Textos clásicos
Juan Vallés
Libro de acetrería y montería
LIBRO QUINTO
QUE TRATA DE LA CAÇA DE LA MONTERÍA
Prólogo
en que se escusa el auctor de que no haviendo sido montero haya
escrito libro de montería
QUANDO yo comencé a escrevir de la caça de la acetrería, no tuve pensamiento de estender la pluma a la de la montería, porque ni yo havía sido inclinado a ella ni exercitádome en ella. Pero como al tiempo que huve acabado los quatro libros de acetrería arriba escritos, y tanbién el de los perros que entonces tenía puesto por quinto, y agora va por sexto deste tractado, presidiesse en este Reino de Navarra en lugar de Rey y por Capitán General el Illustríssimo Señor Marqués de Mondéjar que al presente es de los consejos secreto, y de estado, y de guerra de la Cesárea Magestad, y su Presidente en el su Real Consejo de las Indias. Conociendo yo la vivez de su muy alto ingenio, su castíssimo stillo en el hablar y escrevir, su perfectión en todas las buenas letras, artes y sciencias, y junto con esto (como para mi propósito era necessario) ser muy excellente caçador de acetrería, y teniendo por bien fortunados los dichos mis libros, si por ellos passava la lima y censura de tan consumado varón, y por harto loados y aprovados, si a su tan acérrimo juizio no desagradavan, atrevíme a suplicar a su señoría illustríssima que me hiziesse merced de quererse humillar a los leer, corregir, y emendar para que si temor de maldizientes, y murmuradores pudiessen después ser por mí publicados. No desdeñó la baxeza y atrevimiento de mi petición, ni rehusó el travajo el varón illustríssimo, pudo cierto más con él aquella su natural humanidad y benignidad con que siempre acostunbra recoger y abraçar a todos los que son dados a las letras, que la alteza de su esclarecido linage, ni la suprema potestad del oficio que usava de Rey, pudo tanbién más la inclinación natural que siempre tuvo a las sciencias y buenas letras, assí griegas como latinas, que la felicidad de ser tan principal señor en España. Leyó, pues, todos los dichos libros de acetrería, y después de havérmelos loado y aprobado, pareció a su señoría illustríssima que pues los libros eran de caça que no devía de contentarme con escrevir de sóla la acetrería, sino que se le diesse entero cumplimiento con escrivir tanbién de la montería. Conocí yo luego la mucha razón que tenía, pero como los hombres ahun aquello que saben y entienden, muchas vezes no lo sepan bien dezir ni escrevir, quanto más lo que no saben ni entienden, acobardábame de escrevir de cosa que yo no entendía, y conociendo su señoría en mi mostrar cobardía, socorrió luego con su ánimo generoso a mi flaqueza, esforçándome y diziendo que no temiesse de emprenderlo, que él mandaría traer de su casa y recámara, como luego dentro de muy pocos días mandó traer y darme dos libros que tenía de montería, el uno de los quales fue fecho y compuesto por el Rey don Alonso de Castilla y de León, y el otro fue de un rey de Portugal, para que tomando de cada uno dellos la sustancia, y dexando el estillo grossero y antiguo en que estavan escritos, pudiesse yo escrevir uno por el mismo estillo y orden destos otros de acetrería. No dudé yo con tan grande favor de emprender obra para mí difícil, porque luego puse la mano en ella, y para poderla mejor escrivir comuniqué los dichos libros, y traté muchas vezes toda la arte de montería con el sotamontero y monteros que su Magestad tiene en este Reino de Navarra, que no menos la entienden que los otros monteros de España, y hize inquisición si por ventura se hallarían otros algunos libros de montería, y hallé uno escrito en lengua francesa, y como en lo que toca a la arte y manera del caçar o montear assí los dichos monteros como los libros conformassen, determinéme a seguir el libro del Rey don Alonso, como a mi parecer mejor, y con alguna más brevedad escrito, ahunque assí él como los otros sin orden ni estillo en el proceder, del qual sólamente tomé la primera parte que muestra y enseña la montería del osso y del puerco a fuerça, y dexé la segunda que habla de los perros, lebreles y sabuesos, y de cómo han de ser curados de sus heridas y enfermedades, assí por ser cosa más digna de ser reprehendida que de ser escrita, como porque en los libros de acetrería, como arriba dixe, havía yo escrito copiosamente de los perros todo lo que convenía y hazía al propósito, salvo lo que tocava al talle y dispusición que han de tener los lebreles y sabuesos, lo qual confiesso que tanbién tomé desta segunda parte. Dexé tanbién la tercera y última parte del dicho libro que habla de los montes que hay y son buenos para correr en los reinos y señoríos de Castilla, assí en verano como en invierno, porque me parecía gran prolixidad escrevir dello y cosa no muy necessaria, allende que muchos de los montes de que habla el dicho libro están oy rompidos y culturados por los labradores de sus provincias. Del libro francés tomé la montería del ciervo a fuerça porque en el del Rey don Alonso estava muy corta, y tomé tanbién dél la montería del puerco y ciervo con redes porque desta no escrivió cosa alguna el dicho rey. Añadí yo la naturaleza del osso, y del puerco, y del ciervo y otras cosas que espero que agradarán al lector. Quanta diferencia haya del estillo, orden y brevedad con que este mi libro va escrito a los otros que arriba he alegado, esto remito yo al discreto lector porque a mí no está bien juzgarlo. Del travajo que en ello passé, y del servicio y provecho que hize a los que fueren inclinados a la caça de montería, las gracias se deven al Illustríssimo señor Marqués de Mondéjar, por cuyo mandado, consejo y favor hize yo este libro de montería.
CAPÍTULO PRIMERO
De las tres partes en que se divide la montería
DIVIDIERON los antiguos la caça de la montería que se haze a fuerça en tres partes, es a saber: en la montería del osso, y en la del puerco javalí, y en la del ciervo; y a todos estos tres géneros de animales comprehendieron debaxo deste nombre venado, como vocablo común y universal para todos tres, assí como debaxo deste nombre ave se comprehende y entiende el açor, y el halcón, y el gavilán, y todos los otros géneros de aves, de manera que quando hablavan en general de lo que se havía de hazer en la montería del venado se entendía assí de la del osso y puerco como de la del ciervo. Ahunque agora ya está desacostumbrado que a sólo el ciervo todos los deste tiempo llaman venado. Destas tres monterías, la del osso es la mayor y de más deleite y recreación, ahunque más grave y dificultosa y de muy mayor travajo por cinco razones: La primera porque siempre por la mayor parte está el osso en más bravo y áspero monte y peor de andar y buscar y levantar que el puerco. La segunda porque el rastro del puerco y del ciervo está más señalado y se halla y se conoce mejor y en más lugares que el rastro del osso, y ayuda mejor el montero a su perro a llevar el rastro del puerco y del ciervo que no el rastro del osso, en el qual el buen perro y bien encarnado ha de ayudar al montero, más que el montero a él. La tercera porque el osso haze las cenas más largas que el puerco ni el ciervo, a cuya causa es peor de levantar y assí es menester mejor montero y mejor perro para ello. La quarta porque para el monte del osso es menester más gente y más perros que para el monte del puerco y del ciervo, porque ni los monteros de pie, ni los perros que andan con él, ahunque sean muchos, se le atreven ni osan a llegar tanto para hazerlo mover ni para ferirlo como al puerco, no enbargante que el puerco de su naturaleza es más ligero, desassossegado y atrevido que el osso, y assí es más fácil de matar, porque con su soltura e inquietud y ardideza se va a buscar la muerte. La quinta porque después de levantado el osso, ahunque parece que camina deespacio, anda más tierra que el puerco, y por más ásperos y fuertes lugares. Después de la montería del osso, es la mayor y de mayor deleite la del puerco. Pero como quiera que la montería del ciervo sea menor que las otras, no dexa de ser muy buena y de mucho deleite y recreación, y el montero deve exercitarse en ella, especialmente en el tiempo que los ciervos están gordos, y quando andan en la brama, porque ésta es el primer elemento o principio de la montería, assí para que en ella se comiencen los monteros a exercitar y tener conocimiento de las ladraduras de los perros, y exercitándose en esta montería se habiliten para passar después a las otras como tanbién para hazer para ellas muy buenos y perfectos perros, porque para hazer un muy buen perro de puerco y de osso es menester ponerlo y abezarlo primero en la montería del ciervo, y esto es por dos razones muy evidentes: La primera porque no hay cosa en el mundo que más aliviane los perros nuevos y los haga corredores y travajadores que la montería del ciervo, y la causa es porque como el ciervo es muy ligero y lleva siempre tan grande ventaja y delantera a los perros, que quasi en todo el día no lo veen de ojo sino a lo mucho dos o tres vezes, estíralos y travájalos mucho trayéndolos todo el día en su seguimiento, y como están abezados a sufrir este travajo, no sienten después el que passan en el monte del puerco y del osso, viendo que son más pesados que el ciervo, y que es menor el travajo de seguirlos, y que después de levantados siempre los llevan a vista de ojo, lo qual es cusa de que anden más encendidos y con muy mejor gana y voluntad que con el ciervo, especialmente si los cansaren muy bien en la montería del ciervo, y quando muriere si no los encarnaren ni les hizieren mucho plazer, y por el contrario si quando muriere el puerco o el osso los encarnaren muy bien y les hizieren regalos y plazer. La segunda razón es porque en la montería del ciervo se hazen los perros muy diestros y maestros en saber apartar el ciervo de la cierva, y el grande del pequeño y de la vanda, que es una de las cosas que más se requiere en un perro de monte, y quando más diestros y maestros se hazen en esto, es en el tiempo de la brama que andan en celos, porque entonces es muy malo de apartar el ciervo de la cierva. Y el perro que estuviere bien diestro y maestro en esto quando después lo passaren y pusieren en la montería del puerco o del osso, sabrá muy bien levantarlos y apartarlos y guardar que no se le mezclen con la compañía que tienen, porque tantas son las mañas y engaños que el ciervo haze al perro al tiempo que el perro lo quiere apartar, especialmente en el tiempo de la brama, como dixe, que queda tan diestro y maestro para estas otras dos monterías, que después nunca el puerco ni el osso lo podrán engañar en el apartarlos. Pero acerca desto se han de guardar estas reglas: que después que hovieren sacado el perro de la montería del ciervo y passádole y puesto en la del puerco, y estuviere bueno y perfecto en ella, nunca lo tornen a poner en la montería del ciervo, ni se lo muestren, porque perdería de su bondad; y assimismo si quisieren que el perro sea estremado de osso después que estuviere bien diestro y maestro en la montería del puerco, lo passen y pongan en la montería del osso, pero después que estuviere diestro y maestro en ella no lo tornen a poner en la del puerco ni se lo muestren, y quando acaeciere soltar el perro al puerco y topare con el ciervo, y dexare el puerco por él, ahunque el ciervo muriesse, es menester que no solamente no lo encarnen ni hagan plazer en él, pero que lo castiguen y escarmienten muy bien; y lo mismo se haga quando se soltase el perro al osso y lo dexasse y siguiesse al puerco, que ahunque el puerco muriesse, no solamente no lo han de encarnar ni hazer plazer alguno, pero castigarlo y escarmentarlo muy bien, porque entienda que erró y hizo pesar a su señor.
CAPÍTULO II
De la naturaleza del osso
TODOS los que escrivieron del exercicio de la caça tuvieron y alabaron por más noble la de la montería fundándose en que es otra segunda forma de guerrear, y que en ella se muestran los hombres a pelear, herir y vencer con sus proprias manos, virtud y esfuerço, como escreví al principio deste tractado, y pues lo primero que en la guerra el buen capitán procura, como cosa más necessaria, es saber la naturaleza y condición, mañas y astucias del enemigo, paréceme a mí que no solamente no será fuera propósito, pero cosa muy necessaria de escrevir la naturaleza y condición, mañas y astucias del osso y puerco y ciervo con quien en este exercicio los monteros han cada día de pelear. Y primero escreviré la del osso, como mayor y más rezio enemigo.
El osso, pues, es animal cruel y feroz y muy feo de mienbros, y este vocablo osso está corrompido, que se havía de llamar orso, que es participio deste verbo ordior, ordiris, que quiere dezir urdir, y començar la tela, y assí orso quiere dezir cosa urdida y començada, lo qual se dize muy al proprio por el osso, porque en el vientre de su madre se urde y comiença y naçe aceleradamente antes de tener ni sacar forma alguna de animal, mas de sólo un principio para serlo, porque a los treinta días después que la ossa se ajuntó con el osso pare sus hijos erizándose y apretando el pecho de la misma manera que las aves ponen sus huevos, pero no los pare formados, sino solamente unos pedacillos de carne blanca poco mayores que ratones, sin ojos y sin pelo y sin alguna fuerça, sino solas las uñas que se descubren y muestran, y lamiéndolos la ossa muy a menudo los escalienta, y poco a poco con aquel calor les haze sacar y tomar su forma y figura. Dize Plinio que pocos son los que han visto la ossa parida. La causa se cree que es porque en ningún tiempo del año se ajuntan el osso y la ossa para engendrar, si no es en el principio del invierno, que es el mes de deziembre, y luego al fin deste mes o al principio de enero se meten y esconden en la cueva, en donde se tiene por cierto que pare la ossa. El osso está en ella quarenta días, y la hembra está quatro meses. Allí están siempre escondidos sin salir en todo este tiempo, y si este esconderse y meterse en la cueva sea por la frialdad del invierno o por otra alguna causa hasta agora nadie lo ha determinado. El Rey don Alonso en su Libro de montería dize y afirma que, como quiera que sea esto verdad, pero que las ossas que traen hijos que sean de medio año arriba, no se meten ni echan en la cueva, porque los hijos no las dexan assossegar, y han de andar con ellos a buscarles de comer para criarlos. Si están en parte que no puedan hallar cueva para meterse, házenla con matas y ramos de árboles tan cerrada y tan compuesta y con tan maravilloso artificio, que la agua no puede passarla, y de dentro hazen la cama con hojas muy blandas de árboles. Hazen dentro de la cueva dos apartamientos, en el uno de los quales está siempre el osso por su parte, y en el otro la ossa apartada dél, porque después que una vez se ajuntaron para engendrar, nunca más en aquel año se ajuntan, ni tanpoco se ajuntan por detrás como los otros animales de quatro pies, sino abraçados y echados en tierra como el hombre y la muger. Duerme el osso siempre, todos los quatorze días primeros con sus noches después que se metió en la cueva con un tan profundo sueño que ahunque lo hieran no se puede despertar, en el qual tiempo engorda tanto que quasi no puede moverse, y passados aquellos quatorze días de aquel sueño, estáse allí quedo sin salir a buscar de comer, y con sólo chuparse los dedos de las manos y pies se sustenta. Y el argumento desto es que si en aquel tiempo matan algún osso en la cueva, no se le halla humor ni sangre en todo el cuerpo sino un poquito humor en el vientre, y sólas unas gotas de sangre en el coraçón, y lo que más es de maravillar que afirma Theophrasto, que si en aquel tiempo que los ossos están escondidos en la cueva mataren alguno dellos y cozieren algún pedazo de su carne, y después de cozida la guardaren que crecerá. Sale el osso de la cueva a la primavera o a metad de hebrero poco más o menos, según el tiempo en que se metió en ella, y según las tierras son más o menos calientes, pero muy más gordo sale el osso que la ossa, y no se sabe la causa dello, mas del sueño de aquellos quatorze días, quando salen de la cueva, buscan y comen la dragontia menor, que en latín se llama aron, para ablandar el vientre, porque lo tienen duro de haver estado echado tanto tiempo en la cueva sin hazer exercicio. Dize Plinio que se les enbota muy a menudo la vista, y que por esta causa buscan tanto los panales de la miel, porque picándoles de la boca las avejas, haga allí llamamiento la sangre, y se les alivie el humor que ha corrido a los ojos. Son muy flacos de cabeça que quasi ninguna fuerça tienen en ella, al contrario del león que la tiene fortíssima, y tanta es la flaqueza que tienen en la cabeça que quando los constriñe necessidad de haver de saltar de algún peñisco, se arrojan cubriendo la cabeça con las manos, y muchas vezes dándose con ellas de bofetadas en la harena caen amortecidos. Para matar los bueyes cuélganseles con las manos y pies de la boca y de los cuernos, y fatíganlos tanto con la carga de su peso, que los constriñen a caer en tierra. Arrancan un árbol arrimando las espaldas a él, y asiéndolo después como quien se lo carga acuestas. La carne del osso es viscosíssima y muy mala de digerir, y da muy mal nutrimento, pero las manos y pies dél son tenidas por sabroso manjar. Su unto es una de las mejores cosas que se pueden aplicar para detener los cabellos y pelos que no se cayan, y para hazer nacer los que se cayeron, y para estirar y alargar los mienbros encogidos, y para ablandar o resolver y madurar qualesquier apostemas duras.
