Textos clásicos


Juan Vallés

Libro de acetrería y montería

LIBRO SEXTO
QUE TRATA DE TODOS LOS PERROS DE LA CAÇA, ASSÍ DE LOS DE LA AÇETRERÍA COMO DE LOS DE LA MONTERÍA Y DE SUS DOLENCIAS

CAPÍTULO PRIMERO

De la naturaleza del perro

RAZÓN es que escrivamos de los perros de la caça pues sin ellos no se puede bien caçar. Claro está que la montería no se puede bien hazer sin perros, y ahun no basta esto, sino que sean muy buenos. Pues para la acetrería, quién me negará que por muy buen açor o halcón perdiguero que tenga ninguna buena caça podrá hazer si no llevare buenos perros, que no solamente sepan buscar, hallar y levantar las perdizes, pero sacarlas muy bien en la herida; y qué açor hay tan bueno que si después de haver bien bolado y echado la perdiz en la herida no se la sacaren los perros no se resabie y pierda de su bondad; y por el contrario, qué açor hay tan malo que si alguna vez alcançare a llegar con la perdiz en la herida y el caçador llevare buenos perros que se la saquen, de malo no le hagan razonable y de razonable muy bueno. Pues para los halcones y açores de presiones quánto aproveche el buen perro de socorro qualquier caçador lo puede juzgar. Escrive Phisiólogo que en tres cosas tienen excellencia los perros entre todos los otros animales brutos, es a saber, en conocer a su señor entre los estraños y en amarle y en servirle. Por cierto, grande es el amor y grande la afición que el perro tiene a su señor, y muy grande el agradecimiento que le muestra por el pan que le da, y muy mayor fidelidad que le tiene guardando y velándole de día y de noche, y osando morir por él quando lo vee maltratar, y lo que más es, dexarse voluntariamente morir no queriendo más comer después de ver muerto a su señor, como se ha visto por experiencia, y como lo escrive Plinio del perro de Jasón Licio y de otro que se metió dentro del fuego donde se quemava el cuerpo de su señor. Escrive tanbién que un perro peleó valerosamente con los ladrones que saltearon y mataron a su señor, y que después de muerto nunca se quiso quitar de cabe el cuerpo guardándole de las aves y fieras que no le comiessen. Y escrive de otro perro que, tanbién le mataron a su señor, que estando donde havía muchos hombres conoció al matador y arremetió para él y apretólo tanto mordiéndole y ladrándole que lo constriñó a confessar el delicto. Escrive tanbién de otro, que teniendo preso a su dueño en Roma nunca lo pudieron sacar de la cárcel mientras en ella estuvo, y que después, haviendo sido condenado a muerte el dueño del perro, y después de muerto echado fuera en las gradas donde acostumbravan los romanos poner los cuerpos de los muertos por justicia, dio muchos y muy tristes y dolorosos ahullidos, y como uno de los que estavan mirando el sentimiento que el perro hazía por la muerte de su señor le echase pan no lo quiso comer sino llevarlo a la boca del cuerpo muerto, y que después, haviendo sido mandado por los juezes echar aquel cuerpo en el río Tíber, entró el perro nadando tras dél y hazía fuerças por soslevantarle y sustentarle que no fuesse a lo hondo, estándole mirando mucha gente que havía salido a ver la tanta fidelidad y amor de un animal. Pues si me detuviesse a escrevir el ánimo, esfuerço y osadía de los perros, y especialmente de los lebreles y alanos, sería hazer otro libro dello. Solamente diré lo que escrive Plinio, que sabiendo el rey de Albania que el grande Alexandre iva a la India le enbió en presente un perro de una grandeza no vista. Con la vista y hermosura del qual se holgó mucho y mandóle echar de mano a un osso por ver lo que el perro haría con él, y el perro desdeñando el osso y no haziendo caso dél no quiso moverse para él, y creyendo Alexandre que de miedo lo hiziesse, echóle a un puerco javalí y hizo lo mesmo que con el osso. Acordó de echarle un venado y como tanpoco el perro quisiesse moverse, como el ánimo invencible de Alexandre no lo pudiesse sufrir, enojado de tanta covardía en tan grande cuerpo mandólo matar. Sabido esto por el rey de Albania enbióle otro perro que le quedava semejante al primero y escrivióle que no lo experimentasse en cosas pequeñas sino en león o en elefante. No dilató Alexandre de probarlo, que luego le echó un león, y no lo huvo visto el perro quando arremetió para el león y lo despedaçó y mató. Visto esto, Alexandre echóle un elefante, y como el perro lo viesse, erizados todos los pelos del cuerpo, diole tan grandes ladridos que atronó al elefante y luego arremetió para él, y con una artificiosa arte de pelear, haziéndole andar a la redonda, lo fatigó y afligió tanto que lo constriñó a caer y dar muy grande golpe en tierra. No cuenta Plinio si vivió o murió el elefante, y por esso yo no lo digo. Dize tanbién Plinio que sólo el perro entre los animales irrationales entiende por su nombre y conoce la voz de su señor, y que se acuerda de qualquier camino por donde haya ido una vez, por muy largo que sea, y que después del hombre ningún otro animal tiene tan grande memoria como el perro. Dize tanbién que la perfecta edad de la perra para concebir y parir es quando tiene un año entero, ahunque tanbién dize que en la provincia de Laconia, que es en el Penopoleso, assí los machos como las hembras engendran a los ocho meses, y que las otras perras sufren el ayuntamiento de los machos a los seis meses. Dize tanbién que la perra trae sessenta días los hijos en el vientre, y a lo más largo sessenta y tres, y dizen otros que tantos hijos tendrá quantos más días de los sessenta los truxere. Dize assimismo Plinio que los pare ciegos y que quanta más abundancia de leche tuvieren más tardarán a abrir los ojos, y lo mesmo es en los hijos de la perra que concibió antes de tiempo, pero que no tardan más de veinte y un días a lo más largo, ni tanpoco los abren antes de los siete; y que si la perra no pariere sino solo uno, que abrirá los ojos a los nueve días, y si pariere dos a los diez, y por esta cuenta en todos los demás que pariere, que si pariere tres abrirán los ojos a los onze días, y si quatro a los doze y assí de allí arriba, y conforme a esto yo he visto parir sino dos y abrir los ojos a los diez días; y tanbién dize Plinio que la hembra que nace del primer parto que abre más presto los ojos que los otros, y que paren las perras muchos perrillos pero nunca passan de doze, y que a los seis meses después que parieron se tornan a tomar y empreñar. La leche de la perra es más espessa que todas las otras leches excepto la del puerco y la de la liebre. Pelean los perros y muérdense cruelmente los unos a los otros por una natural passión y enbidia o enemistad que se tienen, y en esto, a mi parecer, tienen mayor semejança con los hombres que con ninguna especie de animales, pues todos los otros, cada especie entre sí, viven en conformidad sino sólo los perros y los hombres, cosa, por cierto, por la qual con mucha razón se deva llorar la naturaleza del hombre. Plinio, ahunque gentil, reprehendiendo su sobervia y altivez en el proemio del séptimo libro escrive estas palabras:

A uno sólo de todos los animales es dado el llanto. A uno la luxuria, y ahun ésta de muchas maneras. A uno sólo es dada la codicia. A uno la avaricia. A uno el demasiado desseo de vivir. A uno la superstición. A uno el cuidado de la sepultura y de aquello que después dél ha de venir. Y a ninguno de todos los otros animales se dio tan frágil vida, ni mayor codicia, ni ravia de bienes y hazienda, y finalmente todos los otros animales viven cada género entre sí en conformidad y vemos que se ajuntan y se ayudan contra otro género. La ferocidad de los leones no pelea entre sí, ni el diente de la serpiente busca las serpientes, solamente se encrudelecen contra diversos géneros, pero al hombre innumerables daños y males le vienen del hombre.

Y bolviendo a mi porpósito, ahunque, como arriba he dicho, los perros se muerden unos a otros, pero por maravilla o casi nunca muerde el perro a la perra. El señal de que el perro tiene ya sus fuerças cumplidas es quando el macho levanta la pierna para mear y la hembra haze como que se assienta, lo qual no haze antes que tenga seis o ocho meses, y esto es por maravilla porque por la mayor parte lo hazen todos quando ya rifan con otros perros, que es después que tienen año entero, y ahun los más año y medio. Todos los perros dize Aristóteles que viven más que las perras excepto en la especie de los lebreles, que viven más las hembras que los machos por el mucho mayor travajo que passan ellos que ellas, y dize que los lebreles viven diez años y las lebrelas doze. Los otros perros viven comúnmente quinze años y algunos veinte, y casi a los doze años dexan de enxendrar.

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CAPÍTULO II

De las cosas que salen de los perros para medicina

SALEN de los perros algunas cosas que tienen virtudes y propriedades para medicina, y aquí diremos dellas. El estiércol blanco de perro que no haya comido sino huessos es maravilloso para la esquinencia, y mezclado con cera y puesto sobre las berrugas las quita, y lo mesmo haze el barro que se haze con la orina del perro puesto sobre las berrugas, y tanbién la cenisa hecha de la cabeça del perro, la qual se haze poniendo la cabeça en una olla y teniéndola en un horno hasta que se queme y se haga cenisa. Assimismo el estiércol blanco de perro molido y mezclado con sebo de carnero castrado es una de las poderosas medicinas que hay para madurar una apostema. Molido y mezclado con polvos de naipe quemado, tomando dos partes de estiércol y una de los polvos del naipe cicatriza o encuera maravillosamente una llaga. Item, lavando con buen vino blanco qualquier comezón y sarna menuda, y después echando por encima del estiércol blanco de perro molido la quita sin ninguna duda. Tiene virtud de atraher afuera qualquier humor y de cicatrizar las llagas. La sangre del perro, según Plinio, es tenida por una de las mejores medicinas que hay contra veneno. Si sacaren el baço a un perro vivo y lo dieren a comer a la persona que tuviere mal de baço lo curará. La leche de la perra de la primera vez que parió mezclada con cenisa fecha del herizo quemado, como arriba dixe de la cabeça del perro, poniendo dello sobre el lugar que arrancaron los pelos, no los dexará tornar a salir o nacer, y lo mismo haze poniendo dello en el lugar que ahun no hayan salido los pelos.

