otra pierna que es semejante a éste, y verse ha si está tan largo y tan igual y de la misma manera que aquél, y después que el huesso estuviere en su lugar apriétenle bien con los dedos y tomen una venda delicada y tan ancha que ciña muy bien la junctura, y mójenla en una pilma hecha desta manera: Tomen una clara de huevo y media onça de azeite de murta, y si no la hoviere sea de azeite rosado, y bátase muy bien, y después añadan estos polvos: Tomen pez tres partes, bolarméñico, sangre de drago, azívar epático, harina de trigo bolátil, encienso y almástica de cada uno una parte, y muélanse muy bien, pero si en lugar de azeite de murta se pusiere azeite rosado, añadan a estos polvos murtones muy molidos, y si se tomare el azeite de murtas y no el rosado añádanse rosas secas molidas, y tomen destos polvos la quantidad que fuere menester, y mézclenlos con la clara y con el azeite, y en esto se moje la venda delgada, y póngansela sobre la junctura apretándola de manera que los huessos no se tornen a desencasar, ni tanpoco se apriete tan demasiadamente que traya dolor; y sobre esta venda delgada se pongan unos pañicos doblados o unas estopillas mojadas en esta misma medicina o pilma, una sobre otra, y sobre los pañicos o estopillas las tablillas o cañas, y sobre ellas una venda rezia haziéndolo todo de la misma manera que se dixo para la pierna rompida. Hecho esto den de comer a la ave la vianda picada porque no haga fuerça, y pónganla en una cámara escura.

Con esta medicina estará quatro días, y después quítesele, y póngasele la segunda pilma que ordené para la pierna rompida que es muy singular. Pero si fuere ave de precio pónganle ésta, que para confirmar la consolidación de la junctura es singularíssima y no tiene par: Tómese una clara de huevo, azeite de murta y azeite rosado de cada uno dos dramas, y si no hoviere azeite de murta sea todo azeite rosado, pero si hoviesse hojas de murta den un hervor en el azeite rosado. Item, azeite de almástica dos dramas, trementina claríssima, miel rosada colada de cada una cinco dramas, bolarméñico tres dramas, sangre de drago y encienso de cada uno una drama, almástica, sarcocolla, mirra y azívar de cada uno media drama, alquitira un escrúpulo, harina de trigo de la flor o de lo que está por las paredes del molino y harina de cebada de cada una tres dramas, çumo de llantén dos dramas, muélanse las cosas que se han de moler y mézclense y hágase a manera de un ungüento, y mójense en ello los pañicos doblados o las estopillas y pónganse, y luego sobre ellas las tablillas, y después la venda, como se hizo la primera vez. Ésta es una medicina muy singular y de muy grande experiencia. O hágase desta manera: Tomen pez dos partes, trementina clara y miel de cada una una parte, y si la miel fuere rosada será mejor, y tomen bolarméñico, sangre de drago, encienso, sarcocolla, almástica, murtones, rosas secas y harina de trigo partes iguales, y muelan cada cosa por sí y mézclense. Y con qualquier destas pilmas o medicinas se curará la ave remudándoselas de quatro en quatro días hasta que passen veinte días, y siempre le pongan las tablillas porque no se tornen a desencasar los huessos.

Pero si por caso veniesse una ave a poder de un caçador que hoviesse algunos días que se hoviesse desencasado y sacado fuera de su lugar algún huesso, y tuviesse hinchada la junctura de donde salió, en ninguna manera deve tentar de bolverlo luego hasta que primero se la hagan deshinchar con medicinas apropriadas para ello, porque se seguiría espasmo del rezio dolor que se daría a la ave y moriría. Y lo que se le ha de poner para hazerle deshinchar la junctura sea esto: Tomen azeite rosado media onça, y si hoviere azeite de murtas sean las dos dramas del uno y las dos del otro, y si no sea toda la media onça del rosado, y bátase con una clara de huevo, y tomen murtones y rosas secas, y muélanse y mézclense, y pónganle unas estopas mojadas en esto renovándolas dos vezes al día, y después que estuviere el lugar deshinchado lávenselo con agua caliente y azeite, y buélvanle el huesso a su lugar, y pónganle las medicinas que arriba he dicho mudándoselas de quatro en quatro días hasta que la ave esté sana. Y si el desencasamiento fuere de muchos días, ahunque estuviere deshinchado, tanpoco le buelvan luego el huesso sin que primero le pongan un día o dos un emplastro hecho de linosa cozida para ablandarle la carne de la junctura. Lo mesmo se ha de hazer si acaeciesse, después de haver tornado el huesso a su lugar y puéstole la pilma, tornarse a desencasar, y quando le reconocieron la pilma lo vieron, y si por causa de haverle mucho apretado la pilma estuviesse ya endurecido, hágase este emplastro que es muy singular para ablandar: Tomen mucilágines o bavazas de malvavisco, y de alholvas y linaza sacadas por un apothecario, y tómese una poca de enxundia de gallina, o de ánade, o de ánsar, o de puerco, y mézclese y enbévase en esto una poca de lana suzia de ovejas y póngasele. O hágase esto que es la mejor cosa que se le puede poner: Tomen media cabeça de carnero castrado y quebrántenla, y tomen assimismo los dos pies quebrantados y una libra de raízes de malvavisco, mançanilla y corona de rey de cada uno un manojo, alholvas y simiente de lino sin moler de cada uno tres onças; todas estas cosas cuezan en suficiente quantidad de agua hasta que los huessos se aparten de la carne, y en este cozimiento laven mucho la junctura, y con lo espesso dello le estreguen, y después tomen harina de alholvas y simiente de lino de cada uno tres onças, harina de trigo dos onças y con estas harinas y tomando del susodicho cozimiento lo que fuere menester, y con raízes de malvavisco cozidas un poco y majadas y passadas por cedaço hágase emplastro blando al fuego, añadiendo manteca de vaca y de puerco de cada una dos onças, enxundia de ánade, y de gallina, y de ánsar de cada una una onça derritiéndolas primero y encorporándolas bien. Y qualquier destos emplastos traya tres días renovándolo cada día, y quantos más días ablandaren la desencasadura tanto mejor se tornará el huesso; después que se lo hayan ablandado tórnenselo a su lugar y pónganle sus pilmas y tablillas y cúrenlo por la orden que se ha dicho. Y dize el Guido que ahunque haya seis meses que se desencasó un huesso se puede tornar a su lugar trayendo algunos días medicinas que lo ablanden primero muy bien.

La mesma cura que se ha dicho para la pierna se ha de hazer en la ala o dedo que fuere sacado de su lugar.

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CAPÍTULO XLVII

De quando la ave no se puede tener sobre las piernas por estar derrengada o estirada o desencasada por las juncturas de las ancas

ÉSTA es una muy mala enfermedad la qual suele acaecer quando la ave o de ser muy desgraciada o por algún temor o enojo se debate una y otra y otra vez de la mano, y tantas que no quiere assossegarse ni estar en ella, y el caçador con enojo da rezias tiradas con la mesma mano en que la trahe por bolver la ave a ella; y assimismo quando el caçador dexa su ave en la alcándara y no la reconoce de rato en rato y cuélgase, y como no se puede tornar a la alcándara estíransele todos los nervios y morezillos, y debilítansele en tanta manera que queda manca y no puede firmar sobre las piernas, y ahunque todos los que han escrito de la acetrería dizen que esta enfermedad es incurable, no se dexe de hazer lo que aquí diré, que si luego como acaeciere se hiziere, antes que se enfríe, yo tengo por cierto que curará, y yo curé en Taraçona un açor, que era del Abad de Salerno, desta misma enfermedad, y después le vi matar perdizes.

Pues la cura sea ésta: Si el derrengamiento no fuere tanto que la ave se puede tener sobre las manos hágase este cozimiento: Tomen rosas secas, y assensios, y murtones, y hojas de murtas, y hojas de fresno, y de pinpinella, si las hoviere, y salvia de cada uno medio puño, bolarméñico, y sangre de drago, xebe, canela, y mirra, y encienso, y almástiga, nuezes de ciprés, y cortezas de granada de cada cosa un poco y cuezan en vino blanco en la quantidad que fuere menester, y estando caliente, lo que se pudiere sufrir, lávenle las juncturas de las ancas dos o tres vezes cada día, y tengan la ave suelta en una cámara escura. Pero si la ave no se pudiere tener sobre las manos cúrese desta manera: Trasquílenle todas las anquillas, desde los riñones abaxo, y todas las piernas, y lo primero que se haga sea visitarle si tiene los huessos de las juncturas de las ancas sacados fuera de su lugar, y si estuvieren buélvanselos, y después de bueltos o no bolviéndolos por no estar desencasados, córtese un paño de lino delgado que sea tan ancho y tan largo que tome todas las anquillas hasta el obispillo, y ciñan todas las piernas hasta la junctura de los çancos, en el qual se ponga esta pilma: Tómese azeite de murta, si lo hoviere, una onça, y si no hoviere azeite de murta tómense dos onças de azeite rosado y cuezan en él unos pocos de murtones molidos, y tanbién hojas de murta majadas un poco, si las hoviere, y cueza hasta que se sequen las hojas y murtones, y cuélese con fuerte premimiento, y este azeite hecho desta manera servirá en lugar del de murta, que haviendo de aquél no es menester hazer este cozimiento; mézclese con dos claras de huevos y bátase muy bien juntamente, y añádase media onça de trementina muy clara y otro tanto de miel rosada colada, y una onça de çumo de assensios, y haviendo fresno tómese otra onça de çumo de sus hojas, y si no lo hoviere ni tanpoco del de assensios hágase sin ellos, y mézclense bien, y después añádanse estos polvos: Tómese bolarméñico, sangre de drago, encienso, sarcocolla, mirra, almástica, harina de trigo de la que está en las paredes del molino o de la flor della, rosas secas, murtones, canela, grana en grano, azívar epático, alquitira blanca y molida y balaustias partes iguales, muélase cada cosa por sí y mézclense, y destos polvos se tomará la quantidad que será menester para mezclar con las claras y azeite y çumo de assensios de manera que se haga como emplastro o ungüento en el qual se mojará y enbeverá la venda delgada que se mandó aparejar, y póngasele a la ave de manera que le tome, como dixe, las anquillas y cospaçón y le ciña las cuxas de las dos piernas hasta los çancos, y cósasele como una calça por la parte de dentro de las cuxas de las piernas, y luego sobre esta venda se le ponga una estopa tan ancha y tan larga como la venda, y vaya tanbién mojada o untada por la una parte de la misma medicina, y luego sobre la estopa se le ponga otra venda gruessa y se le cosa como una calça por la parte de dentro de las cuxas de las piernas como se hizo la primera vez, y para que no se pueda caer abaxo azia la cola tómese un paño de lino no más ancho que tres o quatro dedos, y hágase un agujero por medio y passen por él la cabeça de la ave, y vaya el un cabo por enzima de las espaldas, entre las dos alas, hasta que toque con la venda que está sobre la pilma, y córtese por allí y cósase con ella, y el otro cabo vaya por el pecho hasta que toque con la misma venda encima de la tripa, y córtese por allí y cósase de manera que este paño esté de la misma manera que está hecho un habitillo o sanbenito de reconciliado o penitenciado, cosidos los cabos, como se ha dicho, con el qual la pilma estará segura de no caerse. Sólamente se ha de advertir que en la endrecera del papo se le quite al paño todo lo que es menester para que no impida el papo a la ave. Hecho esto désele de comer la vianda picada, y denle en ella de tercero a tercero día de las sueldas que dixe en el capítulo de la primera rompida, y póngase en una cámara escura sobre paja o sobre otra cosa blanda en que se pueda echar, y siempre le den la carne picada como se ha dicho. Con esta pilma o medicina estará la ave quatro días, y en el entretanto hágase este emplastro o ceroto, que es excellentíssimo, con el qual, sin duda, curará la ave, y porque vaya muy bien hecho hágase hazer a un apothecario desta manera: Tomen canela, grana en grano, sarcocolla, azívar cicotrino de cada una una drama y media, piedra aimán, mirra, almástica, encienso, pelos de liebre picados muy menudos, çumaque, murtones de cada uno dos dramas, bolarméñico, sangre de drago, agallas, ámbar de cuentas, yesso de cada uno tres dramas, sangre humana una onça y si no la hoviere póngase en su lugar sangre de palomas, aristologia luenga y redonda de cada una una drama, balaustias, cortezas de granadas, ipoquístidos, raíz de la consuelda mayor, y raíz de la tormentilla de cada uno dos dramas y media, cera dos onças, colofonia, y resina, y pez de nave de cada uno tres onças, muélanse las cosas que se han de moler y hágase ceroto según arte, y si saliere algo duro añádasele una poca de trementina clara o azeite de murta o rosado lo que bastare, y póngase sobre un paño o cuero del tamaño, anchura y largura que ciña las cuxas de las dos piernas, como arriba dixe, y pónganle encima otro paño y cósase y adrécese todo como se hizo la primera vez, y este ceroto tenga puesto la ave quarenta o cinqüenta días, o hasta que entre en la muda, y quanto más tiempo lo tuviere tanto más perfectamente curará, pero quítenselo de quando en quando, y alímpienselo y enxúguenle con un paño la agua que havrá en la carne y tórnenselo a poner. Este ceroto es una de las buenas medicinas que se pueden aplicar en qualquier parte donde sea menester consoldar, no solamente en aves pero en hombres, y siendo la ave de precio no se deve dexar de hazer, ahunque yo digo y afirmo que curé el açor que arriba dixe con sóla la pilma hecha con las claras de los huevos y los polvos que se escrivieron en la primera recepta renovándosela de quatro en quatro días.

Assimismo es cosa muy buena, cada vez que le quitaren y remudaren la pilma, lavarle o bañarle con un cozimiento hecho desta manera: Tomen rosas secas, hojas de murta y murtones molidos, assensios, cantuesso, niepota, majorana, paja de meca de cada uno medio puño, romero y salvia de cada uno un poco, cuezan todas estas cosas en la quantidad suficiente de vino tinto bueno hasta que se gaste la tercera parte, y estando tibio le laven con un paño las juncturas de las ancas y todas las cuxas o muslos.

Si el caçador estuviere en parte que no pudiere haver las medicinas que en este capítulo se han dicho, luego que acaeció esta desgracia a la ave tome assensios y ramos tiernos de retama y una poca de ruda y májense estas cosas muy bien, y pónganse como emplastro en lugar de pilma, poniéndolas por la misma orden, y si pudieren añader algunas de las otras cosas de la pilma añádanse, assí como encienso y azívar, y almástica, y bolarméñico.

E porque suelen enfriarse las manos a las aves con esta enfermedad en tanta manera que pierden el calor natural dellas, lo qual suele ser causa de que no curen, reconózcanselas y pónganles en ellas paños calientes y mojados en la agua ardente que escreví para la perlesía.

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CAPÍTULO XLVIII

De cómo harán nacer presto las plumas en donde se puso la pilma

CLARA cosa es que todas las plumas que se cayeren o quitaren con la pilma tornarán después a nacer, pero no se pierde nada, antes aprovecha, ayudar a natura para que salgan y nazcan mejor y más presto. Esto se puede hazer con una de dos cosas, es a saber, con unciones o con lavatorios, y para esto se ha de guardar esta regla, que si fuere en la ala se cure con lavatorios porque las unciones dañan las otras plumas, y si fuere en la cuxa de la pierna se podrá curar con las unciones o con los lavatorios, a voluntad del caçador, pero siempre es de más eficacia la unción que el lavatorio, que en la muda se suple y remedia todo el daño que se hiziere con la unción.

Las unciones son éstas: Tomen sal, y hollín, y azeite de olivas, y pez líquida partes iguales y hágase ungüento.

Otra: Tomen saín de osso, o de culebra, o de topo, y laúdano, y mirra, y azeite de murta, y azeite de avellanas, y azívar cicotrí, y tomen las cáscaras de las nuezes y quémenlas de manera que se hagan carbón y muélanse, y tomen cenisa hecha de las cortezas de los sarmientos, y de todo ello hágase ungüento claro, y estando caliente unten con ello el lugar donde quisieren que nazcan las plumas, y si hiziere día de sol pongan la ave a él y esté hasta que no lo pueda más sufrir, y sobre todo denle buenas viandas, que éstas le harán sacar buena pluma.

Otra unctión: Tomen assensios verdes un manojo, cáscaras de avellanas quemadas dos onças, y espicanardi una onça, y hiervan un buen hervor, y estando tibio úntenle con ello.

Los lavatorios son éstos: Hágase el postrer lavatorio que se escrivió al fin del capítulo quarenta y quatro para la primera rompida, que es maravilloso porque tiene, como allí dixe, intención a dos cosas, es a saber, a hazer nacer muy bien la pluma y confortar y fortificar la soldadura, y lávenle con él.

Otro lavatorio para hazer nacer la pluma: Tomen azívar cicotrino una onça, y ramos de assensios, salvia de cada uno un manojo, y cueza en la quantidad de vino tinto que fuere menester, y sea quanto más stíptico lo pudieren haver hasta que mengüe la tercera parte, y cuélenlo, y estando tibio mójenle el lugar.

Si por caso por haver untado a la ave con algunas de las unctiones o azeites susodichos se le engrassasen o ensuziassen algunas plumas y quisieren alimpiarlas, alímpienlas con lo que escreviré en el quarto libro en el quarto capítulo, ahunque si las plumas fueren de la ala poco haze al caso que se engrassen, pues no se ha de bolar con la ave hasta que haya mudado.

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CAPÍTULO XLIX

De quando se descoyuntan las quixadas y el pico

ESTO acaece por dexar las ave en la vara con su capirote y atarle el correón en el cascavel, y el correón haze coxquillas a la ave encima del espinaço, y toma el correón del capirote con el pico y tira, y quando lo quiere dexar hállalo fuerte atado a la pierna y no lo puede dexar, y trastórnase de la vara y descoyúntanse las quixadas.

La cura es ésta: Como vieren que la quixada está fuera y el pico tuerto azia la otra parte, abran la boca a la ave y métanle el dedo pulgar por de dentro, y con el otro de cabo él por defuera tórnenle la quixada en su lugar, y tomen el çumo de las hojas del fresno, y çumo de assensios, y sangre de drago, y bolarméñico, ipoquístidos y mézclese todo y mójenle el lugar donde se desencasó, y si no hoviere çumo de hojas de fresno sea con sólo el de los assensios, y si no hoviere del uno ni del otro sea con vino blanco, y no le pongan otra pilma porque no podría comer, y denle la carne que le dieren toda picada.