CAPÍTULO III
De la naturaleza del puerco javalí
EL puerco javalí es animal fuerte y bravo, que ahunque de pequeño lo tomen y crien en casa nunca se amansa ni toma doctrina. Tiene los dientes colmillos grandes y largos con que pelea y fiere, en los quales hay una cosa de maravillar, que mientras vive el puerco cortan como el azero o hierro, y después de muerto, sacados de la quixada, no cortan nada. Pelean los puercos javalís asperamente ellos con ellos en el tiempo que las hembras están calientes, que es de sant Miguel de septiembre fasta sanct Martín, treinta días antes o treinta días después, según las tierras son más o menos calientes, porque más temprano comiençan a andar las puercas en las tierras calientes que en las frías, y para poder mejor pelear se estregan reziamente los cueros en los árboles, y después se hinchen de lodo y lo dexan secar. Afirma Plinio, y otros que dello han escrito, que es la orina del puerco javalí tan pesada que si antes que meare por la mañana lo levantaren y corrieren los monteros, que muy más fácilmente lo cansarán y alcançarán. Escriven tanbién que por maravilla acomete a ferir el hombre, sin que primero haya sido herido dél, pero esto mejor lo sabrán los monteros que cada día hazen la experiencia dello. Assimismo escriven que por la parte derecha oye más que otro ningún animal, y que tiene un huesso a manera de escudo con que se escuda quando lo hieren con el venablo o porquera. El estiércol del javalí reziente y caliente es muy grande remedio para el fluxo de sangre de las narizes. Quemadas las quixadas y hechas cenisa sana las llagas encanceradas. La enxundia es cosa maravillosa para soldar los huessos rompidos. Afirma el Mesué por auctoridad de Alexandro, que secando al horno la vexiga del javalí con toda su orina y dando della cada día en quantidad de una haba con un poco de oximel, es medicina muy probada para el mal de la epilepsia, que es gota coral, y afirma Plinio que la misma vexiga secada al humo con su orina, y tomando della vale mucho para la piedra de la vexiga, y que assada la vexiga y comida detiene la orina que se sale por sí.
CAPÍTULO IV
De la naturaleza del ciervo
EL ciervo, según Aristóteles, es el más sabio y discreto de todos los animales de quatro pies, pero es muy medroso, como diz que lo son todos los otros animales que tienen grande coraçón como él lo tiene, pero paréceme a mí que tiene más razón de temer la muerte que todos los otros animales, pues tiene más que perder en ella que ellos siendo tan larga su vida, porque se sabe que viven más de cient años, como cuenta Plinio de unos ciervos que el grande Alexandre tuvo, a los quales puso sendos collares de oro en el cuello, y vivieron y engordaron tanto que cubrió el cuero que no se vehían. Es el ciervo animal ligeríssimo, y el más apazible al hombre de todos los animales. Quando se vee apretado de los perros huye y se recoge de buena gana a los hombres. Hasta los seis años le nacen cuernos al macho, que la hembra no los tiene, por los quales se le conocen los años, porque en cada un año hasta aquel tiempo le nace un ramo o púa, de allí adelante no le nacen más, pero crécenle aquellos que tienen nacidos. Sólo el ciervo entre los animales cornudos muda los cuernos, y múdalos en medio de la primavera, y luego que se le caen, viéndose desarmado se esconde, y se va a los lugares apartados y desviados de camino y solitarios donde nadie lo pueda ver; y porque tiene por cierto que el cuerno derecho tiene notable virtud para medicina de los hombres, teniendo embidia a su proprio bien diz que lo esconde para que nadie lo pueda hallar, y lo que más es de maravillar, que los ciervos que están encerrados en viveras o bosques mudan tanbién cada año los cuernos, y nunca se les puede hallar el cuerno derecho, y tiénese por cierto que lo esconden debaxo de tierra. Quando les tornan a nacer salen al principio a manera de unas turmillas de tierra con un cuero que parece seco, después les crecen a manera de una cañaheja tierna en unas panojas como de caña bordados de un bello o flueque blando, y en todo aquel tiempo que están sin cuernos van de noches a buscar de comer, porque de día no osan parecer sin ellos, y desque sienten que ya les crecen los endurecen al calor del sol, y pruévanlos muchas vezes en árboles a ver si están duros para poder pelear con ellos, y estregándolos en los árboles les quitan y alimpian aquel cuero seco con que salen cubiertos. Después que ya les parece que están los cuernos fuertes y rezios salen afuera, y osan andar por donde los vean. No sé si todos creerán lo que agora diré, pero Plinio lo afirma, y cosa es que pudo ser, y yo a él me remito. Dize que fueron tomados unos ciervos que llevavan en los cuernos yedra verde que nacía dellos, y que la causa era de que al tiempo que, como dixe, los ciervos hazen prueba de sus cuernos en los árboles para ver si están rezios y duros, como entonces están blandos estregándolos en el árbol donde havía yedra, pudo la yedra enxerirse y encorporarse en el cuerno y prender. Tienen los ciervos muy mayor y muy más gruessa voz que las ciervas, y en el tiempo de la brama, que es quando andan en celos y se ajuntan para engendrar, dan grandes vozes, y la hembra teme al macho y no le osa esperar por la mucha dureza de la verga, y huyendo la hembra la toma el macho. Pelean en aquel tiempo ellos con ellos, y el vencido obedece al vencedor con muy grande obediencia. Después que las ciervas están preñadas se apartan y esconden de los machos, y como ellos no las veen ni pueden hallar, se encrudelecen en tanta manera que de rabia de la luxuria hazen hoyos en tierra, y pónenseles los rostros negros, y no se les enblanquecen hasta que con la lluvia se les quita aquella negrura. Paren las hembras a los ocho meses, y paren algunas vezes dos hijos, y al tiempo que han de parir, buscan lugares apartados, y más se recatan de no parir cerca de las sendas por donde las otras fieras trastejan, que no de los caminos por donde los hombres andan, y antes que paran, para facilitar el parto, se purgan y alimpian con la yerva que echa por simiente los cominos rústicos que se llama seselis, y después que han parido comen la mesma yerva, y tanbién la dragontia menor. Muestran luego a los hijos a correr y huir y a saltar por peñiscos y despeñaderos. Después que los machos están libres de aquel calor e ímpetu de la luxuria, van con grande desseo a buscar pastos y de comer, y quando se veen gordos se esconden en lugares secretos y apartados teniendo por dañosa para huir y correr la carga de la gordura. Quando huyen suélense parar y descansar, y miran al que está parado, y desque se les allaga tornan a huir, lo qual diz que hazen por dolor que padecen de barriga, porque diz que son tan enfermos y delicados della que con muy pequeño golpe se les rompen los estentinos. Huyen del ladrido de los perros el viento abaxo, porque deshaga sus pisadas. Deleítanse mucho si oyen tañer la flauta y con qualquier canto. Quando levantan y endereçan las orejas oyen mucho, y quando las abaxan no nada. En todo lo demás es animal simple y de qualquier cosa se maravilla y pasma en tanta manera que quando un cavallo o una vaca se le allega muy acerca no vee al hombre que le va a tirar, y si le vee se pasma maravillándose de verlo, y de ver la vallesta y saetas. Dize Plinio que los navegantes que passan de Cilicia a Chipre han visto muchas vezes manadas y rebaños de ciervos que passan nadando la mar puestos en ordenança, y que los postreros ponen las cabeças sobre las ancas de los delanteros, y a vezes se mudan, y que no veen la tierra sino que al olor della nadan. Quando el ciervo se vee herido con la saeta va a buscar el díptamo, y comiéndolo la haze salir y caer, y quando es herido de una especie de araña ponçoñosa que en latín se llama phalangium come los cangrejos para curarse. El cuerno del ciervo quemado y dado a bever mata y haze lançar las lombrizes, y el humo dél haze huir las culebras y serpientes, y con este mesmo humo se descubre si uno tiene mal de gota coral porque en dándole el humo por la narizes cae luego en tierra. Contra el veneno de la culebra o serpiente es grandíssimo remedio el cuajo del cervatillo que murió en el vientre de la madre, y tanbién el cuajo del ciervo es muy bueno contra el veneno de la ciguta y de los hongos. Tiene el ciervo un huesso en el coraçón que vale contra los desmayos. Dize Avicena que los extremos de la cola del ciervo son veneno, y que al que los come le viene terrible congoxa y desmayo y muerte. Escrive Plinio que no sólamente al ciervo nunca le toma fiebre, pero que su carne es medicina para ella, y que conoció ciertas mugeres principales que tenían por uso de comer todos los días por la mañana carne de ciervo, y que en muchos años nunca tuvieron fiebres; lo qual dize que se tiene por cierto si el ciervo muriere de sóla una herida.
CAPÍTULO V
De las cosas que principalmente ha de saber y entender muy bien el montero
EL que quisiere ser muy buen montero y diestro en la arte de la caça de la montería ha de procurar y travajar de saber y entender las cosas siguientes. Lo primero ha de ser que deprenda a tañer o tocar la vozina por todas las diferencias que se usan y son necessarias en la buena montería, porque de una manera se toca para llamar los monteros quando han de ir al monte, y de otra quando se ha de hazer seña que se halló el rastro del venado, y de otra quando lo vieron, y de otra quando le mataron, y de otra quando el venado es grande, y de otra quando es pequeño, y de otras muchas diferencias, que más particularmente lo diré abaxo en su proprio capítulo. Y assimismo ha de saber tañer o tocar el pito por todas sus diferencias, porque muchas vezes quando el montero está cerca del venado es menester andar tan callando por no aventar o ahuyentarlo que no conviene dar seña con la vozina. Después que estuviere bien diestro en esto, ha de ir muchas vezes en compañía de un muy buen montero que sea diestro y hábil en la montería, para que le enseñe y muestre a conocer muy bien el rastro que fuere de caça grande o mediana o pequeña, y si es de macho o de hembra, y si es fresco o viejo, y quando hallare dos rastros que sepa distinguir y conocer bien quál es el mayor y quál es el menor, y otros muchos primores que en esto hay y abaxo, en su proprio capítulo, se dirán. Item, ha de saber repartir las buscas, porque para el osso son menester más perros en cada busca que para el puerco, y más perros en día que hiziere mucho viento que en el día que no lo hiziere, y más buscas en un tiempo que en otro. Item, ha de saber entender muy bien el ladrido o ladradura de los perros para entender y conocer quando van o andan con osso o con puerco o con ciervo, y quando con grande y pesado, y quando con pequeño y ligero, y quando van cerca dél y esperan alcançar, y quando alcançan, y quando van lexos, y quando no podrán alcançar, y quando toparon con vanda, y finalmente saber conocer si se hizo buena suelta o mala para saberla emendar. Item, ha de saber muy bien levantar el venado en el verano quando haze grandes calores, y en el invierno sobre nevado o llovido, especialmente si después que el venado çenó sobrevino la nieve o la lluvia, y por venado entiendo yo assí el osso y puerco como el ciervo conforme al Libro de montería del rey don Alonso a quien yo en en éste sigo, y sobre todo ha de saber muy bien levantar el osso quando sale de la ossera, y apartar el ciervo en el tiempo de la brama, y el puerco en el tiempo que anda con las puercas, y llevar bien sus rastros. Item, ha de saber catar o buscar y reconocer el monte quando el cavallero que lo quisiere correr lo enbiare a que lo visite si hay caça de monte en él, y si la hallare que sepa darle cerco y atajo para tenerlo concertado para el día que lo quisieren correr. Item, qualquier montero, y especialmente el de cavallo, ha de saber tomar y correr el monte y entender muy bien en qué parte se han de poner las vozerías, y dónde los renuevos, y dónde las armadas, y sepa que en el invierno quiere ser pequeño el monte para correr y la armada grande y muchos lebreles. Item, ha de saber tomar la delantera al venado que no va alcançado y va con pocos perros, especialemente siendo el monte grande. Item, ha de saber hazer buen perro de traílla, y de correr, y de renovar y sobre todo conocer la condición a su perro y tratarle bien teniendo cuidado de le dar de comer y de bever a sus tiempos y horas, es a saber, dos vezes al día, una a la mañana y otra a la tarde, ahunque algunos dizen que a los sabuesos no se ha de dar de comer más de una vez en el día, en el verano un poco antes de vísperas, y en invierno al sol puesto porque se vezen a sufrir la hambre hasta la tarde y soltarlos dos vezes al día para hazer sus aguas, y siempre requerirlos con agua, especialmente en verano que de la gran sed vienen a raviar, y darles buena cama y estregarlos algunas vezes con un paño áspero que los guarda de sarna y con menos comer los tienen gordos.