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CAPÍTULO III

De cómo harán que la perra se pare o salga para empreñarse

DENLE muy bien de comer y engórdenla y ande algunos días suelta, y después denle una o dos vezes hartura en carne de algún cavallo, o rocín, o yegua, o asno, o buey, o vaca de los que se suelen morir, que ninguna cosa hay que assí la haga salir o parar. Quando se toman es mucho mejor que haga aire cierço o regañón y frío que buchorno o otro aire caliente porque con éste muchas vezes suelen salir vazías. Yo tuve una galga que se tomó y al tiempo que havía de parir le creció la barriga y le vino leche a las tetas, y se puso en un escondrijo como para parir en donde echó mucha ventosidad que se oía de lexos, y guardó aquel lugar siete o ocho días que no quería salir dél y mordía los perros y perras como si tuviera hijos, y siempre tuve por opinión que por haverse tomado con aire buchorno el qual anduvo en aquellos días que se tomó salió vazía.

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CAPÍTULO IV

De como se havrán buenos perros

DEVE el caçador para haver buenos perros procurar de haver macho y hembra que sean hermosos, crecidos y del talle y señales que abaxo diremos que han de ser los perros de caça, assí para perdizes como para monte, y sobre todo que sean buenos caçadores y de muy buena casta. Y el macho que ha de tomar la perra tenga un año entero, y ahunque algunas hembras conciben antes deste tiempo, todavía quiere tener un año porque, según Plinio, ésta es su perfecta edad para concebir y parir. Muchos tienen por opinión que los perros del primer parto no son tan buenos como los de los otros partos, pero es burla. La regla que en esto se ha de guardar es que si la perra concibiere antes de tener año entero, los perros que pariere no serán tan buenos como los otros, pero si la perra concibiere teniendo año entero los perros del primer parto serán muy perfectos y mejores que los otros, y quanto más tardare a concebir después que ya tuviere un año tanto mejores serán los perros. Tanbién tienen algunos por opinión que el perro no deve tomar a la perra más de tres vezes o quatro porque parirá menos y serán más hermosos y más crecidos, y que si la toma muchas vezes que parirá muchos y más pequeños, pero tanbién he visto nacer muchos de sóla una vez que se toma, y Plinio tanbién lo afirma assí. Al tiempo que la perra se hoviere de tomar téngase mucho cuidado de tenerla muy guardada en parte que no puedan llegar a ella ni tomarla otros perros algunos sino el que estuviere escogido para ello. Después que estuviere muy preñada no la lleven a la caça porque les acaece parir en el monte, y algunas vezes del travajo, mal paren. Quando la perra pariere háganle buena cama y guarden que no mate los hijos echándose sobre ellos; y si fuere la primera vez que parió guarden que no se los coma porque quando luego en naciendo los lame y alimpia se los suele comer. Esté en parte que no entren otros perros porque con el grande amor que tiene a los hijos quando vee otro perro en donde ella los tiene, arremete con tanto ímpetu que los suele maltratar y ahun osa acometer a moder a otros perros mayores y más bravos y fuertes que ella, los quales se buelven a ella y le muerden y le hazen daño. No se manujeen los perrillos porque se desmedran y ahun diz que salen pelligordos. Miren que la madre no tenga pulgas porque se las pegará a los hijos y hínchense dellas y no medran, y para quitárselas hagan lo que abaxo se dirá en el capítulo trezeno. Tengan cuidado de dar bien de comer y bever a la perra en aquellos días que parió, y no le dexen criar todos los hijos que pariere porque saldrán desmedrados, bastará que críe tres o quatro, y ahun para este número ha de ser buena perra, todos los otros o los maten o los den a criar a otras perras, y si los dieren y no los quisieren criar las otras perras tomen de la leche dellas y de su saliva y mézclenlo y úntenles a los perrillos los lomos con ello, y lamerlos han y olerán aquella leche y criarlos han, y si no hoviere perras paridas para criarlos denles sopas en leche, si la hoviere, y si no denles sopas en azeite y agua caliente, que los criará muy sanos y muy limpios.

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CAPÍTULO V

Cómo harán echar a la perra los perrillos que tuviere muertos en el cuerpo

TOMEN açafrán fino quantidad de dos dramas y muélanlo, y con un poco de vino blanco láncenselo por la garganta, o con un poco de azeite o con cozimiento de savina o de mastranto.

Otra medicina muy buena: Tomen mirra, casturión y estoraque de cada uno una drama, canela y savina de cada uno media drama, hágase píldora con miel y láncesele por la garganta.

Otra: Tomen opopanaque y gálbano, fiel del buey de cada uno dos dramas, castóreo una drama y denlo con cozimiento o agua de hinojo.

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CAPÍTULO VI

Cómo se ha de escoger el perro quando chequito

DIZE Plinio que para conocer quál será mejor perro que dende a ocho o nueve días que la perra parió, muden a otra parte todos los perrillos del lugar donde parió, y que el primero que la perra tomare para bolverlo al mesmo lugar y el que tardare más a abrir los ojos será mejor. Otros dizen que asgan el perro quando chico de la oreja con la mano y lo alcen, y que el que más lo sufriere sin gañir y el que más pesare será mejor y más rezio.

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CAPÍTULO VII

De lo que se ha de hazer al perro quando chequito para guardarle que no ravie y para que engorde

A los quarenta días después de nacido el perro, escrive Columella que para que nunca ravie le quiten y arranquen el postrer ñudo de la cola, no con cuchillo sino retorciendo con los dedos hasta que se rompa el cuero de la cola y entonces tiren rezio para que saquen juntamente con el ñudo un nervizillo blanco y delgadillo como un cabello, porque si aquel nervizillo no saliesse no aprovecharía lo demás nada. Tanbién dize Plinio que si quando assí chequitos los perrillos les sacan un gusano que tienen debaxo de la lengua que es a manera de nervio, no se harán raviosos quando grandes y comerán de buena gana y engordarán; y yo he visto por experiencia teniendo yo un perro que por mucho que le dava de comer jamás engordava, y luego que le sacaron y quitaron aquel nervio engordó. Este gusano o nervio se hallará debaxo de la lengua, más adelante de donde se acaba el frenillo azia la punta por medio de la lengua, el qual se saca desta manera: Tenga uno el perro abierta la boca y tómele otro la lengua, y ponga un dedo al largo por encima della y buélvalo de baxo arriba y el dedo hará que se descubra el gusano, que es como nervio blanco, y tendrán aparejada una aguja de coser con un hilo rezio, y pássenle la aguja por debaxo del nervio, y después tiren de las dos partes del hilo y saldrá la metad del nervio azia la punta; y tanbién se lo pueden sacar con un punzón passándolo por debaxo del nervio y tirando para arriba, y ahun es mejor porque el hilo suele cortar el nervio algunas vezes. Y como aquello haya salido, tómenle con los dos dedos y arránquenselo, que luego saldrá, y verán que azia la punta de la lengua es delgado y azia el frenillo gruesso y redondo, y sale entero tan largo casi como medio dedo o poco menos. Después que esto hovieren hecho lávenle la lengua con agua ardente y xebe, o con vino blanco y xebe. Y si quisieren que el perro traya cola larga déxenla assí; y si quisieren que la traya corta, como perro de muestra, córtensela por donde quisieren; y si quisieren que saque grandes orejas píquenle las puntas dellas con un alfiler hasta que le saquen sangre y prímanselas mucho con los dedos sacándole la sangre, y con esto le crecerán mucho, y tanbién le pueden poner unas pesillas colgadas las orejas porque a la verdad estos perros perdigueros parecen más hermosos quando tienen muy colgadas las orejas.

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CAPÍTULO VIII

De cómo se han de criar los perros de caça

PROCUREN siempre que los críe la madre, que hazen mucha ventaja a los otros porque después que se le acaba la leche busca de comer y se harta y lo vomita todo a los hijos para que lo coman, y para hazer esto llama a los hijos gañiendo. Después que la madre los dexare, denles suero porque es la cosa que más los cría y engorda, y lo mismo haze la leche, y por esta causa, después que los sabuesos y podencos tuvieren tres o quatro meses, se crían muy bien hasta que tengan un año en hato de ovejas o de vacas, porque la leche y suero los cría limpios y sanos y gordos y rezios, y tanbién porque como andan siempre en el campo házenseles las manos fuertes y rezias. Y la hembra después que tuviere un año la pueden llevar al monte, pero al macho no querría llevarlo hasta que tenga un año y medio.

Si el perro o perra no hoviere de ser para casta, luego de pequeños los deven capar porque quando las perras están paradas llévanse detrás dellas los perros y no quieren caçar; y en las perras allende deste inconviniente hay otro, y es que lo más del tiempo están enbaraçadas con el preñado y parto y cría; y demás desto los perros y perras capados se sostienen mejor y están siempre gordos y rezios y duran y viven más tiempo. Una cosa de notar, no quiero callar pues viene al propósito, y es que por la mayor parte todos los perros van a oler el perro capado, y lo festejan como perra parada hasta que ya le han muy bien reconocido.

Pongan luego al perro quando chequito el nombre que ha de tener porque lo entienda muy bien quando grande y venga en oyéndole, y sea el nombre breve, de no más de dos sílabas, porque con mayor presteza lo puedan llamar y él oir y entender su nombre. Y si fuere para açor o para de muestra luego de pequeño le enseñen o muestren a buscar el pan y a castigarle amorosamente porque después sea bien mandado en la caça. Y desque ya fuere de edad de ocho meses comiénçenlo a atar cerca de la alcándara donde estuviere el açor o halcón porque se conozcan y tomen amor el uno al otro y el perro no acometa a ir a la ave en el campo, porque qualquier perro que estuviere siempre atado, allende que no haze daño ni enojo en casa caçará muy mejor y andará más concertado y mandado que el que anduviere suelto y torreznero. Pero es menester que le hagan cama sobre que se eche, ahora sea de paja ahora de paño, porque si duermen en tierra luego se les haze sarna; y esta cama se les renueve de quando en quando, porque de otra manera criarán muchas pulgas y hazérseles ha sarna. Y tengan cuidado de soltarlos para hazer sus aguas y darles de comer y de bever dos vezes al día, una a la mañana y otra a la tarde, y especialmente en los tiempos que haze calor los requieran a menudo con la agua si quisieren bever, porque de la gran sed que entonces passan vienen a raviar. A persona de la Andaluzía he oído dezir que acostumbran en ella los cavalleros caçadores tener los perros metidos en un silo por escusar el enojo que dan en casa, y que allí dentro les tienen hechas sendas pesebreras, y quando salen sacan mucha voluntad de andar y caçar, y paréceme muy buena costumbre porque ni son menester cadenas para atarlos ni hay peligro de que se coman y rompan la puerta de la cámara donde los tienen. Pero si los tuvieren atados de otra manera no estén juntos, digo, tocándose los unos a los otros, sino cada uno por sí y apartados porque si están juntos huelen mal y házeseles sarna y péganseles otras enfermedades según algunos han escrito.