Otra medicina: Tomen murtones, rosas secas, encienso, almástiga, bolarméñico, y sangre de drago, y canela, y assensios y muélase cada cosa por sí, salvo los assensios que se han de majar a solas un poco, y cuezan en buen vino tinto hasta que mengüe la tercera parte, y con este vino le lavarán muy a menudo las quixadas.

Y si se les descoyuntare el pico pónganle en aquel lugar descoyuntado trementina tibia y échenle por encima destos polvos: Tomen bolarméñico, y tormentilla, y baluastias, y sarcocolla, ipoquístidos, y sangre de drago y muélase todo muy bien cada cosa por sí y mézclese, y darle han en la vianda de las sueldas que se dixeron en el capítulo de la pierna rompida o mójenle la vianda en el çumo de la arzolla o en el cozimiento della.

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CAPÍTULO L

De la bexiga que se haze en el grumo o codo de la ala

SUÉLESE hazer a las aves en el grumo o codo de la ala unas vexiguillas llenas de agua, y la raíz desta vexiga sale por metad de las coyunturas de los huessos, y muchas vezes se hazen tres y quatro vexiguillas cerca unas de otras. La cura será desta manera: Purguen la ave con una píldora de las de la yera simple del Galleno, y al otro día cójase la ave y fiéndanle el cuero por encima de la bexiga con un cuchillo tan sotilmente que se corte el cuero sin tocar la bexiga y despojen el cuero della, como quien la dessuella, guardando mucho que no le rompan, y después átenla por la raíz con un hilo de seda delgado, y córtensela a raíz de los huessos de manera que ni hagan mal en ellos ni en la carne; fecho esto es menester cauterizar la raíz que quedó de la bexiga porque no le torne a nacer otra vez, pero no con fuego sino con polvos o medicinas que tengan poder de quemarla y cauterizarla, y para esto son muy buenos estos polvos: Tomen cardenillo media parte, xebe una parte, hermodátiles dos partes y muélanse muy bien y mézclense, y pongan destos polvos sobre la raíz de la bexiga mudándoselos de quando en quando hasta que se vea que está la raíz destruida, o mézclenlos con miel y hagan ungüento y pónganselo, o pónganle del ungüento egipciaco que es muy bueno.

Otros polvos: Tomen cal viva seis partes, orpiment amarillo bien cernido dos partes, vinagre muy fuerte tres partes, miel tres partes, harina de cebada media parte; despedáçese la cal y echen sobre ella el vinagre y la miel, después echen las otras dos cosas y con un palo limpio se rebuelvan y amassen de manera que todo sea bien mezclado, y póngase en una caçuela y cúbrase con su cobertera lodada, y vaya al horno y cueza hasta que se seque de tal manera que se pueda moler, y muélase, y échenle destos polvos. Después que se viere que la raíz de la bexiga está comida y destruida lávenle con vino blanco odorífero o con agua ardente, y en acabándole de lavar échenle destos polvos: Tomen paño de grana muy fina y quémenlo en el horno sobre una teja no más de quanto se pueda moler, y si no hoviere paño de grana tomen polvo de la grana o la grana en grano y muélase, y tomen canela y muélase y mézclense partes iguales, y curen la ave cada día dos o tres vezes lavándole con vino blanco o agua ardente y echándole los polvos.

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CAPÍTULO LI

De las piedras o durezas o ñudos que se hazen a las aves en las alas

HÁZENSE tanbién a las aves en las alas unas durezas redondas a manera de ñudos y piedras como garvanços que con ningunas medicinas se les pueden deshazer. Cúrense desta manera: Pruévese primero a resolverlas o madurarlas poniéndoles algún ungüento de los que escreviré abaxo, en el capítulo sessenta y quatro, «De las hinchazones y callos y sobrehuessos de las manos», y si se maduraren cúrense por la orden que allí se dirá, y si no quisiesse resolverse ni madurarse la dureza e hinchazón, sino que todavía estuvire enpedrida cúrese desta manera: Corten el cuero de encima al largo de la ala con un cuchillo o lançeta, y después sáquenle toda aquella carne que está junta y dura como piedra, guardando que no corten algún nervio, y después que se la hayan sacado, hínchanle todo aquel lugar donde salió la dureza o piedra de los polvos de cardenillo y xebe, o de los de la cal y orpimente, que en el capítulo antes deste dixe, para quemarle y cauterizarle la raíz de donde aquella piedra o dureza nacía porque no le torne otra vez a nacer, y después que vieren que está quemada y destruida lávenle con vino blanco o agua ardente, y échenle después de los polvos de grana y canela que dixe en el capítulo antes deste, o con algunos de los polvos que en el capítulo dixe.

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CAPÍTULO LII

De los golpes que reciben las aves en las alas

DE muchas maneras acaece a las aves darse golpes en las alas, y si no las curan luego suelen quedarse alillas o quasi mancas. Pues quando la ave recibiere algún golpe en la ala, cójanla y reconózcanle bien el golpe donde fue, y si no se viere ni hallare, laven o rocíenle la ala muy bien por dentro y por defuera y en los encuentros y codos con este lavatorio: Tomen paño de grana fina y quémenlo en el horno sobre una teja no más de quanto se pueda moler, y si no hoviere paño de grana tomen en su lugar el polvo de grana o la grana en grano molida, y tomen canela y muélanla y mézclenlo partes iguales, y echen estos polvos en agua ardente, y estén en remojo una hora, o caliéntese al fuego no más de quanto señale para hervir, y si no hoviere agua ardente tomen en su lugar buen vino blanco y dé un hervor. O hágase desta manera, y será mucho mejor: Tomen rosas secas, assensios verdes, hojas de murta y murtones, y canela, y azívar epático, xebe, y grana quemada o en su lugar polvo de grana o la grana en grano, macháquense un poco los assensios y las hojas de murta y las otras cosas se muelan y cuezan en agua ardente un hervor, o en buen vino blanco dos hervores, ahunque siempre tengo por mejor la agua ardente porque desseca más y es más penetrativa, y assí haze penetrar la virtud de las otras cosas que en esta recepta entran, pero miren que quando la pusieren al fuego no haya llama ni grande fuego porque se encendería y quemaría. Ésta es la mejor medicina de todas quantas se pueden aplicar en golpes de ala porque sin duda las cura. Otra: Tomen rosas secas, assensios, murtones y hojas de murta, xebe o alumbre de roca, azívar, encienso, y almástiga, y balaustias y muelan las cosas que se pudieren moler, y las otras se quebranten y cuezan en buen vino blanco, y cuélense con fuerte premimiento, y con este lavatorio le laven la ala con un paño delgado o con un isopillo lavándola dos o tres vezes al día, y cada vez que la hovieren de lavar atibien este cozimiento.

Pero si se viere y hallare el golpe, mírese si en el lugar donde lo recibió se recogió mucha sangre, y si la hoviere sáquensela cortando el cuero con la punta de un cuchillo muy sotilmente de manera que no lleguen a la carne ni corten alguna vena o nervio, y después que la sangre fuere sacada lávese el lugar con qualquier de los lavatorios que arriba he dicho, o con qualquier de los que agora diré: Tomen çumo de rávanos y çumo de assensios partes iguales y déxenlos clarificar y añadan estos polvos: Tomen rosas secas, murtones, xebe, azívar y polvos de çumo seco de assensios, y encienso, y almástiga, y balaustias partes iguales, y muelan cada cosa por sí y mézclense con los çumos, y con un isopillo se lave el golpe. O hágase desta manera: Tomen los dichos çumos clarificados y polvos restrictivos, que los apothecarios los tienen hechos, que quasi son los mesmos que arriba he dicho, y mézclense, y estando tibios los çumos lávenle. O hágase desta manera: Tomen los dichos çumos y mézclense con ellos estos polvos: Tomen los polvos de grana y canela que arriba dixe, y azívar y çumo seco de assensios, que los apothecarios lo tienen, y rosas secas, molida cada cosa por sí. O hágase desta manera: Tomen los polvos restrictivos y cuézanlos en vino blanco y lávenle con ello. O hágase desta manera: Tomen azeite rosado y azeite de murta, si lo hoviere, y azeite de almástiga partes iguales, y atíbienlos y unten con ellos el golpe guardando que no se suzien las plumas, y después de untado, echen por encima de los polvos restrictivos o de los otros que arriba he dicho. Qualquier destas medicinas es muy singular para curar qualquier golpe, assí de la ala como de otra qualquier parte del cuerpo.

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CAPÍTULO LIII

De las heridas que reciben las aves en los cuerpos

EN las heridas de las aves haré cinco diferencias. La una será de las que reciben en los ojos, y destas ya se dixo arriba. La otra será de las que reciben en los çancos y manos que son partes nerviosas. La otra es de las que reciben en los papos. La otra será de las que reciben en el vientre y tripas, y de cada una destas tres hablaré abaxo en sus proprios capítulos. La otra será de las que reciben en el cuerpo y cuxas, y desta hablaré en este capítulo. Pues luego que la ave fuere herida, si acaeciere en el campo cójanla y lávenle la herida con orinas, y si la herida fuere grande pónganle allí unos pañicos mojados en ellas y tráyanla enbuelta en algún paño porque el aire o frialdad no le altere la herida, que es cosa muy dañosa, y como el caçador llegare a poblado en donde pueda curar su ave cúrela desta manera: Cójanla y trasquílenle todas las plumas que están alrededor de la herida, y no le dexen ninguna en ella, y visiten muy bien la herida, si es larga o si es honda y estrecha, assí como suele ser de espina, o de uña de otra ave, o de palo puntiagudo, o de diente de perro o de otro animal, ahunque de la herida de diente de perro o de otro animal ponçoñoso abaxo haré capítulo proprio. Y ahora sea la herida larga, ahora estrecha y honda se podrá curar de una de dos maneras: La una será lavándola cada día con algún lavatorio apropriado y enxugándola luego con un paño delgado de olanda y echándole encima algunos de los polvos que aquí se dirán; y la otra con ungüentos. La primera será ésta: Ante todas cosas se mire si la herida es tan larga que tiene necessidad de puntarse con un punto o más, y si la hoviere púntese con una aguja de puntar que sea bien hecha y con hilo delgado encerado, y si más de un punto se diere añúdese cada punto por sí sólo y córtese el hilo y tórnese a puntar, y de punto a punto no haya más distancia de quanto es el quadro de un dado pequeño, y después que la herida se haya puntado, y tanbién en caso que no haya necessidad de puntarse, cúrese desta manera: Tomen agua ardente y laven con ella la herida mojándosela con un paño delicado tres o quatro vezes y échenle por encima estos polvos: Tomen paño de grana fina y quémenle en el horno sobre una teja no más de quanto se pueda moler y muélase, y tómese canela fina y muélase, y pássense por çedaço y mézclense partes iguales, y no haviendo paño de grana fina tomen en su lugar el polvo de la grana o la grana en grano molida, y desta manera curarán la herida dos o tres vezes al días hasta que esté sana. Con esta medicina he yo visto curar muchas heridas de aves muy bien y en breve tiempo, y no solamente lavando con agua ardente, pero ahun no teniéndola, lavando en su lugar con vino blanco que fuesse bueno coziendo primero en él rosas secas, y assensios verdes, y hojas de murta o murtones, y si a la canela y grana se añadiere otra parte de polvos de çumo seco de assensios hará mejor efecto. O hágase desta manera: Tomen la agua ardente y echen en ella los polvos de la canela, y grana, y çumo seco de assensios, si lo hoviere, y laven con ello la herida, y después echen encima de los mismos polvos. Pero si quisieren curar la herida con más seguredad hágase desta manera: Tomen de agua ardente seis onças, mirra, y canela, y polvo de la grana que dixe de cada uno dos dramas, azívar epático tres dramas, sarcocolla, encienso, y almástiga, y sangre de drago de cada uno una drama, açafrán medio escrúpulo, muélase cada cosa por sí y mézclese todo en una redoma con la agua ardente, y si no se pudieren haver todas estas cosas, tomen las más que dellas se pudieren haver, y después que haya estado todo junto en la redoma dos o tres horas o más, laven la herida con este lavatorio dos o tres vezes al día, y cada vez que la lavaren echen en ella de los polvos que arriba dixe que son muy buenos, o échenle éstos que son muy singulares: Tomen de azívar epático tres partes, de mirra una parte, çumo de assensios seco del que tienen los apothecarios, y sarcocolla, y encienso, y almástiga, y bolarméñico, y sangre de drago de cada uno media parte. Y si quisieren que la agua ardente cure como por milagro, no solamente en cuerpos de aves pero ahun en hombres, hágase desta manera: Tomen una libra de agua ardente fina, y si fuere sacada dos vezes será mejor, y añádansele estos polvos: Tómese de azívar cicotrino dos onças, mirra una onça, sangre de drago de gota, bolarméñico, encienso, almástica, canella y sarcocolla de cada uno dos dramas, açafrán un escrúpulo, muélanse y póngase todo assí mezclado en una redoma que tenga el cuello largo y atápese muy bien con cal y clara de huevo y enbuélvanla en un fiemo de cavalleriza muy caliente, de manera que el medio del cuello esté fuera, y esté assí por tiempo de treinta días, y sáquese y úsese della, que no tiene par; y qualquier caçador deve tener hecha esta agua ardente para quando fuere menester, porque cura con gran presteza qualquier herida.

Otro lavatorio para en caso que no haya agua ardente: Tomen vino blanco bueno añejo y odorífero y cuezan en él assensios, y rosas secas, y balaustias, y cáscaras de granadas, y agallas, y cogollos de olivos, y hojas de murta, y murtones, y xebe, y cardenillo quemado y lávenle con esto; y si en el cozimiento del vino blanco se añadieren mirra, y azívar, y sarcocolla, y encienso, y açafrán conforme a los pesos que arriba se mandaron echar y mezclar con la agua ardente, será de muy mayor eficacia.

Otro lavatorio que se llama loción cicatrizativa, y es muy singular: Tomen lexía mansa de sarmientos, vino blanco, agua de llantén, agua de rosas de cada uno tres onças, hojas y granos de arrayán, balaustias, rosas secas, assensios, cogollos de olivo, nuezes de ciprés de cada uno un poco, sea todo quebrantado a gruesso modo y añádase xebe quantidad de una grande avellana por partir, y cardenillo la metad que el xebe, y cueza quatro o cinco hervores, y cuélese por paño que no sea espesso y guárdese, y laven la herida con ello dos o tres vezes al día.

Hay otros lavatorios de los quales el caçador se puede aprovechar estando en parte que no pudiere haver los que arriba se han dicho, assí como el çumo de los assensios, y éste escrive el Guido que no dexa afistolar la llaga, el çumo de la bursa pastoris, el çumo de la tormentilla, el çumo de la cauda equina, y el çumo de la ruda y éste es muy probado, y el çumo de la pimpinella es muy singular. Item, el çumo y agua de llantén, y la agua rosada. Item, las orinas de mochacho o moço o hombre sano, y si con las dichas orinas se mezclare un poquito de cardenillo quemado hazen maravillosa operación. Item, la lexía que no sea muy fuerte, y sea hecha con cenisa de enzina, o de higuera, o de sarmientos, o de caracoles quemados en el horno con carne y cáxcara.

Item, es muy singular lavatorio éste, y no deve nada a todos quantos se han dicho, y llámase agua verde: Tomen vino blanco y cuezan en él rosas secas, y assensios, y hojas de murta o murtones, y azívar, y encienso, y sangre de drago, y bolarméñico, y balaustias, y cortezas de granadas, y después que hovieren cozido tres o quatro hervores cuélese con fuerte premimiento, y deste vino assí cozido se tomen quatro onças, y de agua de llantén y rosada de cada una tres onças, cardenillo quemado media drama, xebe y alvayalde de cada uno drama y media, mézclese todo en una redoma, es excellentíssimo y qualquier herida y llaga cura. Y después que con qualquier destos lavatorios hayan lavado la herida, echen encima algunos de los polvos que arriba se han dicho, y tanbién son muy buenos éstos: Tómese sangre de drago fina de gota, y bolarméñico, y canela, y grana quemada partes iguales. Y si después de haver lavado la herida y puestos los polvos se pusiere por encima un pañico mojado en çumo de assensios aprovecharle ha mucho.

Si acaeciesse en esta herida haverse tocado alguna vena, de lo qual hoviesse algún fluxo de sangre lávensela con agua de llantén y échenle por encima destos polvos: Tomen bolarméñico, sangre de drago, encienso, azívar de cada uno una parte, pelos de liebre picados muy menudos dos partes, telaraña despedaçada parte y media. O hágase desta manera: Tomen azívar cicotrino una drama, encienso claro dos dramas, muélanlos y mézclenlos con una clara de huevo batido todo hasta espessura de miel, y añadan unos pocos de pelos de liebre picados, y puesto en estopa se aplique. Y si con esto no cessase el fluxo de la sangre tomen çumo de la bursa pastoris y lávenle con el que luego cessará.

La otra manera de curar con ungüentos es ésta: Después que como arriba se dixo se hayan trasquilado todas las plumas que están alrededor de la herida y haverla apuntado siendo menester, tómese trementina clara y lávese con agua ardente si la hoviere, y si no lávenla con vino blanco, y tomen resina de pino partes iguales, y derrítanse al fuego, y con los polvos que agora diré hágase ungüento o emplastro, tomando dellos no más quantidad de la que fuere menester, y los polvos son éstos: Tomen azívar, y mirra, y cal viva, y corteza de encienso, y sarcocolla, y sangre de drago partes iguales, y muélanlos cada cosa por sí y mézclenlos, y este ungüento o emplastro se pondrá en un paño de lino lo que fuere menester, y póngase sobre la herida, y dentro della si fuere hondilla se pongan unas hilas mojadas en el mesmo ungüento, y alrededor de la herida, sin llegar al pegado del ungüento, se lave con este lavatorio defensivo: Tomen vinagre aguado con agua rosada y bolarméñico y mézclenlo. Con este pegado estará tres días lavándole cada día alrededor con el dicho lavatorio, y al quarto día se le quite el pegado y las hilas, y si estuviesse endurecido lávenle primero con vino blanco tibio en que hayan cozido rosas secas y assensios y hojas de murta, o alguna de las otras cosas que arriba dixe, y lávese hasta que el pegado se pueda quitar sin dar pena a la ave, y después de quitado el pegado laven la herida con vino blanco en que hayan cozido rosas secas y assensios o con agua ardente, y enxúguenla y tórnenle a poner otro pegado de la misma manera, y assí se cure hasta que esté sana.