CAPÍTULO VI
De las diferencias que hay en el tocar de la vozina y del pito y en las afumadas
PORQUE en la caça del monte andan los monteros muy apartados los unos de los otros y fuera cosa travajosa, y ahun algunas vezes impossible, darse aviso de lo que passa los unos a los otros con la voz, inventaron los antiguos el darse señas y aviso con la vozina, y porque algunas vezes es menester andar callando para no aventar la caça quando está cerca, y quando ha sido corrida, y no convendría tocar la vozina, inventaron tanbién el tocar del pito, y no solamente inventaron de darse seña y aviso los unos a los otros con la vozina y el pito, pero ahun con ahumadas quando haze grande viento que no se puede oir la vozina. No sé yo si los monteros deste tiempo usan agora las diferencias de tocar la vozina que yo aquí escreviré, pero sé que se usavan en el tiempo del Rey don Alonso, pues él las escrivió en el libro que compuso de la montería de donde yo las saqué.
Y la primera es quando llaman los monteros para ir al monte, a la qual llaman curar de andar por ir al monte.
La segunda es tocar de rastro, que es quando el montero halló el rastro de[l] osso, o del puerco, o del ciervo y da aviso dello con la vozina o con el pito al cavallero que corre el monte y a los otros monteros, y ahun en este tañer de rastro hay diferencia, porque si el monte fuere de puerco y el rastro fuere de puerco mediano, y no muy grande, ha de tocar de rastro dos vezes, y si fuere de buen puerco grande ha de tocar tres vezes; y si el monte fuere de osso, y el rastro fuere de osso común y no muy grande, ha de tocar de rastro quatro vezes, y si fuere de buen osso grande cinco.
La tercera es tocar de vista, que es quando el montero vio el osso o el puerco o el ciervo, y ahun entonces ha de hazer esta diferencia, que si el venado fuere común, y no muy grande, ha de tocar de vista apriessa, y si fuere bueno y grande, ha de tañer más de vagar.
La quarta es tocar de poner o soltar perros, que es quando el montero halló gran caça, y tiene pocos perros para ella, y pide a los otros monteros que suelten perros.
La quinta es tocar de ladradura, que es quando la caça está en algún monte espesso, en parte que los monteros no la pueden andar, y soltaron el perro maestro y ladra a la caça.
La sexta es tocar de corredura, que es quando la caça se levanta antes que los perros lleguen a ella, y la van siguiendo y corriendo por la ida y andada y rastro.
La séptima es tocar de muerto es, y a esta llamavan antiguamente de ocisa, que es quando el montero mató la caça.
La octava es tocar de tornado es, que es quando después de levantada la caça, y de haverla començado a correr los perros se buelve al lugar de donde salió.
La novena es tocar de sinella, que es quando el montero que visita y corre el monte no halla la caça, y da aviso dello a los otros monteros.
La dezena es tocar de pregunta, que es quando el montero anda en el monte por su parte y no halla la caça, y quiere preguntar a los otros monteros con la vozina si hallan rastro della.
La onzena es tocar de acogida, que es quando llaman los monteros en el monte para que se recojan o porque ya está muerta la caça que se monteava, o para irse del monte a casa.
Todas estas diferencias de tocar con la vozina escrevió el Rey don Alonso en su libro, y ahun otras dos más que se dizen de traspuesta y de asopié que por yo no las entender ni haver hallado quien las entienda las dexo de escrevir. Pero no escrivió cómo ni en qué manera se ha de tañer en cada una destas diferencias. En el libro que yo huve de Francia se ponen sólas cinco maneras o diferencias de tocar, y muestra cómo se ha de tañer y diferenciar.
Y la primera es tocar por perros quando el montero halló el rastro con su perro de traílla, para lo qual se ha de tocar tañendo un toque largo y después otro corto.
La segunda es tocar por los monteros y perros para que acudan al que toca, para lo qual se han de tañer dos toques largos y luego otros dos cortos, y esto que se haga dos vezes.
La tercera es tocar de busca que es quando el montero soltó sus perros en el monte para buscar la caça, para lo qual dize que se ha de tocar tres toques largos y tres cortos.
La quarta es tocar de presa, quando la caça se prendió o mató, para lo qual se ha de tocar un toque muy largo y después diez toques los más cortos que se pudieren tocar.
La quinta es tocar a recoger para lo qual se han de tañer dos toques muy largos y muy de espacio.
Assimismo escrive el rey don Alonso que quando los monteros van a buscar algún monte a vista de algún lugar donde está el cavallero que los embió y lo ha de correr, que si hallaren la caça y la distançia de donde ellos estuvieren a donde está el cavallero fuere tanta o hiziesse tal viento que no se pudiesse oir la vozina ni las vozes que le hagan señal con afumadas, y que si la caça fuere buen osso que hagan quatro afumadas, y si fuere mediano tres, y si fuere buen puerco que hagan dos.
CAPÍTULO VII
De los señales en que se conocerá el rastro del osso, y del puerco, y del ciervo
LA principal cosa que el montero ha de saber y entender muy bien es conocer el rastro del osso, y del puerco, y del ciervo, y saber distinguir en qualquier dellos si es grande o mediano o pequeño, especialmente quando van dos o tres juntos, y si es de macho o de hembra, y si el rastro es viejo o nuevo y fresco, y sobre todo saber hazer diferencia de los tiempos, porque tiempo hay que el rastro será de pequeña caça y parecerá ser de grande, y tiempo que será de grande y parecerá ser de pequeña, y tiempo que el rastro será fresco y parecerá viejo, y tiempo que será viejo y parecerá fresco, y ahunque yo escreviré aquí los señales en que esto se alcançará a conocer, y las reglas que en ello se han de guardar. La principal regla y consejo que para ello doy al nuevo montero es que vaya muchas vezes a la busca en compañía de un muy buen montero diestro y experto, para que al ojo le muestre y enseñe todos los primores y secretos que en esto hay; y el uno y el otro lleven siempre consigo sendos perros que sean muy buenos de busca. El rastro del osso muy conocido es por sus pisadas, y muy diferente del rastro y pisadas del puerco y del ciervo, solamente se ha de advertir y aprimar a saber y conocer si es grande o mediano o pequeño, lo qual se conocerá muy bien si el señal que haze en tierra con lo ancho y gordor del un dedo sólo, y con el callo es grande o mediano o pequeño. Y si fuere ossa conocerlo han en que haze sus aguas juntas, es a saber, meando sobre el estiércol o cámara que haze; y si anda sola y sin hijos conocerse ha en que no se verá rastro ni pisadas dellos.
El rastro y pisadas del puerco muy diferentes son de las del osso, pero tienen semejança con las del ciervo ahunque el talón de la uña del puerco es más agudo y más cortante y no tan gruesso ni tan largo ni tan redondo como el del ciervo, y assí es diferente el un rastro del otro. Y para conocer si el rastro es de puerco grande o de mediano o pequeño se ha de mirar bien lo ancho de la uña, aquello que señala en la entrada della, y si señala los pesuños gruessos o pequeños, especialmente quando va la cuesta arriba, porque si los señala gruessos es cierta señal que es buen puerco grande, y por el contrario. Assimismo se ha de parar mientes en la cama donde estuvo echado con tal que sea fresca, porque si la cama es ancha y larga y honda es señal de grande puerco, y lo mismo se puede conocer y ver en el lodo de la balsa o fuente o otra agua donde fue a bever y a encenagarse, mirando bien el señal que hizo con el cuerpo a la entrada y a la salida, y después de salido mirar el árbol adonde se fue a fregar y alimpiar del lodo, porque si es gran puerco estará la señal del lodo más de quatro pies en alto. La puerca no solamente haze el rastro menor que el puerco viejo pero ahun que el puerco joven. Pero la puerca javalí siempre haze el rastro mayor que el puerco casero, por grande que sea. Y para conocer quándo el javalí es hembra y que anda apartada hay tres señales: El primero es que la puerca siempre señala los pesuños más agudos que el puerco, ahunque sea crecido; el segundo es que abre más las uñas que el puerco; el tercero es el mesmo que dixe en la ossa, es a saber, que haze las aguas juntas, una sobre otra, porque se mea sobre el estiércol que haze.
Los señales en que se conocerá el rastro del ciervo ser grande son cinco: El primero es quando las patadas o holladuras son largas y tan anchas como quatro dedos y el talón es gruesso, la punta del pie redonda, y quando huella o pisa en tierra blanda donde se señalan los pesuños que sean anchos, gruessos y redondos, pero en esto se ha de advertir que la cierva haze más pequeño rastro que el ciervo, ahunque el ciervo sea nuevo que no tenga sino de seis hasta ocho púas, porque como quiera que la cierva tiene la pata más ancha el ciervo nuevo la tiene más larga y mayores talones, y los pesuños más anchos y más gruessos y más abiertos y la punta del pie más aguda y las orillas más cortantes, y assí dexa mayor señal en tierra, y por estas mesmas causas suele hazer el ciervo nuevo, que ya es de seis o ocho púas, mayor rastro que el viejo porque no tiene tan gastadas las uñas de no haver sido tantas vezes corrido y de no haver andado tanto por tierras ásperas y pedregosas como el viejo. Pero el montero que quisiere afinarse bien en esto deve tomar los pies de un ciervo viejo y de un nuevo y de una cierva que sean de poco tiempo muertos y imprimirlos o señalarlos en tierra blanda para que vea al ojo el señal que dexan y hazen cada uno dellos y le quede conocimiento dello para quando sea menester. El segundo señal es en el estiércol que hazen, porque el ciervo grande lo haze mayor que el pequeño. El tercero señal es quando se estregan y frotan las cabeças en los árboles para quitar de los cuernos aquel cuerno seco que sacan encima dellos quando les torna a nacer y crecer que es alrededor de la Magdalena; si el montero hallare el árbol donde se frotó y estregó, ha de mirar si la parte donde se estregó está alta o baxa, y si las ramas gruessas están rompidas o maltratadas muy alto o muy baxo, porque quanto más alto se vean estos señales se han de juzgar que el ciervo es grande. El quarto señal es en la cama, porque si la cama es grande, larga y ancha y bien hundida y que al levantarse dexó bien señalada en tierra la rodilla y las manos es señal de gran ciervo y pesado. El quinto señal es en las espessuras de árboles nuevos y matas y breñas, porque quando un ciervo grande passa por ellas conócese en que las ramas altas están rompidas, desconcertadas y desbaratadas de como solían estar, y conócese el rastro y lugar de los cuernos por donde passaron. Y el que quisiere conocer si el ciervo es gordo o flaco conocerlo ha por estos señales: Mire bien si passa el pie de la mano, que si lo passare es señal que está flaco, y por el contrario, si no llegare el pie a la mano es señal que está gordo; y lo mismo es si lleva más abiertas las piernas que los braços, todo lo qual se verá y conocerá en sus pisadas y rastro.
El tiempo en que el rastro y pisadas serán de puerco o ciervo pequeño y parecerá ser de grande es quando la tierra está blanda de lluvias o de nieblas, porque entonces se imprime y señala todo el pie entero, y algo más de lo que es, y ahunque resvala en algunos lugares.
El tiempo en que el rastro y pisadas serán de puerco o venado grande y parecerá ser de pequeño, es en el tiempo que la tierra está seca y enxuta, como es en el verano quando los grandes calores y en el invierno quando las grande eladas, que entonces el pie entra y se señala poco, y ahun en este tiempo del invierno acaece estar la tierra blanda y mojada y de prima noche haverla hollado o pisado el puerco o el ciervo grande y de media noche abaxo elar y con el hielo apretarse el rastro o pisadas, y si el montero no estuviere en esto bien diestro y avisado podríase engañar creyendo que es de puerco o ciervo pequeño, y lo mismo puede y suele acaecer quando el rastro fue fecho en tierra ligera y suelta, assí como arena si sobre él lloviere o hiziere viento, que con qualquier destas dos cosas se haze menor el rastro de lo que era; y por el contrario, si de prima noche fue fecho el rastro y lloviere sobre él, lo ensanchará y parecerá muy mayor de lo que es. Y con esto se suelta una qüestión que suele haver entre monteros, y es que unos dizen que el rastro que es fecho de más de un día se haze menor y otros tienen lo contrario. Los unos y los otros tienen razón haziendo diferencia de los tiempos y tierras en que se hizo el tal rastro, porque claro está que si el rastro fue fecho en tierra suelta y polvorosa y sobre él se levantare viento que lo estrechará, y si fuere hecho en tierra blanda y después lloviere que lo ensanchará.
Assimismo acaece ser el rastro fresco y parecer viejo en los tiempos que la tierra está seca y polvorosa, como es en el verano, porque será fecho el rastro del mismo día, y si hiziere o se levantare viento se deshará o cubrirá de tal manera que el montero no pueda conocer si es fresco o viejo. Y en tal caso ha de tener consideración a tres cosas: La una es si ha hecho viento aquella mañana o lo haze entonces con el qual, como dicho es, se pudo deshazer aquel rastro; la otra es poner su perro en él y ver si lo codicia o no, porque si lo codiciare y quisiere seguir es cierto que el rastro es dessa mañana; la otra es que quando el montero viere que su perro lo codicia vaya con él por la ida hasta llegar a las ramas que rompió y a las yervas que mascó o pisó, y reconozca y mírelas bien porque si el rompimiento de las ramas es fresco, y si las yervas no están mustias será cierto que el rastro es fresco y podrá levantar la caça.
Item, acaece llover fasta la medianoche y haverse fecho después el rastro, y sobre ello haver elado, y azia la alva viene como niebla y pónese encima del rastro una telilla; y lo mismo acaece quando llueve toda la noche y cae sereno a la mañana, y si el montero no fuere avisado y entendido pensará que teniendo aquel tal rastro aquella telilla que será hecho de otro día, lo que no hará el montero que tuviere experiencia en esto sino que considerará que pues llovió y sobre ello eló y que después cayó niebla o sereno y hizo aquella telilla, especialmente si es delgada, que este tal rastro es de aquella noche y que la caça se podrá levantar.
Item, ha de advertir el montero, y no engañarse, quando acaeciere elar fasta la medianoche y levantarse el venado a cenar, y después llover fasta la alva o llover en la mañana sin haver elado ni llovido la noche, porque no enbargante que el rastro estuviere algo deshecho de la agua que llovió, ha de pensar y creer que es de aquella noche y que se puede levantar teniendo buen perro si la agua no durare mucho después de haver amanecido.
Assimismo se podría engañar el montero en un rastro fecho de otro día con blandura si después eló y lo apretó y después tornó a hazer blandura y niebla con la qual se tornó el rastro a ablandar y parece que se hizo aquella mañana. Y para averiguar y conocer esto el montero ha de ver aquel rastro en las sombrías porque allí no estará ablandado como en las solanas, y demás desto poner el perro en el rastro y ver si lo codicia o no y parar mientes en las ramas que rompió y en las yervas que mascó porque, como arriba dixe, si el rastro fuere dessa mañana el perro lo codiciará y las ramas estarán rezién quebradas y las yervas frescas, y si fuere de antedía el perro olerá el rastro friamente, y las ramas y yervas estarán mustias. Pero háse de advertir que quando no haze blandura sobre yelo más fresco parecerá el rastro en las sombrías que en las solanas, y por esta causa el montero que este tal rastro hallare no deve tocar el rastro hasta que vea bien en la solana si es desse día y se certifique por los otros señales que he dicho.