Quando se va a caça del açor muy lexos o van de camino, vayan los perros atados de dos en dos porque van más descansados, que quando van sueltos andan tanto corriendo y loqueando antes de llegar al caçadero que se cansan, y después quando es menester que caçen no pueden y faltan al mejor tiempo. Y travajen que los perros para el açor sean muy mandados y que luego en llamándolos buelvan y vengan al que los llama, y si el perro anduviere mucho úntenle con azeite debaxo de las espaldas, y guárdenlos sobre todo que no lleguen al açor o halcón quando tiene la perdiz en las manos, ni en otra manera porque esto resabia y pierde las aves. Vayan siempre cerca del caçador y no se alexen mucho porque levantarían la caça y no aprovecharía. Y para que acudan a la herida cévenlos en ellas siempre que muriere la perdiz dándoles el pan mojado en la sangre, que no hay cosa que más los engolosine y haga venir a la herida que esto.

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CAPÍTULO IX

Del talle, hechura, señales y color que han de tener los perros para la caça del açor y halcón perdiguero

TRES maneras de perros hay que sirven en la caça del açor y del halcón perdiguero. Los unos son de aquella misma casta de que salen y se hazen los perros o podencos de muestra. Los otros son unos perros franceses o flamencos sedudos o vedejudos con cola espadañada, y éstos son muy andariegos y de muy grandes pies y de mucho durar, y quando aciertan a ser bien mandados son muy singulares, especialmente para levantar, y ahun de la herida suelen salir muy buenos. Los otros son unos perros vermejos y rasos y no grandes de mezcla de sabuesos y perros de muestra, y éstos tanbién son de muchos pies y de mucho durar. Pero yo, para mí, tengo por muy mejores los que son de la casta de perros de muestra porque todos estos tienen mejor y más cierto viento y son muy mandados y andan muy más a sabor del caçador, especialmente algunos perros que quando nuevos los enseñaron para de muestra y quedaron rebotados. Y este tal perro, y ahun todos los otros que son para esta caça, se han de escoger por estos señales: Sea corto, atrapado y rezio. Tenga los puños de las manos y pies redondos y no pandos y los botones muy pequeños y apretados, y en ninguna manera colgados porque es señal de floxo. Y los que tuvieren las señales que he dicho serán de muchos pies y de mucho durar. Tenga muy salido un huesso que tienen en el colodrillo porque los que lo tienen son de muy grande viento, y tanbién diz que lo son los que tienen muy frío el aliento que les sale por las narizes, lo qual se conocerá poniendo las cuestas de la mano junto a ellas. Tenga grandes orejas y muy colgadas y delgadas, y grande rostro y más largo que corto, y las ventanas de las narizes muy abiertas. Sea de color blanco o blanco y leonado porque si del todo es negro o leonado no se devisa bien en el campo. Allende que los que han escrito de los perros dizen que el color blanco es mejor y más buena señal de bondad que todos los otros y por el contrario por la mayor parte el negro.

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CAPÍTULO X

Del talle, hechura y color que han de tener los lebreles

ANTIGUAMENTE tanbién llamavan a los lebreles alanos, como a los que agora se llaman assí, porque en todo el Libro de montería que hizo el rey don Alonso de Castilla y de León ninguna mención hizo deste nombre de lebrel, sino solamente de alano. La causa por que se començaron a llamar assí fue porque los mayores lebreles, y ahun alanos, que ha havido en el mundo han sido en el reino de Albania como arriba en el primero capítulo deste sexto libro conté de aquellos dos perros que enbió el rey de Albania al grande Alexandre. Y este vocablo alano está corrompido porque se havía de dezir albano, que quiere dezir perro de Albania, y como después han venido y vienen los lebreles de la isla de Irlanda y de otros señoríos de Inglaterra, de donde no vienen tan grandes perros como los alanos, háse dexado aquel nombre y tomádose este otro. Como quiera que los alanos siendo mostrados y avezados a la montería no serían menos útiles que los lebreles para ponerlos en las armadas excepto que no son tan ligeros para poder alcançar.

El lebrel ha de tener este talle y hechura para ser lindo y hermoso: Tenga la cabeça de la hechura del congrio y bien quadrada y enxuta. Sea bien abierto de boca y tenga grandes presas. La nariz blanca. Los ojos pequeños y que miren a la nariz. Las orejas bien enhiestas y redondas. Tenga el cuello largo y bien seguido, que no sea muy gruesso ni muy delgado. Tenga los pechos bien abiertos y los braços derechos y no delgados. La quartilla pequeña y las manos redondas y altas, y la arca colgada y grande y que no se le vean las tetas. Tenga buen lomo y no cargado en las caderas, y que quasi no se le descubra el espinaço. Tenga la cola algo más gruessa que delgada y bien espigada y que la traya bien puesta. Tenga las corbas bien anchas y bien arregaçadas y que los pies sigan con las manos; y tenga buen pelo y bien blando. Sea blanco de color si ser pudiere, porque, como en el capítulo antes deste dixe, los antiguos que escrivieron desto, a este color dieron el principado, y después deste color al color gris escuro, y después al negro, y después al blanco manchado con tal que el lebrel que assí fuere manchado tenga dos o tres manchas y que sean grises o negras, y las tenga en la cabeça y encima de la cola.

La lebrela ha de tener el rostro más agudo y la boca más pequeña que el lebrel. Los ojos pequeños y un poco larguillos que miren a la nariz. Sea más larga de costados y tenga mejores caderas que el lebrel, y no sea tan abierta de pechos; en todo lo demás tenga el talle y color que se ha dicho del lebrel.

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CAPÍTULO XI

Del talle, hechura y color que han de tener los sabuesos

HA de tener el buen sabueso y hermoso estas faciones: La cabeça quadrada. El rostro ancho y no agudo. La nariz un poco entornada para arriba y las ventanas della muy grandes, y si el sabueso fuere prieto que tenga la nariz blanca, y por el contrario. Tenga las orejas grandes y muy colgadas y bien apegadas a la cabeça. Los ojos tristes y que miren adelante. El cuello ni muy largo ni muy corto. Los pechos abiertos y los brazos drechos y tiestos y no luengos ni delgados. Las quartillas pequeñas y las manos redondas y apodencadas. La arca bien colgada y los costados cortos. Tenga buen lomo y no sea muy cargado de carnes en las ancas. Las corbas de las piernas bien anchas, y corbas y pies conforme a las manos. Tenga la cola espigada y no muy larga ni muy gruessa.

La sabuesa tenga la cabeça de culebra y los ojos mayores que el sabueso y que miren a la nariz. Las orejas más colgadas y más delgadas y el cuello más largo y el pecho menos abierto que el sabueso. Tenga mayores caderas y costados y la cola menor y menos espigada que el sabueso, y en todo lo demás tenga las faciones que dixe del sabueso. Y assí el sabuesso como la sabuesa tengan el pelo corto y liso y no sedeño; y sean de color blancos o ruvios claros o ruvios escuros o sean amarillos o negros, y ahun pardos escuros son buenos con tal que tengan en el rostro y en las manos color de alheña.

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CAPÍTULO XII

De cómo se han de hazer los perros de traílla para levantar y los de correr y renovar

LO que más necessario es para el correr del monte es tener muy buenos perros, como arriba dixe, y principalmente los que son de traílla para levantar, porque como esto sea lo primero y principal que se ha de hazer en el monte, es menester que los perros de traílla sean muy ciertos porque no haya yerro en el levantar la caça. Y para hazerlos muy buenos quiérense hazer desta manera: Lleven siempre el perro nuevo a la busca más cierta que hoviere en el monte en compañía del mejor montero y del perro más cierto de levantar, y quando hallaren el rastro del osso o puerco o ciervo vaya delante por la ida aquel perro mejor, y lleven tras dél el nuevo que quieren hazer, de manera que entre el perro maestro y el nuevo no entre otro perro ni montero alguno, y quando entendieren que está la cama de la caça muy cerca, y que tuvieren por cierto que no se puede errar de levantarla, passe el montero que lleva el perro nuevo delante del perro maestro que lleva la ida, y suelten luego aquel perro maestro, y después todos los otros que van en aquella busca, y tengan siempre a la traílla el perro nuevo y passen la cama de la caça con él, y al passar de la cama aláguenle mucho y denle alguna cosa de comer, y llevándolo en la traílla travajen que quando la caça muriere que lleguen a ella para encarnarlo de traílla, y si quisiere comer della denle del coraçón, y si no quisiere comer dél, porque algunos perros hay que son muy buenos y no quieren comer de la caça, tomen el hígado della y ássenlo un poco y dénselo y comerlo ha, y encarnándolo muy bien desta manera cinco o seis vezes poderlo ha muy bien soltar de allí adelante, pero guarden que las cinco o seis vezes primeras que lo soltaren sea en monte pequeño, y que la caça a que lo soltaren sea buena para que se encarne muy bien, y si fuere perro muy quexoso en ladrar muy a menudo en la traílla en la ida de la caça castíguenlo muy bien, y si esto no bastare pónganle la traílla entre los braços, que es cosa que les haze mucho perder aquel quexo y ladrar, y si tanpoco aprovechare denlo a un buen montero para que lo lleve a solas a algunos montes bravos y fuertes donde ningún cavallero va a correr, y levante con él toda la más caça que pudiere y no le suelte ni le haga ningún plazer, antes porfíe mucho a levantar con él quanto pudiere hasta que lo fatigue y canse, y si viere que se enmienda de aquel vicio haláguelo y hágale mucho plazer, y quando viere que va perdiendo aquel quexo del ladrar y que va usando el callar, levanten la busca con los otros perros y suéltenlo por la orden que se ha dicho.