En caso que por no haver sido bien curada la herida se hiziesse en la llaga alguna carne mala y suzia y tirase como a fístola, para quitársela y alimpiarla muy bien échenle alguna destas medicinas: Tomen hermodátiles dos dramas, y xebe quemado una drama, cardenillo media drama, muélase cada cosa por sí y mézclense, y destos polvos se le echen sobre la llaga. Y si con esto no se alimpiare pónganle unas hilas y un pegado untados en ungüento egipciaco.

Pero si la herida hoviere sido hecha de punta y fuere estrecha, véase si es honda y si entra poco o mucho, y si es muy estrecha háganla más ancha, y para calar y visitar esto trasquílenle todas las plumas que están alrededor de la herida, y con un cañoncillo de pluma de gallina cálensela hasta abaxo, y si fuere muy estrecha, assí como herida de una espina o de uña de otra ave o cosa semejante, yo digo que con sólo lavarle muy a menudo con orinas y cardenillo curará, porque las tengo muy probadas, assí en aves como en mis manos, que ninguna uñada recibí de ave, por muy mala que fuesse, que no la curase en dos días. Pero quando lavaren la herida apriétensela con las manos, porque las orinas calen a lo dentro dello, y porque el cuero que está en la boca de la herida suele impedir que no calen abaxo las orinas o otras medicinas que en ella se echaren, corten un poquito dél al largo no más de quanto se descubra la herida. Tanbién se puede esto curar lavando la herida con agua ardente y echando después los polvos de la grana y canela o alguno de los otros que se han dicho; o lavándola con vino blanco en que hovieren cozido rosas secas, y assensios, y murtones, y balaustias, y después echando los polvos de la grana y canela o los cicatrizativos; o lavando la herida con qualquier de los otros lavatorios que arriba se han dicho.

Pero la verdad es que tanbién esta llaga, como todas las otras, siendo reziente se curará muy maravillosamente con sóla la agua ardente, y mirra, y azívar, y canela, y sarcocolla, y encienso, y açafrán mezclados en los pesos que arriba se dixo, lavándole con ello dos o tres vezes al día, y después sobreponiendo de los polvos de la grana, y canela, y çumo de assensios seco partes iguales, especialmente si la agua ardente fuere hecha de la manera que arriba se ha dicho, y con esto no es menester poner mecha ni ungüento ni otra cosa; y lo mesmo se hará con la agua verde que ordené arriba porque es muy singular, y ahunque se haga materia en la llaga se la alimpiará y curará de todo punto hasta que esté sana, sin otra cosa alguna.

En aquellos primeros días que la ave estuviere en cura, désele poco de comer porque la dieta en las heridas es muy necessaria, y Avicena dize que la natura descargada de la vianda y enseñada a obedecer a su creador está atenta en curar la enfermedad y no en digerir el mantenimiento.

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CAPÍTULO LIV

De las heridas que las aves reciben en el papo y se les rompe

ASEN o préndensen muchas vezes dos aves y hiérense los papos y rásganlos hasta dentro. Esta herida en poco la tienen las mugeres de mi tierra, pues yo les he visto abrir el papo a la gallina que estava doliente y sacarle todo lo que tenía en él, y después cosérselo y untarle la costura con un poco de azeite y echarle por encima cenisa cernida y curar muy bien. Acaeció que en casa de un vezino mío jugavan al juego de las harinas con seis dados, y cayóseles en tierra el uno, y estava acaso allí una gallina, y pensando que era pan comióselo, y para sacárselo abriéronle el papo con un cuchillo, y después se lo cosieron y untaron con azeite y sal, y curó y vivió la gallina más de dos años. Pero ahunque sea assí por más seguro tendría untar la costura con trementina mezclada con los polvos colorados del Albucasis que se hazen de tres partes de cal viva, y dos de encienso, y una de sangre de drago, porque todos los cirurjanos tienen que el azeite impide la consolidación, y la trementina es muy singular en consoldar heridas; y no teniendo los polvos susodichos podrían untar la costura con la trementina y echar encima la cenisa. Pero porque esta cura vaya escrita canonicamente como todas las otras, quiero dezir la orden que en ella se ha de tener. Cojan la ave y trasquílenle todas las plumas que será necessario, y si el cuero de fuera estuviere apartado del cuero o carne mesma del papo cúrese desta manera: Cósase, con una aguja de puntar que sea sotil y con un hilo encerado de seda torcida, el cuero sólo o carne de dentro, que es el mesmo papo, sin que se cosa el cuero de fuera, y denle todos los puntos que sean menester, y los puntos no se han de dar cada uno por sí, ni añudados por sí, como se dixo arriba en el capítulo de las heridas, sino toda la costura seguida de la manera que cosen los pelegeros, y después de cosido el papo de dentro hágase esto para el cuero o pellejo de fuera: hagan dos cataplasmos o plumaceolos desta manera: Corten dos tirillas de lienço de un mesmo tamaño, y que cada una sea medio dedo más larga que la herida, y sea tan ancha como un dedo, y pongan la una de una parte de la herida y la otra de la otra, assí al largo de la herida como ella va, y la orilla de ninguna dellas llegue a igualar con la orilla de la herida, sino que esté un poco más atrás, y estas dos tirillas o vendillas han de ser de orilla de lienço porque las orillas han de venir a estar junto a las dos orillas de la herida, y cada una tendrá dos o tres o quatro hilos atados según los que serán menester, y han de estar los de la una parte al igual y endrecera de los de la otra para que se puedan atar y desatar de la misma manera que se atan y desatan los cordones del collar de una camisa; después de assí adreçadas estas dos tirillas mójenlas en esta pilma o plumaceolo: Tomen sangre de drago, almástiga, goma arábica, alquitira, harina de trigo volátil de las paredes del molino de cada uno una drama, trementina tres dramas, y muelan muy bien la sangre de drago, y almástiga, y goma arábica, y alquitira, y tomen una clara de huevo bien batida y mézclese todo, y después de mojadas las dos tirillas pónganlas al largo de la herida en la manera que arriba he dicho. Agora curen la herida y costura de dentro lavándola cada día dos o tres vezes con este lavatorio: Tomen agua ardente finíssima media libra, mirra dos dramas, azívar epático tres dramas, almástiga, y encienso, y canela de cada una una drama, y si esta agua ardente fuere hecha como arriba, en el capítulo cinqüenta y tres, se dixo será muy más excellente, y cada vez que hovieren curado o lavado la herida y costura de dentro juntarán y atarán los hilos de las tirillas que estarán puestas a las orillas de la herida de fuera, como quien ata el collar de una camisa, y átenlos de manera que cada vez que hovieren de curar y lavar la herida y costura de dentro se puedan libremente desatar, porque esta herida del cuero de defuera ha de estar abierta hasta que la de dentro sea del todo curada, la qual se curará con este lavatorio que he dicho dentro en quatro o cinco días, y después que se viere que ya está soldada, córtese el primer ñudo de la costura, y con la punta de un alfiler deshagan la costura, digo saquen el hilo de punto en punto, sin cortarlo, de manera que salga todo entero, y como lo hayan sacado tórnenle a lavar los puntos con el mesmo lavatorio; y hecho estos háse de entender en apuntar y cerrar y soldar la herida o rotura del cuero defuera, y lo primero que se haga sea quitarle las tirillas, y porque estarán muy fuertemente apegadas, cuézase vino blanco con rosas y assensios, y estando tibio lávenlas muy mucho hasta que sin travajo se puedan quitar, y después que las hayan quitado cósase el cuero de defuera, y cúrese con el lavatorio susodicho de la misma manera que se cosió y curó el de dentro, y por causa del aire se ponga un pañico mojado encima de la costura o un pegadillo de cuero de bota o de trementina hecho en la manera que abaxo, en este capítulo, diré.

Pero si quando el papo se rompió no se desapegó ni apartó del cuero de defuera que le cobija, no es menester coser ni curar el uno primero y después el otro, sino coserlo todo junto, y después de cosido lavarle con la agua ardente y otras cosas que se han dicho, y ponerle encima un paño mojado en la mesma agua ardente, o un pedacillo de cuero de bota o de cuero que haya tenido buen vino blanco, o un pegadillo de trementina lavada con agua ardente, y después mezclada con polvos de azívar, encienso, sarcocolla, sangre de drago, y pez, y harina volátil de las paredes del molino partes iguales. Este paño o pegadillo o pedacillo de cuero se le pone no porque haya necessidad dél teniendo el lavatorio, sino porque el aire no dañe la herida.

En caso que no hoviesse la agua ardente que he dicho hagan esto: Cosan el paño como se ha dicho y póngale sobre la costura un pedaço de cuero de alguna bota o cuero que haya tenido buen vino blanco. O hagan esto: Tomen trementina y mezclen con ella estos polvos: Tómese azívar epático, encienso, sarcocolla, sangre de drago, y pez, y harina volátil de las paredes del molino partes iguales, y muélanse las cosas que se han de moler, y póngasele sobre la costura un pegado largo de paño con esta medicina, y desque la costura fuere soldada quiten el hilo della como arriba se dixo, y lávenle con buen vino blanco en que hovieren cozido rosas, y assensios, y murtones.

En todo el tiempo que la ave estuviere en cura se le dé poco de comer porque no haga grande papo, que sería causa de romper la costura, y tanbién porque, como dixe arriba, en el capítulo precedente, la dieta es muy necessaria en todas las heridas.

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CAPÍTULO LV

De quando el perro o algún animal ponçoñoso mordiere a la ave

LOS perros muchas vezes muerden a las aves o por quitarles la presión de las manos, o quando la ave assienta en tierra en la herida y el perro es nuevo y arremete a ella y cójela y muérdela. Los lagartos y culebras y semejantes animales venenosos acaece morder a las aves quando ellas andan en lo alto o volando veen andar estos animales y baxan a ellos y préndenlos y ellos buelven a morderlas, y esta mordedura es muy peligrosa por causa del veneno del diente destos animales, que en lo del perro no hay que temer desto sino el daño de la herida que hizieren. Ahunque según algunos doctores afirman, las uñas y dientes de animales participan de algún veneno.

La herida del diente del perro se ha de curar con las mismas medicinas que arriba, en el capítulo antes deste, se han dicho.

Pero si la herida fuere de diente de animal ponçoñoso cúrese desta manera: Tomen luego atriaca quantidad de un garvanço y cojan la ave y láncensela por la garganta, y si hoviere un trago de vino blanco échenselo tras della, o deshágase la atriaca en media onça de vino blanco odorífero y échesele poco a poco por la garganta. Pero si la ave fuere de precio, désele esta bevida en llegando a poblado, que es uno de los más excellentes y más súbitos y prestos remedios que se pueden dar en este caso, y ahun al que se fiere de pestilencia: Tomen raíz de tormentilla, díptamo, cardo bendito de cada uno un escrúpulo, atriaca del Galleno media drama, açafrán dos granos, simiente de cidra medio escrúpulo, esmeralda un grano, doronico una drama, xarabe de çumo de azedera, agua de borrajas de cada uno seis dramas, vino de granadas, vino blanco odorífero de cada uno media drama, muélanse las cosas que se hovieren de moler y mézclense, y dése desta bevida a la ave, puesta en estentino, dos o tres vezes al día, dando en cada vez media onça no teniendo papo hasta que conozca que el veneno está muerto, lo qual se conoce en que la ave no tiembla y muestra buen semblante. Y si no hoviere destas medicinas désele ésta: Tomen bolarméñico, y raíz de tormentilla, y ruda partes iguales. Y si el caçador estuviere en el campo y no tuviere atriaca y hallare la ruda, saque çumo della y écheselo por la garganta, y maje un poco las hojas y haga un bocadillo y lánceselo. Y luego que le hayan dado una de las medicinas que se han dicho, quémesele la herida muy bien con un hierro ardiente o con agua fuerte de los plateros, que no tiene par, mojando en ella un algodoncillo y teniéndoselo allí una hora o dos de manera que no se le caya porque todo el veneno saca y lo atrahe allí, y después de assí quemado háganle caer la escara untándola con manteca de vacas, y tanbién se la pueden quemar con azeite de sahúco, y no haviendo azeite de sahúco, y siendo la herida en los çancos y manos, sea con azeite de lombrizes, y si fuere en el cuerpo sea con azeite violado; y si la herida fuere en los çancos y manos y se quemare con hierro, guarden de quemar algún nervio; y si fuere con azeite vaya muy caliente, y la quemadura penetre bien adentro en la herida, y en acabándole de quemar pónganle este emplastro sobre la herida: Tomen cebolla cozida en el horno, y un poco de atriaca, y una poca de manteca de vacas, y una poca de escabiosa, y otro tanto de díptamo y genciana, y májese todo, y con una poca de trementina hágese emplastro. Este emplastro tiene grande virtud para matar el veneno y atraherlo afuera y digere en alguna manera el lugar quemado con el fuego o con el azeite, y si el caçador se hallasse en el campo y tuviere atriaca y por no tener las otras cosas no la pusiere, póngale sóla la atriaca que es muy buena, y después que llegare a poblado le podrá poner el emplastro. Y ahunque hay algunos que dizen que la atriaca no se deve poner sobre la mordedura diziendo que como su virtud sea echar de sí el veneno lo haze ir al coraçón, no saben lo que se dizen, porque la atriaca tiene dos propriedades: La una es que mata el veneno; la otra es que natura atrahe y lleva la virtud de la atriaca insensiblemente por las venas y arterias al coraçón. Hasta passados los quatro días póngasele cada día dos vezes el emplastro o ungüento que se ha dicho de la cebolla y otras cosas, y después acábese de curar la herida o quemadura con ungüento hecho de dos partes de ungüento blanco y una de ungüento de litarge.

E porque destas mordeduras suelen quedar las aves enponçoñadas y no comen de buena gana y se pelan, púrguenlas de tres a tres días con diacatholicón en quantidad de una avellana mondada cada vez, dándoselo de una de dos maneras: O haziéndolo como una píldora y cubriéndolo con un corezuelo de ave; o deshaziéndolo en agua de borrajas y puesto en estentino láncenselo por la garganta, o sin ponerlo en estentino echándoselo a tragos y no de un golpe. Y esto sea por la mañana una hora antes del día no teniendo la ave papo, y a las onze horas denle de comer carne de perrillos chiquitos que ahún no hayan comido sino que mamen, y mójenle la vianda algunas vezes en agua de borrajas.

Y con estas mismas medicinas se curará la ave que hoviere comido alguna carne corrompida o de ave muerta de diente de animal ponçoñoso, de las quales se hallan algunas muertas en el campo, y las toman las aves andando sueltas y perdidas de sus dueños, o se las hallan los caçadores y las dan a sus aves.

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CAPÍTULO LVI

De las heridas que reciben las aves en los vientres y tripas

SI la herida del vientre no llegare a las tripas cósase y cúrese por la misma orden y con la misma costura y con las mismas medicinas que he dicho en el capítulo cinqüenta y quatro de quando se les rompe el papo. Pero si la herida llegare a dentro y salieren las tripas fuera, buélvanselas a su lugar con buen tiento, lavándolas primero con vino tinto tibio en que hovieren cozido mançanilla, corona de rey, eneldo, rosas secas y assensios de cada uno un poco. Y si por ventura estuvieren los estentinos hinchados de una hinchazón ventosa por haver estado grande rato defuera, lávenlos con este lavatorio: Tomen cominos dos dramas, culantro y anís de cada uno drama y media, miel onça y media, muélanse las cosas que se han de moler, y cuezan en vino tinto en la quantidad conveniente hasta que se gaste la tercera parte, después, estando tibio este cozimiento, epíthime o báñese con una esponja un ratillo hasta que las tripas y estentinos se deshinchen de manera que se puedan bolver a su lugar; y si con esto no pudiessen tanpoco bolverlas adentro por no caber por el lugar que salieron, ábrase más con una nabaja o lanceta de manera que las puedan bolver; y hecho esto cósase y cúrese primero la herida de dentro y después el cuero de defuera por la misma orden y forma que dixe del papo rasgado y con aquellas mismas medicinas, poniendo de fuera los cataplasmas o plumaceolos o vendillas, y después que fuere curado lo de dentro, quitando el hilo de la costura y cosiendo y curando lo de fuera; y la una y la otra costura ha de ser hecha con el punto de pellejeros que se dixo para el papo rasgado. Y si por ventura se heriesse algunos de los estentinos, si fuere de los muy delgados la ave no puede escapar porque no sufren consolidación, ahunque no deven dexar de curarla, que muchas cosas suple y remedia natura. Pero si fuere alguno de los estentinos gordos y carnudos havrá esperança de curarse, y cúrese desta manera: Laven muy bien la herida del estentino con la agua ardente y otras cosas que con ella dixe que se mezclassen en el capítulo del papo rasgado, y después que estuviere bien limpia cósase por la misma orden que se ha dicho, y cúrese lavándola cada día dos o tres vezes con la dicha medicina de la agua ardente y otras cosas que con ella entran, y hasta que la herida del estentino esté soldada no se cosa la carne o cuero que cobija y guarda las tripas, ni tanpoco el de fuera, mas estén con sus cataplasmos o vendillas como se mostró para el papo rasgado, y después que fuere soldado lo de dentro quítesele el hilo de la costura y cósase y cúrese la herida de defuera.