Item, si acaeciere tener un venado cierto del día antes, y la noche seguiente nevare hasta hora de prima, y después que se dexare de nevar saliere el venado a cenar y sobre el rastro que hiziere tornare a nevar y deshiziere o cubriere el rastro de tal manera que no se viere más de sóla la señal del agujero, en tal caso ha de tener por cierto el montero que aquel señal es dessa noche, pues se hizo sobre la primera nieve. Y para atinar y saber si el rastro va la mano drecha o a la ezquierda, pare mientes a la parte que las puntas de las ramas están entornadas en tierra y que están sacudidas de la nieve, que por allí lleva el rastro el venado, y por aquella ida vaya el montero. Y para saber, conocer y juzgar estas cosas el buen montero háse de levantar en semejantes tiempos una vez y dos en la noche para ver que tiempo haze.
CAPÍTULO VIII
De cómo se han de ordenar y repartir las buscas
TANBIÉN es menester que el montero sepa ordenar y repartir las buscas porque, como arriba dixe, para un monte y en un tiempo son menester más buscas y más perros en cada busca que para otro. Si el monte fuere de osso es menester que en cada busca vaya un montero con un buen perro de traílla maestro de levantar y otros diez perros, y por lo menos ocho, salvo en el tiempo que el osso sale de la ossera, que entonces se requiere que haya muchas buscas y no más de quatro perros en cada busca con un buen perro de levantar, y esto es porque no vaya grande estruendo. Pero en el verano quando haze calores no solamente es necessario que haya muchas buscas y que en cada una dellas haya muchos perros, pero que en cada busca vayan dos perros de traílla maestros de levantar, y que se suelte el uno y se guarde en la traílla el otro, para que si en la suelta del primero hoviere havido yerro se pueda emendar y cobrar luego con el otro porque se halle el osso y se acabe la montería por la mañana, antes que entre el calor del día, que con él no podrían durar los perros. Y si el monte fuere de puerco es menester que en cada busca vaya un montero con un buen perro de traílla maestro de levantar, y otros seis perros, y por lo menos quatro, pero si fuere en el tiempo que la puercas andan calientes, que es de sanct Miguel de septiembre fasta sanct Martín, treinta días antes o después según la tierras son más o menos calientes, no deven ir menos de seis perros en cada busca con un estremado perro de levantar, y si fuere en el verano, quando haze grandes calores, vayan dos destos perros maestros para el efecto y por la causa que dixe para el monte del osso. Y como quiera que las buscas son más ciertas en el verano que en el invierno todavía, assí para el monte del puerco como para el monte del osso, son menester más buscas en el verano porque, como dixe, la montería se pueda hazer y acabar por la mañana, antes que entre el calor del día. Y assimismo son menester más buscas para el monte que se hoviere de correr si fuere grande que si fuere pequeño.
Item, si el día que fueren al monte hiziere grande viento, es necessario que vayan más perros en cada busca de los que se han dicho, porque con el grande viento, ahunque el montero que hoviesse hallado el rastro o la caça pidiesse perros con la vozina o gritando, no le oirían los otros monteros ni le podrían renovar ni socorrer, y por esta causa es menester que en la primera suelta haya más perros que el día que no hiziere viento.
Item, si el monte que fueren a correr fuere de osso o puerco o ciervo que ya otras vezes ha sido corrido y anda espantado, es menester que se repartan más buscas, pero en cada busca vayan pocos perros, de manera que no passen de tres o quatro, y que el uno dellos sea maestro y bien cierto y diestro para levantar, y que los monteros y perros vayan muy callando, pero esto se entiende siendo bien tomado el monte para socorrer, que si mal tomado fuesse, sería necessario poner muchos canes en la busca porque los otros monteros no podrían oir tan bien a los pocos perros como a los muchos, y no oyéndolos no podrían renovar ni socorrer.
CAPÍTULO IX
De cómo se han de ordenar y poner los renuevos y las armadas y vozería
TODA la buena montería consiste en saber tomar muy bien el monte poniendo los renuevos y las armadas y vozería según la caça de que fuere el monte, y según el monte fuere grande o pequeño, y según el tiempo en que se corriere, porque si mal tomado fuere, con travajo y muchas vezes en vano se correrá. Los renuevos siempre se deven poner en aquella parte adonde se entendiere que la caça tiene más querencia y hoviere de acudir; y en el monte grande por la mayor parte es esto donde la caça se levanta y en los venaderos que es donde ella suele más continuar a estar; y en el verano adonde hoviere agua en el monte. Y no quieren ser puestos los renuevos muy espessos ni apretados porque se estrecharía el monte, y estrechándose se podría errar la caça o venado salvo quando fuere osso que estuviere en la ossera, que entonces es menester apretarlos y apretar la vozería para que, en levantándose el osso, sea muy presto cargado de perros. Quando el osso o puerco o ciervo hoviere sido corrido otras vezes y anduviere espantado, deven poner los renuevos en la delantera del monte, los más espessos y apretados que pudieren, y en los lugares y partes que según el monte más convienen, y especialmente adonde entendieren que la caça tuviere más querencia.
Las armadas una vez se ponen anchas y largas, y otras estrechas y cortas, según la disposición del monte, y según fuere la caça, y según el tiempo en que se hoviere de correr, teniendo siempre fin a que el monte sea mejor tomado para poder mejor socorrer. En cada parte de la armada ha de haver dos lebreles y dos hombres de cavallo o al menos uno. En la armada que se haze grande y ancha se han de poner dos lebreles junto al monte que se corriere y dos hombres de cavallo con ellos o al menos uno. Y en la armada pequeña y angosta se pongan dos lebreles junto al monte, en la parte adonde la caça tiene su querencia, y otros dos lebreles cerca del monte por donde entendieren que hoviere de salir teniéndoles puestos los rostros azia el monte, porque si los unos erraren de tomar la caça, que los otros la tomen, y con cada dos lebreles estén siempre dos hombres de cavallo o al menos uno. Pero en el verano, quando haze grandes calores, quieren ser las armadas más espessas y allegadas que en otro tiempo porque se acabe la montería de mañana, antes que llegue el calor, que con él no podrían durar los perros, y por esta causa es menester llevar en este tiempo más lebreles.
Acaece algunas vezes estar la postura del monte de tal manera que la parte por donde la caça hoviere de salir y donde la armada se hoviere de poner estará cuesta abaxo, y adonde la caça se hoviere de acoger será cuesta arriba o tierra llana. Lo que en tal caso se ha de hazer es poner los lebreles baxo, al pie del recuesto y quando la caça saliere y baxare por él, tener muy quedos y encubiertos los lebreles hasta que la caça haya baxado y passado, y en començando a subir el otro recuesto o en saliendo al llano, si lo hoviere, suelten los lebreles porque alcançen cuesta arriba o en el llano, porque si estuviessen los lebreles arriba y los soltassen cuesta abaxo, ahunque el trecho fuesse largo y alcançassen, no hay lebrel en el mundo que pudiesse tener la caça cuesta abaxo, y quando llegase a donde pudiesse alcançar iría tan cansado que no tendría fuerça para poder prender y tener. Y siempre se ha de guardar por regla en la montería que al osso se ha de soltar el lebrel por la delantera, y al puerco por detrás, y al ciervo por el lado, y al lobo al encuentro porque no tenga tiempo de alexarse.
CAPÍTULO X
Del ladrido o ladradura de los perros en el monte
NO es menos primor y habilidad del montero, que los que hasta aquí se han dicho, saber bien entender por el ladrido o ladradura de los perros quándo andan con osso, y quándo con puerco, y quándo con ciervo, y quándo con grande y pesado, y quándo con pequeño o ligero, y quándo van cerca dél y esperan alcançar o alcançan, y quándo van lexos, y quándo no podrán alcançar, y quándo toparon con vanda, y quándo hizieron buena suelta o mala. Todas estas cosas alcançará a entender y saber el montero que quisiere bien advertir en ello por la ladradura de los perros en esta manera.
Si el ladrido o ladradura de los perros fuere junta y apriessa, y las vozes grosseras y medrosas, es señal que llevan gran puerco o ciervo y que lo traen alcançado. Y si a vezes callaren y a vezes tornaren a ladrar, es señal que es osso y que lo traen alcançado, y aquel callar que hazen es de miedo que tienen del osso quando se repara y buelve a hazer rostro a los perros.
Si los ladridos del perro o de los perros fueren agudos y muy apressurados y se oyere que andan más tierra, es señal que andan con puerco o ciervo pequeño y liviano.
Si los ladridos de los perros fueren delgados y atrevidos y que la ladradura va junta, es señal que alcançaron puerco o ciervo pequeño.
Si el ladrido de los perros fuere derramado, apartado uno de otro, y cada uno por su cabo, y las vozes del perro o de los perros fueren agudas y apressuradas, es señal que toparon con vanda.
Si el ladrido o vozes del perro o de los perros fueren muy agudas y muy apressuradas y andan y rebuelven mucho por el monte, es señal que toparon con ciervo.
Quando el perro o los perros van ladrando en seguimiento de la caça, y al principio començaron las vozes vagarosas y de tarde en tarde, y después van acuciando en su ladrar y las van doblando y quanto más va, más las apressuran, es señal que podrán presto alcançar; y por el contrario, si al principio ladraren apriessa y después afloxaren y ladraren de tarde en tarde, es señal que no podrán alcançar.
Quando los perros acucian en su ladrar y quanto más va, más apressuran las vozes y van todos juntos por una parte, es señal que soltaron bien; y por el contrario, si la ladradura de los perros no va por una parte sino derramada en muchas y las vozes afloxan, es señal que soltaron mal.
E porque quando se corre monte en algún pinar o hayal o otra semejante arboleda que es muy alta, y tanbién cabe alguna montaña o peña resuenan las vozes y se redoblan y se podría mucho engañar el montero en el ladrido y vozes de los perros que, ahunque sean pocos, parecerán muchos y que llevan alcançada la caça y ella irá bien lexos dellos, es menester que esté bien advertido en tener conocimiento desto, y para conocerlo tenga atención y oído al resueno del ladrido y vozes de los perros, y quando oyere que va todo junto y no se divide entendienda entonces que aquellos llevan la caça alcançada y sígalos.
Hay algunos perros que estarán ladrando en algunos lugares espessos del monte en donde estuvo o por donde passó la caça, y acusan y ladran como si estuviesse allí, y esto acaece las más vezes quando es un perro solo, lo qual viene por una de tres cosas: La una es por ser el perro muy nuevo y haverlo soltado contra razón; la otra es por ser el perro muy viejo y pesado y de cansacio; la otra es por haver sido herido otras vezes y estar escarmentado y atemorizado de entrar en la espessura del monte. Lo que en este caso se ha de hazer ha de ser esto: Alléguese el montero adonde el tal perro estuviere ladrando, y si tuviere otro perro consigo déxelo con el otro que ladra y él cate la traviessa, y si hallare la ida de la caça dará en ella aquel perro que consigo llevaba y taña su vozina de rastro y de ladradura, y pida por canes, y si el perro que ladrava estuviere con caça ayudarle ha al otro que soltó, y si no estuviere con caça irá éste por la ida della y el otro se irá tras dél. Y si el montero no tuviere perro, alléguese al perro que ladra y háblele que si estuviere con caça luego se animará y esforçará y la hará mover, y si no estuviere con caça luego se vendrá para el montero y entenderá que anda errado.
CAPÍTULO XI
De cómo se ha de hazer la suelta de los perros y del error que puede haver en ella
EN el capítulo antes deste se ha dicho cómo se conocerá en la ladradura de los perros quándo se hizo buena suelta y quándo mala. Aquí diré la orden que se ha de guardar y en quántas maneras puede haver error en ella. Quando alguna de las buscas hallare el rastro cierto, como es quando halló la cama de la caça caliente porque ha poco que se levantó, o halló las arrancadas frescas o por otra causa semejante hoviere de soltar los perros, suelte desta manera: Suelte primero el mejor perro maestro que lleva, y después de aquél el otro mejor que queda, y después el otro, y assí los soltará todos de uno en uno, soltando siempre el mejor porque desta manera seguirán todos los perros al maestro que va delante y no lo enbaraçarán, que si juntos los soltassen no solamente lo enbaraçarían pero los unos a los otros se confundirían y estorvarían.
El error que puede haver en el suelta puede ser en muchas maneras. Y la primera es quando el venado sale a la cena y retoçando o espantándose de alguna cosa haze unas arrancadas grandes y muy señaladas, y el montero que las halla, pensando que son de aquella mañana y que el venado va huyendo delante dél suelta en la ida. La otra es quando el montero suelta en el rastro de la ida que el venado hizo quando se va a echar porque como quiera que si el perro fuere bueno y no topasse con otro venado de vista, iría por el rastro a ladrar a la cama, todavía es suelta antuviada y no buena. La otra es quando el montero suelta en la cama del venado haviendo passado grande rato que se levantó della, y para no recebir este engaño deven mirar si la cama está fría o caliente, porque si estuviere caliente es cierto señal que havrá poco que se levantó y podrán soltar los perros y será buena suelta. La otra es quando estando el venado en la cama suelta el montero su perro no dándole salida della diez o doze passadas para ver porqué parte y adónde lleva el rastro y querencia, lo que no se puede hazer ni saber antuviando el venado en la cama, porque tan presto puede tomar la ida a la una mano como a la otra.
CAPÍTULO XII
Del atajo y atraviessa y cerco que se da al monte
PORQUE al delante, quando hablemos en la orden y manera que se ha de tener en la caça del monte, muchas vezes diremos que se le dé atajo y cerco y se cate y visite la traviessa del venado, es razón que el montero sepa y entienda qué quiere dezir y cómo se ha de dar y para qué efecto se da, lo qual es desta manera: Quando el montero andando en la busca del osso o ciervo o puerco, o catando y visitando el monte hallare el rastro fresco, para certificarse si está allí la caça y que no ha passado adelante ni se ha salido dél, si el monte fuere grande deve luego poner allí, donde halló el rastro fresco un señal como es una rama de árbol rompida o otra cosa semejante, y por más adelante de do se sospechare que podría estar, atajar y atravessar el monte al drecho o enrededor por la parte que vieren que la caça podría haverse ido y salido, teniendo ojo y mirando muy bien si parece rastro alguno semejante al que halló, porque si lo hoviere está claro que la caça se ha salido e ido por allí, y si no lo hoviere que está en el tal monte, y en caso que se hoviere ido por allí y el monte fuere grande, que passe más adelante y dé otro atajo y atraviesse otra vez el monte para el mismo efecto; y si el monte donde se halló el rastro o donde vieron que entró el osso o puerco o ciervo fuere pequeño, hásele de dar cerco catándolo y visitándolo enrededor para ver si se hallará rastro de su salida, porque si no se hallare pueden ser ciertos que está allí la tal caça, y si se hallare la salida que será ida, y en caso que vieren que es salida e ida a otro monte, vayan por la misma ida y rastro hasta el otro monte, y en donde hallaren la entrada pongan una señal como se ha dicho, y denle atajo y traviessa o cerco según fuere grande o pequeño el monte. Catar y ver la traviessa no es otra cosa sino ver el montero, quando da el atajo o cerco al monte, si el osso o ciervo o puerco atravessó y passó por allí.