Pero el cavallero que quisiere tener buenos perros de traílla para buscar y levantar hágalos criar y hazer a vallesteros de monte porque ordinariamente todos los que ellos hazen son muy bien mandados y buscan y levantan más callando y más sin quexa que otros algunos, ahunque por la mayor parte los perros de vallesteros no son lindos ni de buen talle, pero el que los quisiere lindos y de buen talle, escójalos y déselos para que los hagan. Tanbién es menester para el monte que haya muy buenos perros de correr y renovar, y los mejores del mundo salen para esto aquellos que por ser muy quexosos y codiciosos no se pudieron hazer de traílla para buscar y levantar, porque estos tales por la mayor parte salen de muchos pies y de mucho durar, pero para hazerlos háganlos desta manera: Llévenlos en el monte en la traílla por el rastro de la caça y travajen quanto pudieren, que todas las vezes que la caça muriere, lleguen con ellos a encarnarlos en ella teniéndolos siempre en la traílla, y encárnenlos como arriba dixe, y después que desta manera los hovieren encarnado cinco o seis vezes soltarlos han al tiempo que vieren que la caça anda cargada de perros y que ya no puede dexar de morir ni perderse, y haziéndolos desta manera no solamente saldrán buenos perros de correr y de renovar, pero muchos dellos para buscar y levantar. Pero assí para hazer buen perro de levantar como de correr y renovar deve el montero guardar esta regla: Que quando un día hoviere el perro andado muy bueno y por ello el montero lo hoviere encarnado muy bien a su voluntad, no lo lleven a caça en aquellos dos o tres días porque no lo cansen ni fatiguen, que como es nuevo se podría enfriar, y el día que lo llevaren a monte sea a monte muy cierto, y desta manera irá el perro con desseo y codicia de caçar, y hallando cierta la caça no podrá dexar de tornarse a encarnar a su plazer, y desta manera se hará muy buen perro, assí para buscar y levantar como para correr y renovar. Y los perros de monte que más travajan y mejor porfían y duran en él con la caça son los de las montañas y tierras muy ásperas porque como están vezados y acostumbrados de correr montes grandes y ásperos y bravos y no van con ellos monteros de cavallo ni tanpoco lebreles que les socorran, o si van lebreles son muy pocos, es causa de que la caça se defienda más y tarde más a morir, y que quando muriere que muera a fuerça y porfía y travajo de perros. Y los mejores y más aventajados y de mejor talle de toda España son los del reino de Navarra, especialmente los que nacen y se crían en un lugar que se dize Unçué y en otros lugares pequeños que están alrededor dél que son de la Valdorva, donde viven y residen el sotamontero y todos los monteros de la casa real de aquel reino.

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CAPÍTULO XIII

Cómo se matarán las pulgas a los perros

DE tener el perro muchas pulgas tres inconvinientes se siguen: El primero es que hinchen dellas la casa donde están; el segundo es que tienen el perro desmedrado; y el tercero que quando tienen muchas suéleseles hazer sarna. Para quitárseles, que no les quede ninguna, xabónenlos con xabón blando, que es cosa muy probada, y si no lo hoviere, tomen de la lexía fuerte con que se haze el xabón dos partes y una de azeite, y lávenle muy bien con ello. Y si no tuvieren esta lexía tomen la cal viva y amátenla bien con azeite, que se haga como ungüento, y después añadan vinagre y úntenle con ello, que sin duda morirán.

Item, bullan favarraz en agua y lávenle con ello y morirán las pulgas.

Item, tomen raíz de cogombrillo amargo y las hojas y cuézanlas en agua y lávenle con ello; y lo mismo harán si cozieren el fruto del mismo cogombrillo.

Item, tomen vinagre y azeite bien batido y úntenlos con ello.

Otro: Tomen azívar epático quatro partes, colloquíntida y favarraz alimpiado de su cortezilla o cáscara dos partes, pimienta tres partes, assensios verdes y tañarita de cada uno un puño; muélanse el azívar, colloquíntida y favarraz y pimienta, y las yervas se machaquen un poco y cuezan en agua hasta que mengüen la quarta parte, y lávenle con ello que luego morirán todas.

Item, tomen abrojo y ruda y assensios y cuezan en agua y lávenle con ello, que qualquiere destas yervas tiene propriedad de matar las pulgas, y lo mismo harán con el cozimiento de la raíz del cogombrillo amargo.

El perro que estuviere atado no duerma ni esté echado en tierra sino sobre tablas haziéndole un estradillo dellas porque no criará pulgas ni se le hará sarna.

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CAPÍTULO XIV

Cómo se han de purgar los perros para que tengan más viento y estén sanos

OPINIÓN es de los caçadores que se deven de purgar los perros, assí para que tengan mejor viento como tanbién para que estén sanos y gordos, y con lo que comúnmente los purgan en España es con el caldo de una cabeça de carnero o oveja desta manera: Cuézase la cabeça con su pelleja y pelo hasta que se aparten los huessos de la carne y queden hasta ocho o diez escudillas de caldo. Después échense los huessos a mal, y sobre aquel caldo y carne échese una libra de azeite y désele al perro toda aquella carne y caldo y azeite todo mezclado, pero el día de antes no ha de haver comido nada porque coma todo esto de buena gana, y después de haverlo comido póngase en lugar donde pueda purgar porque purgará mucha aguaza y vellaquería; y ahun solo el azeite los purga y alimpia mucho. De la misma manera se purgan y alimpian con una pelleja de liebre muy cozida, y después mezclándole media libra de azeite, y con esto se les haze el pelo muy delicado y muy lindo y luzio y engordan.

Item, se purgan y alimpian muy bien dándoles a comer unas tripas de gallina o qualesquier tripas de un animal.

Item, tomen seis o siete granos de favarraz alimpiados y majados y dénselos con un huevo y un poco de azeite.

El azeite con lexía hecha de cenisa de sarmientos los purga muy bien, y tanbién el azeite con açufre; y para quando tienen sarna es maravilloso el açufre con azeite, y puédeseles dar en cada vez hasta dos dramas.

La carne de cecina o salada tanbién dizen algunos que los purga.

En Francia los purgan con azívar moliéndolo y metiéndolo dentro de un poco de hígado o de un bocado de carne.

Otros los purgan con sal desta manera: Tengan el perro sin comer un día y una noche, y al otro día de mañana métanle en la boca un buen puño de sal y apriétenle las quixadas porque la trague, y afirman que haze purgar los perros maravillosamente.

Otros toman los renacuajos y quitadas las tripas los secan, y después los muelen y les dan destos polvos, y diz que purgan mucho.

Pero para purgarlos muy bien de todos los humores que tuvieren, assí de la cabeça como de los otros mienbros principales, y para matarles lombrizes si las tuvieren, denles una píldora hecha desta manera: Tomen azívar y turbith de cada uno una parte, de almástiga, y gengibre, y rosas secas de cada uno media parte, de diagridis la quarta parte de una parte, y de colloquíntida otro tanto, muélase cada cosa por sí y mézclese, y destos polvos se tomen dos dramas, y con una poca de miel se hagan tres píldoras y métanse en un poco de hígado o de un bocado de carne, y si el perro no las tragare ábranle la boca y láncenselas, y tras dellas un poco de caldo o vino, y ténganlo atado porque no coma en aquellas seis horas y esté en parte que pueda purgar.

Pero para que tenga gran viento el día que hoviere caçar échenle por las narizes vinagre y pimienta molida, o vinagre y pellitre, o vinagre y neguilla molida, o vinagre y pimienta y pellitre y neguilla juntamente, y solo el vinagre es muy bueno, pero si el vinagre fuere muy fuerte ágüenlo, y tanbién solo su baho poniendo la cabeça del perro sobre él en una caldera donde el vinagre haya hervido luego en sacándola del fuego, porque todas estas cosas desopilan y abren los caños de las narizes.

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CAPÍTULO XV

De la ravia del perro

TANBIÉN los perros tienen enfermedades, pero la peor y más peligrosa es la ravia, porque después de confirmada ningún remedio natural tiene sino sea sobrenatural, que es por vía de devociones o por gracia de los salvadores, que diz que la tienen de Dios para esta enfermedad. Para preservar o guardar el perro que no ravie no siendo mordido de otro perro o lobo ravioso ya escreví arriba, en el seteno capítulo dos remedios; el uno el quitar y arrancar el postrer ñudo de la cola con aquel nervezillo que sale con él; y el otro el quitar y arrancar el gusano o nervio que tienen debaxo de la lengua. Para curar el perro quando fuere mordido tanbién se escriven muchos remedios y medicinas antes que la ravia sea confirmada, porque después, como he dicho, ninguna hay natural. Y antes de escrevirlos quiero dezir los señales en que conocerán que el perro está ravioso. Los perros por la mayor parte se hazen raviosos en el verano, en el tiempo que haze grandíssimos calores, y tanbién en el invierno quando haze grandíssimos fríos, y quando están raviosos no comen ni beven y huyen de la agua, y especialmente de la clara. No ladran ni tienen voz alguna y si ladran, ladran muy roncos. Meten mucho la cola entre las piernas. No conocen a su señor ni a su casa y muerden adeshoras y súbitamente callando y sin ladrar, y asen reziamente y no sueltan luego. En el lugar donde muerden no muestran tener otro mal luego al principio sino solo el dolor que allí da. Anda el perro de acá para allá solitario, bagabundo y casi nunca para. Huye de los otros perros y a qualquier animal que topa muerde. Lleva la cabeça baxa y las orejas colgadas. Trae la lengua fuera y echa espuma por la boca. Los ojos tiene vermejos y encendidos y de muy mala catadura, y quando mira, mira muy hito, y quando muerde a alguno aquel tal mordido luego teme la agua y a los quarenta días viene a raviar, ahunque algunos tardan hasta seis meses. Escrive Plinio que la más pestífera y peligrosa mordedura del perro ravioso para el hombre es quando arde una estrella que se llama Sirio que sale a los ocho días de las calendas de julio, que es a veinte y uno de junio, y para guardar que entonces los perros no ravien que les den estiércol de gallinas mezclado con pan o con otras cosas en aquellos treinta días.