Acaece algunas vezes baxar el halcón a la garça con tanto ímpetu y pararle la garça el pico y darse tan rezio golpe en el vientre que se rompe el cuero de dentro que guarda y cobija las tripas sin que se fiera ni rompa el cuero de defuera, y sálenle las tripas entre la carne y el cuero y no salen afuera, y parece que tiene allí una bolsa o potra como quando un buey da una cornada a otro y no le rompe el cuero de defuera, y rómpele el de dentro. Quando semejante caso que este acaeciesse, curarse ha de una de dos maneras: La una es ésta: Cojan la ave y buélvanle el vientre arriba y tórnenle las tripas a su lugar, y cójase todo aquel cuero de defuera que quedó floxo en donde estavan las tripas y átese con un hilo rezio y déxese assí, y no lo corten ni quemen con hierro caliente, como algunos caçadores hazen, porque es malo y muy peligroso, mas trasquílenle todas las plumas necessarias y pónganle encima esta medicina: Tómese vino áspero y stíptico una libra, rosas secas, balaustias, murtones, y hojas de murta y de fresno, si las hoviere, y çumaque de cada uno la quarta parte de un puño. Item, quatro nuezes de ciprés, cortezas de raízes de malvavisco, si las hoviere, media onça, ipoquístidos dos dramas, xebe media onça, y si no se pudieren haver todas estas cosas tómense las que se pudieren haver, y quebrántense las que se hovieren de quebrantar, y cuezan hasta que mengüe la tercera parte y cuélese, y en este cozimiento mojarán un pedaço de esponja, y echarán sobre ella de los polvos que aquí diré, y póngansela encima atada con un paño de lino ancho y cosido, y los polvos se hagan desta manera: Tomen encienso, almástiga, mirra, balaustias, murtones, rosas secas, azívar epático, sangre de drago, bolarméñico, sarcocolla, alquitira blanca, cola de pescado, ipoquístidos, nuezes de ciprés partes iguales, y muélanse todas estas cosas cada una por sí, y passen por cedaço y mézclense. Y si la ave fuere de precio, en lugar desta medicina póngasele el ceroto que está ordenado en el capítulo quarenta y siete, «De quando las aves no se pueden tener sobre las piernas por estar derrengadas», porque este ceroto soldará la rotura del cuero de dentro de manera que las tripas no puedan tornar a salir, y ténganlo puesto treinta días, y la ave esté siempre con capirote si no fuere quando le dieren de comer porque no se pueda quitar el ceroto, y denle en la vianda de las sueldas que están ordenadas en el capítulo quarenta y quatro, «De la pierna rompida». Y assimismo, para que más presto suelde el rompimiento por la parte de dentro le darán de tercero a tercero día por la mañana, antes que coma, esta medicina: Tomen salvados de trigo y pónganlos a remojar por espacio de una hora en agua caliente, y si la agua fuere de lluvia será mejor, y después cuélese y echarán en aquella agua un poco de almidón, y alquitira, y goma arábica, y raíz de tormentilla, y raíz o flor seca de arzolla, y pelos de liebre muy sotilmente picados, y las otras cosas que se hovieren de moler muy molidas, y pónganse en estentino de gallina y láncenselo o échenselo poco a poco por la garganta. Passados los treinta días quítesele el emplastro o ceroto y desátese el hilo con que estava el cuero de fuera, y tórnesele a poner otra vez el emplastro y tráyalo otros veinte o treinta días.

La otra manera de curar es ésta: Cojan la ave y trasquílenle todas las plumas que será necessario, y pónganla el vientre arriba y buélvanle las tripas a su lugar, y después con una nabaja o lanceta abran el cuero de fuera, donde hazía la bolsa, guardando que no corten algún estentino, y cosan la rotura de dentro y cúrenla por la orden que está dicha arriba, teniendo abierto el cuero de fuera con sus cataplasmos o vendillas, y después que lo de dentro estuviere soldado, cosa y cúrese la abertura que se hizo en el cuero de fuera con las medicinas que arriba se han dicho. Y si quisieren fortificar la soldadura de dentro pónganle el emplastro que arriba dixe y tráyale algunos días, porque haze obra maravillosa en qualesquier rompimientos.

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CAPÍTULO LVII

De los golpes que reciben las aves en sus cuerpos cayendo en tierra o encontrando en árbol o otra cosa

RECIBEN las aves golpes en los cuerpos de muchas maneras, y ahunque a la parte de fuera no se hazen o muestran heridas algunas, dentro, en los cuerpos, reciben mucho daño y peligro y vienen a echar sangre por la boca. Es a saber, los halcones veniendo y cayendo de lo alto con la presión no la queriendo soltar, con el gran pesso della dan rezio golpe en tierra, o cayendo y golpeando sobre la liebre o conejo o sobre las ánades que están fuera de la agua; y ellos y los açores encontrando en árboles o peñiscos por recaçar la perdiz o otra presión, y ahun encontrándose unos con otros; y tanbién estando en mala alcándara, que por no estar firme y segura cae con ellos y sobre ellos. Y quando el golpe fuere en la ala ya se ha dicho arriba cómo se ha de curar; y si fuere en los çancos y manos abaxo se dirá su cura. Aquí solamente diré la cura del golpe que reciben en el mesmo cuerpo, en la qual ha de haver dos intenciones: La una será curar el daño que reciben por la parte de dentro; la otra curarlo de la parte de fuera.

Pues para curarlo de dentro hágase esto: Si por ventura quando la ave recibiere el golpe cayere en tierra amortecida, tómenla y pónganla en los pechos o en otra cosa caliente hasta que recuerde, después, estando cogida, échenle por la boca una de las sueldas y medicinas que aquí escreviré, que todas ellas tienen mucha virtud en soldar los rompimientos de dentro del cuerpo, y guardar y defender que no se haga apostema ni corrupción en ellos. Tomen bolarméñico, pez, raíz de tormentilla y de arzolla, consuelda mayor, gariofilata o sanamunda, que todo es uno, nastuerço, rosas secas y murtones partes iguales, muélase cada cosa por sí y mézclense, y si no se pudieren haver todas estas cosas tomen las más que se pudieren haver, que a necessidad sólo el bolarméñico con agua de llantén es maravilloso, pero no dexen de procurar de haverlas, especialmente las raízes de tormentilla y de arzolla y gariofilata que son singularíssimas y de mucha propriedad para este efecto, y tomen destos polvos tantos como una avellana mondada y desháganlos en media onça de alguna de las aguas que luego diré, y póngase en estentino de gallina y átese por las dos partes, y cojan la ave y láncenselo por la garganta o échenselo a tragos poco a poco, y no de golpe. Otra medicina: Tomen bolarméñico, raíz de tormentilla, y de arzolla, y nastuerço de cada uno tres partes, reupóntico y rubia de tintureros de cada uno dos partes, muélanse y mézclense y dense, como se han dicho, con alguna de las aguas apropriadas para esto. Y las aguas que en este caso tienen singular propriedad son éstas: La agua rosada, y la de llantén, la agua de la tormentilla, y de la arzolla, y de la gariofilata o sanamunda, y la de los assensios, y la de escabiosa, y la de pimpinella, y la de la pilosella, y la de la dragontia menor, de la qual y de la de tormentilla afirma Otho Brunfelsio Alemán, en un libro que escrivió de la virtud de las yervas, que ninguna medicina socorre con tanta presteza como éstas en rompimientos.

Después que hovieren dado a la ave una de las medicinas o bevidas que se han dicho, no le den de comer hasta que passen dos horas, y denle buena vianda y de ligera digestión, y en ella le darán, en aquellos quatro o cinco días, destos polvos: Tomen nastuerço y raíz de tormentilla, y de arzolla, y de gariofilata y muélanse y dénselos en la vianda. O denle estos que son excellentes: Tomen almástiga muy escogida y encienso blanco de cada uno una parte y media, sangre de drago fina de gota, y murtones, y rosas secas, y bolarméñico, y polvo de grana muy escogida de cada uno media parte, y si no hoviere polvo de grana tómese la grana en grano, y muélanse estas cosas cosas cada una por sí y mézclense. Estos polvos se han de dar enbueltos en una poquita de carne como se mostró arriba, en el capítulo sexto, y puédenle mojar la vianda en alguna de las aguas que arriba he dicho, o en orinas de hombre limpio que son muy buenas, y darle con ella el nastuerço en grano, y tanbién en el curalle, y mojarle la vianda en agua en que haya cozido la arzolla es muy singular.

E porque destos golpes se les suele quedar en el cuerpo alguna sangre cuajada la qual se suele corromper y apostemar, es menester que al otro día que recibió el golpe, o a lo más largo al tercero, se le den medicinas que se la hagan purgar y echar, y la mejor y de más experiencia que para esto se puede dar es la lexía mezclada con azeite de almendras poniendo tres partes de lexía y una de azeite, y no haviendo azeite de almendras sea de olivas, y la lexía sea de cenisa de higuera, o de carrasca, o de sarmientos, pero la de higuera alaba mucho el Ruellio en este caso, y hágase la lexía por la mesma forma que mostré en el capítulo del huérfago, y póngase en un estentino de gallina tan largo como un dedo, y cojan la ave y láncenselo por la garganta, y dende a dos horas denle de comer, y en las mañanas, quando le dieren de comer, mójenle la vianda en la misma lexía y azeite o en orinas o en alguna de las agua susodichas, y denle de los polvos que arriba dixe, y a las tardes, a la cena, mójenle la vianda en la lexía y azeite. Otra medicina para este mismo efecto: Tomen alquitira tanto como una hava y póngase a remojar una noche en la lexía que dixe, y en la mañana añádase un poco de açúcar candi y una poca de simiente de zaragatona entera en grano y mójenle en ello la vianda. Y a las noches denle un curalle hecho de hojas del sege majadas y mezclada con ellas la raíz de la tormentilla, o de arzolla, o de gariofilata y cubriéndolo con una poca de estopa y después con carne, y en lugar de las hojas de sege pueden poner las hojas de assensios verdes, y la simiente del nastuerço entera puesta en el curalle es maravillosa.

Para curar el golpe y señal de fuera hagan esto: Cojan la ave y visítenla si tiene sangre allegada, y si la tuviere córtenle el cuero con la punta de un cuchillo muy sotilmente y sáquensela, y después que la sangre fuere salida lávenle con este lavatorio: Tomen vino blanco, y rosas secas, y assensios, y azívar epático, y murtones, y hojas de murta, y çumaque, y balaustias, y agallas, y nuezes de ciprés y macháquense las yervas y nuezes, y las otras cosas se muelan un poco, y cuezan dos o tres hervores. Otro lavatorio muy singular: Tomen agua ardente y polvos de grana quemada, como en el capítulo cinqüenta y tres se mostró, y canela y azívar y mézclese. O hágase desta manera, y será de más eficacia: Tomen agua ardente, y no haviendo agua ardente sea buen vino blanco, y rosas secas, y assensios majados un poco, y hojas de murta de la misma manera, murtones, cominos, azívar, balaustias, ipoquístidos, encienso, polvos de grana quemada y canela, y muélanse estas cosas grosseramente excepto las rosas y den dos o tres hervores.

Pero si en el golpe no hoviere sangre cuajada, sino que la carne estuviere cárdena y magulada, no le corten el cuero, mas lávenle con qualquier de los lavatorios que arriba he dicho. O hágase esto, que es maravilloso: Tomen çumo de rávanos y çumo de assensios y déxenlos clarificar, y añadan azívar y cominos molidos y den un hervor y lávenle con ello, y si se pudiere hazer sin dañar las plumas tomen azeite rosado y de murta de cada uno una parte, y si no hoviere de murta tomen del rosado dos partes y una del de mançanilla, y añadan çumo de rávanos, y de assensios, y azívar molido y caliéntese y úntenle todo el golpe, y échenle por encima polvos restrictivos que los apothecarios los tienen hechos.

Y si el golpe fuere en las cuxas, ahunque con qualquier de las medicinas que se han dicho curará muy bien, hágase ésta que es muy singular: Tomen los assensios y cuézanlos en la agua que fuere menester con salvados, mançanilla, y corona de rey, y malvas, y májese todo y añádase un poco de azeite rosado y de mançanilla, y hágase emplastro y pónganselo, y si no quisieren echar los azeites por no estragar las plumas, tomen en su lugar polvos de rosas secas y murtones molidos y pónganselos. Otra: Tomen un ladrillo y caliéntenlo muy bien y rocíenlo con buen vino, y majen los assensios y caliéntenlos en aquel ladrillo, y assí, calientes, se pongan sobre el golpe como emplastro, y esto es muy probado.

Si del golpe que la ave recibiere se le dessollare el cuero, lávenle con agua ardente y polvos de grana quemada y canela, o con qualquier de los lavatorios que arriba he dicho.

En el entretanto que la ave estuviere doliente desta caída y golpe que se ha dicho, esté siempre en cámara escura porque no se debata, y tenga puesto su capirote.

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CAPÍTULO LVIII

Del dessainamiento o quebrantamiento del saín

GRANDE es el peligro que corren las aves en la muda si no se tiene mucho cuidado dellas y se les da el recaudo que conviene todo el tiempo que en ella están. Pero muy mayor es el que corren al tiempo que se han de sacar della si no se tiene mucho tiento en no sacarlas antes que estén bien abaxadas de las carnes y gordura o saines que entonces tienen, en lo qual es menester que el caçador sea experto y diestro, porque no hay vidrio que más peligroso sea de romperse que es entonces la ave de dessainarse, o como dizen los caçadores de romperse las saines, y esto es porque como están entonces muy gordas y llenas de carnes, y la gordura y carnes que tienen no son tiestas sino muy floxas del mucho tiempo que han holgado, de sólo debatirse de la mano una y otra vez con aquella esquiveza y braveza y mucho quexo que entonces tienen, se rompen y dessainan y ennegrécenseles dentro los saines, y después poco a poco se les corrompen y aposteman, y assí se mueren; y conóceseles en que luego se entristecen y se les caen y cuelgan las alas y tienen toda la pluma soslevantada. La orden que se ha de tener en abaxarlas y sacarlas de la muda para ser guardadas desta enfermedad muy copiosamente se dixo en el libro primero, en el capítulo veintinueve. La que se ha de tener quando acaeciesse haver havido error o descuido en ello será la que aquí diré, y si luego que las aves recibieren este daño se pusiere remedio y diligencia en curarlas, muy bien se pueden curar, pero si se dilatare mucho pocas aves escaparán. Y lo que se ha de hazer luego al principio della, digo, quando el caçador viere que no estando la ave bien abaxada se debatió muchas vezes y con gran quexo, y hoviere sospecha que se ha rompido el saín, es darle las mesmas medicinas que escreví en el capítulo antes deste para las aves que reciben golpe en los cuerpos cayendo en tierra o de otra manera, porque aquello y esto quasi es un mesmo mal y quieren unas mismas medicinas, salvo que en el darlas se ha de mirar una cosa, que si el caçador viere que la ave está muy gorda, y sería peligrosa o dañosa cosa cojerla para dárselas, que no se den en estentino ni en bocado, sino en polvos enbueltos en carne o deshechos en alguna de las aguas que allí dixe, ahunque todavía sería mejor, pudiéndose hazer, que al menos al principio se cogiesse la ave y se le echase un estentino con las sueldas y aguas que en el dicho capítulo, en la primera recepta, escreví, y denle de comer desta manera: Tomen bolarméñico y sangre de drago fina de gota de cada uno media parte, y rosas secas, y murtones, y raíz de tormentilla de cada uno una parte, y muélanse bien y mézclense con agua rosada y de llantén partes iguales, o con alguna de las aguas que en el capítulo antes deste dixe, y mójeseles en esto la vianda. O hágase desta manera: Tomen raízes de tormentilla, y de arzolla, y de gariofilata o sanamunda, y murtones, y cortezilla de la zaragatona, y nastuerço de cada uno una parte, bolarméñico y sangre de drago fina de gota de cada uno media parte, muélanse muy bien y mézclense y desháganse en alguna de las dichas aguas, y mójenles en ello la vianda. Y tanbién pueden darle en ella estos dichos polvos cubiertos con carne. O denles éstos, que son muy singulares: Tomen almástiga muy escogida y encienso blanco de cada uno una parte y media, sangre de drago de gota fina, y murtones, y rosas secas, y bolarméñico, y polvo de grana muy escogida de cada una media parte, y si no hoviere polvos de grana tomen la grana en grano, y muélanse estas cosas cada una por sí, y mézclense y dense. Otros polvos para con la vianda que alaba mucho Francisco del Piamonte en las adiciones que hizo sobre el Mesué: Tomen clavos una parte, canela, y nuez noscada, y nastuerço, y tormentilla de cada uno media parte, bolarméñico la quarta parte, muélase cada cosa por sí y mézclense. Assimismo es muy bueno darle en la vianda la simiente del nastuerço en grano. Y si hoviesse açúcar rosado hecho de sólo çumo de rosas y açúcar, como dixe en el capítulo de la thísica, es singularíssima medicina para este propósito, y la mejor de todas quantas se pudieren dar, especialmente mezclado con el bolarméñico, y no teniendo de aquél denle açúcar candi de xarabe rosado que quasi es la mesma cosa.

Al segundo día, y de allí adelante de tercero a tercero día, denle la lexía que dixe en el capítulo antes deste mezclada con agua de llantén o rosada y con el azeite de almendras, y por la misma orden que allí dixe, y en ninguna manera la dexen de dar que es medicina excellente, la qual le hará echar qualquier materia o sangre o saín derritido que tenga en el cuerpo, y le alimpiará la parte lisiada. Y tanbién le den para el mesmo efecto la otra medicina de alquitira y zaragatona que escreví; y continúenle a dar de los polvos que arriba he dicho, y mójenle algunas vezes la vianda en alguna o algunas de las aguas que se han dicho, especialmente en la de tormentilla, que es singularíssima.

Pero si este rompimiento del saín fuere de algunos días, désele dos o tres días seguidos la medicina de la lexía, y después un día della y otro día de las otras, y en este caso el açúcar rosado de çumo haría maravillosa operación porque alimpia y suelda con confortación.

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CAPÍTULO LIX

De la ave que está quebrantada del cuerpo

ESTO viene a las aves quando las llevan largo camino, y tanbién por andar en mala mano o por ir el que las lleva en bestia que trota o que anda áspero, o por debatirse muchas vezes de la mano o de la alcándara o colgarse della, y conóceseles en que se sacuden muy floxamente y tiran con poca fuerça de la vianda y están tristes; y quando el quebrantamiento es mucho suelen echar sangre en las tulliduras. La cura sea ésta: Si el quebrantamiento fuere poca cosa, con sólo darle la simiente del nastuerço tres o quatro vezes en la vianda, y cada noche en el curalle otras tantas vezes curará muy bien. Pero si fuere mucho denle de los polvos y medicinas que he dicho en los dos capítulos antes deste, y mójenle la vianda en alguna de las aguas que allí dixe, y si no hoviere aguas cuezan la tormentilla y arzolla o qualquier dellas en agua, y mojen en ella la vianda que se hoviere de dar a la ave. Y si hoviere sospecha que la ave tuviere sangre cuajada en el cuerpo, denle la lexía y azeite de almendras que en el capítulo cinqüenta y siete dixe. Y esté la ave en cámara escura hasta que esté rezia porque no se debata o tenga puesto su capirote.