CAPÍTULO XIII
De las reglas y orden que se han de guardar en la caça de la montería
ANTES que vamos a la caça del monte es justo que escrivamos la orden y reglas que en ella se han de guardar, porque no haya necessidad de repetirlas en cada capítulo y escusemos prolixidad.
Regla es desta caça, o al menos assí la he yo hallado escrita, que quando el cavallero hoviere de ir a correr monte que por su mandado fue catado o visitado primero por alguno de sus monteros, que el montero que lo cató o visitó es tenido de despertar con su vozina la mañana que fueren al monte al cavallero y a los otros monteros que hovieren de ir a él, y si el monte fuere de ventura y que no hoviere sido catado, el cavallero es tenido de despertar con su vozina a los monteros.
Item, deve el cavallero que fuere a correr el monte mandar llevar toda la provisión que fuere necessaria para aquel día para sí y para los monteros que con él fueren. Lo uno porque andarán mejor y más esforçados y con más voluntad en la caça, y lo otro porque no sabe a qué hora bolverá, o si por ventura havrá de quedar en el monte aquella noche.
Y si fuere en el verano, quando haze grandes calores, y el monte fuere en tierra seca donde no hoviere agua, deve mandar llevarla en una azémila para los perros, porque con el calor y sin agua luego afloxan y no pueden caçar, y ahun algunos se vienen a ahogar y perder.
Todo montero, ahora sea de pie ahora de cavallo, deve llevar al monte buena arma y vozina, y traílla, y hilo y aguja para coser la herida a su perro si fuere herido, y aparejo para encender huego, y un pan para algún perro o para él si fuere menester. Y el montero de cavallo vaya siempre bien encavalgado.
Ningún montero deve llevar al monte perra que esté muy preñada, ni perra que esté salida o parada, porque la preñada no puede caçar y si caça va en ventura de parir, o con el travajo mal parir y perder los hijos, y la parada es causa de que los perros no cacen porque todo el día se los lleva tras de sí.
Todo montero deve seguir muy bien los perros que viere y entendiere que llevan el rastro cierto, y no cansarse y travajar quanto pudiere de tomar la delantera a la caça a la que va con pocos perros y no la llevan alcançada, especialmente siendo el monte más grande que pequeño; y quando hoviere tomado la delantera siempre travaje de ponerse entre la caça y la parte del monte adonde creyere que tiene la mayor querencia, por donde la caça se podría más presto perder; y si tuviere consigo lebreles y viere que va a atravessar la armada y que la armada es ancha, no deve hablar ni vozear a la caça, sino dexarla passar para matarla allí, pero si la armada fuere estrecha deve hablarle y vozearle y hazerla volver a poder de los monteros y de los perros que vienen en pos della, y tocar la vozina de tornado es, y no se acodicie pensando que la podrá herir porque se le podría passar y perderla.
Ningún montero de cavallo deve entrar ni meterse entre los perros y la caça porque el rastro del cavallo haze mucho errar y desatinar a los perros el rastro de la caça quando no lo llevan alcançada. Ni tanpoco deven hablar jamás los monteros, assí de pie como de cavallo, entre la caça y las armadas.
Qualquier montero que hoviere muerto la caça deve tocar su vozina de ocisa o de muerto es, que todo es uno; y si no tuviere vozina que de palabra y a vozes lo diga declarando el lugar donde lo mató, pero no toque de acogida fasta que recoja al cavallero que corre el monte; y después que hoviere tocado de ocisa que pregunte con la vozina o de palabra si anda otra caça en el monte.
CAPÍTULO XIV
De los tiempos que son buenos para buscar y de los que son para correr
UN tiempo es bueno para buscar que no es bueno para correr, y otro tiempo es bueno para correr que no lo es para buscar, y otro es bueno para buscar y para correr. Quando el día de antes llovió o nevó y la noche seguiente dexó de llover y nevar y hizo viento y siguió el día que catan y buscan el monte con tal que el viento no sea grande, este tal día es bueno para buscar y no para correr porque para correr es malo el viento y para hallar es buena la lluvia de ante día porque deshaze los rastros viejos y se imprimen y señalan muy bien los frescos en la tierra como está blanda, y aquel viento sacude y quita la lluvia y nieve de las ramas que es cosa que suele mucho impedir y estorvar a los monteros en la busca, lo que no haze el viento no haviendo de soltar con tal que quando entendieren que están cerca de la cama, donde estuviere la caça, que vayan el viento arriba y no el viento abaxo, porque los sintiría y se levantaría. Item, es buen día para buscar y malo para correr quando haze niebla con tal que no sea muy cerrada y que los monteros que buscan sepan bien el monte que buscan, porque no les estorvará para buscar y sería muy grande inconveniente para correr. Como quiera que si la niebla no fuesse muy cerrada y el monte fuesse pequeño y los monteros supiessen muy bien el monte, podríase correr sin enbargo de la niebla.
El tiempo que es bueno para correr y no para buscar es quando el día de antes llovió o nevó y la noche siguiente cessó, y en la mañana ni en todo aquel día no haze viento, y ahunque haga niebla o rocío con tal que la niebla sea alta y se pueda ver de lexos, se puede correr, porque el buen montero, ahunque haya caído rocío sobre el rastro de la noche passada, bien conocerá si es o no es de aquella noche, y siendo como son muchas las buscas el día que se va a correr el monte en el qual havrá cinqüenta o sessenta y ahun a vezes cient monteros, en ninguna manera pueden errar ni dexar de levantar la caça, y después de levantada, ahunque los perros hiziessen algún yerro, siempre se puede cobrar por el rastro estando como estará la tierra blanda y se le podrán dar otros perros de nuevo. Y este tal día no será bueno para solamente buscar y no correr, porque para solamente buscar y no correr no van más de cinco o seis monteros, y a lo más ocho, y ahunque no se engañassen en conocer la ida si era fresca dessa mañana o no, engañaríanse con aquel rocío en el atajo y dar cerco al monte para certificarse si está o no está en él la caça. Y assimismo es buen tiempo para correr y no para buscar quando la tierra está seca, es a saber, en el verano por los grandes calores, y en el invierno por las grandes eladas, porque, como arriba se ha dicho, los que van solamente a buscar y no correr no son sino cinco o seis o a lo más ocho monteros. Y en estos tiempos como el rastro es difícil de conocer, es muy fácil de errar la caça por bien que el perro ayude al montero, y assí no puede dar fiuzia cierta de la caça al cavallero que ha de ir a correrla, y quando van a correr el monte, como van cinqüenta o sessenta y ahun cient monteros, es forçado que los unos o los otros hallen y levanten la caça.
El tiempo que es muy bueno para buscar y correr el monte es quando el día de antes llovió o nevó y aquella noche hizo grande viento, con que la agua o la nieve se sacudió de las ramas y árboles, y al otro día que haga claro y sin viento alguno porque con la agua o nieve se deshazen los rastros viejos y se señalan e imprimen los nuevos y frescos sobre la tierra que está entonces blanda, y assí, en este tal día, no hay escusa ninguna para que el montero ni los perros dexen de hazer su dever.
CAPÍTULO XV
De cómo se ha de catar o visitar el monte antes que vayan a correrlo
EL cavallero que hoviere de ir a correr el monte y quisiere ir seguro de hallar la caça, deve enbiarlo a catar y buscar un día o dos antes que él vaya. Y si el monte fuere grande deve enbiar quatro monteros, y cada montero lleve su perro, y los dos tomen y lleven la una ladera del monte y los otros dos la otra; y los unos vayan luego a catar y buscar las cenas frescas del venado, y los otros las viejas do suele cenar, porque los venados acostumbran cenar un día en un lugar y otro día en otro, y para no lo errar deven buscarlo en la una parte y en la otra, y por venado entiendo yo, como arriba lo dixe, el osso y el puerco y el ciervo.
Y en el verano vayan a buscar las aguas que hoviere en el monte, que en aquel tiempo allí es la más cierta busca de todas porque acuden mucho a buscar la agua. De los dos monteros que hallaren el rastro quede el uno en él y el otro dé atajo y cerco enrededor al monte y cate la traviessa, y si no hallare la salida tenga por cierto que está dentro el venado, y si lo hallare llame al otro montero y entre los dos cotejen y miren bien el rastro, si es el mismo que hallaron o si por ventura es menor porque ya podría ser que hoviesse dos venados y que el pequeño hoviesse salido y el mayor se hoviesse quedado, y si vieren que la salida es del mayor sigan el rastro hasta el monte adonde llegó, y en el lugar a do hallaren la entrada pongan una señal y den atajo y cerco al monte, y cátenle la traviessa para vez si quedó allí o si passó adelante, y si no hallaren salida sean ciertos que quedó allí el venado, y en tal caso deven aguardar allí hasta que se corra el monte y dar aviso dello al cavallero que lo ha de correr. Si fuere cada uno de los monteros por su cabo, el que hallare el rastro de algún buen venado no llame ni dé aviso al otro de palabra porque podría espantar el venado, especialmente si hoviesse sido corrido otra vez, pero toque con el pito de rastro según fuere el venado, y el otro montero que lo oyere dé luego atajo y cate la traviessa, y si no hallare salida pregunte con el pito y entenderá que tiene cierto el venado, y si hallare la salida toque de rastro y vaya luego el otro para él, y si entrambos vieren que aquel rastro es de buen venado, irán los dos por su ida fasta que lo concierten en el otro monte por la orden que se ha dicho, y después de concertado darán aviso al cavallero que lo ha de correr, y ellos aguarden allí hasta que se corra, catando y visitando cada día la entrada y la salida para que lo tengan cierto para quando el cavallero llegare. Y si fuere monte que no lo hoviere corrido otra vez, tomen aquellos monteros que lo tienen concertado dos hombres de la tierra y llévenlos consigo, y tomen relación dellos del monte y de los lugares y passos dél para que conforme a su relación y a la dispusición del monte se puedan ordenar y poner las armadas y vozería y los renuevos.
Si el monte fuere pequeño deve el cavallero enbiar dos monteros solos, los quales lo catarán y buscarán y concertarán por la misma orden que se ha dado a los quatro monteros para el monte grande, catándolo más atentadamente y sin bullicio porque el monte pequeño es más ligero de espantar y ahuyentar el venado que no en el grande, porque si topan con él o lo espantan no se repara ni assossiega en el monte pequeño como en el grande.
CAPÍTULO XVI
De cómo se ha de correr el monte a fuerça
TENIENDO ya el monte concertado, deve el cavallero que lo ha de correr mandar la noche de antes que madruguen mucho los dos de aquellos monteros que buscaron y concertaron el monte, y que vayan un poco antes que el cavallero y los otros monteros porque lo sabrán mejor buscar, y si hallaren el rastro de la caça aguarden hasta que sepan que el cavallero y los otros monteros están en el monte, y entonces vaya el uno dellos a él y hágaselo saber. Y lo primero que el cavallero proveerá, será que el monte se tome muy bien, ordenando y poniendo las armadas y vozería y los renuevos de perros y monteros en las partes y lugares de donde mejor se pueda socorrer conforme a la dispusición del monte, y según adonde viere que la caça tiene su querencia y hoviere de acudir. Y allende desto deve poner en los más altos lugares o árboles del monte hombres monteros que señalen y avisen siempre en qué parte está la caça o adónde va, a los quales, y tanbién a los monteros de los renuevos, advertirá que antes que den vozes y hagan señas toquen la vozina de corredura si vieren la caça correr, o de ladradura si vieren ladrarla porque los monteros que lo oyeren pararán y entenderán las vozes y señas que les dieren y hizieren. Después de proveídas y ordenadas todas estas cosas, como dicho es, proveherá y mandará que por la ida de la caça vayan dos buscas, cada una por su parte, y que con cada busca vaya un montero, y si el monte fuere de osso lleve cada uno dellos un perro maestro de levantar, de los mejores que tuvieren, y otros diez perros, o a lo menos ocho; y si fuere de puerco lleve cada uno dellos un perro maestro de levantar, de los mejores, y otros seis o al menos quatro perros y cada montero destos vaya por su parte tañendo de rastro con el pito de rato en rato porque lleve tras de sí todos sus perros fasta que levanten la caça de la cama, o fasta que hallen las arrancadas della tan frescas que conociessen que va delante dellos, y entonces puede soltar sus perros, pero quando los soltare, hálos de soltar por la orden que escreví y mostré en el onzeno capítulo y no de otra manera. Pero si el monte fuesse muy espesso en la parte donde el montero creyere que está la caça echada en la cama, y que en ninguna manera puede andarlo y entendiesse que la caça yaze cerca, suelte aquel perro maestro para que la vaya a ladrar, y desque viere y conociere que la ladra en cierto, suelte otros dos perros de los mejores que quedaron, y desque oyere que la ladran los tres, suelte uno a uno todos los otros que tiene, y desque oyere que todos los perros de su busca, o los más dellos, están con la caça, toque entonces su vozina de ladradura y hable y dé vozes a los perros para que lo oyan y acudan allí los otros monteros, y en ninguna manera se aquexe el montero de tocar la vozina ni hablar ni dar vozes hasta que entienda y conozca que todos los perros de su busca están con la caça, porque se podría mover y perder antes de ser cargada de perros.
Si por ventura no hallassen luego el rastro de la noche passada y hallassen el de el día de antes no dexen de ir por él, pero no toquen de rastro porque siguiendo aquella ida podrán topar con la ida de la noche passada, y quando la hallaren tañan de rastro, si ya el cavallero que corre el monte fuere llegado y hoviere puesto las armadas y vozerías y renuevos, y según fuere la caça grande o pequeña o mediana, o osso o puerco o ciervo, assí harán la diferencia en el tocar de la vozina, conforme a lo que dixe y mostré en el capítulo sexto, y desta manera se hará muy bien, especialmente en tiempo de nieve porque después que la caça fuere levantada y lo oyeren los monteros de las otras buscas, podrán soltarle los perros que llevan y cargarla de presto, y ahunque la cena de la caça fuesse muy luenga y la errassen los monteros que van en el rastro, no podrá dexar de topar en la traviessa del rastro alguna de las otras buscas y la levantarán, o si fuere levantada topará con ellas estando puestas como se ha dicho, y podrán renovar de sus perros, o si levantare aquella busca que lleva el rastro podrá una de las otras renovar.