Si acaeciesse que algún perro mordiere a otro perro o a alguna persona y quisieren saber si el perro que mordió era ravioso dize Serapion que se haga esto: Tomen una buena nuez y májenla y pónganla sobre la herida o llaga de la mordedura, y esté allí toda la noche, y en la mañana échenla a un gallo o gallina que tenga hambre, y si comiere della y no murieren téngase por cierto que el perro que mordió no era ravioso porque si lo fuera el gallo o gallina murieran dentro de poco tiempo, y a lo más largo dentro de dos días. Avicena pone otra experiencia, y es que se ponga un bocado de pan sobre la mordedura y esté allí una noche, y después que lo den a otro perro que tenga hambre, y si lo comiere dize que el perro que mordió no era ravioso, y si no lo comiere que lo era. Y uno de los más ciertos señales que hay, assí para hombres como para otros animales, para conocer si están raviosos es aborrecer la agua, mayormente la clara. Pues luego que vieren que algún perro mordió a otro perro y tuvieren sospecha o por los señales que arriba he dicho conocieren que era ravioso, cúrenlo desta manera:

Tomen la raíz de una yerva que se dize virga pastoris que es la cardencha o cardón con que los pelaires cardan y adreçan los paños y muélanla, y con una poca de agua de borrajas láncensela por la garganta. Este remedio escrive Laurencio Rusio en un libro que con parecer de muchos médicos compuso en Roma de marescalia o alveitaría en elegante estillo latino, y dize assí: que un cavallero vio que una vaca raviosa hirió con el cuerno a una oveja, la qual luego ravió, y dieron esta raíz y luego fue sana; y que assimismo una muger que ya començava a loquear y perder el juizio natural luego que le dieron esta raíz fue sana. El que esto quisiere ver hallarlo ha en el dicho libro en el capítulo cient y cinqüenta y ocho. Plinio escrive que procuren de matar el perro ravioso y le saquen el hígado y den de comer dél al que mordió, y que es medicina eficacíssima, y que crudo es mejor, y si no que lo den assado, y si no que lo cuezan y den a bever el caldo. Tanbién dize que los limos de la saliva que el perro ravioso tiene debaxo de la lengua dados a bever al que mordió le curan. Dize assimismo que la carne del perro ravioso salada cecinada dada a comer en la vianda que cura la ravia; y lo mismo haze el hígado de un perrito chequito matándolo y dándolo luego a comer al perro mordido; y que lo mesmo hazen los sesos del gallo dados a comer al perro mordido. Tanbién dize que la cresta del gallo majada y puesta sobre la mordedura que es eficaz remedio. Dize tanbién que tomen la cenisa hecha de la cabeça del perro ravioso y que den della a comer en la vianda al que mordió, o se la den a bever, y que le unten con ella la mordedura; y que lo mesmo hazen los pelos de la parte de dentro de la cola del perro ravioso quemados y puestos sobre la herida. Item, el estiércol vermejo de gallo o gallina dado a comer o con el pan o puesto con vinagre sobre la herida; y lo mesmo haze el barro que está en el nido de las golondrinas puesto con vinagre sobre la mordedura. Item, afirma Plinio por cosa muy probada la raíz de la rosa silvestre que es el gavanço o gavarda o gavarrera comida y puesta sobre la herida. El que compuso el Libro de agricultura trae por auctoridad de Plinio esta raíz de la rosa silvestre y dize que es la peonía, pero no supo lo que se dixo, que Plinio dize que tomen la raíz de la rosa silvestre que se llama cynorhoda, y esta cynorhoda no es la peonía sino el gavanço o gavarda. Dize tanbién Plinio que el veratro es muy bueno, que es el vedegambre o yerva de vallestero. Assimismo se tiene por cosa muy singular, si estuvieren cerca de la mar, meter el perro mordido cada día entre las hondas de la mar para que se moje bien y esto se haga veinte días contínuos porque la agua de la mar tiene singular virtud contra la ravia, antes que venga, lavándose mucho y muchas vezes con ella.

Dioscórides escrive tanbién dos remedios para esta enfermedad que los alaba por los mejores y más eficaces de todos quantos se escriven, y el uno es éste: Tomen dos cucharadas de cenisa hecha de cangrejos y una de polvos hechos de raíz de genciana y desháganlos en seis onças de vino puro y bévanse, y dize y afirma que muchos se libraron y curaron con sola una vez que bevieron esta medicina, y que se deve tomar con muy grande confiança. El otro es tomar cada día, después que fue mordido antes que llegue a los quarenta días, el helléboro negro, y dize que es el más eficacíssimo remedio de todos quantos hay, con el qual dize que algunos que ya temían la agua y començavan a sentir el ímpetu de la ravia tomaron esta medicina se libraron, y assí dize que se deve tomar con grande confiança y muy a menudo; y la quantidad que un hombre puede tomar desto es de quinze granos hasta un escrúpulo, y un perro desde un escrúpulo hasta escrúpulo y medio.

Otros muchos remedios se escriven, pero assí porque éstos son los más eficaces como por escusar prolixidad los dexo de escrevir, solamente quiero dezir dos cosas: La una es que de todos los remedios que he escrito para los perros mordidos se pueden ayudar para los hombres; la otra es que si por caso mordiere el lobo ravioso que tomen dél todas las mesmas medicinas que he dicho que se tomen del perro ravioso que mordió, assí como el hígado, y la cenisa hecha de su cabeça quemada, y la saliva espumosa, y el hígado de algún lobezno, y allende déstas podrán tanbién tomar todas las otras cosas que he dicho para la mordedura del perro ravioso.

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CAPÍTULO XVI

De las heridas de los perros, y primero de las de la cabeça

SI la herida de la cabeça no fuere con rompimiento de huesso, trasquílenle muy bien todos los pelos que están cerca de la herida y lávenle con este lavatorio: Tómese agua ardente seis onças, mirra, y canela, y azívar epático tres dramas, sarcocolla, encienso, y almástiga, y sangre de drago de cada uno una drama, açafrán medio escrúpulo, muélase cada cosa por sí y mézclese en una redoma con la agua ardente y lávenle la herida tres o quatro vezes al día, y si no hoviere agua ardente tómese en su lugar doblada quantidad de vino blanco muy bueno, y den un hervor con los polvos susodichos.

Otro lavatorio de menos costa y muy bueno: Tomen assensios verdes, y rosas secas, y hojas de murtas, y agallas, y raíz de coscoja o enzina, y estepa, y nuezes de ciprés, y cortezas de granada, y xebe de cada cosa un poco, cuezan estas cosas en vino blanco hasta que mengüe la tercera parte y cuélese y lávenle con ello, y si todas estas cosas no se pudieren haver, tómense las más que se hallaren.

Item, el çumo de la ruda cura maravillosamente estas heridas, y lo mesmo haze el de los assensios. Y tanbién son muy buenas las orinas de hombre añadiéndoles a respecto de quatro onças dos dramas de xebe quemado y molido y dado un hervor y una drama de cardenillo.

Y si en la herida hoviere huesso rompido sáquenselo con buen tiento y trasquílenle los pelos alrededor de la herida, y después lávese la herida con qualquiere de los lavatorios que he dicho, advirtiendo que la herida de la cabeça ahunque sea larga no se ha de puntar.

Otra medicina muy singular, y es un ungüento o emplastro que el Guido afirma que fue probado en la cabeça de un perro que le entrava la herida hasta los sesos: Tomen trementina dos partes, cera una parte, resina media parte, derrítanse al huego y cuélense, y quando las colaren cayan sobre vinagre y déxenlas estar allí un día entero, y después sóbenlas entre los dedos con el mismo vinagre, y después otra vez las tormen a derritir y échenlas sobre el çumo destas yervas: çumo de betónica dos partes, verbena una parte y con estos çumos y con leche de muger sóbense mucho y hágase emplastro y póngasele, y para encorar la herida lávese con el postrer lavatorio que dixe.

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CAPÍTULO XVII

De las heridas de los perros que son hechas en el cuerpo

SI la herida no es grande el perro se la curará con su lengua, pero todavía es bien trasquilársela alrededor y lavársela con los lavatorios que arriba he dicho, ahunque luego se lo lamerá el perro. Y si le lavaren, deven de tener el perro un buen rato que no le dexen lamer hasta que la medicina haya hecho su operación. Pero si la herida fuere larga y hoviere necessidad de puntarla, púntenla dando cada punto por sí y añudándolo por sí, y que de punto a punto haya un dedo de traviesso, y lávensela con el lavatorio de la agua ardente y otras cosas que arriba dixe. Y para defender que no se le suelten tómese pez y trementina partes iguales y derrítanse con azeite rosado y mézclensele de los polvos que dixe que se mezclen con la agua ardente, y el azeite ha de ser lo que bastare para que esté amorosa y no muy dura, y póngase en un paño estendido tan grande que tome dos o tres dedos alrededor de la herida. Este emplastro tendrá tres días y de allí adelante lávenle con la agua ardente y polvos que en el capítulo antes deste se ha dicho. Y porque el perro no pueda quitarse los puntos ni el emplastro póngasele al cuello unas tablas o palos o cañas que no le dexen bolver, y un boço en la cabeça y rostro para que no pueda morderse, y quando vieren que está soldado quítenle los puntos y pónganle siempre el emplastro segundo y lávenle muy a menudo con alguno de los lavatorios.

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CAPÍTULO XVIII

De las heridas de los perros en la boca

SI el perro fuere herido dentro de la boca tómese agua ardente seis onças, mirra, y canela, y polvos de grana quemada de cada uno tres dramas, encienso, y almástiga, y bolarméñico, y sangre de drago de cada uno una drama, açafrán medio escrúpulo, muélase cada cosa por sí y mézclese todo en una redoma, y con este lavatorio lavarán la herida con un isopillo tres o quatro vezes al día, y si no hoviere agua ardente tómese una libra de buen vino blanco y de un hervor con los dichos polvos.

Otro lavatorio que se dize de agua verde: Tómese vino blanco añejo y muy bueno tres onças, agua rosada y de llantén de cada uno dos onças, xebe quemado y molido dos onças, cardenillo molido una drama.

Y tanbién le pueden lavar con el lavatorio o cozimiento que escreví para las heridas de la cabeça que es muy bueno, guardando que quando le lavaren la boca no le echen del lavatorio por la garganta abaxo. Y todos los lavatorios que escreví para las aves en el libro tercero para los males de la boca son muy singulares y se pueden aprovechar aquí dellos.

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CAPÍTULO XIX

De las heridas de los ojos

EL mejor remedio que en esto se puede dar es el que escreví para las aves en el libro tercero en el capítulo ventiquatro, que es el çumo de la bursa pastoris mezclado con clara de huevo que sea primero muy batida como allí se mostró. Pero allende de echarle este çumo dentro del ojo muy a menudo, deven de ponerle sobre él la mesma yerva muy majada y atársela de manera que no se le caya, que sin duda curará con esta medicina si la niñeta no fuere rompida, y si lo fuere no quedará el ojo feo, y no hay otra alguna que se le iguale, y porque la he muy bien probado en hombres lo afirmo tanto. Y tanbién se pueden ayudar de los otros remedios que en el dicho capítulo escreví para las aves.