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CAPÍTULO LX

De las heridas que las aves reciben en los çancos y manos

ESTAS heridas son de tres maneras: Las unas son de punta o punzada, y destas las que se dan debaxo de las manos, en las palmas, son muy peligrosas de pasmarse si no les acorren muy presto; las otras son abiertas o al largo o al través; las otras son no más de quanto se dessuellan las manos. De los otros golpes sin herida de sangre de que se les ponen las manos cárdenas y se les hincha el lugar donde reciben el golpe no hablaré en este capítulo sino en el seguiente. Todas estas tres maneras de heridas se curan con esta medicina: Tomen agua ardente muy fina tres onças, mirra una drama, grana en grano o polvo de grana una drama y media, azívar otro tanto, almástiga y encienso de cada uno media drama, muélanse estas cosas muy bien y háganse polvos, y mézclense con la agua ardente y con este lavatorio, estando siempre tibio, lavarán la herida tres vezes al día, y cada vez que la lavaren pondrán sobre ella unos pañicos mojados en el dicho lavatorio. Y si la agua ardente fuere sacada tres vezes y con las cosas susodichas fuere puesta en una redoma, en un estiércol caliente de cavallos, como se dixo en el capítulo cinqüenta y tres, curará con muy grande brevedad, ahunque tanbién curará muy bien de la manera que arriba se ha dicho. Otra medicina: Saquen çumo de assensios en lugar de la agua ardente y déxenlo clarificar, y mezclen con él los polvos que dixe que se mezclassen con la agua ardente y, estando siempre tibio, lávenle la herida y pónganle los pañicos mojados como se ha dicho. Y si no quisieren sacar çumo de los assensios májenlos muy bien y mezclen con ellos los polvos de las otras cosas y pónganse como emplastro, que tanbién harán maravillosa operación. Y tanbién se pueden mezclar los dichos polvos con buen vino blanco odorífero en lugar de la agua ardente, añadiendo tanta canela como el polvo de la grana. Y no teniendo otra cosa pónganle sólos los assensios majados calentándolos primero un poco antes que se los pongan. O saquen çumo dellos y mojen en él unos paños y pónganselos que tanbién curará muy bien y perfectamente con ellos. E porque mejor y más seguramente cure, siempre se le pongan encima de la herida, en el mesmo çanco, unas estopillas o paños mojados en este defensivo: Tomen agua rosada y una clara de huevo, y bátense, y añádase bolarméñico y azeite rosado.

Otra manera de curar: Tomen trementina clara, resina de pino partes iguales y lávese la trementina con agua ardente, si la hoviere, y después, estando al fuego, se mezcle con la resina y añadan estos polvos: Tomen mirra, azívar, sangre de drago, almástiga y encienso de cada uno una parte, cal viva tres partes, muélanse y mézclense. Destos polvos tomarán los que fueren menester para hazer emplastro con la trementina y resina, y pónganselo y esté assí dos días, y al tercero día quítenselo, y si estuviere endurecida esta medicina lávese con vino blanco caliente en que hovieren cozido assensios, rosas secas, y polvos de grana, y canela, y lombrizes de tierra, y después que se le hoviere quitado lávenle la herida con el mismo vino blanco tibio y tórnenle a poner de la misma medicina de la trementina y polvos, y cúrenla dos vezes al día si fuere en verano y una en invierno. Y si la llaga hiziesse materia y no se mundificasse con esta medicina hágase ésta: Tomen resina, miel, trementina de cada una tres partes, mirra, sarcocolla, harina de alholvas y simiente de lino de cada uno media parte, desátese la resina con la miel y trementina y añádanse los polvos, y sea hecho ungüento o emplastro y póngasele. Y si con esto no se mundificase, mundifíquese con el ungüento egipciaco, que es muy bueno y apropriado para esto.

Si la herida fuere hecha de punta o punzada es cosa muy maravillosa quemarla cada día con azeite de sahúco, y si no hoviere deste azeite tómese azeite de trementina o de lombrizes de tierra, y después pónganle medicina que traya afuera la materia y humores que allí acudieren, y sea ésta: Tomen levadura una onça, trementina dos onças, unto de gallina, azeite de linosa de cada uno una onça, azeite de sahúco una onça y media, harina de alholvas y de cevada de cada una seis dramas, açafrán un escrúpulo, mézclese todo y cueza no más de quanto dé un hervor, y en sacándolo del fuego añádasele una yema de huevo; cada día le quemarán la herida con uno de los azeites dichos y después le pondrán este ungüento encima.

Pero tanbién curará esta puntura con la medicina que arriba dixe de la agua ardente con los polvos lavándole tres vezes al día, y calentándola primero de manera que no le queme.

Tanbién es muy buena medicina para en qualquier herida de manos y donde quiere que haya nervios ésta: Tomen caracoles y májenlos en un almirez, y muelan por su parte encienso y tomen mirra y mézclese todo trayéndolo en el almirez hasta que buelva como miel, y sean dos partes de caracoles y una de encienso y otra de mirra, y en lugar de mirra tanbién se puede poner sangre de drago, y pónganle este emplastro cada día una vez.

Si la herida fuere larga y hoviere necessidad de puntarla, púntese por la orden que se mostró en el capítulo cinqüenta y tres.

Si la herida fuere en algún nervio es menester que la ave coma en aquellos tres o quatro días primeros viandas de poca sustancia, assí como pollos y coraçones lavados o braçuelo de carnero, y si otra vianda comiere sea poca.

Si la herida no fuere más de quanto se dessolló el cuero de las manos tanbién se pueden curar con sólos los assensios majados y puestos, o sacado el çumo y mojados unos paños en él y puestos, o con la agua ardente y las otras cosas, o con vino blanco en que hovieren cozido rosas secas, y assensios, y balaustias, y hojas de murta y con la loción cicatrizativa que se escrivió en el capítulo cinqüenta y tres. O hágase esta medicina que es muy buena: tómese aziche, y casca de enzina, escoria de hierro, bolarméñico y çumaque partes iguales, y muélase todo muy bien cada cosa por sí, y ciérnase y échese en una olla pequeña nueva, y échese la quantidad que fuere menester de vinagre muy fuerte, y hierva muy bien meneándolo todavía con un palo, y después sáquese del fuego y, estando tibio, lávenle la dessolladura y échenle por encima polvos de alheña o de cal nueve o diez vezes lavada y después seca y molida, y será de más eficacia; y tanbién se curará con ungüento de alvayalde y con el de litarge, y con los dos.

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CAPÍTULO LXI

De los golpes que reciben las aves en los çancos y manos

SI en el lugar donde la ave recibió el golpe se allegare sangre, sáquensela cortando el cuero sotilmente con una punta de un cuchillo, y después que hoviere salido la sangre pónganle unos pañicos mojados en çumo de assensios y azívar molido y mezclado, o en la agua ardente con los polvos que en el capítulo precedente dixe, y múdenselos dos vezes al día.

Y si no se llegare sangre y se le pusiere el lugar del golpe cárdeno o se le hichare hágase esto: Tómese una clara de huevo y media onça de azeite rosado cumplido, y si hoviere azeite de murta sean las dos dramas dél y las otras dos del rosado, y si no lo hoviere sea toda la media onça del rosado, y bátase todo muy bien, y mojen en ello una estopa, y sobre lo mojado echen polvos hechos de rosas secas y murtones molidos partes iguales. O hágase assí: Tomen rosas secas, murtones, çumo seco de assensios, azívar, balaustias, ipoquístidos, bolarméñico, sangre de drago, sarcocolla y encienso partes iguales, y muélanse y mézclense con clara de huevo y azeite rosado. Y tanbién pueden poner con la clara de huevo y azeite rosado los polvos restrictivos que tienen hechos los apotecarios en lugar de los que havemos dicho, que quasi todos son unos, y aquellos se hallarán hechos siempre que los pidieren en buenas botigas, ahunque yo más querría hazer los que arriba he dicho, porque serán frescos y mejores. Y esta estopa que se le pusiere con la clara de huevo y azeite rosado y los polvos no se le mude ni ponga más de una vez cada día, que con esto curará.

Otra medicina muy probada: Tomen los assensios y májenlos y mézclenlos con azívar, y caliéntenlos no más de quanto pierdan la frialdad, y póngase sobre el golpe. Y el mesmo efecto hará el çumo mezclado con el azívar, y ahun sólo sin el azívar es maravilloso mojando unos paños en él y poniéndolos sobre el golpe, y como se secaren tórnenlos a mojar y refrescar.

Otra medicina muy singular: Tomen los assensios y májenlos y caliéntenlos en un ladrillo el qual, estando bien caliente, sea rociado con vino tinto o blanco odorífero, y pónganlos assí callentes a la ave. Pero siempre que se les añadiere azívar harán mejor operación. Y si se les añadier azívar y cominos molidos y una poca de miel será tanbién muy buena medicina.

Otra medicina que dize Joannes de Vigo que es de milagrosa operación en este caso: Tomen los assensios y cuézanlos con salvados, y mançanilla, y corona de rey, malvas, y arrope en la quantidad de agua que fuere menester y májese todo y añadan azeite rosado, y de mançanilla, y de murta o arrayán, si lo hoviere, y hágase emplastro, y póngase sobre el golpe y hinchazón, y no se mude ni ponga más de una vez cada día.

Otra medicina muy singular: Tomen cominos y alhuzema o espligo, y muélanse partes iguales y mézclense con cera y azeite rosado, y de mançanilla, y de arrayán, si lo hoviere, y un poco de çumo de rávano, y un poco de çumo de assensios, y póngase sobre el golpe y hinchazón que maravillosamente curarán.

Otra medicina mucho buena: Tomen caracoles y májenlos mucho y mezclen con ellos çumo de assensios, y encienso, y mirra y pónganse como emplastro.

Otra medicina muy singular: Tomen azeite rosado, y de murta, y de almástiga de cada uno una onça, cera blanca seis dramas, mirra, almástiga, azívar, sangre de drago, polvos de çumo seco de assensios de cada uno media drama, sarcocolla, y encienso, y balaustias de cada uno dos escrúpulos, polvos de murtones media drama. Las cosas que se han de moler se muelan muy bien y ciernan sotilmente, y mézclense los polvos, y las seis dramas de la cera se derritan en los azeites, y quando estén derritidas quítense del fuego, y en començándose a elar se encorporen los polvos poco a poco, y no dexen de mecerlos hasta que de todo punto esté elado y todo muy bien encorporado, y póngasele deste ungüento que es maravillosíssimo y muy probado. Y tanbién se puede hazer esta medicina coziendo assensios en los azeites susodichos y majándolos y encorporándolos con las otras cosas, o sacando çumo dellos y coziéndolo con los azeites hasta que se consuma, y después derrítase la cera en ellos, y hágase como se ha dicho. De qualquier destas maneras es muy singular medicina para qualesquier golpes y magullamientos y cardenales o hinchazones de golpes rezientes.

Otra medicina muy buena: Tomen çumaque, nuezes de ciprés, cogollos de olivo, xara, ipoquístidos, rosas secas, cominos, alheña o en su lugar ramos de olivastro, murtones, corteza de enzina o coscoja, de aquella con que curten los cueros, capullos de vellotas, romero, xebe quemado y ramos verdes de taray o tamariz, muélanse los cominos, y murtones, y xebe, y las otras cosas se majen o machaquen un poco, y cuezan en vino tinto hasta que se gaste la mitad, y quítenlo del fuego, y estando tan caliente que se pueda sufrir lávenle el golpe y hinchazón con ello, y mojen en ello unas estopas, y pónganselas y refrésquenselas de quando en quando. Y si quisieren colar este cozimiento y tomando dél lo que fuere menester y con un poco de bolarméñico y sándalos molidos hizieren ungüento será muy singular.

Y hallándose el cazador en parte que no pudiere haver estas cosas, tome cera, y si fuere nueva será mejor, y caliéntela y póngasela sobre el golpe y hinchazón, o póngale los assensios majados o unos paños mojados en su çumo, o caracoles muy majados con sus cáscaras, o un migajón de pan remojado en agua clara fría.

Si deste golpe que la ave recibió en las manos por haver tardado a curarla o haverla mal curado, se le hincharen y hovieren passado ya dos o tres días que recibió el golpe y tiene la hinchazón, no se le pongan medicinas repercusivas a sólas, como son las que arriba se han dicho, sino que vayan mezcladas con medicinas resolutivas, assí como azeite de mançanilla y unto de gallina, o de ánsar, o garça, y hágase desta manera: Tómese azeite rosado y de mançanilla partes iguales y cuezan en ellos unos brotes de assensios y májense y añádase unto de gallina o de garça, y hágase emplastro y póngasele, y si no estuviere harto blando añádanse de los dichos azeites, y después cúrese por la orden que abaxo se dirá en el capítulo de las apostemas y hinchazones. Y si con esto no resolviere y tomare camino de maduración, madúrese y cúrese por la orden y con las medicinas que se dirán abaxo, en el capítulo sessenta y quatro «De las apostemas o hinchazones que se hazen en los çancos y manos».

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CAPÍTULO LXII

De las hinchazones y apostemas que se hazen a las aves en los cuerpos

HÁZENSE hinchazones y apostemas tanbién a las aves como a los hombres. Y yo vi una hinchazón a un açor del señor de Cadreita debajo de las dos quixadas tan grande y tan dura que la ave no podía tragar la vianda, sino que se havía de coger y picada se le havía de meter con un palillo muy por fuerça, y curéla desta manera: Hízele dar dos botoncillos de fuego, uno de la una parte de la una quixada y otro de la otra, y hize que le untassen cada día dos vezes con este ungüento: Tómese ungüento de Agripa, isopo húmedo, manteca de vacas y enxundia de gallina derritida de cada uno una parte, dialthea dos partes, cal viva muy molida una parte, azeite de mançanilla y de lirio cárdeno de cada uno media parte, mézclese y encorpórese todo allegándolo al fuego un poco o en un almirez. Otra hinchazón vi debaxo de la ala, en el sobaco, y untándole con este mesmo ungüento vino a madurarse y abrirse, y después de abierta se le puso el primer día y segundo unas hilas mojadas en azeite rosado y yema de huevo y trementina, y después se le acabó de curar lavándole con la agua verde que escreví en el capítulo cinqüenta y tres, que se haze de agua rosada, y de llantén, y vino blanco, y cardenillo, y xebe, y alvayalde. Y por esta misma orden se podrán curar semejantes hinchazones que se hagan a las aves en los cuerpos, untándolas con el ungüento que he dicho, con el qual o se deshinchará y resolverá o vendrá a maduración. Pero el botón o cauterio de fuego no se ha de dar sino con mucha necessidad, como se hizo en el caso que arriba he contado; y si no se quisiesse madurar ni resolver, podráse el caçador ayudar de las medicinas que para resolver semejantes durezas escreviré abaxo, en el capítulo sessenta y quatro, porque son muy singulares.

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CAPÍTULO LXIII

De las apostemas y hinchazones y otras dolencias en general que vienen a las aves en los çancos y manos

POR muchas causas se suelen hinchar a las aves los çancos y manos. Hínchanseles por haver recebido algún golpe en ellas, y la cura desta hinchazón, quando es reziente, ya se ha dicho en el precedente capítulo, pero si se tardaren a curarla y se hiziere en ella apostema, curarse ha como las otras apostemas que en el capítulo siguiente se dirán. Item, por haver tenido muy apretadas algunas pihuelas muy duras y de muy duro y mal cuero, o por algún humor que allí les baxa y se les apostema, o por gota artética. Assimismo se les hazen piedras o ñudos y berrugas coloradas y clavos y suelas debaxo de las manos, en las palmas, que no dexan estar la ave sobre sus manos ni pueden prender ninguna cosa con ellas. De cada una destas enfermedades haré su capítulo particular en el qual diré las curas dellas.

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CAPÍTULO LXIV

De las hinchazones que se hazen en los çancos y manos

AL principio, luego que viene la hinchazón, pónganle esta medicina: Tomen una clara de huevo, y onça y media de agua rosada, y una onça de vinagre, y si fuere rosado será mejor, y con bolarméñico molido bátase todo muy bien, y mojen en ello una estopilla o un paño doblado, y pónganlo sobre la hinchazón y átenselo con una venda y refrésquenselo tres o quatro vezes al día porque quando se seca les haze más daño que provecho inculcando el humor en el lugar hinchado. Y si quisieren que esta medicina sea de más virtud y poder hagan estos polvos: Tomen bolarméñico, sangre de drago, sándalos vermejos, balaustias, encienso y almástica, rosas secas y murtones partes iguales, y no pudiendo haver todas estas cosas tomen las más que se pudieren haver dellas y muélanlas, y tomen las que fueren menester para mezclar y batir con la clara del huevo y agua rosada y vinagre. Esta medicina pondrán el día primero y el segundo, y si con ello no deshinchare, antes creciere la hinchazón o estuviere rebelde, pónganle ésta: Tomen enxundia de garça, o de ánade, o de ánsar, y tuétano de quixada de puerco partes iguales y derrítanse, y con el alvayalde muy molido que fuere menester hagan ungüento y pónganselo. O pónganle este emplastro: Tomen hojas de malvas y de sauze y enbuélvanlas en estopa mojada y cuezan debaxo rescoldo, y después de cozidas o assadas májenlas y mézclenlas con azeite rosado y de mançanilla, y enxundia de garça, o de ánade, o de gallina, y estando caliente, se le ponga. Y si con este emplastro no se resolviere la hinchazón o se madurare, pónganle éste, con el qual madurará o resolverá: Tomen hojas de malvas y de violetas, y cortezas de raízes de malvaviscos de cada uno medio puño, tres o quatro higos passos, y una dozena de passas sin granillos y cueza todo juntamente, y después de cozido quítenle la agua y májese muy bien y añadan otra tanta quantidad de harina de cebada y de centeno y mézclenlo bien, y añadan unto de puerco sin sal quatro onças, y torne al fuego hasta que se derrita y encorpore todo, y estando fuera del fuego añadan una yema de huevo, y si estuviere el emplastro duro añadan del mismo cozimiento.