Y si todavía aquellos dos monteros que fueron delante tardassen a hallar el rastro desse día, no por esso deve dexar el cavallero que corre el monte de ordenar y poner sus armadas y vozería y los renuevos y atalayas y enbiar las buscas por la orden que se ha dicho, pues está cierto que el día de antes estuvo allí la caça, y encargará a cada una de las buscas que si la hallaren que suelten por la orden y forma que arriba dixe, y que ninguna dellas dexe su busca ahunque en otra toquen de rastro, sino que siempre siga la suya, sino que entendiessen que la otra busca soltó a buena caça o que el cavallero que corre el monte tocasse de rastro, y que acabada la busca si no hallaren la caça que toquen de pregunta.
Los que renuevan nunca deven soltar a la caça de rastro ni de traviessa y mucho menos de vista, porque soltando de vista podría el perro cometer muchos yerros, pero después que la caça hoviere passado dellos o se hoviere tornado atrás, vayan y suelten en la ida los perros que llevan porque si parare lleguen a ella y la hagan mover, y si moviere reconozcan la ida y pongan en ella los perros, y renovando desta manera sabrán siempre a qué renuevan sus perros: y uno de los mejores renuevos que se puede dar en el monte grande es donde la caça se levantare porque siempre tiene allí la mayor querencia, y lo mismo es en los venaderos.
Si acaeciere que un montero o dos fallassen rastro de buena caça grande y tuviessen un perro sólo que sea maestro y bueno de busca, no lo deven soltar sino tañer de rastro y esperar socorro de perros, y la misma regla deven guardar quando acaeciere ser cinco o seis monteros con sus perros si fueren nuevos, ahunque entre ellos haya alguno que piensen que levantará la caça, porque si los que tienen un solo perro, ahunque sea muy bueno y diestro, lo soltassen a la caça que es grande podríalo matar y perdersehía la caça, y sería maravilla que esse día se tornasse a cobrar, y esperando otros dos o tres perros que le ayuden, ahunque alguno dellos muriesse, siempre quedarían los otros con la caça; y assimismo si los monteros que dixe soltassen aquellos perros nuevos que tienen, andarían en aquel rastro y dañarlohían, y ahunque después pidiessen otro perro bueno no aprovecharía por estar dañado el rastro, o no sería ya tiempo de poder levantar la caça y perdersehía el día; y para escusar esto deven siempre los monteros guardarse de hazer mala suelta y arrebatada.
Acaece algunas vezes que irán los más de los perros con alguna caça pequeña o irán errados sin caça alguna, y quedarán los menos perros con la caça grande, y el cavallero que corre el monte y los otros monteros iranse tras de aquellos perros pensando que llevan buena caça. Quando esto acaeciere y algún montero lo viere, deve preguntar con la vozina porque esté quedo el cavallero o el montero que lo oyere, y si viere que la caça queda a las espaldas o se torna atrás toque de rastro de buena caça y de tornado es, y si viere que anda a par dél hágale señal y avísele que esté quedo, y si viere que va adelante toque de corredura y de curar de andar, y si no tuviere vozina dígaselo de palabra a vozes, y si hiziere viento y no se pudieren oir pongan una señal a la parte que la caça anduviere; y entre todas las cosas que más deven parar mientes los monteros de pie que andan dentro en el monte, y los que estuvieren en los altos por atalayas, es tener siempre ojo a los perros que andan más en cierto, y a los que andan con mejor y mayor caça quando anduvieren con dos para dar aviso dello al cavallero que corriere el monte y a los otros monteros tocando la vozina o a vozes o poniendo algún señal quando hiziere viento.
Qualquier montero que levantare la caça deve tañer luego de rastro declarando, por las diferencias de tocar la vozina que mostré en el sexto capítulo, si es osso o puerco o ciervo, y si es grande o mediano o pequeño pues sabe qué tal es, porque el cavallero que corre el monte sea avisado de la caça que se levantó y provea en dar los perros que fueren menester, y los otros monteros que lo oyeren se acucien más para soltar perros.
Acaece tanbién algunas vezes que sueltan los monteros de una busca y van a renovar a otra. Lo que en tal caso han de hazer los desta otra busca es que antes de renovar ni soltar sus perros vayan a ver el rastro que llevan, y si vieren que es buena caça o razonable, renueven y den los perros por la orden que arriba he dicho. Pero si algún perro muy bueno de buscar tuvieren no lo suelten mas ténganlo guardado en su traílla porque allende que no se deve renovar con perro que ha levantado muchas caças y está diestro en saber levantar, si alguna buena caça se descubriere en el monte podránse socorrer dél, pero si la caça a que han de renovar fuere muy buena, y los perros de la primera suelta fueren pocos, suelten aquel perro maestro si no estuviere tan cansado que conozcan que no podrá alcançar soltándolo primero que a ninguno de los otros, y si estuviesse muy cansado guárdenlo para encarnarlo de traílla.
CAPÍTULO XVII
De cómo se ha de correr el monte el día que hiziere grande viento
MUCHO deve escusar el montero de no ir a correr el monte en día que hiziere grande viento porque no se pueden oir la ladradura de los perros ni la vozina ni la vozes de los unos a los otros, que es muy grande inconviniente. Pero acaece muchas vezes ir a correr el monte sin ningún viento y levantarse después que están en él, y para en este caso diré lo que se ha de hazer. Pongan en cada busca muchos más perros de los que se acostumbran poner quando no hay viento, porque como los monteros no podrían oir el ladrido y vozes de los perros no podrían renovar de otros y sería forçado que la caça anduviesse descargada de perros si en la primera suelta no se le diessen muchos. Item, luego que los monteros hallaren el rastro de alguna buena caça deve bolver el uno dellos a avisar dello al cavallero que corre el monte y el otro o los otros aguardar en el rastro hasta que hayan su mandado, porque si soltassen antes de hazer esta diligencia tardaría mucho el cavallero en hallarlos y alcançarlos. Y si por ventura hoviessen levantado la caça pongan un señal en una lança en el más alto lugar del monte para que el cavallero la vea y entienda que la han levantado, porque ahunque tocassen la vozina ni le diessen vozes no lo podría oir. O háganle ahumadas por la orden que escreví al fin del seiseno capítulo.
CAPÍTULO XVIII
De lo que deven hazer los monteros quando hallaren la salida de la caça de[l] monte que van a correr
MUCHAS vezes acaecerá tener acechada la caça el día de antes y el día siguiente, quando la van a correr, hallarle la salida por donde se fue. Lo que entonces se deve hazer es esto: El montero que hallare la salida toque de rastro porque lo oya el cavallero que corre el monte, y si estuviere muy lexos enbíele uno de los que allí llegaren y hágaselo saber y esté quedo allí, tocando de rastro, y después que el cavallero y los otros monteros fueren llegados corran el monte por esta orden: Escojan seis monteros con los seis mejores perros que tuvieren, y los dos monteros con los perros más aventajados y diestros vayan por la salida poniendo en ella el perro más maestro, y tañan de rastro de quando en quando porque los oya el cavallero, y los otros dos monteros vayan a la mano drecha del rastro que llevan los que van en la ida y los otros dos vayan a la mano ezquierda, y los unos y los otros destos seis monteros vayan avisados y apercibidos que en hallando la caça vozeen: «¡Acá va la caça!» El cavallero irá con todos los otros perros y monteros y con todos los lebreles a las espaldas de aquellos que llevan el rastro en la ida, y no muy cerca porque no los embarace, ni muy lexos porque si le vozearen o avisaren que tienen cerca la caça y fuere tiempo para poderse correr el monte, pueda de presto poner las armadas y vozería y renuevos y correrlo por la orden que arriba se ha mostrado. Pero si fuesse ya tarde para correr el monte deve el cavallero recoger todos sus monteros con todos sus perros e irse con ellos a la casa o lugar que más cerca de aquel monte estuviere procurando, si fuere en verano, que haya agua en donde se aposentaren para refrescar los perros, y proveyendo y guardando de que no se haga ruido en el monte para que a otro día de mañana, a la alva, lo puedan correr por la manera que se mostró en el capítulo antes deste, que mejor montería es dexarlo de correr siendo muy tarde que no soltar los perros y sobrevenir la noche y perderse la caça, con tanto que la caça sea grande o mediana y no pequeña.
CAPÍTULO XIX
De cómo se ha de correr el monte en que hay muchas caças
SABIENDO de cierto que hay más de una caça en el monte que se corre, ahunque salga la una por una de las armadas que están puestas, no deven dexar sus puestos las otras, sino que aquella sola con la gente y perros que hoviere en ella la sigan fasta matarla, y todas las otras armadas estén quedas en sus puestos fasta que sean avisados que no hay otra caça en el monte, o que el cavallero toque de acogida. Pero si los de aquella armada por do la caça salió viessen que es muy buena caça y pidieren socorro de perros, deven socorrerlos los de la otra armada que más cerca estuviere, y el cavallero que se halló en la armada por do la caça salió deve seguirla, y si viere que los perros la fueren alcançando vaya a par dellos y allegue a la caça lo más que pudiere para matarla, y si viere que los perros no la fueren alcançando dexe passar e ir delante de sí todos los perros porque no los estorve, y él vaya detrás hablándoles y acuciándolos para que alcancen, y si fuere hombre que supiere la tierra travaje quanto pudiere por tomar la delantera a la caça para hazerla tornar a poder de los monteros. Y assimismo, si al tiempo que, como dixe, la caça saliere por alguna de las armadas alguna de las buscas llevare rastro de buena caça tanpoco lo deve dexar sino seguirlo por la ida adelante. Y si los que fueren delante a catar el monte no soltaren y hovieren soltado los de otra busca, vayan aquellos a reconocer el rastro de la caça a que los otros soltaron, y si vieren que el rastro es de la mejor caça, vayan a renovarles con sus perros ahora ande en el monte ahora sea salida dél. Pero si el rastro fuere de ruin caça tornen al monte y busquen la ida de caça que sea buena, y si la hallaren toquen de rastro de buena caça, y den vozes que les socorran con más perros salvo si fuesse muy tarde quando la hallassen, que en tal caso la deven dexar para correrla otro día de mañana, como en el capítulo antes deste se dixo.
CAPÍTULO XX
De lo que los monteros han de hazer quando los perros dexaren la caça a la tarde
ACAECE algunas vezes que los perros de una busca levantan la caça y sale fuera del monte que se corre sin dar en las armadas y síguenla hasta otro monte, y siendo ya tarde, cerca de la noche, la dexan y se buelven. Lo que los monteros deven hazer es esto: Recojan todos sus perros y pónganlos en sus traíllas, y si tuvieren algún perro descansado lleven con él aquel rastro, y si no lo tuvieren vayan ellos mismos por él fasta que sea bien noche, y en el lugar donde dexaren el rastro pongan una señal; y si hoviere algún poblado cerca del monte váyanse a dormir allí aquella noche, y si fuere en verano siempre se alojen donde hoviere agua para refrescar los perros, y denles muy buen recaudo para que al otro día puedan travajar, y enbíen un hombre los monteros al cavallero que corre el monte para que le diga lo que passa. Y madruguen ellos al otro día para que a la alva estén en el monte en el rastro que dexaron señalado, y póngase en él el mejor montero con el mejor perro que hoviere, y vaya delante de los otros muy gran rato, y llegue hasta do entendiere que ya está cerca de la caça, y entonces apártese de allí, y toque de rastro y aguarden allí al cavallero y a los otros monteros de ante día, y no suelten hasta que el cavallero llegue; y si llegaren pongan todos los más perros que pudieren, pero si tardassen y no acudiessen otros perros sino aquellos con que se recogieron la noche de antes y no estuviessen despeados, suéltenlos y síganlos, y enbíen luego un hombre al cavallero a pedir perros y hazerle saber lo que passa, y en el entretanto no dexen de porfiar y travajar, que si hizieren lo que buenos monteros deven hazer no dexarán de matar la caça.
CAPÍTULO XXI
De lo que han de hazer los monteros quando los tomare la noche con la caça y los perros no la dexaren
TOMANDO la noche a los monteros con la caça y no la dexando de ladrar los perros, deven ajuntarse los más monteros que pudieren, y toda aquella noche hazer hogueras enrededor del lugar donde los perros ladran, y especialmente a la parte que entendieren que la caça tiene la mayor querencia y hoviere de acudir, y allí sea el estruendo y vozería, y quando vieren que los perros están con la caça y la ladran bien, no les den grande acucia de vozes ni de vozinas, ni tanpoco se les alleguen mucho, ni les hablen muy de cerca porque hay algunos perros que desque oyen hablar al hombre de noche cerca dellos se van para él y dexan la caça; y si algunos perros se vinieren a los monteros átenlos y denles de comer y de bever y curen bien dellos. Pero si vieren que los perros afloxan y enflaquecen en el ladrar la caça, pongan más perros con tanto que siempre guarden algunos dellos, de los más holgados, para el otro día, y señaladamente deven guardar dos perros que sean muy buenos de levantar o al menos uno, y en amaneciendo suéltenlos todos que, como la caça está cansada del día de antes y está desvelada de la noche passada, por pocos que sean los perros, y ahunque no estén muy descansados, no podrá dexar la caça de morir si los monteros hizieren su dever y algún tiempo fuerte no se les estorvare.
CAPÍTULO XXII
De lo que los monteros deven hazer quando los perros dexaren la caça a la medianoche o dende arriba
SI acaeciere estar los perros ladrando la caça hasta la media noche o alguna parte della y después la dexaren y no tuvieren los monteros otros perros con que renovar, recojan aquellos perros y denles aquella noche muy buen recaudo, y ellos tomen el mejor tiento que pudieren del lugar donde los perros dexaron, y a otro día de mañana recojan todos los más perros que pudieren haver, y pongan allí el mejor perro que tuvieren de hallar, y los dos mejores monteros que allí hoviere vayan siempre por la ida, y los otros vayan adelante y den atajo para ver si hallarán el rastro, y si lo hallaren toquen de rastro a los otros que llevan la ida, que si buena caça grande es no estará muy lexos, y ahunque la hallassen lexos si se levantare no puede correr mucho por estar cansada del día de antes, y si algún tiempo malo no lo estorvasse no podrá dexar de morir. Pero para semejantes casos como éste deven siempre los monteros guardar algunos perros que estén descansados para que a la mañana los puedan poner en la caça, y haya entre ellos un buen perro estremado para hallar, y aquél vaya adelante por la ida y los otros dos cerca dél para que lo guarden.