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CAPÍTULO XX

De las nubes y otros males que se hazen a los perros en los ojos

TODOS estos males se curan con las mismas medicinas que escreví para las aves en el libro tercero. Quando acaeciere alguno dellos recórrase allí, que por escusar prolixidad no las torno a escrevir aquí.

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CAPÍTULO XXI

De las llagas que se hazen a los perros en muchas partes del cuerpo

DE heridas que no fueron curadas o de golpes y apostemas suélense hazer a los perros llagas en parte que ellos no se las pueden lamer con la lengua. Si la llaga estuviere muy suzia cúrese con ungüento egipciaco hecho desta manera: Tómese media libra de vinagre blanco muy fuerte y una libra de miel, dos onças de cardenillo y otras dos de xebe quemado, bolarméñico media onça, muélase muy bien el cardenillo, y xebe, y bolarméñico y cueza a fuego manso hasta que se espesse y haga hilo, y quando lo saceren del huego jamás dexen de traerlo con un palo hasta que ya esté frío. Y si la llaga tuviere mucha carne mala y suzia añádase más quantidad de cardenillo y hierva todo juntamente como está dicho, y después que la llaga estuviere limpia acábenla de curar con el lavatorio de la agua verde que escreví arriba, en el capítulo diez y ocho, o con el lavatorio o cozimiento del capítulo diez y seis, y si la llaga no estuviesse muy mala con qualquier destos dos lavatorios la curarán.

Si la llaga no fuere muy suzia y llena de mucha carne mala, cúrenla con el lavatorio de la agua verde que arriba dixe, que ahunque esté suzia la curará muy perfectamente.

Si en la llaga se engendraren gusanos lávenla con çumo de assensios o de ruda o de hojas de priscal, y pongan sobre la llaga las mesmas yervas majadas o echen dentro della azívar epático o cicotrino, que qualquiere destas dos cosas matará los gusanos y hará provecho a la llaga.

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CAPÍTULO XXII

De las llagas que se hazen a los perros en sus mienbros genitales

HÁZENSE estas llagas a los perros en sus mienbros genitales, assí a las hembras como a los machos de algún grande escallentamiento, y acaece encendérseles cáncer y morir. Cúrenlos desta manera: Lávenles las llagas muy a menudo con la agua verde que escreví en el capítulo diez y ocho, y si fuere menester echársela con xiringa échensela, y cada vez que le lavaren menearán la redoma, y tengan enboçado el perro aquella media hora de manera que no se pueda lamer esta agua hasta que haya hecho su operación.

Otro lavatorio maravilloso: Tomen estepa, agallas de levante, y cortezas de granadas, y encienso, y almástiga, alvayalde, y cardenillo, y xebe quemado de cada cosa un poco, y muélase excepto la estepa y las cortezas de granadas que han de ser quebrantadas, y cuezan en agua hasta que mengüe la metad.

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CAPÍTULO XXIII

De los rompimientos de braços y piernas de los perros

TORNEN a poner en su lugar el huesso que se rompió y pónganle esta pilma: Tomen pez, sarcocolla, bolarméñico, sangre de drago, encienso, y almástiga, y azívar epático, y harina de trigo de la más esfloreada partes iguales, y muelan cada cosa por sí y pássenla por cedaço excepto la pez que bastará que esté molida todo lo que se pudiere moler y mézclenlo todo, y tomen una clara de huevo y bátanla mucho y quítenle toda la espuma y con esta clara de huevo amassen los dichos polvos, y pongan esta pilma sobre un paño doblado de lino tan ancho que tome muy bien todo el rompimiento y algo más de cada parte, y póngansela como he dicho sobre el rompimiento guardando que no se tornen a desencasar los huessos, y tanbién le pueden poner qualquier de las otras pilmas que escreví para las aves en el tercero libro, en el capítulo quarenta y quatro, y pónganle sobre la pilma una poca de estopa que no tenga ariestas, y sobre ella otro paño de lino cosido, y después pónganle unas tablillas sobrello alrededor de todo el rompimiento porque los huessos no se tornen a desencasar, y pongan otro paño de lino sobre los palos y cósanlo muy bien. Esta pilma tendrá ocho días, y después quítensela y pónganle otra de la misma manera y téngala otros ocho días, y después quítensela y pónganle otra y traígala hasta que vean que ya está sano. Y si quisieren fortificarle la soldadura pónganle uno de los emplastros que escreví para los rompimientos de piernas de las aves en el dicho capítulo, al qual capítulo se recorra para todo lo demás que tocare a estos rompimientos de huessos. E porque los perros se quitan las pilmas que se les ponen, es bien traerlos enboçados algunos días y ponerles en el cuello unos palos o cañas porque no se puedan bolver ni abaxar.

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CAPÍTULO XXIV

De los desencasamientos de braços, espaldas y piernas de los perros

TORNEN los huessos a su lugar lavándoselos con agua caliente quanto se pudiere sufrir, y tirando poco a poco del uno y del otro. Y como se los hovieren buelto a su lugar póngale la pilma que arriba dixe, y múdensela a los ocho días y póngasele otra de la misma manera, y tráyala hasta que esté sano. Y tanbién le pueden poner qualquiere de las pilmas que escreví en el tercero libro, en el capítulo quarenta y seis.

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CAPÍTULO XXV

De las caídas de alto y de los golpes y palos que reciben en el cuerpo

SUELEN caer los perros de alto quando van corriendo tras alguna cosa o por otra desgracia, y suélenlos tanbién echar por ventanas y darles golpes y palos en las casas donde hazen algún daño, y rómpeseles alguna vena en el cuerpo y sáleles sangre y quédaseles dentro, y apostémase y mueren.

Lo que se les deve de hazer luego que algo desto acaeciere es esto: Tomen raízes de tormentilla, y de arzolla, y pez, y bolarméñico, y nastuerço partes iguales, muélase cada cosa por sí y mézclense, y tomen destos polvos peso de dos dramas y desháganse en quatro onças de agua de llantén o de agua rosada y láncenle esta bevida por la garganta abaxo, y no coma de aquellas dos horas; y no teniendo todas estas cosas denle las más que se pudieren haver, y sólo el bolarméñico con agua de llantén es muy bueno, y al otro día denle esta otra bevida: Tomen lexía hecha de cenisa de higuera quatro onças, y de azeite de almendras dulces una onça y mézclese y échesele por la garganta abaxo, y no coma de aquellas dos horas, y en lugar de la lexía de higuera se puede poner lexía de carrasca o de enzina. La primera bevida se da para soldar lo de dentro, y esta segunda para hazerle echar y purgar toda la sangre o materia que tuviere dentro del cuerpo, y tanbién para curar la parte lisiada, y es la mejor cosa que para este efecto se les puede dar. Estas dos bevidas le darán un día la una y otro día la otra por las mañanas hasta que vean que el perro está alegre y bueno. Pero si el golpe o caída hoviere un día o dos que acaeció, denle la segunda bevida de la lexía.

En la parte de fuera lávenle con este cozimiento: Tomen rosas secas, y assensios verdes, y azívar y cuezan en vino tinto y lávenle con ello cada día dos vezes estando tibio.

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CAPÍTULO XXVI

De las hinchazones de braços y piernas y otras partes del cuerpo

SI la hinchazón fuere de apostema y materia, y se viere que se puede o quiere madurar hagan emplastro o ungüento con cal viva molida y dialthea, o con sebo de carnero castrado y estiércol blanco de perro y pónganselo o úntensela con dialthea, o pónganle alguno de los emplastros madurativos que escreví para las apostemas de las aves en el libro tercero, en el capítulo sessenta y quatro, y después de abierta cúrenla por la orden que allí escreví.

Pero si la hinchazón fuere de golpe o de cansancio o de humor, y se viere que no ha de madurar lávensela con qualquier destos lavatorios: Tómense rosas secas, assensios verdes, estepa, cortezas de granadas, hojas de sauze, nuezes de ciprés, murtones y hojas de murta si las hoviere, y xebe de cada cosa un poco. El xebe y los murtones se muelen y las nuezes de ciprés se quebranten, y cuézase todo en vino, y estando tibio lávenle la hinchazón con ello dos o tres vezes al día.

Otro lavatorio: Tomen vinagre y cortezas de granadas y sal y den dos o tres hervores y lávenle con ello dos o tres vezes al día, y si la hinchazón fuere en las manos háganselas poner dentro en este lavatorio estando tibio.

Otra medicina: Tomen orinas de hombre sano y azeite rosado y cuezan, y desque hovieren bien hervido hagan emplastro con ello, y con cenisa de carrasca y estiéndase sobre estopa y póngase sobre la hinchazón.

Otra: Tomen cortezas de saúco y cuézanlas en orinas muy bien y májenlas con saín de puerco sin sal y póngase sobre la hinchazón.

Otra medicina para hinchazones de braços y piernas y manos: Tomen ortigas boyunas y séquenlas al sol y muélanlas y tómense dos partes de cera blanca y una de resina, y después que sean derretidas échense los polvos de las ortigas y el azeite rosado que fuere menester y hágase emplastro y póngase sobre la hinchazón.

Otra para lo mismo: Tomen azeite en que hovieren cozido lombrizes de tierra y unos gusanos blancos que están debaxo de los estercoleros, y estiércol de cabras, y assensios verdes, y harina de centeno cozido en vinagre, todo se maje y se mezcle y hágase emplastro cevándolo con lexía de sarmientos y póngase sobre la hinchazón.

Y si vieren que tiene dolor en la hinchazón de braço o pierna o de la mano lávenle con esto: Tomen rosas secas, y mançanilla, y anís, y cominos, y salvia, y romero, y vayas de laurel, y granos de arrayán y cuezan en vino tinto echando en ello un poco de azeite rosado, y lávenle con ello, que luego le quitará o amansará el dolor. Y si la hinchazón de los braços o piernas fuere dura y la quisieren deshazer por resolución, recórrase a lo que escreví para las aves en el tercero libro, en el capítulo sessenta y quatro.

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CAPÍTULO XXVII

Del perro que no puede mear

TOMEN simiente de enebro y de savina tres onças, y medio açumbre de vino tinto y échese en una olla muy tapada con massa, y cueza media hora y denle deste vino quatro onças echándoselo por la garganta.