Si viniere a maduración ábranselo con una lanceta, y tomen una yema de huevo y otra tanta trementina, y un poco azeite rosado y mézclenlo bien y pónganle desto en la llaga el primer día, y después hagan este ungüento: Tomen trementina y dialthea de cada una media onça, cera y resina de pino de cada una dos dramas, manteca de vacas, bolarméñico y cardenillo de cada uno seis dramas, mézclese y puesto en un pegado se le ponga. O hagan este emplastro, que es muy singular para mundificar y encarnar: Tomen azeite rosado una onça, alvayalde media onça, muelan el alvayalde muy bien y cueza con él azeite rosado hasta que venga a mudar el color como leonado y fosco, entonces lo saquen del fuego y le añadan de cardenillo muy molido y cernido media drama y encorpórese bien. Deste emplastro puesto en un parchezico le pondrán, con el qual acabará de curarse la llaga.

En caso que la hinchazón estuviesse siempre rebelde, que ni quisiesse resolverse ni venir a maduración, purguen la ave con los polvos que escrivo abaxo, en el capítulo de la rodilla hinchada, y pónganle alguno de los ungüentos o emplastros siguientes: Tomen diaquilón armoniacado una onça, polvos de raíz de lirio cárdeno media drama, piedra marcasita quemada, según arte, y muy molida otro tanto; derrítase y encorpórese al huego, y si estuviere duro añadan isopo húmedo lo que fuere menester. Otro: Tomen diaquilón armoniacado, ungüento Agripa y dialthea de cada uno dos partes, isopo húmedo, y manteca de vacas, y enxundia de gallina y de ánsar, azeite de açuçena y de mançanilla de cada uno una parte, piedra marcasita quemada, según arte, y molida, y polvos de raíz de lirio cárdeno de cada uno media parte, deshágase al huego y encorpórese. Otra medicina de mucho poder: Tomen cal viva, y quanto más rezién fuere será mejor, y muélanla y con ella y con dialthea hagan ungüento tomando de cada uno lo que fuere menester, y póngaselo, que no tiene par. Otra muy singular: Tomen caracoles y quémenlos al horno con carne y cáscara hasta que se hagan cenisa y muélanla, y con esta cenisa y con manteca de puerco añeja o salada hágase ungüento o emplastro. Otra muy experimentada: Tomen sebo de carnero castrado que sea fresco, y estiércol blanco de perro muy molido, tomando de lo uno y de lo otro lo que fuere menester, y cuezan un poco al huego y hágase emplastro. Otra de mucho poder: Tomen raíz de cogombrillo amargo, y raíz de brionia y cuezan en agua y azeite, y después se majen partes iguales, y añádase estiércol de cabras muy molido una parte y manteca de puerco lo que fuere menester, y hágase emplastro. Otra: Tomen linosa y cuézanla en leche de vacas y májenla y pónganselo como emplastro. Y para este mesmo efecto se puede el caçador ayudar de los emplastros y ungüentos que escrivo abaxo, en el capítulo sessenta y seis, «De las piedras y ñudos que se hazen en las manos», que son muy poderosos para la hinchazón que se endurece y empedrece.

Y si con ninguno de los remedios susodichos la hinchazón no se resolviesse ni madurasse, denle botones de fuego entre los dedos guardando de no le tocar algún nervio, los quales se han de dar con un hierro hecho desta manera:

Imagen manuscrito

Y después de dados los botones de huego úntenle, assí lo quemado como la hinchazón, con este ungüento: Tomen dialthea dos partes, ungüento Agripa, isopo húmedo, manteca de vacas, enxundia de gallina derretida de cada uno una parte, azeite de mançanilla y de lirio cárdeno de cada uno media parte, cal viva muy molida tres partes, mézclenlo y encorpórenlo todo allegándolo al huego un poco. Con este ungüento le untarán siempre la hinchazón hasta que se deshaga, que es la mejor de todas quantas medicinas se pueden poner después de dados los botones de huego. Y si las llagas del huego no se curassen con esto, hagan ungüento con sólo azeite rosado y cal viva molida, que en tres o quatro días las curará sin duda ninguna. Pero sobre la hinchazón siempre pongan el otro ungüento.

Algunos caçadores hay que en lugar destos botones de huego sangran la ave cortándole las uñas de la mano hinchada hasta lo vivo, y tiénese por muy bueno.

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CAPÍTULO LXV

De la hinchazón que se haze en la rodilla

PARA que más ligeramente se resuelva esta hinchazón, purguen la ave con estos polvos: Tomen hermodátiles media parte, turbit muy bueno una parte, gengibre la tercera parte de una parte, açúcar quatro partes, muelan cada cosa por sí y mézclenlo todo y pássenlo por cedaço, y destos polvos se tomen tantos como una avellana y enbuélvanlos en un corezuelo de ave o en una tajadilla de carne, y a la tarde, después de gastado el papo de la mañana, cojan la ave y échenselo por la garganta, y no le den de cenar sobre ello sino unas picadas, y al otro día denle de comer buena vianda, assí como gallina o otra ave semejante, y sobre la hinchazón le pongan este emplastro: Tomen dialthea y cal viva molida y hágase ungüento. O hágase éste, que es maravilloso: Tomen estiércol de cabras dos onças, raíz de cohombrillo amargo, higos que ahún no sean maduros de cada uno una onça, favarraz, bdellio, harina de havas, almendras amargas de cada uno media onça, hezes de azeite antiguo lo que bastare para hazer emplastro. O hágase desta manera, que es muy singular: Tomen harina de havas y harina de ordio de cada una una onça, salvados muy molidos medio puño, estiércol de cabras muy molido una onça y media, mançanilla y corona de rey molidas de cada una la quarta parte de un puño, y con la lexía y arrope que fuere menester cuezan y hágase emplastro añadiendo azeite de mançanilla y de eneldo de cada uno media onça. Y si no hallaren todas estas cosas hágase desta manera: Tomen estiércol de cabras y harina de ordio partes iguales, y con el arrope que fuere menester hágase emplastro coziéndolo un poco al huego; deste emplastro afirma el que hizo la Pandeta que cura con grande presteza la hinchazón de la rodilla. Y si la hinchazón fuere dura añádanse bavazas de malvavisco o su decoctión que esté espessa; y si con esto no se deshiziere recórrase a los emplastros y ungüentos que se han dicho en el capítulo antes deste quando la hinchazón se endurece y a los que se dirán en el capítulo siguiente.

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CAPÍTULO LXVI

De las piedras y ñudos que se hazen a las aves en las manos

DE humores flegmáticos y melancólicos se suelen hazer a las aves en las manos unos torondones o durujones redondos de la grandeza de una arveja, y ahun a las vezes de garvanço, los quales se llaman piedras y ñudos, pero hay diferencia entre ellos, que los ñudos se hazen en las cuerdas y las piedras en la carne y en las juncturas, y los ñudos son muy peores que las piedras. La cura será de una de tres manera, es a saber, o con medicinas resolutivas que resuelvan y deshagan aquella dureza, ahunque éstas pocas vezes se resuelven; o poniendo medicinas mollificativas y madurativas que maduren el cuero de encina de las piedras para que, apretándolas con las manos, salten y salgan afuera; o quando esto no pudiere ser, cortando el cuero encima de la piedra con una lanceta y sacando después las piedras. Pues para resolverlas púrguese primero la ave con los polvos y de la manera que dixe para la hinchazón de la rodilla, y después úntenle las piedras con este ungüento: Tomen enxundia de ánade, y de ánsar, y garça, y gallina, y tuétano de quixada de puerco, y sebo de cabrón, y azeite de mançanilla, y de eneldo, y de açuçena, y de lirio cárdeno partes iguales, desháganse al huego y estando fuera dél añadan cenisa de caracoles quemados al horno con carne y cáscara, y hagan ungüento que sea blando con el qual le untarán, y si hiziere sol pónganle a él después de haverle untado. Este ungüento le madurará el cuero de encima para que apretando después, como se ha dicho, con los dedos salga la piedra afuera; y el mismo efecto hará poniendo cal viva en lugar de la cenisa. Otra medicina para el mesmo efecto: Tomen deste ungüento que agora dixe y dialthea partes iguales, y mézclenlo y úntenle con él. Otra medicina: Tomen diaquilón armoniacado y mezclado con las otras cosas que escreví en el capítulo sessenta y quatro. Otra medicina que rompe con fuerça el cuero y saca las piedras: Tomen pies y manos de puerco salados, quanto más añejos y rancios se puedan hallar, y cuézanse hasta que se deshagan, y en el caldo que quedare cuezan queso rallado y nastuerço partes iguales, y el queso sea el más añejo y podrido que se pueda haver, y como hovieren cozido un poco hágase emplastro y pónganselo sobre la piedra. O háganlo desta manera: Cuezan un pernil de tocino que sea bien gordo, y con el caldo dél y queso que sea muy viejo y quasi podrido hágase emplastro. Otra medicina que como por milagro ablanda qualesquier ñudos y piedras: Tomen la corteza verde del torvisco y májenla con vinagre y mirra, y hágase emplastro dello. Otra: Tomen raízes de brionia y de cogombrillo amargo de cada uno una parte, cuezan en agua y azeite y después se majen, y tomen estiércol de cabras molido una parte, manteca de puerco lo que bastare para hazer emplastro, y añádase una poca de miel y hágase emplastro que es muy poderoso. Y en caso que con esto no se rompiesse ni madurasse para poderlo romper, tórnese a purgar otra vez con los mismos polvos, y pónganle sobre la piedra alguno de los emplastros dichos; y quando se viere que está el cuero blando y maduro apreétenle con las manos para que salga la piedra, y después que hoviere salido pónganle en el agujero unas hilas pequeñas mojadas en el ungüento egipciaco por dos o tres días, mudándoselas cada día una vez, porque este ungüento le gastará la raíz de la piedra para que no torne a nacer, y le comerá y alimpiará qualquier carne mala que allí hoviere. Después pónganle siempre, hasta que la ave esté sana, este ungüento: Tomen media onça de alvayalde y media drama de cardenillo y muélase todo muy bien, y con el azeite rosado que bastare hágase ungüento.

En caso que con las medicinas que arriba se han dicho no quisiesse romperse o madurarse el cuero, córtesele por encina con una lanceta muy sotilmente y sáquenle la piedra toda entera, y porque no le torne a nacer pónganle dentro, en el agujero, unas hilas pequeñas mojadas en el ungüento egipciaco, y póngansele dos días, y passados éstos cúrenle con el ungüento de alvayalde y cardenillo que agora dixe.

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CAPÍTULO LXVII

De la gota artética o podraga que viene a los çancos y manos

TANPOCO se libran las aves desta enfermedad, y a las que más acude son a los gerifaltes, y al principio desta hinchazón parece cosa dificultosa poderla conocer y hazer diferencia si es de gota o si es apostema de otro humor, pero dos señales hay en que se conocerá ser gota: El uno es que por la mayor parte siempre comiença por los dedos mayores que son las dos llaves; el otro es que siempre la hinchazón está en la junctura, pero adelante, conócese en que se muda de una junctura a otra; y assí como las apostemas unas vienen de humor caliente y otras de humor frío, lo mesmo es en esta enfermedad, que unas vezes procede de un humor y otras vezes de otro; y los señales que hay quando es de humor caliente son éstos: árdenle mucho la hinchazón y las manos, y la hinchazón está encendida y colorada, y tienen rezio dolor el qual se conoce en que la ave está triste y tiene aquella mano levantada, que parece que no osa firmar sobre ella. En el frío es al contrario, que la hinchazón está de color blanca y no está encendida ni arde ni duele tan rezio como en la caliente. Pero por la mayor parte esta enfermedad viene de humores mezclados, y por esto en la cura della tendré intención assí al caliente como al frío. E porque esta hinchazón de gota pocas vezes o quasi nunca viene a madurar y hazerse podre sino a resolverse o empedrecerse y quedar unas durezas dificultosíssimas de resolver, háse de tener más fin a resolver que a otra cosa, ahunque en el principio no es inconveniente poner repercussivos con algunos resolutivos. Pero para que la cura vaya con más fundamento no se le pongan repercusivos algunos ni tanpoco resolutivos hasta que primero la ave sea purgada. Y ahunque muchos escriven muchas maneras de curar esta enfermedad, quiero escrevir una que tomé de un grande empírico que vi que hizo con ella dos curas muy grandes en dos gotosos, y después yo la probé en un halcón y me salió muy verdadera: Purguen la ave muchas vezes con los polvos y de la manera que dixe para la hinchazón de la rodilla, y denle de comer muy buena vianda, y no le den carne dessolladiza, y hasta que la hinchazón esté deshinchada continúenle a dar estos polvos a las tardes de quatro a quatro días; y en lugar destos polvos pueden dar las píldoras de hermodátiles de la descripción del Mesué, dándole cada vez una como una arveja, y hásele de dar a la noche como los polvos. Item, después que una vez le hayan dado estos polvos, al otro día le laven las manos con este cozimiento: Tomen hojas y brotes de sauze, y rosas secas, y ramos y hojas de murta, si los hoviere, y si no sean murtones, çumaque, y balaustias, y agallas de roble, cortezas secas de pino, bolarméñico, xebe, nuezes de ciprés, romero y assensios partes iguales, y quebranten y muelan las cosas que se hovieren de quebrantar o moler, y cuezan en la quantidad de agua que fuere menester hasta que se consuma la tercera parte, y con este lavatorio le lavarán el primero y segundo día las manos, y si con esto no deshinchassen córtenle las uñas o dénsele botones de huego entre los dedos por la orden que se mostró arriba, en el capítulo sessenta y quatro, y sobre la hinchazón se le ponga este ungüento: Tómese una yema de huevo y media onça de agua rosada y dos escrúpulos de açafrán, y bátase todo muy bien y mojen en esto unos paños delgados y pónganselos, y como se secaren tórnenlos a mojar y poner, y esto se haga otros dos o tres días, y si las manos le ardieren mucho añádase un poquito de opio. Y si con esto no se le deshinchare pónganle este ungüento que es muy probado: Tomen çumo de puerros cozido y clarificado, azeite y unto o lardo de puerco partes iguales, y póngase al huego y cueza hasta que se haga ungüento, y úntenle con el las manos. O pónganle este emplastro: Tómese un migajón de pan y mójese en leche de vacas o de cabras, o en caldo de gallina o de carne sin sal, después prímase y májese con las yemas de huevos y azeite rosado y de mançanilla de cada uno una onça, açafrán media drama, y cuezan a huego manso meciéndolo con un palo hasta que se haga emplastro.

Otro emplastro: Tomen las cortezas de las raízes del malvavisco y cuezan y májenlas muy bien y mezclen con ellas yemas de huevos partes iguales, y con azeite rosado, y enxundia de ánade o de ánsar, y açafrán hagan emplastro y pónganselo.

Otro emplastro de mucha eficacia: Tomen hojas verdes de sahúco y de sauze, y cortezas de raízes de malvavisco, y cuezan y májenlas, y tomen caracoles sacados de sus cáscaras muy majados, y sebo de cabrón, y azeite rosado, y yemas de huevos partes iguales, y açafrán y hágase emplastro al huego echando las yemas de los huevos a la postre, estando de fuera del huego porque no se cuajen. Tanbién es muy bueno untarle con ungüento hecho de dialthea y cal viva molida porque quita el dolor y deshaze la hinchazón.

Si por caso la hinchazón viniesse a madurar, madúrese y cúrese por la orden que se dio en el capítulo sessenta y quatro para las otras hinchazones.

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CAPÍTULO LXVIII

De los clavos que se hazen a las aves en las manos

DE los mismos humores flegmáticos y melancólicos que se hazen a las aves ñudos, y piedras, y torondones, se les hazen tanbién unas suelas o postillas en las palmas de las manos tan grandes y mayores que lentejas, a las quales llaman los caçadores clavos porque tienen cabeça como el clavo, y métese por la planta del pie adentro con una raíz a forma de la punta del clavo que les da muy grande dolor y les haze hinchar las manos; y estos clavos acuden más a los halcones que a los açores y gavilanes, y mucho más a los gerifaltes y alfaneques que a otros algunos. Esta enfermedad es muy mala y muchas aves se pierden della, y pocos caçadores la saben bien curar, y por esta causa escreviré yo muchos remedios para ella para que no teniendo los unos se puedan ayudar de los otros, con los quales sin duda ninguna se curará; y guardando la regla de medicina y cirugía pondré primero las más ligeras medicinas y después las más rezias. Y para que mejor y más de raíz se curen, lo primero que se ha de hazer es purgar la ave con una píldora de las de fumusterre que no sea mayor que una arveja, y a otro día córtenle las uñas de la misma mano donde tiene los clavos hasta la vivo, de manera que de cada una dellas salga sangre, y después pónganle en las palmas uno de los ungüentos o emplastros siguientes: Tomen cal viva que no le haya tocado agua y muélanla, y con ella y con la dialthea que fuere menester hagan ungüento o emplastro; y si lo quisieren de mayor fuerça pongan miel en lugar de la dialthea.

O hagan otro ungüento desta manera: Tomen cardenillo y açufre y estiércol de palomas de cada uno dos dramas, y muélase todo muy bien y con azeite de enebro, tomando lo que fuere menester, hágase ungüento, y si lo quisieren de mayor poder añadan de solimán media drama.

Otro ungüento muy bueno: Tomen dos dramas y media de solimán y muélase en un almirez y echen sobre ello una drama de dialthea y hágase ungüento; y lo mismo pueden hazer poniendo una onça de azeite en lugar de la dialthea, porque assí el azeite como la dialthea quitan la furia y fuerça del solimán y lo amansan.

Otro ungüento muy singular que sin dolor hace caer el clavo: Tomen litarge, y piedra alvín, y vidriol romano de cada uno una drama, solimán una drama y un escrúpulo y medio, dialthea media drama, y hágase ungüento; y en lugar de la dialthea se puede poner ungüento populeón que también amata la fuerça del solimán.

Otro ungüento maravilloso: tomen de azogue media onça y amátese con una poca de manteca de vacas o de puerco, no más de aquella que baste, y después añádase una onça de solimán, açufre y litarge de cada uno dos onças y encorpórese todo y hágase ungüento añadiendo la manteca que fuere menester.