CAPÍTULO XXIII
De cómo se ha de correr la caça que hoviere sido corrida y anduviere espantada
LA principal cosa que se requiere para correr la caça que anduviere espantada por haver sido corrida otras vezes es proveer que el monte esté muy bien tomado poniendo los renuevos en la delantera del monte, los más espessos y apretados que pudieren, y especialmente en los lugares y partes adonde entendieren que la caça tuviere más querencia y creyeren que ha de acudir, para que desque la llevaren dos o tres perros alcançada, renueven y la carguen de otros lo más presto que ser pudiere; y poniendo tanbién las armadas y vozería en las partes que según la dispusición del monte más vieren que conviene. Después desto deven poner más buscas que para otra caça, pero en esto han de advertir que si el monte fuere bien tomado, que en cada busca destas haya menos perros que pondrían para otra caça de manera que no vayan en ella más de tres o quatro, y que el uno dellos sea bien cierto para levantar, y que los monteros y los perros vayan muy callando llevando los perros atados en sus traíllas y amenazando y castigándolos, que no ladren, porque la caça no los oya, que si los oyesse luego se aventaría y se podría perder. Pero si el monte fuesse mal tomado por falta de armadas y renuevos y vozerías, es necessario que vayan muchos perros en cada busca porque después que fueren sueltos los oyan mejor los monteros y los sigan, pues no tienen con qué renovar, y que assimismo pongan dos monteros por atalayas en los altos del monte para que señalen y digan a la parte que fuere la caça. Puestos, pues, los renuevos y armadas, vozería y atalayas en sus lugares, y repartidas las buscas como está dicho, qualquier dellas que hallare el rastro de aquella mañana toque de rastro con el pito porque la caça no lo oya ni se alborote, y enbíen uno de los monteros para que apartado de allí toque de rastro con la vozina porque lo oyan los otros monteros de las otras buscas, y éstos que hallaron el rastro vayan por él muy callando y sin hazer algún ruido porque sus perros puedan tomar la caça en la cama y alcançarla luego, y en alcançándola travajen quanto pudieren de cargarla luego de perros.
Y si por ventura la caça no estuviesse en aquel monte que assí tuvieren tomado, y hallassen el rastro dessa mañana fuera de la vozería, esperen allí y recojan todos los más perros que pudieren, y enbíen un montero con vozina para que apartado de la ida de la caça taña de rastro azia la parte donde estuviere el cavallero que corre el monte porque lo oya y venga allí; y después de llegado pongan en el rastro diez o doze perros, los dos de los quales sean los mejores y más maestros de levantar que tuvieren, o al menos el uno, y todos los otros enbiarán en renuevos a tomar el monte adelante, azia la parte que entendieren que la caça tiene la mayor querencia.
CAPÍTULO XXIV
De cómo se ha de catar o visitar el monte de osso quando estuviere en la ossera
QUANDO se supiere o creyere que el osso está en la cueva o ossera háse de catar o visitar el monte desta manera: Miren bien enrededor de aquella parte del monte donde se cree o sospecha que pueda estar el osso si havrá estiércol dél, porque si lo hallaren y el monte fuere espesso y aparejado para encobarse el osso, ahunque el estiércol sea viejo es cierto señal que está allí, y hallando en tal lugar como este el estiércol, ahora sea viejo ahora nuevo, deven darle atajo enrededor por encima de donde se sospechare que puede estar, y si no le hallaren la salida tengan por cierto que está allí; y si la hallaren vayan tras dél hasta que vean que se va a meter en alguna de las otras osseras, y después que entrare en aquel monte denle otra vez atajo enrededor del lugar adonde se va a meter, y si no le hallaren salida tengan por cierto que está allí. Miren tanbién si hallarán árboles descortezados y ramas derribadas y quebradas y yervas de las que los ossos apañan para meter en las osseras, porque tanbién es cierto señal de que el osso está allí. Pero guarden los que assí fueren a catar y visitar este tal monte que hurten siempre el viento de donde sospecharen que el osso puede estar de manera que el viento de los monteros no vaya al osso, sino el del osso a ellos.
CAPÍTULO XXV
De cómo se ha de correr el monte del osso que estuviere en la ossera
ENBÍEN quinze perros, o al menos doze, a donde se tiene entendido que está el osso, y otros ocho perros a cada una de las osseras que hoviere por allí enrededor o a donde sospecharen que se podrían mudar. Pongan las armadas y vozería y los renuevos algo más apretados que en los otros tiempos porque assí como en otro tiempo es bueno de ensanchar el monte porque no se yerre la caça, assí en éste conviene apretarle en los renuevos y vozería para que en siendo levantado el osso sea muy presto cargado de perros, y tanbién porque en este tiempo es más cierta la busca que en otro. Estén avisados y apercebidos los monteros de cada una de las buscas que en el lugar donde venture algún perro busquen muy bien, y si fuere lugar que no pudieren entrar en él y el perro fuere cierto y lo codiciare, suéltenlo y avisen a los otros monteros que paren mientes con qué va aquel perro, pero que no toquen hasta que halle el rastro; y el cavallero que fuere a correr el monte tenga consigo diez o doze perros para que socorra con ellos a la parte que más viere que conviene; y haziéndolo desta manera havrá siempre buen monte en este tal tiempo.
CAPÍTULO XXVI
De cómo se ha de correr el osso quando salió de la ossera
EL mayor travajo que hay en el monte de qualquier caça que sea, es saberla bien levantar, y en un tiempo es peor de hazer esto que en otro. El osso es malo de levantar quando sale de la cueva o ossera que, como dixe, es a la primavera, y la causa es porque, como ha estado encerrado en ella tantos días y sale desseoso de andar, haze las cenas muy luengas y las idas de las unas azia una parte y las de las otras a otra, y ahunque la cena entonces es fácil de hallar, el osso es difícil de levantar, y lo que se deve hazer es esto: Pongan las armadas y vozería y renuevos según fuere la dispusición del monte y por la orden que muchas vezes se ha dicho, y aperciban a los monteros de los renuevos que en oyendo que los otros han soltado en cierto socorran allí luego con sus perros. Partan muchas buscas en la parte del monte donde se sabe que anda el osso porque yendo muchas de necessidad ha de acertar alguna dellas en la ida más fresca de aquella mañana, y en cada busca no haya más de quatro perros porque no vaya grande estruendo, pero con cada una dellas vaya un perro muy bueno de levantar, y paren mientes siempre los de las buscas si en aquel monte hoviere berros o cañaherra o fuentes o arroyos donde hoviere yerva verde, porque esto es lo que más los ossos apetecen en aquel tiempo y adonde ellos más acuden. El cavallero que corre el monte tenga siempre consigo dos perros muy estremados de levantar y otros diez, o al menos ocho, para que si alguna de las buscas levantare, pueda luego socorrer y renovar con ellos, o si alguno le tañere de rastro y por ser, como dixe, las cenas luengas no tuviere perro que quiera o sepa levantar el osso, socorra él luego y lo levante con aquellos dos buenos perros; o si por ventura tocassen de rastro en dos partes pueda él ir con el uno a la una y enbiar el otro a la otra, y desta manera no se podrá dexar de levantar porque no se podrá errar quál de aquellas dos sea la ida más fresca, ni menos se podrá dexar de matar, porque como quiera que en este tal tiempo es malo de levantar el osso, después de levantado es más fácil de matar que en otro tiempo haviendo buenos renuevos y buena diligencia, porque tiene el osso entonces las manos tiernas y no puede andar tanta tierra como en otro tiempo.
CAPÍTULO XXVII
De cómo se ha de correr el monte de ossa que estuviere con los ossicos
TODO montero deve escusar quanto pudiere de no correr ossa que está con los ossicos porque es muy travajoso monte. Pero no hallando monte de osso apartado no se puede dexar de correr el otro, y quando lo corrieren, córranlo desta manera: Pongan las armadas y vozería y renuevos en las partes y lugares del monte que más vieren que convienen por la orden que muchas vezes se ha dicho y suelten quinze perros, o no menos de doze, porque si a la primera suelta le diessen pocos perros no se podría apartar de los ossicos, y quando se sueltan muchos, ahunque algunos dellos se tomen y asan con algún ossico, siempre quedarán los otros con la ossa.
Item, los monteros que acudieren a renovar lleguen al rastro y si vieren que algunos perros apartaron la ossa o hallaren el rastro della que va apartada denle los perros que tuvieren o toquen de rastro y pidan perros para buena caça; y si vieren que van la ossa y los ossicos todos rebueltos y que van con ellos hartos perros, tengan los suyos en las traíllas y vayan adelante por la ida fasta que vean que la ossa se apartó de los hijos con algunos perros o sin ellos, y entonces suelten sus perros y vozeen diziendo: «¡Acá va la ossa!» Y si alguno de los monteros, ahora sea de pie ahora de cavallo, viere ir la ossa con algunos ossicos por una parte y por otra viere que van los perros con algún ossico, mátelo lo más presto que pudiere y póngalo en lugar donde los perros no lo puedan comer, y pongan los perros en la ida y seguimiento de la ossa, y pida que den perros a buena caça, y desta manera cobrarse ha la ossa.
CAPÍTULO XXVIII
De cómo se ha de correr el monte de los puercos en el tiempo que andan con las puercas
EL peor tiempo de todo el año para levantar el puerco y para apartarle para darle perros es quando anda con las puercas, porque en toda la noche assossiega andando con ellas y haze las cenas más luengas que en otro tiempo, y assí el montero que entonces lo concertare bien es de tener por buen montero. La orden que se ha de tener en buscar y correr este monte es ésta: Provea luego el cavallero que lo fuere a correr que el monte se tome bien poniendo las armadas y vozería y renuevos por la orden que está dicha, y después parta las buscas poniendo en cada una seis perros y un buen perro maestro y estremado de levantar, dándoles por orden que qualquier dellas que hallare el rastro del puerco y de la vanda que vaya por la ida y que ponga en ella aquel perro maestro, el qual vaya delante, y los otros a las espaldas, y que vayan fasta la cama; y si el puerco y las puercas estuvieren juntos y se les levantaren delante y fueren todos de rebuelta, suelten el perro más cierto que tuvieren y lleguen con todos los otros perros puestos en las traíllas fasta el lugar donde se movió la vanda, y vayan por la ida con sus perros en las traíllas, y si vieren que aquel buen perro que soltaron apartó el puerco de las puercas y va con él por su parte, socórranle luego con los otros perros y griten por perros a buen puerco, y toquen de rastro de puerco apartado; y si vieren que aquel perro no se apartó con el puerco sino que va con la vanda griten a los otros monteros que lo tomen, y ellos cobren la ida del buen puerco con los otros perros que tienen soltando primero el mejor perro que tuvieren, y si apartare el puerco de la vanda socórranle con todos los otros perros como se ha dicho; y si vieren que el puerco va rebuelto con otros puercos pequeños denle uno de los otros perros que llevan, el mejor que tuvieren, y lleguen con los otros perros puestos en las traíllas, como se ha dicho, para ver si apartó el puerco, y si lo apartó socórranle con los otros perros que tuvieren. Ahunque de razón aquel buen perro que se soltó a la vanda no dexará de apartar y cobrar el buen puerco, porque quando los puercos van en vanda si les sueltan un perro detrás siempre el mayor y mejor puerco se queda a las espaldas, assí para defenderlos como por ser más pessado; y quando el perro que se soltó primero errasse el buen puerco, soltando el segundo se cobrará.
CAPÍTULO XXIX
De quáles meses son buenos y quáles son malos para correr monte
LOS meses que se tienen por malos para correr monte de osso y puerco y ciervo son enero, febrero, y março, y junio, y julio y la metad de agosto, y la causa es porque en los meses de enero, febrero y março los ossos están lo más deste tiempo echados en la ossera, y quando salen andan mucho y están flacos y son muy malos de hallar y travajosos de correr en aquellos días, como arriba dixe; y los puercos y ciervos están más flacos que en todo el año porque no hallan qué comer, y como lo van a buscar lexos son peores de hallar que en otro tiempo. Y en los meses de junio, julio y agosto, ahunque hallan qué comer y se van engordando, haze tan rezios calores que si no es en las tierras muy frías, ni los hombres ni los perros pueden sufrir el travajo del monte. Todos los otros meses del año son buenos para correr monte porque en los meses de abril y mayo haze el tiempo templado, assí para los hombres como para los perros, que ni haze frío ni calor, y estos animales hallan qué comer en las yervas nuevas y en los panes, y comiençan a engordar y tomar fuerça, especialmente los ossos, que los hallaran entonces tres o quatro juntos, lo que no harán en otro tiempo. Ahunque en estos dos meses hay un inconviniente y es que la olor de las flores y yervas nuevas del campo impiden mucho el viento y rastro a los perros. Y en los meses de septiembre, octubre, noviembre y deziembre andan estas caças muy gordas por la mucha abundancia de hubas, frutas y otros mantenimientos que hallan, y assí ellas son muy buenas de hallar, y los perros, naturalmente, corren mejor en este tiempo que en otro, y los monteros no sienten tanto el travajo como en los otros tiempos que haze calor.
CAPÍTULO XXX
De cómo se ha de correr el monte en el verano quando haze calores
LOS que hovieren de ir a correr monte en el tiempo que hiziere calores es menester que madruguen mucho, más que en el invierno, porque con el rocío y frescura de la mañana el montero llevará mejor la ida y el perro levantará mejor, y tanbién porque como quiera que en el verano haze los días mayores que en el invierno hay menos tiempo para correr en él que en el invierno, porque no se puede correr sino solamente en la mañana, mientras dura la frescura, porque en llegando el calor ni los hombres ni los perros lo pueden sufrir y afloxan y desmayan luego, y por esta causa conviene que se den mucha prissa en tener acabado el monte bien de mañana antes que venga la siesta, o al menos trayan tan cansada la caça que no se pueda perder, y después de acabado no curen de ir aquel día a correr otro monte como se haze en el invierno porque no podrían durar los perros, antes en aquel tiempo se deve tener más cuidado dellos que en otro alguno del año, y procurar de correr en las tierras más frías o frescas, y donde a cada passo hallen agua, y si no la hoviere deve el cavallero llevarla en azémilas si quisiere hazer buena montería, porque si en aquel tiempo los perros no tuvieren agua muy a menudo no podrán caçar ni durar, y al mejor tiempo faltarían, y ahun yo he visto perros ahogarse de calor con el travajo y codicia que llevan de caçar.
Deven assimismo llevar más lebreles en este tiempo que en otro porque las armadas se hagan más allegadas y apretadas y el monte se corra más aína, y por la misma causa es menester que haya más buscas que en otro tiempo, y que busquen en las partes donde hoviere aguas y sombras, porque allí acude más la caça en este tiempo, y que las buscas tomen siempre el viento de donde sospecharen que yaze la caça, porque entonces es malo de hallar el rastro, y por el viento lleva el perro al montero a la traviessa de la ida o a la cama, que ésta es la más cierta busca de todas en tiempo seco. Y en cada busca vayan dos muy buenos perros, especialmente si el monte fuere de osso, para que en hallando la caça suelten el uno y después dél todos los otros de aquella busca, y el otro vaya guardado en la traílla porque si algún yerro hoviere en la suelta del primero se pueda cobrar y emendar con este otro, travajando de cobrar con él la ida de la caça, y en hallándola tocando de rastro que, ahunque este segundo perro esté solo, luego le socorrerán de alguna de las otras buscas o de los renuevos con cinco o seis perros. Y ahun en este tal tiempo para hallar la caça más presto se tiene por buena suelta soltar por su cabo y a solas en la ida de la caça un perro que sea muy cierto para que la vaya a hallar y levantar, porque más aína hallará y levantará el perro yendo suelto que en la traílla, y especialmente será esta suelta buena si el monte fuere muy espesso y enboscado y no muy grande y teniendo cierto en él algún buen osso y sabiendo que no hay en él otras caças, porque como quiera que sea verdad que la suelta mejor y más cierta de todas sea en la cama de la caça o a do se hallan las arrancadas, por las quales se conoce que va huyendo, y como quiera tanbién que en este tiempo caliente los perros no travajan ni pueden hazer su dever como en los otros tiempos, es la busca más cierta en este tiempo que en otro, especialmente del osso quando la ventura de los monteros es toparlo por la mañana con el rocío antes que venga la siesta, porque siempre come en colmenas o en frutas o en panes y hártase mucho y hállase luego echado por allí cerca de donde comió. Pero es menester que para esta montería y suelta estén puestas las armadas y vozería espessas y allegadas y los renuevos bien apercebidos para que en levantando la caça este perro que va solo le socorran luego con los perros que tuvieren y le den grande priessa para que muera muy presto. Y los mejores renuevos que pueden poner en este tiempo es en los venadores y adonde hoviere agua en el monte, porque allí acude la caça.