Otro remedio: Tómese lexía quatro onças y una de azeite de almendras, y una drama de estiércol de ratones molido o de vidrio quemado y molido, y si quisieren que sea más fuerte sea esta drama de cenisa de alacranes, y láncensele por la garganta.

Otro: Tomen los granos de la yedra bien maduros y cogidos en la menguante de la luna, y majen tres o quatro dellos y denlos a bever en vino blanco, y hazerle han luego mear.

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CAPÍTULO XXVIII

Del perro que tiene atravessado algún huesso en la garganta

ÉCHENLE dentro de la garganta azeite y apriétenle la boca y abáxensela hazia abaxo contra los pechos hasta que se quexe y eche el huesso; y si esto no aprovechare mezclen agua tibia con azeite y hágansela tragar poco a poco que esto le hará afloxar el huesso.

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CAPÍTULO XXIX

De la sarna de los perros

DE quatro causas hallo por experiencia que se haze sarna a los perros: La una es de pegárseles de otros, y en esto se deve tener mucho cuidado, que en teniendo sarna un perro le aparten de los otros y le curen porque es mal tan contagioso entre ellos, que si uno la tiene luego se pega a todos los que con él andan. La otra es de vejez, y ésta no se puede curar. La otra es de tenerlos atados y hazerles dormir sobre la tierra y polvo no poniéndoles alguna ropa o tablas sobre que se echen. La otra es de no darles de comer, que con la hambre comen muchas cosas hediondas y venenosas, y ahun tanbién de estar llenos de pulgas.

Para curar perfectamente la sarna a los perros dévenlos de purgar porque no purgándolos, ahunque se les cure una vez por de fuera, les suele tornar a salir otra vez.

Yo he curado perro que tenía tanta sarna que ya no tenía pelo alguno, y era en invierno, y los que le vehían dezían que moriría y no curaría, y con lo que lo curé fue dándole ocho o nueve mañanas tres dramas de açufre en cada vez, molido y echado en azeite, y echando unas migagitas de pan desmenuzado entre los dedos porque mejor lo llevasse, y curó tan perfectamente y en tan breve tiempo y se puso tan gordo y tan hermoso de pelo que fue una cosa maravillosa, y no fue menester lavarle ni hazerle otra cosa; y yo digo que para curar la sarna de los perros no es menester buscar otra medicina porque el açufre tiene gran poder en esto, en tanto que muchos hombres con sólo tomando en un huevo algunos días han curado de la sarna de las bubas.

Pero sin enbargo desto no dexaré de escrevir otros remedios que hay muy buenos para curar la sarna de los perros porque sirvan para cavallos y otras bestias, que son muy probados. Y si la sarna fuere mucha púrguenlo con dos o tres píldoras de las que el Mesué llama pillule inde, y sea cada una tan grande como una avellana entera dándoselas en un poco de hígado o de carne como en el capítulo sexto mostré y guardando aquella orden.

O hagan estas píldoras que para sarna no tienen par: Tomen mirabolanos quebulos y indos, cortezas de cohombrillo amargo o en su lugar de su çumo seco, gengibre, colloquíntida interior, sal indo, hermodátiles, yerapriga simple, satiriones de cada uno una parte, goma serapina dos partes, muélanse estas cosas y con una poca de miel rosada háganse píldoras como garvanços, de las quales se darán tres o quatro según fuere el perro grande o pequeño, y después que fuere purgado lávenle la sarna con alguno de los lavatorios o ungüentos que aquí diré.

Úntenle la sarna con sangre reziente y caliente de buey o de vaca, y después que se le secare le tornen otra y otra vez a untar, y a la postre lávenle con lexía que sea algo fuerte.

Otra medicina: Tomen ramos de retama o hiniesta y cuézase mucho y laven muy a menudo el perro con ella, y esto es cosa probada si la sarna no es confirmada.

Otra muy singular: Tomen dos escudillas de cenisa de carrasca, y si no la tuvieren sea de sarmientos o de higuera, y otra de cal viva. Item, ramos de taray o tamariz, y de laurel, y de sauze, y de retama o hiniesta, y de ruda, y çumaque partes iguales, de xebe una onça, y con la quantidad de agua que pareciere convenir cuézase esto muy bien hasta que mengüe la tercera parte y se haga lexía, y cuélenla y guárdenla y laven con ella la sarna al perro estregándosela primero muy bien con un paño áspero hasta que le salga sangre. Y si mezclaren con esto un poco de azeite de laurel o de enebro será mejor.

Si con esto no curase, lo que yo dudaría, tomen açufre y xebe de cada uno tres dramas, cardenillo y solimán de cada uno una drama, muélanse y mézclense y den un hervor en seis onças de lexía de sarmientos y lávenle con ello.

Otro remedio: Tomen la raíz de la cañaherra o cañahierro y cuézase en agua, y con aquella agua y con azeite y una poca de manteca de vacas hagan ungüento y unten la sarna con ello, y ahunque haze caer el pelo después torna a nacer muy bien, y ésta es muy buena medicina para curar la sarna que se haze a los cavallos y otras vestias en las manos y pies y otras partes del cuerpo.

Tanbién es muy bueno llevar el perro a donde los curtidores adoban los cueros y lavarlos con aquella agua en donde echan çumaque y cal, porque estas dos cosas tienen mucha virtud para esto.

Y sobre todo denles muy bien de comer, porque esto les ayuda mucho a curar. Y si alguna vez les dieren a bever azeite los alimpiará y engordará.

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CAPÍTULO XXX

De los gusanos o lombrizes que se engendran a los perros dentro de los cuerpos

MUCHAS vezes se vienen a secar y enflaquecer los perros por tener gusanos o lombrizes dentro del cuerpo, y para matárseles y hazérseles lançar hagan esto: Denles de quando en quando una píldora o dos de las de colloquíntida metida en un poco de hígado o un poco de carne, y ténganlos atados en parte que puedan purgar, y no les den de comer en aquellas quatro horas.

Otra medicina: Tomen azívar epático, centurea menor, raíz de ala de cada uno quatro partes, cuerno de ciervo quemado dos partes, pulpa de colloquíntida una parte y con çumo de assensios hagan dos píldoras y dénselas en la manera que dixe, y denles muchas vezes a bever azeite de olivas porque mata muy bien las lombrizes, ahunque muy mejor el azeite de almendras amargas.

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CAPÍTULO XXXI

De quando se despean los perros y se le hazen llagas entre los dedos

GRANDE falta es en un perro ser blando de pies y manos y despearse. El remedio sea éste: Tomen agallas, alheña, aziche, corteza de enzina o de coscoja con que se curten los cueros, escoria de hierro, cortezas de granada, çumaque, cardenillo quemado, hollín, xebe quemado partes iguales, muélase cada cosa por sí y passe por cedaço de cerdas y mézclese y cueza dos buenos hervores en una olla nueva en vinagre blanco fuerte aguado con agua de herreros o en sola la agua de herreros, que es muy singular, o en vino tinto muy áspero en la quantidad que fuere menester, y estando siempre tibio laven las palmas de los pies y manos de los perros que estuvieren despeados o llagados hasta que estén sanos. Y si tuvieren las manos hinchadas háganselas poner dentro y deshinchárseles han.

Otra medicina: Tomen cenisa de carrasca, y miel, y açufre y pónganselo.

Otra: Tomen cal lavada siete vezes, hollín, y azarcón, y escoria de hierro de cada uno dos partes, cardenillo quemado y molido, y açufre de cada uno una parte, cuezan en vinagre fuerte o en agua de herreros, y si no hoviere cal hágase sin ella.

Otra: Tomen rosas secas, assensios, y murtones, y cáscaras de granadas, y aziche, y agallas y cuezan en vinagre.

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CAPÍTULO XXXII

De cómo refrescarán el perro y le amatarán el calor y sed quando está muy caluroso

TOMEN dos huevos quitadas las cáscaras y dénselos a comer, y si no los quisiere échenselos uno a uno por la garganta abaxo; y si lo quisieren más refrescar sean quatro huevos, y no tomen dellos sino sólas las claras, y aquéllas le den.

Item, templen vinagre con agua de manera que se pueda bever y échenselo por la garganta si no lo quisiere bever, y si el vinagre fuere rosado será mejor, y denle pan remojado en agua fría en llegando del campo quando viene caluroso. Pero si le dieren los huevos dénselos primero y después el pan.

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CAPÍTULO XXXIII

De cómo quitarán al perro el cansancio para que pueda caçar el día siguiente

HAGAN lexía de cenisa de carrasca o de sarmientos que no sea muy fuerte y cuélenla y tomen una açumbre della, y de assensios, y ramos verdes de murta, y de laurel, y de romero de cada uno un manojo, y seis nuezes de ciprés, májense un poco estas cosas y añadan dos onças de xebe molido, y todo junto cueza hasta que se gaste la quarta parte, y lávenle con ello los braços y pechos de alto a baxo.

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CAPÍTULO XXXIV

De cómo harán vomitar al perro la esponja o otra cosa venenosa

MATEN dos gallinas y luego les saquen las tripas, y assí calientes como salieren, y enteras sin cortar, las den a comer al perro, que dende a un poco de rato vomitará todo lo que tuviere en el estómago.

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CAPÍTULO XXXV

De cómo se engordan los perros

DENLES a comer una pelleja de liebre desta manera: Cuézanla en agua hasta que se deshaga, y después quiten el caldo y mezclen con la pelleja media libra de azeite. Con esto se le pondrá el pelo muy luzio y delgado y engordará luego.

Item, engordan muy bien con los bofes o livianos de vaca coziéndolos mucho y dándoseles a comer con el mesmo caldo en que cozieren.