Qualquier destos ungüentos o emplastros pondrán sobre un cuero de valdrés tan ancho que tome toda la palma de la mano, y que salgan dél quatro ramales con que se pueda atar a la mano, y cada ramal ha de salir por entre los dedos, y los dos ramales delanteros se han de venir a atar detrás del çanco, y los dos traseros a la parte delantera, y en medio del cuero pongan el ungüento y ténganlo assí puesto refrescándoselo hasta que la postilla se levante alrededor y salga como quando se haze uña a las bestias, y entonces probarán si quiere salir de raíz travándole con unas pinzas, y si quisiere salir arránquensela, y si se detuviere y no quisiere salir tórnenle a poner del ungüento hasta que el clavo salga de raíz, y desque hoviere salido visiten bien el agujero de donde salió, y si quedasse alguna raíz o carne podrida coman y gástensela con este ungüento: tomen miel seis onças, vinagre blanco muy fuerte tres onças, cardenillo tres dramas, xebe o alumbre de roca, que todo es uno, otro tanto, solimán medio escrúpulo, muélase lo que se hoviere de moler y cueza hasta espessura de miel meciéndolo con un palo, y desque vieren que ya la raíz del clavo y toda la carne mala está gastada, póngasele siempre hasta que esté sano este ungüento: tomen una drama de alvayalde, y media drama de litarge, y medio escrúpulo de cardenillo, y muélase muy bien, y con el azeite rosado que fuere menester hágase ungüento.

Yo tengo por muy cierto que con los ungüentos sobredichos saldrá y se curará el clavo, pero en caso que no quisiesse salir con ellos, pónganse alguno de los ungüentos y medicinas que agora diré, que con qualquier dellas saldrá sin duda ninguna; y los cirujanos las pueden y deven tener en mucha estima para curar con ellas qualesquier postillas y clavos, y para gastar y comer, quando es menester, alguna carne mala y podrida, pero porque son caústicas y muy calientes y suelen hazer hinchar la mano, ahunque va poco en ello que se hinche porque ella se torna a deshinchar luego, todavía es bien poner medicinas que la guarden y defiendan que no se hinche, y lo primero que se ha de hazer es esto: tomen el cuero de valdrés fecho y cortado con sus quatro ramales de la manera que arriba dixe, y en medio de lo ancho dél, en la endrecera de la cabeça del clavo, háganle un agujero no mayor de quanto fuere la cabeça del clavo o muy poquita cosa más para que por aquel agujero solamente se toque la cabeça del clavo con alguna de las medicinas abaxo escritas, y no puedan tocar las otras partes de la mano. Y para guardar y defenderlas de que no se hinchen, pongan en el dicho cuero, en todo lo demás dél excepto en el agujero, un ungüento defensivo fecho desta manera: tomen ungüento populeón una onça, bolarméñico y sangre de drago de cada uno una drama, canfora tres granos, muélanse y mézclense, y con este ungüento untarán todo lo ancho del cuero y toda la mano por encima de los dedos y tanbién el çanco, y átesele muy bien. Después de fecho esto por aquel agujero que dixe que se hiziesse en el cuero en la endrecera del clavo, le tocarán la cabeça dél con alguna de las medicinas siguientes.

Y la primera sea ésta: tomen de la lexía primera con que se haze el xabón seis onças, vidriol romano, salitre y sal armoníaco de cada uno una drama [fol.160r] y media, muélanse estas cosas muy bien y cuezan con la lexía en una olla hasta que se espesse como miel, y entonces sáquenlo del huego y añádanle un escrúpulo de opio thebaico y encorpórese muy bien y guárdenlo en un pote de vidrio muy atapado, y quando quisieren curar con ello el clavo pongan un poco dello sobre la cabeça dél, que en media hora lo hará caher. E porque desta lexía no podrían haver los caçadores todas las vezes que la hoviessen menester, diré la forma que se ha de tener en hazerla: tomen salitre, y caparrosa verde de cada uno seis onças, cal viva que no haya tocado agua dos libras de a doze onças la libra, cenisa de lentisco tres libras, y no haviendo cenisa de lentisco sea de sarmientos, y si se pudiere haver de troncos de havas es mejor que otra ninguna, y muélanse la cal, y salitre, y caparrosa y mézclense con la cenisa y rocíese muy bien con lexía de cenisa de sarmientos y rebuélvanlo y adréçenlo de la misma manera que se apareja la tierra para tapias, y después que estuviere assí adreçada tomen un medio cántaro o un comportoncillo y háganle en el suelo unos agujeros pequeños, y sobre ellos pongan unos palillos y encima dellos un paño, y sobre este paño pongan la cal y cenisa quanto más apretada pudieren, apretándola con una mano de almirez, y sobre ello se eche agua caliente tanta quantidad que suba tres o quatro dedos, y debaxo del medio cántaro se ponga una vasija en que se coja la lexía que colare y destilare, y quando hoviere salido hasta media escudilla, aquélla se guarde aparte por mejor, y desta lexía se tomen seis onças, y de vidriol romano o caparrosa verde, que todo es uno, y de salitre, y sal armoníaco de cada uno drama y media, y hágase como arriba se ha mostrado; y si quisieren sacar mucha quantidad desta lexía la señal verdadera de que es buena ha de ser que echando un huevo dentro della no se hunda abaxo, sino que se tenga arriba.

Otra medicina muy poderosa para arrancar el clavo en pocas horas: tomen de la susodicha lexía cinco onças, cal viva, y solimán, y alumbre de roca crudo de cada uno media onça, muélanse y mézclense y cuezan al huego hasta que se espesse.

Otra muy singular que haze el mesmo efecto, ahunque no es tan rigurosa: tomen de solimán media drama, alumbre de roca crudo dos dramas, cardenillo un escrúpulo, sangre de drago una drama, muélanse estas cosas muy bien y échenlas en una redoma con onça y media de agua rosada, y otra onça y media de agua de llantén, y mézcase bien y hágase un isopillo con un poco de algodón, y con esta agua tocarán la cabeça del clavo quatro o cinco vezes cada día hasta que de todo punto sea fuera, y la raíz fuere gastada y comida, que esta agua la comerá y gastará maravillosamente.

Otra agua que hará el mesmo efecto: tomen arséñico blanco peso de quinze granos, sal armoníaco, y sal gema de cada uno dos escrúpulos, alumbre de roca crudo dos dramas, muélanse en un almirez y echen sobre ello tres onças de agua rosada y mézclese muy bien, y póngase en una redoma y con esta agua toquen el clavo como dicho es.

Otra medicina muy poderosa y segura: en una redomilla de vidrio doblado no mayor que una pelota pequeña de jugar, echen agua fuerte con que los plateros apartan el oro de la plata, y quede por hinchir la tercera parte della y cuájenla que parezca ungüento desta manera: tomen papel blanco cortado muy menudo y échenle dello poco a poco lo que fuere menester hasta que esté quajado que parezca requesón; o quájenlo desta manera: tomen cáscaras de naranjas muy secas que se puedan moler y muélanse muy bien, y pónganse por su parte en un papel, y tomen una cáscara fresca de naranja y píquenla muy menuda y májenla, y echando la metad del polvo y la metad de la cáscara majada vayan echando poco a poco en la dicha agua hasta que se cuaje, y haga como ungüento que al principio hervirá y luego se cuajará y hará como ungüento. Desta agua fuerte assí cuajada pondrán muy poquita cosa sobre la cabeça del clavo, y es medicina muy segura que ningún daño haze; y sóla la agua fuerte sin otra mezcla hará caher el clavo tocándole cada día con ella con un isopillo hasta que salga, y es singularíssima medicina porque no quema ni come sino solamente en la parte que toca y su dolor passa presto.

E porque después que la llaga se cerró y soldó queda en aquel lugar el cuero tan delicado que la ave no osa bien assentar sobre la mano, o no osa aferrar con ella porque la haze coxquillas o siente pena, es menester ponerle medicinas con que el cuero se le haga rezio y duro. Hágase este ungüento: tomen caparrosa cinco dramas, alumbre de roca quemado dos dramas, cal viva dos dramas, cáscaras de granadas tres dramas, encienso cinco dramas, agallas de levante seis dramas, cera dos onças y media, sebo de bezerro otro tanto, azeite tres dramas, muélanse las cosas que se han de moler y encorpórese todo y hágase ungüento y póngase en el cuero de valdrés que arriba se dixo.

O hágase un cozimiento desta manera: tomen aziche y casca o corteza de enzina con que curten los cueros, y escoria de hierro, y çumaque, y hollín partes iguales, y muélase cada cosa por sí y passe por cedaço y mézclese y échese en una olla pequeña nueva y hínchase de vinagre, el más fuerte que se pudiere haver, y hierva muy bien meciéndolo siempre con un palo, y después que hoviere bien hervido quítenlo del huego, y estando tibio mojen en ello un paño de lino en que quepan las manos de la ave, y sea de quatro dobles porque enbeva más del vinagre, y pongan la ave sobre una piedra o sobre buena alcándara gruessa, de manera que tenga las manos sobre aquel paño, y como se hoviere secado tórnenselo a mojar, y estará assí cada día seis horas hasta que tenga el cuero rezio.

Otro lavatorio que se llama cicatrizativo: Tomen lexía mansa de sarmientos, vino tinto áspero, agua de llantén, agua rosada de cada uno tres onças, hojas y granos de arrayán, balaustias, rosas secas, assensios, cogollos de olivo, nuezes de ciprés de cada uno un poco, sea todo quebrantado a gruesso modo y añádase xebe quantidad de una grande avellana por partir, cardenillo quemado la metad que el xebe, cueza quatro o cinco hervores y cuélese por paño que no sea espesso, y mojen en este cozimiento el paño que dixe. Otro lavatorio: Tomen cal lavada dos vezes, y hollín de cada uno dos partes, cardenillo quemado una parte, cuezan en vinagre fuerte y mojen en esto el paño.

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CAPÍTULO LXIX

De las berrugas vermejas y sangrientas que se hazen a las ave en las manos

DE los mismos humores que se hazen los clavos a las aves se les hazen tanbién unas como berrugas vermejas y sangrientas de las quales les corre sangre, y suélenles crecer tanto que si no las curan luego se les suelen cortar los dedos. Púrguese la ave con las mismas píldoras que se ha dicho para los clavos, y después pónganle sobre las berrugas algunas de las medicinas que aquí diré, de las quales unas son mansas y que tardan algo a curar y las otras son rezias que curan con mucha presteza, pero su fortaleza no es tal que pueda hazer daño alguno a la ave más de que dan un poco de dolor, y yo siempre querría curar con ellas porque allende que curan con presteza, curan muy perfectamente, de tal manera que no torna a nacer la berruga donde una vez fue curada. Y las medicinas mansas son éstas.

Tóquense las berrugas dos o tres vezes al día con la leche de una yerva que se dize esula que poderosamente las derriba. Y lo mismo haze la lechetrezna.

Otra: Tomen los caracoles y sáquenlos de sus cáxcaras y échenlos en un vaso que sea hecho de plomo, y échenles harta sal y estén allí quatro días. Después quítenlos y guarden toda la aguaza que havrá salido dellos, con la qual untarán las berrugas y hazérselas ha caher con raíz. Y si quisieren que esta medicina sea más fuerte, añádase estiércol de cabras y simiente de neguilla molidas partes iguales, y con la dicha aguaza de los caracoles hágase emplastro y póngasele. Y tanbién se puede hazer con el estiércol de cabras y la simiente de neguilla destemplados en vinagre fuerte.

Otra medicina: Tómese una yerva que se llama rostro de cigüeña y por otro nombre yerva de roberto, y gratia dei, y geranión, y májese y póngase sobre las berrugas, que dentro de tres o quatro días las haze caher.

Otra medicina: Tomen cenisa de caracoles quemados al horno con carne y cáscara, y mézclese con xabón muelle, y si en lugar desta cenisa pusieren cal viva será de mayor poder.

Otras medicinas más fuertes y más prestas: Toquen las berrugas con un isopillo mojado en agua fuerte con que los plateros apartan el oro de la plata, que perfectíssimamente las derriba y cura.

Otra medicina: Tomen solimán tres dramas, sal gema, salitre, y xebe quemado de cada uno dos dramas, cardenillo media drama, agua rosada y agua de llantén de cada una quatro onças, hierva todo juntamente hasta que se gaste la tercera parte dexando afuera el cardenillo, porque aquél se ha de echar quando sacaren lo otro del huego, y con esta agua tocarán las berrugas de una en una. Y las aguas que escreví para los clavos son de grandíssimo efecto para derribar estas berrugas.

Después que las berrugas fueren tocadas y quemadas con estas medicinas fuertes y se pusieren negras, úntenlas con manteca de vacas para que se cayan, y después que hayan caído unten las llagas con ungüento blanco hasta que del todo sanen.

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CAPÍTULO LXX

De quando se arranca alguna uña a la ave

HAY aves tan caninas y avillanadas, y caçadores tan impacientes y desgraciados que quando les sacan la presión de las manos tíranseles con tanta fuerça y con tan mala gracia que les arrancan las uñas, ahunque tanbién suele venirles esto de dolencia y de malos humores que tienen en sus cuerpos. La cura sea ésta: Si la uña estuviere movida y no arrancada, córtensela con unas tijeras o turquesas hasta la carne viva, y tómese bolarméñico, y sangre de drago, encienso, y almástiga, sarcocolla, alquitira blanca y balaustias partes iguales, y muélase cada cosa por sí, y con la trementina y miel que fuere menester derritiéndolas al huego partes iguales mézclense los polvos y hágase emp[l]astro y póngasele encima de la uña y parte del dedo y átese con el mesmo dedo, y en aquellos nueve días no se buele con la ave. Pero si la uña fuere del todo arrancada, en los quatro días primeros cúrese desta manera: Lávese la uña con el lavatorio cicatrizativo que escreví para los clavos al fin del capítulo sessenta y ocho estando tibio, y después enxúguese con un paño de lino muy delgado, y póngasele luego este ungüento: Tomen azeite rosado, y de almástiga, y de arrayán, si lo hoviere, de cada uno onça y media, y si no hoviere de todos estos azeites sea todo del rosado, y hiervan en él hojas de murta y almástiga molida. Item, se tome cera blanca y trementina de cada uno una onça, azarcón media onça, mirra, almástiga, cortezas de enciensos, sarcocolla, azívar y cortezas de mirabolanos cetrinos de cada uno una onça, muélanse todas las cosas que se pudieren moler y derrítanse con los azeites la cera y trementina y échense en un almirez, y mézclense allí los polvos meciéndolos siempre hasta que el ungüento esté cuajado y elado y aplíquese desta manera: Después que se haya lavado la uña con el lavatorio cicatrizativo y se haya enxugado con un paño de lino, pónganle unas hilicas muy delicadas, y encima dellas se ponga este ungüento puesto en un pañito de lino, y después pónganle encima un dedalico de hoja de arambre o de alatón hecho de dos pecezicas bien delgadas cortadas de forma y figura de la uña, y tenga sus agujeros por las dos partes para que se pueda coser y descoser, y tenga tanbién otro agujeritos en la entrada de donde se pueda coser una trençadera o cosa tal para que se prenda y ate al çanco y al dedo, porque no se le pueda caher, y el dedal se haga desta manera:

Imagen manuscrito

Este dedal se haze para guardar la uña de que no se le rompa el maslo, y no teniendo para hazerlo de hoja de arambre o alatón, hágase de plomo y cúrese cada día dos vezes. Otro ungüento que tanbién es maravilloso para los quatro días primeros en lugar del que se ha dicho: Tómese cera dos onças, azeite rosado tres onças, trementina onça y media, alvayalde una onça, litargirio media onça, cortezas de encienso, xebe quemado, cáscaras de caracoles quemadas de cada uno dos dramas, muélanse las cosas que se pueden moler cada una por sí y desháganse el azeite y cera y trementina y échense en un almirez, y allí se encorporen los polvos meciéndolos mucho hasta que el ungüento se cuaje y hiele, y aplíquese como se ha dicho. Otro ungüento para el mesmo efecto, muy bueno: Tomen cal viva y lávenla ocho o diez vezes en agua fría dexando assentar y reposar la cal cada vez y echando a mal aquella agua y tomando otra, y tómese desta cal una onça, almagra dos dramas, azeite rosado tres onças, cera siete dramas, derrítase la cera en el azeite y puestos los polvos en un mortero de piedra échense el azeite y cera estando tibios y mézcase mucho y aplíquese como se ha dicho. Passados los quatro días no se le ponga otra cosa sino cera nueva y un poco de azeite rosado y una poca de trementina, todo deshecho y encorporado al huego de manera que tenga cuerpo de ceroto o emplastro y póngasele como un dedal, que esto le hará nacer muy presto la uña; y encima deste ceroto o emplastro se le ponga el dedal de hoja de alatón o de arambre con el qual passados los diez o doze días podrá bolar la ave, porque este dedal le guardará la uña para que no se le rompa el maslo como está dicho.

Después que ya le hoviere salido una poca de uña, para hazérsela crecer muy presto úntensela por junto a la carne dos o tres vezes al día con este ungüento, que es maravilloso para este efecto: Tomen sebo de cabrón ocho partes, sebo de vaca y pez griega de cada uno quatro partes, saín sin sal y azeite de cada uno seis partes, dialthea, trementina, miel, cera nueva y resina de cada uno dos partes, almástiga y glassa de escrivanos de cada uno una parte, teniendo todas estas cosas aparejadas derrítanse al huego los sebos y saín, y porque mejor se derritan los sebos se corten muy menudos, y después de derritidos quíteseles la escoria o corezuelos de la tela, y después échense dentro todas las otras cosas excepto la cera que se ha de echar a la postre para hazer cuajar y encorporar todas las otras cosas, y hervirá todo junto un poco, y como vean que ya está todo deshecho y encorporado, echarse ha la cera, y como sea derritida y encorporada quítenlo del huego y guárdese.

Otra manera de curar: Tomen bolarméñico y sangre de drago de cada uno dos partes, encienso, almástiga y sarcocola de cada uno una parte, mirra y azívar de cada uno media parte, alquitira y alumbre de roca quemado de cada uno el quarto de una parte, y muélase cada cosa por sí y mézclense y con una poca de trementina y cera y muy poquito de azeite rosado hágase una pastilla blanda a manera de ceroto o emplastro, y estando un poco caliente póngasele lavándole siempre primero la uña con el lavatorio que arriba dixe, y después póngasele el dedalejo que arriba está figurado, y con esta medicina la curarán siempre hasta que le nazca uña, y después que le hoviere nacido para hazérsela crecer úntensela cada día con el ungüento que arriba se ha dicho.