Assimismo en este tiempo es menester guardar más perros que en otro porque si los primeros errassen y dexassen la caça con la siesta, tengan otros de refresco para cobrarla porque, como dixe, la montería se acabe antes que llegue el calor, y especialmente el cavallero que corriere el monte deve travajar de tener consigo diez, o al menos ocho, perros y guardarlos para que si viere que la caça se pierde por falta de perros socorra y la cobre con los que él tuviere, y nunca los suelte ni se aquexe a encarnarlos por la mañana fasta que vea que la caça anda herida o tan cerca de morir que no se puede perder. Y destos perros que consigo tuviere procure de tener los ocho o los seis en alguna casa cierta del monte, si la hoviere, y si no cabe alguna agua o frescura que hallare en medio del monte porque estén más holgados y pueda socorrer con ellos a qualquier parte que viere que se pierde la caça por falta de perros.
CAPÍTULO XXXI
De cómo se han de correr los montes bravos
HAY algunos montes tan bravos, quiero dezir tan ásperos y tan espessos y enboscados, que sino con grandíssimo travajo no se pueden correr, especialmente en el verano, pero si enderredor dellos hoviere algunos otros montes buenos para correr, pueden los monteros hazer buena montería desta manera: Vayan al monte bravo dos monteros, cada uno por su parte con sendos perros muy buenos de levantar, y con cada perro destos otros dos de correr, y vayan tanbién otros diez monteros, o al menos ocho, que sean bien sueltos y ligeros y lleven sus vozinas para que hagan ruido y estruendo, y ellos vozeando y los perros caçando y levantando la caça la sacarán fuera del monte y la seguirán hasta alguno de los otros que están por allí cerca enderredor. Y quando assí la sacaren sigan los monteros los perros para ver a qué monte irá a parar, y después que vieren y se certificaren en quál monte quedó, enbíenlo a dezir al cavallero que lo hoviere de correr para que vaya y lo corra por la orden que está dicha, y si al tiempo que las caças salen a la cena en las noches usaren los monteros desta industria para sacarlas de semejantes montes bravos hazerse ha mejor montería, porque muy más aína sale del monte la caça de noche con dos perros que de día con muchos.
CAPÍTULO XXXII
De cómo se han de correr el ciervo y puerco con redes y lazos
LA misma orden que se dio para correr el monte a fuerça se ha de guardar aquí en quanto toca a catar y visitar y concertar el monte un día antes que se haya de correr, y después de concertado tanbién es necessario que dos de los monteros que lo cataron y concertaron madruguen y vayan delante un poco antes que el cavallero que lo ha de correr y los otros monteros que con él van para que lo más secretamente y sin ruido que pudieren busquen el rastro dessa noche con los perros de traílla, y quando lo hallaren guarden que los perros no ladren y retráyanse afuera y aguarden al cavallero y a los monteros y háganselo saber, y después de llegado den luego atajo y cerco al monte para certificarse si la caça está dentro, y siendo ya certificados que está dentro, reconozcan si el monte es grande y si tienen harta gente para vozear, porque para este monte es menester mucha más que para el otro, y si tienen hartos perros, y redes, y lazos, y según la gente y perros y redes y lazos assí atraviessen y atajen y cierren el monte con cerraciones de estacas y ramas, haziendo por la una parte una ala desta cerración y de la otra parte otra, y pondrán las redes y las armadas azia la parte donde el puerco o el ciervo tuvieren la mayor querencia. Pero es necessario, si possible fuere, que se pongan a la parte baxa del viento de donde el puerco o el ciervo están, porque si estuviessen encima daríales el viento de los hombres y de los perros que están en las armadas y de las redes y huirían de aquella parte, y quantas más redes y lazos hoviere será muy mejor y más cierta la caça. Las redes quieren tener seis o siete pies de altura y que estén atadas en unas forcajas altas y rezias y no en estacas porque se pueden correr por baxo quando haze viento, y si la dispusición del monte diere lugar a ello estén puestas al largo del viento y no al traviesso. Junto a las redes, de la una parte y de la otra, haya gente con sus armas para guardar y acudir a la caça que diere en ellas. Las armadas con los lebreles han de estar un poco más arriba de las redes y en parte que no haya espessura de monte, sino que esté raso y claro para que los lebreles puedan libremente correr y prender, y estén los unos de la una parte y los otros de la otra; y si hoviere árboles por allí pónganlos detrás dellos cubiertos con ramas porque no sean vistos del puerco o del ciervo, pero estén de manera que se puedan ver los unos a los otros. Y los que estuvieren con los lebreles no se acodicien a soltarlos fasta que el puerco o el venado haya passado buen trecho dellos, porque como quiera que en el monte que se haze a fuerça el lebrel se ha de soltar al ciervo por el lado y al puerco por detrás y al lobo al encuentro, en el monte que se haze con redes a ninguna caça se quiere soltar sino por detrás y que vaya la caça buen trecho delante del lebrel, porque de otra manera aprietan tanto la caça que antes que vaya a las redes la constriñen a hazerla saltar por las armadas, y ahun muchas vezes saltan por encima de los que están en las armadas y los renuevos y vozería; assimismo se pongan en las partes donde vieren que más conviene, según la dispusición del monte, y assí los que estuvieren en guarda de las redes como los que estuvieren con los lebreles en las armadas y con los renuevos y vozería, han de estar muy callando y encubiertos porque la caça no los oya ni sienta ni vea hasta que sea passada dellos, porque no se buelva atrás y dexe de dar en las redes.
Después que todo estuviere ordenado y concertado como se ha dicho, comiencen a correr el monte viniendo de la parte de arriba de donde viene el viento azia las redes si la dispusición del monte diere lugar a ello, y no suelten más de dos sabuesos porque si todos los perros soltassen de la primera vez havría dos inconvinientes: El uno es que podría acaecer irse todos ellos con una caça sola y quedarse las otras en el monte y tardarsehía mucho a cobrar los perros, y quando se cobrassen vendrían tan cansados que no se podría más montear; el otro es que soltando todos los perros, ahunque haya muchas caças en el monte que se corre, no se podrá matar más de una sola que es la que va delante, porque como con ella se derriban las redes, las otras caças que después vienen tras della pássanse sin dar en ellas antes que se puedan componer. Pues hánse de soltar, como he dicho, dos perros solos y después que aquéllos hovieren hecho su salida y la caça sea muerta o se haya salvado, han de hazer señal los que están con las redes o aquellos que estuvieren en el lugar por donde la caça salió para que suelten otros dos, y teniendo primero compuestas las redes irán soltando desta manera los perros de dos en dos hasta que se acabe el monte de correr. Pero háse de advertir que siempre suelten los perros por el mismo rastro de la caça, si fuere possible, porque soltándolos de otra manera acaece encontrar con algún raposo y perder toda la caça, y los que fueren a la movida con los dos perros para hazer mover y levantar la caça, vayan gritando y vozeando y tocando las vozinas y desparando arcabuzes y haziendo el mayor ruido y estruendo que pudieren para que la caça se levante y mueva y la fuerçen y la constriñan a que huya y vaya a dar en las redes y lazos en donde ha de morir, pero estos movedores vayan muy passo porque si fuessen deprissa podríase quedar la caça atrás sin levantarla.
CAPÍTULO XXXIII
De las leyes y ordenanças de la montería
PUES la mayor parte deste libro de montería, como en el prólogo dél dixe, he sacado del libro que compuso el rey don Alonso de Castilla y de León, no es razón de dexar olvidadas las leyes que acerca desta caça en el dicho su libro hizo, y las libertades y drechos que o a los monteros. Ordenó, pues, el dicho rey que para los que anduvieren corriendo monte anden más seguros, ninguna persona los ose prender ni ferir ni matar ahunque sea su enemigo y esté sin tregua con él, y ahunque le haya desafiado so pena que si lo matare salga de los reinos de Castilla por un año, y si lo firiere o prendiere esté en la cárcel real medio año salvo si el que corre el monte fuesse hombre malhechor y el que lo fuesse a buscar fuesse alguna de las justicias del rey.
Item, que qualquier montero que fuere en seguimiento de venado levantado que pueda tomar un pan y la vozina que llevare llena de vino en donde lo hallare por lo que valiere, y que si no tuviere dineros que no tenga pena por tomarlo. Y que si tomare la noche a algún montero o monteros con algún venado en alguna casa cerca del monte y no les quisieren dar pan para los perros ni vianda para ellos, que lo puedan tomar sin pena dando por ello prenda que lo valga para que haya causa de se lo pagar.
Item, por quanto el correr del monte suele ser de dos maneras: La una es quando un cavallero lo corre por sí solo y en su nombre y con sus monteros y criados; la otra es quando dos o tres escuderos o más se juntan y lo corren en compañía, ordenó el dicho rey que quando un solo cavallero corriere el monte por sí y en su nombre, que los monteros que con él lo corrieren tengan en la caça que muriere los drechos seguientes: El montero que tocare de mañana la vozina a curar de andar por ir al monte que, como dixe, es llamar los monteros a la caça, el qual ha de ser uno de los monteros que tuviere catado el monte, que haya de haver una puesta de la caça que muriere si fuere puerco o ciervo, y si fuere osso que se le haya de dar un manjar de la mesa del cavallero que corriere el monte.
Item, el que levantare la caça, si fuere puerco o ciervo, que tenga tenga drecho la cabeça, y si fuere osso el cuero, y que se lo haya de comprar y pagar el cavallero que corre el monte.
Item, el montero que renovare después de la suelta primera, si la caça fuere puerco o ciervo que haya una puesta dél, y si fuere osso que se le dé un manjar de la mesa de aquel cavallero.
Item, al que primero firiere la caça, si fuere montero de pie y la caça fuere puerco o ciervo se le haya de dar una puesta dél, y si fuere osso se le dé el que lo levantó el tercio de lo que le valiere el cuero.
Pero si corrieren el monte dos o tres escuderos o más en compañía los drechos de los monteros serán estos:
El montero que tocare la vozina de mañana llamando para ir al monte, que haya una puesta del quarto de la pierna de la caça que muriere; y el que primero levantare la caça, si fuere puerco o ciervo, que haya la cabeça y una puesta del quarto delantero, y si fuere osso que haya la cabeça y los pies y las manos; y el que primero renovare que haya una puesta; y el que renovare la segunda vez que haya otra puesta.
Item, si acaeciere que todos los perros, assí los que levantaron como los que renovaron, dexassen la caça y algún montero que viniere después la cobrasse con su perro, que éste tal haya una puesta del quarto delantero y otra puesta del quarto trasero.
Item, el montero que hiriere primero la caça, si fuere puerco o ciervo, haya un quarto de los delanteros, y si fuere osso que haya el cuero dél; y el que diere la segunda herida, si fuere puerco o ciervo, que haya una puesta del otro quarto delantero, y si fuere osso que haya el tercio de la valía del cuero, lo qual le haya de dar el que primero lo hirió.
Otrosí, quando acaeciere que dos monteros fueren a herir una caça, y el uno dellos fuyere y no ayudare al compañero, que éste tal que huyó no solamente no tenga drecho alguno en la caça que muriere, pero que por un mes no se haya de assentar en la mesa a comer con los otros monteros en cuya compañía anduviere.
Otrosí, que qualquier montero que se bolviere del monte a la posada sin el cavallero con quien fue a correrlo, que pierda la ración de un mes y sea muy bien reprehendido y reprochado por ello salvo si se bolviesse con caça que hoviesse muerto, o con algún perro ferido, o estando él ferido, o por otra alguna desgracia que le acaeciesse para no poder andar ni estar en el monte.
Item, si fuere un venado de una tierra a otra y fueren perros con él en su seguimiento, que los vezinos de aquella tierra a donde llegaren los perros si no muriere el venado curen bien dellos y los enbíen a cuyos fueren, y si no fueren conocidos que los hagan pregonar por los lugares circunvezinos para que vayan por ellos. Y si muriere el venado que encarnen en él los perros y les den de comer y bever y lo demás que hovieren menester, y tengan el venado quatro días esperando a los monteros que soltaron los perros para se les dar, haziéndolo saber en los lugares circunvezinos para que vayan por los perros y por el venado so pena que si no encarnaren los perros que fueren con el venado que paguen al dueño por cada uno dellos cinqüenta maravedís por la injuria que hazen a los perros. Y que si dentro de los quatro días no fueren por el venado que se puedan aprovechar dél y guarden el cuero nueve días, y hagan pregonar los perros para que vayan por ellos, y si negaren los perros no los queriendo dar a cuyos son, que paguen por cada perro cient maravedís, y si negaren el venado que paguen por él el doble de la quantía en que lo estimare en buena verdad aquél que lo levantó.
Assimismo ordenó el dicho rey que qualquier montero que llevare al monte perro que hoviere tomado emprestado de otro, que no buelva sin él a casa o traya señal o nuevas dél so pena que sea muy reprehendido y reprochado por ello, y que lo mismo se haga ahunque el perro fuesse del mismo montero.
Item, si algún montero hurtare perro a otro montero y se le probare que tenga de pena, si fuere hijodalgo que se lo pueda tornar a hurtar sin pena, y si no fuere hijodalgo que le hagan sorrabar el perro y bolverlo a su dueño.
Assimismo ordenó que el montero que usare un año correr el monte y al cabo del año no lo supiere correr ni entendiere la montería que lo degradúen o desfagan de montero en esta manera: Manda que lo lleven al monte y lo pongan en un rastro de osso o de puerco que sea del día de antes, y que allí, en el rastro, le pongan su azcona en la mano y su traílla y su vozina al cuello, y que los monteros lo lleven un buen rato por la reduña de aquel rastro, y después le tomen la azcona y la traílla no muy mesuradamente y que le quiebren la vozina en la cabeça, y de allí en adelante que no use más de la montería ni le consientan los monteros ir con ellos a correr monte, y sea tenido por hombre astroso.
José Manuel Fradejas Rueda
Creación / última revisión: 07.12.2015