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CAPÍTULO XXXVI

Del hurón

PUES tanbién sirve el hurón para la caça del açor y del halcón perdiguero justo es que hablemos algo dél y escrivamos la orden de su govierno y mantenimiento. Es animal muy delicado y digere poco, y por esta causa no se le deve dar de comer más de una vez al día si quisieren que viva muy sano. Quiéreseles variar la vianda dándole un día una y otro día otra. La leche les es muy buen mantenimiento si se les da reziente y caliente luego en acabándola de ordeñar o calentándola al huego; y quando están dolientes y no pueden comer es la mejor cosa que se les puede dar, pero guárdense de dárseles fría porque les es muy dañosa, que luego se les azeda y corrompe en el estómago. El huevo les es tanbién muy buen mantenimiento; denles un día un huevo sólo batido yema con clara y con una poquita de cáscara, que no se más de quanto una tarja o medio real, y vaya muy menuda y quebrantada; otro día le den la yema y la clara sin cáscara alguna y bátanse muy bien y mezclen con ello pan muy molido como quien haze puchas, pero sea claro y no duro; otro día le den nuezes mascadas con pan, pero siempre vaya muy claro y no duro; otro día le den queso mascado con pan, pero tanbién se lo den claro, y en ninguna manera duro, pero sobre todo se tiene por mejor el huevo. Y quando hiziere calores pruévenle si querrá bever de quinze a quinze días, en el otro tiempo del año ninguna necessidad hay de darle a bever. Siempre que quisiere comer azeite se lo den porque lo tiene muy sano de enfermedad y muy limpio, y especialmente no deven dexar de dárselo quando vienen del campo por guardarles del veneno de animales venenosos que topan debaxo de tierra, como son sapos, culebras y lagartos y otros semejantes, y hánselo de dar luego en veniendo del campo antes que le den de comer, y si no lo quisiere comer ténganle la cabeça con las manos y métanle los ocicos en el azeite. Y si se supiere o sospechare que le mordió culebra denle atriaca con azeite, y si no la quisiere comer láncensela por la garganta; o tomen atriaca sóla y puesta en una cabeça de alfiler gruesso láncensela por la garganta.

Adolece de una enfermedad que se llama cuquillo, y es que se les endurece el estiércol en el salvonor, y es una cosa negra que no le dexa salir por baxo, y el remedio para hazérseles echar es primirle aquella cosa dura con los dedos dos o tres vezes y saltará fuera aquella cosa negra, y junto con ella una aguaza como azeite que hiede muy mal. Pero para guardarles que no se les haga este cuquillo el remedio es darles azeite cada día o de tercero a tercero día.

Quando las hembras se paran o salen es menester echarles luego el macho porque si lo dilatan se mueren, y en esto corren ellas mucho peligro si el caçador tuviere en ello descuido. De Navidad adelante es el mejor tiempo de echarles el macho, y hasta todo el mes de mayo se sufre, de manera que los más postreros que vengan a nacer sean por Sanctiago, y ahun aquéllos son peligrosos si no les dan buen recaudo. Los que de allí adelante nacen son inverniscos y nunca se crían bien y se mueren todos por la mayor parte. Para que se empreñen ha de ser el aire muy frío, que con el caliente no se empreñan, y quando los echaren para juntarse pónganlos en la parte más fría de la casa como es la bodega, y pónganlos debaxo de una media hanega o robo o costal, y después que el hurón hoviere tomado la hurona una vez no se le ha de echar más, lo qual se conocerá muy bien en la natura de la hurona, porque le dexa en ella un hoyuelo que no se le deshaze en aquellos dos días, el qual no tenía antes que la tomase. No se toman por detrás como los otros animales, si no por delante abraçados y echados como el hombre y la muger. A los quarenta días después que la hembra se tomó pare los hijos, ahunque algunos dizen que a siete semanas, y a los quarenta días después que nacieron abren los ojos por la mayor parte, ahunque algunos los abren a los treinta, y algunos a los treinta y cinco.

No las dexen parir en paja porque ahogan los hijos en ella, mas hagan esto: En una caxa o en robo o media hanega o en una comporta que tengan cubierta cubran el suelo con un pellejo de oveja o de raposa trasquilado el pelo, enclavando el pellejo porque no se pueda mover, y al un rincón guarnezcan las paredes del mesmo pellejo enclavándolo tanbién, y allí parirá y no ahogará los hijos. No se les dé de comer hasta que tengan quinze días salvo si la hurona fuesse nueva y pariesse muchos hijos, que en tal caso no se ha de aguardar a este tiempo sino darles de comer quando vieren que tienen ya pelo como vello blanco, y hasta que estén puestos en carne se les ha de dar de comer dos vezes al día, después bástales una vez, y vivirán más sanos, como arriba dixe. Y lo que se les ha de dar de comer en aquel tiempo es esto: Dende los quinze días después de nacidos, ahunque no tienen los ojos abiertos, se les ha de dar de comer leche sóla hasta que tengan treinta días, pero la leche, como arriba dixe, ha de ser rezién ordeñada, que ahún esté caliente, y si fuere leche fría cuézanla y déseles caliente porque, como ya he dicho arriba, la fría les es muy dañosa porque se les azeda y corrompe en el estómago. Dende los treinta días hasta los quarenta les darán huevos claros o leche caliente con pan muy molido, y de allí adelante denle de comer como al padre y madre por la orden que arriba se dixo.

De los ochenta días después que nacieron en adelante comiençan a caçar si se les da buen recaudo, y si a los tres meses no comiençan a caçar será por haverles dado mal recaudo.

Quando caçaren y hiziere calor o estuvieren en parte calurosa, tengan cuidado de darles a bever porque de otra manera se podrían ahogar.

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CAPÍTULO XXXVII

Declaración de algunos nombres y vocablos de las medicinas que en todo este tratado van aplicadas para las dolencias de las aves y de los perros

COMO en unas partes y provincias de España llamen una cosa por un nombre o vocablo y en otra por otro, quise poner y declarar aquí algunas de las medicinas que en este tractado he aplicado para las dolencias y enfermedades de las aves y de los perros, es a saber, aquéllas en que por llamarse de muchas maneras me pareció que podría haver alguna duda o error, para que no lo pueda haver y todos los caçadores las entiendan o al menos las puedan y sepan pedir a los apothecarios en qualquier parte o provincia que se hallaren.

A

Açufre, otros le llaman piedra sufre, otros alcrivite, otros alcaravite. En latín se llama sulfur.

Açucena, es lirio blanco. En latín se dize lilium album.

Açufeifa, otros la llaman gíngola, y en latín se llama junjunba.

Aguaxaque, es goma armoníaque. En latín se dize gumi armomiacum.

Ala, en latín se dize enula campana.

Alaçor, otros le llaman açafrán bastardo. En latín se llama cartamus.

Alarguez, otros le llaman corteza de bugía, es corteza de una mata que según algunos se dize vérberis. En latín se dize cortex bugie.

Alcohol o piedra de alcohol, en latín se llama antimonium.

Alegría, otros le llaman ajonjolí. Los medicos le llaman sesamum o sisamum.

Alheña, los griegos le llaman ciprus, los latinos ligustrum, los arábicos alchanna.

Alholvas, en latín se llama fenugrecum.

Alhuzema, otros le llaman espligo. Los médicos calendula.

Almástiga, otros la llaman almáciga. En latín se llama mastix.

Almártaga, otros le llaman litarge, otros yezes de oro, otros polvos de cavallo. En latín litargirium.

Almirón o almirones, es la chicoria. En latín se dize intubus y intybus.

Alcolea, otros la llaman lengua de buey. Los médicos buglosa.

Alosna, otros le llaman assensios amargos, otros donzel, otros suzones. En latín se dize absinthium.

Alquitira, otros la llaman goma dragante. Los médicos gumi dragantuna.

Altramuzes, en latín se llaman lupinus.

Alvayalde, en Aragón le llaman blanquete. En latín se dize cerusa.

Alumbre de roca, otros le llaman xebe. En latín se dize alumen rochinum.

Alvín o piedra alvín, otros la llaman piedra sanguinaria. Los médicos la llaman lapis ematistes y lapis sanguinaria.

Argén vivo, otros le llaman azogue. Los médicos argentum vivum.

Assensios, ya dixe arriba que otros le llaman alosna, y otros donzel, y otros suzones, y en latín absinthium.

Axenuz, en latín se dize melanthium.

Azogue, lo mismo es que argén vivo, arriba se dixo.

Azívar, los médicos le llaman áloes.

Azeche o aziche o azige o tierra de Sevilla. En latín se llama atramentum.

B

Barniz de bernizar, otros le llaman grassa de escrivanos. Los médicos sandaracha y vérmix.

Bexiga de perro, los médicos le llaman en arávigo alcachengi.

C

Camamilla, otros la llaman mançanilla. Los médicos chamomilla.

Cantueso, llámanle los médicos stichados arabicum.

Castóreo, otros le llaman questorio, otros casturión. Los médicos castoreum.

Corona de rey, llámanle los médicos melilotum.

F

Favarraz, llámanle los médicos staphisagria.

G

Gorbión en latín se dize euforbium.

Grassa de escrivanos, lo mesmo que barniz, arriba se ha dicho.

H

Hiniesta, otros la llaman retama. Los médicos genista.

I

Yerbabuena, otros la llaman yerba sancta. En latín se llama menta.

Yezgos, otros los llaman yelgos. En latín ebulus.

L

Lirio blanco, lo mesmo es que açucena, arriba se dixo.

Llantén lo mesmo es que plantaina. En latín se dize plantago y arnoglosa en griego.

M

Mançanilla, lo mesmo es que chamamilla, ya se dixo arriba.

Mastranto, en latín se dize mentastrum.

Mostaça, otros la llaman xenabe. Los médicos sinapis.

Maja lo mesmo es que tártago. Llámase en latín cataputia y ben.

N

Nieta lo mesmo es que niepota. En latín se dize nepita y calamentum.

Nueza en latín se dize brionia.

O

Oroçuz, otros lo llaman regaliz. En latín liquiritia.

P

Paja de meca, otros le llaman paja de gamellos. Los médicos le llaman squinantum.

Palomilla, en latín se dize fumusterra.

Piedra sufre y alcrivite y açufre, todo es uno, arriba se dixo.

Piedra de alcohol, en latín se dize antimonium.

Piedra alvín o alvín o piedra sanguinaria, ya se dixo arriba que todo es uno.

R

Regaliz, lo mesmo es que oroçuz, arriba se dixo.

Retama, lo mesmo es que hiniesta, arriba se dixo.

S

Sege, en latín se dize prunella.

T

Tamariz, otros le llaman taray. En latín tamariscus.

Tañarita, en latín se llama tanecetum.

Timoncillo, otros le llaman timoncillo salsero o tomillo salsero. En latín thimus.

Torvisco es especie de mezereón, llámase olivela, laureola y mezereón.

V

Viniebla y lengua de perro todo es uno. Llámase en griego cinoglosson o cinoglosa.

X

Xenabe lo mesmo es que mostaça, ya se dixo arriba.

Z

Zaragatona llámase en griego psilium.

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José Manuel Fradejas Rueda

Creación / última revisión: 07.12.2015