Otra manera de curar muy maravillosa: Tomen la agua ardente mezclada con los polvos que dixe en el capítulo cinqüenta y tres, de las heridas, y lávenle la uña con ella dos o tres vezes al día, y como le hovieren lavado rodéhenle por encima la uña con un poquito de algodón, y después pónganle el dedalejo que arriba está figurado, y ésta es maravillosa medicina. Pero para hazerle crecer la uña después que le hoviere nacido úntenle siempre con el ungüento que se ha dicho.

Queda por dezir que quando la uña se moviere o arrancare por enfermedad de algunos malos humores y no de fuerça que se le haya hecho en ella, es necessario purgar la ave para que sea bien curada con los polvos que escreví en el capítulo sessenta y cinco para la hinchazón de la rodilla, y después de purgada hazerle los remedios que se han dicho.

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CAPÍTULO LXXI

De la comezón y sarna o tiña que se haze en las alas y cola

EN el libro primero, en el capítulo veintidós, se dixo que en la primavera, que es en el tiempo que se ponen las aves en la muda, reina la ánima o virtud vegetativa porque como entonces predomina el elemento del aire, predomina tanbién la sangre que es el humor que le semeja y corresponde. Acaece entonces venir a las aves tanta abundancia de sangre mezclada con algún otro humor que acude a los caños y agujeros donde salió la pluma vieja para ser mudada, y adonde nace y sale la pluma nueva como a la parte más flaca que entonces halla aquel humor en todo el cuerpo; y deste abundamiento de sangre viéneles allí tan grande comezón que les haze acudir con el pico y apretar tan reziamente donde les come que rompen la pluma que estava en sangre, y sácanse sangre, y aquella sangre corre sobre las otras plumas y sécase y dáñalas, y enciéndese en tanta manera esta comezón que viene a pegarse y passarse de la una pluma a la otra, y de la otra a la otra, y como la ave no sea animal que se le pueda hazer sangría sino con mucho peligro, es menester acorrerle con otros remedios, si no vendría a perder todas las plumas. Como quiera que el Crescentino manda sangrar las aves de una vena que tienen debaxo de la ala y de otra que tienen en la cuxa quando tienen gota artética, y si en aquella dolencia conviene muy mejor se puede hazer en esta, y quando esta enfermedad acude a las alas llámanla los caçadores tiña o sarna o comezón, y quando viene a la cola llámanla agrofumo y hormiga.

En la cura desta enfermedad ha de haver dos intenciones: La primera es curar la causa de donde procede que es el hígado; la segunda es lavarle el lugar donde está la comezón y sarna con medicinas que tengan virtud para curarla. Pues para templar el calor del hígado hágase desta manera: Mójese cada día la vianda que se hoviere de dar a la ave en agua de endivia y de palomilla partes iguales, y lávesele la ala o la cola donde tiene la comezón y sarna con qualquier de los lavatorios que aquí se dirán.

Tómese buen vino blanco añejo tres partes, y agua de llantén y agua rosada de cada una dos partes, y mezclen con ello un poco de xebe quemado y otro tanto de cardenillo molidos, y un poco de azívar cicotrino, y hiel de buey o de vaca y lávenle con ello muy a menudo, que esto le curará la sarna y le amatará la comezón, y el azívar se pone por dos efectos: el uno es porque cura la sarna y comezón; el otro es porque como la ave va con el pico y gusta la amargura dél no osa bolver más allí.

Otro lavatorio: Cuézanse ortigas en vino blanco hasta que estén muy bien cozidas y cuélense con fuerte premimiento y añádase un poco de azívar y fiel de vaca o de buey y estiércol blanco de perro muy molido y lávenle con ello, que en dos o tres vezes que le lavaren le quitará la comezón sin ninguna duda.

Otro lavatorio muy singular: Hágase lexía desta manera: Tomen cenisa de sarmientos, y ramos verdes de laurel, y ortigas verdes, y ruda verde y cueza todo junto hasta que se haga lexía, y añádase siempre un poco de azívar para el efecto que arriba dixe, y lávenle con ello que sin duda cura qualquier comezón y sarna. Y sóla la lexía de sarmientos mezclada con azívar la curará. Y lo mismo haze la agua destillada de las ortigas. Y si con qualquier dellas mezclaren un poco de açufre molido hará maravillosa operación.

Otro lavatorio: Tomen agua ardente y si no la hoviere tomen en su lugar vino blanco que sea muy bueno, y quanto más añejo y odorífero fuere tanto será mejor, y añádasele xebe quemado y estiércol blanco de perros de cada uno dos partes, de cardenillo quemado una parte, todo muy molido y lávesele con ello que sin duda la curará.

Otro lavatorio muy precioso y muy probado: Tomen çumo de limones dos onças, agraz y vinagre rosado de cada uno una onça, tuthia preparada, alvayalde, litargirio y xebe quemado de cada uno dos dramas y media, cardenillo una drama, açufre media drama, muélanse las cosas que se han de moler y mézclense y lávenle con ello. Y sólo el agraz o el çumo de limones con un poco de cardenillo o açufre o estiércol blanco de perro cura la comezón y sarna.

Otro lavatorio: Tómese estiércol de ánsar, y de ratones, y de palomas partes iguales, y un poco de açafrán y otro poco de azívar, y fiel de buey o de vaca, muélase y destémplese con vinagre fuerte, y lávenle con ello.

Pero si por ventura la ave hoviere quebrantado alguna pluma en sangre antes que el caçador le haya conocido esta enfermedad, hágase el remedio que se dirá en el capítulo siguiente.

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CAPÍTULO LXXII

De la pluma que se rompe en sangre y de la que se arranca con el pico

SI acaeciesse romperse la pluma en sangre, cojan la ave y arránquensela por fuerça, y para que le nazca luego úntenle todo aquel lugar con azeite de nuezes y de laurel partes iguales, y si tuvieren unto de osso o de culebra mézclenlo con los azeites, que sean de las tres cosas partes iguales, y nacerá más presto. Los caçadores acostumbran poner en el agujero de donde salió la pluma un grano de cebada mondada y untado con miel porque no se le cierre, y yo creo que es bueno, pero lo otro tengo yo probado y es cierto; y denle buenas viandas porque le salga buena pluma. Y si por alguna ocasión se le arrancare alguna pluma cúrenla de la misma manera. Y si por ventura tuviesse ya cerrado el agujero ábranselo muy sotilmente con un punzón que no sea muy puntiagudo de manera que no le hagan sangre y pónganle el grano de cebada, y úntenle el lugar como se ha dicho; y si quisieren que saque buena pluma y presto tomen caracoles y con un punzón gruesso agujérenlos de parte a parte y ensártenlos en un hilo y pónganlos al sol colgados, y cojan un barreñón todo aquel limo o aguaza que caherá dellos, y mojen en aquello la vianda siempre que le dieren de comer, o mójensela en azeite de alegría que es muy bueno y haze salir buena pluma; y lo mesmo haze el azeite de almendras dulces, pero estos azeites han de ser rezién sacados porque si son sacados de días enráncianse. Y quando vieren que la pluma nueva sale lávensela con agua rosada.

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CAPÍTULO LXXIII

De quando la ave saca malas plumas de la muda

ESTO acaece a las aves por una de dos causas: La una es por haver estado dolientes en la muda; la otra es por haverles dado algunas ayudas rezias para mudar. Sólo un remedio hay para aquel daño, y es cortarle las plumas y enxerírselas de cañón, como se mostrará a hazer en el quarto libro, y en el año seguiente darle grande recaudo en la muda con muy buenas viandas, mojándole muchas vezes la vianda en la aguaza que sale de los caracoles picándolos mucho con un punzón y dexándolos escurrir, porque ésta es una de las cosas que haze sacar mejor pluma, y lo mesmo haze la agua que sale dellos destillándolos por alquitara o alambique.

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CAPÍTULO LXXIV

De cómo se ha de dar el baño a las aves que tienen piojos

MUCHO cuidado ha de tener el caçador de ver si su ave tiene piojos porque allende que quando las aves tienen muchos las enflaquecen en tanta manera que algunas dellas vienen a morir, como son los esmerejones y gavilanes, no hay ave que haga su dever ni ande graciosa en la caça teniendo piojos, porque luego que buela como se le escalienta la pluma se mueven y bullen los piojos, y danle tanta pena y tanto en que entender que no assossiega ni para, y si es açor no aguarda en la herida, y si es halcón suélese ir y perderse. Conócese la ave tener piojos en que toda la noche se sienten los cascaveles porque nunca haze sino rascarse y sacudirse, y quando son muchos si la ave está al sol rezio luego salen fuera de las plumas.

De dos maneras se quitan los piojos a las aves: La una es dándoles baño; la otra es echándoles polvos entre las plumas. Y ahunque los baños son muy buenos y muy seguros sabiéndolos dar, ésta es muy más segura para aves delicadas como gavilanes y esmerejones, especialmente en invierno, quando haze rezios fríos.

Los baños son éstos: Tomen una onça de pimienta bien molida y passada por cedaço, y dos dramas de favarraz quitadas y echadas a mal las cortezas y majadas sólas las pepitas, mézclese y póngase en un paño de lino atado floxamente, y tómese media açumbre de agua y un quartillo de vino blanco y atíbiese, y estando assí tibia échese en un bacín de barbero o cosa tal, y prímase en aquella agua y vino el paño donde está la pimienta y favarraz, y prímase tantas vezes y tan reziamente hasta que salga toda su virtud y quede en la agua y vino. Allende desto se tenga aparejado aparte en un plato una poca de pimienta molida con un poquito de favarraz, para lo que abaxo se dirá, y hágase buen huego en cheminea bien abrigada de aire, y tenga uno a calentar un paño de lino blanco y limpio, assí como tohalla o cosa tal.

Hecho esto, coja uno la ave graciosamente con un paño de lino y téngala dentro del bacín metida en la agua guardando que la cabeça no la meta dentro y tapándole los oídos con los dedos o con un poco de algodón porque no le entre por ellos agua, y guarden tanbién que no le entre por la boca ni por las narizes ni le caya en los ojos; y uno tendrá la ave desta manera que se ha dicho y otro la bañará, y báñenla toda muy bien trayendo los dedos por todo el cuerpo poco a poco con mucha gracia, como quien la rasca y espulga, de manera que no le quede pluma por mojar, y especialmente los ombrillos y codillos de las alas porque allí suelen recogerse lo piojos, más que en otra parte, y después que hovieren bien bañado la ave en la manera que se ha dicho, enbuélvanla de presto en aquel paño de lino que dixe que estuviesse aparejado caliente, y este tal paño o tohalla no vaya senzillo sino con tres o quatro dobles porque dure más su calor, y después que hovieren enbuelto la ave pónganle encima de la cabeça, en todo aquello que no se mojó, aquella poca pimienta y favarraz que dixe que se guardasse y apartasse en un plato, metiéndosela debaxo de las plumillas porque quando se da el baño a la ave huyen los piojos de lo mojado y recógense arriba, en lo enxuto y alto, y pongan la ave assí enbuelta encima de una almoada y esté allí un buen rato, por espacio de medio quarto de hora, pero si vieren que se congoxa quítenle la tohalla, y en el entretanto que la ave está allí aparejen una caña que en la una parte esté muy aguda, a manera de cuchillo para cortar, y después desenbuélavase la ave del paño en que estava y tómese en la mano, y si hiziere sol ténganla a él hasta que se acabe de enxugar, y allí verán salirle todos los piojos, y como fueren saliendo derríbenselos con aquella caña que dixe o con un cuchillo agudo. Otros se los prenden y quitan con una pelotilla de cera colorada gomada que tenga harta trementina porque apegue bien poniéndola en un palillo que tocando con ella el piojo se viene apegado en ella, y si no hoviesse buen sol hágase esto cerca de buen huego de sarmientos, que tanbién se enxugará la ave y se saldrán los piojos. E porque quando el baño no es muy rezio no acaban de salir ni morir todos los piojos, el primer día téngase cuidado de tener la ave al sol o al huego, en los otros dos o tres días seguientes, y mírenle si le salen más piojos y quítenselos con la caña o cuchillo o cera como se ha dicho, y en estos dos o tres días no se ponga esta ave en alcándara donde estuvieren otras porque como los piojos van huyendo del baño pegársele hían. La hora más conviniente para dar este baño es la mañana, a la hora de missa, antes que la ave coma, y no se le deve dar de comer hasta la tarde, y entonces désele buena vianda. Dende a quatro o cinco días que se dio el baño a la ave, llévenla a la ribera para que tome la agua y se bañe y se alimpie y se quite el calor y comezón que les queda de la pimienta y favarraz.

Otros dan este baño con sóla pimienta, sin el favarraz. Y otros echan la pimienta muy molida en la mesma agua y vino. Y qualquier destos baños es muy bueno, ahunque la verdad es que el favarraz tiene propriedad especial para matar piojos. Pero si se añadiere en el baño que arriba se ha dicho azívar epático molido, yo digo y afirmo que no quedará piojo que no muera, y es cosa que ningún daño hará a la ave, y yo assí lo he hecho siempre; y no haviendo azívar epático tómese cicotrino, y poniendo azívar no es menester tanta quantidad de pimienta, y assí es más seguro, y házese desta manera: Tómese media onça de pimienta y tres dramas de azívar y dos dramas de favarraz y hágase con la quantidad de agua y vino que se ha dicho. Sólo un inconviniente hay en esto del azívar, y es que como su amargura queda en las plumas no osa la ave passar el pico por ellas hasta que ha tomado la agua dos o tres vezes, pero sin duda es la mejor cosa de todas para matar estos piojos.

Háse de advertir que para açores y halcones primas se pone una onça de pimienta y un quarto de onça de favarraz. Pero para torçuelos abasta la metad, y para gavilanes y esmerejones algo menos.

La otra manera de matar estos piojos, y más segura para gavilanes y esmerejones en tiempo que haze grandes fríos, es ésta: Tomen una onça de pimienta muy molida y passada por cedaço, y otra onça de cenisa de sarmientos, o en su lugar polvos de ladrillo muy molido y que jamás se haya mojado, y mézclese muy bien, y teniendo la ave puesto su capirote cójanla y échenle todos estos polvos de pimienta y cenisa por todo el cuerpo alçándole las plumas de manera que caya debaxo dellas y toque a la carne, y especialmente en los ombrillos y codillos, y en las alas y espaldas porque allí acuden más los piojos; y estén aparejadas dos tohallas o paños calientes de lino, limpios y doblados, y enbuelvan la ave en el uno y esté assí enbuelta un poco, y quítenle aquél y pónganle el otro porque el primero estará lleno de piojos, y alímpienlo y tórnenlo a calentar, y quitando el uno y poniendo el otro tendrán la ave has[ta] que vean que se acongoxa, y después suéltenla y tómenla en la mano, y quítenle los piojos por la misma orden y forma que arriba se ha dicho en el baño. Pero quando estos polvos se le echan, es menester que luego, al otro o segundo día, lleven la ave a la ribera para que tome la agua y se lave y alimpie de los polvos y calor y comezón que tendrá y que en ninguna manera buelen con ella sin que esto se haga primero porque andaría desgraciada por desseo de la agua.

Otra manera muy singular y muy segura: Tómese media onça de pimienta y otra media de azívar epático, y dos dramas de favarraz, y una onça de cenisa de sarmientos o en su lugar polvos de ladrillo que jamas se haya mojado, y alímpiese el favarraz de la corteza, y muélanse la pimienta, y favarraz, y azívar, y si se emplastare el favarraz echen en el almirez de la cenisa poco a poco hasta que todo se encorpore, y la quantidad de la cenisa ha de ser passada por cedaço, y el peso de la quantidad del favarraz ha de ser estando limpio de la corteza o cáscaras, y estos polvos se echen entre las plumas y se enbuelva la ave por la orden que se ha dicho en la recepta antes desta.

Otras muchas cosas hay que matan muy bien los piojos, y hallándose el caçador en parte que no pudiesse haver pimienta ni favarraz ni azívar se puede ayudar dellas, assí como es cozer la retama en agua y lavarle con ella, y lo mismo haze la agua en que fueren cozidos los assensios, y los altramuzes o los ramos verdes, y cortezas de taray o tamariz, o la tañarita, o la menta romana.

Los franceses quitan los piojos desta manera: Cuezan muy grande rato açufre en agua, y después pongan la agua assí caliente en una tinilla o caldera o cosa tal, y pongan encima un arnero sobre el qual esté atada y assentada la ave de manera que el vapor de aquella agua caliente del açufre dé a la ave y la estufe hasta que sude, y desta manera saldrán y caherán todos los piojos.

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CAPÍTULO LXXV

De lo que se ha de dar a las aves para que no recelen ni hueven

NATURALMENTE todas las aves dessean juntarse para la generación en el mes de março por la causas que se dixeron en el capítulo veintidós del libro primero, y es tan grande y intenso aquel apetito y desseo que tienen que, si con tiempo no se les provee en amatárseles o resolvérseles con cosas que tengan virtud y propriedad para ello, corren mucho peligro de la vida; y conóceseles en que andan loqueando y no buelan ni hazen su dever como solían. Lo que para esto se les ha de hazer es lo que está dicho en el capítulo arriba alegado.

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CAPÍTULO LXXVI

De cómo harán detener la ave que no derribe ni mude las plumas

A caçadores he oído dezir, y tanbién lo he leído en un libro viejo de acetrería que estava escrito en cathalán, y se tenía por bueno, que para detener a una ave que no mude le den en la vianda pan rallado que sea muy blanco. Pero en el libro que se intitula Hortus sanitatis, en el tractado de las aves, en el capítulo quarto de los gavilanes, se escrive que según el Agustino el pan mata los gavilanes, yo no lo he probado. Otros caçadores dizen que dándoles a comer tordos se detendrán que no muden. A mi parecer qualquier vianda que les dieren que sea de su natura fría y de poco nutrimento y sustancia los detendrá, pues las viandas calientes y de mucha sustancia les ayudan a derribar, assí como son la carne de la vaca, y de la grúa, y del conejo y ahun la de la liebre que, ahunque algunos doctores dizen que es caliente y seca otros dizen que es fría y seca y melancólica.

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CAPÍTULO LXXVII

De la ave que esternuda mucho

SUELE ponerse a las aves que se çevan en liebre o conejo algún pelo alto en el paladar, en aquella hendedura que tienen, y házeles sacudir tanto que parece que esternudan. Quando la ave hiziere esto, cójanla y quítenle el pelo o pluma o semejante cosa que allí tuviere.

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José Manuel Fradejas Rueda

Creación / última revisión: 07.12.2015